El llano y sus personajes manuel mérida

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L i t e r at u r a

Serie CrĂłnica

coleccion

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El llano y sus personajes

Manuel MĂŠrida


El llano y sus personajes © Manuel Mérida, 2009 Colección Literatura - Serie Crónica Por la 1ra Edición: © Fundación Editorial el perro y la rana Imprenta Regional Cojedes sistemadeimprentascojedes@gmail.com Ilustración de Portada: de la serie Pájaros / Mixta sobre papel © Richard La Rosa, 2009 ISBN: 978-980-14-0501-6 Depósito Legal: LS 40220078003118



El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores, principalmente inéditos.


ro nt or de A ad an rio s G e r o Ba jed br Li e Co sd o ia tad or Es ist H

Quienes suscribimos, siguiendo las políticas de inclusión propuestas por el Gobierno y la Revolución Bolivariana, comprometidos y comprometidas con los principios que sustentan los valores ancestrales y culturales; desde la responsabilidad asumida por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, la Fundación Editorial El perro y la rana y la Red Nacional de Escritores de Venezuela, reunidos en Caracas, al pie del Waraira Repano, los días 3, 4 y 5 de febrero de 2009; después de evaluar cada uno de los originales enviados al Concurso Historias de Barrio Adentro, acordamos: 1º Reconocer el valor patrimonial de los numerosos manuscritos enviados al Concurso, los cuales expresan en su mayoría una nueva patria escrita, nacida al calor del proceso social que reivindica la esencia cultural de un país. 2º Agradecer y felicitar a los centenares de escritores y escritoras que desde todas las regiones del país se hicieron eco de la convocatoria y dan cuenta de la sensibilidad creativa que habita en nuestros campos, pueblos y ciudades. 3º Valorar la diversidad de escrituras y temas que refieren al país, en plena participación protagónica de los procesos emancipatorios hacia la construcción del socialismo bolivariano. 4º Apoyar la nueva escritura que emerge en Venezuela desde los poderes creadores del pueblo, sustantiva para la liberación cultural y espiritual de las naciones y pueblos de nuestra América. 5º Invitar a todos los participantes en el Concurso Historias de Barrio Adentro a continuar la batalla creativa en las diferentes expresiones artísticas hacia una nueva estética en el oficio de la palabra y la vida. 6º Reconocer y aprobar la publicación de los manuscritos ganadores.


El Jurado: ____________________________ Miguel Márquez - Fundación Editorial El perro y la rana; William Osuna - Fundación Editorial El perro y la rana; Héctor Seijas - Fundación Editorial el perro y la rana; Maribel Prieto - Red Nacional de Escritores de Venezuela; Julio Valderrey - Sistema Nacional de Imprentas Miranda; Eduardo Mariño - Sistema Nacional de Imprentas Cojedes; Marcos Veroes - Sistema Nacional de Imprentas Aragua; Pedro Ruiz - Red Nacional de Escritores de Venezuela; Giordana García - Fundación Editorial El perro y la rana; Héctor Bello - Fundación Editorial El perro y la rana; José Javier Sánchez - Fundación Editorial El perro y la rana; Dannybal Reyes - Fundación Editorial El perro y la rana; Inti Clark - Fundación Editorial El perro y la rana; María Alejandra Rojas - Fundación Editorial El perro y la rana; Yanuva León - Fundación Editorial El perro y la rana; Leonardo Ruiz - Red Nacional de Escritores de Venezuela; Pedro Pérez Aldana - Red Nacional de Escritores de Venezuela.

Caracas, 5 de febrero de 2009


Manuel MĂŠrida

El llano y sus personajes



Nota de los Editores

Estas notas fueron apareciendo en las páginas del Diario La Opinión, desde finales de los '90, bajo el título que hoy las reúne como libro. Don Manuel era entonces Director de ese diario, que aún sigue conservando el carácter popular y regionalista que desde entonces le imprimió. El llano y sus personajes recoge de lo cotidiano aquellas pequeñas cosas que construyen nuestra identidad como habitantes de esta tierra. Escrito en el mismo lenguaje tranquilo, reposado y conversador de su autor, nos va retratando personajes y costumbres que casi invisibles, conforman sin embargo la trama diaria de nuestros pueblos. No podía dejar de ser un gran novelista el autor de estas páginas. Quizás algunos de los personajes que habitan este libro ya no nos acompañan, otros quizás se han ido buscando nuevos horizontes para sus sueños, pero si la memoria de los hombres es frágil, no es así la de la palabra y gracias a ella, estos testimonios perdurarán, y sus habitantes con ellos. ¿Qué mejor destino que ser para siempre memoria, testimonio de un pasado que nos alimenta constantemente de su sabiduría, su riqueza y su ingenuidad?



Manuel Mérida El llano y sus personajes

Rafael Vilorio, alfarero y memorioso

HAY UN ARTISTA EN ESTE PUEBLO Fue la expresión del músico Antonio Estéves, quien tenía a Tinaco por cárcel en la dictadura de Pérez Jiménez, cuando vio a la mujer desnuda que pintara Rafael Vilorio en el nuevo puente del río. Pero de esa manera no pensó el Prefecto, porque de inmediato lo puso preso, acusándolo de obsceno, y de estar en contra de la moral y las buenas costumbres. -Al calabozo, pero me le quitan el lápiz ese, porque va a dejar un burdel en las paredes. Y los policías comenzaron a mirarse las caras. Por ese tiempo fue cuando otro prefecto sacó a Marcos Alvarado de Tinaco, quien dijo después en su prosa peculiar: Un 24 de agosto Lo recuerdo todavía, me dio como bastimento un agente e’ policía Del calabozo saldría Rafael Vilorio con la cabeza rapada. Y algunos amigos dijeron después que sólo se ocupó de plasmar la figura de una mujer que acudía a bañarse cerca del puente, y de tanto verla quiso perennizarla en una pintura. El se ríe si le recuerdan eso, pero ni afirma ni niega la especie. Quizás fue así. Siempre se puso a moldear la plastilina, haciendo vacas y caballos que de nuevo rehacía multiplicándolos en figuras más pequeñas.

POETA Y COLEADOR Un largo poemario escribió Rafael Vilorio en su juventud, con clara influencia de García Lorca. Le puso el título “Roman-

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ce”. Apenas acaba de rescatar los escritos, que la Alcaldía ha querido publicar, pero no se dispone aún, aduciendo falta de presupuesto, mientras que a los papeles le están cayendo polillas, junto a un folleto de cantos populares rescatados de la voz de los propios cantores, por José Carrillo Moreno. Uno y otro esperan ser publicados. Fue fundador de la Asociación de Coleadores, junto a Oswaldo Arriaga Barreto. Una vez en la manga, de San Carlos, a los 16 años, montando un caballo muy brioso de nombre “Cocuizo”, le dedicó el toro a una amiga, el caballo partió tan de repente, que dejó hasta los zapatos en los estribos, y él se quedó guindando en una guafa. La muchacha al ver los mocasines, comenzó a gritar bajo una risa nerviosa: -¡Ahí va Rafael!. Y las otras muchachas comenzaban a verla, porque suponían que se estaba burlando de Rafael Vilorio, quien al rato salía descalzo en busca del caballo.

ALFARERO El 25 de febrero de 1995, por iniciativa de Rosario Marciano de Barreto y el maestro Luis Figueredo, se funda la escuela de artesanía, donde utilizan arcilla y hojas de cambur para hacer figuras, crucifijos y estampas de la época. Dejan a Rafael Vilorio como director de esa escuela, a la que le dan el nombre de “Ramón Méndez Figueredo”, quien fue relojero y campanero de Tinaco. Allí han reconstruido las imágenes del crucificado de la iglesia de Topo, y el Santo Sepulcro de la iglesia de Pueblo Nuevo. Cuentan con 6 muchachos fijos, a los que le imparten cursos, que antes no cobraban, pero que ahora, como está la situación, le exigen que paguen 5000 bolívares por persona. Siendo la única asignación con que cuentan, los Bs. 50 mil que les pasa


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mensualmente la alcaldía de Tinaco. Dinero que casi se consume en luz, debido a que utilizan el horno eléctrico para “cocer” las diferentes figuras de barros que hacen a diario. La Escuela se mantiene por las ventas de Crucifijos, figuras de estampas tradicionales, y algún encargo. Los muchachos que acuden a la Escuela trabajan con arcilla, y las mujeres utilizan hojas de cambur. Recuerda que han hecho más de 400 crucifijos. El 12 de febrero, de este año, se apareció por la Escuela el Historiador Dr. Guillermo Morón, que al entrar le dijo: “Vengo tras la huella de un Crucificado que lo hacen aquí”. Se fue muy satisfecho, y terminó dándole una charla sobre la batalla de La Victoria a los muchachos. No hay ningún crucifijo igual, son piezas únicas, que no responden a ningún molde, sino que las fabrican directamente, de ahí su importancia, y por supuesto su valor. Hacen muchas estampas del llano: el ordeño, el lazo, la hierra, etc. De esos se llevó Simón Díaz muchos, quién comenzaba a hablar con él mismo: “Buen caballo el del cabrestero, mejor el del culatero. Y con ese perro “sato”, media oreja y latidor, ese ganao llega al corral, señor Vilorio, me los llevo pa’ Caracas. Sus Crucifijos han llegado lejos, así, Ana Mercedes Méndez, esposa del Embajador José Antonio Monsalve (en el Perú) le dijo a Luis Enrique Otero: "Ese Cristo es del Cuzco" -No señora, ese Cristo es de Tinaco, y lo hizo Rafael Vilorio Muchas personalidades nacionales se han aparecido por la Escuela, entre ellos, “Chepín” López, nieto de Tito Salas,y la esposa de este, sobrina de Teostiste de Gallegos, la esposa de Rómulo Gallegos. Entraron a Tinaco preguntando dónde vendían artesanía, y alguien los orientó hasta ese punto. Chepín es el pintor de Miraflores. Le dio un taller de pintura a los muchachos, ya que se quedaron por 2 días.

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LO MAS VENDIDO

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Lo que más venden son los Crucifijos, aunque por eso también los hacen más. Como también, de las estampas criollas, la más vendida es “Florentino y el Diablo”. Todos se van contentos. La única devolución que tuvo fue la de un Crucifijo. La señora que lo compró, vino a los días: -Señor Vilorio, este Cristo está muy ensangrentado, pobrecito, cámbiemelo. Y en verdad, tenía mucha pintura roja encima.

POLIFACÉTICO Pedro Vilorio es “pescador a destajo”, cuando lo dispone la intención y sale a pescar pavones por los lados del Sinaruco, junto a sus primos, parientes y amigos. Pero sobretodo es poeta, y no hace mucho tiempo obtuvo el segundo premio de poesía, con motivo del Bicentenario del general Manuel Manrique. Trabajo que quedaron de publicar, y también se apolilla. Está ideando fabricar artesanía utilitaria, o sea vasos, platos, para alternar con lo que vienen haciendo, y mantener mejor la Escuela, que funciona en la casa de un extranjero que se la facilitó, sin que les cobre nada. Ha participado en varia exposiciones: En Valencia, san Cristóbal, Puerto La Cruz. En San Carlos estuvo en los 15 años de IUTEAGRO. Rafael Vilorio continua bajo su afán y su constancia, sobreponiéndose a tantas dificultades económicas, pero haciendo un trabajo, que los organismos de la “cultura” oficial ni miran, quizás porque allí no hay comisión.


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A los 38 años de “El porteñazo” Jaime Penso continúa siendo un soldado de la aurora

ANTECEDENTES Y ALZAMIENTOS Ya se había levantado Carúpano, con Molina Villegas a la cabeza, el 4 de mayo, y los comprometidos en la rebelión militar no podían quedarse tranquilos, debido a que los servicios de inteligencia estaban al tanto de los movimientos en el seno de la Marina. Eran momentos de una gran turbulencia política, que tenía influjos, además de las ansias de profundizar los logros políticos después de la caída de Pérez Jiménez, los recientes hechos de la Revolución Cubana, la división de Acción Democrática, que permitió la salida de los sectores de izquierda que se encontraban en ese partido. Todo eso influyó, siendo el marco de los acontecimientos de la década de los 60, que posibilitó los levantamientos militares, y la presencia de la guerrilla en las montañas de Falcón, en el Bachiller, por los lados de Barlovento, y en el Turumiquire, oriente del país. Antes de esto, hubo un alzamiento en Barcelona en 1961, con militares adictos a sectores de derecha. Y no transcurrió un mes, después del llamado “carupanazo”, cuando el 2 de junio, a las 7 de la mañana, en la Base Naval de Puerto Cabello comenzó el alzamiento, que duró 36 horas de combate. Fue una pelea que en definitiva el gobierno, si contabilizó el número de muertos, no lo sacó a la luz pública. Siendo el sitio de la alcantarilla donde las fuerzas del gobierno dirigidos por el general Alfredo Monch fueron casi esperadas por la Infantería de Marina. Los tanques de guerra servían de escudo protector a los soldados que se acercaban a combatir a los

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rebeldes, viniendo detrás de ellos. Muere un pelotón completo, donde iba el teniente Rivero Sanoja, de aquí de San Carlos, y quien cumplía órdenes del Capitán Guevara Guedes. Allí se estrenó el capitán Jaime Penso.

JAIME PENSO

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Penso estaba en la infantería de marina que dirigía el Capitán de Corbeta Victor Hugo Morales. El descontento en las fuerzas Armadas era bastante. La prédica de Domingo Alberto Rangel, máximo dirigente de los llamados “cabezas calientes”, que encabezó la disidencia de Acción Democrática, encontró eco en el seno de muchos militares, quienes habían comenzado a reunirse y luego a conspirar de manera abierta contra el gobierno de Rómulo Betancourt. Las circunstancias estaban dadas, al menos objetivamente, dice Jaime Penso, para enrumbar al país y evitar en aquel momento los desastres padecidos, entonces y después. “Las Fuerzas Armadas fueron utilizadas para tareas represivas, dando origen a las intentonas de golpes de estado”. Había una serie de contactos políticos llevados adelante por el capitán Víctor Hugo Morales y el teniente Carlos Fermín Castillo. El movimiento de Puerto Cabello estaba conectado con el de Carúpano, que encabezara el Capitán Molina Villegas y el Mayor Vegas Castejón (hoy fallecido). El “Carupanazo” se adelantó por delación. Hubo necesidad de alzarse para aprovechar la esfervescencia militar. Contaban con la Infantería de Marina en La Guaira (el teniente Pérez Armas, ya fallecido) y el teniente Correa Jara. Jaime Penso había sido trasladado desde el estado falcón a la Base Naval de Puerto cabello. Allí comenzó a contactar y ser contactado por los oficiales. Toda la Base Naval estaba


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conspirando. Carlos Larrazábal, hermano de Wolfang Larrazábal, había sembrado la idea de que se estaba sembrando en América Latina un movimiento independentista, que con el tiempo había que seguirlo. Eso se quedó en palabras, porque en el momento de la insurrección no los acompañó.

EL PORTEÑAZO El movimiento estaba delatado, y el gobierno había mandado avanzadas a Puerto Cabello. Y cuando salieron de la Base Naval a tomar el puerto, chocaron en La Alcantarilla contra el batallón Carabobo que venía de Valencia. El gobierno en total tenía 5000 hombres, entre blindados, artillería, paracaidistas e infantería. Los alzados sólo contaban con 1000 hombres, con armas livianas. Estaban en desventajas, pero así salieron a jugársela. Ya Jaime Penso había tenido un combate interno en la Base Naval con tripulantes de un barco patrullero con las siglas P-O1. El caso es que un oficial que se había declarado neutral, cuando ellos dieron la espalda comenzó a disparar y mató a 4 infantes de marina. Lo enfrentó y detuvieron al barco. Y como sabían que había llegado el Batallón Carabobo, fueron a enfrentarlo, y la pelea fue, como se ha dicho, en el sitio de La Alcantarilla. También los estaba atacando el gobierno por la costa con cañones de 106 mm. Pero los alzados les respondieron con una lancha de la Guardia Nacional, por el flanco izquierdo, en la parte de las matas de coco. Recuerda que un oficial, entonces Teniente de Fragata, y de apellido Fernández (quien llegó a altas posiciones, incluso ya retirado de la marina lo designaron Presidente del Consejo Supremo Electoral, pero murió de un infarto) se vistió de sacerdote y fue llegando a los Infantes de Marina, y con una pistola que

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tenía en la sotana, los ponía manos arriba y los desarmaba. Hubo un plan operacional, cuyo objetivo era llegarse hasta Valencia y tomarla. En Puerto Cabello tenían contacto en la Guardia Nacional con un oficial de apellido Zuzarini. Jaime Penso cayó preso al regresar al Castillo Libertador a buscar equipos impermeables para guarecerse de la lluvia. Lo detuvo uno que inicialmente estaba comprometido con ellos y luego se les volteó. 18

PRESO Le hicieron juicio, y lo condenaron a 25 años de cárcel. Estuvo preso en el Auartel San Carlos, Cuartel Carabobo, en el Castillo Libertador y en la Isla del Burro. Durante el gobierno de Leoni le sobreseyeron la causa, después de haber cumplido 5 años 3 meses preso. Salió en libertad, y se incorpora al trabajo clandestino en el frente militar durante 6 años, vinculado a Teodoro Petkoff y a Pompeyo Márquez. Se inscribió en la Universidad a estudiar Física y Matemática, pero no pudo continuar porque fue allanada y cerrada la casa de estudios.

EN TINAQUILLO Jaime Antonio Penso Nebrus, ha sido un revolucionario a tiempo completo, que no lo paró la cárcel ni la persecución, después del “porteñazo”, estuvo vinculado con los movimientos del 4 de febrero y del 27 de noviembre del ‘92. Ahora está allí, en el MVR, tratando de moldear su sueño.


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El viejo Vilorio, del Tinaco de siempre

El viejo Vilorio es todo un símbolo del Tinaco de siempre. Rama de un frondoso árbol de familia con arraigo en este pueblo desde hace varias generaciones. Conocedor de un anecdotario, que a cada rato recuerda, en ese amarre de hechos y circunstancias que ha sido su vida, que se inició cuando Tinaco no era sino un pueblo donde cada uno tenía sus vacas y su corral que era una parte del fondo de la casa. Y donde cada muchacho, al regresar de la escuela debía salir a buscar los huevos de las gallinas, y de los guineos. “Eso fue ayer mismo, no hace mucho”, afirma el viejo Viloria, igual que si se viera todavía llegando de la escuela a dejar los libros, para ir de inmediato a constatar si las gallinas pusieron. La casa que hoy ocupa, y toda la cuadra, era propiedad de su padre. Y va señalando donde quedaban los sitios que refiere. “Aquí, donde está la casa era un corral”. “Eran otros tiempos”, dice. Y es que ellos mismos, al regresar de la escuela, iban al río a bañarse, llevando cualquier atarraya, de esas hechas con hilo número 8, y casi de inmediato sacaban varios coporos. “Hoy van los muchachos, hacen la misma operación, y lo que sacan son unas latas de cervezas vacías o unos zapatos viejos”, nos dice nostálgico el viejo Vilorio. “Son otros tiempos”, reitera. Entonces le da por recordar, no se por qué, cuando en un solo día cortó a cuatro muchachos. Primero fue con una lata condensada que le servía de pelota, y le rajó la frente a uno. También a otro que vendía dulces. Y en la tarde, con una flecha, ya que jugaban de indios, al lanzarla le cayó en la cabeza a uno de sus compinches, y se la rompió. Al igual que en la plaza, cortó a

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otro niño cuando jugaba. Todo esto permitió que su abuelo lo castigara, y le dijo: “usted tiene un espíritu maligno, no debes salir por un mes de la casa”.

DE CADETE A CONCEJAL

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“El viejo” Vilorio, fue cadete en el ‘52. Eran tiempos de la dictadura de Pérez Jimenez, y acabó con un mitin en la plaza del Valle, en Caracas. No era usual ver a los cadetes en estas actividades, pero así ocurrió, señala “el viejo”. Después que salió de la Academia Militar se puso a trabajar con una constructora de Cayetano Méndez y familia, denominada “Camyfa”, que realizó varias represas, y movimientos de tierra, como en el caso de la petroquímica. Actividad que le permitió desplazarse por casi toda la geografía nacional, llevándolo hasta Altagracia de Orituco, donde conoció a la que después sería su esposa, quien estaba de gerente de un banco en esa ciudad. Después de esas tantas idas y venidas por muchas ciudades del país, logró que lo emplearan en el IAN, donde estuvo por 23 años, trabajando después en el sistema de riego Las Majaguas. Al caer la dictadura de Pérez Jiménez, fue Concejal electo en Tinaco. Siendo el Presidente del Concejo Municipal José Roberto Barreto. Pagaban Bs. 40 por sesión, y hacían una sola a la semana. Con lo que sumaban 160 bolívares mensuales. No terminó su período de Concejal, y se marchó al Zulia con la empresa “Camyfa”. Cuando el golpe de Castro León, al negro Hernández, a Chapén Méndez y al viejo, lo mandaron a la alcabala. Ahí fueron los tres con sus respectivos fusiles que le dieron en la Prefectura. Y como uno de ellos apagó el radio que cargaba, el negro le dijo con sorna: “No apagues el radio, porque cuando llegue Castro León a Portuguesa, me voy pa’l carajo”.


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MINERO En el año ‘84 llegaron unos gringos, y tenían una empresa llamada “Maplemining”, y por intermedio de un primo que era geólogo se fue con estos para el alto Cuyuní. A él lo pusieron de administrador, y los mineros eran indocumentados o solicitados por la justicia, y trabajaban a destajo. La concesión abarcaba 900 hectáreas, y quedaba a 70 kilómetros más allá de El Dorado. En plena selva, a donde llegaban en helicópteros y en curiaras. Por el alto Cuyuní estuvo 8 años. Y se desplazaba por esas montañas siempre acompañado de un indio, que por cierto detectaba las culebras a distancia, diciéndole al viejo: “aguante Vilorio, culebra cerca”.

“EL RESUMEN” Lo máximo que llegaron a sacar en una semana, fueron 9 kilos de oro, lo que equivalía entonces a un total de 9 millones de bolívares. Ya que un gramo valía mil bolívares. O sea, un millón y pico diario. Más que suficiente en aquel momento, a pesar de todo. Correspondiéndole a los mineros el 30% de la producción bruta. El trabajo de la mina es agotador, y se procura quitarle el máximo a la tierra, por eso hay una actividad que dura 4 horas a la semana, y la llaman los mineros: “el resumen”. Se trata de lavar toda la tierra removida los días anteriores, para ver si tiene oro. Y en el caso de la empresa “Maplemining” rescataban de las tierras unos cien gramos en cada operación. Suficiente para cubrir los gastos. “El resumen”, era una actividad que la hacían desnudos, y en esa situación las mujeres de los mineros acudían hasta el sitio a llevarles la comida, sin importarle en nada verlos a todos en cuero, y sin que tampoco eso creara inconvenientes entre ellos y las mujeres.

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El minero establece con la mujer que le acompaña una relación muy especial, ya que se acuesta con él en las noches, le hace su comida en el día, y le lleva la comida al sitio de trabajo, pero al mismo tiempo le lava la ropa. Y como contraprestación ella recibe el 50% de sus ingresos en la mina. Dinero que le es descontado directamente por la administración de la empresa al trabajador, y pagado a ella. Es todo un acuerdo tácito que se respeta por ambas partes, y en lo que participa el administrador que le da el porcentaje a la mujer. Pero un día, uno de los mineros le dijo al “viejo”: “mire Vilorio, a mi mujer sólo le toca el 30%, ya ella lo sabe”, “¿Como es eso?”, le preguntó “el viejo”, “bueno, le toca el 30% porque yo le di permiso para que se rebuscara por ahí, usted me entiende”. Estaba muy claro, ella además de acostarse con él, se podía acostar con otros, ya tenía el permiso. “Será así como usted dice, le daremos el 30% a ella”, le respondió pausadamente el “viejo” Vilorio. En uno de esas horas después de “el resumen”, un minero llamado Moretti, al saber que había llegado la Guardia Nacional, y que le había pedido al administrador la lista de los mineros que trabajaban con la empresa, pero quedaron de recogerla a la semana, se le acercó al “viejo” Vilorio, y le dijo: “No me meta en esa lista, que yo estoy solicitado”. “El viejo” se lo quedó mirando, porque por primera vez atendía un caso parecido. Y le preguntó: “¿Qué hicistes tu?”, “¿No lo sabe?”, respondió sorprendido el minero. “No, no lo se”, le contestó Vilorio. “es que yo me fugué de El Dorado”. “No te preocupes, que yo no lo anoto en la lista”. Al día siguiente Moretti se encontró un cochano de 28 gramos, y se lo regaló porque no lo metió en la lista. Todavía el “viejo” guarda el cochano. Ese mismo Moretti tenía acumulado 270 mil bolívares, y un día salió un viernes, y regresó el lunes sin nada, pidiéndole 400 bolívares prestados. Así como les llega el dinero a si lo gastan


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los mineros. Del Alto Cuyuní se vino porque vendieron la concesión. Ya le habían dado 12 paludismos, y una araña mona le camino por el cuerpo, cayéndosele la carne después como podrida. Tuvo 6 meses padeciendo los efectos de aquel contacto con la araña mona.

DE NUEVO EN TINACO Ahora el “viejo” Vilorio está jubilado por el IAN, y pensionado por el Seguro. Ahí está empantuflado. Recordando cuando se metió de coleador, en el mismo día que coleban Ramón Tavares, el “Ñero” Guillén, y Simón Infante, y le preguntó a uno de ellos: “¿Por donde sale el toro?”, mientras que el otro, pensando en la novatería del “viejo”, le dio un consejo: “No se ponga a coger la puerta”, a lo que le responde el “viejo” Vilorio: “No es pa’agarrarlo, sino pa’apartarme”.

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Josefina Cavalcanti: El Amparo y sus bongueros italianos

LOS CAMINOS DE AGUA

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Cuando los ríos no habían acusado el tanto abuso de la tala y la quema, y aún conservaban el volumen de agua suficiente, eran los caminos de aquella Venezuela pastoril, que seguía apegada, por costumbre y por necesidad a transitar a través de esas arterias naturales, manteniendo a una buena dosis de población a orillas de los muchos ríos caudalosos de este llano, donde se llegó a establecer una importante actividad comerciar con las antillas, durante la época colonial, figurando, entre otras, como una de las mercancías de primer orden para la exportación hacia el Caribe, aquel “tractor” de entonces que eran las mulas, y que movía la actividad de plantaciones en esas islas, siendo una importante pieza de contrabando, las de Cojedes por su calidad, y donde participó en el muy lucrativo negocio, desde clérigos mordidos por la avidez de la codicia, hasta el mantuanaje que procuraba agrandar sus haberes y sus influencias. Y quienes además, influenciaron en las decisiones de las autoridades de la Corona para fundar pueblos a orillas de ríos, y mantener el control del incipiente comercio que iba en aumento. Siendo parte de esa riqueza los muchos portales con que adornaron sus casas los señores de aquella época, y que cubrieron al calor y el tesón de alarifes venidos de otras lugares. Con lo que aquellos daban muestras de sus habilidades en el canje de productos con los holandeses que habían ocupado las vecindades del Caribe, y después con cuanto contrabandista les permitiera realizar la operación. El comercio siguió en la época republicana, cuando la eta-


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pa dorada del eje Orinoco- Apure, utilizó los mismos enclaves portuarios, que no eran más que pequeños caseríos perdidos en la sabana, pero pegados a las grandes vertientes fluviales, desde donde comerciaron las exóticas plumas de garzas, sin desdeñar la normal producción de queso, y todos los rubros de la actividad agropecuaria de aquella Venezuela. Fue la época de esplendor del eje fluvial Orinoco-Apure, que arropó todas localidades a orillas de estos grandes ríos y muchos de sus afluentes, lo que posibilitó el auge de los puertos de El Baúl y de El Amparo, como centro de un intercambio comercial bastante grande, que llegó a incorporar las primeras oleadas migratorias de italianos que se vinieron a Venezuela como consecuencia de la primera guerra mundial. Fue en esta coyuntura cuando hicieron su aparición los Barbaritos, que instalaron su casa comercial en San Fernando de Apure, y que recogían mucha de la producción de Cojedes, Barinas y Portuguesa. En Cojedes, llegaron los De Bona, quienes se instalaron en El Baúl, y compraban todos los cochinos de esos alrededores, daban créditos pagaderos después con la “cosecha” del cochino. También vinieron los Mazziotta, y los De Palma, que se ubicaron en El Amparo. Subiendo por supuesto desde El Baúl, y que sin dudas llegaron por la nombradía de las actividades comerciales en esa zona.

EL PUERTO DE EL AMPARO El puerto de El Amparo fue el último eslabón al norte del río Apure, en aquellos puntos que enhebraron la actividad de esta parte del llano con el centro comercial que era San Fernando, y que tenía como capital mayor a Ciudad Bolívar. Hasta aquí se vino en el año 29 el inmigrante italiano Jacinto De Palma, con sus hijas Juana Ramona, Carmen Candelaria y Luisa Josefina, habidas en matrimonio con Paula María Rojas

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en El Baúl. Había llevado a sus hijas a estudiar a San Fernando de Apure, y cuando tenía unos 13 años Luisa Josefina, la última de las hermanas, llegaron a el Amparo. Ya estaba el señor De Palma vinculado a las relaciones comerciales desde El Baúl, donde se casó con la señora Rojas. De El Baúl a El Amparo duraron en el viaje unos 4 días, debido a que tenían que limpiar el cauce para ir avanzando. Era bastante, pero estaban contra la corriente. Jacinto De Palma ubicó su negocio en la orilla del río. -Allí en la calle cercana, por supuesto, repite Luisa Josefina. -¿Pero no había muchos caimanes en el río? -Pues mire, que los caimanes se alborotaron fue después. Ese era un río muy sano, con mucho pescado, si. En cuanto a los vapores, yo los conocí en San Fernando, durante los dos años que estuve allí estudiando. Tenía tres bongos: “Luna de miel”, “La diabla” y “La sorpresa”. Los negocios mayores de El Amparo eran los de Jacinto de Palma, Eladio Escalona, quienes junto con José Fonseca tenía 2. Era muy normal encontrarse en cualquiera calle con un carro de mula, era lo que abundaba entonces. Las fiestas eran muy famosas, y a pesar de ser Nuestra Señora de la Concepción, es la patrona, lo que corresponde al 8 de diciembre, la fiesta la realizaban en enero, no se sabe por qué, ya que en realidad debía ser en diciembre. Hacían bailes grandiosos, con orquestas de Acarigua y de otras ciudades vecinas. Pero es curioso que jamás hubiese toros coleados.

LUISA JOSEFINA Luisa Josefina La Palma es la última sobreviviente de los hijos


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de Jacinto de Palma, y se encuentra viviendo en El Amparo desde que llegaron de El Baúl con el padre. Hoy se encuentra con los quebrantos propios de la edad, y no pudimos tomarle una gráfica por haberse caído, y por supuesto, ante las exigencias de la hija, aunque la conversación fue bastante fluida, a pesar de que habla lo necesario. Jacinto de Palma, su padre, vino a establecerse en ese puerto, que servía entonces como una especie de puente entre las casas comerciales de San Fernando, Acarigua y Barquisimeto. De los bongos pasaban las mercancías a los grandes arreos de mulas, y a las carretas. Ella, al igual que las hermanas tenían poca relación con las actividades comerciales del padre, encontrándose permanentemente en la casa. Lo que la señora Luisa Josefina, quien casara con un señor de apellido Cavalcanti, puede recordar es lo que ella realmente vivió, pero con la atenuante de que como mujer, en esos momentos, estaba bajo ese régimen de la casa, y se informaba más por lo que le decían que de manera directa. Allí está en El Amparo, como punto de obligada referencia de la época floreciente del puerto de El Amparo. Refiere que Jacinto de Palma, su padre, murió en el 37, al caerse de una carreta de mula, cuando trabajaba con los Chuffi, quienes tenían varios cortes de madera en esa selva que constituían anteriormente parte de lo que hoy vemos como sabana, o rastrojos menores que aún subsisten a la tala incesante a que han sido sometidas. El negocio quedó en otras manos, no en la de las hijas. Luisa Josefina de Palma de Cavalcanti, no se recuerda si la quema de El Amparo fue en el año 25 ó 26, ella no estaba viviendo allí en esos momentos, se encontraba en El Baúl. Lo que le oímos a otras personas, que al parecer es de segunda mano,

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ya que no tienen la edad para haber vivido aquello, que fue un verdadero desastre, con lo que se quemó todo el pueblo.

EL APORTE DE LOS INMIGRANTES

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Esta demás decir que el aporte que dieron los inmigrantes italianos al comercio en aquellos caminos de agua, que eran como ya se ha dicho, las vías más expeditas para desplazarse de una parte a otra, fue significativo. Fueron ellos los que le dieron vida a muchos puertos fluviales de la Venezuela En El Baúl todavía los viejos recuerdan a los De Bona, quienes aparecieron allí, y casi de inmediato se pusieron a comerciar con cochino. Adquirieron después unas tierras a orillas del río Portuguesa. El apellido parece hoy extinguido en el municipio Girardot. Los Mazziotta y Jacinto de Palma, pasaron por allí, y se establecieron en El puerto de El Amparo. Allí están los descendientes de Jacinto, y de los Mazziotta, dice Luisa Josefina, sólo quedaba José Ramón Ortega, a quien llamaban “Mazziottica”. No sabe si Ortega, que es hijo de un Mazziotta, murió o si aún está vivo. Cuentan otras personas, que los restos que estaban en el cementerio de El Amparo, de uno de los Mazziota, al parecer fueron llevados para otra parte, y que la capilla que está allí quedó como un recuerdo más. En El Amparo todavía deambulan por las calles los tantos recuerdos que lo hicieron uno de los puertos importantes en este llano. Punto de encuentro y de desencuentro, de quienes mercadeaban entonces.


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Nuestra Señora del Rosario a Rosarito Marciano EL MILAGRO DE LEPANTO La advocación mariana de Nuestra Señora del Rosario, se remonta a los años de la década de 1500, cuando las huestes musulmanas, los hijos de la media luna, venían dispuestos a arrasar con el cristianismo en Europa; los prelados cristianos reunieron a los feligreses, y en todos los pueblos se comenzó a rezar el rosario con insistencia. El poderío de la Santa Liga Europea era mucho menor que el musulmán y se temía una derrota inminente. Llegado el día cumbre para la batalla en el golfo de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, los barcos donde ondeaba la bandera de la media luna estaban dispuestos a la pelea, y entre tanto los rezos del rosario seguían insistentemente del lado cristiano, y ocurrió el milagro, una fuerte brisa azotó los barcos musulmanes, haciéndolos zozobrar, adjudicándose la victoria la Santa Liga Europea. Desde ese día se declara la advocación de Nuestra Señora del rosario de Lepanto, que se celebra el 7 de octubre de cada año.

EN EL VIRREINATO DE NUEVA GRANADA Cuando comienza la conquista de América, entre los primeros conquistadores del reino de Nueva Granada, Antonio de Santana, encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, hoy departamento de Boyacá, Colombia, trajo consigo la devoción por la virgen del Rosario, y en el año de 1580 encarga al pintor Andrés Narváez a que le pinte un cuadro con la imagen de la virgen, este lo elabora en un lienzo más largo que ancho, originando de esta forma un vacío en ambos lados de la imagen, por lo que decide colocar allí en esos vacíos las figuras de San

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Antonio y San Andrés respectivamente, santos patronos de Antonio de Santana y de Andrés Narváez; de este acontecimiento nace la advocación mariana de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.

EL CASERIO DE SAN PABLO

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Se dice expresamente por tradición oral que en la década de 1700 existió en Cojedes un caserío llamado San Pablo de Tinaco, mandado a fundar por Fray Pablo de Orihuela, este caserío estaba asentado en las márgenes del río Tinaco, hacia el sector donde hoy es El Topo, allí había casas de bahareque con techos de pajiza, bocas de caballo, casas humildes, sus habitantes eran personas de escasos recursos, indios sometidos, esclavos alzados y otros.

EL CUADRO DE LA VIRGEN Un buen día, uno de sus habitantes salió del caserío con la disposición de cortar leña y llega hasta un sitio que llamaban la Sabana de Los Bernardinos, que es hoy la zona del centro del actual pueblo de Tinaco. Cuenta la leyenda que justamente en el lugar en que se encuentra ubicado el altar mayor de la Iglesia, el leñador encontró recostado en una mata de chaparro un hermoso cuadro donde estaba plasmada la imagen de la virgen en la advocación de nuestra señora del Rosario de Chiquinquirá, el leñador cuya identidad se esfuma en el tiempo, sorprendido por semejante hallazgo, lo traslada en su burro al caserío de San Pablo, allí le construyen una rústica capilla de palma. Después de algún tiempo, el cuadro desaparece misteriosamente de aquel lugar, lo buscan infructuosamente en todo el caserío y no aparece, el hombre que lo había encontrado tuvo una corazonada y decide volver al lugar donde ocurrió el hallazgo y para su sorpresa, allí está otra vez en el mismo lugar, esto fue


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interpretado como un mensaje de la Virgen que deseaba que allí permaneciera su imagen para siempre, y construyeron en el lugar otra pequeña capilla que después con el tiempo sería la ermita de Nuestra señora del Rosario de Chiquinquirá. Con el tiempo, alrededor de esta ermita, se fueron agrupando los pobladores que emigraron de San Pablo de Tinaco hacia allí, llegándose a afirmar mediante documentos antiguos encontrados en la Arquidiócesis de Caracas, que debido a que había una agrupación considerable de pobladores, el Capitán General Unzaga y Amenzaga mandó a dos subalternos a que fundaran y organizaran las ordenanzas que regirían al pueblo.

DOS CUADROS IGUALES Haciendo un breve estudio de esta obra pictórica, podemos apreciar en ella un gran parecido por no decir que es igual al cuadro de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá (La Chinita) que se venera en Maracaibo estado Zulia, y debido a que anteriormente los artistas elaboraban un estudio preliminar, o sea un cuadro más pequeño que la obra principal que iban a realizar, esto nos lleva a suponer que el cuadro de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Maracaibo, de menor dimensión que el nuestro, es el estudio preliminar del cuadro que se encuentra en la Iglesia de Tinaco, siendo los dos de autor anónimo y fecha desconocida.

UN MILAGRO EN FEBRERO La fe y el amor de los tinaqueros por su santa patrona, está muy arraigado, y se le han atribuido milagros a favor de su pueblo; así se cuenta que en tiempos de la Guerra Federal, en un mes de febrero, se corrió la noticia que una devastadora montonera venía camino del tinaco con la intención de arrasar con todo lo que había a su paso, el párroco y sus feligreses hicieron

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una rogativa a la Santa Patrona para que librara a su pueblo de tan nefasta acción, y se dice que aunque era un mes de extrema sequía, el río tuvo una gran crecida que le impidió el paso a las huestes invasoras, y se cuenta que vieron que en la otra orilla del río, del lado del pueblo pasearse una bella señora vestida de blanco; también se dice que las veces que han tratado de colocar el cuadro de Nuestra Señora en otro lugar han sucedido en el pueblo epidemias, temblores de tierra y otras calamidades. La santísima Virgen del Rosario de Chiquinquirá se ha erigido como gran protectora de nuestro pueblo de Tinaco que fue escogido por ella misma para ser su patrona.


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Pilar Pérez, fundador de Mango Redondo

AQUELLOS TIEMPOS Esas palabras de vagos, maleantes, flojos, eso es nuevo, como la palabra pavo, yo conozco los pavos de pluma. Así comienza Pilar Pérez la conversación, dando énfasis sobre esas cosas que han deteriorado la vida de todo este pedazo de tierra que le ha tocado vivir. Salta de una cosa a otra, como queriendo decir todo a un mismo tiempo. Sin dejar de comenzar la frase con esa expresión: “a yo me gusta”, otras veces dice, “a yo soy así”. Algo que tal vez es para oírlo y no para leerlo, porque pierde la esencia y el sentido de la conversación. Va hablando, y riéndose de sus ocurrencias, igual que un muchacho grande, que pone al descubierto las pocas intimidades que le permite su manera de ser. Pilar es una verdadera institución en Mango Redondo. Cerca de su casa están las casas de sus otros hermanos, como si fuera una tribu alrededor de su “capitán”. Simón es tan buen conversador como él, y Silvestre, mejor conocido como “la mancha rebelde”, quien está un poco enfermoso, al decir de ello. “No tiene un daño, aclara Simón, pero le dan unas arrengaderas. Serán vainas de viejo”, sentencia. Llegó a tener burro con nombre de gente, le puso a uno “Juan Isabel” cuando estaba en Valle del Río, y salía para Manrique con batido y papelón, acercándose hasta La Palma, donde Sixto Angarita le daba tapiramo y ñame. Y se queja que no hay tapirama ni para remedio, y ahora nadie da nada, sino que quita más bien. Pilar no cree en muerto, y dice: -Los muertos no salen, los espantos todo más es el miedo.

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Los que salen ahora son los malandros, a esos si les tengo miedo. Hace tiempo vi una bola de fuego, junto a Charco Largo. En la subía de Valle del Río, donde hay unas piedras negras que daban temor.

LOS COMIENZOS

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A la muerte de Gómez decían los cantadores de Macapo: La alpargata de cuero / Es muy resbalosa López Contreras / compone la cosa En eso estamos desde entonces, afirma Pilar Pérez, quien nació en El Peñón de Macapo, pasó luego a Valle Río, y se vino para Mango Redondo porque que iba a conseguir plata. -Si señor, así fue, y lo que tengo son 14 muchachos, hombres y mujeres en este momento. Se ríe cuando habla de que se iba a ser rico, para después agregar: -El sueldo mío no lo quiere nadie, porque es jalar escardilla. Tuve 8 vacas, cuando una vaca paría importaba 300 bolívares. Al año vendió todos esos animales para jugar gallo, porque eso si es, un empedernido jugador de gallo, desde cuando muchacho se puso de garitero en un juego de “Bolón”, y los ganadores le dieron dinero, compró un pollo canague, al que le dio ese nombre “Bolón”. Eso fue cuando murió Gómez, que estaba garitiando en un patio de bolos y le dieron dos bolívares.

MANGO REDONDO Mango Redondo no pasaba de 8 casitas, regadas entre monte y sabana, en tierras que, al decir de Pilar, eran del señor Aguirre, y un encargado le dio un solar donde hizo asiento desde entonces. No había flojos ni malandros, dice, agregando de inmedia-


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to, que iba y venía a San Carlos, muchas veces rascao y se regresaba a pie, y jamás le pasó algo, ahora hace esa gracia, y no llega vivo, porque lo asaltan allí mismo a la salida de San Carlos. Y reitera una y otra vez que estamos lleno de vagabundos y flojos. Antes era distinto, había casabe por bastante, ahora ni se consigue, porque le roban la yuca antes que crezca. Vendió yuca a bolívar el saco, y ahora vale 200 bolívares el kilo, pero hay menos yuca. Lo primero que hizo fue tumbar un conuco, porque lo que importa es tener pira y el pan. La tarea no valía nada, la gente era muy trabajadora. Llegó a vender una vez 1000 kilos de caraota a Bs 1,50 el kilo. Ha tumbado 63 conucos y está limpio, y ha visto a gente que llegaron pidiéndole el voto, y a los pocos meses parecen unos potentados. -Quisiera saber como se hace eso, porque trabajando no es.

AHORA TODO HACE DAÑO Antes eran otros tiempos, pero las han cambiado mucho. El ha hecho de todo, y ahora encuentra que muchas cosas de las que tenía como buenas parece que ahora no son tan buenas. -Ahora oigo por allí, que el pellejo de pollo hace daño, y es lo primero que me como, que el queso hace daño, que la mortadela hace daño. Si es así, no se puede comer nada, y muchos ya estaríamos muertos. O a lo mejor es verdad, esas cosas nos va quitando la vida poco a poco, y uno no se da cuenta, sino cuando está más allá que de acá.

PILAR DETENIDO -Yo creí que la política era como la caza de venado, que

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cuando se mata uno, le reparten los cuartos y las piezas del animal entre los que fuimos al monte. Pero no es así, porque el político lo que hace es buscar del pendejo el voto, y no le da nada. Cuenta que fue “perrero” en las cacerías, cuando Maximiano Rojas y Silverio Núñez llevaban las escopetas. A estos, por supuesto le tocaba lo mejor, porque ellos mataban al venado, y les tocaban los cuartos del venado, él solo llevaba los perros, y era normal que le tocara menos, en eso está de acuerdo, pero no se quedaba sin nada. En la política no pasa así, reitera. -Lo que no me pelaban era una convocatoria, que no era más que un papel firmado, pero cuando iban a repartir otra cosa, jumm, ahí si no nos buscaban. Se cogían el alambre, las láminas para el techo, de lo otro nada. Aquí se enriquecieron los vivos, los pendejos votábamos nada más. -Cuando Jóvito vendió los votos tuve preso 3 meses, y no se por qué, porque no se ni firmar. Dijeron que yo era político. Lo acusaron dos personas de las que no quiere acordarse, porque era enemigo de Pérez Jiménez. -¿Y que le hicieron preso? -Déjese de bromas pesadas, responde Pilar. Pasaba 8 días en Manrique, y a los 8 días siguientes se lo llevaban para San Carlos. -Nos metían en un calabozo como para amansarnos. Estuvo preso también Pascual Mendoza. En realidad él votó amarillo por Jóvito Villalba, como todo el mundo en aquellas elecciones, y tanta era su pasión política, que fue a oír a Jóvito en Cojeditos, de allí pasó a Vallecito, después a Tinaquillo. -Fui adeco, el partido comenzó muy bien, pero las cosas están mal.


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GALLERO SIEMPRE Empezó a jugar gallo en La Morena, donde el finado Pablo López. Las peleas cuando mucho eran de a 200 bolívares. Se queda pensando, y argumenta que ahora hay que llevar una marusa llena de billete, y todavía no le alcanza, pero tiene el problema que los vagabundos lo dejan en la calle. Antes eran otros tiempos, había mucho respeto. Todo parece andar mal. Yo no se leer, no se firmar, los políticos acabaron con el país. Imagínese, que hay casas donde son 8 y son 8 sueldos, mientras que los pobres no tenemos pensión. Cuenta que en la gallera le pasaban muchas cosas, como con uno que vivía por los lados del hospital, y una vez le apostó 60 bolívares, y cuando le dije: -Págueme -Si me sigue no le pago, respondió. No lo quise seguir, dice Pilar, por respeto, y se fue, no me pagó, eso era lo que estaba buscando, irse con la cabuya en la pata. También, antes de morirse Pedro Salazar, en su gallera apostó 400 bolívares a un gallo que me gustó cuando lo vi. -Vamos los 400 bolívares, pero hay que “emposarlo”. “Emposar” es buscarse a alguien quien fuera depositario del dinero de la apuesta, es decir un tercero, para que el perdedor no se fuera sin pagar. -Soy un hombre de una sola palabra, le dijo el otro. Y apostó así. Pero el gallo iba ganando y se quedaba viendo al otro. -¿Por qué me ve tanto? Ganó el gallo, y cuando lo buscó para cobrarle ya se había ido. -Así estamos ahora, la gente no quiere pagar. Y si gana busca que uno se beba los reales con ellos. Pregúntele a Nino, del hijo

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de “cuatro latas”, usted lo conoce. Pero Nino si paga. Pilar Pérez sigue en Mango Redondo, de su conuco a su casa, y de allí a la gallera. Continúa metido entre recuerdos. Lamentando que ya no se puede andar a solas por allí porque lo roban, no importa que sean las 12 del día.

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Engels Pedroza: En las puertas de la gloria

SORPRENDIÓ AL CAMPEÓN “Esa pelea la ganaste tu, pero me la dieron a mi”, le dijo el tricampeón Olímpico y Campeón Mundial de boxeo amateur, Adolfo Orta, cuando peleó en Nevada, Reno, con Engels Pedroza. Y es que los jueces votaron divididos 3 a 2 a favor del cubano, quien terminó por regalarle los guantes que usó en el combate. Allí los tiene guindados en su casa Engels. Esa fue la antesala para que el abogado Mark Rislman le ofreciera que se quedara en Estados Unidos. “Te haremos campeón”. Y no era una proposición desmedida, porque había quedado sub-campeón del mundo, el cojedeño, quien derrochó mucho coraje y técnica en sus combates. A finales de ese año fue a representar a América Latina a Rusia. También fue sub-campeón del mundo. Su último combate lo realizó con el ruso Marbikov. Allí estaba Rislman, y le volvió a plantear el asunto “Mira, nos vamos a ir para Estados Unidos”, Engels le respondió, “tiene que hablar con mi papá”.

ENTRA AL BOXEO PROFESIONAL A los meses recibieron sus pasajes para ir a Los Angeles. Luciano, el padre de Engels no había viajado en avión y le tenía el temor normal del que viaja por primera vez, por eso se bebió varios tragos de brandy. Ya en el avión siguió nervioso. Al llegar a Miami, en un salón vio a un periódico en una mesa y al tratar de agarrarlo para leerlo, un señor que estaba cerca le dio un sermón en inglés, y él respondió en español, a lo que el otro le preguntó si era latino. De inmediato amistaron porque el contertulio era un colombiano que vivía en Boston. Allí mismo se

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volvió a tomar unos tragos de brandy con su reciente amigo. Después vendría la discusión con Montoya, el entrenador mexicano. Y Luciano logró que le pusieran el contrato en español para saber que era lo que estaba firmando. En principio aparecía por 4 años, y lo dejaron al final en 2 años. Engels Pedroza peleó a los 20 días de haber arribado a Los Angeles, enfrentándose con un canadiense, a quien noqueó en el segundo round. Y siguió noqueando a 19 contrincantes, de manera consecutiva, de los cuales 15 fueron en el primer round. Todo un fenómeno a quien estaban sopesando como un campeón mundial del boxeo profesional. El régimen del muchacho de Cojedes era bien estricto, levantándose a las cinco de la mañana, a correr durante 45 minutos, y a veces hasta 50 minutos. Descansaba el resto de la mañana, y de 2 a 5 de la tarde entrenamiento parejo. Engel Pedroza estuvo 11 años en Las Vegas y 2 años en Los Angeles.

NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA Engels Pedroza es el único boxeador cojedeño que ha estado de tercero en un ranking mundial de boxeo profesional. Se ha codeado con las máximas estrellas de ese deporte, desde Cassus Clay, Leonard, Tyson, y todas las figuras del momento. Hoy está entregado, junto a Luciano, en montar un gimnasio. Pero aquí no apenas lo oyen. Uno de sus hermanos que vive en Italia, ha conseguido allá varios aportes para el gimnasio, mientras que en Cojedes, los gobiernos pasan, las promesas se multiplican, y nada se concreta. Y el local donde montarán el gimnasio esta casi terminado, y a la espera de algunos recursos finales. Por lo pronto, Engels Pedroza ha tocado las puertas del gobierno regional, y todavía nada. Espera que el nuevo gobierno


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nacional, presidido por el Comandante ChĂĄvez, le preste la ayuda necesaria para funcionar. A pesar de todo, Engels no siente nostalgia por ese pasado glorioso, es un hombre que procura enfrentarse a su presente, y ese presente es el gimnasio.

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Arsenio Freites, El heredero de “La Sevillana”

LA PREMONICIÓN

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-Pídame la bendición, que soy su padre-. Le dijo un hombre en sueños, y se le hizo difícil reconocer quién era, porque cuando su padre murió Arsenio apenas llegaba a los 2 años. Pero le impresionó oír esas palabras. Agregándole de inmediato. -Vas a ser beneficiado con unas tierras. -Por qué no ayuda a los mayores, yo soy el menor. -A ti te toca en esta oportunidad. A la mañana siguiente ni se acordaba de aquello, pero le dio por reparar en el asunto cuando un primo hermano de nombre Juan Antonio Pérez, llegó a su casa y le dijo: -Quiero que me ayudes para aclarar una propiedad de tierra. -“Que vaina ese es el sueño”, pensó Arsenio. En ese instante le entregó un poder administrativo, con el propósito de que se dispusiera a esclarecer la propiedad de la muy célebre Data “La Sevillana”. Fue enhebrando los recuerdos, y de inmediato se convenció que aquel sueño había sido un anuncio de estas cosas. No dijo nada, y consultó con algunos amigos, entre ellos con Pérez León, un verdadero buceador en los Registros, quien le dijo que por los Pérez no había nada que buscar, pero si por los Freites, ya que tenía conocimiento de que existía un documento de cuando el estado Zamora, en el sitio denominado Las Caramucas, donde estaban dos documentos de los herederos de Celedonio Sevilla, y otro documento del hijo de Celedonio Sevilla llamado


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José Gregorio Sevilla, hijo en Epifania Pérez, quien vivía en San Carlos. El caso es que allí se decía que Celedonio le entregaba toda la propiedad a José Gregorio. También se encontraba en el documento una donación a Juan Antonio Pérez, de 2 años de edad, que le hacía su padre Pedro Freites, el cual estaba firmado por el juez Briceño, de Barinas. Desde aquel momento la vida de Arsenio fue otra. De pronto parecía la imagen de un viejo pica pleito, con carpetas y carpeticas de papeles, que poco a poco fue ordenando con la paciencia de quien se sabe en el camino correcto, siguiendo ese sueño que para él debía hacerlo realidad. El tiempo fue dándole la razón, porque después tenía todos los documentos en sus manos. La pelea era más fácil, pero aún así debía emplearse a fondo, ya que el otro paso era hacer lo posible para que la Dirección de Registros y Notarías del Ministerio de Justicia, le diera curso a los papeles, permitiéndolo su registro correspondiente. -Bájate de esa nube, Arsenio, que a eso no le dan curso, no te van a dar la mitad de Cojedes. Era el comentario que hacían los conocedores del asunto. -No señores, yo tengo mis documentos en la mano, respondía él, seguro de que no iba a encontrar de por medio ningún inconveniente. Muchos viajes a Caracas, muchas antesalas a funcionarios importantes, hasta que al fin lo logró, y cuando todos los que tuvieron conocimientos de sus andanzas, pensaban que aquello no era más que otra quimera de las tantas que se había empeñado en lograr Arsenio Freites, quien de pintor ocasional quiso establecerse como un pintor con obra propia aquí en Cojedes, y muchos buenos cuadros tiene regados en muchas casas, de San Carlos y fuera de Cojedes. Pero la pintura no era más que cosas del pasado, ya que aunque había logrado muchas satisfacciones en esa área, no pasaba más de allí, y la Data “La Sevillana” con

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sus 350 hectáreas, o algo más, constituía un verdadero resuelve.

LA SEVILLANA

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“La Sevillana” comprende un lote de terrenos concedido a don Pedro de Sevilla en el año 1629, y que según lo que refiere el alcalde de la Santa Hermandad y pacificador de Nirgua, Lázaro González, los terrenos tienen los siguientes linderos: “desde el cerro de Pan de Azúcar al poniente, quebrada de Aguacates, cerros altos de Giraquito, al cerro sitio de La Peña, de éste a Cerro Gordo, y de aquí a la boca de Araco, cumbre alta de Botalón, cabeceras de Tucuragua, de éste al cerro de La Enjalma, de este al sitio de Las Lajas, de aquí al río Sucio, aguas abajo a la boca de Pegón, y al oriente línea recta al cerro de Jengibre, cabeceras de Camoruco, siguiendo a las cabeceras de La Ceiba, y de aquí hasta Los Cajones, Serranía de Mapuey, a la boca de Valle Hondo en el Tirgua, y siguiendo por la sierra alta a la cumbre de Macanilla, línea recta al cerro Cariaquito, buscando las cumbres altas de La Danta, derecho al Salto del río Tinaco, y de allí a la boca de la quebrada de La Arenosa, aguas arriba, de allí a la punta baja del cerro bajo de Las Tetas, buscando su cordillera por su cumbre alta, y del último picacho del norte, línea recta al Pan de Azúcar. Los valles y quebradas que encierran esta demarcación son baldíos, pues en ellos fueron reducidos los últimos indios, y teniendo necesidad de las costas del río Tirgua y de las aguas que atraviesan el terreno y que caen al Tirgua, al Cojedes, a San Pedrito, como el Tucuragua, la quebrada del cerro de La Enjalma, la de Las Lapas, de este lado y del otro río Sucio y quebrada del sitio de Buría Londres con sus altos y bajos, y demás que se hallaren”. Todas estas tierras forman la llamada Data que le concedieron a Pedro de Sevilla, y que corresponde a un total de 350 mil


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hectáreas, situadas en la parte norte del estado Cojedes, de este a oeste, en una ancha franja que cubre casi todo el pie de monte y la parte alta del Estado.

LA TRADICIÓN Todo arranca desde 1629 cuando a don Pedro de Sevilla le entregan la Data Real, que abarca 350 mil hectáreas. Don Pedro tiene tres hijos: Carmen, Elauterio y Tomás. Esto pasa al sobreviviente Tomás de Sevilla, quien termina dejando las tierras a sus hijos Federico, Juana, Manuel y Celedonio. De Celedonio Sevilla, el último de estos hermanos que quedó, la propiedad pasa a manos de José Gregorio Sevilla. José Gregorio le dona a Juan Antonio Pérez en 1914, quien entonces era un niño de dos años. Esos son las manos a donde ha ido a parar la Data llamada “La Sevillana”. Los documentos originales los tenía un compadre de Pedro Freites, quien recibe la propiedad de manos de José Gregorio Sevilla, heredero universal de Celedonio Sevilla, por un simple agradecimiento, ya que este era un buen chamarrero y lo había curado de una enfermedad, aunque también eran medio hermanos. De Pedro Freites, la propiedad pasa a manos de Juan Antonio Pérez, su hijo en Epifania Pérez, quien vivía en San Carlos. La herencia se prueba mediante documentos registrados en Nirgua, el 5 de octubre de 1869, y que pasan a Juan Antonio Pérez el 2 de junio de 1914. El documento dice así: “Yo, José Gregorio Sevilla, mayor de 21 años, hábil para declarar, digo y afirmo como en efecto aquí hago: Soy natural y vecino de San Pedrito, departamento de Nirgua y aquí de paso en Barinas, en cura de salud, la cual me la está curando mi hermano Juan Pedro Freites, y he mejorado, y para recompensarlo dono y otorgo la mitad parte que me toca

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de mis tierras que me dejó mi padre Celedonio Sevilla, y la que me viene por herencia de mi abuelo Tomás de Sevilla y mis tíos Manuel, Federico y Juana Sevilla, sucesores del conquistador Don Pedro de Sevilla, conquistador español a quien le dieron en Cédula y data real el Rey de España. Herencia que se prueba en el legajo que la contiene, y que fue reeditado y por segunda vez registrado el quince de octubre de 1869, oficina de Nirgua; ahora bien, ................es mi deseo que lo que aquí dono se lo ponga a nombre de su hijo de 2 años Juan Antonio, su hijo natural en Epifania Pérez de San Carlos...” Ahora bien, el documento de 1869, señala: “Celedonio Sevilla mayor de edad, no casado, declaro... perfecto y para siempre jamás, que como legítimo hijo de don Tomás Sevilla, último de los dueños de la gran posesión conocida como Sevilla o Sevillana, concedida a Don Pedro de Sevilla mi causante quien le donó por real cédula el Rey de España, documento registrado el 15 de octubre de 1869, el cual conservo en mi poder, es que declaro que como condueño junto con mis hermanos Manuel, Federico y Juana, es que digo por esta escritura que como estoy postrado enfermo en mis posesiones de Tinaquillo, que los derechos, posesiones ganados, posesiones de... casas y corrales de San Pedrito, La Danta... se las dejo por esta escritura a mis hijos Juan y José Gregorio Sevilla, hijos en Mamerta Sevilla, mi compañera, ya difunta, también les dejo mis enseres de trabajo, animales, muebles de la casa y unos cubiertos de plata, más una sortija con diamante, que me regaló mi padre Tomás Sevilla, también puedan compartir las tierras que estén desocupadas y que no hallan sido vendidas por mis familiares Sevilla, y que entren dentro de los linderos de la Data Sevillana de 1869, Así que me aparto y se los dejo a mis descendientes...”


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A MANOS DE ARSENIO Es precisamente de Juan Antonio Pérez, de quien recibe Arsenio Freites los documentos, y le da un poder, posteriormente le vende por 20 mil bolívares, y además le dona otra parte de los mismos terrenos. Arsenio fue a Caracas para probar si los documentos eran “genuinos o legales”. Pasaría después por la Dirección de Registros y Notarías del Ministerio de Justicia, para que le autorizaran a registrar los papeles. Tardó un año, y registró en el municipio Anzoátegui, después en el municipio San Carlos, con la autorización de la Procuraduría General de la República. De los documentos en cuestión, queda claramente en evidencia, no sólo que hay soporte legal suficiente, de que esa inmensa posesión de tierras le perteneció a los Sevilla, sino que ahora tiene un legítimo dueño, que es Arsenio Freites. Que si el hectareaje es demasiado, o que eso cubre una parte considerable de 4 Municipios. Será así. Pero allí están los documentos, por lo que Arsenio ha vendido tierras desocupadas en Tinaquillo, y está tratando de recuperar terrenos que le pertenecen, como es el caso de las tierras que ha vendido en el sector “La Quinta”, en La Floresta. Hasta el día de hoy, ha vendido más de 130 parcelas. Todo en regla, ya que él es el legítimo propietario, aunque ha aparecido gente con documentos supletorios. Pero no hay otro propietario sino Arsenio Freites, a quien un sueño se le hizo realidad.

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Giusti mata al General Zamora en Guanare CORREO DEL PUEBLO Diario “EL UNIVERSAL” Fax: 02- 505.3713

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La figura del general Ezequiel Zamora, puesto en su justa dimensión por su primer biógrafo Dr. Laureano Villanueva, y reivindicado más reciente, por José León Tapia, no sólo ha tenido a sus adversarios, a los que enfrentó bajo la consigna de “tierras y hombres libres”, si no que continúa generando rencores en los herederos de aquellos. Y aunque ahora no le dispara desde el campanario de la Iglesia de San Juan el soldado de apellido Morón a que hace referencia el coronel Emilio Navarro, presente en aquellos acontecimientos. Ni sus adversarios dejan de alegrarse por boca de un historiador del mismo apellido del soldado, quien vino años atrás a San Carlos a reiterar viejos agravios, bendiciendo la bala que lo mató. Hoy, en razón de que es una referencia del Gobierno Bolivariano, Juan Mota (obrero de una finca) afirma que “Zamora dicen que era como Chávez”. Y por eso, ante el parecido que le encuentra el pueblo, sus enemigos de siempre quieren salir de Chávez también, y hacen equivocar al excelente periodista Roberto Giusti, quien recoge en trabajo de este diario, “que una bala le rompió las ilusiones en Guanare, el 10 de enero de 1860”. Lo mata dos veces (¿o le dispara a los dos?), porque antes afirma que cae en San Carlos. Y muerto en dos ocasiones no se para más.


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Pedro Manzanero... 40 años de rezandero

LOS INICIOS Primero oyó a Quintín Manzanero, su hermano mayor, después a Julio Ruiz, su cuñado, y casi al mismo tiempo a Úrsula Caicedo, quien fuera criado de Quintín, los rezos que repetían en los velorios de Santos, o en los velorios de cualquier muerto en aquellos alrededores de ese valle muy estrecho de Macanilla. Y así se los fue aprendiendo, hasta que formó parte de su ese mundo de recuerdos, intransferibles y necesarios, que todavía lo acompañan desde el mismo momento en que los memorizó. Pero no tuvo ninguna posibilidad de rezar, porque para eso estaba Quintín, Julio, y Ursulo. Todavía Quintín no se había ido para El Cacao, primero, y después para Pimpinela. Sería después cuando se mudó para Mango Redondo, y se murió Lucas Navarro el esposo de su comadre Epifania Pérez. Rezó en su casa, porque esa era la costumbre de entonces, además, él tenía temor de equivocarse. Los rezanderos de Mango Redondo eran Anastasio Flores y Pedro Caballero. Anastasio se había ido a vivir a San Carlos, mientras que don Pedro Caballero se mudó para La Palma, y ahí murió.

ASI SE REZABA ANTES Anteriormente se rezaba en el velorio de cuerpo presente, y los 8 novenarios se rezaban en la casa del rezandero. Sólo el noveno se rezaba en la casa del muerto. Las cosas han cambiado, dice don Pedro Manzanero. Y nos dice como él comienza cada rosario: “Sacratísima María, que contenta estaréis vos, cuando yo diga diez veces virgen y madre

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de Dios”. Los presentes deben contestar: “Virgen y madre de Dios y madre mía”. El modelo nuevo de los rosarios, son 10 avemarías, que es cada una de las “casas”, y son cinco “casas”. Después viene el “gloreo” que es así: “gloria patris, filis y santa. Se coronó en un principio, y en un siempre y para siempre, se corona amen”. Luego viene la “relativa”, que se dice en la compartición de cada “casa”, que se dice de la siguiente manera: “Dios te salve, hija de Dios Padre. Dios te salve, madre de Dios hijo. Dios te salve, esposa del Espíritu Santo Dios te salve, templo y sagrario de la Santísima Trinidad. Dios te salve María Santísima. Concebida en gracia / sin mancha del pecado Original. Amén”. “Ave María Purísima, sin pecado original concebida. María Madre de gracia, Madre de Misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran señora. Dulcísimo Jesús mío, que por vuestra pasión y muerte no nos desampare ni en la vida ni en la muerte Amen”. Se reza el Padre nuestro y la Avemaría, para reiniciar de nuevo: “Sacratísima María......” En lo del “Ofrecimiento” a un muerto o a un Santo. Lo que es la invocación del ofrecimiento: “Ofrecemos esta primera y segunda parte del Santísimo rosario, juntamente con estas velas que están prendidas, y estas selvas que tenemos rezadas. Se la ofrezco humildemente con todo mi corazón al Gran Poder de Dios Y a María Santísima, y a su hijo precioso, en honor de todos los Santos y Santas de la corte del cielo y la Santísima Cruz que la reciba en sus Santas


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manos” “Se la ofrezco y se la encomiendo principalmente al alma de fulano de tal, para que Dios y María Santísima, se sirvan de sacarlo de alguna pena en que tuviere, y lo lleve a descansar a su santo reino y gloria, por el amor de Dios, amen”. Vienen los misterios. Dice don Pedro, que él toma lo relativo de los 5 misterios gloriosos. “Oh María Santísima, alegría y remedio de todo indigno miserable pecador por la alegría que tuviste en los 5 misterios gloriosos” “El primer misterio, cuando viste resucitar a vuestro amantísimo hijo”. “El segundo, cuando glorioso y triunfante lo viste subir al cielo” “El tercero, cuando vino el Espíritu Santo en lenguas de fuego sobre vos sobre todo el Colegio Católico, Apostólico y Romano.” “El cuarto, cuando tu, Señora, pariste sin dolor y fuiste resucitada y subió en cuerpo y alma las moradas celestiales, y ensalzada en el coro de los ángeles.” “El quinto, cuando tu, Señora, fuiste coronada por la Santísima Trinidad como reina del cielo y de la tierra, y recibiste el premio en grandes merecimientos.” Después de eso es la “relativa” “Suplícote Virgen María, que por estos 5 misterios gloriosos nos alcancéis el gozo y la buena conciencia, aborreciendo vanidad, pompas y locuras del mundo. Que nos des tu divino amor y gracia en grande aumento y perseverancia, hasta el fin de mi vida y la eterna gloria amén”. Don Pedro Manzanero, el hermano de Quintín, cuñado de Julio Ruiz y amigo de Ursulo Caicedo, sigue rezándole a los Santos y a los muertos. Ya van 40 años, y no lleva la cuenta de

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los rosarios que ha rezado a tanto muerto, amigo, compadre, comadre, y familiares. Ahora enseñó al hijo, quien sigue sus pasos, para que no se pierda la palabra de Dios, hecha oración, y hecha voz de consuelo.

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Carlos Navas un “buceador” de agua dulce

Cualquier vecino del barrio “Alberto Ravell”, no sólo conoce a don Carlos Navas, sino que lo tiene como a uno de aquí mismo, ya que de tantos años avecindado en esa esquina del barrio, delante de un negocio que ha sufrido varias modificaciones, y donde él los atiende, no da pie a que lo tengan como una raíz de Paraguaná trasplantada a Cojedes. Lo que realmente es, ya que aquí tiene un ramaje frondoso de hijos y nietos cojedeños. Después de haber andado por la isla de Aruba, como antesala fronteriza que sólo separa un estrecho brazo de mar, y en donde casi todos los falconianos o tienen familiares, o tienen amigos trabajando, por lo que se le presentan oportunidades para ir construyendo su vida. Allí estuvo dos años, “arañando” un idioma que le parecía de infieles. Después regresó a la península de Paraguaná. Y por ciertas circunstancias entró en el equipo de perforación del Instituto Agrario Nacional, lo que le dio posibilidades de transitar casi todos los mínimos caminos del país, de oriente a occidente, y de norte a sur, hasta que al fin de cuentas se viniera quedando aquí, a orillas del Tirgua, como si esta hubiera sido su tierra de siempre. Asentándose en el barrio Alberto Ravell. Carlos Navas, se encuentra allí, en su negocio del barrio Alberto Ravell, moviéndose como un “prisionero”, de aquí y de allá, en un amplio espacio, pero entre barrotes debido a la acción del hampa que varias veces lo ha asaltado. “Esto es lo que nos indica una vez más de que las cosas han cambiado, y que la necesidad es tanta, y que los vagabundos cogieron la calle”, dice Carlos Navas, como hablando para si mismo, porque no hay a donde quejarse.

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Se ha mudado dos veces, pero en el mismo barrio. Primero vivió alquilado cerca de María Hurtado, hasta que después terminó ubicándose en la esquina que hoy ocupa, donde estaba una casa de palma, que le sirvió por muchos años. Y en ese mismo terreno terminó de construir la casa donde tiene el negocio. Entre la Creole y la Shell, tanto en Paraguaná como en Aruba, pasó un largo trayecto de su juventud, trabajando de obrero, ya fuera como pintor de brocha gorda o como carpintero para hacer formaletas. El dinero valía mucho, y ganaba 14 bolívares diarios, que eran bastante, alcanzándole para él y su familia. Venía de trabajar en Pueblo Nuevo con un “musiú”, que sembraba de todo. Entonces era un muchacho, y le pagaban cinco reales, porque era buen peón; los otros ganaban Bs. 1,50, o sea tres reales. Después de sus andanzas por Aruba, y de sus trabajos en las petroleras, viajó a Barquisimeto, y por vínculos con un amigo lo metieron en el equipo de perforación del Instituto Agrario Nacional. Equipo bastante grande, y que por cierto en San Carlos se encuentran El Maracucho, Tomás López y otro que vive por la avenida Portuguesa, quienes integraban parte de los trabajadores de perforación del IAN. El no recuerda el nombre de uno que llamaban “Matador”, que por cierto cuando estaban en una finca del Instituto Agrario en las cercanías de Guigüe se quejaba mucho por las nubes de mosquitos que no lo dejaba dormir de noche, y como comenzaba a ponerse de moda el “plagatox” para espantar los mosquitos, alguien le dijo que se comprara uno para evitar ese asunto. Al día siguiente, “Matador” dijo: “esa vaina no sirve, anoche había más mosquito”, “¿compraste el plagatox?”, le preguntaron, “si, aquí está”, y lo sacó debajo de la cama pero no estaba prendido. El suponía que sólo había que ponerlo, y la plaga se iba. Al “Matador” también le sucedió


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algo con el “alka-seltzer”, ya que le dolía la cabeza después de unos tragos, y le recomendaron: “cómprate una pastilla de alkaseltzer, es bien bueno pa’esas cosas”. No lo pensó dos veces fue a comprarla. Se la puso en la boca y se tomó un vaso de agua. Cuando lo encontraron, refiere Tomás López, suponían que tenía mal de rabia, por el espumero en la boca, y casi ni querían acercársele, hasta que al fin se dieron cuenta lo que le había acontecido. Por poco se muere “Matador”. Y él mismo contaba después el asunto.

EN PERFORACION En el equipo de perforación del IAN, estuvo 7 años tres meses. Era un trabajo fuerte. En una semana se podía hacer un pozo, y a veces duraba un mes. Cerca de Maturín fue el pozo más profundo que hicieron, alcanzando 120 metros, y casi al final lo que salía era carbón. En San Carlos los pozos no pasaban de 30 metros, porque casi de inmediato encontraban el agua. En Tinaquillo el agua abundante está a 60 metros. En Maracaibo a 30 metros, pero el agua es salada. Por los lados de la Guajira, en el Zulia, los pozos que hicieron para los grupos indígenas en esa zona, no pasaban de 30 metros. En el caso de Cojedes, el agua es muy abundante. Y es que este trabajo le viene como siguiendo desde su juventud, cuando entre otras cosas se puso a hacer aljibes. En Paraguaná hizo uno de 80 metros, y cuando le llegó al agua, encontró que era agua salada, y perdió el trabajo, porque el dueño casi termina de pelear con él. En otros aljibes, por poco se muere porque se le derrumbó, y casi lo tapian. Una vez fue en Coro, hacia la salida de la Sierra, y se salvó porque los otros acompañantes lo sacaron del hoyo. Otra vez, que recuerda, se le rompió el mecate a 40 metros. Salió con algunas escoriaciones, y cansado por el peso de la tierra que le cayó encima.

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Dice que en Paraguaná, hay mucho gas en el subsuelo, y cuando fue abriendo los aljibes, siempre tuvo que tener cuidado, porque hubo muchos que se murieron bajo tierra, debido a las emanaciones de gas. “Yo conocía, por la arena, cuando había agua cerca, se sentía un fresco, usted sabe”, refiere don Carlos Navas, quien señala, además que él tiene un conocimiento de donde hay agua y donde no hay en casi todo el país. En Cariaco, por ejemplo, afirma, que el agua está cerquita Y en el otro extremo de Venezuela, refiere, como en La Guajira, los indios son muy voluntariosos, y cuando le terminaban un pozo le mataban un chivo, y por supuesto le regalaban una botella de whisky, que entonces valía diez bolívares.

40 AÑOS EN SAN CARLOS Se quedó en San Carlos se quedó porque era tranquilo. Se vino solo, desde Barquisimeto, después iría a buscar a la familia. Alquiló cerca de María Hurtado, después hizo una casa. Puso una bodega, y en ella tiene 40 años. Allí vendía víveres, cocinas de gas, ya que tenía un compadre que era distribuidor de la empresa Permagas. Compraba ropa de contrabando. Se ganaba un fuerte en cada pantalón “Paramount” que vendía, y era bastante. Eso se lo traían de Curazao. Y es que la ropa de Curazao y Aruba era mucho mejor que la ropa que entraba desde Colombia. Entonces fiaba, porque había palabra, y le pagaban. Después le comenzaron a “echar carro”, y tuvo que dejarse de eso, porque sino iba a quedar en la calle. “Cuando llegue aquí, nos dice, todo el barrio era de bahareque, habían muchas casitas de palma. Y en este sitio donde estamos hablando, tuve que echar 40 camiones de granzón. Esto era una laguna. No me enfermé porque comí mucho chivo cuando estaba muchacho”. Don Carlos Navas tiene 7 hijos, y un ejército de nietos, bis-


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nietos y tataranietos, que casi ni se acuerda del número. Es de una familia grande, él tiene 18 hermanos, casi todos vivos, y se encuentran regados en Coro y Barquisimeto. Continúa en su negocio, tal vez recordando su tiempo de hacedor de aljibes, de apremiado obrero en la isla de Aruba, y de una especie de “gitano” en esas correrías por todo el país, con el equipo de perforación del IAN. Pero sigue en su trajín en el “Alberto Ravell”, que es el sitio que él eligió para vivir en San Carlos. 57


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Carneli Carrasquero, desde los 13 años entre números de la lotería

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Como todo, las circunstancias llevaron a Carneli Carrasquero a una agencia de loterías desde los 13 años. Y no por un simple hecho fortuito, sino porque sencillamente era de su tío. Desde entonces esta inmersa en ese mundo donde los caprichos del azar, tientan a cada parroquiano, que no olvidan los entretelones de sueños, pálpitos, piensos, suposiciones, y cuánto Dios crió. Los primeros días le llamaba la atención: -Deme el 48, porque ayer soñé con un muerto. -Y a mi el 22 porque acabó de ver a dos paticos en la casa de la comadre, y además hoy es jueves. De esa manera Carneli empezó a entender que los sueños también mueven montañas, y que la gente los tiene como un anuncio, una posibilidad, y algo que anda revoloteándole para enterarlo de algo, guiándolos en el presuroso camino de la suerte. En principio le causó sorpresa, pero a los pocos días estaba acostumbrada, que hasta ella misma le daba dato a la gente, al interpretar sus propios sueños. Y entiende desde entonces que los jugadores de loterías viven con pasión cada una de sus noches, cuando salen a toparse con las imágenes oníricas que le deparan el número de su suerte, ya sea en figura de animal, de situaciones, de personas. Algo hay, sólo se debe interpretar el sueño. -Por ejemplo, si usted ve en sueños una culebra, debe jugarse el 15. No pierda tiempo que es así.


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Carneli habla con tanta seguridad, que lo que dice lo entendemos como una orden. Ella jugaba, ahora no, solo da los datos. Los sueños son una cosa, pero también las fechas patrias, la edad de algún muerto importante, el número que lleva un pelotero famoso. Hay que estar despierto, porque cualquiera cosa puede pasar. Ella conoce a una persona que lleva un cuaderno de todos los triples y terminales que han salido durante años, y llegan a dar datos, que muchas veces se pegan.

EL MUNDO DE LA LOTERÍA Los compradores van de todas las edades, a veces acuden niños de escuela que piden un número, tal vez los mandan sus padres. En invierno se vende menos lotería. Los días lunes es muy mala la venta. Siempre hay un número que es buscado más, por alguna fecha, o alguna situación especial. El sábado 1º de julio el número que compraron más fue el triple 322. Lo llegaron a vender hasta por Bs. 1000. Las loterías le envían a consignación el Kino, el Super 4, el Chance, y a ellos, como vendedores les queda el 10%. El terminal le da más, un 16%, pero debe trabajarse con una banca responsable como La Millonaria. Si pegan un premio el banquero les envía el dinero. Cuando el premio es grande no lo pagan directamente. Cuando la banca ordena “trancar” un número, es porque lo están jugando demasiado, y de salir, el “golpe” es fuerte, y la banca está obligado a asumir el compromiso. Para evitar eso, deben “trancar” el número, es lo más práctico. Pero a veces ese número dura hasta un mes sin salir, a pesar de que no lo estén vendiendo. En este momento está trancado el número 38, que ya salió para Zulia, para el Chance de Oriente, y falta

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salir para la Lotería de Caracas. A veces hay números que se repiten demasiados, y casi de inmediato. Es el caso del 77, que salió 4 veces, después de la muerte de Tito Puente, quien tenía esa edad. También el año de nacimiento de Galárraga se repitió en 3 ocasiones. Dentro de las cosas curiosas que dice está el caso de que los llamados “morochos”, como el 11, el 22, el 44, el 55, 77, 88, y 99 salen más los días jueves. Otro caso curioso es que el número 10 sale todos los meses a partir del día 10 hasta el día 19. Incluso, al revés, es decir el 01, salió cuatro veces. Además, el segundo triple de la lotería del Zulia lo bota la otra lotería de primero. En cuanto al secreto que se encuentra en los periódicos que anuncian los datos para los jugadores, ella encuentra que el número que repite más es el que termina saliendo. Los sueños no le dan el triple, pero si el terminal. Hay alguna relación entre los animales y los números, si se sueña con piojo debe jugarse el 00, con caimán el 44. Tal vez son cosas arbitrarias la relación que se le da, pero la gente cree, y allí está el asunto, eso los hace comprar el número, y claro está ,le da venta a ellos en sus agencias. Tienen una clientela fija de unas 50 personas. Es posible que acudan más en algún momento, o que baje otro día. Hay personas que se empeñan en jugar un número fijo por bastante tiempo, y lo han pegado, pero en otras ocasiones al dejar de jugar sale el número. Eso sucedió con el triple 348 y el 248, que durante tres meses jugaba un señor por todas las loterías, y ya fastidiado, o quien sabe por que dejó de jugarlo y salió.


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LOS DATOS Carneli lee “La Calle”, ve la Panchita, compara, combina los números que muestran unos y otros, y ella saca un triple, que los ha estado dando, y ganan por supuesto. Generalmente saca 6 triples, y entre ellos está el ganador, no se pela. Otras veces saca 3 ó 4 triples. El sábado saca uno sólo. En cuanto al triple que sale en el sorteo de las 12 del medio día, es casi seguro que sale en el sorteo de la 1 de la tarde. Hay una constante en eso. 61

SUS INICIOS Su primera experiencia como vendedora de loterías fue en Tinaquillo, en la agencia de su tío. Luego se vino a San Carlos, ella deseaba montar su propio negocio. Al casarse se dispuso a concretar eso. Su esposo vendió la moto, ella empeñó lo que tenía. Se compraron una computadora, que da más seriedad a la venta de los terminales y de los triples, debido a que queda el registro del número que se vende. Siempre hay pero, nos dice, ya que la computadora no funcionó por varios meses, y ellos parados. Así estuvieron casi dos meses. Después pusieron en marcha su primera agencia. Hace poco fundaron la segunda agencia. Y lo que nació como el afán de una quimera más, ha seguido creciendo. En la nueva agencia venden más.


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Francisco Lo Russo, o la espiritualidad de las ferias de Tinaquillo

PODERES DE VERDAD

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La maestra de Francisco Lo Russo se atemorizaba al oír aquel muchacho de 8 años que le decía cosas, tales como si estuviesen ocurriendo, y en realidad ocurrían, casi con la misma cronométrica precisión que él las contaba. Eran fuerzas extrasensoriales que le permitían avizorar lo que estaba por venir. Eso también le trajo muchos problemas en su padre, que no llegaba a salir de su asombro a escuchar a su hijo hablar con tanta seguridad de hechos que jamás supuso que fueran ciertos. Su padre no quería aceptar que él fuera así, una especie de niño muy especial, que siempre se adelantaba a lo que iba acontecer. Claro, no solo su padre, sino toda la familia se sorprendía. A veces soñaba cosas, y al día siguiente sucedían. Después supo que eso eran sueños premonitorios. Y llegó hasta darle miedo dormirse, por lo que sentía que estaba viviendo por partida doble cada situación. Dándole además, un halo de respeto ante los mayores, que lo veían con cierto asombro; y quienes llegaron a suponer que ese nerviosismo que le caracteriza era parte de una singular manera de acercarse a la realidad cotidiana. Por eso llegaban a suponer que afuera ajeno a este mundo. Desde entonces en la casa como en la escuela le fueron escenarios para sus predicciones, tornándoseles incómodos porque comenzaban a verlo distante y distinto a los demás niños. Cuando se acercaba a decirle algo a la maestra, de inmediato ella trataba de cortarle la conversación de una vez: -Mire Francisco, yo no quiero saber nada de nada. Pero el niño continuaba allí, imperturbable, tanto que su mi-


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rada hacía posible que la maestra le oyera lo que él le iba a decir. Y cerraba los ojos, de inmediato comenzaba a hablar como un poseso, diciendo todo cuanto sentía. Era sin exageración, como una especie de oráculo muy particular que la educadora oía.

SUS GUIAS -Mi aprendizaje fue un desarrollo innato, afirma. Todo el tiempo ha tenido percepción de lo que pueda pasar, y en realidad ha pasado. Así sucedió con la explosión de Tacoa. También cuando estaba haciendo un rito en la montaña de Sorte percibió la desgracia de cuanto aconteció en el estado Vargas, en el pasado mes de diciembre. -Todo está en nuestro ser, dice de manera categórica. No le fue difícil encontrarse algunas personas que le iniciaron en ese camino espiritual, que hoy domina a sus anchas. Así pues, que sus grandes ductores espirituales fueron Carlota Figueredo, Jesús Tejera, y Luisa Torres, ellos le fueron acercando a un conocimiento que si bien él intuía, precisaba conocer de manera sistemática, y ellos lo fueron introduciendo en la enseñanza de lo espiritual. Aunque se dieron cuenta rápidamente que Francisco era un niño bastante evolucionado. Hablaba con sus guías con toda la soltura del mundo, que de inmediato lo tuvieron como alguien entre iguales.

SU FE Supone que hay vidas pasadas, y por supuesto cree en la reencarnación. -Eso es bastante complejo, no todas las personas reencarnan. Esta consciente de que tiene poderes extra sensoriales, que se manifiestan a través de su espíritu. Ha curado a muchas personas con cáncer, con enfermedades muy difíciles de curar por

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los médicos; y ha ayudado bastante a orientar sentimentalmente a las personas, así mismo a encausar sus problemas económicos. Todo su trabajo es mediante la oración, y el campo magnético de la naturaleza. Es a través de esa fuerza que nos da la vida, la que también nos permite percibir todas las fuerzas positivas. Tiene una gran fe en la reina María Lionza. -María Lionza es una fuerza del cosmos que vivió en Yaracuy, y aunque no está reñida con la Iglesia Católica, debo decir que es nuestra identidad. Ha tenido contacto directo con María Lienza. -Invoco a María Lionza con velaciones, con hierbas, con frutas. He tenido contacto directo con ella. Refiere Francisco que él ha surgido gracias al apoyo incondicional de su mamá, además sus hermanos lo han ayudado en la lucha.

NO SUEÑA, PERO... Francisco Lo Russo no sueña, o sueña poco, lo que no quiere decir que no tenga objetivos ni propósitos en la vida, claro que los tiene, y por supuesto ha logrado mucho, gracias a su constancia. La enfermedad que sufrió en un ojo, realmente la soñó, y así fue. Por eso cree que cuando sueña está recibiendo un mensaje, ya que de esa misma manera le ha acontecido desde entonces. Y a pesar de que sus sueños son esporádicos, un día soñó con Yaguarín. Desde los 9 años lo proteje. Siente que anda con él. También ha soñado con Guaicaipuro. Es bueno referir que Yaguarín fue un famoso curandero que vivió en el oriente del país, en un punto cercano a Urica, en el Estado Anzóategui.


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Así pues que Yaguarín lo protege. -Tal vez no hay manera como explicar el hecho de Yaguarín anda conmigo, pero es así, dice Lo Russo. El nació en Caracas, de familia italiana, y desde los 2 años está en Tinaquillo

TRABAJA DESDE NIÑO Desde que tenía 7 años, Francisco Lo Russo salía a vender chucherías, ropa, ganchitos, fantasía, lotería. Ya más tarde, cuando se hace mayor de edad, trabajó durante 10 años y 6 meses en Educación Especial, donde fue coordinador de todas las actividades complementarias en el Taller de Educación Laboral (TEL) “Menca de Leoni”. Ese Taller atiende a jóvenes con necesidades especiales, como retardo mental, deficiencias auditivas, deficiencias motoras. Allí se dio cuenta de que todos somos iguales ante los ojos de Dios, también creció espiritualmente y contó con la ayuda de un equipo. Y lo que es más importante, con el buen trato que les dio a los niños, los niños comenzaron a decirle papá y a pedirle la bendición. Eso le ha dado mucho afecto.

UN FERIERO ESPIRITUAL Cuando en Tinaquillo realizaron los carnavales turísticos, Francisco Lo Russo logró el primer lugar de premiación por una carroza. -Eso también fue algo innato, afirma. Fernando Feo lo llamó para coordinar el desfile de las primeras ferias en el año 98. Hizo entonces un desfile descomunal, incorporando a las Asociaciones de Vecinos, y a todo el mundo, en el propósito de hacer algo extraordinario, y así fue. Después lo condecoraron con la orden de “Ciudad de Tina-

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quillo”, en acto especial en los salones de la piscina semi-olímpica Parque el baqueano. En esas ferias él sintió que era el centro motor. Después en el ‘99 también lo llamaron, y si el ‘98 tuvo 19 carrozas, en el ‘99 pasaron a 68 carrozas, el desfile que comenzó a las 4 de la tarde, terminó a la 1 de la madrugada. En el desfile asistieron más de 20 bandas-show de todo el país. Ahora tiene el reto de hacer unas ferias mucho mejores que las anteriores. Francisco Lo Russo cifra todos sus logros al hecho de su positividad. Se siente un hombre espiritual, cree en Dios, en las fuerzas del cosmos. Y se siente un instrumento de todas esas fuerzas.

EL RETO CONTINÚA Ante estas nuevas ferias, Francisco Lo Russo continúa con el mismo empeño de siempre, de hacer las cosas bien. Sabe que tiene en sus manos algo muy importante, y es de continuar demostrando que en Tinaquillo hay suficiente talento para hacer de esas ferias algo significativo, que sirva de punto de apoyo para lanzar al municipio hacia metas mayores. El está haciendo su trabajo, y espera que todo el engranaje del equipo funcione a cabalidad. No se cansa de reiterar que en Tinaquillo hay una cantera de mujeres bellas, y que de allí va a sacar a la próxima Miss Cojedes, y cree a pie juntillas, que la que salga sería sin dudas Miss Venezuela. Entretanto continúa reiterando que no hay meta imposible, y que cada uno de nosotros como criaturas de Dios, somos parte de esta historia interminable y maravillosa que es seguir viviendo al calor de la eterna esperanza de lograr el cielo.


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La virgen de El Topo

EL HALLAZGO DE MARIA HERMOGENES -Don Lautario me encontré algo muy lindo -¿Qué será? -Una piedra -Dámela para verla Después de revisarla le pidió a su esposa, -Ana, Tráigame una taza grande con agua para probar esta cosa que se encontró la niña María Hermógenes. Metió la piedra en la tasa de agua, y la piedra flotó, él se la quedó viendo. Después le diría: -Hija, guarde la piedrita que algo le aparecerá, Este fue el diálogo entre la niña María Hermógenes Mercado y Elauterio Aparicio, en la mañana del viernes santos 5 de abril de 1934, a pocas horas de haberse encontrado la singular piedra en el cerro de Corozal, y fue a la casa de Elauterio para darle a conocer la buena nueva. Ella apenas había cumplido los 18 años, y como siempre caminaba por aquellos parajes y sus alrededores, dando con esa cosa que sintió distinta desde el mismo momento que la vio.

SANTOS APARECIDOS En todo el llano se oye hablar de los santos aparecidos, que casi generalmente se encuentran fijados en piedras, donde la silueta de la imagen se asemeja en muchos casos a una virgen, a un santo cualquiera, también hay signos de la Cruz en muchas piedras. Todo esto forma parte de la tradición, y se encuentra incorporado a los llamados Velorios de Santos, donde primero

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se le canta a los llamados Santos Aparecidos, dando pie a los diferentes espacios rituales en esa mezcolanza de sincretismo religioso bastante interesante, y que chispea hasta el folklore. En los altares de muchas casas de viejos campesinos, es fácil encontrar piedras especiales, donde están silueteadas las figuras de santos, en unas es más nítida que en otras, pero en el caso de la Virgen de El Topo, no se presta a duda alguna, porque la cara de la Virgen es suficientemente perceptible. Es un hecho que bien puede constatar quien se tome un poco de tiempo y se acerque hasta la casa de Cruz Mercado de López.

POR EL CERRO DE COROZAL A María Hermógenes Mercado, siempre le daba por salir a caminar sin rumbo preciso, quizás como una manera de aplacar sus tantas preocupaciones que generalmente le atormentaban. Y muy de mañana tomó aquel Viernes Santo por el cerro de Corozal, como quien anda de regreso hacia sus orígenes. Veía de un lado a otro, reparando hasta en lo más mínimo, cuando de pronto le llamó la atención una piedra, la tomó porque era bonita, y por supuesto le llamó la atención. -“Esto es una reliquia”, pensó, y fue derechito a la casa de Elauterio. Al principio no se veía nada. De vez en cuando desembojotaba la piedrita y sentía algo raro, no veía nada, pero seguía con su cosa guardada. Tal vez la asaltaba una premonición. Pasaban meses y años, y volvía a ver esa “reliquia”, hasta que a los 7 años empezó a “nacer” una imagen en la piedra. La curiosidad le aumentó. Las manos fue lo primero que pudo verle. No entendía si era su imaginación, o era que simplemente estaba allí. Se frotó los ojos, si allí mismo se encontraban las manos que iban asomando. Poco a poco se hizo presente el rostro, y fue agrandándose


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hasta cubrir toda aquella formación muy especial. A los 66 años, la imagen de la virgen es suficientemente reconocible, como si a caso la hubiesen grabado allí. Y por muy carente de fe que tenga alguien, no puede dejar de decir que lo que está en la piedra no es la imagen de la virgen.

MURIÓ CASI EL MISMO DIA Un viernes 5 de abril encontró la piedra María Hermógenes Mercado, quien murió, coincidencialmente, un 17 de abril, en el mismo mes de haber dado con la virgen. Tuvo un hijo del primer matrimonio, y cuando se casó en segundas nupcias con Tomás Pérez ya había llegado a los 30 años, y no tuvo más hijos. Hoy cuenta Cruz Mercado de López, que el primer milagro que le concedió la virgen a María Hermógenes fue una casa, que llegó como regalo de un compadre, quien le hizo ese obsequio porque la Virgen le concedió una petición que le hiciera, y como consecuencia de ese cumplido, le correspondió con la casa a María Hermógenes. Cruz dice que el compadre se llamaba Oswaldo Rodríguez. También recuerda que un señor, quien sufrió una hemiplegia, fue ante la Virgen y le ofreció un nicho, y a los tres meses trajo el nicho porque estaba curado. Al señor lo trajeron un día domingo, cuando estaba Matilde de Carvae, una curandera, que incluso vio al señor. Muchos son los casos como este que han pasado delante de la virgen.

LA CELEBRACIÓN Celebran el Día de la Virgen el Viernes Santo, y en eso llevan más de 50 años. Fue la familia Suárez, de Valencia, y la señora Blasa de Torres, de San Diego, quienes comenzaron a celebrar cada viernes santos el día de la virgen. Les dio por hacer una procesión, que en aquel momento iban unas 8 personas. El

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primer cura que vino fue el padre Miguel, que estaba en Tinaco. Allí ofició misa, matrimonio, bautismos.

ENTRE RUIDOS Y VOCES

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Cruz Mercado de López, cuando tenía 25 años, su abuela le dijo que cuidara la Virgen. -Cuide todo, no se la deje quitar con nadie. La casa es de la Virgen. Desde entonces ella cuida todos los objetos de la Virgen, lava las flores plásticas, coloca y mantiene las flores naturales, nada se le escapa a Crucita. Ella está dedicada a la Virgen, desde antes de haberse muerto la abuela. Ha oído ruidos, como si algo cayera, en cualquier momento. No ha querido hablar nunca de este asunto, porque suponen que es algo que sólo le pertenece, y que muchos pueden creer que son manías de ellas, que hablar por hablar para que la sientan distinta o distante. En estos momentos padece de un malestar en un riñón, le ha pedido a la Virgen que le haga un milagro, y lo está esperando. Pero seguimos hablando sobre las cosas que siguen pesando en su vida, la pequeña imagen de aquella piedra que es parte de ella y de toda la familia. Todo cuanto ha significado este hecho de la virgen. La Casa de Crucita es casa y capilla al mismo tiempo, a pesar de que están separadas, pero deben tener en cuenta las visitas de las personas que acuden los fines de semana, y los otros días también para rezar, llevarle flores u otras cosas más. Después regresamos a conversar a cerca de los ruidos, y me dice: -Mire, he oído ruidos, y voces como si me llamaran. -¿Ha habido otras personas que han oído lo mismo que usted? -La señora Rosa de Acosta, de Valencia, me contó, que cuan-


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do dormía en esta casa despertaba oyendo una voz chiquitica, cantando la Salve. -¿Pero usted también las ha oído? -Si, yo he oído esas voces, y siento algunos ruidos que me parecen que también tienen que ver ella. -¿Unas especies de ruidos celestiales? -Pueden llamarse de esa manera, pero son unos ruidos que tienen que ver con la Virgen. Y así sigue hablando Cruz Mercado de López, mejor llamada Crucita, sobre los ruidos, las cosas como si se cayeran. Los ha oído en cualquier momento, sobretodo en las noches. Su vida está sin dudas signada por aquella aparición, y ella es heredera de esos recuerdos de su abuela, que pesan bastante

66 AÑOS DESDE LA APARICIÓN Desde aquel viernes santos del año 1934, cuando María Hermógenes Mercado diera con aquella piedrita tan original, hasta ahora, 66 años después, cuando se encuentra en poder de Cruz Mercado de López, todo pareciera como un trozo de tiempo detenido, que se quedó desde entonces con ellos, y que seguirá pasando de uno a otro familiar, con la plena devoción de seguir venerando aquella curiosa imagen que poco a poco fue develando su rostro divino a María Hermógenes y a todos los suyos.

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Papán, el Rey del ñame...

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Jamás supuso Maximiliano Torres, Papán, que el musiú cuando le decía “come ñame tu”, en el afán de pararlo para que no siguiera adueñándose de las presas del sanchocho, mientras que él aparentaba que le estaba preguntando su nombre, que ese término derivara del idioma de la tribu africana Bantú. Y menos aún, que el famoso viajero medieval Inb-Batutah no le agradaba este tubérculo, cuando se lo sirvieron en un rutinario almuerzo en la corte del imperio Mali. Ninguna de esas cosas podía saberlas, porque no es más que un Rey del Ñame en las comidas. Aunque tampoco los verdaderos Reyes de la comercialización del ñame, como Baldomero Pedroza, o Alejandrino Castillo, que de eso conocen bastante porque llevan toda una vida en los vaivenes de la oferta y la demanda, de este producto que es el único en el que Cojedes tiene primacía en todo el país, podrían no ser poseedores de esos orígenes. Y es que todos tenemos al ñame como algo de aquí mismo, que nace en el valle estrecho de Macanillas, entre las laderas de Solano, en cualquier risco de Valle Hondo, en resumen, en las tierras que van desde las inmediaciones de San Carlos hasta las serranías de Cerro Azul, La Florida, Paragüito, y esos voladeros que quedan en el norte del Estado, y que fue por donde entraron en sus comienzos los españoles. Siendo en realidad lo “criollo y vernáculo”, como diría alguien, el mapuey, porque un San José de Mapuey tenemos aquí. Y es que el vocablo NYAM, de los Bantú, quiere decir “comer”, y como consecuencia “alimento y comida”. Por lo que se supone que el término “ñame”, deriva del onomatopéyico “ñam- ñam”, del ruido que se hace al comer.


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EL DIA DEL HECHO Un sábado en el año 61, se fueron al balneario Los Castores, y Papán llevó tres muchachas y unos amigos, por lo que ordenó un sancocho. Doña Juana, la administradora del negocio, le sirve el hervido, él invita a comer, y se sienta al lado de un italiano que vivía en San Carlos, y quien se daba cuenta que Papán solo se servía pura presa. Por lo que el Musiú le dijo: “come ñame”, para ver si le dejaba un pedazo de carne, y él le contestaba “Papán Torres”. Haciéndole creer que le estaba preguntando como se llamaba. La tercera vez le sigue diciendo: “come ñame”, y le daba la misma respuesta: “Papán Torres”. De allí deriva el muy célebre cuento de “come ñame tu”.

LOS RECUERDOS DE PAPAN Maximiliano Torres, conocido mejor como “Papán”, ha sido Monaguillo, Boticario, Concejal y Prefecto. Hoy está jubilado. Posee un largo anecdotario que se conoce dentro y fuera del Estado, porque eso sí, tiene conocidos en todas partes. Comenzó trabajando en la botica que tenía Luis Ramírez y el profesor Vivas aquí en San Carlos, donde hizo muchas amistades. Y por cierto, en la época del plan arrocero, tuvo la oportunidad de conocer al hoy Ministro de Relaciones Interiores, Luis Miquilena, a quien inyectó varias veces. Años después montó su Botica en Tinaco, ya había realizado algunos cursos, como el de Auxiliar de Farmacia, más la experiencia en la Botica de Ramírez y Vivas, le fue suficiente para abrir el negocio. De su actividad de boticario recuerda muchas cosas interesantes, entre ellas, cuando a una empleada, que todavía vive, y que su nombre guarda por razones obvias, al llegarle un borrachito, quien dijo en sus trabazones etílicas: “véndame un paquete de preservativos”, y ella le preguntó: ¿En pastillas o en jarabe?.

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En tiempos de vacaciones, uno de los estudiantes universitarios de entonces, fue brindado por Papán, y después se fue a donde una “amiga”, allí se quedó, y no cargaba dinero, por eso la “amiga”, al día siguiente le envía un papel con el estudiante, que por cierto todavía conserva “Papán”, donde se lee: “Papán, me quedé con tu amigo, mándame los 20 bolívares, gracias,”, y abajo estaba el nombre de la mujer. Cuando el Doctor Juan Abreu vino graduado de médico, fue a visitarlo en su Botica, y fueron a celebrar el grado en el conocido negocio “Los Ranchos”. Entonces la cerveza pequeña valía un real, un Toddy valía medio. Y llega Juan García, “Dr. Abreu, hay un paciente”, era un niño con una afección en la garganta, lo recetó y le pagaron a Juan Abreu 20 bolívares. Con eso regresaron a continuar la celebración. Como boticario duró más 20 años. Y entre las tantas anécdotas recuerda que un día señora a quien el Dr. Pepe Olaizola le había recetado una solución de permanganato de potasio, que es astringente, para lavado vaginal, y a la vez tenía unas ronchas en la boca, para lo que le mandó unos tocamientos con Pirarvel-Berna. Papán le vendió las medicinas, y a demás leyó las indicaciones. Al día siguiente se apareció la mujer en la botica, con la boca encurrujada, porque usó la solución vaginal en la boca, y el Pirarvel en la parte de abajo. La mujer no podía hablar, y se quejaba diciendo: “mire señor Papán como me puso”, “pero señora, si eso no era ahí”, porque reparó de inmediato que la mujer había invertido el uso de los remedios. Un día que estaba emparrandado, se fue a pescar con Porfirio Arias y otros amigos, todos sacaban su pescado, pero Porfirio tiraba el anzuelo y nada, entonces le dijo: “Pero bueno Porfirio, tu no vas a pescar”, y aquel respondió: “mire ñero, yo no vine a engañar a nadie aquí, el pescado que se quiera


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pegar del anzuelo que se pegue”. Fue muy amigo de José Carrillo Moreno, quien cuando se rascaba se ponía una bata morada, y Papán lo invita a dar una vuelta por Tinaco, y le dice para que fueran a saludar a doña Ana, la suegra de Papán. Cuando están frente a la casa de doña Ana, se bajó y le dijo: “Venga para que conozca el Obispo de San Carlos”. Ella se asoma a la puerta, ve a José Carrillo Moreno vestido de morado, no lo distingue si es él o no, y le pide la bendición: “Bendígame Monseñor”, y este le responde: “Dios la bendiga, hija”. Pero al oír la voz se da cuenta que es alguien conocido y habla para sí misma: “Ay si es el doctor Carrillo”. Entre eso, Papán arranca el carro y se va. Siendo monaguillo del padre Palao Rico, recogía en la bandeja, y el Presidente del Estado, que era Domingo Rotondaro colaboraba con un “fuerte” todos los domingos. El padre le reglaba el fuerte, y él lo fue reuniendo para comprarse su primera bicicleta que importaba Bs. 130. Cuenta que aquí había un amigo de él y su familia, a quien mentaban “Maguan”, quien no había ido nunca a la playa, y se lo llevaron a la playa. Pero cuando estaban en la casa donde se iban a quedar, al entrar en el cuarto, “Maguan” ve que las sábanas de la cama estaban arrugadas, y de inmediato le dijo: “Hermano, aquí parece que hubo una batalla amorosa”. Cuando fue Prefecto, siempre lo llamaba el comandante Rivas Marcano para informarle sobre las novedades de fines de semana. Siempre era lo mismo, porque cierto calabozo estaba lleno de mesoneras, que detenían por los problemas de siempre, que anotaban los policías como “escándalos”. Y entonces Rivas Marcano, le ordenaba al policía, “Notifíquele al Prefecto, porque ellas dicen que son amigas de él”. Por eso, cuando Papán deja la Prefectura, las mesoneras de San Carlos le hicieron una fiesta, con torta y todo, en el negocio de Coco Abinazar.

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El anecdotario de Papán es realmente extenso, pero también en gran parte impublicable. Por lo pronto lo que hemos hecho es andar por la orilla de las tantas cosas que le han pasado a este Maximiliano Torres, a quienes todos llaman Papán. Ha vivido en Caracas, en Cagua. Y ha sido amigo desde un político muy conocido como el Dr. Godofredo González, hasta un músico como Billo, a quien por cierto hizo que repitiera varias veces el pasodoble “Dos Cruces”, cuando este estuvo la primera vez en San Carlos Pero como Rey del ñame, es un buen sancochero. Y deja a los estudiantes, y a los especialistas, que tengan presente que ese tubérculo es originario de Africa, y llegó a nuestras tierras con las oleadas sucesivas de esclavos. Por eso hoy, tenemos al ñame como algo de aquí mismo, igual que el mapuey. Mientras tanto, Maximiliano Torres, Papán, ha pensado dictar su anecdotario a alguien para publicarlo, pero lo asalta el temor, porque muchos de los que participaron en eso, están vivo, y los cuentos, dice, son impublicables.


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Tadeo, un cojedeño en la televisión

Era un espectáculo oír a Tadeo Cedeño cuando cantaba el Ave María en los matrimonios. Y de inmediato, las miradas de los presentes cambiaban de los novios hacia aquel torrente de voz, que miraban a ese muchacho flaco con tantas sorpresas, sin llegar a entender que fuera cierto, más y cuando la gente está acostumbrado al canto tradicional llanero, que no amerita tanto registro vocal, sino el indispensable. Por eso, se empinaban a mirarlo. Desde entonces quien tuviera palabreado el día y la hora del matrimonio, acudía a contactar a Tadeo. En eso tuvo un tiempo. Que desde entonces hasta hoy, le ha permitido componer más de 150 canciones.

EN LAS TELENOVELAS Comenzó, de la mano de Ramón Inojosa, a aparecer de “extra” en la telenovela “El Perdón de los pecados”, que estelarizaban los actores Daniel Alvarado y Carolina Perpetuo. Allí estuvo de policía. Por intermedio de un contacto entró con la productora independiente “Marte TV”, y actuó en una producción de Simón Escalona llamada “llovizna”. Era comisario. “Ya comenzaba el ascenso, porque pasé de policía a comisario”, dice entre bromas. El trabajo era duro, porque entraban a las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche, o hasta la madrugada. “Sabíamos cuando entrábamos, pero no cuando salíamos”. Las grabaciones se hacían en el estudio, que queda en la California, en Caracas, y a veces las grabaciones eran fuera de ese lugar.

EN MARTE TV Para entrar en “Marte TV”, fue toda una aventura, se fue sólo

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para Caracas, y conoció a Yaneth Tové, y por su intermedio le dieron una oportunidad. Había mucha gente, y no fue fácil, porque en los pasillos del estudio se aglomeraban muchas personas que deseaban aparecer en la novela del momento, o en la próxima. Eso se parece a la política, donde cada cual trata de acercarse al poder, y por supuesto es difícil, por la competencia, o las mismas influencias, que también pesan. 78

LOS INICIOS El caso fue que su tía Ana de Blanco, quien toca piano, le sugirió que debía cultivarse en el canto. Eso, porque ella le vio cualidades a Tadeo. Así, estudió composición y guitarra en la “Echeverría Lozano”, en Valencia. También en la Universidad de Carabobo. Luego pasaría a grabar en TMV record, el Tecnológico de Música de Valencia, donde estudió armonía, y continuó en guitarra y composición. Ayudándolo Angel Balán, Oscar Reyes y Luis Corrado. Aquí estuvo durante 3 años. Grabando entonces, “Un solo corazón”, balada que él supone que es su mejor composición musical hasta hoy.

CON SIMON DIAZ También se ha presentado en el programa de Simón Díaz. El había ido a Caracas, y le dejó a Simón unas canciones grabadas, a la semana tuvo la sorpresa de recibir un telefonazo invitándolo para que fuera al programa de Simón Díaz. Alternando con “Un solo pueblo”, “Los hermanos Aparicio”, Gualberto Ibarreto. Después llevaría a varios cantantes cojedeños, a través de las Alcaldías, durante una semana. LAS DIFICULTADES La actividad de cantante es algo difícil, porque hay que tener un cerro de billete para ayudar a promocionarse. Una disquera


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... y cuando a Papán lo confundían con Pedro Infante

A pesar de que los conocedores de las películas mejicanas decían que Papán Torres tenía más parecido con Antonio Badú, las muchachas les daba por imaginárselo que era igualito a Pedro Infante. Y por ese deseo, o simple ganas de verlo de esa manera, una vez en Maracay, lo confundieron con el astro de la canción ranchera, cuando éste iba a presentarse en un cine local. Venía Papán de Villa de Cura, con un sombrero Borsalino recién comprado, que le daba no sólo un aire de un joven ganadero próspero, sino con el mismísimo cantante, que lo metieron a empellones hacia el cine, y entre apretujones y gritos Maximiliano Torres, se vio de pronto trepado en hombros de unos borrachitos, hasta dejarlo magullado en el escenario, en medio del mariachi que esperaba a Pedro Infante para iniciar la presentación. Hasta ellos lo confundieron, quedando convencido que ya no era cuando este comenzó a hablar entre vocales y consonantes cortas. La confusión no pasó de allí, porque de inmediato cayó el telón, y sólo dijo a quien lo increpaba con la mirada: -Ñerito, yo no tengo la culpa. Mientras que otro sentenció: -Mi cuate, si se parece al mismo Pedro. En eso entraba el cantante, al mirarlo lo que hizo fue reírse. -Te voy a contratar de doble. Y lo abrazó. De inmediato comenzó a cantar, y muchos entendieron que al que habían subido en hombros era precisamente, no Papán Torres, a quien ellos no conocían, sino a Pedro Infante, el que esperaban en esa noche. Esto lo refiere un amigo de Maracay, y que Papán no cuenta

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no sabemos por que.

SERENATERO

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De aquella experiencia le quedó el ánimo de cantar en cualquier celebración, tanto que un día salió con Rafael Rangel, a quien le apodan cariñosamente “Conoto”, a darle una serenata a una dama de San Carlos. Se echó cuatro guamazos antes de entrarle al compromiso. -Tu sabes quien es, Papán, ayúdame, que de esto es posible que me acepte. -No te preocupes, que voy a cantar una canción de moda en esta noche. La ranchera de moda era “La Paloma”, y comenzó: -Si a tu ventana llega una paloma / trátala con cariño que no es de goma. Conoto se disgustó, y lo dejó solo, pero Papán lo siguió de inmediato con el guitarrista atrás porque le lanzaron un baño de agua. -Espéranos que esta gente nos van a matar, gritaba Papán. Y la calle era larga en aquella noche de carrera por culpa de “la paloma”

EN BARES Y OTROS SITIOS Cuenta Papán que aprendió a beber brandy en el negocio de Francisco Lerzundy, cuando se acercó en la madrugada, a la espera de la carrera de carro, “La vuelta a Venezuela”, donde participaba una señora de apellido Guevara, muy gorda, y a quien apodaban “Doña Bárbara”. Había un friíto incómodo, y el padre Palao, que también se encontraba allí, le dio una copa. -Tome, para que se despereze. Desde entonces, creyó que se le iba a caer el mundo, pero ese fue el inicio.


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Uno de los amigos de farras y tantas andanzas de Papán, fue el hoy desaparecido poeta Porfirio Arias Moreno, de quien cuenta tantas anécdotas, que bien puede llenar varios volúmenes sin fastidiar en ningún momento. Con Porfirio bebía casi siempre, dentro y fuera de Tinaco. En una fiesta patronal salieron prendidos del club, se fueron a otra parte y siguieron más prendidos todavía, hasta que Porfirio, quien había perdido la llave de su casa, y para no estar tocando la puerta y molestar a la tía, le dijo a Papán: -Ñero, vamos a que las mujeres aquellas. Y Papán, que no aguantaba muchas exigencias, prendió el carro. -Móntate, y nos vamos. Se puso a dar vueltas por todo Tinaco, hasta que terminó parándose frente a la casa de Porfirio, y le ordenó: -Porfirio, ya llegamos, toca la puerta. Doña María Carrillo, la tía de Porfirio, que estaba preocupada, de inmediato salió. Pero Porfirio, muy rascado, y entre dormido y despierto, supuso que habían llegado a la casa de las mujeres, y le dijo: -Apártese vieja pendeja ¿adónde están las mujeres? También en un conocido bar de San Carlos, que se encontraba cerca de la bomba de gasolina “Los Silos”, fueron Papán y Porfirio. Estaban cuatro mujeres, pero todas vestidas de negro. Pidieron dos cervezas, y cuando Porfirio repara en el color de los vestidos de las mujeres, se olvidó de la cerveza, y acercándose a ellas las miró con tristeza. -Mi sentido pésame. -Viejo loco, aquí nadie está de luto, este es un bar. -Ñero, vamos a que las mujeres aquellas.

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Las historias de Hermógenes Mireles

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Mi amigo Hermógenes Mireles es un macapero que no se deja fotografiar, y a quien conozco desde hace años. Sus historias de muertos y aparecidos, junto a un anecdotario de la época de Gómez, llenarían varios volúmenes. En su voz he oído una serie de hechos que incluso, uno de ellos, como el del hombre que se murió dos veces, me sirvió para escribir un cuento, modificando muchas cosas, pero la idea fundamental deriva de la información de Don Hermógenes. Al decirle que lo íbamos a sacar en “El llano y sus personajes”, primero se resistió, y después de una larga insistencia se dispuso a conversar, pero al día siguiente cuando se le fue a tomar la foto, me dijo que él no quería salir en el periódico. Finalmente accedió a que se podían publicar las historias que contara la noche anterior, pero que no lo fotografiaran. El es un macapero y recuerda que la cárcel de Macapo la llamaban “el pulguero”, porque las pulgas las recogían con palas, lo que no impedía que los fines de semana se llenaran de presos provenientes de las borracheras y pleitos derivadas de las diversas cantinas que instalaban en los alrededores del pueblo, y que generalmente eran cinco: la de Roso Quiróz, otra de Vicente Bravo, la de Gregorio Montero, y la de Manuel Machado. Señala 4 nada más, no recuerda el otro nombre. Y durante tres días con sus noches, era una venta “pareja” de aguardiente. También habían 10 y hasta 14 parrandas en época de navidad, que cuando se encontraban terminaban en pelea.

WEIDEMAN Y EL NAZARENO Un señor Weideman, tenía una casa de comercio en San


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Carlos que ocupaba una manzana, era almacén, botiquín y de todo. Muchos ricos le daban a guardar sus reales, cuando se sabía de alguna revolución, por temor a que los asaltaran a media noche. El era muy devoto del Nazareno, y las procesiones en tiempo se semana santa, salían de la iglesia, daban la vuelta por varias calles, y después pasaban por el frente del comercio de Weideman, donde siempre tenían altares en la calle, y donde oficiaban misas. Este le daba comida y bebidas a todos. Una vez que salieron a pedir la limosna, previo a la procesión del Nazareno, que sería al día siguiente. En el negocio no estaba el viejo Wiedeman sino su hijo, y como siempre llevaban un Nazareno pequeño, con una especie de alcancía donde metían la limosna. El joven estaba con la novia, y dijo echando broma: “Si es santo este fósforo no prende, pero si no es prende”. Y le pasó el fósforo por la costilla del santo, el fósforo prendió, y entonces comentó: “no es santo”. Casi de inmediato se le pegó una puntada en la costilla. Al viejo Weideman le contaron después lo acontecido. Y a la semana se le fue secando, al muchacho, el mismo lado por donde él le había pasado el fósforo al Nazareno. Mandan a buscar al cura, y el viejo le dice que le daba en oro a la iglesia, lo que pesaba el hijo, pero el cura le respondió: “lo que tiene es cosa de Dios, no hay nada que hacer”. A los días cuando hubo la procesión, sólo pudo llegar a la esquina de la casa del negocio de Weideman, y no pudieron mover al Nazareno. Ese mismo año se le prendió el negocio de Weideman por las cuatro esquinas, perdiéndolo por completo. “Si no me cree, pregúntele a don Eduardo La Rosa, quien cargó bastante al Nazareno, y sabe de lo que le estoy contando”. Por eso me dice: “juéguese con el santo, pero no con la limosna”.

EL QUE SE MURIO DOS VECES En la fila de Chirivital se murió un hombre. Y la lluvia duró 3

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días. Por eso lo bajaron a pesar del tiempo transcurrido, pero se tardaron mucho en llegar a Macapo debido a los 14 pasos de ríos que debían cruzar en esas circunstancias. Cuando bajaron los ríos se lo trajeron. Ya en el cementerio, cuando lo iban a enterrar envuelto en una hamaca, porque entonces a los pobres lo envolvían en la hamaca y así lo metían en la sepultura. Pero Natividad Peña, quien era el sepulturero les dijo a los que traían al muerto: “pónganlo aquí”, y le soltó los pies, después le va a soltar las manos, pero el muerto le dice: “y es que me vas a enterrar vivo”. Entonces Natividad dejó al muerto tranquilo, y todo el mundo se fue corriendo. El muerto se paró y se fue del cementerio. Cogió el camino sin mirar a los lados. Cuando paso frente a la bodega de Julio Castillo, éste le pregunta a uno que estaba cerca del mostrador, “¿ese no es el muerto?”, “si señor, ese es el muerto”. Y entonces se vieron las caras sin poder creer lo que estaban viendo. Serían las 2 de la tarde, cuando la mujer ve al esposo (al muerto), que llegaba a la casa. Ella no tuvo otra disposición sino agarrar los muchachitos y ponérselos en cada cuadril, y salió corriendo para los Bancos, un caserío cercano a Macapo. Mientras que el muerto fue a la cocina y comió, después se acostó. A los días regresó de los bancos su mujer para enterarse de lo que pasaba, y seguía vivo, pero después que le sirvió la comida, al ver que el muerto no se paraba para arrimarse a la mesa, ella se acercó y se dio cuenta que ahora si estaba muerto. Le avisó al Comisario, y este tuvo que reclutar a varios hombres que llevó amarrado, para enterrarlo. Cuando los reclutas llevaron al muerto al cementerio, el sepulturero Natividad Peña pregunta: “¿Quién es el muerto?”, “el que se fue en estos días”, le respondieron. Entonces Natividad dijo: “entiéndase ustedes, yo me voy, no quiero saber nada de ese muerto”.


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CUANDO CELEDONIO QUISO MATAR AL DIABLO Una bola de fuego comenzó a rodar por la fila de Palmarejo (de Macapo pa’rriba). Había entonces como 20 casas en la pata de la subida. Y a los 3 días empezó una berreamenta de chivo, pero nadie tenía chivo por aquellos lados. Como a 600 metros de esas 20 casas estaba la casa de Agapita Veloz, quien tenía tres hijos, uno llamado Claro, el otro Francisco y el último Andrés. Y de la subida baja corriendo un hombre a caballo, llorando y gritando (era el Diablo), “Ay, se murió el hijo de Agapita Veloz”, decía el hombre a caballo. Corría tres veces para arriba y tres veces para abajo. Al otro día se murió Claro, el mayor de los Veloz. Esa otra noche llegó al patio de los Mireles y de Celedonio Rodríguez, como una pantera, que de inmediato se sintió sobre el palo de las gallinas. Salió Celedonio Rodríguez y le dijo: “¿Eres tu el Diablo?, ahora vas a pelear con un hombre”. Le disparó con una escopeta, y de inmediato reventó una risa, después otra y otra, y él siguió disparando. El bulto se lanzó de arriba del palo, diciendo: “mi caballo”. No había caballo, y de pronto estaba un caballo. Celedonio lo siguió. La voz del diablo se decía: “toi perdío compañero”, y Celedonio respondía: “venga pa’sacarlo del camino”. Y así lo fue siguiendo hasta el conuco de Angel Sandoval, y cerca de un pozo, al que le cae un salto de agua como de 3 metros, se lanzó el Diablo. Celedonio no lo vio más. En eso llegó Angel Sandoval y le preguntó: “¿que hace aquí?”, “peleando con el Diablo”. Después se regresó a su casa Celedonio Rodríguez, quedándose con las ganas de pelear con el Diablo.

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Fernando Ramón Rivero, músico por una mujer

MUSICO POR AZAR

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Se podría decir, sin que eso merme sus cualidades, que Fernando Ramón Rivero entró en la música más por obligación que por vocación. Y el azar del destino, lo condujo a Maracay, debido a que su familia lo quiso alejar de San Carlos, en razón a ciertos inconvenientes que este tuvo con una joven. Él era menor de edad y su papá estaba en cama. Y para evitar males mayores se fue a Maracay, donde estaba un abogado amigo de su familia, y como salió un aviso en la prensa donde pedían muchachos que aspiraban a ser músicos, se le presentó la oportunidad. No tocaba cuatro, no tocaba ningún instrumento, pero tuvo facilidad, y en la ciudad de La Victoria ingresó a las bandas militares, no es que tenía mucho oído, pero su interés fue suficiente, y aprendió bastante. Diez años estuvo, desde el 57 al 67. Su curso no tuvo graduación, era la primera banda de la democracia. Y de allí se lo llevaron para Cumaná para montar la Banda Marcial 28 fundada en el gobierno de Rómulo Betancourt. Estaría después en la Marcial de Maturín, y también en la Marcial de Ciudad Bolívar. Se graduó de “trombón de vara”, algo novedoso entonces. Y cuando llegó a Oriente, ese instrumento no lo conocían, y enseñar ese tipo de trombón, era como introducir el modernismo en la banda, tanto por la novedad del instrumento, como lo difícil de aprender a tocarlo, es tan difícil como el violín, ya que el trombón de vara es puro cálculo. Anteriormente había trombón de pistón, pero eso envejeció, y llegó este otro trombón.


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EN CUMANA A Cumaná llegaron 3 a reforzar la Banda Marcial. Recuerda que hay un instrumento llamado bombardino, muy melodioso, y a él le gustaba y le gusta mucho este instrumento. Pero quien tocaba el bombardino había pedido la baja, y como la baja dura para que se la den, unos 15 días o un mes. A él le dio por aprender a tocar el bombardino, y lo agarraba a diario. Había una pieza que llaman “El enamorado”, que es obligado para que se toque con el bombardino. Y cada tiempo libre que tenía iba a tocarlo. Mientras que el maestro le decía que se olvidara de ese instrumento, que era demasiado grande para él. Fernando Ramón Rivero no se inmutaba, y seguía dándole al bombardino. Cuando le vino la baja al muchacho, y la banda quedó sin bombardino, el Maestro le dijo que tomara el bombardino.

CANCELARON EL CONCIERTO En eso, fueron invitados a las fiestas patronales de Río Caribe, donde habían ofrecido un concierto con la Banda Marcial. El maestro le dijo que él tocaría “El enamorado”, la pieza clásica para el bombardino. Entonces Rivero se puso a estudiarlo noche y día, antes de viajar a Río Caribe, y cuando le llegó el momento de tocar esa pieza, ya lo habían anunciado como solista en el concierto. Ya en Río Caribe, lo anuncian para tocar la célebre pieza “El enamorado” pero cuando va a buscar el arreglo musical, repara que lo había dejado en la casa en Cumaná, a donde se lo había llevado para solfearlo. Y aunque se lo sabía casi de memoria, el Maestro no se atrevió a correr el riesgo, y canceló el concierto. De ahí fue a parar al calabozo, como medida disciplinaria.

EN CIUDAD BOLIVAR

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En Ciudad Bolívar estuvo un año, y no comió zapoara, que continúo con su novia de Cumaná, a donde viajaba constantemente. Por eso, un viernes santo cuando que estaba tocando el “Popules Meus”, sintió los efectos de esta gran composición, se acordó de ella, y allí mismo dejó el instrumento y se fue a Cumaná. E igualmente, quedó fuera de la banda militar e ingresó en Cumaná en la Banda del Estado, que la dirigía entonces el maestro Rodríguez, muy famoso. Estando en esa banda hasta el ‘73, cuando regresa a San Carlos, y regresaría de nuevo a Cumaná, para la Banda Marcial. Regresó nuevamente a San Carlos. Después ingresaría en la aviación.

LA ESCUELA DE MUSICA DE SAN CARLOS La Escuela de Música de San Carlos, se fundó cuando el Maestro Barrios. A él se le debe su creación, y por supuesto al Dr. Egor Nucete, que era gobernador entonces, pero fue lamentable que la hayan eliminado sin justificación alguna. La política de la escuela de música era así: si alguien de la Banda del Estado se iba, ingresaba en su lugar un muchacho, pero el sueldo debía repartirlo entre tres más. Después tuvo la idea de fundar la Banda Municipal, para evitar que los muchachos de la escuela de música se le fueran. Cumple cuarenta años de graduado de músico. Fue el que fundó, sin cobrar, la Banda Estudiantil de Tinaquillo, con Petra de Bruguera, gran educadora, fundó la banda de la escuela “Hortensia de Garmendia” con la maestra Marina de Obispo. La del Instituto “Palao Rico”, de Rosa Elena de Lerzundy. Como también la Banda del Grupo Escolar “Eloy Guillermo González”. Todas se acabaron. Eran Bandas Secas. Reconoce el gran trabajo realizado por el Maestro Rogelio Barrios, al frente de la Banda del Estado, y de los músicos de Cojedes.


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ALGUNAS ANÉCDOTAS Recuerda que había dos personas que se rascaban en la retreta, y el Maestro de la banda se preguntaba, ¿si es que vinieron buenos y sanos, y como es que ahora están borrachos?. Había uno que se llamaba Julio Pacheco, que tocaba trompeta, él era un viejito negrito, y la esposa también era una viejita, y como se querían mucho, al terminar la pieza se sentaban en un banco de la plaza, muy cerca el uno del otro, y en esos cinco minutos de descanso, estaban abrazaditos todo el tiempo. Pero era que la señora se metía la cartera en el seno, y en cualquier momento sin que nadie reparara en ellos, él tomaba su trago. También don Genaro Torrealba, padre de Carlitos Torrealba, él se metía la botellita de aguardiente en el quepis. A los cinco minutos de descanso, como daba mucho calor, se quitaba la cachucha y empezaba a abanicarse, y sin que nadie se diera cuenta, sacaba la botellita del quepis y se echaba un palo. Ya al final de la retreta, estaban rascados, y el Maestro no se explicaba el motivo porque terminaban así, y nadie se atrevía a decirle para no dejar en evidencia a los amigos. Por otra parte, Genaro Torrealba, el papá de Carlitos Torrrealba, en el año 63 cuando regresó a San Carlos, tocaba un bajo que era el Si bemol, y Genaro Torrealba tocaba el Mi bemol, y cuando iban a ensayar, Fernando Ramón Rivero tocaba y tocaba , y Genaro no tocaba, tenía su instrumento en la mano. Y Rivero pensaba, “si ese señor no ensaya, como va a tocar”. No se atrevía a decirle al Maestro, por respeto y cariño a Genaro Torrealba. Hasta que averiguó que este no ensayaba porque no leía música; así que cuando él ensayaba lo que estaba Genaro era grabando la parte que le tocaba de la pieza. Tenía un oído extraordinario, y la tocaba igual como si estuviera leyendo la música. Y el hijo y el nieto salieron extraordinarios músicos también, claro que si leen música.

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Mario Parra, un cantautor lleno de fe y esperanza

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A Mario Parra puede aplicársele el viejo refrán: “en casa del herrero, cuchillo de palo”, porque a pesar de que es compositor e intérprete de sus 89 canciones, no toca ni maraca, ni ningún instrumento de los que permiten oír a su música. Y compone tarareando y silbando, después agarra el lápiz y anota su inspiración, es decir, escribe la letra de la composición. De golpe alguien lo ve por calle, distraído, y tal vez suponga que habla solo, porque hace gesto, e imagina como puede cuadrar la música con la letra que muchas veces tiene de manera previa, aunque generalmente le llegan juntas, no hay regla dice.

SUS INICIOS Mario es hijo de Domingo Parra y María Apolonia Tovar. De ellos heredó su alegría por la vida, y su gran amor a esa tierra llana. Comenzó escribiendo una canción ante las exigencias de un amigo, dedicada a una joven que este enamoraba, y la tituló “ojos negros”. Por la belleza de unos ojos que le recordaban la vieja canción mejicana que habla de unos ojos negros. Aunque el sostiene que no fue por eso. Tenía entonces 15 años, y a los 4 meses de haberla escrito, se la grabó Eneas Perdomo, quien más tarde le siguió agradando la manera de componer de este Mario Parra, y le volvió a grabar 15 canciones más, entre ellas “Romance en la playa”, “Romance llanero”, “Sin tu adios”, “El llanerito triste”, y muchas de las que ya ni recuerda. Era muy común que muchos lo buscaran para ir a darle serenatas a sus novias. Por lo que comenzó a cantar sus propias


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canciones, impresionando a todos. De allí que fue haciéndose imprescindible en esas noches de parranda. Viniendo casi de inmediato la reprimenda de la madre, que no le criticaba las “juntillas” a Mario, y porque se separaba de sus estudios. Se famoseó entonces, tanto que lo buscaban para cualquier acto diurno, como también para serenatear.

INVITADO OBLIGADO EN CADA FIESTA Fueron años de mucha felicidad, que Mario Parra recuerda con satisfacción, y que no olvida nunca. Como también, los chascos que tuvieron, ya fuera porque salía algún jefe de casa más que disgustado, lanzándoles improperios de todos los calibre. Cuando le aconteció la primera vez, casi se resiste cuando le fueron a requerir para cantarle a una de las admiradas de un amigo. El también logró quitarle una que otra novia, pero de eso no conversa Mario Parra. Eneas Perdomo agarró a “Ojos negros” como relleno de un L.P. que titulaba “Apure siempre es apure”. Suponiendo a lo mejor, que aquella canción de un muchacho no tenía mucha consistencia, o porque simplemente la tomó cuando ya tenía montada a las otras composiciones. Y como cosa de Dios, dice Mario, esta fue la que más se oyó. Siendo su inicio como compositor, aunque cuando comenzó a bordear esos quince años, y a partir de entonces, era una voz que se dejaba oír en cualquier fiesta, y llevado como de “contrabando” a las serenatas de rigor. De eso recuerda quien lo conoció en Las Mercedes del Llano, en el Estado Guárico. Y desde hace varios años se entra Mario Parra en San Carlos. En su pueblo natal, me cuenta un amigo que lo conoce muy bien, y que es una anécdota que Mario no quiere referir, y es que al llevarlo a dar una serenata, dijo que se le olvidó la canción, o sencillamente no quiso cantar, porque estaba ante la ventana

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de una madrina que tenía una hija muy bella, y hasta allí lo habían llevado a juro. Entonces el admirador de la joven, que estaba bastante bebido, se puso a cantar una vieja canción que comenzaba: “Morenita mía dame tu jabón”. Y sin terminar la frase, tuvieron que salir corriendo porque salió el “viejo” de la casa con un machete, gritándole: “ya te voy a dar tu jabón”, y blandía el arma en la noche. 92

QUIENES LE HAN GRABADO Además de Eneas Perdomo, el yaracuyano Oswaldo Rey, le grabó “Señora bonita”, la que también grabarían, en ritmo de vallenato, los famosos Corraleros de Majagual, en la voz del colombiano Alfredo Gutiérrez. Mientras que José Alí Nieves le grabó “Romance en Paso de Caicara”. También, sus canciones han tenido intérpretes como Dennys Hernández, la Malandra Elizabeth, en dúo con Juan Galea, el tema se titula “La Maringa”, que así llamaban a una mujer muy bella de su pueblo, que fue víctima de los engaños de algunos hombres, pero ingenua, que creía muy fácilmente en los ofrecimientos de los galanes de pueblos. Después le vino la carga de hijos, y toda la adversidad que le llega al mismo tiempo. Por eso recuerda mucho la canción de “La Maringa”. Luis Lozada, “El cubiro”, gran amigo de Mario Parra, le grabó dos canciones: “Lucerito compañero”, y “Llano y pena”. Salvador González, “El Magistral”, cantor guariqueño hoy desaparecido le grabó “Aquellos ojitos tristes”. Y el muy reconocido grupo “Un solo pueblo”, le internacionalizó “Marisela”. Juan del Campo le grabó “Mi novia es muda”, “Amor equivocado”, “Amor valiente”. La letra de estas dos últimas canciones son de su hermano fallecido hace 9 años, abogado Rafael Alfredo Parra Tovar. El catire Carpio también le grabó “Mi novia es muda”.


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Mario Parra ha sido jurado en muchos festivales y en muchos programas: “”Mazorca de oro”, “Maracaya de Oro”. Participando también como jurado, en “Cuanto vale el show”, de música criolla, y donde triunfó Rogelio Ortiz, con la canción “Caballo rucio mosqueado”.

MARIO POR TODOS LOS CAMINOS Ha transitado todos los caminos de Venezuela. Se conoce de memoria ciertas vías, por ejemplo la que conduce a Cabruta, que le trae mucha nostalgia. Se sabe todas las curvas que conducen a San Juan de los Morros, y cada carretera del Guárico. Y los pueblos y ciudades le hablan por si solos a Mario Parra, quien las ha transitado en todas direcciones. Desde hace varios años se encuentra en Cojedes. Las circunstancias de la vida lo acercaron a San Carlos. Ha vivido de aquí y de allá, pero siempre al calor de su inspiración. Con fe y con constancia de quien vive con deleite cada instante de su vida. Y aunque está pasando por ciertos inconvenientes de salud, Mario continúa siendo el mismo. Anda medio renco, y por eso le desea que insertemos aquí, un inmenso agradecimiento a la Dra. Luz María Salazar de Petit, quien le ha atendido gratuitamente la infección que tiene en un pie. Cuando antes se había cansado de ir al Hospital General de San Carlos, sin que le pararan en emergencia ni en ningún sitio. Mario Parra es un patrimonio cultural de este llano, a quien le canta con gran amor desde los quince años, y continúa teniendo la fe y la confianza, a pesar de que muchos hechos le han ido mellando la esperanza. En razón de los tantos ofrecimientos incumplidos, porque, como él refiere, “es difícil la tarea de abrirse camino a través de los bienes del espíritu”. Pero él sigue tesonero, creyendo que en algún momento las cosas se enderezan.

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Don Cristóbal, el memorioso: De Guinchero y chofer, a encachador de machete

ENCACHADOR

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Después de haber estado casi toda su adolescencia trabajando en el aserradero de Chufi, el mismo que quedaba en la cuadra donde hoy está ubicado el automercado “Chino Cantón”, y de haber pasado 13 años como güinchero en las montañas de los alrededores de Sabaneta de Barinas, y de terminar fatigando el tiempo durante 33 años como chofer en los silos de ADAGRO, Cristóbal Linares Canelo, el Don “Cristo” que menciona Silvia, una niña vecina, tomó como si fuera un mandato, desde hace 9 años para acá para pasar su tiempo de jubilado, algo que aprendió de su padre, el oficio de encachar machetes y cuchillos. Y como buen memorioso, lleva la cuenta de haber encachado 2648 machetes, de los cuales 322 eran “Martín Dale”, con un total de 1516 cuchillos de todo tipo. Pero Don Cristóbal no tiene que ver con la inflación, porque desde hace tiempo sigue cobrando 500 bolívares por cada machete encachao, sea de samán macho (o masaguaro), que es la madera que le gusta porque dura más y es fácil de trabajarla, o de taparo, que ya no se consigue porque nadie lo siembra. El precio es el mismo. También utiliza la goma, que debe mojar para que el cuchillo bien afilado vaya “comiendo” y dándole forma a la cacha. Usa el plástico, aunque ya encuentra poco para las encachaduras. El clavo para sostener la cacha era, en principio, de cobre, ahora utiliza de aluminio, que le parece mejor. Comienza picando la madera, que pega del machete con los clavos, y ya montado le da forma a la cacha.


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Hace puertas, mesas y sillas, pero de manera ocasional, ya que ahora la madera es muy cara, y a él le resulta más práctico no ponerse en ese tipo de cosas, que dan muchos dolores de cabeza. A Cristóbal lo enseñó encachar su papá, aunque dice que él lo veía trabajar y así aprendió. Como si hubiese encachado por mera intuición. -Me queda viendo a mi papá, y así pude aprender, afirma Cristóbal.

GUINCHERO Se fue de San Carlos a trabajar en Barinas porque la cosa estaba muy dura aquí, y ya se había casado. Estando en Barinas, un amigo lo recomendó de guinchero (una grúa, pero con ganchos para trasladar la madera de un lado a otro, y montarla en los camiones). A los tres días pegó, lo empleó Santana Caballero, un contratista, que cortaba madera y la sacaba en sus camiones en verano, durante el invierno se trasladaban al taller de Santana, que también era una “chivera”. Le pagaban como guinchero 40 bolívares diarios y la comida. Un sueldo cómodo para entonces. El trabajo comenzaba a las 6 de la mañana. Eran 3 guincheros, y a cada uno le tocaban un determinado número de camiones para cargar. Casi siempre estaban unos 30 camiones, entonces le correspondía 10 a cada guinchero. Ya la madera había sido cortada. Los camiones se metían por picas hacia la montaña. El trabajo de los guincheros consistía en ir sacando las rolas y después de seleccionarlas colocarlas en los camiones. Debían tener cuidado para que el número de las rolas en los respectivos camiones permitiera balancear el peso conveniente. En la montaña estaban en un campamento, de allí salían solo

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en invierno, cuando habían realizado todo el corte de madera, y la sacada de las rolas para los aserraderos. Había un hombre a quien llamaban “mal informado”, cuyo nombre era José Herrera. Y le decían así, porque para relatar cualquier problema, cualquier asunto, acudía a decir: “se me mal informó un caucho”, que no era más que se le había espichado. “Camarita, se me mal informó un muchacho”. Era que se le había enfermado. Todo una forma muy peculiar de hablar. Así pues, que “el camión iba mal informado”, llevaba unas rolas colocadas de manera irregular. Recuerda que esa rola creaba inconvenientes. Y cuando salieron de la montaña, y al asomarse a un caño a uno de los camiones se le salió una rola muy larga. Y creyendo que podían emparejarlo pegando la carga con otro camión, les dio por hacer el trabajo. Y el chofer de ese camión, que era “el mal informado”, se puso a indicarle al otro chofer para que se fuera acercando a la rola que sobresalía, y sin darse cuenta su cabeza quedó aprisionada ente las dos rolas. Así fue como murió el “mal informado” José Herrera.

EL SILBÓN Comenzó a oír los cuentos del Silbón, sobretodo en el mes de mayo, que es cuando se alborota y le daba un poco de temor. A veces se ponía a imitar los silbidos para asustar a los compañeros, y la mayoría de los obreros que eran de Barinas, empezaban a ver por todos los lados, un poco temerosos. -Es el guaro Cristóbal, le gritaban. Pero él seguía desentendido. No vio el Silbón, pero si vio la bola de fuego muchas veces. Y por los otros conoció la leyenda, las tantas historias que habían vivido algunos de los familiares, conocidos o amigos de estos hombres. Más en las montañas, donde cualquier ruido se


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confunde con otro, y se termina por imaginar lo que en realidad no se oye. Pero eran tan precisos y minuciosos los relatos, que terminaba creyéndolos. Cristóbal no es supersticioso, ni dispuesto a suponer cosas, es un creyente a su manera, pero entiende que los diversos acontecimientos que al parecer le sucedieron a muchos conocidos de aquella, debía tenerlos en cuenta. Aunque descreía, dudaba. Demasiados eran los comentarios que oía en el sitio de trabajo, en la “chivera”, y que a tanta soledad, podía fácilmente suponer que en cualquier instante iba a encontrarse con el Silbón. Ya el finado José Herrera le había dicho: -Tenga cuidado camarita, porque yo he oído a ese “desinformado”. Pero Cristóbal no vio a ninguno durante esos 13 años que estuvo en la montaña.

LOS AVATARES DE CRISTÓBAL Lleva 64 años en Cojedes, de los 80 que cumplirá muy pronto. Apenas tenía 16 años cuando llegó a San Carlos, desde Agua Blanca, con su cuñado el trinitario José César. También vinieron sus padres, que luego se instalarían en una casa ubicada en la esquina donde se encuentra hoy la sucursal del Banco Mercantil. Este era un pueblo grande, con casa pintadas de cal y techo, en su mayoría de palma. Las calles eran de tierra, y le nacía mucha paja. Por cierto, le pagaban Bs. 10 por limpiar los frentes, y también los mismos diez bolívares por pintar toda una casa. Trabajó en Mata Oscura, cargando madera en rola, en el camión del cuñado. Tuvo dos novias, la primera, dice Cristóbal, lo quería gobernar, y se alejó de ella. -Mire pues, estaba igualita que aquella canción “María cris-

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tina me quiere gobernar” La otra fue una muchacha llamada Isabel Ruiz, con quien se casó y procrearon 4 hijos (Cristóbal, Augusto, Pedro y Armando). Lleva 58 años de casado. Ya había trabajado en Barinas, en el aserradero de Chufi, en Mata Oscura, cuando su hermano le dijo que necesitaban un chofer en ADAGRO, allí estaba su amigo Pedro Farfán de sindicalista, quien había sido su ayudante en la montaña (así llama él las montañas que quedaban en los alrededores de Sabaneta de Barinas). Entró a trabajar como chofer. Recogía a los obreros en la mañana, y en la tarde los repartía. Eran unos 20 trabajadores fijos, que en tiempos de cosecha llegaban a más porque entraban muchos provisionales.

LAS ENCACHADURAS Hace 9 años que lleva jubilado, y hay dos cosas que puede decir en voz alta sin que nadie le contradiga: -Jamás he ido preso, y el único vicio que tengo el chimó. Ahora se ocupa de encachar machetes, por lo que sigue cobrando una miseria, está apegado a los precios de antes. En un día puede sacar varias cachas, depende del tipo de madera, de goma, y si los habladores no le ocupan mucho el tiempo. -Camarita, como está, le grita Hermito Acuña cuando llega de Valencia a probar su bólido, que a juicio de Cristóbal no llega ni a Orupe. Los habituales son “María”, el viejo raspadero, Simón Pérez, y Agüiño, que pernocta cada medio día. Entre tanto Cristóbal sigue allí, con sus dos gatos, una perra que le regalaron ahora, sus cachas de machete, y su generosa conversa, amplia para con todos sus amigos.


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Joaquín Emilio Toro, una vida de policía

Llegó desde Valencia el 47, porque lo fue a buscar José Gabriel Pernalete, ya que aquí no había quien se quisiera meter a policía. El gobernador era José Domingo Rotondaro. Y lo primero que hicieron fue mandarlo a Camové con una comisión, a echar plomo, porque una banda de comedores de ganado tenían azotada esa zona, y le enviaban los cueros al negro Heredia, el mismo negro Heredia dueño del famoso caballo “Furia”, para que supieran por, su intermedio, que aún estaban allí. Llegando a Camové con un señor Gámez, del Pao. Casi de inmediato le mataron al baqueano. Cuando se asomaron al caserío casi comenzó de inmediato el tiroteo. Estaban muy mal armados, él tenía un revolver tres toletes, que al hacer el primer disparo le quedaba la cacha en una mano y la masa y el cañón le quedaban en la otra. No tuvieron más remedio que replegarse, y entonces le dieron un fusil, 71-84, de 60 tiros. Y el que llevaba el fusil terminó por irse a Guigue, y allá notificó. Lo que permitió llamar al gobernador de Carabobo, quien movilizó unos doce hombres para reforzar a los que se encontraban en Camové. En uno de esos días fue cuando mataron a Juan Olivo, uno de los que allí estaban, y que se la pasaba alardeando con un billete de quinientos bolívares en la mano. Pero en uno de esos momentos le hicieron un tiro de escopeta, y se fue de lado, de nuevo le hicieron el otro tiro. Entonces él gritó: “Mataron a Juan Olivo”, “corre a buscar el billete”, gritó otro. Ellos descansaron cuando vino una tropa de refuerzo, lo que emparejó las acciones, a pesar de que no tuvo conduerma alguna en dispararle al que se le atravesara. Fue la única manera de controlar a los “come ganao”.

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LA PRIMERA VEZ QUE VINO

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El vivía en San Joaquín, cuando se apareció un gocho que compraba burros y se los traía para el llano, y lo palabreó. Allí mismo cogió camino, y llegó a un hato que estaba en Cañaote. Duró un año en ese hato, donde aprendió a ordeñar, y ordeñaba 60 vacas, comenzando a las 2 de la mañana, y terminando a las 11. Salía después a pastorear los burros. Le pegó un paludismo en aquella época. Cuando murió Gómez, tenía 14 años, y se encontraba en Las Cañitas, en el hato de Pedro Medina Ulloa, que a raíz de la muerte del dictador no estaba allí, pero unos negros que vivían en Topo asaltaron el hato. Andaba con ello, la negra Eustoquia, que era amansadora de caballos. “Bien arrecha la negra”, recuerda Joaquín Emilio Toro. Mataron a un negro de Tinaco. Y a los 3 días regresa al hato Medina Ulloa, y a Pedro Emilio Toro se le ocurre decirle que le pague su año de trabajo. Medina Ulloa le respondió: “No te doy un tiro porque no vales la pena”. Como los negros de Topo habían saqueado la casa, a él le quedó un cofre, y le había escondido en el monte. Al abrirlo se dio cuenta que estaba lleno de brazaletes de oro. Y después se le ocurre decirle a la cocinera del hato, que se llamaba Petra Herrera, “lo que soy yo me voy”, “como te vas a ir enfermo”, le respondió Petra Herrera. Pero el hizo su capotera y metió su hamaca. “bueno, si te vas a ir, tómate aunque sea un cafecito”, le dijo la cocinera. De Las Cañitas a Valencia duró 3 días. Allá llegó a la casa de Alejandrina Ríos. “Traigo una fiebre que me está matando”. Después le muestra a Pedro Ríos los dos revólveres y las prendas que llevaba en el cofre. Entonces, esto fue lo que dispuso a los dueños de la casa de vestirlo y llevarlo a recetar. Pero antes habían acudido con las prendas a la casa del señor Cortez, el dueño de los helados “El Polo”, a quien le venden los brazaletes.


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Con eso pagaron en los remedios. Pero el dueño de la Farmacia Caracas, le había dicho a los Ríos: “Tráiganme ese negrito pa’ recetarlo”. Allí le prepararon un líquido rojo (un purgante rosado). “Tómese esto, y después se toma estas 7 pastillas”. Después les agregaría: “apúrese de llegar a casa, porque antes de llegar se caga. Pónganle una bacinilla abajo”. Efectivamente, se cagó, y entre lo que botó estaban unos gusanos con ruedas negras. Eran parásitos porque bebía mucha agua de sabana. Pero dentro de seis o siete días estaba bien. Después de la enfermedad trabajó de policía en Valencia.

HASTA ALLA LO FUERON A BUSCAR En el año 47, llegó José Gabriel Pernalete a Valencia, y se lo trajo a San Carlos, para emplearlo como policía porque según, y que aquí no encontraban gente adecuada. Es lo que dice. En la gobernación estaba José Domingo Rotondaro. Eran tiempos de la Junta Revolucionaria de Gobierno, cuyo Presidente era Rómulo Betancourt, y Joaquín Emilio Toro se metió a adeco. San Carlos, a pesar de ser la capital del estado, tenía una apariencia pueblerina, y casi todas las casas estaban techadas de paja. Lo que le daba un gran aspecto de pueblo. Y eso, y quien sabe que otras razones le metió en la cabeza muchas ganas de irse, porque consideraba a San Carlos una ciudad muy fea. Pero terminó quedándose.

CUANDO LA DICTADURA Cuando Pérez Jiménez cogió el mando, se retiró de la policía, y al tiempo, con Rafael Alvarez se puso a repartir propaganda clandestina. Entonces tenía también unas armas en su casa. Pero al tiempo estaba en el hospital operado, y fue allí donde lo fueron a poner preso. Ya habían detenido a Rafael Gerónimo González, quien fue Jefe de la Policía. En aquel entonces un Jefe

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de la Policía era un civil. Joaquín Emilio Toro, recuerda que Pablo Ruiz, un amigo que él no sabe si todavía vende kerosen, y Tomasa su mujer, lo sacaron del hospital y se lo llevaron a Apartadero. Y de allí cogió hacia Barinas. Teniendo tres meses en Barinas se metió a policía. Al mes, o más tarde, se dieron cuenta que era adeco, y lo pusieron preso. Tuvo preso un año en la cárcel Pública de Barinas. Lo soltaron al año, pero se quedó en Barinas, pero no lo dejaban trabajar, y terminó regresándose a San Carlos. Cuando cae Pérez Jiménez, él había reingresado a la Policía por intermedio de un oficial de apellido Nieves. Por eso, cuando matan a Francisco Lerzundy en Lagunitas, a Joaquín Emilio lo mandan a buscar el muerto. No encontró a ningún hombre que lo ayudara a montar el cadáver en la camioneta, sólo una mujer de nombre Teodora, se le acercó y lo ayudó. Ha sido policía durante todos estos gobiernos democráticos, y lo retiraron el 15 de abril del año 69, cuando el primer gobierno de Caldera. Ganaba Bs. 430. SUS RECUERDOS Joaquín Emilio es un buen conversador, pero a pesar de eso, no suelta prenda sobre hechos y circunstancias que vivió entonces. Aquí pasaba poca cosa, esta era una ciudad muy apacible. Cuando mucho, había que buscar a algunos borrachitos, apresar los actores de alguna pendencia, o sino, en verano, cuando se prendía una casa, empezaba a buscar a todo el mundo y salía corriendo a ayudar a apagarla. Y en la quietud de San Carlos se fue acomodando a esa rutina de pueblo que vive su esperanza a pleno sol, y se acostumbró también a marcar el tiempo entre los espacios de canículas, y esas hemorragias de lluvias que ahogan la sequía.


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Mariángela, teatrera por iniciativa propia

LA ESPERA Mariángela sintió naufragar su esperanza al quedarse aguardando por días y semanas la respuesta de la Compañía Regional de Teatro, y se fue arrinconando en una desconfianza sin términos, que llegó a pensar que aquello era como un antojo de dificultades imposible de vencer, cuando después de tanto empeño y de fatigar a la familia disponiéndose con vecinas de su misma edad, a ensayar “obras” que ella misma inventaba, por lo que había llamado la atención de los suyos y de los demás, que comenzaron a verla como una niña con bastantes cualidades que le daba por ejercitarse en el difícil arte de la actuación. Ya había decidido por meterse de lleno en algo que sentía como si le fuera pertenecido desde siempre, y que era verdaderamente suyo: el teatro, y aunque no le habían respondido el día y la hora cuando se iban a iniciar las actividades, continuaba apegada a esa insistencia, que le pareció siempre un sueño muy cerca de su realidad. Recuerda que fueron días que vivió a la espera de ese algo extraordinario. Los suyos la veían con preocupación, pero se quedaban callados, para no dar pie a que continuará preocupándose más allá de lo que debía preocuparse, pero a pesar de eso, siguió tensa, y aunque no hablaba del asunto, ni tampoco le hablaban, tanto ella, como sus padres, estaban más que sobreentendidos que era lo que le estaba aconteciendo. Así estaba, antes de que la llamaran.

CLASES DE TEATRO Todo aquello hacía tiempo que le venía rondando sus re-

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cuerdos, y se le incrementó al haber terminado sus estudios en la Escuela Básica, cuando en pleno período de vacaciones, su mamá oyó por la radio lo de las clases de teatro. -Mariángela, le dijo, inscríbete allí. -¿En donde? -En la Compañía Regional de Teatro, están anunciando clases de teatro, y llaman a los interesados. En la mañana del día siguiente se fue a inscribir. -Cuando comiencen las clases la llamamos, fue la respuesta que le dieron, después de inscrita. Y desde entoncescomenzó la espera. Trascurrieron días, que le parecieron interminables. Hasta supuso que aquello no pasaba de ser una broma de muy mal gusto. Las ansias le aumentaban, transcurrieron semanas, y al mes y medio, cuando ya se le estaba olvidando lo de las clases de teatro, sonó el teléfono, atendió ella. -¿Está la señorita Mariángela Jiménez? Era una voz femenina, que no le parecía a la de ninguna de sus amigas, pero no podía creer. -Si, soy yo. -Las clases de teatro comenzarán el primer día de este año escolar, en horario de 5 a 8 de la noche. No supo que contestar. Casi grita, y su interlocutora se despidió de inmediato.

LOS INICIOS Comenzaron a parecérsele los días de espera demasiado largos, igual que cuando estuvo deseando que la llamaran, hasta que al fin llegó el día. La noche anterior ni durmió. Cuando llegó a clase empezó a sentirse como si estuviera en otra parte, ya que los profesores eran nuevos, y sus compañeros de clase también eran nuevos. Y cuando le preguntaron:


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-¿Qué fue lo más emocionante que te ha ocurrido en el día de hoy? -Estar aquí, en mi primera clase de teatro. Meses después llegó el Festival de Teatro, con la participación de grupos de varios países, con lo que por supuesto se sintió identificada. Y aunque estaba empezando, fue almacenando aquella extraordinaria lección de los grupos teatrales. Parecía que estaba en su verdadero y único mundo, el de la actuación. Le dio por suponer que ella también debía viajar fuera de Venezuela, a representar al teatro de aquí, por se interesó en participar en ASSITEJ, donde hizo un taller de actuación (en Sanare), y mejor todavía, que hizo muchas amistades de otros estados. Meses después fue a Cantaura, estado Anzoátegui, a Teatro con los Vecinos, participando en la obra de Levy Rossel: “San Carlos Urgente”

SU VOCACIÓN El 25 de mayo cumple años. Es la segunda hija de tres hermanos, del matrimonio de Xiomara Victoria y Antonio José Jiménez. Y aunque siempre le han gustado cosas casi imposibles para ella, como la natación, que nunca ha practicado, que ni siquiera puede ejercitar, porque no sabe nadar. También le encantan los caballos, y por supuesto la equitación. -Me veo en ellos montados, dando igualmente los mismos movimientos que ellos dan. Ella pues, es la joven de las dificultades, le gustan esas grandes metas casi imposibles, que con el teatro está haciendo verdaderamente posible. Mariángela cuenta: “Cuando estudiaba en la escuela, como en el 5º grado, mi mamá me inscribió en la casa de los niños general Manuel Manrique. Allí comienza mi vida como actriz,

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sin saberlo aún, con tan sólo nueve años de edad. En esa escuela se montó La Sayona, yo actuaba representando a ese personaje. Luego se representaría tres veces, una en la plaza Manuel Manrique, otra en Las Vegas, y la última en la pequeña casa de recreación para el Día del Niño. Esta obra fue muy emotiva, porque tenía que ver con el llano y sus leyendas, además de tener muchas cosas características de nuestro estado” 106

ACTRIZ SIN LIBRETO Su vocación ha sido siempre de “teatrera” (aunque la palabra no le guste), y sus padres siempre han estado ayudándole, sin poner reparo alguno sobre su disposición. Cada vez que tenía una oportunidad, no la llegaba a perder. Si estando en 5º grado al escenificarse “La Sayona”, ella fue La Sayona, ya en 6º grado, la mamá la inscribió en un Plan Vacacional, y allí los propios niños hacían sus obras, sin libreto, sino lo que ellos disponían por propia voluntad. A ella se le facilitó mucho ese tipo de actividades, porque era, al igual que hoy, muy habladora. Desde ese Plan Vacacional vino con las ganas de seguir montando aquel tipo de obras, que ya había ensayado. Tomó el garaje de su casa, y siguió ensayando esos largos monólogos que se le ocurrían entonces, iba repitiéndolos con muchas variaciones, y cuando encontraba a alguno de los niños vecinos, lo integraba a esa singular pieza de “teatro”. -Vamos a casa de Mariángela, fue la voz que todos repetían. -¿Qué hay allá?, preguntaba los que no enterados del asunto. -Algo muy divertido. Y no solo los niños iban llegando, sino que muchas madres acompañaban a sus pequeños a ver y a oír a Mariángela.


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Se le multiplicaron sus amigas, y su mamá, si es que llegó a dudar en algún momento de la vocación de su hija, comenzó a comprender que la muchacha tenía mucha pasta de actriz. Por eso, desde entonces, comenzó a buscar algún sitio donde inscribirla para que ella ejercitara sus dotes.

SUS PRESENTACIONES Actriz por vocación, es esta Mariángela, que después de inscribirse para estudiar teatro en San Carlos, se le abrieron de inmediato los caminos. En Ciudad Ojeda, Estado Zulia, en la casa de la Cultura “Otilio Miquilena”, debutó con un monólogo, que por supuesto llamó mucho la atención entre los asistentes, tanto, que al otro día, a las 9 de la mañana le dijeron que no se podía ir, porque tenía que escenificar nuevamente el monólogo, sólo se le ocurrió decir: -Pero yo no tengo ropa para pasar el día. La madre le apretó el brazo, y en seguida contestó: -No quedamos, y dirigiéndose a ella agregó, no te preocupes, vamos a comprar ropa. En la noche, al verla llegar a la sala de teatro, empezaron a gritarle: -¡Nora!, ¡Nora! Repetían el nombre del personaje del monólogo. Sólo pudo decirles: -Hola.

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Los 103 años del catire Bastidas y sus 170 nietos

SE FUE PARA EL ALTO APURE

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“Me vine caminando, como caminan los hombres, a caballo”, dice Pedro Ignacio Bastidas, quien con más de 170 nietos y bisnietos, que son su prolongación en el tiempo, ya anda en 103 años de vida, y sigue lúcido y sin las chocheras de esa edad. Nativo de El Chaparro, estado Anzoátegui, y con más de 70 años entre Apure y Cojedes. Y sólo ha regresado a El Chaparro en dos ocasiones, para que su esposa conociera las mismas vecindades del poeta Angel C. Bello, el mismo autor de “Justo Brito y Juan Tavares”. Además para que también conociera todo ese familión que dejó atrás. Desde allá salió para el Alto Apure, a caballo, para aprender el trabajo del llano. Eso cuenta Pedro Ignacio. Después que había muerto su progenitora, y estando en la casa de Cleto Bastidas, le entró esa idea. Mucho trochó por aquellos caminos de sabana, hasta llegar a la misma frontera con Colombia, al hato “La Victoria” de Daniel García, ubicado en el lado de acá de Guasdualito, la antigua Periquera. Por allí pasaban el ganado para “Boca de Monte”. Lo primero que hizo fue ser caballericero, aprendió después a jinetear, y a torear con ramas de capa ratón o algún trapo. Se había traído algún dinero de oriente, y cuando se fue de “La Victoria” llevaba encima 11 morocotas. Cuando la morocota valía 26 pesos, o sea 104 bolívares, porque cada peso eran 4 bolívares. La media morocota valía 12 pesos y medio, y la libra 5 pesos y medio. De eso se hablaba para entonces. En Guasdualito compró una faja, que no era más que una correa de un jeme de ancho, con varios compartimientos


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para meter el dinero. Casi no había billete, y era muy corriente el oro. Además de la faja, se hizo de una silla de montar, que le importó 30 pesos, la silla tenía dos cañoneras, o sea una especie de alforjas para meter cosas. La faja valía 5 pesos, y un caballo bueno por 30 pesos. A la silla le puso un pellón que le costó 10 pesos. El pellón era una especie de tejido de pabilo que colocaban encima de la silla para montar. Quiso regresarse, y al llegar a Calabozo había fiesta. Se emparrandó y al día siguiente supo que le quedaba una sola morocota.

DE CALABOZO A PIÑERO Por los múltiples caminos del tigrito vino hasta Hato Piñero. Se hizo amigo de Rafael Pérez, y hasta jaló machete en ese entonces, algo parecido a una afrenta para un hombre de a caballo. Se aguantó un tiempo con los Barreto, en la Trinidad Barretera, donde estuvo por más de un año. Luego conoció a don Ladislao Iturriza, quien andaba en una mula zaina, y le dio trabajo en Buena Vista, y con don Ladislao duró unos 30 años trabajando. Lo llevó a ser vigilante de Los Güices, y lo hizo socio en La Concordia, desde donde pasaría a Los Claveles, de Antonio Olaizola, hasta que hizo su finca en La Coromoto Capaban al ganado enlazándolo en el corral, mientras los otros animales seguían apiñados en una esquina, y a veces alguno partía, entonces el catire Bastidas agarraba unas ramas de capa ratón y le sacaba un lance al toro que le embistiera, en otras oportunidades los toreaba con un pedazo de saco o con una camisa. Ganó fama de torero. Cuenta que aquello no le daba miedo, sino que lo hacía con muchas ganas de enfrentar al animal y dominarlo con aquellos lances que deslucían al toro.

EL TORO MELENUO Recuerda al caballo “Cafenol”, que montaba Aquilino, unos

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días, y en otros, lo montaba Dionisio Colmenares. Muy buena soga, ambos. También sale a colación lo del toro melenudo. Un toro negro tinto, con los ojos coloraos. Y todavía, los llaneros con quien uno conversa, casi lo recuerdan como el diablo, llegando a sentenciar, como si a caso lo estuvieran allí mismo, “es que era negro el bicho”. Por todos esos contornos le tenían mucho miedo, porque el toro no se barajustaba sino que les embestía. Hasta Julio Ramón Montenegro, dueño de La Culata le disparó con un rifle, y no le hizo nada. Vinieron muchos de Apure a enlazarlo, como Víctor Julio Hernández, Pedro Sabás Aranguren, y Edmundo Torres, quien no era apureño, pero de allá vino, y ninguno pudo enlazarlo. No le chocaban al toro, porque el toro les iba de frente, y le lanzaba cornadas al caballo. El toro tenía fama de alzao y peligroso. Lo terminó amarrando Gregorio Bolívar, el padre de Bolivita.

CUANDO LE LLEVARON LA BURRA Una sola vez se ha enfermado, y fue de hematuria. Para entonces tenía su esposa. Y le llegó un señor de El Baúl, a quien mentaban “Paramuerto”, pero su nombre era Félix García. Cuando supo lo del enfermo le dijo: “señora, si usted quiere se lo curo”, “caramba, nos hará un gran favor”, “¿y que tiene por ahí?”, “lo único de que dispongo es de una burrita”, le contestó la mujer de Bastidas. “Bueno, también sirve”, le respondió “Paramuerto”. Entraron en trato, y le dio una botella con un líquido negro. “Por la mañanita me le da una cucharada, no le de café, y me tiene una gallina acomodada cuando venga”. Después que le dieron el bebedizo, de inmediato se puso a vomitar”, en eso llegó “Paramuerto”, “búsqueme una cobija de algódón”, dijo, la mojó y se la puso en el cuerpo. Le dio caldo de gallina, y salió al monte, donde sacó raíz de mato, raíz de onoto, de mora, y tripa de tapara, con lo que le preparó otra cosa. Y “Paramuerto” se


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fue, llevándose la burrita, por supuesto. Al pasar por la posada de Ezequiel Rojas, este supo lo del trato, y le dijo: “Como le vas a quitar esa burrita a esa gente”. “Pero bueno, es el pago por los remedios”, “dime, ¿cuanto vale la burra?”, “vale 4 pesos”, “toma los 4 pesos, y regrésale la burra”. De esa manera le regresó la burra a Pedro Ignacio Bastidas.

QUE NO HA VISTO PEDRO IGNACIO En más de un siglo de vida, es normal que Pedro Ignacio Bastidas haya visto lo necesario, desde la gripe española, el año del hambre, el año de la langosta, la oscurana, hasta que llegó a Cojedes y se asentó con su familia, que bien puede poblar un barrio completo. Ha transitado tanto tiempo, y tanto camino, desde El Chaparro, en el estado Anzoátegui, a Guasdualito, en Apure, en plena frontera con Colombia, y de Mantecal a Valencia arreando ganado. Su vida transcurrió en un caballo, pero todavía se acuerda cuando en su pueblo, estando muchacho, se atrevió a proponerle ciertas cosas a una negra, y esta lo chaparreó, en pleno cuarto, cuando estaba desnudo. Ahora está viviendo en Los Samanes, lúcido, y con ganas de seguir más allá del 2000, quizás “para seguir caminando, como caminan los hombres, a caballo”.

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Don Elías Castro, llanero de una sola pieza

UN PERSONAJE NOVELESCO

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Oír a don Elías Castro es como asomarse a un pedazo de tiempo detenido, ya que él se asemeja al estereotipo de un personaje de novela que a un personaje real, y que ha vivido tantos hechos insólitos, después de estrasijar la intemperie del llano en todas las actividades posibles, desde becerrero a cachilapero, y de arreador de ganado a encargado de hato, cubriendo su existencia, desde su arisca mocedad, hasta enraizarse en los avatares de una adultez ávida de propósitos, que únicamente el tiempo fue sosegando, y que casi termina cuando la aparición de los camiones hizo que los miles de rumbos de la sabana se fueron estrechando en uno solo, y tomaron un nombre de multitud, bajo fonética espesa, que de inmediato bautizaron como la “carretera”. Liquidando los tantos vericuetos de caminos, y las múltiples veredas de la sabana, por necesidad de oficializar las distancias, en disposición de gobierno que precisaba en regimentar la intención ciudadana.

SU TEATRO DE OPERACIONES Este Elías Castro comunica no sólo con la palabra sino con los gestos, y va hilvanando cada una de las circunstancias que el tiempo le ha permitido vivir con la cadencia precisa de un habla generosa, como si realmente estuviese aconteciendo en ese mismo instante. Se conoce las mínimas trochas que el ganado abrió para huir del lazo, que también era hierro cuando encerraban a la cimarronera y salazón de carne en los mercados. Viajó desde Apurito a Valencia con arreos de ganado, en pleno invierno, cuando la sabana era un espejismo de agua, que


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para avanzar había que ir con la intención en entre ceja y ceja. Abriéndose paso entre caños y ríos crecidos, que debían vadearlos con cautelas, evitando además de los remolinos de agua, a los caimanes, tembladores, rayas o caribes, avecindados en la madre vieja del río o fuera de ella, en el nuevo cauce que se abría a disposición de la carama, mientras que hombre y caballo andaban a la espera de cualquier circunstancia que les fuera propicia. Fue buen lazo en las cachilaperas que se organizaron desde “vijiadero” en Las Galeras, donde estuvo con el legendario Teodoro Heredia, montando a un rucio llamado “Villalobos”, y fue hasta más allá del río Apure, o en este lado, donde ya es Barinas . Y también trabajó como encargado del hato “Los Araguaneyes”, del muy célebre Nicolás Llovera, el mismo de quien mentaban que poseía 600 gatos negros, y que vendía 3000 novillos cada año. También estuvo 6 años con el general Alfredo Franco y José Manuel Franco, en un hato de estos, en Barinas, en la costa Apure. Al igual que con Pulido en “Mata e’ Bárbara”. Luego con los reales de un señor Solórzano compraba ganado en todo este llano, y los vendía en Maracay. Nació en Espinito, y se lo llevaron pequeño para Manglarito, cerca de Paraima. Y todo esos parajes, de Cojedes, Barinas y Apure, han sido su “Teatro de Operaciones”.

CUANDO ENLAZÓ AL TIGRE Cuando estaba en Apure consiguió un contrato para agarrar novillo cimarrón, a Bs. 50 cada uno, en el hato “Matapalo”, ubicado entre el río Matiyure y el “San Pablo”, pagüeño, hato que fuera del general Páez. Ahí fue con un caballo comprado a José de la O. Cordero, el dueño de “La Horqueta”, a quien le llevó una carta de Ulpiano Castillo. Cuando este le dio la carta, le dijo después: “Catire, venga pa’l pesebre, escoja el que le guste de estos seis caballos, que yo le pongo el nombre”. Y de inmediato

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le llamó la atención un caballo rucio mosca colorá. “Ese es bien bueno, vale 1200 bolívares, es un caballo de rodeo a rodeo”, le dijo José de la O. “Pero parece un poco caro”, le contestó Elías Castro. “No se preocupe, lléveselo, que ese caballo me lo paga Ulpiano”. Montado en ese rucio mosca colorá llegó a “Matapalo”. Un día en la mañana cuando había agarrado varios toros, se acercó al río a tomar agua, le aflojó la cincha y le quitó el freno para que el caballo bebiera mejor el agua. “Eso es costumbre del llanero”, dice. Después se da cuenta que a unos cien metros esta una “cepa e’ tigre” lamiéndose el pecho, él no tenía salida, porque debía regresarse por el mismo camino, y de inmediato decidió. Le ajusta la cincha y le pone el freno al caballo. Se montó y agarró la soga, habló duro y apretó los ijares de la bestia, y se fue contra el tigre, que estando descuidado se apartó ante el ruido, pero él lo enlazó. De inmediato llegaron los otros llaneros, que como estaban cercanos oyeron el ruido, y se acercaron a las inmediaciones del río. Y un muchacho de Lecherito que venía en un alazano brioso lo enlazó. Así que jalando de varios lados, corrieron hacia un palo que les quedaba enfrente, y allí lo pegaron. Terminaron de matar a palos a un tigre medio aturdido e incómodo. Repararon más tarde que el tigre era tuerto. Aquello le dio más fama de hombre de a caballo, y con guáramo para enfrentarse a todo situación difícil.

CORRERIAS POR LA COSTA APUREÑA Casi al poco tiempo de irse de Cojedes, comenzó a trabajar en uno y otro lado del río Apure, hasta que terminó asentándose en un hato propiedad del general Alfredo Franco, y donde estaba el hijo de este, José Manuel Franco. Donde duró como 6 años. Ya él se había entrenado en el oficio de arreador de ganado desde la costa Apure hasta Valencia, vadeando los innume-


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rables caños, y los tantos ríos crecidos. Toda una actividad para hombre recio y sin flojera. Quedándole muchas amistades, y muchos vínculos entrañables. Desde allá trajo 630 novillos, que al llegar a Valencia pesaban más que cuando salieron. Sorprendiéndose José Manuel Franco del hecho. “¿Que como hice?”, se pregunta el propio don Elías, “Son las artes del oficio, que uno conoce”. Y me ve y dice: “Créame que fue así.”.

CON NICOLAS LLOVERA Nicolás Llovera tenía 4 hatos, entre ellos El Carito, al que le decían Carito Gomero porque fue del dictador Juan Vicente Gómez, quien por cierto compró el hato hereje en Cojedes, valiéndose muchas veces, del Dr. Barreto Méndez como persona interpuesta. Así quedó en sus manos “La Fortuna”, y tal vez el “Carito” que se encontraba en la misma zona. Hato que cuando fue propiedad de Nicolás Llovera lo bautizó como “Los Araguaneyes”. El también fue dueño de “Santa Cruz” y “La Fe”. A Nicolás, según don Elías Castro, le inventaron muchas cosas, de que si tenía vínculo con el “cachúo”, por aquello de los 600 gatos que merodeaban su casa, y a los que le mataba un res semanal. Pero no era más que un hombre recto, que le gustaban los animales, y que le daba por usar la palabra “saramullo”, para dirigirse a los flojos. Expresión que nadie entendía, y que a lo mejor hasta llegaban a confundir con algún conjuro. Otra caso que también le llamaba la atención a la gente era aquel macho negro pico blanco que montaba cuando iba para la ciudad. Y en noche cerrada parecía una luz trochona, porque lo que podía verse era la trompa del macho. Su mujer se llamaba María Lucía, y el servicio una “maneta” a quien mentaban Pancha. Eso recuerda Elías Castro. En Los Araguaneyes se mantuvo por varios años. El mismo día que llegó, le dieron un caballo rucio llamado “telegrama”. Y fueron a vaquear. Eran 60 hombres a caballo. Ha-

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bía un toro barroso cacho negro que no habían podido agarrar nunca. Al desprenderse del grupo se topó casualmente con el toro, y el caballo lo sobrepasó, y pudo enlazarlo. Cuando le dio la noticia a Nicolás Llovera, este le dijo: “se te fue el toro”, “no señor, allá está amarrao”, pero Nicolás no creía. Eran tiempos de la cimarronera, cuando apenas aparecía tímidamente el alambre de púa, y la sabana era una sola, y el llanero pasaba años de un lado al otro cachilapeando, porque había ganado hasta con “comejen” en los cachos, que no se dejaba ver por ningún cristiano. Tiempos de hombres, y de trabajo duro. Tiempos que vivió y sigue memorizando este personaje novelesco que es don Elías Castro.


Ă?ndice



Rafael Vilorio, alfarero y memorioso A los 38 años de “El porteñazo”...

11

El viejo Vilorio, del Tinaco de siempre

15 19

Josefina Cavalcanti

24

Nuestra Señora del Rosario

29

Pilar Pérez, fundador de Mango Redondo

33

Engels Pedroza: En las puertas de la gloria

39

Arsenio Freites, El heredero de “La Sevillana” Giusti mata al General Zamora en Guanare

42 48

Pedro Manzanero... 40 años de rezandero

49

Carlos Navas un “buceador” de agua dulce

53

Carneli Carrasquero, desde los 13... Francisco Lo Russo

58 62

La virgen de El Topo

67

Papán, el Rey del ñame...

72

Tadeo, un cojedeño en la televisión

77

... y cuando a Papán lo confundíancon Pedro Infante 79 Las historias de Hermógenes Mireles 82 Fernando Ramón Rivero, músico por una mujer

86

Mario Parra, un cantautor lleno de fe y esperanza

90

Don Cristóbal, el memorioso Joaquín Emilio Toro, una vida de policía

94 99

Mariángela, teatrera por iniciativa propia

103

Los 103 años del catire Bastidas y sus 170 nietos Don Elías Castro, llanero de una sola pieza

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Fundación Editorial El perro y la rana Imprenta Regional Cojedes Eduardo Mariño Diseño Gráfico Deibi Díaz Corrección y Edición José Baute Impresión y Montaje

Esta edición de 500 ejemplares se culminó en OCTUBRE de 2009 en la Imprenta Cojedes de la Fundación Editorial "El perro y la rana" En su impresión se usaron tipos Ottawa y Georgia


Manuel Mérida Escritor, columnista y productor de programas radiales de política y opinión. Su primera publicación fue El talismán de Herodes (1990), cuentos emparentados con su novela Las horas desapercibidas, de próxima aparición. Con Maisanta entra en pelea fue finalista del premio Miguel Otero Silva de Novela de la Editorial Planeta en el ‘92. También ha publicado poesía, Los íntimos arreboles del tiempo (1995). El presente volumen reúne algunas entre más de un centenar y medio de crónicas sobre Cojedes y su gente que publicó -bajo ese mismo título, en el Diario La Opinión, del que fue Director por varios años.

El llano no son sólo los horizontes distantes, los ríos y sus costumbres. Básicamente el llano es su gente. Gente que como los personajes de este libro, se esfuerza en construir cada día un porvenir para todos los que vivimos en estas “pampas que surca el Cojedes / y fecundan los rayos del sol”. Gente a la que Manuel Mérida, uno de los más polémicos y conocidos autores de Cojedes, nos acerca en esta compilación de crónicas y testimonios de nuestra identidad regional.


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