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LITERATURA
Una obra sencilla, pero edificante. Una biografía relevante del siglo XIX que sigue vigente a pesar del tiempo. Fue escrita por el teólogo escocés James Stalker. Publicada en 1879, aborda cuidadosamente cada etapa de la existencia del Señor.
LA VIDA DE JESUCRISTO
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Entre las personas que el edicto de Augusto,
desde lejos, arrojó a los caminos, estaba una humilde pareja de la villa de Nazaret de Galilea, José, carpintero de la aldea, y María, su esposa. Para inscribirse en el registro debido, tenían que hacer un viaje de unos 150 kilómetros, porque a pesar de ser aldeanos, tenían en sus venas la sangre de reyes y pertenecían a la antigua y real ciudad de Belén, en la parte meridional del país. Día por día la voluntad del emperador, como una mano invisible, los impulsaba hacia el sur, por el pesado camino, hasta que por fin ascendieron la pedregosa subida que conducía a la puerta de la población; él amedrentado de ansiedad, y ella casi muerta de fatiga. Llegaron al mesón, pero lo hallaron atestado de forasteros que llevando el mismo negocio que ellos, habían llegado con anticipación. Ninguna casa abrió amistosamente sus puertas para recibirlos, y se resolvieron a preparar para su alojamiento un rincón del corral, que de otro modo hubiera sido ocupado por las bestias de los numerosos viajeros. Allí, en esa misma noche, ella dio a luz a su hijo primogénito; y por no haber una mano femenil que la ayudara, ni cama que lo recibiera, lo envolvió ella misma en pañales y lo acostó en un pesebre.
Libro sencillo pero edificante, con más de ciento sesenta ediciones desde su aparición,
“La vida de Jesucristo” es una semblanza preponderante del siglo XIX que sigue vigente a pesar del tiempo. Lanzado en 1879, repasa cuidadosamente cada etapa de la biografía del Señor. Escrito por el teólogo James
Stalker, ofrece una mirada seria, profunda y respaldada en las Sagradas Escrituras sobre la historia del
Hijo de Dios. Llegamos ahora al tiempo en que, después de treinta años de silencio y retiro en Nazaret, iba Jesús a presentarse en el teatro de la vida pública. Es pues, el punto en que conviene hacer un examen de las circunstancias de la nación en la cual iba a trabajar, y formar un concepto claro de su carácter y de sus propósitos. Toda biografía notable es el registro de la entrada al mundo de una nueva fuerza, que trae consigo algo diferente de todo lo que ha habido antes, y del modo en que esto nuevo es gradualmente incorporado con las fuerzas conocidas, para formar parte de lo futuro. Es obvio, pues, que los que quieren formarse idea de esta fuerza necesitan dos cosas: primero, una clara comprensión del carácter de la nueva fuerza misma; y segundo, una consideración del mundo en que se ha de incorporar. Sin esta, no es posible entender la diferencia específica de aquella, ni puede apreciarse la manera en que será recibida; es decir, la bienvenida que le sea dada o la oposición con que tenga que luchar. Jesús hizo al mundo el aporte más original tendiente a modificar la historia futura de la raza que lo que ha traído cualquier otro. Pero no podemos comprender ni su carácter, ni las dificultades que confrontó mientras procuraba incorporar en la historia el don que traía, sin tener una idea clara de la condición de la esfera en que iba a pasar su vida.

RIGUROSA INVESTIGACIÓN Resultado de años de paciente y rigurosa investigación, la obra del siervo Stalker es una exploración precisa que examina el nacimiento, la infancia y la juventud de Cristo, su ministerio, muerte y resurrección. Dividida en ocho capítulos, es una excelente herramienta para aprender sobre la cultura y el contexto histórico que rodeó al ministerio de Jesús de acuerdo a diversos expertos de la comunidad evangélica internacional.
Cuando él salió del desierto después de los cuarenta días de tentación, con su plan para el futuro mejor comprendido y más asegurado por aquella terrible lucha, y con la inspiración de su bautismo que henchía aún su corazón, apareció otra vez en la ribera del Jordán, y Juan lo señaló como su gran sucesor, del cual había hablado frecuentemente. Lo presentó especialmente a algunos de sus discípulos escogidos, quienes

Llegamos ahora al tiempo en que, después de treinta años de silencio y retiro en Nazaret, iba Jesús a presentarse en el teatro de la vida pública. Es pues, el punto en que conviene hacer un examen de las circunstancias de la nación en la cual iba a trabajar, y formar un concepto claro de su carácter y de sus propósitos.
Cuando él salió del desierto después de los cuarenta días de tentación, con su plan para el futuro mejor comprendido y más asegurado por aquella terrible lucha, y con la inspiración de su bautismo que henchía aún su corazón, apareció otra vez en la ribera del Jordán, y Juan lo señaló como su gran sucesor, del cual había hablado frecuentemente.
al momento se hicieron discípulos de Jesús. Es probable que el primero de estos a quienes Jesús habló fuera el hombre que más tarde había de ser su discípulo favorito y dar al mundo el más inspirado retrato de su carácter y vida. Juan el Evangelista —porque en verdad lo era— ha dejado de este primer encuentro, y de la entrevista que siguió, una narración que retiene en toda su frescura la impresión que la majestad y pureza de Cristo hicieron en su alma impresionable.
Sólido en lo doctrinal, vívido en detalles y ubicado como uno de los preferidos por los seguidores del Creador, este texto concatena de forma magistral los tres evangelios sinópticos y el del apóstol Juan para formar una narración impecable acerca del hombre que murió por los pecados de la humanidad. Su pulcritud, sustentada en la Biblia, se complementa con elementos esclarecedores extraídos de descubrimientos comprobados.
El campo en donde desplegó su actividad durante los siguientes dieciocho meses era bastante reducido. Aun toda la Palestina era un país muy limitado: bastante menor que la República de El Salvador, y apenas un tercio del área de Costa Rica. Es importante que se tenga esto presente, porque hace inteligible la rapidez con que el movimiento que inició Jesús se extendió por todo el país, y cómo las multitudes le siguieron de todas partes. Es de interés recordar esto como una demostración del hecho de que las naciones que más han contribuido a la civilización del mundo han sido limitadas, durante el período de su grandeza, a territorios muy pequeños, Roma no era más que una sola ciudad, y Grecia era un país muy pequeño.
ESPERANZA REAL
Personaje distintivo del cristianismo escocés, el hermano James impulsó, a lo largo su existencia, la predicación de la sana doctrina no con la sabiduría humana, sino con la gracia del Altísimo. Oriundo de la localidad de Crieff, donde vino al mundo el 21 de febrero de 1848, fue un ferviente defensor de la veracidad de las Escrituras. Portavoz del mensaje del Mesías, se entregó de lleno a estudiar a fondo los días terrenales del Redentor.
Durante todo un año Jesús prosiguió su obra en Galilea con energía incesante, andando entre las multitudes dignas de lástima que solicitaban su ayuda milagrosa y aprovechando toda oportunidad para derramar sus palabras de gracia y verdad en el oído de la muchedumbre o del ansioso inquiridor solitario. En centenares de hogares a cuyos miembros había devuelto la salud y la alegría, su nombre debe de haber llegado a ser el asunto principal de conversación. Miles de espíritus cuyas profundidades habían sido movidas por su predicación, pensaban en él con gratitud y amor. El eco de su fama resonaba cada vez más distante. Por algún tiempo parecía que todos los de Galilea iban a ser sus discípulos y que el movimiento comenzado de esta manera podría con facilidad extenderse hacia el sur, venciendo toda oposición y envolviendo todo el país en un entusiasmo de amor para con el que los curaba, y de obediencia al Maestro.
A través de “La vida de Jesucristo”, el reverendo Stalker dejó una lección de fe que recoge con claridad la presencia de aquel que fue tan importante cuyo nacimiento marcó el inicio de una nueva época en la Tierra. Y es que si alguien merece nuestra atención es el Salvador, un ejemplo perfecto de cómo existir en medio de los sufrimientos de los últimos días, el único que brinda una esperanza real.
Ellos habían conseguido arrebatar a su víctima de las manos de Pilato, en contra de la voluntad de este, y “tomaron entonces a Jesús y le condujeron fuera de la ciudad”. Al fin podían satisfacer su odio en el más alto grado. Lo llevaron precipitadamente al lugar de ejecución, con todas las manifestaciones de un triunfo inhumano. Los ejecutores eran soldados de la guardia del gobernador; pero moralmente la acción pertenecía por completo a las autoridades judías. Ni aun así quisieron dejarla a cargo de los empleados de la ley a quienes correspondía, sino que con indecorosa ansiedad se pusieron ellos mismos a la cabeza de la procesión, con el objeto de celebrar su venganza contemplando los sufrimientos de Jesús.