Revista Santa Ángela 32

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a verdad es que me hace mucha gracia cuando oigo que una madre le dice a su hijo: hijo mío, ¡qué “jarta” me tienes!, (para los que no lo entiendan he de aclarar que “jarta” significa “harta”: que está hasta la coronilla, ¡vamos!) ¡Con lo que quieren las madres a sus hijos! Lo que pasa es que, como dijo alguien: la paciencia tiene un límite, pero yo estoy convencido de que la de las madres no tiene fin, aunque a veces disimulan. Me gusta la revista de agosto especialmente porque tiene una línea infantil, por lo menos en parte, por eso yo quisiera decir a los chavales que a las madres hay que darles muchas alegrías. Por ejemplo con buenas notas del cole, ayudando en las cosas de casa, con manifestaciones de cariño, dándole siempre la preferencia en todo, no siendo caprichosos, comiendo las “lentejas y la verdura”, etc...

rra, con mucho polvo y cuando llovía con mucho barro, jugando con sus amigas, pocas porque no había muchas casas ya que aquel lugar era de las afueras de la ciudad. ¿Tú sabes que Sevilla estaba rodeada de murallas?, pues por donde está la casita tenía la muralla una puerta que se llamaba: “Puerta del Sol”. Algunas veces iría a misa al convento de los Padres Trinitarios en el que trabajaba su padre, aunque creo que iba más a la Parroquia de Santa Lucía donde su madre cuidaba un altar en el que estaba la Virgen de la Salud, allí fue bautizada e hizo su primera comunión.

Me hubiera encantado haber conocido a Sor Ángela de niña, porque oye, que Santa Ángela también fue niña. ¿Tú has visitado la casa donde nació?, si me dices que no, dile a tu madre que te lleve a verla sin falta, está en Santa Lucía, 5. Yo me la imagino corriendo por aquel barrio de la Trinidad, cuyas calles eran todas de tie21


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