"Maestros.Traiciones" de Roberto Videla | Pasto Ediciones

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Pasto Ediciones invita a la presentación del libro Maestros. Traiciones. de Roberto Videla. La misma tendrá lugar el próximo miércoles 21 de septiembre a las 19:30 hs en el Patio Menor del Cabildo de Córdoba. La presentación de Maestros. Traiciones., como acto lanzamiento de Pasto Ediciones, es una actividad de programación de la Feria del Libro Córdoba 2016.

Presentan al libro: Rodrigo Cuesta (El Cuenco teatro) Daniel Maffei (Facultad de Artes UNC) Alejandro Romanutti (Teatro Fra Noi) Ignacio Tamagno (Pasto)


Sobre el libro Dice Roberto Videla: "El libro cuenta mis encuentros con gente extraordinaria, la que me formó, la que me abrió caminos en el teatro, el cine, el amor, la amistad. Intento rescatar el vínculo complejo entre maestro y discípulo, ese nudo de luz, amor, exigencias, también desilusiones." Nota Demian Orosz / La Voz del Interior http://www.lavoz.com.ar/numero-cero/ roberto-videla-vivo-mas-feliz-si-logrocompartir-lo-que-amo


Sobre el autor Roberto Videla naciรณ en Gral. Alvear, Mendoza, en 1948. Es actor, director y escritor, ademรกs de Profesor Plenario en la Facultad de Artes de la UNC. Figura clave dentro del teatro de Cรณrdoba, lleva publicada una importante obra literaria con la que se ha posicionado en referente de la autoficciรณn y la literatura autobiogrรกfica. Entre sus libros destacan: Animales (2008; Babel Editorial), Perla (2014; Llantodemudo Ediciones), La intimidad (2015; Editorial Mansalva) y Dichas y quebrantos (2016; Borde Perdido Editora). Maestros. Traiciones. es su primer libro publicado en Pasto Ediciones.


Sobre Pasto Pasto es un proyecto editorial villamariense abocado al desarrollo de libros de diseño, y a la divulgación del saber editorial mediante las redes sociales. Su naciente catálogo está compuesto por una cuidada selección de títulos de poesía, teatro y diseño de importantes autores nacionales e internacionales tales como: Carina Sedevich, Eloísa Oliva, Mariela Laudecina, Elisa Gagliano, Rodrigo Cuesta y Roberto Videla. La presentación del libro Maestros. Traiciones. en la Feria del Libro de Córdoba 2016 constituye su lanzamiento oficial al mundo editorial y público en general. Otros títulos de próxima aparición son: Cuadernos de Lolog de Carina Sedevich; El otro Monte de Mariela Laudecina; y las obras completas del reconocido director y dramaturgo Rodrigo Cuesta.


Maestros. Traiciones. Roberto Videla

(Extracto del libro)


Maestro, mi maestro querido, mi corazón no aprendió tu serenidad, mi corazón no aprendió nada, mi corazón se perdió. ¿Y por qué me enseñaste a usar la vista si no me enseñaste a tener un alma para ver claro? ¿Y por qué me llamaste a lo alto de los montes si yo, un chico de las ciudades del valle, no sabía respirar?

Fernando Pessoa Comprende que todo será ahora mucho más corto –lo único seguro es el próximo instante–, por eso utiliza una Polaroid y dispara a las magnolias caídas junto al tronco arrugadas y húmedas como pañuelos de despedida.

María Moreno, Demasiado peinado Durante un paseo en coche, el narrador cuenta cómo escucha la voz de tres árboles junto a los que pasan: “Lo que no aprendas hoy de nosotros no lo sabrás nunca. Si nos dejas caer en el fondo de este camino desde el que nos intentamos alzar hasta ti, esa parte de ti mismo que nosotros te aportamos caerá en la nada para siempre.”

Marcel Proust, A la sombra de las muchachas en flor


Verdad, belleza

Estamos terminando de comer, andaremos por la fruta, creo que ya los platos se han levantado; es una mesa muy larga, tablones forrados en papel blanco que hace de mantel; el salón muy grande parece una cuadra militar o un salón de actos de colegio y está lleno de jóvenes con ropa de trabajo teatral, de training, de entrenamiento: buzos desteñidos, remeras deshilachadas, colores verdecitos, amarillos, grises. Todos, chicos y chicas, parecen desprolijos, de pelo largo, muchos rubios, todos descalzos. Yo soy uno de ellos. Es verano, es mediodía, pero entra poca luz por las ventanas empañadas, el ambiente está muy cargado en ese salón grande lleno de ecos, todos hablan muy excitados, muy alto, hay mucha vitalidad, alegría y fervor, entusiasmo, han/hemos trabajado toda la mañana, es uno de los encuentros organizados por el Odin Teatret, no es el ISTA, o sea el encuentro de estudiosos de Antropología Teatral, sino uno de los encuentros de base, un encuentro del Terzo Teatro, que creó Eugenio Barba alrededor de 1976 con los grupos europeos y latinoamericanos que lo seguían. Adoradores de Grotowski, del entrenamiento fuerte casi como una religión, acróbatas, 8


zanquistas, buscadores de la voz plena y de las imágenes preñadas de poesía. Barba está sentado al frente, un poco hacia la derecha. Los que estamos cerca lo escuchamos absortos: dice que en realidad todo es muy simple, que el arte está siempre a mano y que cualquier situación puede generar verdad y belleza, que simplemente se trata de combinar los elementos cercanos de la vida de un modo particular. De repente hace un movimiento inesperado: se sienta sobre uno de sus actores, el que está a su lado. Este comprende al vuelo y lo acoge como si fuera un bebé, se ensancha y amplía, lo acuna, su cuerpo simplemente se hace enorme al abrir mucho los brazos como si fueran los apoyabrazos de un sillón antiguo que acuna al rey loco, a un rey que parece un enano deforme, un Ricardo III, alguien salido de una tragedia de Shakespeare. Barba ríe y habla en una lengua extraña y se debate como un bebé enfermo. La imagen tiene lo que nos decía, es bellísima y perturbadora. Otro de sus actores, Torgeir, de largo pelo rubio ceniza y ojos sonrientes inquietos, muy delgado, se acerca lento por detrás del sillón humano, se apoya en el respaldar, o sea en la espalda de quien sostiene a Eugenio, se contorsiona suave como si bailara y con un gesto muy delicado, casi femenino, erótico y candoroso, comienza a abrirse la camisa celeste o verde, gastada, y a acariciarse 9


apenas el pecho lampiño al desprender cada botón con sus dedos muy largos. El rey monstruo se retuerce de placer, a las carcajadas, está girado hacia atrás mirando al súbdito que se le ofrece. La escena es violenta, fuerte, y comienzo a llorar a mares de emoción, como tantas veces lo hice en los espectáculos del Odin. Todos han quedado quietos, algunos también lloran, pero eso lo veo después, es que solamente tengo ojos para mirar lo que sucede. El grupo, ese trío, se desplaza un poco hacia atrás, apenas. Colores pardos, amarillos, secos, oscuros; parece una película de colores desvaídos. Barba de improviso desarma la escena, se incorpora, vuelve a sentarse en su silla y dice algo así como: “¿Vieron que es posible?”. Me gustaría que Eugenio me viera llorar, que se diera cuenta de que su enseñanza caló hondo en mí, que sé aprender, que estoy lleno de vida, abierto, que soy emocional, que tengo lo que requiere ser un actor, que me cobije. Una chica rubiecita, sentada justo delante, me dice que por qué no me inscribí en las actividades del grupo, que me perdí algo muy importante ya que el aprendizaje durará mucho tiempo, tal vez años. Me confundo. Yo llegué a tiempo. He quedado excluido, no entiendo, miro a los demás, todos con sus actividades aseguradas, todos jóvenes. Ahí es cuando noto que muchos lloran. Ella me dice que tal vez no sea tan tarde, que hable con Barba y le explique el equívoco, pero que tampoco ella 10


entiende por qué no estuve cuando decidieron eso, y lo dice culpándome de algo que no he cometido: descuido, llegar tarde, no informarme, no comprometerme, cosas así. En ese momento Barba agarra una pila de papeles que están sobre la mesa y se va. Tiene que ir a dos cuadras a otra de las actividades de este festival/encuentro de grupos, una conferencia, donde ya lo esperan. La chica me dice que vaya ahora a hablarle, que es un buen momento; lo sigo por el salón mientras él, cada vez más apurado porque llega tarde, me escucha cortés mientras a los tropezones, tartamudeando, intento explicarle la injusticia de quedar fuera de algo que también me pertenece, algo que amo, que me dé la posibilidad de insertarme, que le voy a demostrar que puedo. Él escucha apenas, apurado caminando afirma con la cabeza, casi es como si no me conociera, y sí que me conoce; está tan distraído pensando en el curso que tiene que dar ahora que no puede atenderme, no niega pero no me da certezas de nada. Nuevamente quedaré desprotegido, solo, apartado, sintiendo que suplico, que me arrastro, que no soy escuchado, fuera del mundo que quiero. Me despierto angustiado. Quiero escribir inmediatamente el sueño, que aparece de atrás para adelante en el recuerdo, o sea que lo primero que siento al despertarme es la sensación de envidia, humillación e injusticia, y de nuevo haber perdido una oportunidad muy importante sin ser culpable de nada, o con unas culpas que no sé por qué las 11


siento, cuando rastreando mis responsabilidades no cometí nada como para ser castigado o dejado de lado. Luego recuerdo la magnífica enseñanza del rey en el sillón, la verdad y la belleza, recuerdo mi llanto, salto de la cama a escribir y recuperar este sueño que sintetiza un poco la relación con los maestros, la posibilidad/imposibilidad, el pedido infinito de enseñanza, verdades, reconocimiento y amor, el apremio no correspondido, el quedar aislado frente a un muro amado, infinito, ciego y sordo.

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