#Numeral - Año 1 Episodio 1 Diciembre 2013

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—¿Cómo crees que afecta la globalización al cronista internacional? Hoy se puede recibir todo de una agencia de noticias china, por ejemplo. —Es irremplazable la visión del estar ahí. Un argentino que te lo cuente desde el lugar te hace llegar mejor la historia. Si encontrás elementos cercanos a tu realidad en tu país lo vas a saber interpretar y transmitir de esa manera. Una agencia no logra el mismo interés. —En la novela “El cartel de Bagram” usaste herramientas de la ficción para contar una historia real. ¿Por qué? —Al editor le interesaba que no tuviéramos muchos problemas de juicios con el laboratorio en particular. No me preocupaba eso y empecé a utilizar la técnica de ficcionalizar. Más allá de algún cambio de nombres o de embellecer alguna situación, el resto es absolutamente real. Yo no soy un novelista que pueda fabular un mundo extraordinario, lo mío es el periodismo. Cada uno de los lugares que describí lo conocía. Sus ojos están vidriosos. Traga saliva muchas veces en cada relato. Las pausas son cada vez más frecuentes. Por momentos parece irse de la conversación, pero no se quiebra. Mira hacia los costados y se reacomoda en la silla. —¿Cómo es el regreso al hogar después de la guerra?

—Siempre se dice que lo peor es el regreso, pero es la readaptación. Por suerte la tengo a mi mujer y a mis hijas, que me aguantan y me cobijan. La readaptación te la da la familia y el reconocimiento de los colegas y de los lectores. Eso te va manteniendo, pero te traes una mochila. El oficio de ir a cubrir una guerra no es gratuito y eso lo tienen que entender los que lo quieren hacer. Si no, pasa a ser una cosa romántica, la idea hollywoodense del corresponsal tomando un daiquiri en un bar. Te venís con una cantidad de experiencias que te mueven y con estrés postraumático como cualquier civil que estuvo en una guerra. Con terapia y contención, se resuelve. Creo que el oficio es fantástico, pero no se puede hacer a los 20 años, se necesita una experiencia de vida y un equilibrio personal. El que va desequilibrado, vuelve más desequilibrado. Los aventureros duran pocas horas en estos lugares. Hay que tener muy claro a qué vas a ir: mi trabajo es ver, escribir la mejor historia posible y mandarla. No tengo ningún otro objetivo. No vengo a buscar una enseñanza de vida ni a sacarme fotos con armas o misiles, que tuve colegas que lo hacían. Ir, hacer tu trabajo y salir. Esto de lo aventurero, mata.


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