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LA ARQCITEC1TRA BARROCA El\' ME,XICO,
CEl'iTROAMÉR!CA y EL CARIBE LA ARQ.U!TECTUR.". BARROCA EN CENTROAMÉRICA Y EL CARIBE ·
queretana y _la rosada en Morelia, donde la <<estructuractón arquitectónica» no se pierde en ningún momento a pesar de los elementos ornamentales incorporados. Rasgos de notable mterés pueden dettctarse en la ventana con cortinas y balcones de hierro d_el palacio ~scala de Querétaro, pero los f~Jemplos s1gmficativos de esta arquitectura ¡]uswmsta de pilastras onduladas, arcos conopiales, pinjantes, cornisamentos rotos v guardapolvos quebrados se encuentran po'r decenas fl23, 124]. 12.1. Mb:ico, ()ucrl:iam. palacio. Sigloxvm LA ARQUITECTURA BARROCA El'i CENTROAMÉRICA y EL CARIBE
El desarrollo del barroco centroamericano se parece en algunos casos, vinculados a procesos simiJares, al de ciertas árGl5 mexicanas, pero en otros predomina el carácter regwnal aferrando a las tradiciones y tecnologías locales. La región del Caribe también presenta un panorama variado, pero allí surge con mudez el desarrollo de la arquitectura cub_ana, cuyo ~iclo económico de las plantaCIOnes consohda un potencial que se expresa en obras de arquitectura singulares.
La CajJitania General de Guatemala
1'2't . M'· · Stglo · cxtco, ··. l:acatecas, palacw.
XVIII
La evolución arquitectónica de Guatemala parece trágicamente marcada por los terrem~tos que obligan a imprescindibles repos1c10nes edilicias. _El ciclo del desarrollo del barroco aparece as¡ encuadrado en un siglo de duración hasta culminar con la destrucción de la Cuatem · · ·A.nti<rua b .> a ]·a en ¡ --3 //. que ongmara su posrenor traslado y refundación. A finf'.s del siglo xvn, la presencia de la columna salomónica en la catedral o Santa Teresa de Antigua señala la irrupción formal del barroco traído de la mano por
el arquitecto mayor de Guatcma]a, Joseph de Porres. La tendencia horizontalista y masiva de Jos edificios de Guatemala está claramente vinculada a la, teoría de oponer estructuras rígidas a los mm·imicntos sísmicos. Esta concepción de volumen lleva aparejada una visión implícita del espacio, donde los alardes de ruptura y <<desmaterialización» no se encuadran. Lo barroco se presenta así más como un sentido escenográfico urbano que como una búsqueda de mmimiento de espacios in1crnos. La continuidad de esta visión está dada por la secuencia de los trabajos de J oseph de Porrf'.s (1703) y sus hijos Diego (1741) v Felipe, quienes cubren una etapa vital de la arquitectura guatemalteca, continuada por el nieto, Manuel de Porres, en Chiquimula. Ciertos rasgos formales como la ventanahornacina y el frontón curvado hacia abajo han sido detectados por Enrique Marco Dorta como elementos formales tempranos en el hospital de San Pedro de Antigua ( J645-6:5) realizado por Nicolás de Cárcamo. Otros ejemplos de la segunda mitad del xvm, como la iglesia de la Merced [125], muestran proporciones cuadradas, torres amplias y bajas, que apenas sobrepasan la portada y cuva función complementaria es sen·ir de contrafuertes. Esta solución es muy evidente en San Francisco donde las torres parecen comprimir a la fachada que tiene aquí mayor altura que ellas. En la Merced la idea de la fachada-retablo es clara por el avance del cuerpo centraL Aparece a la vez la clásica solución mexicana de no decorar el basamento de las torres para resaltar la fachada. El contraste es claro a pesar de ]os vanos octogonales de los basamentos -por cuanto la portada exhibe una prolija decoración pianista acentuada con incisiones de clara factura indígena. El fu:;te de las columnas aparece re-
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l 25. Guatemala, Antigua, iglesia de la M en :ce l. S1glos X\.ll·:<\'ll!
cubierto de una helicoide de hoja' y fí·utas locales que crean el efecto visual de la columna salomónica [126]. Este sentido pianista de la decoración se· transforma en exuberancias de estucm en la primera mitad del XVIII bajo el influjo de Diego de Porres. Esta arquitectura guatemalteca rewma la tradición ameritana de integrar libre> mente las formas despreocupándose dt~ los problemas de <<originalidad>> y «signifícado>> que las mismas podían tener 01 su remoto origen estilístico. En la medida que le preocupa una resultante total, la utilización artificiosa de elementos sigulares no es contradictoria si son adecuados al conjunto. Porrcs apelará asi a góticos arcos conopiales --ya hemos hecho referencia a que su «inestabilidad \'Ísuah> facilitó su uso en México --D pila'tras abalaustradas extraídas de dibujos ornamentales del tratado de Serlio. Sería valorar incorrectamente la intencionalidad de Porres el entender aquí un presunto retorno a lo gótico o manierista: a pesar de la negación de la racionalidad de ciertos elementos manieristas, estos puedc11 ser susceptibles de capitalizarse en la csct:nografí~ tensionada, del barroco.