La reducción de los procesos erosivos es un objetivo fundamental de las acciones de reforestación, permitiendo la conservación de suelos que son imprescindibles en la agricultura y en las iniciativas de restauración ambiental.
RESTAURACIÓN FORESTAL DEL TERRITORIO La reforestación aparece como una de las opciones más importantes para la mejora ambiental del territorio, aumentar la disponibilidad de recursos naturales y reducir los daños ocasionados por los riesgos naturales. El aumento de la superficie arbolada debe concebirse como una iniciativa con múltiples objetivos. Muchas actuaciones de reforestación deben dirigirse a aumentar la superficie arbolada susceptible de tener un aprovechamiento silvícola como base para una actividad productiva con gran potencial económico a medio y largo plazo. También debe darse cabida a acciones forestales que permitan la mejora y la extensión de los hábitats silvestres, aumentando la biodiversidad del medio natural. La recuperación de los bosques de galería a lo largo de los cursos fluviales y la restauración de la vegetación natural de los espacios protegidos y de los ámbitos de su entorno constituyen áreas prioritarias para este tipo de iniciativas. En un contexto de escasa cobertura vegetal y con un régimen pluvial irregular, caracterizado por precipitaciones torrenciales concentradas en un corto período de tiempo, la regulación hidrológica, el aumento de la infiltración de agua, la reducción de los procesos erosivos y el control de avenidas son funciones de las masas forestales que deben ser prioritarias. La reducción de los procesos erosivos es un objetivo fundamental de las acciones de reforestación, permitiendo la conservación de suelos que son imprescindibles en la agricultura y en las iniciativas de restauración ambiental, y limitando el arrastre de sedimentos que agravan los daños de las avalanchas y aumentan los daños por inundación o limitan los usos del agua al depositarse en ríos y ciénagas. Especialmente importantes son estas intervenciones en las zonas con mayor riesgo de desertificación como ocurre en La Guajira, los terrenos del sur del Departamento de Cesar, el norte de zonas de los departamentos de Magdalena, Bolívar
38 DIAMANTE CARIBE Y SANTANDERES
y Atlántico, Montes de María y laderas de las zonas centrales de Sucre y Córdoba, y en las vertientes de la Sierra Nevada y de las Serranías del Perijá, Motilones, Catatumbo y Yariguíes.
ÁREAS ESTRATÉGICAS DE CONSERVACIÓN Las áreas naturales protegidas existentes en el Diamante suponen en torno al 10% de la superficie total correspondiendo la mayor extensión al Parque Nacional Natural de la Sierra Nevada de Santa Marta. Aunque la diversidad del territorio da lugar a la presencia de una gran variedad de ecosistemas y ambientes naturales con un elevado potencial de biodiversidad, la presión de las actividades humanas y la falta de infraestructuras y sistemas eficaces de gestión ambiental han dado lugar a un deterioro generalizado de sus ecosistemas limitándose las zonas con algún resto de naturalidad a los ámbitos menos accesibles del territorio. La elaboración y aplicación de los instrumentos de ordenación y gestión de estos espacios, el desarrollo de programas de mejora ambiental, de manejo y reintroducción de especies, la dotación de servicios y equipamientos que ayuden al desarrollo de sus funciones de educación, investigación y dinamización y el control de su accesibilidad constituyen orientaciones básicas para el logro de este objetivo. Entre las principales iniciativas que se plantean aparece la ampliación del Sistema de Áreas Naturales. Especialmente en la Región Caribe, que presenta mayores singularidades desde el punto de vista ambiental, aparece en la actualidad una falta de representatividad de algunos de los ámbitos y ecosistemas más valiosos de este territorio. Entre estos se incluyen ámbitos tan singulares como los grandes humedales de La Mojana y el Bajo Magdalena, la Serranía de San Lucas o la necesidad de ampliar áreas valiosas de muy reducida dimensión como el Santuario de