Revista Ábaco

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nº 31 / año 2012

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Una Nueva Andadura

IES. “DIEGO TORTOSA”

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Una Nueva Andadura

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D. José S. Carrasco Molina Director. I.E.S. Diego Tortosa

La enfermedad de Amor

nadie se le esconde la dificultad de los tiempos que estamos atravesando, tiem-

EN “EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA”

pos en que la palabra “crisis” invade todos los ámbitos de nuestra vida, y por ello

Dª. Carmen Perona Lucas Profesora de Lengua y Literatura

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nuestro centro no podía ser ajeno a esta compleja situación que nos envuelve.

Algunas preguntas sobre la historia de Cieza a las que, quizás, tú puedas responder

En esta “atrevida” decisión influyeron dos factores principales: por una parte, el cariño que

D. Francisco J. Salmerón Giménez Profesor de Geografía e Historia

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María Quijada López 2º ESO / C

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Antonio Moreno Aroca 2º ESO / D

El imperio del Sol

2012, EL AÑO DEL FIN DEL MUNDO Dª. Manuela Caballero González Directora de la revista Andelma Ex-Alumna. IES. Diego Tortosa

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La Brújula Ciega

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Del fuego de los Dioses a la Microbótica

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CORDINACIÓN: José Carrasco Molina José Angel Ortega Dato Francisco J. Santos Martínez Pascual Gimenez Ortega

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DISEÑO PORTADA Daniel Velasco Pablo Fermín Fernandez

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DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Estudio Imprenta Rios

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I.S.S.N.: 1131-9119

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Una vez que comenzamos esta nueva anda-

INTRODUCCIÓN

te económicas por las que atravesamos, entre

dura, a pesar de las dificultades especialmennuestras metas se encuentra el mantener las señas de identidad de este centro que dentro de poco celebrará su 50 aniversario, señas que van más allá de impartir las clases de las dife-

ÁBACO es uno de los más significativos. Es por ello por lo que pensamos que debe hacerse presente en los últimos días de cada cura la luz. Cada nueva revista es el fruto de un esfuerzo

D. Pedro Sánchez Lisón Profesor de Tecnología

Hierro, Piedra y Madera D. Alfredo Marín Cano Profesor de Geografía e Historia

La provocación en el Arte Pascual Giménez Ortega Profesor de Artes Plásticas

No viene mal, de vez en cuando un poco de gramática Dª. Carmen Perona Lucas Profesora de Lengua y Literatura

DEPOSITO LEGAL: MU-115-1982

Centímetro Cúbico

importante por parte de mucha gente que dedica una parte de su tiempo para hacerla realidad, para que no falte a esa cita que ya se ha hecho obligada para nuestra comunidad educativa que la espera cada año con tanto interés como ilusión. En esta edición, en la parte que da título a la revista, contamos con artículos especializados de gran interés sobre diversas materias, y que son fruto del afán investigador de sus autores. A continuación, la parte que denominamos Centímetro Cúbico refleja los avatares de la vida extraescolar de un centro y que nos dan idea de su dinamismo y su vitalidad. Se trata, por tanto, de que ÁBACO sea un espejo donde se refleje la realidad de un centro, que es tan diversa como la vida misma, que tiene su lado académico, profesional, docente, pero también su cara lúdica, entretenida y hasta divertida, por qué no.

Publicación premiada por el Ministerio de Educación y Ciencia en el concurso “Publicaciones Escolares”. 1986, 1987 y 1990. Permitida la reproducción total o parcial citando procedencia.

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D. José S. Carrasco Molina Director. I.E.S Diego Tortosa

so que es el momento en que esta revista sale

Algunas verdades sobre Garcilaso Dª. Angeles Ato Ballesteros Profesora de Lengua y Literatura

conocimiento del centro y una gran dedicación al mismo.

ferenciadores, la publicación anual de la revista

D. Pascual Santos López Profesor de tecnología

EDITA: Instituto Educación Secundaria “Diego Tortosa” Acd. Juan XIII, 47 30530. Cieza (Murcia) 30002763@murciaeduca.es

época de alumno de bachillerato; por otra, el disponer de un equipo directivo con un gran

rentes materias cada día. Entre estos rasgos di-

DE JUAN RAMÓN BARAT

D. José S. Carrasco Molina Profesor de lengua y Literatura

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siento por el Diego Tortosa, en el que he pasado más de treinta años de mi vida desde mi

El Cuento: Entre la poesía y la fotografía Dª. Mercedes Bohajar Jara Profesora de Lengua y Literatura

Pues, a pesar de ello, tras la jubilación de Bartolomé Marcos, asumí el difícil

reto de llevar el timón de esta nave de tan grandes dimensiones como es nuestro instituto.

Ojalá, querido lector, pertenezcas o no a esta comunidad educativa, que esta revista que tienes en tus manos te ayude a adentrarte más en un instituto que arrastra un largo pasado, que vive un apasionante presente y que espera un prometedor futuro.

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Una Nueva Andadura

A

nadie se le esconde la dificultad de los tiempos que estamos atravesando, tiempos en que la palabra “crisis” invade todos los ámbitos de nuestra vida, y por ello nuestro centro no podía ser ajeno a esta compleja situación que nos envuelve. Pues, a pesar de ello, tras la jubilación de Bartolomé Marcos, asumí el difícil

reto de llevar el timón de esta nave de tan grandes dimensiones como es nuestro instituto. En esta “atrevida” decisión influyeron dos factores principales: por una parte, el cariño que siento por el Diego Tortosa, en el que he pasado más de treinta años de mi vida desde mi época de alumno de bachillerato; por otra, el disponer de un equipo directivo con un gran conocimiento del centro y una gran dedicación al mismo. D. José S. Carrasco Molina Director. I.E.S Diego Tortosa

Una vez que comenzamos esta nueva anda-

INTRODUCCIÓN

te económicas por las que atravesamos, entre

dura, a pesar de las dificultades especialmennuestras metas se encuentra el mantener las señas de identidad de este centro que dentro de poco celebrará su 50 aniversario, señas que van más allá de impartir las clases de las diferentes materias cada día. Entre estos rasgos diferenciadores, la publicación anual de la revista ÁBACO es uno de los más significativos. Es por ello por lo que pensamos que debe hacerse presente en los últimos días de cada curso que es el momento en que esta revista sale a la luz. Cada nueva revista es el fruto de un esfuerzo importante por parte de mucha gente que dedica una parte de su tiempo para hacerla realidad, para que no falte a esa cita que ya se ha hecho obligada para nuestra comunidad educativa que la espera cada año con tanto interés como ilusión. En esta edición, en la parte que da título a la revista, contamos con artículos especializados de gran interés sobre diversas materias, y que son fruto del afán investigador de sus autores. A continuación, la parte que denominamos Centímetro Cúbico refleja los avatares de la vida extraescolar de un centro y que nos dan idea de su dinamismo y su vitalidad. Se trata, por tanto, de que ÁBACO sea un espejo donde se refleje la realidad de un centro, que es tan diversa como la vida misma, que tiene su lado académico, profesional, docente, pero también su cara lúdica, entretenida y hasta divertida, por qué no. Ojalá, querido lector, pertenezcas o no a esta comunidad educativa, que esta revista que tienes en tus manos te ayude a adentrarte más en un instituto que arrastra un largo pasado, que vive un apasionante presente y que espera un prometedor futuro.

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La enfernedad de amor EN “ EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA”

Dª. Carmen Perona Lucas Profesora de Lengua y Literatura

1- INTRODUCCION

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l propio García Márquez ha dicho públicamente en más de una ocasión que considera El amor en los tiempos del cólera su mejor obra. No hay duda: El amor en los tiempos del cólera es una obra riquísima, desde su publicación en 1985 ha sido objeto de los estudios más diversos: desde aquellos que han analizado su tratamiento de temas tales como el de la muerte, la estructura social o la escritura, hasta aquellos que la han estudiado desde el punto de vista de su inserción en distintos géneros como la utopía, la parodia o la sátira. Desde los que han creído ver en ella influencias de Proust hasta los que la han relacionado con Kafka. Pero de entre todos ellos son numerosísimos los trabajos que han tratado el tema del amor en la novela desde los más diversos enfoques. El que trato aquí consiste en analizar la presencia de algunos elementos propios del tópico literario “la enfermedad de amor”, cuyo origen se remonta a la literatura clásica grecolatina.

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Revista Cultural del IES. Diego Tortosa. Cieza (Murcia)

2- UNA NOVELA “DE” AMOR Y “SOBRE” EL AMOR Uno de los temas más frecuentes en la narrativa de García Márquez es, sin lugar a dudas, el amor. A lo largo de su producción literaria el amor ha ido ocupando con los años una importancia y una presencia cada vez mayor en sus obras. Así, ya en su segunda novela El coronel no tiene quien le escriba, ofrecía al lector una tierna historia de amor conyugal entre dos ancianos sin nada que esperar ya de la vida. Algo parecido ocurre con Cien años de soledad, novela en la que la pasión amorosa desatada es, junto a la violencia, el auténtico motor que hace avanzar la trama. También en El otoño del patriarca la pasión sexual senil del dictador por su esposa está muy presente en toda la obra. Del mismo modo en Crónica de una muerte anunciada, bajo ese drama de honor, muerte, hipocresía y fatalidad aflora una bella historia de amor. Posteriormente, en Del amor y otros demonios, la trama principal de la novela la constituye una relación de amor casi platónico. Finalmente, Historia de mis putas tristes supone también un compendio de algunas de las ideas respecto al tema del amor que han obsesionado siempre al novelista colombiano.


Estos son algunos de los ejemplos más claros aunque existen muchos más, ya que el amor inunda toda su obra. Pero hasta la llegada de El amor en los tiempos del cólera ninguna de las novelas de García Márquez podía considerarse propiamente una novela de amor, sino que en todas ellas el interés central era otro, aunque en todas ellas, como he citado, el amor tenía un destacado papel.

Según el propio novelista El amor en los tiempos del cólera es una auténtica

“novela de amor” que había anhelado escribir desde hacía muchos años, pero que no pudo comenzar hasta que la tuvo madura en el corazón. El amor en los tiempos del cólera es el reflejo de toda una vida de experiencias propias y ajenas relacionadas con el amor. En primer lugar, experiencias biográficas, siendo en este sentido la historia real del noviazgo de los padres del autor una de sus fuentes más reconocidas. Pero también, y más importante aún si cabe, esta novela es el resultado de multitud de experiencias literarias relacionadas con el amor. (Se sabe por sus diversas biografías que ya en su juventud había leído toda la poesía del Siglo de Oro). Es decir, García Márquez es un autor con una vastísima cultura literaria, cultura que abarca todos los géneros, desde la novela a la poesía pasando por el teatro, y todas las épocas desde la literatura clásica grecolatina a los novelistas europeos y norteamericanos de las primeras décadas del siglo XX. Y ese inmenso conocimiento de la tradición literaria occidental de temática amatoria ha sido profusamente utilizado por García Márquez como base sobre la que construir su novela. Pero, ¿cómo se relaciona la novela con los distintos mo-

vimiento literarios, géneros e incluso autores que forman parte de dicha tradición? La mayoría de estudios han señalado el género del “folletín de lágrimas”, de gran éxito en Europa y América en el siglo XIX, como la principal fuente suministradora de materia amorosa para El amor en los tiempos del cólera; otros novelistas como Manuel Puig o Vargas Llosa habían recurrido también a él en busca de inspiración creativa. Ha habido, por otra parte, un segundo grupo de estudiosos que han vuelto su mirada aún más atrás en el tiempo y, sin negar la influencia de la novela ro-

mántica del siglo XIX, han relacionado El amor en los tiempos del cólera con toda la tradición literaria del amor cortés. En efecto, en la narración cabe señalar, por ejemplo, la presencia del consabido dios del amor, de la amada superior y distante con respecto al amante, de las lágrimas y súplicas del amante y su eterno esperar. También aparecen la intensidad ilimitada del amor del galán, la pasión amorosa convertida en obsesión a través del tiempo, el temor de ser y no ser correspondido, la noción del amor como una enfermedad, la angustia continua de vivir prisionero entre las redes del amor y la voluntad de la mujer, dueña del corazón de su amante. Todas estas fórmulas y situaciones corresponden a la literatura medieval, así como a la lírica italiana y a la poesía provenzal de los siglos XII y XIII. En resumen: la novela de García Márquez ha sido relacionada en cuanto a la descripción del amor que en ella se hace principalmente con dos “movimientos literarios”: por un lado los folletines de lágrimas del siglo XIX y por otro toda la tradición medieval del amor cortés. Y lo más curioso es que en ambos casos se relaciona a El amor en los tiempos del cólera con estos movimientos por la presencia en la novela de una serie de convenciones o tópicos amatorios, que

unos consideran específicos del primer movimiento, mientras que los otros sitúan su origen en la tradición medieval del amor cortés. Sin embargo, todos ellos tienen en realidad un origen mucho más antiguo. Y es que, como el propio autor dijo en una entrevista, con esta novela lo que quiso hacer fue dejar claro que “el amor existe desde siempre y existirá siempre”. Y para ello recurre a una serie de tópicos literarios que se encuentran ya casi en los orígenes de la tradición literaria occidental, remontándose en algunos casos a los siglos VII y VI a. C. Todos ellos proceden en última instancia de la literatura clásica grecolatina. De todos estos tópicos amatorios que aparecen en la novela, sólo tres están presentes a lo largo de la misma y adquieren una importancia fundamental para su comprensión. Estos son: en primer lugar el tópico de “la fidelidad” y “el pacto de amor”; en segundo lugar, el tópico de “la enseñanza del amor”; y por último, el tópico de “la enfermedad de amor”. La novela puede ser explicada en su totalidad en función de cada uno de los tres. Pero es, sin lugar a dudas, este último, la metáfora del amor como una enfermedad muy peligrosa y contagiosa, como una peste en definitiva, el motivo central sobre el cual se construye El amor en los tiempos del cólera, estando presente desde la primera hasta la última página de la novela, incluso en el propio título.

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La enfernedad de amor

EN “ EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA”

3- EL TÓPICO DE LA NOVELA DE AMOR Las pestes o plagas en sus diversas formas y bajo las más diversas apariencias han sido siempre un tema recurrente a lo largo de su producción narrativa, habiendo producido, de hecho, algunas de las imágenes literarias por las que más han sido recordadas posteriormente sus novelas; probablemente la peste más famosa de toda su obra sea la epidemia de insomnio que afectaba a todos los habitantes de Macondo en Cien años de

soledad. En El amor en los tiempos del cólera

se alude a otra peste, en este caso la del cólera. García Márquez ha reconocido que siempre ha tenido una obsesión con las plagas, que siempre había leído mucho sobre el asunto y que, como preparación para afrontarlo en su nueva novela, había releído algunos libros sobre pestes como Edipo Rey de Sófocles o La peste de Albert Camus. Pero, ¿qué hay en el fondo de ese interés por las plagas, cuál es la razón de esa obsesión? En una de las entrevistas, el autor confiesa que siempre asimiló la violencia colombiana a una forma de peste. Y es que si pensamos en todas las plagas que aparecen en su obra bajo las más diversas formas, como la ya citada en Cien años de soledad, se aprecia que en el fondo están siempre motivadas o relacionadas con esa violencia política que ha asolado Colombia de manera constante. 4

Revista Cultural del IES. Diego Tortosa. Cieza (Murcia)

El amor en los tiempos del cólera no es una excepción, ya que en ella sigue estando presente el problema de fondo de la violencia colombiana, cuya concepción como una plaga vuelve a quedar de manifiesto en diversos pasajes de la novela en los que de manera muy simbólica se confunden los muertos provocados por la peste del cólera con aquellos causados por la no menos virulenta “peste” de la violencia colombiana. Lo que ocurre es que en esta novela irrumpe con fuerza una nueva plaga, tan contagiosa y mortal como las otras dos o incluso más, que inunda toda la novela y que les roba todo el protagonismo al cólera y a la violencia: esta no es otra que la del amor. Y, efectivamente, en El amor en los tiempos del cólera al menos los tres personajes principales, Florentino Ariza, Fermina Daza y Juvenal Urbino, se ven afectados en algún momento de la historia por la enfermedad que provoca el amor, y también los estragos causados por ésta son confundidos a menudo en la novela con los motivados por el cólera, al igual que se ha visto que sucede con la violencia colombiana. Sin embargo, no es ésta una idea nueva en la obra de García Márquez. De hecho, en Cien años de soledad uno de los personajes, José Arcadio Buendía, llegaba a exclamar que “El amor es una peste”, así pues, los síntomas del enamoramiento de Florentino Ariza son los mismos que los del cólera. Pero además, ya en su obra periodística, muy anterior a la mayor parte de su producción como novelista, se pueden encontrar antecedentes de esa concepción del amor como una enfermedad que tiene García Márquez. En este sentido resulta tremendamente reveladora una nota escrita en julio de 1948 por el autor colombiano en su columna para el diario El Universal de Cartagena llamada “Punto y aparte” en la que decía: “El amor es una enfermedad del hígado tan contagiosa como el suicidio, que es una de sus complicaciones mortales. Sin embargo, ambas han sido convenientemente dignificadas, elevadas a una categoría sentimental, acaso por la imposibilidad de la ciencia para elaborar una terapéutica apropiada. La languidez, la suspirante actitud de las doncellas medievales que derramaban su palidez por una ventana con la misma seriedad con que una lavandera derrama un balde de agua, no era sino el resultado lógico de una alimentación pasada de proteínas. Pero lo más peligroso de la enfer-

medad amorosa es lo que ella tiene de teatral. No sólo en su esencia, sino en sus elementos accidentales. Tan pronto como se presentan los primeros síntomas, el paciente se vuelve impaciente, elabora argumentos, monta su aparataje escenográfico con el más complicado sistema de bambalinas suspirantes, de 1 consuetas literarios, de telones decorados a brochazos de lírica timidez; y empapela las paredes de su pensamiento con cartelones aparatosos que anuncian una conmovedora obra ceñida a los cánones de una auténtico dramatismo de escuela, para después, a la hora de la función, salir con una pantomima. De allí que las más grandes obras de la literatura universal no tengan otro fin que encontrar la vulnerabilidad hepática del lector. Con el amor, como con toda enfermedad contagiosa, sucede que quien la contrae tiene indefectiblemente a quien cargarle la culpa. Aunque después venga el periodo del aislamiento, de la cuarentena sentimental, en que los dos enfermos, después de innumerables rodeos, logran encontrarse con el sitio espiritual donde su identificación sintomática comienza a acentuarse y su enfermedad a volverse crónica. Es el periodo emocional en que el paciente puede ser desahuciado con la epístola a San Pablo. El hígado se anquilosa, la mujer palidece, el hombre pierde el apetito y se convierte en idiota o en filósofo. No le queda entonces otro recurso que especular sobre la metafísica del olvido, que unos –demasiados precipitados- resuelven con el suicidio, y otros con una papeleta de 2ruibarbo antes del desayuno”. 1.-Apuntador de teatro 2.-Planta cuya raiz se emplea com purgante


En este texto queda claro que ya entonces García Márquez concebía el amor como una enfermedad. Por lo tanto, si El amor en los tiempos del cólera es su “auténtica” novela de amor, y su concepción del amor es que éste es una enfermedad, una peste, no es de extrañar que toda la novela gire en torno a la metáfora del amor como una enfermedad. Y es que la novela de García Márquez desarrolla en cerca de quinientas páginas la tesis que el autor exponía en su artículo de juventud en apenas cuatro párrafos, y en ella vuelven a aparecer cerca de cuarenta años más tarde muchas ideas que ya estaban en aquel artículo, como la falta de curación para aquella enfermedad, el suicidio por amor o múltiples síntomas como la languidez, los suspiros o la pérdida del apetito. Pero García Márquez no es desde luego el primer escritor que concibe el amor como una enfermedad, sino todo lo contrario, la enfermedad del amor constituye uno de los tópicos literarios más extendidos a lo largo de la historia de la literatura occidental, que encuentra su origen en la literatura clásica grecolatina.

3.1- LA ENFERMEDAD DE AMOR EN EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLERA A lo largo de El amor en los tiempos del cólera están presentes los mismos

tres elementos constitutivos del tópico de la enfermedad del amor que ya se encontraban en la tradición clásica grecolatina. Estos son: los síntomas del amor, el diagnóstico y las curas o remedios para el amor. Pero, ¿en qué elementos García Márquez permanece fiel a la tradición del tópico y en qué otros se muestra innovador? El primer síntoma del amor aparece ya casi al principio de la novela en la escena en la que el doctor Urbino le dice al médico joven que los que se suicidan por amor “suelen tener arena en el corazón”. Este síntoma no pertenece a la tradición del tópico, como tampoco el tener “agua en el corazón”, cuando se produce la pasión adúltera y febril del doctor Urbino con la señorita Bárbara Lynch. Son por lo tanto ambos síntomas una aportación original de García Márquez al tópico, que demuestran la capacidad expresiva y creadora del novelista colombiano.

Este es sólo el anticipo de lo que será una constante a lo largo de la novela, ya que los tres personajes principales padecen la enfermedad del amor en una o varias ocasiones en su vida y por ello las descripciones de los más diversos síntomas de amor inundan toda la obra. Pero son sobre todo Florentino Ariza y Fermina Daza quienes más sufren estos síntomas. Fermina aparece padeciendo algunos síntomas de amor que no son demasiado frecuentes en la tradición clásica: la ansiedad, la sangre se le vuelve espuma, el despertar en mitad de la noche con la sensación de que él la está mirando a los pies de la cama en la oscuridad. Florentino aparece con los ojos de hielo, el rostro lívido, los labios petrificados, perdió el habla y el apetito, síntomas procedentes de la tradición clásica del tópico y se pueden encontrar en obras como el Hipólito de Eurípides o en la Metamorfosis de Ovidio. Otros rasgos novedosos son las cagantinas, el estreñimiento y los vómitos verdes, síntomas que jamás aparecen en ningún texto anterior como producidos por el amor, lógicamente porque son todo lo opuesto a la imagen romántica que siempre ha caracterizado al tópico. García Márquez rompe totalmente con esa imagen al asociar el amor de forma totalmente original con una enfermedad, el cólera. Los restantes rasgos similares a los del cólera que sufre Florentino sí que aparecen ya en algunos textos clásicos, como la pérdida del sentido de la orientación, los desmayos repentinos, el pulso tenue, el sudor. Pero los síntomas de Florentino no son sólo de carácter físico,

sino que también sufre estragos psíquicos: desidia, insomnio, irrealidad. Una señal de enfermedad de amor totalmente novedosa es la de comerse las flores, acto que Florentino lleva a cabo en dos ocasiones: siente ansias de comerse las gardenias, come rosas mientras lee poesías. En otro pasaje Florentino padece cuatro de los síntomas con más tradición en la historia del tópico: la postración de dolor que procede de Eurípides, el escalofrío en los huesos que ya se encontraba en Platón o en Ovidio, la fiebre, el tiritar o temblar de calentura. Pero, sin lugar a dudas, uno de los pasajes más interesantes de la descripción de los síntomas del enamorado es aquel en el que se explica el estado en el que se encuentra el doctor Juvenal Urbino durante su relación con la señorita Bárbara Lynch. Es este un pasaje de inmensa riqueza descriptiva, probablemente debido a que la víctima en este caso es un médico y por ello el propio paciente reconoce en sí mismo muchos más síntomas y los describe mucho mejor que un enfermo cualquiera. Entre tanta variedad de síntomas se entremezclan tradición e innovación. De entre los primeros: la fiebre, la ansiedad, el no poder pensar más que en la persona amada, las confusiones del amor, la pérdida del apetito, la alteración del pulso sanguíneo, el insomnio, el llanto, síntoma este último por excelencia del enfermo de amor en la tradición del tópico.

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3.2- EL DIAGNOSTICO

Respecto a los otros, los síntomas que no proceden de la tradición del tópico y que por lo tanto suponen una innovación y una aportación de García Márquez al mismo, se pueden señalar acciones tan poco convencionales y tan poco asociadas al amor como el rezar sin convicción, fingir continuar en la cama la lectura, o síntomas físicos tan poco románticos como sufrir “punzadas súbitas”, sentir “la forma del hígado”, el “gruñido de gato dormido en sus riñones”, el “brillo tornasolado de su vesícula”, o “amanecer como un pez sin agua para respirar”. Como acabo de señalar, el amor, además de síntomas físicos, produce una serie de estragos psicológicos. A lo largo de la novela se puede observar cómo éstos alteran el equilibrio mental de la persona enamorada y su percepción de la realidad, y cómo esto les lleva en ocasiones a realizar acciones que para el resto de las personas carecen de toda lógica, pero al enamorado, inspirado por su amor, le resultan totalmente naturales. Por lo tanto, el enamorado es visto como un loco por el resto de la gente. Es ésta una concepción del amor que tiene una larga tradición que se remonta también al Hipólito de Eurípides. En El amor en los tiempos del cólera casi todos los personajes principales llegan a cometer en algún momento de la trama los actos más irracionales movidos de una u otra forma por el amor: en determinados momentos se comportan, en efecto, como auténticos locos de amor. Pero a medida que avanza la novela y va conociéndose la historia de amor entre Florentino y Fermina, se comprueba que si hay un personaje que representa al “loco de amor” por excelencia ese es Florentino Ariza. Este personaje, a través de unas cartas de amor que son definidas como “lunáticas”, se encuentra “ansioso de contagiarla de su locura”, pero choca siempre con el realismo implacable de Fermina, quien no se deja arrastrar nunca por la pasión amorosa. Son muchos los claros ejemplos de locura motivada por el amor que se pueden encontrar a lo largo de la novela y que constatan la idea que parece desprenderse de la misma: el amor es un sentimiento irracional y loco, y por lo tanto nadie, por mucho que lo intente, está a salvo de verse afectado por esa locura en algún momento de su vida. 6

Revista Cultural del IES. Diego Tortosa. Cieza (Murcia)

Es un concepto que, como tantos otros relacionados con la enfermedad de amor, procede en primera instancia de Eurípides, quien, ya en el siglo V a. C. en el Hipólito, presentaba los primeros intentos serios de diagnosticar la enfermedad de amor. Más tarde, ya en el siglo IV lo hará Platón en el Banquete. A partir de estos dos testimonios irá apareciendo cada vez más y con mayor importancia en composiciones posteriores. En todas ellas se utiliza siempre como método infalible para el diagnóstico de la enfermedad la toma del pulso del paciente, cobrando por ello a partir de entonces la figura del médico una especial importancia. El diagnóstico de la enfermedad del amor es también un elemento muy importante en El amor en los tiempos del cólera, novela en la que, no conviene olvidar, uno de sus tres protagonistas principales es un médico eminente. Gracias a la idea del diagnóstico consigue García Márquez el que sin duda es uno de los más brillantes hallazgos de la novela: la constante confusión a lo largo de toda la obra entre la enfermedad del amor y el cólera por la similitud de sus síntomas. Amor y cólera aparecen entrelazados, asociados y confundidos a lo largo de toda la novela, de modo que al final de la misma llegan casi a asimilarse. Y esta asimilación de ambos conceptos le sirve a García Márquez para, en un plano simbólico, defender la idea de que el amor, al igual que el cólera, es una peste muy peligrosa de la que nadie está a salvo y que, el última instancia, puede llegar a resultar mortal. La principal víctima de esta confusión va a ser Florentino Ariza. Sus síntomas de amor cada vez que tiene una de sus crisis van a ser siempre confundidos con los del cólera por la gente que le rodea. Pero es, sin lugar a dudas, al final de la novela cuando el simbolismo de esta identificación entre enfermedades es más poderoso. Se trata de la escena que narra el viaje de regreso de Florentino y Fermina a través del río Magdalena a bordo del “Nueva fidelidad”, que lleva izada la bandera amarilla que indica la presencia del cólera en el barco por expreso deseo del propio Florentino. En esta última escena, una vez más cólera


3.3.- LOS REMEDIOS O CURAS PARA EL AMOR

y amor se confunden, ya que en realidad la bandera ha sido izada por razones de amor y no de cólera. El mensaje final que el autor parece querer transmitir al lector es que aunque ellos mismos no lo sepan, ni la bandera amarilla está tan equivocada ni la respuesta del capitán dista tanto de la verdad, ya que en realidad a bordo llevan una peste que es tan peligrosa y tan contagiosa como el cólera, y ésta no es otra que el amor, del que en efecto los tres pasajeros y el capitán están infectados. Una característica asociada a la idea del diagnóstico en la tradición clásica es la opinión de que los médicos con su ciencia no eran capaces de diagnosticar la enfermedad de amor, y que sólo las personas expertas en cuestiones de amor podían hacerlo. Esta es una idea que impregna también toda la novela de García Márquez. El lector deduce fácilmente que si el padrino de Florentino finalmente diagnostica la enfermedad de amor, no es gracias a sus conocimientos de medicina, sino porque es una persona que ha vivido mucho y está versada en amores. Otra idea en la que se va a insistir a lo largo de la novela es que el amor es una enfermedad muy evidente y fácil de detectar, pero por el contrario muy difícil de diagnosticar correctamente porque sus síntomas suelen confundirse con los de otras enfermedades. Esta idea también la hereda García Márquez de la tradición clásica, en la que la confusión entre los síntomas del amor y los de otras enfermedades era algo bastante común. Pero si en la literatura greco-latina la enfermedad de amor se solía asociar a la enfermedad que por aquel entonces era denominada melancolía, y que básicamente comprendía cualquier tipo de trastorno psíquico que conllevara una sintomatología psicofísica, el novelista colombiano realiza una variación brillante al relacionar, como ya se ha expuesto, la enfermedad del amor con el cólera por la similitud de sus síntomas, sobre todo físicos. La idea que parece defender la novela es que ni siquiera los médicos están a salvo de caer enfermos de amor, ya que la medicina no tiene remedio ni cura contra el amor, idea ésta que también procede de la tradición clásica.

No es extraño que en una novela como El amor en los tiempos del cólera, en la que varios de sus personajes experimentan los trastornos tanto físicos como psíquicos del amor, especialmente su protagonista masculino, Florentino Ariza, que es un enfermo de amor crónico durante más de cincuenta años, las curas y remedios contra el amor se revelen como una de las claves constantes a lo largo del relato. Tanto Florentino como otros personajes de la historia prueban a lo largo de la novela diversos remedios para curarse de un amor imposible, o por lo menos para paliar en la medida de lo posible sus síntomas más molestos, aunque con poco éxito por lo general. Todos estos remedios proceden de la tradición clásica. Casi desde el principio de sus quebrantos amorosos algunas de las soluciones fáciles que se le ofrecen a Florentino son la de recurrir a las prostitutas, el viaje medicinal o del olvido o el intento de combatir la ociosidad, así como la convicción de que no existe remedio eficaz para la enfermedad de amor salvo la unión sexual con la persona amada. Otra de las posibles soluciones que se le ofrecen a Florentino Ariza para su mal de amores es la literatura amatoria, ya sea su lectura o su escritura. El autor clásico que más parece tratar el tema de la escritura de versos como terapia para el mal de amores es, sin duda, Horacio.

Lo que le impide a Florentino el amor es escribir las cartas comerciales propias de su trabajo porque le salen con un estilo lírico y una rima muy inapropiadas para su finalidad.

4.- CONCLUSIÓN García Márquez, pues, organiza El amor en los tiempos del cólera en torno

a la idea de que el amor es una enfermedad, de tal modo que ésta se convierte en el motivo estructural fundamental de la novela. Esa idea constituye un tópico literario de gran tradición cuyo origen y desarrollo se remonta a la literatura clásica grecolatina. En la personal recreación de la enfermedad de amor que García Márquez lleva a cabo en su novela se mezclan multitud de elementos de la tradición clásica con otros que son, por tanto, la aportación original del novelista colombiano. Así, el tópico consta en la novela de los mismos tres componentes básicos que ya se encontraban en la tradición: la sintomatología, el diagnóstico y la curación.

La enfernedad de amor

EN “ EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA”

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Algunas preguntas sobre la historia de Cieza a las que, quizás, tú puedas responder D. Francisco J. Salmerón Giménez Profesor de Geografía e Historia

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a historia de Cieza se ha ido construyendo verdaderamente en los últimos 25-30 años. Hasta esa fecha las aportaciones, aunque importantes, no habían sido muchas. Y ha sido desde los años 70 del siglo pasado cuando ésta ha sido elaborada aunque por supuesto no de un modo definitivo. En la Descripción y Relación de la Villa de Cieza realizada en marzo de 1579 en repuesta a la orden dada por el rey Felipe II con objeto de conocer las características de los distintos pueblos de sus reinos son muy pocas las precisiones que los que más saben fueron capaces de hacer: Habían quedado en la memoria colectiva las desgarradoras razzias granadinas y se conocían en alguna medida las fechas y algunos hechos de la conquista cristiana de la ciudad por Alfonso X. Eso era todo. Fray Pascual Salmerón nació en Cieza en 1719 y en julio de 1737 tomó los hábitos franciscanos en el convento de Santa Ana de Jumilla. Escribió la Antigua Carteya, hoy Cieza que se imprimió en Madrid, en la Imprenta de Joaquín Ibarra, a finales de 1777. Juan Torres Fontes fue profesor universitario en Murcia en los años cuarenta y cincuenta y escribió cuarenta libros y cuatrocientos artículos en los que desveló la Murcia medieval y en ellos apareció por vez primera la Cieza medieval. Prácticamente todo lo demás ha salido a la luz en las últimas décadas1 lo que da a entender claramente que la Historia de Cieza y su entorno se encuentra en construcción. Quizás tú puedas aportar algo en este sentido en el futuro. ¿Por qué no? Muchos de los que hemos participado en su elaboración estábamos sentados en este mismo Instituto hace unas décadas y algunos, muchos menos años.

Segisa Podrías aportar la certeza sobre la asignación del nombre de Segisa para la antigua ciudad ibérica, y luego hispano-romana, que se encuentra abandonada en todos los sentidos en Bolvax, muy próxima al actual casco urbano de la ciudad. Claudio Ptolomeo, en griego Klaudios Ptolemaios, fue un astrólogo, geógrafo y astrónomo que vivió entre los años 100 y 170 aproximadamente. Vivió y trabajó en Alejandría, probablemente en la famosa y desaparecida Biblioteca de Alejandría. En su trabajo de recopilación geográfica destacó su obra Geografike hyfegesis (Guía de Geografía), escrita en ocho libros, que conoció gran influencia durante la Edad Media. En esta obra, Ptolomeo recogiendo las informaciones que se tenían a comienzos del siglo II y a las que él accedería a través de la Biblioteca, nombró las principales poblaciones que habían en torno a la ciudad de Cartago Nova, en ese momento una de las principales de Hispania. Y entre ellas citó una cuyo nombre era Segisa y que se encontraba a su espalda, en pleno campus spartarium, denominación latina que la zona recibiría cuando se completara la dominación romana, aunque ya los cartagineses utilizaban el abundante esparto para tejer cuerdas y otras aplicaciones textiles. 1.-Para aquellos que estéis interesados en el tema podéis leer un artículo que publiqué el año pasado en la Revista Andelma donde se realiza un exhaustivo recorrido por la construcción de la Historia de Cieza. El título es Historia de la Historia de Cieza.

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Tuvieron que pasar más de 1.600 años para que alguien relacionara este nombre de raíz prerromana con una antigua población en ruinas que se encuentra en el cerro de Bolvax, sobre el camino que conduce de Cieza a Abarán por la actual carretera, junto al río Segura. El primero en hacerlo sería el canónigo jumillano Lozano, en el siglo XVIII. Después sería reafirmado en su aserto por el prestigioso historiador Torres Fontes. Y los trabajos que en estos últimos años se han llevado a cabo desde el punto de vista de la evolución léxica han venido a confirmar aquella teoría. Pero quizás tú pudieras demostrar esta idea con pruebas que ofrecieran la certeza definitiva.

Siyasa Del nombre de Siyasa, sin embargo, si tenemos certeza absoluta. Hay pocas referencias escritas de ella, pero aparece en varios itinerarios realizados, una especie de guías turísticas de la época, en las que los viajeros podían conocer el itinerario a seguir. Al Udri hace la siguiente descripción a comienzos del siglo XI del camino a seguir entre Cartagena y Toledo2 : “Itinerario de Qartayana a Tulaytula. La primera etapa del itinerario de Cartagena a Toledo es la que va de Cartagena a Murcia, a unas 30 millas de distancia; hasta Mulina hay 8 millas; a Siyasa 25 millas…”

Si cambiamos las millas por kilómetros no nos cabe duda de que la Siyasa del Itinerario de Al Udri es la Cieza actual. Al-Idrisi menciona también dos rutas que pasan por Cieza. La primera conduce desde Murcia a Segura de la Sierra y en ella también se menciona a Siyâsa en el lugar que hoy corresponde a Cieza. Pero a pesar del estudio realizado sobre este yacimiento, al contrario que en el de Segisa que espera ansioso para enseñarnos sus secretos, hay algunos aspectos sobre Siyasa que todavía no conocemos. Si se excavaron 19 casas y se cuentan 790 edificaciones podemos calcular lo que el yacimiento puede mostrarnos en el futuro de sus pobladores, que llegaron a ser en un momento determinado hasta cuatro mil, según los cálculos realizados. 2.-En Julio Navarro: Siyasa. Volumen II de la Historia de Cieza. Pp. 78 y 79. 3.-S. Fontenla Ballesta: Dirhem almohades de plomo. Número 93. Página 39. 4.-La información anterior está basada en Julio Navarro: Siyasa. Volumen II de la Historia de Cieza. Pp. 109 y 110.

¿Acuñó moneda Siyasa? Todo indica que no, pero en 1989 en la Revista Gaceta Numismática, de la Asociación Numismática Española3 apareció un artículo que dedicaba un apartado a unas planchas monetales de Cieza. Su autor hacía referencia a la publicación por Pedro Lillo de siete planchas de plomo, que reproducían un total de 30 dirhemes almohades, anónimos y sin ceca, que fueron hallados en las inmediaciones de Siyasa. Había estudiado personalmente dos de ellas que reproducen cada una cinco dirhemes de caracteres nerjíes, las dos fundidas en el mismo molde y fabricadas por fusión, descuidando la coincidencia de las posiciones de los anversos y reversos y el sentido de sus ejes respectivos. El autor concluye del modo siguiente: “Creo que se trata de los

deshechos defectuosos de un falsificador de monedas”. ¿Fue realmente así? Nadie ha vuelto a ocuparse del tema desde entonces.

De Siyasa a Cieza A mitad del siglo XIII, la situación de Todmir o Tudmir, la entidad política a la que Siyasa pertenecía, se encontraba en una situación desesperada, amenazada por Aragón, por Granada y, sobre todo, por Castilla quien ya había iniciado su conquista con la toma de algunas ciudades como Segura, Alcaraz o Chinchila. A Siyasa se le ofreció por parte del Rey Sabio, entonces príncipe Alfonso, la posibilidad de pactar su vasallaje, es decir de rendirse pero conservando sus costumbres y sus modos de vivir, manteniendo cierta independencia. Los habitantes de Siyasa aceptaron, en el año 1243, la capitulación de Alcaraz, como se conoció al pacto que firmaron y que les garantizaba la continuidad de los modos de vida andalusíes y el respeto de sus propiedades, costumbres, usos, administración, justicia, religión y mantenimiento de sus autoridades. Castilla, a cambio, recibiría una serie de tributos y tomaba la fortaleza de Siyasa, además de poder instalar nuevas poblaciones cristianas en las tierras que comprara. Cuando Alfonso se convirtió en rey de Castilla a la muerte de

su padre, Fernando III el santo, tomó una serie de medidas en detrimento de los musulmanes, opuestas a lo que él mismo había ofrecido a las ciudades de Tudmir y que había hecho que muchas de ellas, como Siyasa, aceptasen ofrecer vasallaje. Como es lógico, las nuevas medidas que incumplían el tratado ocasionaron un creciente malestar que llevó a que muchas poblaciones se sumasen a la rebelión mudéjar que tuvo lugar en el año 1264. El aplastamiento de la revuelta por la fuerza y la subsiguiente “pacificación” del año 1266 permitieron la ocupación cristiana sin traba alguna y se procedió a repartir las tierras entre cristianos, lo que originó el éxodo de la mayor parte de la comunidad musulmana de Siyasa. La emigración fue pacífica como demuestra que en la excavación realiza en las ruinas no aparecieran apenas objetos personales que pudieran llevarse en su camino hacia el sur de la Península4. Poco sabemos de estos acontecimientos. ¿Se marcharon todos los habitantes de Siyasa? ¿Quedaron algunos que luego convivirían con los cristianos que vinieron a repoblar el territorio? ¿Cómo fue la vida de los que marcharon? No lo sabemos con exactitud, aunque hay algunos indicios de que tuvo que existir una convivencia entre las dos poblaciones al menos durante un tiempo. Si no hubiera sido de este modo, muchos de los nombres árabes con los que se conocían a determinados lugares, como hemos visto al nombrar las acequias y las fuentes no habrían llegado hasta nosotros. Sin embargo, El Fatego (Al Fatego aparece en un documento del Ayuntamiento de Cieza de comienzos del siglo XIX) es hoy el nombre popular de un colegio ciezano. Además, da que pensar que todavía exista en Cieza un barrio conocido por Morericas Si sabemos que el rey castellano estuvo tres días en Cieza en junio de 1272,

Ilustración 1. Fragmentos cerámicos

encontrados en Siyasa y que dieron origen a la excavación del despoblado. El ejemplar muestra una escena festiva donde uno de los personajes toca posiblemente un instrumento de viento, mientras el compañero bebe en una copa nº 31 / año 2012

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desde donde concedió una serie de privilegios para que familias cristianas pudieran instalarse en Cieza: se perdonaban impuestos y se daban otros beneficios con la finalidad de conseguir que “aquel lugar sea meior poblado et porque sea la tierra más guardada”. Las expresiones que utiliza revelan la desolación de Siyasa y de su espacio colindante, que debía de albergar a una población mayoritariamente cristiana. En la Descripción y Relación de la Villa de Cieza de 1579 se cita el lugar donde se instaló Alfonso como la loma del Príncipe: y paró en la loma que, hoy en día, según concordamos los dichos tres Diputados, que dicen: De el Príncipe, donde hay algunas demostraciones y señales de su estada en ella, y de allí ganó esta Villa, y la redujo a la fe de Jesucristo. ¿Dónde se encuentra esta loma? Por cierto, los pobladores venían del norte, pero de dónde. En el caso de Murcia capital este aspecto lo tenemos bien documentados pero en el caso de Cieza tenemos escasa información ¿Podrían ser predominantemente aragoneses? No tenemos información, como digo. Quizás si, si nos atenemos a la forma que tenemos de construir los diminutivos (-ico) y nuestros bailes regionales, con la jota ciezana. Pero no lo sabemos. Imaginamos que la población de Siyasa sería muy grande para los repobladores, además de incómoda, construida en la montaña y con su irregular trazado urbano en el que los llamados cristianos no se sentirían cómodos. ¿Pero quiénes y por qué tomaron la decisión de venirse a vivir abajo, junto al río?

Cieza La decisión de instalarse junto al Segura, aprovechando un meandro del río sería positiva en muchos aspectos. Por ejemplo, nosotros nos movemos ahora de modo mucho más cómodo en nuestra ciudad, pero muy negativa en otros. Por los trabajos del medievalista Torres Fontes conocimos las luchas civiles entre Manueles y Fajardos, cuyo resultado más tangible para el propósito que nos ocupa fue la destrucción de la fortaleza y la desprotección en que la Villa de Cieza quedó como consecuencia de ello, posibilitando las dos razzias granadinas que recordaban los cronistas del siglo XVI a que nos hemos referido: … esta Villa ha sido destruida y quemada por los moros del reino de Granada, antes que la dicha ciudad de Granada fuese ganada por los Reyes Católicos Don Fernando 5º y Doña Isabel primera de este nombre, dos veces, y la primera vez haber rescatado a los dichos vecinos cautivos a costa de sus haciendas, y la segunda de populación y excidio que fue año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil y cuatrocientos y setenta y siete, a siete días del mes de Abril. Muchos fueron a Granada y quedaron encerrados a la espera de un rescate que en unos casos llegó y en otros no. ¿Cómo fue su vida en Granada? ¿Cómo fue el regreso para los que consiguieron volver? ¿Cuántos fueron?

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Revista Cultural del IES. Diego Tortosa. Cieza (Murcia)

Ilustración 2. Siyâsa.

Algunas preguntas sobre la historia de Cieza a las que, quizás, tú puedas responder Por último, quería mencionar una tradición que ha desaparecido, incluso en la memoria de las gentes. Cuando la sequía habitual en esta zona geográfica persistía, se realizaban con grandes procesiones de penitencia hasta la Cruz Blanca, situada en Bolvax, entre Cieza y Abarán, a fin de pedir el beneficio de la necesaria lluvia. Al norte de la fuente de Bolvax, a un “cuarto de legua” de Cieza, camino del valle de Ricote se encontraba en el siglo XVI una Cruz blanca sobre una peña negra, “una cruz blanca natural, que por ninguna lluvia ni antigüedad, ni otro caso, se ha deshecho, a la que se va en procesión para pedir agua con penitencia, y ha acaecido Nuestro Señor darla y venir con ella por particular devoción de los vecinos de esta Villa…” según aparece en la Descripción y Relación de la villa de Cieza que se realizó por mandato del rey Felipe II. La tradición de la cruz blanca se ha perdido hasta el punto de que es posible que nadie conozca el lugar exacto donde se encontraba la peña que la albergaba. Podríamos seguir buscando incógnitas en los siglos siguientes, si bien es cierto, que los siglos XIX y XX nos son bastante mejor conocidos, pero haríamos demasiado extenso el artículo. Una de las carencias que a mi juicio tiene la historia de Cieza en este último período es el conocimiento todavía escaso del desarrollo del anarquismo en Cieza y apenas está iniciándose el estudio de la represión en los primeros años de la dictadura franquista. Todo ello da a entender los vacíos y las limitaciones que nuestro conocimiento actual tiene. Quién sabe, es posible que seas tú que ahora lees este artículo en la revista del Instituto quien pueda dar respuesta a las cuestiones historiográficas planteadas y que no son sino unas pocas de las que están esperándote.


El Cuento: entre la poesía y la fotografía Dª. Mercedes Bohajar Jara Profesora de Lengua y Literatura

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Mariano Baquero Goyanes

a palabra cuento procede del verbo latino “computare”, con el sentido de ‘calcular, computar’ y de esta acepción pasa a significar ‘relatar historias’ al enumerar en vez de objetos, acontecimientos. Por tanto, se denomina con este término a una narración ficticia, creada

“Todo novelista quiere escribir poesía, descubre que no puede y a continuación intenta el cuento, y al volver a fracasar, y solo entonces, se pone a escribir novelas.” W. Faulkner

por un autor, de poca extensión y que produce un efecto en el lector. En esta simple definición ya se recogen las claves que convierten a este género en algo excepcional: su brevedad y su capacidad para provocar en el lector una emoción. Mariano Baquero Goyanes, profesor de la Universidad de Murcia y uno de los pioneros en el estudio de este género, en El cuento español del s. XIX, afirmó que el cuento “sirve para expresar un tipo especial de emoción, de signo muy semejante a la poética, pero que no siendo apropiada para ser expuesta poéticamente, encarna en una forma narrativa, próxima a la de la novela, pero diferente de ella en la técnica y en la intención. Se trata, pues, de un género intermedio entre la poesía y la novela, apresador del matiz semipoético, seminovelesco, que sólo es expresado en las dimensiones del cuento”. De modo que, sus características son las idóneas para encerrar una historia y una impresión que atrapen al lector de un solo golpe.

En este mismo sentido, Julio Cortázar, autor de algunos de los mejores cuentos contemporáneos, en su artículo “Algunos aspectos del cuento” habla del límite físico del cuento y lo compara con la fotografía, ya que el cuentista y el fotógrafo no hacen sino “escoger y limitar una imagen o un acontecimiento que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos, sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fenómeno que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucho más allá de la anécdota visual o literaria”. Como en la fotografía, el cuento encuadra una situación y nada en ella es gratuito, ya que su extensión no permite elementos accesorios. De ahí que lo importante no solo sean las palabras sino también los motivos que conformen el argumento. Un amigo aficionado al boxeo le dijo un día a Cortázar que en el combate entre autor- lector la novela gana por puntos, pero que el cuento debe ganar por Knock-out. Así pues, es en ese límite físico y su capacidad de condensación de la impresión en donde reside la dificultad a la hora de crear un buen cuento. No basta con elegir un tema, unos personajes y limitarlo todo a un tiempo y espacio concentrado. Elaborar un cuento implica crear una trama sencilla y apasionante que capte la atención e interés del lector desde el principio y en un instante. Es la intensidad y la tensión creada la que atrapa al lector. Este percibe una realidad relatada, pero también otra insinuada, quizá más importante que la primera. Con estas líneas lo único que he pretendido es destacar cómo en las particularidades de este género reside su grandeza y dificultad y todo ello para resaltar la labor que han llevado a cabo unos alumnos de 2º ESO, María Quijada López y Antonio Moreno Aroca. Felicito a estos jóvenes cuentistas por haber sido capaces de apresar un trozo de vida y presentárselo al lector con toda su caliente y desnuda palpitación.

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El Cuento: entre la poesía y la fotografía La Historia de un CABARET

María Quijada López 2º ESO / C

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l día que empezó todo era domingo, a finales del siglo XIX, y yo, Jack Marison, estaba descansando, con mi pipa de espuma de mar. Hacía apenas unos minutos había entrado mi criada, la señora Laurent, que había dejado un té en la mesa que aún seguía humeante, después de haber echado algunas maldiciones a mi perro Gunter, con el que había tropezado debido a que estaba en medio de mi habitación descansando sin percatarse de nada. Justo en ese momento, cuando iba a coger mi profundo sueño, entró la Sra.Laurent tan fresca como siempre, esa mujer que rondaba los 60 años, con ese pelo canoso y ese uniforme que, a pesar de que le había dicho 300 veces que se lo quitara, ella seguía insistiendo en ponérselo una y otra vez. Pues sí, esa mujer que interrumpió mi sueño diciendo: “El oficial Buffet quiere hablar con usted”, a lo que yo , muy a mi pesar, contesté: “Hazlo pasar a mi despacho”. Cuando estaba en el despacho sentado enfrente de ese oficial que había visto miles de veces con esa misma gorra, ese mismo uniforme y esa misma cara de mala leche, este oficial me contó por primera vez la historia; sí, esa historia que supuso un cambio en mi carrera como inspertor, esa historia que me puso los pelos de punta, esa historia por la que empezaron a pasar sucesos muy extraños en ese local de Francia. Como era de esperar, el oficial Buffet, después de contarme esas extrañas situaciones, me citó a primera hora de la mañana en el famoso “Moulin Rouge”. A la mañana siguiente, con mi traje recién planchado por Laurent, me dirigí al Moulin Rouge, donde me recibió el dueño en un pequeño despacho con varias fotos de chicas, con una mesa recién pintada al igual que la pared, de lo que me percaté por el fuerte olor a pintura. En este despacho me recibió Josep Oller, dueño del cabaret, en compañía del camarero que, según me habían dicho, fue supuestamente el primero en informar del accidente o no tan accidente. Según la versión del camarero, la secuencia ocurrió alrededor de las once y media de la noche. La cuestión era que Elisabeth había actuado ya una vez, pero esa noche le tocaba el espectáculo especial, así que, después de actuar una vez, fue rápido a cambiarse, pero viendo que no salía, Josep le dijo al camarero que fuera a llamarla. En el momento que este entró al camerino, se encontró a Elisabeth tirada en el suelo y con un gran charco de sangre alrededor de ella. Cuando terminó de contar su versión, le pedí a Josep que me llevara al camerino donde se encontraba la escena del crimen y allí me quedé toda la tarde investigando. Esta investigación me llevó aproximadamente cuatro meses, sin exagerar, aunque finalmente un día me di cuenta de un detalle que se me había estado escapando durante todo este tiempo. Un día los reuní a todos en la sala principal del cabaret; con “todos” me refiero a las personas que me había dedicado a investigar. Cuando estaban ya reunidos empecé a explicarles mi investigación: -Buenos días señores y señoras, después de unos largos cuatro meses ya tengo al culpable, aunque sepan que no ha sido fácil porque hasta tú mismo, señor Josep, tenías razones para matarlo por el simple motivo de que quería dejar este cabaret para irse a su mayor competencia, el cabaret “La Habana”; o tú, el famoso camarero, que resulta que era su prometido, al que había dejado dos semanas atrás; pero no. Ninguno de vosotros es el culpable, porque el culpable es esta preciosa señorita, sí, esta que se hace pasar por su mejor amiga, ella es la asesina de Elisabeth. Pero antes de llamar a la policía, quiero preguntarle una cosa: por qué Elisabeth y no, Josep. Supuestamente era él quien había puesto a Elisabeth en el espectáculo principal. - A lo que ella me contestó con una cara de asco que por qué lo sabía.–Yo lo he sabido porque ,a la noche siguiente de que me llamarais, fui a ver el espectáculo y me percaté de que esta señorita llevaba una mancha de sangre en el vestido, así que ahora sí ¡Llamad a la policía! Ese mismo día, por la tarde, volví a sentarme en mi sillón con mi pipa de espuma de mar, mi té encima de la mesa y mi perro Gunter durmiendo, esperando a que el oficial Buffet me trajera otro caso para resolver.

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El Cuento: entre la poesía y la fotografía

LA VIDEOTECA ¡S

Antonio Moreno Aroca 2º ESO / D

ocorro! ¡Socorro! Era lo único que se escuchaba en las calles de aquel pequeño pueblo. Una gigante masa verde amenazaba a los habitantes. Bostecé, esta película ya la había visto por lo menos tres veces antes. Me llamo Juan Fernández y tengo trece años. Me encantan las películas de terror y he visto cientos de ellas. Como cada verano, mis padres alquilan una casa en la montaña, donde pasamos agosto, pero lo malo de esta zona es que no hay nada interesante que hacer ni chicos de mi edad. Por ello, me paso las tardes viendo videos de terror. La puerta se abrió y mamá entró. —Deberías salir, no es bueno que te pases todo el día encerrado en tu habitación delante de la televisión. ¿Y si me acompañas a comprar unas macetas para el jardín?— No era una pregunta, era más una orden, así que accedí. Salimos por el camino, y llegamos a una calle peatonal. Algo me llamó la atención. ¡Un videoclub! — Nos vemos aquí en unos minutos —le dije a mamá. Me acerqué al desgastado y polvoriento escaparate. Quité un poco el polvo y observé el interior. Ví una oscura tienda y un montón de estanterías llenas de películas. Abrí la puerta y esta produjo un agudo chirrido. — ¿Hay alguien?— pregunté. Una voz muy grave, rota y susurrante me dio la bienvenida. —Soy el Doctor Terror —me giré y vi a un anciano de avanzada edad, que se apoyaba en un bastón de madera tallada. Tenía el pelo y las cejas blancas, y la cara surcada por miles de diminutas arrugas. — ¿Te gustan las películas de terror?— preguntó. — ¡Claro que sí, he visto cientos en toda mi vida!- respondí. —Estoy seguro de que no has visto ninguna de estas. Las grabo yo mismo en mi garaje - añadió. —Échales un vistazo — dijo enseñando los pocos dientes que le quedaban. Tras un rato examinando las portadas de aquellas películas, escuché unos gritos y unos gruñidos. Siguiendo aquellos sonidos, me encontré con una pantalla que proyectaba una escena de una película sobre un lagarto verde de piel escamosa y de lengua dividida, que surgía de un pantano. Un par de minutos más tarde entró mamá en la videoteca. —Juan, tenemos que irnos, que son ya casi las dos y tengo la comida preparada. — Dijo mamá. —Pero...— traté de decir que se esperara un momento, pero ella se adelantó. —Ahora, Juan Aquella tarde me quedé con la intriga sobre qué pasaría y cómo terminaría la película, así que a la mañana siguiente bajé las escaleras de la casa temprano, cogí la bicicleta, y le dije a mamá que iba a salir. Ella se quedó muy sorprendida con mis palabras y comenzó a decirme algo, pero cerré la puerta antes de que pudiera terminar de escucharla. Bajé la cuesta y salí por el camino. Llegué a la calle del videoclub y dejé la bici apoyada en la pared de éste. Apoyé la mano en el pomo y ,antes de abrir, elevé la vista a la parte superior de la puerta. La palabra “CERRADO” lucía en color negro en un cartel, pero la puerta cedió casi sin empujarla. — ¿Doctor Terror? ¿Hay alguien? Nadie respondió. En una esquina de la sala se iluminaba una

pantalla. Me acerqué y pude distinguir al lagarto verde de piel escamosa de la mañana anterior. —Me quedaré a terminar de ver el video, y luego me iré. Nadie tiene por qué enterarse. Poco menos de una hora después, el video acabó y la sala quedó a oscuras. —Es hora de irme — pensé. Me dirigí a la puerta, pero esta no se abría, así que busqué otra posible salida. Un rayo de luz se filtraba por una puerta entreabierta en uno de los extremos de la tienda. La abrí y tropecé con algo, esto hizo que cayera. Aterricé sobre un costado. Elevé la vista, era el lagarto de las películas. Solté un grito ahogado, y una voz familiar dijo en tono elevado: — ¡Corten! — Me di cuenta de que estaban grabando la escena de una película. En aquella sala estaban: el doctor, un actor vestido de hombre lagarto y otros tres actores disfrazados de hombre lobo, momia y Drácula. Quedé sorprendido por la calidad de los disfraces, que parecían reales. — ¿Te gustaría participar en la segunda parte del hombre lagarto? — me preguntó el Doctor. — ¿C-Cómo dice? — tartamudeé. —Estamos rodando “El regreso del hombre lagarto”, y necesitamos una nueva víctima — justificó. — ¡Claro que sí, me encantaría! Pero me gustaría primero consultarlo con mis padres. El anciano director se puso nervioso. — ¡NO! No hay tiempo. — Está bien, ¿Qué tengo que hacer? — Solo tienes que hacerte el asustado. Deprisa, prepárate. Cuanto antes terminemos mejor. El actor vestido de Drácula me ató a un árbol, que formaba parte del decorado. — ¡Luces!— gritó. Segundos después, una luz oscura y tenebrosa inundó el garaje. — ¡Cámara! ¡Acción! El hombre lagarto se acercó a mí. Balanceaba la cola de un lado a otro y movía los ojos en todas las direcciones. Parecía hambriento de verdad. ¡Qué actor! A medida que se aproximaba, veía que tenía los ojos inyectados de sangre y la lengua muy larga y pegajosa. — ¡Corten! — gritó el Doctor Terror. — ¿Me dejas ver la máscara? — Pregunté a la vez que alargaba el brazo. Tiré de ella pero no se despegaba. — Se habrá quedado pegada— añadí. Los demás actores vinieron hacia nosotros. “Qué detalle —pensé — Quieren ayudar”. El vampiro abrió la boca hasta convertirla en una sonriente dentadura en la que destacaban los colmillos. La momia se quitó la venda de la cara. Nuevamente grité asustado cuando distinguí la carne putrefacta colgando de la estructura ósea y los ojos de color rojo. El hombre lobo hizo un estremecedor gruñido y levantó las patas delanteras de donde asomaron unas garras enormes. No recordaba esa parte del guion. — ¿Pero se puede saber qué pasa? ¡Suéltenme! — chillé. — ¡Alto monstruos, deteneos! — gritó el Doctor. Los monstruos retrocedieron. El Doctor Terror alargó la mano. “Para desatarme”, pensé. Pero estaba equivocado. La acercó a mi cabeza y me arregló los cabellos. — ¡Preparados para la gran escena de la comida monstruos! Luces, cámara... ¡¡ACCIÓN!! nº 31 / año 2012

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El Imperio del Sol

2012,

EL AÑO DEL FIN DEL MUNDO Dª. Manuela Caballero González Directora de la revista Andelma Ex-alumna del IES Diego Tortosa

“La ciencia no es perfecta, con frecuencia se utiliza mal, no es más que una herramienta, pero es la mejor herramienta que tenemos, se corrige a si misma, esta siempre evolucionando y se puede aplicar a todo. Con esta herramienta conquistamos lo imposible” Carl Sagan

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i alguien puede presumir de ser el verdadero Rey del Mundo, ese es el Sol. Y no sólo porque tenga corona, que la tiene, y forjada a 1 millón de ºC, o porque se sabe el objeto natural más grande y más liso del Sistema Solar, con una perfección del 0,001 por ciento, sino porque indiscutiblemente es el dueño de la Vida. Así, con mayúsculas. Su imprescindible presencia nos hace reverenciarle... pero eso sí, con un estricto protocolo, la distancia justa será de 150 millones de Km, ni uno más ni uno menos, transgredir esta marca es como hacerlo con la frontera entre la vida y la muerte.

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Revista Cultural del IES. Diego Tortosa. Cieza (Murcia)


Aurora Boreal

Algunos se atrevieron con funesto resultado, así cuando el osado Júpiter se alejó fue condenado al frío eterno, otros fueron desterrados como Urano a 42 años seguidos de noche oscura. No fue menor su furia con Neptuno, azotado por eternos vientos, y todos conocemos el triste destino del pequeño Plutón, el del corazón de hielo, que sólo conoce la oscuridad e intuye, como único consuelo, a su compañera Charon, su fiel luna. Pero Su Majestad, con su magnánima presencia de 1.392.000 Km de diámetro, bendice la justa proporción de Oxígeno y Agua del humilde planeta Azul convirtiéndolo en un paraíso. Su mirada hace explosionar la vida. Alterna con exquisita sabiduría un ciclo vital: frío y calor, luz y penumbras, témpanos y arenales, hombres y plantas. Equilibrio milenario que deberíamos reverenciar en vez de empeñarnos en romper este milagro ancestral, en el que nos va algo tan intrínseco del ser vivo como es la supervivencia. Aunque fuera tan sólo por esa característica genética que se ha transmitido en nuestra especie en la complicada y helicoidal cadena de ADN, es decir, por puro egoísmo, deberíamos luchar por conservar nuestro entorno. Pero no es así, ¿acaso somos la más estúpida criatura del Reino? El 30 de octubre de 2011 nació una niña en Filipinas, Danica Mae Camacho, con ella alcanzamos la cifra de 7 mil millones de habitantes en nuestro Planeta Azul. Quizá por ese antiguo principio de hacer Ley de la costumbre, nos parece que nada va a cambiar, no nos paramos a pensar que tan sólo un cambio en la intensidad de su luz paralizaría el funcionamiento del sofisticado laboratorio que alberga en su interior cada humilde brizna de gramínea, que con ese insignificante gesto dejaría de transformar esa luz en energía, la que a su vez hace posible que germine el arroz, alimento que es el sustento para un tercio de los seres humanos. Incluida Danica Mae. Y eso que el Rey avisa, como aquel año, (otros hubo mucho antes), pero os relataremos éste. Ocurrió en 1816. El año sin verano. Un año extraño. La fría primavera trajo un estío de cielos rojizos y tenebrosos. Lluvias y granizos arrasaron la incipiente cosecha, tras la bruma, el sol pálido no calentaba ni a hombres ni ganados, morían los pájaros y el incesante viento no daba tregua. Mucha gente murió, la

guerra que asolaba Europa dejó los graneros vacíos. En Francia hubo revueltas, en Londres hambre, en Suiza emergencia nacional, suerte que no perturbó a una veraneante del Lago Lemans y pudo dar vida a su Frankestein, mientras Byron remaba al viento. Las tinieblas que todo lo envolvían iban posando, como la ceniza que transportaban, una idea común: era, sin duda, el fin del mundo. Puede que fuese una conspiración natural: la gran explosión del volcán Tambora, el Mínimo Dalton que llamaron los sabios... a veces los mensajes divinos se valen de señales mundanas, esas que podemos entender sea cual sea el piso de Babel en el que vivamos. Y el mensaje se entendió: la ausencia de los rayos del sol sumió a los frágiles hombres en el caos y la miseria. Pero sabe dar una de cal y otra de arena. Para ello entiende que al pueblo hay que proporcionarle diversión, y de paso hacer un despliegue de fuerza. Deslumbrar. Para ello organiza fastos, unos diarios que, a pesar de ser únicos e irrepetibles, pasan desapercibidos para gran parte de los humanos, son los cromáticos juegos de Son et Lumière que llaman nuestros vecinos franceses: 365 atardeceres y amaneceres. Otros tan extraordinarios como las Auroras Boreales o Australes, (según en el lado del anfiteatro que nos ha tocado en suerte) nos tienen cautivados, son tema de conversación milenio tras milenio. Los efectos especiales corren a cargo de la magnetosfera y complicadas reacciones, para entenderlo a escala humana, es algo similar al proceso que ocurre en los tubos de neón de anuncios o los de la televisión, aunque sólo sea un pálido ejemplo. El Sol como buen gobernante controla hasta lo que más nos duele perder: el tiempo. Los enigmáticos egipcios 1500 años a.C. atrapaban en pétreas superficies la presencia o ausencia de luminosidad. Sombra-Luz-Sombra, cadencia que mide nuestros días y nuestras noches. Relojes de Sol. El Rey nos controla. Acaso desde mucho tiempo atrás. En Stonenhenge existen alineaciones de piedras mudas y misteriosas por donde el sol entra caprichosamente en momentos precisos. Aún las miramos esperando que nos revelen su secreto. Es un soberano ambicioso que ansía expandir su Imperio, para lo que no duda en usar una de sus armas secretas: la fuerza gravitatoria, con ella atrae a incautos enjambres de corpúsculos que pasan a engrosar su poder, obligándonos a nosotros, como escribas de un reino en constante cambio, a reescribir la historia, renombrar cuerpos celestes que nos había llevado décadas comprobar. El espíritu del hombre siempre ha aceptado que el Sol era un Dios, representado en bóvedas prehistóricas, asociándolo a mágicos rituales y al símbolo del líder y del poder.

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El Imperio del Sol

2012, EL AÑO DEL FIN DEL MUNDO

Pronto nos dimos cuenta que nuestras medidas terrenales no servían para calcular la inmensidad del Reino del Sol, a nosotros que tanto nos gusta tener todo controlado, reducirlo a ecuaciones, números que podamos sumar, dividir, cuantificar en fin el prodigio que somos: “El ser humano parpadea 25.000 veces al día, a una velocidad de 400 milisegundos” “El corazón late unas 100.000 veces al día, unos 70 latidos por minuto. “Los vasos de nuestro cuerpo que transportan nuestra savia vital miden 96.000 km” “Respiramos de 5 a 6 litros de aire por minuto”

Stonenhenge

Reyes de la antigüedad y monarcas más modernos adoptaron su nombre, su soberbia les llevó a perder la cabeza. Pasan los siglos y el ser humano avanza en todos los espacios de su vida, aumenta también el ansia por saber, por dar respuestas a tantas cuestiones que el oscurantismo, el miedo y las religiones resolvían con dogmas inasumibles para una nueva generación de hombres que, mediante un método científico, querían establecer nuevas verdades. Observar, medir, comprobar, discutir, aprender y enseñar. Y los misterios del Universo, cuyo estudio se pierde en la noche de los tiempos, fue uno de esos campos de batalla. Justo es decir que mucho se había escrito sobre los misterios celestes. Pero cuando el 4 de marzo de 1610, un osado Galileo Galilei expuso sus argumentos para demostrar que la Tierra no era la reina del Universo, proclamando al Sol como centro indiscutible, chocó de pleno con la intransigencia, y para castigar semejante desatino fue perseguido y obligado a terminar sus días en un universo mucho más reducido: él, El mensajero de las estrellas fue confinado entre las cuatro paredes de su casa florentina, con una condena añadida peor si cabe: ciego, él que pasó toda su vida con los ojos puestos en la luz. Otros, convencidos de la existencia de infinitos mundos poblados de infinitas criaturas que adorarían a su propio Dios, fueron consumidos por el ardor que pusieron en defender su Teoría, literalmente. El monje Giordano Bruno, condenado por hereje, quedó reducido a cenizas en Campo dei Fiori, una mañana de febrero de 1600. Pero la sed de conocimiento no puede ser contenida y prueba de ello es donde nos hallamos hoy. A pesar de ser conscientes de que todo nuestro saber es una mota en el misterio insondable que nos rodea.

Pero como hemos dicho, estas medidas no sirven para el cielo. Así que contamos en años luz. Un patrón, la velocidad de la luz, 300.000 Km por segundo, el viaje de la Luz de la Tierra al Sol dura 8 minutos y medio, eso sí es Alta Velocidad. Ya está, problema resuelto, ya podemos empezar a dar cifras. El diámetro de nuestro sistema estelar es de 100.000 años Luz, pero el tener una unidad no quita misterio, al contrario nos hace soñar. Pensad que Rigel, la estrella que observamos anoche a los pies del guerrero Orión, empezó a brillar hace 900 años, o sea ¿que ya no estaba? Por eso a pesar de que ya se ha salido al espacio, se ha pisado la luna, hay satélites y proyectos de ciudades interplanetarias, nuestra curiosidad no puede ser satisfecha con los medios que contamos. Potentes antenas, radiotelescopios que nos llevan hasta el borde mismo de nuestra galaxia sólo nos dejan atisbar a lo lejos la Nube de Magallanes, cual navegante lejano envuelto en la niebla. De momento esas son nuestras fronteras. La gran estrella nos fascina y desde tiempos inmemoriales escudriñamos sus movimientos, sus manchas, gránulos, espículas, protuberancias, densidad, hasta sabemos algunos cotilleos, como en toda corte que se precie, como aquel de: “sabes que genera 35 millones de veces la electricidad anual suministrada por todo los EEUU ¡y en un segundo!” ó “1 m2 de la superficie brilla tanto como 600.000 bombillas de 100 w” y que “las fulguraciones interrumpen comunicaciones de radio en la Tierra” además de que se dice que “si quitaran las capas exteriores más frías del sol, la radiaciones nocivas destruirían la vida en la Tierra”. Bueno, esto último lo vamos a conseguir desde dentro, no va a hacer falta que se enfríe el sol, porque, sin rendirnos a los mensajes de los apocalípticos, sí que es cierto que hay que hacer algo urgentemente para no ser tan nocivos con nuestro planeta. Siempre han existido esos rumores de que el astro Rey también tiene caducidad, que se apagará dentro de 5.000 millones de años, y de forma cíclica nos llegan crípticos mensajes de visionarios y profetas que anuncian el Fin del Mundo, sentencias como las de Nostradamus que nos hacen temblar, por más que las escribiera en verso: “… el Fin será en 1999 y siete meses más…” “Vendrá el Rey Terror, estremeciendo con sus consecuencias…”

Giardano Bruno

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enfermedades, un desastre ambiental, el impacto de un meteorito? quien no tiene en el subconsciente eso de: “hace

65 millones de años los dinosaurios se extinguieron a causa de un gran…”.

Detalle del sepulcro

No fue así. Pero eran tan ambiguas que dan para mil interpretaciones. El sólo es un ejemplo. Otra es que esta será la Era del Contacto, vendrán seres extraterrestres a nuestro planeta y nos extinguiremos, porque llevamos las de perder si o sí, a saber: si vienen en son de paz, se quedan, con la consiguiente superpoblación y agotamiento de recursos, y si vienen en son de guerra nos exterminarán. Sin palabras. Menos mal que casi todos, tras dejarnos con el alma en vilo, vienen a terminar con sentencias como estas: “La época humana de origen sobrenatural, Dará paz y unión. “La guerra, guardada en cautiverio, Dejará reinar la paz por largo tiempo.” No se que es más difícil de creer, si el anuncio del Apocalipsis o esta conclusión final. Pero volviendo al título de este escrito, este año de 2012 se nos vuelve a anunciar como el del Fin del Mundo. Esta vez la predicción es atribuida al pueblo maya, precisamente un “Pueblo del Sol”, el mismo que nos admira por los conocimientos del Universo que llegó a alcanzar, y está basada en la profecía del mensaje que guardaba la tumba de un hombre sabio de los Mayas, Pacal Votan, sellando la tapa del sarcófago del gran rey de Palenque. En 1949, el arqueólogo Alberto Ruz limpiaba los escombros de la cámara central del Templo de las Inscripciones cuando llamó su atención una piedra con marcas curiosas en forma de vaso. Tres años después excavó en dicho lugar y encontró una cámara en cuyo interior, 6 esqueletos custodiaban una puerta ingeniosamente construida tras la cual se hallaba el sarcófago con la inscripción que tantas opiniones e interpretaciones ha generado desde entonces. Las noticias que nos llegan es que el 21 de diciembre de 2012 el mundo se acabará. La pregunta es como, ¿acaso

Una vez más se puede interpretar de muchas maneras. Un dato para la tranquilidad; los estudiosos y los descendientes de esos antiguos pueblos puntualizan: no tiene por que ser considerado como un gran cataclismo, sino como “algo no

visto hasta ahora, una visión irrevocable que alterará la naturaleza de nuestra percepción de la realidad, no el fin del tiempo, ni el fin del calendario Maya, sino solo el fin de la historia.” Esto podría-

mos decir que se ha cumplido, desde hace unos años esa “realidad” en la que vivíamos se ha derrumbado y nos está enfrentando a grandes retos que hay que afrontar con urgencia. Así pues ese vaticinado Nuevo Ciclo, perfectamente puede significar un cambio radical en la forma de administrar los recursos, de frenar nuestro afán depredador, la urgencia de buscar un equilibrio con la naturaleza para que nuestro paso no haya sido en vano, que se nos recuerde por construir, aunque sólo sea por eso que tanto gusta al ser humano: una pizca de inmortalidad. Lo que sí sabemos con certeza es que en 2012 se hablará mucho del tema, se editaran libros, películas, canciones, programas especializados y apasionadas opiniones para todos los gustos. Los expertos nos tranquilizan, todos esperamos que se equivoquen los agoreros, y que el Astro Rey no nos retire su favor.

Pero estoy segura que hasta los más escépticos, al final de ese viernes 21, después de las 9 horas y 17 minutos que alumbrará el Sol en el día más corto del año, antes de ir a dormir mirarán de reojo las estrellas, y acaso respiren con alivio a la mañana siguiente, cuando la rutina diaria nos haga conectar la radio y oigamos eso de : “Buenos días, son las 8 de la mañana del 22 de diciembre de 2012, hoy el Sol ha salido a las 8:24 y se pondrá a las 17:45, la Tª es de 11º C y es el día del Sorteo de lotería de Navidad. Que la suerte os acompañe. Que así sea. Larga Vida al Sol.

Somos no sólo una especie en peligro sino una especie rara. En la perspectiva cósmica cada uno de nosotros es precioso. Si alguien está en desacuerdo contigo, déjalo vivir. No encontrarás a nadie parecido en cien mil millones de galaxias. Carl Sagan, Cosmos

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Si tener un amigo que sea poeta, y gran poeta, es un privilegio, yo me puedo considerar un privilegiado, pues desde hace ya varios años me enorgullezco de contar con la amistad sincera de Juan Ramón Barat, un gran hombre, un gran profesor y un gran poeta, nacido en Valencia en 1959 y afincado en Lorca como profesor de Lengua y Literatura en el IES Ibáñez Martín. D. José S. Carrasco Molina Director del IES Diego Tortosa Profesor de Lengua y Literatura

La Brújula Ciega DE JUAN RAMÓN BARAT Juan Ramón Barat

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L

a amistad se remonta al verano de 2004 en el que, por puro azar, por la cercanía alfabética de las letras de nuestro primer apellido, coincidimos en un tribunal de oposición, tarea realmente poco poética, pero que nos sirvió de excusa para salpicar cada jornada de aquel estío de versos, rememorando casi siempre al maestro Ángel González, al que también él profesaba una gran admiración, pues los dos formamos parte del coro de los angelólatras, seres ahora desconsolados tras la muerte del maestro. Si de manera concisa tuviera que definir su personalidad, yo diría que Barat es un humanista, un hombre del Renacimiento pero trasplantado a este siglo. Y como buen humanista, su admiración por el mundo clásico, su conocimiento de sus lenguas y su cultura, lo definen desde su adolescencia. Y Virgilio, Horacio o Cicerón son para él como de la familia. Un buen ejemplo de esta familiaridad es este último libro La Brújula Ciega que comienza con una cita de La Eneida virgiliana y está dedicado “A mis maestros, los clásicos”. Esta admiración sincera y este conocimiento profundo de las fuentes de nuestra cultura no se traduce en su poesía en un culturalismo que la haga indigesta o lejana al lector; más bien, todo lo contrario, le proporciona un andamiaje sólido sobre el que se edifica una poesía profunda pero cercana. El propio poeta nos declara su intención con estas palabras:


Me interesa la línea clara. La poesía debe entenderse, debe ser accesible a todo el mundo que desee acercarse a ella. Pienso que un poeta puede ser claro, sencillo, directo y profundo al mismo tiempo. Suelo desconfiar de esa gente que escribe poemas tan herméticos que hay que leerlos varias veces para tratar de descifrar el contenido. Una buena metáfora la entiende cualquiera. Cuando escribo versos, quiero llegar a todo el mundo. Quiero que me comprenda y valore el catedrático universitario más exigente, pero también me interesa que me entienda un ama de casa sin formación. Sencillez, claridad, profundidad Y así desde La Coartada del Lobo (2000) hasta La Brújula Ciega (2010), el poeta nos lleva a recorrer un camino en verso en el que se plantean los grandes problemas que nos afectan como personas, muy especialmente el tiempo, ese tempus fugit que él importa de siglos atrás, o la muerte, o la existencia de Dios…pero en un recorrido en el que el poeta se nos hace el encontradizo y nos acompaña como un amigo cercano. Y, como un amigo, no nos lleva a una actitud de desesperación o de profunda tristeza ante la irreversibilidad de los días, sino que envuelve ese sentimiento en el celofán de la delicadeza, de la ternura. Barat en su madurez, como toda persona, se interroga sobre el sentido y el final de la vida y ello va salpicando su obra, aunque, como él reconoce en las palabras que siguen, no es hombre de convicciones religiosas que den razón de ser a la vida y a la muerte:

En mi caso, dado que soy un poeta más bien metafísico o existencialista, lo que más me interesa es encontrar respuestas a los grandes interrogantes. Tengo la desgracia (así lo confieso) de no creer en Dios ni en nada que se le parezca. Para mí, el mundo es un lugar absurdo y la vida es un accidente cósmico. Venimos de la nada y vamos a la nada. Así las cosas, mi poesía sólo puede girar en torno a estas obsesiones. Los grandes interrogantes, pues, que aparecen en toda mi producción poética son los que no tienen respuesta: ¿qué sentido tiene la vida?, ¿para qué vivimos?, ¿qué hay tras la muerte?, ¿qué es la nada? Y es que la poesía de Barat no nace de un impulso juvenil no demasiado reflexivo, sino que se lanza al verso ya en una edad madura (su primer libro de poesía lo publica a los 40 años). Y esta

madurez, con el conocimiento ya sedimentado de muchos poetas leídos, le lleva, en palabras de Juan Cano Ballesta “a dar al verso una profundidad filosófica y una intensidad poco comunes entre los poetas de hoy” pero envueltas en un lenguaje directo, transparente y de gran rigor formal. Y en esta combinación, en este cóctel reside, a mi juicio, la atracción que suscita la poesía de Barat en el lector, en cualquier lector de poesía, aunque no tenga una formación enciclopédica. El título de uno de sus primeros libros, Como Todos Ustedes (2002), es un buen reflejo de esta cercanía, pues Barat no se ve a sí mismo como un ser lejano que habita el mundo de las musas, muy distante del común de los mortales, sino que es como todos nosotros, y expresa en verso lo que sentimos todos, nuestras inquietudes y preocupaciones, nuestras ilusiones y desesperanzas. Y lo expresa para que lo entendamos todos nosotros. Barat no es solo un poeta, sino que cultiva también la novela y el teatro, incluso en ocasiones para un público infantil y juvenil, público con el que consigue una especial sintonía y de ello hemos sido testigos en sus visitas a nuestro IES Diego Tortosa. Pero, centrándonos en su obra poética y en su última publicación, esta tiene como título La Brújula Ciega y data de marzo de 2010, formando parte de la Colección PreTextos Poesía. Tuve el honor (y el reto al mismo tiempo) de que el poeta me pidiera que hiciera yo la presentación del libro en Murcia, acto que tuvo lugar el 2 de diciembre de 2010 en el Paraninfo de la Facultad de Letras. En aquella intervención, comencé reconociendo que lo mío no es teorizar sobre la poesía, sino disfrutar de la poesía, levitar emocionalmente al menos al leer o al escuchar un verso como este del poema Nocturno de Luis Alberto de Cuenca: Tejiste sobre el sueño un velo de blancura. O este otro, alejandrino, que sí es del libro citado de Barat, un verso para saborear como el manjar más exquisito: Y el sol se despereza en astillas de luz Este es solo un ejemplo de los muchos versos que son musicalmente perfectos a lo que se une su capacidad de sugerencia y la variedad y potencialidad de sus imágenes. Desde que lo leí la primera vez me quedé con un verso que, aunque no tiene nada de metafórico ni hay en él figura retórica alguna, no obstante me pareció un alejandrino con una musicalidad tan maravillosa como cualquier pentagrama de una buena sinfonía. Es un verso cuya intención es puramente la localización cronológica y pertenece a uno de los poemas más bonitos del libro, el titulado Ánfora: Esta tarde lluviosa de finales de abril El poema que da título al libro, La Brújula Ciega, se incluye en la primera parte y en él Barat confiesa que se encuentra navegando por la vida sin demasiadas certidumbres ni seguridades, desorientado, a quien ya no sirve la brújula “que orientaba mis pasos en la infancia”. Los últimos cuatro versos son el mejor resumen de esta situación en la que, sin duda, la poesía es un buen medio de orientación, o mejor, de desahogo de esta zozobra. Los últimos cuatro versos son el mejor resumen de su estado interior, origen del libro: Igual que un navegante ciego, cruzo bajo la inmensa noche sin estrellas, sin brújula, las aguas de la vida.

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La Brújula Ciega

DE JUAN RAMÓN BARAT Como un homenaje, maravilloso homenaje a nuestros clásicos los títulos de las cuatro secciones en que divide su libro remiten a autores clásicos: “Verduras de las eras” a Jorge Manrique, “La edad ligera” a Garcilaso, “Un no rompido sueño” a Fray Luis de León, “La música callada” a San Juan de la Cruz. Cuatro puntales imprescindibles para un humanista y poeta, como es J.R. Barat a quien, sin duda, le hubiera encantado convivir con estos cuatro padres de nuestra lírica, hubiera dado cualquier cosa por combatir en el campo de batalla junto a Jorge, o pasear con Garcilaso por las calles de Toledo en busca de su Elisa, o acompañar en su celda de injusto castigo a Fray Luis o ir visitando conventos con Juan de la Cruz en la ardua tarea de reformar su Orden. Como hemos indicado, es el paso del tiempo, la sensación (que no llega a obsesión o desesperación) de que el tiempo fluye sin remedio, de que se nos escapa de las manos como el agua, la que va recorriendo las páginas del libro. Pero no cae el poeta en meditaciones metafísicas en verso, sino que ejemplifica esa realidad mirando a su alrededor y observando las ruinas de un viejo cementerio abandonado, o un insecto fosilizado, o el polvo de un ánfora olvidada sobre la estantería del salón, o una flor aplastada entre las páginas de un libro o los pétalos de un crisantemo lamidos por “la lengua amarilla del tiempo”. Detalles que solo la visión de un hombre sensible, de un hombre que ve la realidad con ojos de poeta puede captar e interpretar, transmutándolos en símbolos poéticos. Hay dos versos en su libro que son un maravilloso y poético resumen de la zozobra interior del ser humano, de ese deseo de eternidad que nos lleva a la necesidad de atrapar el día: Es el deseo de la infinitud lo que nos hace esclavos del instante. No podía estar ausente, pues casi siempre va aparejada a la sensación de la fugacidad de la vida, de la rapidez del paso del tiempo, la muerte. Y en el poema Fosa Común, se nos presenta en verso esa idea de Heidegger de que el hombre es un ser para la muerte. Es, sin duda, el único poema en el que se puede observar un tono desesperanzado, casi trágico. Habla de ajusticiamiento, de eje20

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cución, veredicto…, es decir, de una predestinación nada optimista y de la que nadie se libra. El final es seguro, está escrito, solo queda saber el cuándo, el día y la hora, pues los granos del reloj de arena no paran de caer: En la pizarra de la muerte escribe con su tiza roja el tiempo su fatal veredicto. Tu nombre está en la lista de los que van a ser ajusticiados. Solo queda saber la sanción del azar. De qué modo tendrá lugar la pena máxima. Cuántos granos le quedan a tu reloj de arena. Qué día y a qué hora ha de tener lugar la ejecución. A qué fosa común irán tus sueños. Ante ese hecho, ineludible, inevitable, de la muerte, la reacción del hombre debería ser exprimir cada hora, sacar el máximo rendimiento a cada día, no dejar pasar los minutos distraídos o con desgana, porque no hay vuelta atrás, no se puede reciclar lo ya vivido. Es la idea de la irreversibilidad del tiempo que ya envolviera Jorge Manrique en tres versos tremendos pero maravillosos: Desque vemos el engaño y queremos dar la vuelta, no hay lugar. Pues, seis siglos después, haciéndose eco de la preocupación medioambiental que nos lleva a reconvertir todo lo que desechamos, para mantenimiento y beneficio del ecosistema, titula como Reciclaje el poema en el que trata este tema, poema en el que, tras reconocer que va tirando a la basura horas masticadas con desgana o arrojadas a la basura “sin quitarles el pálido envoltorio”, al final lanza la conclusión dolorosa de que no es posible recuperar el tiempo perdido, reciclar lo ya pasado: Me da miedo saber que el tiempo malgastado no puede reciclarse nunca. Esta manera de enfrentarnos con los grandes problemas del hombre, con los temas que han conformado desde siempre las preocupaciones de la humanidad desde que el mundo es mundo, haciendo uso de la literatura, de la poesía concretamente en este caso, y de una manera accesible y cercana, hacen que Juan Tomás Frutos afirme:

Su literatura es una compañera perfecta, una buena compañía, una infatigable colega, diría yo. Un autor que juega con las palabras para sacar adelante sentimientos serios sobre la vida, sobre sus fatigas, sobre las eternas dudas existenciales, que son todavía más vacilaciones, si cabe, en el caso de Barat. No se trata de profundizar en este artículo demasiado sobre este libro, el último hasta ahora del poeta afincado en Lorca; la intención es más bien la de divulgar la labor poética de un autor aún no demasiado conocido y, de alguna manera, de suscitar el interés por acercarse a su obra, por beber el sugerente licor de sus versos, por probar el atrayente sabor de sus poemas, en la seguridad de que todo amante de la poesía que se acerque a ella no quedará defraudado. Sirvan como conclusión las palabras del profesor lorquino José Quiñonero:

Porque pienso, quizá como ustedes, que en este poeta se produce un fenómeno mágico que sólo les ocurre a los grandes de la poesía: saber decir lo que quieren decir y que el lector entienda, y sienta, lo que dicen. Casi nada.


D

Del fuego de los Dioses a la Microbótica D. Pascual Santos López Profesor de Tecnología

esde que Prometeo fuera condenado a sufrir los más terribles suplicios1 por habernos liberado y cedido el fuego, el hombre y la mujer2 han jugado con el don de la creatividad. “Con él aprenderán muchas artes”3 palabras que Esquilo puso en labios de Prometeo y no se equivocó pues los límites del ingenio humano están todavía por descubrir. Ya sea acuciados por la necesidad ya por que tenemos manos4, la inteligencia del ser humano se ha forjado a la par de la Tecnología. Infinidad de construcciones, ingenios y artefactos han sido creados por esos pequeños hacedores que conformamos el género humano. Diseños, vías de comunicación, instalaciones, fábricas, puentes, aviones, torres gigantescas, hablan de la grandeza de las consecuciones tecnológicas. Pero es la magia de la automática la que desde hace milenios más curiosidad ha despertado. Es sabido que ya los sumerios fabricaban sistemas de riego automáticos y mecanismos que se movían con la fuerza hidráulica. Por tanto, el desarrollo de la automática es paralelo al del bronce, la rueda, el vidrio y la escritura. El gran historiador de la tecnología, Bertrand Gille, nos habla de inventores de la antigüedad clásica que formaron parte de lo que posteriormente se llamaría la escuela de mecánicos de Alejandría, donde convergieron numerosas curiosidades gracias a la voluntad de los Ptolomeos de concentrar la sabiduría más avanzada del momento. Nos dice Gille que existía un clima intelectual favorable para la creatividad tecnológica. “La resurrección de una corriente pitagórica no fue ajena a esta nueva actitud que venía a contraponerse abiertamente a las doctrinas de Platón y Aristóteles”5. Que anteponían el trabajo intelectual al manual de los artesanos, aunque no se puede decir que despreciaran la tecnología, muchos inventos quedaron como simples curiosidades. A fin de cuentas la griega era una sociedad basada en la esclavitud y precisamente por eso 1.-ESQUILO, 2000. Más información en la bibliografía. 2.-Si alguien duda de la creatividad de la mujer en materia tecnológica puede leer el artículo de CABALLERO, Manuela, “Mujeres inventoras, a pesar de Voltaire”, publicado en III Congreso Virtual sobre Historia de las Mujeres, 2011. Disponible en Internet. 3.-ESQUILO, 2000, p. 38. 4.-Filósofos y antropólogos como Engels, Unamuno, Margaret Mead, Mumford y Piveteau afirman que los seres humanos somos inteligentes porque tenemos manos. Incluso otros como H. Bergson en La evolución creadora, 1973, pp.130-131, dice: “Si pudiéramos despojarnos de nuestro orgullo; si para definir nuestra especie nos atuviéramos estrictamente a lo que la Historia y la Prehistoria nos presentan como característica constante del ser humano y de la inteligencia, no diríamos quizá Homo sapiens, sino Homo faber. En definitiva, la inteligencia, considerada en lo que parece ser punto de partida, es la facultad de fabricar objetos artificiales, particularmente utensilios para hacer utensilios y de variar indefinidamente su fabricación” Citado en Abad, García y Sangüesa, 1997, p. 9. 5.-GILLE, Bertrand, 1985, p. 97.

no se planteaban los inventos con un fin de utilidad. Los dispositivos neumáticos e hidráulicos de Ctesibio, la máquina de vapor de Herón de Alejandría, los relojes y órganos de agua se utilizaron en los “teatros automáticos, muñecos animados, autómatas de juguete y mecanismos sorprendentes instalados en los templos”6. Ctesibio, supuesto fundador de la escuela de mecánicos de Alejandría, experimentó con la hidráulica y la neumática, uniendo así agua y aire, en la construcción de diversos artilugios como la primera bomba de pistón aspirante-impelente y el primer órgano de tubos con teclado que se llamó “órgano de agua”7 porque gracias al agua se mantenía la presión del aire necesaria. Otro de sus inventos o mejoras (pues se atribuye a Platón) fue la clepsidra o reloj de agua, también llamado reloj de noche o de invierno ya que hasta el momento sólo se conocía el reloj de sol. Dicho reloj funcionaba dejando escapar el agua por un fino agujero, también incorporaba un flotador con un mecanismo de piñón y cremallera para que marcara las horas e hiciera sonar trompetas a mediodía. 6.-Crónica de la Técnica, 1992, p. 64. 7.-DRACHMANN, A. G., 1981, p. 63.

Clepsidra de Ctesibio. Fuente. http:// automata.cps.unizar.es nº 31 / año 2012

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Stopper to control rate of flow

Water Supply

Overflow Tube

Float

Clepsidra. Fuente. www.periodicolaopinion.com.ar

A Filón de Bizancio, Gille lo ubica hacia el 225 a.C. Fue discípulo o seguidor de Ctesibio y su obra nos ha llegado en parte intacta. El compendio de sus obras se titula Sintaxis mecánica y dentro de este conjunto las que más nos interesan son: Neumáticas, Autómatas, Instrumentos maravillosos (órganos y tubos),

Clepsidras, Ruedas que se mueven por sí solas y Mensajes secretos. Gille analiza el

conjunto de su obra y nos dice: “Otra tradición considerable, desde luego, era la de los autómatas y las clepsidras. En este terreno se podía demostrar la habilidad individual”8. Téngase en cuenta que las clepsidras se utilizaban para mover, con

Caballo de Filón. Fuente. Historia de la automática

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Del fuego de los Dioses a la Microbótica la fuerza del agua, autómatas o muñecos animados. Filón fabricó autómatas con clepsidras como el de un caballo en el abrevadero o un buitre que amenazaba a unos pajarillos. De Herón de Alejandría que vivió en el siglo I d.C., se conservan varias obras en griego: Neumática, Teatro automático, Dioptra, que era un instrumento de agrimensor, Belopoiica o libro de las catapultas y una obra titulada: Mecánica, de la que se conserva la copia traducida del griego al árabe. Pero la obra que más nos interesa de Herón de Alejandría en este artículo es su Teatro automático, donde se describen

con precisión la ejecución práctica de escenas, mecanismos y la diferencia entre teatros fijos y móviles. Incluso explica ejemplos prácticos como la representación de la obra: la leyenda de Nauplio, en cinco actos. Según Diego Moñux: “En la primera escena aparecen tres filas de figuras representando a griegos que están reparando un barco antes de salir a la mar; las figuras se mueven simulando el efecto de serrar, martillar o taladrar. En la segunda escena los barcos se echan a la mar arrastrados por carretas. En la tercera se nos muestra un mar y un cielo pintados en que aparecen pronto los barcos, acompañados de delfines que saltan y vuelven a introducirse en las aguas. De repente llega la tormenta y los barcos zozobran, En la cuarta escena aparece Nauplio junto a Atenea con una antorcha, encendiéndose un fuego para simular la luz de ésta. En la última escena se produce el naufragio y se ve a Ayax nadando. Atenea es elevada, cae un rayo sobre Ayax y éste desaparece. Tras describir las escenas, Herón se detiene en los mecanismos del teatro: el de abrir y cerrar las puertas, los de simular el trabajo de reparación del barco, etc. Algunos de los mecanismos puestos en juego son palancas, contrapesos y ruedas de trinquete que hacían el papel de levas”9.

8.-GILLE, Bertrand, 1985, p. 124. 9.-MOÑUX CHÉRCOLES, Diego, 2001, p. 20.

Herón de Alejandría. Teatro Fijo. Mecanismo de martillar de Historia de la automática


AUTÓMATAS, ROBOTS Y ANDROIDES Cuando les explico a mis alumnos los sistemas de control y les pregunto por primera vez el significado de la palabra autómata o la de robot, todos o la gran mayoría se imaginan una máquina con aspecto humano que puede andar, hablar o hacer los más duros trabajos. Si consultamos el diccionario de la RAE, la palabra autómata, que viene del griego (espontáneo), significa: “Instrumento o aparato que encierra dentro de sí el mecanismo que le imprime determinados movimientos” por lo que autómata puede ser cualquier máquina, como por ejemplo un reloj. ¿Por qué entonces pensamos en una máquina con aspecto humano cuando escuchamos la palabra autómata o robot? En realidad, autómata en su segunda acepción significa: “Máquina que imita la figura y los movimientos de un ser animado” que puede tener la forma de un animal o en el caso de tener forma humana se denomina androide. Es decir, un androide es un autómata con forma humana. El origen de la palabra robot es mucho más moderno. Proviene del checo robota que significa trabajo pesado y esclavo. El escritor Karel Čapek la acuñó por primera vez en 1921 en su obra de teatro R.U.R. (Robots Universales Rossum) cuyos estrenos en Praga, Londres y Nueva York fueron un completo éxito. Tras el cual el término robot se introdujo en todas las lenguas. Las referencias sobre autómatas en mitos y leyendas son abundantes y han formado parte de nuestros miedos y deseos forjando así nuestra cultura. El mito griego de Prometeo antes mencionado, un dios menor que crea a la humanidad a partir del barro y le regala el fuego, símbolo de vida e inteligencia, se mezcla con el del Golem de la tradición judía, un siervo creado a partir de arcilla al que su amo da vida pronunciando las palabras mágicas de la Cábala y la moderna visión de Mary Shelley, que en el año sin verano10, creó su más conocida obra Frankenstein o el moderno Prometeo.

Mitos, Ciencia y Tecnología han llegado hasta nosotros gracias también a traducciones árabes de los textos griegos, difundiendo además de su pensamiento sus conocimientos técnicos y creando nuevos ingenios destinados a la diversión de las cortes andalusíes como también para aplicaciones prácticas. Un ejemplo lo tenemos en la clepsidra de las gacelas inventada por Ibn Jalaf al-Muradí, ingeniero e inventor de la España del siglo XI y autor de la obra Kitab al-asrar o Libro de los Secretos, tratado manuscrito de mecánica en el que se describen relojes, clepsidras, bicicletas, ingenios voladores y escafandras. En la actualidad existe una reconstrucción del autómata llamado la clepsidra de las gacelas realizado por Eduard Farré11 que se expone en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de Madrid. En la Europa del Renacimiento van a coexistir magia y conocimientos científicos y tecnológicos, sucediéndose numerosos avances en la automática. En Toledo existe una calle llamada del hombre de palo que la leyenda atribuye a un autómata con forma de monje construido por Juanelo Turriano, que encontrándose anciano y pobre su amo enviaba todos los días a pedir limosna. Aunque el cronista Ramírez de Arellano12 aclaró que se trataba de un muñeco de madera provisto de una alcancía que colocado en lugar estratégico contribuía a la construcción del Hospital del Nuncio Viejo. A Turriano se le atribuye también el manuscrito titulado: Los veinte y un libros de los ingenios, y máquinas de Juanelo..., un compendio de mecánica del siglo XVI, aunque García-Diego y García Tapia demuestran que no es obra suya. Éste último lo atribuye al erudito, científico, ingeniero y maquinista de Felipe II, el aragonés Pedro Juan de Lastanosa13. Lo que si es seguro, según nos cuenta Nicolás García Tapia, que la frase “y máquinas de Juanelo” encontrada en una portada añadida en el siglo XVII se refiere a que en dicho siglo “se llamaba genéricamente ‘máquina de Juanelo’ a todo artificio realizado con sabias artes mecánicas, aunque no fuese obra del ya mítico Turriano que había vivido y trabajado en el siglo anterior”14.

10.-CABALLERO GONZÁLEZ, Manuela, 2004.

11.-FARRÉ OLIVÉ, Eduard, 1998. 12.-PORRES MARTÍN-CLETO, Julio, 1982. 13.-GARCÍA TAPIA, Nicolás, 1987. 14.-GARCÍA TAPIA, Nicolás, 1987, p. 222.

Tal era el interés que despertaban estas máquinas e ingenios que han dejado su huella en la literatura de la época, como en el caso de nuestro insigne Cervantes cuando envía a don Quijote a Barcelona y se encuentra con una cabeza parlante, artilugio éste que confunde como pocos magia y artificio. Podemos decir por eso y otras muchas pruebas que en nuestro Siglo de Oro no sólo se trabajó en las letras sino también en la ciencia, la tecnología y la automática, como están demostrando cada día numerosos investigadores. Ya en el siglo XVIII el arte de la relojería alcanza cotas muy altas y el dominio de la automática revoluciona Europa. El historiador Sánchez-Blanco escribe: “Las cajas de música o los muñecos animados adquieren tal perfección en las primeras décadas del siglo XVIII que parecen poseer vida propia”15. Por ejemplo: El relojero suizo Pierre Jaquet Droz (17211790) y sus hijos Henri-Louis y Jaquet construyeron, en las últimas décadas del Setecientos, diversos androides que mediante complicados mecanismos de relojería eran capaces de escribir en varios idiomas, bailar, dibujar y tocar el piano.

15.-SÁNCHEZ-BLANCO, 1999, p. 214. 16.-VOLTAIRE, 1835, p. 489. 17.-Crónica de la Técnica, 1992, p. 420.

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Del fuego de los Dioses a la Microbótica Estos se conservan en Suiza en el museo de Arte e Historia de Neuchatel. Tal era la perfección conseguida en la época de la Ilustración en la construcción de autómatas que Voltaire en su discurso: Sur la nature de l’homme decía que Vaucanson con su dominio de la mecánica era rival de Prometeo, pues “Prendre le feu des cieux pour animer les corps”16. En el siglo XIX encontramos un autómata que vende postales construido por Percival Everitt e instalado en Londres por primera vez en 188317. Dicho autómata es a prueba de robos porque entrega en cada ocasión una sola postal con ayuda del peso de la moneda. En la Cieza de principios del siglo XX dos amigos inventores: Bernardo H. Brunton, abuelo de nuestra compañera Alicia, y Luís Anaya Amorós patentan, en el año 1913, un autómata que será precursor de los modernos cajeros automáticos y los autómatas programables actuales. “Una caja repartidora de un cierto número de monedas con intervalos de tiempo determinados” así se titula la patente cuyo funcionamiento y detalles describo en mi artículo “Un autómata de principios de siglo”18 publicado en la revista Andelma nº 10. La máquina es una caja de caudales que consta de una serie de tubos verticales abiertos en sus extremos que alojan monedas de diferentes diámetros apiladas en el tubo que les corresponda. Un mecanismo de relojería permite que todos los días a la hora programada se mueva una placa corrediza soltando las monedas sobre un receptáculo y permitiendo a la familia acceder al gasto diario de la casa. En palabras de los propios inventores: “Con este invento se evitará la ruina, la destrucción de la familia y la corrupción de la sociedad. Además el uso de esta caja educará a las generaciones futuras enseñándoles el camino del ahorro, principal elemento de las familias y de los pueblos que quieren llegar a ser grandes”19. 18.-SANTOS LÓPEZ, Pascual, 2005. 19.-SANTOS LÓPEZ, Pascual, 2005, p. 9. 20.-ANGULO y ANGULO, 1997, p. 1.

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Revista Cultural del IES. Diego Tortosa. Cieza (Murcia)

Autómata de Anaya y Brunton. Cortesía de Alicia Núñez Brunton

Microbótica A principios de los años noventa del siglo pasado el alto nivel de miniaturización de los circuitos integrados, también llamados microchips, constituyó uno de los principales avances tecnológicos. El alto nivel de integración de los componentes electrónicos permitió disminuir peso, volumen, coste y consumo energético de los productos electrónicos manufacturados. Gracias a esta miniaturización aparecieron los microcontroladores que son circuitos integrados que contienen un ordenador completo, aunque de limitadas prestaciones. Según dice el profesor Angulo: “El microcontrolador es un computador dedicado [significa esto que] en su memoria sólo reside un programa destinado a gobernar una aplicación determinada”20. A partir de aquí aparecieron los llamados microrobots o microbots, cuyo cerebro es un microcontrolador y que con la ayuda de sensores (de luz, humedad, temperatura, etc.) capta lo que ocurre en su entorno físico y actuadores, como motores paso a paso o servomotores, pueden realizar una labor concreta. La microbótica es la tecnociencia que se ocupa del diseño, construcción y desarrollo de esos robots autónomos que tienen un programa con un reducido número de instrucciones. Dicho programa se aloja en una memoria regrabable del microcontrolador y se ocupa de guiar al microbot, según sea la información obtenida por sus sensores, en la tarea para la que ha sido diseñado. Los microbots pueden ser autónomos y de reducidas dimensiones gracias a que su cerebro y sus ne-


cesidades energéticas son mínimas, por ejemplo un par de pilas recargables de 1,5 voltios, o mejor, una pequeña placa solar. Las aplicaciones de los microbots son muchas, tales como: exploración, análisis de terrenos, creación de mapas de zonas inhóspitas, limpieza de recintos, detección de minas enterradas, análisis de volcanes, inspección de tuberías y otras muchas que podamos imaginar. En la actualidad se están utilizando mucho en educación y se hacen concursos y certámenes de microbots que juegan al futbol, que luchan al sumo y que realizan carreras de obstáculos y de rastreo siguiendo recorridos marcados llenos de trampas y dificultades. Para terminar, decir que desde el Departamento de Tecnología pensamos que la microbótica puede ser un medio eficaz de motivación para que alumnos y alumnas obtengan buenos conocimientos tanto en mecánica y electrónica (mecatrónica) como en la ejecución de programas de alto y bajo nivel que influirán de forma determinante en su desarrollo personal e integral. De manera que apostaremos por la construcción, mediante material reciclado, de microbots autónomos y robots controlados por ordenador.

Del fuego de los Dioses a la Microbótica

Fuentes documentales • Página Web: http://www.revistacodice.es/publi_virtuales/

iii_congreso_mujeres/ • Página Web: http://www.tecnologiaycultura.net/andelma. html • Página Web: http://users1.jabry.com/geocachingalamos/ tcartificio.html Bibliografía • ABAD, GARCÍA Y SANGÜESA, Ciencia, Tecnología y Sociedad, Madrid, McGraw-Hill, 1997. • ANGULO USATEGUI, J. M. y ANGULO MARTÍNEZ, I., Microcontroladores “PIC”. Diseño práctico de aplicaciones, Madrid, McGraw-Hill, 1997. • CABALLERO GONZÁLEZ, Manuela, “Mujeres inventoras, a pesar de Voltaire”, III Congreso Virtual sobre Historia de las Mujeres, 2011. Página Web en línea de la Revista Códice: http://www.revistacodice.es/publi_virtuales/iii_congreso_mujeres/comunicaciones/Mujeres_inventoras_a_pesar_de_Voltaire.pdf. Consultada [27/12/2011]. • CABALLERO GONZÁLEZ, Manuela, “Una boda en el año sin verano” en Andelma nº 8, Centro de Estudios Históricos Fray Pasqual Salmerón, Cieza, 2004, pp. 5-7. Disponible en Internet: http://tecnologiaycultura.net/andelma/Andelma8. pdf. Consultada [5/1/2012]. • Crónica de la técnica. Diario 16, Madrid, Plaza y Janés, 1992. • DRACHMANN, A. G., “Las civilizaciones clásicas”, en KRANZBERG y PURSELL (eds.), Historia de la Tecnología. La técnica en Occidente de la Prehistoria a 1900, Barcelona, Gustavo Gili, 1981. • ESQUILO, Prometeo Encadenado. Los Persas, Barcelona, Océano, 2000. • FARRÉ OLIVÉ, Eduard “La clepsidra de las Gacelas del manuscrito de relojes de Al-Muradi”, Arte y Hora, n. 128H11, Mar-Abr, 1998, pp. 10-18. • GARCÍA TAPIA, Nicolás, “Aragón en los veintiún libros de los ingenios”, Temas de antropología aragonesa, nº 4, 1993, pp. 222-240. • GARCÍA TAPIA, Nicolás, “Pedro Juan de Lastanosa y Pseudo-Juanelo Turriano”, Llull vol. 10, Sociedad Española de Historia de la Ciencia y la técnica, 1987, pp. 51-74. • GILLE, Bertrand, La cultura técnica en Grecia, Barcelona, Ediciones Juan Granica, 1985. • MOÑUX CHÉRCOLES, Diego, Historia de la automática, Universidad de Valladolid, Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, 2001. • PORRES MARTÍN-CLETO, Julio, Historia de las calles de Toledo, Volumen 2, Zocodover, 1982. • SÁNCHEZ-BLANCO, Francisco, La mentalidad ilustrada, Madrid, Santillana, 1999. • SANTOS LÓPEZ, Pascual, “Un autómata de principios de siglo” en Andelma nº 10, Centro de Estudios Históricos Fray Pasqual Salmerón, Cieza, 2005, pp. 8-9. Disponible en Internet: http://tecnologiaycultura.net/andelma/Andelma10. pdf. Consultada [5/1/2012]. • VOLTAIRE, «Sur la nature de l’homme», Oeuvres completes de Voltaire, avec des notes et une notice historique sur la vie de Voltaire , Tome Deuxieme, Paris, 1835.

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Algunas verdades sobre Garcilaso Dª. Ángeles Ato Ballesteros Profesora de Lengua y Literatura D. Pedro Sánchez Lisón Profesor de Tecnología

Sobrino de Garcilaso

“No me podrán quitar el dolorido sentir si ya del todo primero no me quitan el sentido” (versos 349, 350, 351, Egloga I, Garcilaso de la Vega)

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stos famosos versos de la Égloga I de Garcilaso de la Vega, han pasado a ser inmortales, primero, por estar escritos hace seis siglos, y en papel y pluma, no en ordenador, y segundo, por su contenido y belleza. Y es que explicando a este “Príncipe de nuestras letras” a los alumnos/as de primero de bachillerato, lo he presentado como lo que fue: un gran político y cortesano, un valiente hombre de armas y un gran poeta de su época: el Renacimiento español de la primera mitad del siglo XVI, el de Carlos I de España y V de Alemania, monarca del que Garcilaso fue amigo y consejero. Al decirles a los alumnos/as que este hombre respondía al prototipo de “hombre del Renacimiento”, empezaron a acumularse las dudas en las cabezas pensantes estudiantiles. Sí, claro, respondo yo: Garcilaso, “hombre de buena cuna”, segundón de un noble, se convirtió en soldado por obligación familiar, participando en varias batallas de las que salió ileso (Rodas, Fuenterrabía, Túnez). Fue preferido y nombrado “contino” (“continuo”, consejero) del Emperador, quien siempre le tuvo en gran estima, aún después de enojarse con él por un asunto político, por el que Garcilaso tuvo que sufrir destierro en Ratisbona . Casó con Elena de Zúñiga en 1525, casamiento concertado también por el Emperador, pero tuvo también otros amores, como veremos después. 26

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Y como, si acaso le sobrare tiempo, escribió los mejores versos amorosos de la literatura de la época y de la literatura española, a mi parecer. Y también, Rafael Alberti, gran lírico del 27, lo evocó así:

Si Garcilaso volviera yo sería su escudero que buen caballero era. Mi traje de marinero se trocaría en guerrero ante el brillar de su acero; Que buen caballero era. ¡Qué dulce, oírle, guerrero al borde de su estribera! En la mano, mi sombrero; Que buen caballero era. Y es que el gran poeta toledano (Toledo 1499 -Niza 1536) imprimió un nuevo rumbo a la poesía española. Introdujo con su amigo Juan Boscán, los metros y los temas italianos y la poesía española se llenó de Petrarca (Canzonière 1431-1472). Su influencia fue tal que cambió la antigua poesía castellana y la hizo moderna hasta hoy. Y eso que su producción poética fue breve. Escribió tres églogas, treinta y ocho sonetos, cinco odas, dos elegías, una epístola y algunas composiciones en octosílabos. Y, de esta forma presentado a los alumnos de primero de bachillerato, éstos no entendían cómo pudo hacer tantas cosas en tan corta vida, en tan sólo treinta y seis cortos años, a lo que habría que sumar su azarosa vida amorosa. Varias mujeres tuvieron amores con Garcilaso de la Vega (www.amigosdegarcilasodelavega.com): Dª Guiomar Carrillo, con la que mantuvo relaciones y tuvo su primer hijo, ilegítimo; Dª Elena de Zúñiga, su esposa la que le dio cinco hijos; Dª Isabel Freire, a la que siempre se ha considerado la inspiradora de los versos más hermosos del poeta y con la que no hay certeza de que mantuviera relación carnal; Dª Beatriz de Sá y otras damas napolitanas. Asombrada quedé yo, cuando supe que nuestro poeta, considerado neoplatónico-petrarquista, fue realmente un gran amante de sus mujeres y gran progenitor (nada menos que seis hijos tuvo, aunque algunos murieron niños). ¿Adónde quiero llegar con todo esto? A dejar claras algunas ideas equivocadas que vienen en los libros de texto, y que nos dan una imagen distorsionada del hombre, y consecuentemente, del poeta que fue. La primera idea falsa que circula en el mundo literario sobre Garcilaso es la de que es un poeta del amor platónicopetrarquista. Si entendemos por platónico: “amante que quiere a una amada idealizada, que puede existir o no y que maneja al amante a su antojo (lo que se conoce como “vasallaje amoroso” y que proviene del amor cortés provenzal)”, Garcilaso no lo es. Leyendo su biografía o echando un rápido vistazo a su cronología, tenemos a un hombre de carne y hueso que mantuvo relaciones amorosas y sexuales con varias mujeres, éstas también reales y de carne y hueso.

Así pues, lo que dice en sus versos no es neoplatónico, sino real. Si hay amor, desamor, melancolía, lamento por la no correspondencia, tristeza por la muerte de la amada (no olvidemos que Isabel Freire murió joven), celos, desengaño e incluso desplante del poeta, en sus poemas, (sonetos y églogas), son sentimientos reales, no platónicos, pues reales fueron las mujeres a las que amó, o por lo menos “conoció”, no sólo a la bella Isabel. No obstante, no sabemos si, empapado de la lectura de Petrarca, intentare emocionado probar los nuevos metros y ejercitar lo italiano en castellano. Y, si así fuere, la verdad, es que el soneto V le salió muy bien, y parece trasmitir realmente la fuerza de un hombre enamorado. Helo aquí:

Escrito está en mi alma vuestro gesto y cuanto yo escribir de vos deseo: vos sola lo escribistes; yo lo leo tan solo que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto, que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma misma os quiero; cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero. La segunda falsedad o mejor, desconocimiento, es la de su imagen física. La fisonomía que nos ha llegado a través de los libros de texto, no es la real. Y es que, el retrato del hombre moreno, bajito y barbudo que conocemos o se nos presenta como Garcilaso de la Vega no es él. Es realmente su sobrino del mismo nombre, hijo de su hermano Pedro. Y la que sí es la verdadera imagen del poeta es la de su estatua mortuoria, en la que ya aparece más favorecido. Así, mediorespiraron tranquilas las alumnas de bachillerato, y también algunos alumnos, que consideraron esta nueva fisonomía un tanto más atractiva y también medioentendieron cómo un hombre renacentista fuere “tan buen caballero”, soldado y poeta, y sobre todo, conquistare a tantas damas también renacentistas. (¡Bueno!)

Garcilaso de la Vega

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Hierro, Piedra y Madera

D. Alfredo Marín Cano Profesor de Geografía e Historia

L

a publicación en 2010 de “Hierro, piedra y madera: los puentes ciezanos

sobre el Segura, (siglos XVI-XX)” convirtió de inmediato a este libro en una verdadera rareza bibliófila. Al alcance en determinadas bibliotecas para el investigador y para el lector ávido por conocer una porción de la Historia de Cieza, estas páginas sintetizan su contenido para situarlo en un ámbito de mayor y más amplia difusión. Históricamente el desarrollo constructivo de infraestructuras en España nos remitiría al mundo clásico. En este sentido, la intensa romanización desplegada en la península Ibérica quedaría plasmada en la enorme impronta heredada por el amplio abanico de edificaciones viarias, constituyendo la red de puentes una de sus más peculiares manifestaciones, cuya vigencia, al margen de la relativa fecundidad constructiva del medievo y de la Edad Moderna, permanecerá inalterable prácticamente hasta el s. XVIII. Algunas serán las ciudades que conserven puentes romanos, escasas las que vean erigirse alguno en la Edad Media y muchas las que lo intenten hasta la efervescencia de las comunicaciones durante el Siglo de las Luces. Resulta evidente que no siempre las ciudades y villas españolas contaron con la posibilidad de elevar un puente de piedra, contentándose a lo sumo con la costosa y laboriosa construcción de uno de madera. El ejemplo ciezano define la complejidad de compaginar el deseo de edificar el pétreo y la necesidad de contar con las maderas, mostrando los avatares acontecidos durante unos trescientos años en nuestra ciudad, enclavada en un enjuto valle que describen sucesivos meandros del curso medio del río Segura, cuyo caudal refleja las condiciones semiáridas del sudeste mediterráneo, siempre sujeto a severas sequías salpicadas durante otoño y primavera por las cotidianas y virulentas depresiones frías en altura o gotas frías, concentrándose en un escaso espacio temporal una elevada cantidad de precipitaciones que provocaban el frecuente desbordamiento del río y la consiguiente destrucción de todo cuanto a su paso arrollaba, dejando un rastro de destrucción y miseria. Parcas son las referencias a Cieza durante la Antigüedad y la Edad Media, pero si la capacidad técnica de íberos y musulmanes nos alejarían de la construcción de algún sólido viaducto, la presencia de la supuesta ciudad romana de Segisa avalaría la hipótesis de un puente de piedra en las cercanías de Bolvax. 28

Revista Cultural del IES. Diego Tortosa. Cieza (Murcia)

“Hierro, piedra y madera: los puentes ciezanos sobre el Segura, (siglos XVI-XX)”. Portada ilustrada por D.ª Ana Guirao Sánchez, (Departamento de Educación Plástica y Visual del IES “Diego Tortosa”).


Documentalmente, las primeras noticias se remontan a la presencia de un puente de madera sobre el río Segura en 1515, según el testimonio certificado por los visitadores de la Orden de Santiago. Un siglo después, el Ayuntamiento intentaba reconstruir otro en 1611, ordenando la tala y conducción de las maderas necesarias, de suerte que sobre estas fechas la puente es una realidad, pues en 1615 ya se constatan las primeras reparaciones. Como garante de la construcción, es el Concejo quien se encargará de su mantenimiento, de forma que en 1633 se creaba una efímera institución para regentarlo al nombrar a D. Antonio López Morote mayordomo y administrador del puente. Dos años después, la estructura se desmoronaba por una avenida del río, llevándose consigo la figura de quien pudo haber salvaguardado su permanencia en otras circunstancias y épocas ulteriores. Ante la eventualidad de la falta del viaducto se suplirá por medio de un doble mecanismo: por un lado la fabricación de cunas, cajón rectangular de mediana dimensión (aproximadamente un metro por 50 cm.) y movido por poleas, que posibilitaba cruzar el río a una persona, algunos objetos y cierta cantidad de productos agrícolas cuyo peso podía oscilar entre los 25 Kg. y los 70 Kg., de tal forma que en 1674 se decide construir una ante la inviabilidad del puente. Estos rudimentarios artefactos subsisten todavía en algunos parajes, aunque la mayoría en pésimas condiciones de conservación. La segunda opción residía en el amparo de un barco que uniera ambas orillas, cuya testimonial presencia quedará ligada a la nostalgia sentimental de la barca del Menjú. Para el año 1681 contamos con un ejemplo de contrato notarial entre el Concejo y el maestro de puentes José Marfil, vecino de la ciudad de Murcia. De sus cuatro condiciones se puede extraer el esquema general de la construcción de un puente de madera: por la primera se estipula su cuantía en 1200 reales de vellón, de los cuales se le adelantan 300 reales (2ª condición): 200 en el momento de la firma y los otros cien cuando regrese de Murcia tras seis días para «disponer de los aderentes que a de traer para la otra obra». Y salvo éstos, como en toda obra pública del Antiguo Régimen, todas las gentes del lugar acudirán con todo lo necesario para su fábrica (condición 4ª); y finalmente, si no se cumpliera lo estipulado, el Ayuntamiento llevaría al maestro de obras ante la Justicia. Dos meses después, José Marfil «maestro que a echo el puente en el rrio Segura desta otra villa» firmaba su carta de pago. La barca del paraje del Menjú permitía cruzar el río a varias personas a la vez. (Principios del s. XX).

El “Puente de Madera” de Blanca, destruido en la riada de “La Bendita” (Viernes Santo de 21 de abril de 1946). Su origen se remonta a principios del s. XX, constituyendo su estructura un referente hipotético de los antiguos puentes de madera que en épocas anteriores se edificaron en el valle del Segura.

Nuevamente, la construcción acabaría por arruinarse; por consiguiente, el año 1684 supone un nuevo impulso, pero esta vez el Ayuntamiento demandaba a la Monarquía la solidez de uno de piedra; entretanto, y previendo la dilatada burocracia, se optó por la provisionalidad de los tablones.

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Desesperada por la espera, la Municipalidad aprovechó las reparaciones de la antigua parroquial de Santa María, acordando en 1693 aprovechar los viejos sillares para elevar un puente de piedra ¿Intervino Melchor Luzón en este proyecto hidráulico? Autor de las trazas de la parroquia de la Asunción, el escultor, arquitecto, matemático, cosmógrafo e ingeniero hidráulico, bien pudo compaginar sus trabajos en la construcción de la nueva parroquial con los del puente, cuya experiencia se había demostrado al participar en 1672 en el proyecto del puente de Toledo de Madrid junto con Gaspar de la Peña. A partir de entonces, encontraremos en Cieza una dualidad difícilmente sostenible: por un lado se deseó elevar el pétreo, pero a la vez se hacía necesario contar transitoriamente con otro de madera. Las frecuentes avenidas deteriorarán al primero y harán desaparecer de forma periódica al segundo, por lo que los recursos necesarios acabarán por destinarse al temporal. Como parte de sus propios, el puente dependía económicamente del Ayuntamiento, mas la cortedad de sus recursos hacía necesario obtener permiso real para destinar ciertos tributos o imponer algún arbitrio especial para definitivamente concluir el de piedra. Por tanto, la mayor preocupación de los regidores consistirá en mantener el de madera, hasta que finalmente en la centuria siguiente se consiga la tan anhelada aquiescencia real. Inhiesta parte de su estructura hasta mediados del XVIII, este primer ensayo pétreo participaría de las pautas de la Edad Moderna: sustitución del arco ojival gótico por arcos circulares rebajados próximos al medio punto renacentista, el cuidado de la fábrica con un mortero de mayor calidad, sillares de más fina labra y la popularización de los tajamares triangulares… de hecho, en la margen izquierda del Puente de Hierro pervive una vieja arcada con su correspondiente tajamar. Mientras el pétreo quedaba paralizado, una vez más las avenidas del Segura se cobrarán su tributo y el puente de madera desaparecerá en julio de 1708, mientras que en junio de 1726 otra gran avenida lo destruye «sin aver dejado un palo». La situación se repetirá con toda una serie de devastadoras inundaciones que obligarán a su continua reposición durante todo el primer tercio del siglo. Ante esta desastrosa situación se costeó la construcción de un barco y una cuna que posibilitaran el tránsito a los pagos del otro lado de la orilla del Segura, hasta

Hierro, Piedra y Madera

La barca del Menjú se guiaba a través de un cable de acero entre las dos orillas. (Principios del s. XX). Paseo en barca en un remanso del río Segura. (Principios del s. XX). Don José Moñino, conde de Floridablanca, por Francisco de Goya (1783). Su vinculación con su tierra de origen coadyuvó a un nuevo impulso para edificar el pretendido puente de piedra ciezano sobre el río Segura.

que nuevamente en 1736 se restablece «la fabrica del puente que se a finalizado». Entre éste último y 1752 se elevará «la fabrica de cuatro puentes que con el actual se han construido», siendo continuas las aplicaciones de reparos para otros tantos que se deterioraron a lo largo del período. En este contexto, el Ayuntamiento se siente abrumado por la inviabilidad de los puentes de madera, recordando que en el archivo municipal se custodian diferentes acuerdos y pedimentos para conseguir el codiciado permiso para edificar uno de piedra, de ahí que en un intento de viabilizar sus pretensiones se acordó solicitar al Consejo de Castilla imponer arbitrios por valor de once mil reales sobre consumos y frutos, solicitando en 1754 al maestro mayor de arquitectura de la ciudad de Murcia D. Pedro Pagán un presupuesto, planos y tiempo estimado de conclusión. Entretanto, una vez más, el puente provisional de madera vuelve a ser arrollado por una nueva avenida en junio de 1758, ordenando el Ayuntamiento la construcción de otro barco, a cuyo costeo se impondrá un cuarto de maravedí por cada vez que alguien cruzara el río. Durante estos años el Concejo no dispone de liquidez. Los últimos años se han saldado con malas cosechas, salpicadas por la continua amenaza de plagas de langosta, mientras que buena parte de los recursos se habían invertido en la remodelación de la acequia de la Andelma. Así pues, cuando en 1759 Carlos III haga su entrada en España desembarcando en Cartagena, se hace necesario aderezar las infraestructuras desde el puerto a la Corte, mas a pesar de pretender invertir para este fin lo recaudado 30

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por el barco, el pauperizado pueblo se encontrará exhausto para lograr la remodelación de las vías terrestres y fluviales de la villa. En 1764 el gobernador D. Francisco Herrera y Navarro argumentaba que se necesitaban nuevos recursos para «la

conclusión de un puente de piedra que esta principiado en el Rio Segura fabrica utilissima y muy necesaria». De esta

guisa, el 22 de diciembre de 1769 se obtenía permiso real para la construcción de un puente de piedra, concediéndosele al Ayuntamiento la posibilidad de extraer del pósito 35.000 reales durante seis años, es decir, unos 215.000 reales que todavía quedaban lejos de los 396.552 reales presupuestados en 1718 para el puente

Viejo de Murcia por Martínez de la Vega. Sobre el arquitecto encargado se carece de información, aunque si Pagán los diseñó en 1754, quizá sus planos constituyeran la base para la construcción. De este modo, en 1772 Bartolomé Rodríguez y Alejandro la Lastra acuerdan con el Concejo aportar las piedras necesarias para el puente «empezado a construir en el Rio Segura». Cumplido el plazo, nada se había realizado. Perentoria la utilidad de un paso, siempre primará la urgencia de los palos, de forma que las sucesivas destrucciones obligan a destinar los recursos al restablecimiento de la puente de madera. De nuevo se obtendrá privilegio real en

1775 para semejante cantidad durante el siguiente sexenio. Concluida la segunda gracia sin mayor resultado, el murciano D. José Moñino, conde de Floridablanca y primer ministro de Carlos III, mediaría para ampliar el privilegio a otros seis años a partir de 1784. Próxima a concluir la tercera gracia, en 1788 la Villa reconocerá los méritos del gobernador en la construcción del puente de piedra, destacando su labor para ponerse en contacto «con un

arquitecto que es del gusto del Conde de Floridablanca y del Supremo Consejo de Castilla». Podría tratarse de Jerónimo

Martínez de Lara (1750-1814), discípulo del ingeniero Juan de Escofet, a quien el Consejo de Castilla le encargó la construcción de un puente sobre el Guadalentín, ampliándose sus labores en 1781 con los proyectos de los embalses de Puentes y Valdeinfierno gracias al amparo del conde de Floridablanca, impulsor de otras obras hidráulicas como el Canal Imperial de Aragón y los canales de Guadarrama, Manzanares y Tortosa, concibiéndose éstos como verdaderas palancas del progreso económico de la época. En 1790 el privilegio real ha concluido y el Ayuntamiento se debate en solicitar su renovación, discusión que radica en la nulidad de lo ejecutado y especialmente en el desfalco de los fondos públicos, denunciándose en esta fecha la desaparición de los últimos 35.000 reales. El temor a un proceso judicial inclinará a los capitulares a no renovar la solicitud al Rey, de forma que en 1792 el Concejo amenaza con llevar a los tribunales a los manilargos en el supuesto de que las arcas del pósito no recuperen lo sustraído. Lentamente, el dinero se irá reponiendo, sacándose durante toda la década cuantas partidas fueren necesarias para la renovación y mantenimiento de los puentes de madera. De esta forma, en 1795 las maderas serán reedificadas y sometidas a varias reparaciones hasta que las turbulentas aguas decidan eliminarlas al año siguien-

te, retomándose la tradicional solución de la construcción de una cuna hasta la nueva erección de 1798. En 1801 la avenida llega a ser tan devastadora «que no hay memoria de otra igual», colocándose otra cuna como única vía de comunicación, solución más económica e inmediata en su ejecución. Ante esta situación, la suspirada ilusión del puente de piedra vuelve a resurgir. La crecida del cinco de junio de 1805 acabó con el puente, de manera que los regidores presentan un memorial ante el Consejo Supremo de Castilla para solicitar permiso con el fin de imponer nuevos arbitrios, cuyo montante se elevó en esta ocasión a 74.430 reales. Las noticias sobre puentes retornan una vez finalizada la Guerra de Independencia (1808-1812), cuando en 1813 se intenta reconstruir el de madera. Atrás quedaba todo un larguísimo período en el que Cieza había perdido la oportunidad de erigir un puente de piedra, pues después de tres concesiones regias (1769-1775, 1775-1781 y 1784-1790) los regidores fueron incapaces de finiquitar un proyecto imprescindible para la villa, ya fuera por su negligencia política, la insolvencia económica de invertir otros recursos en el de madera, bien por la malversación continuada de los fondos públicos o simplemente por la victoria continuada de las fuerzas de la Naturaleza. El último intento de 1805 parece que obtuvo el consabido beneplácito, pero la experiencia cosechada durante el período anterior, el estallido de la guerra y las graves secuelas económicas que se derivarían imposibilitaron plasmar en la realidad el tantas veces añorado sueño de un sólido puente. La era decimonónica ciezana proseguirá su andadura con la idéntica problemática descrita, compaginando las cunas con la elevación y reparación de otros tantos de madera, así como el uso continuado de barcos. Por tanto, la situación de las infraestructuras es descrita en 1829 afirmándose que la villa «no conserva su comunicación con Mula

sino por un puente de madera y atocha tan frágil y deleznable que con la mayor frecuencia está rompiéndolo el otro rio… y no habiendo fondo con que subvenir a su ejecutibo reemplazo».

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Todavía a mediados de siglo los puentes serán arrollados por las persistentes riadas de 1852-53… hasta que el desarrollo industrial viabilice la construcción en 1860 de un puente sobre el Segura, popularmente conocido como “Puente de las Delicias” o también “Puente de Hierro” en relación a sus petriles de celosía férrea. El contratista de la obra sería D. Faustino Molina, mientras que el ingeniero D. Constantino Germán diseñaría el puente en 1852, encargándose de la construcción el ingeniero D. Rogelio Ynchaurrandieta y sufragando el Ayuntamiento de Cieza la cuarta parte de su cuantía total estimada en 44.480´275 escudos. Los tramos de hierro llegarían desde Inglaterra a Cieza en

Factura de los tramos del “Puente de Hierro” desembarcados en Cartagena por el buque británico “Glenroy” procedente de Inglaterra. Londres, 7 de mayo de 1861.

Hierro, Piedra y Madera

La construcción del “Puente de Hierro” comenzó en 1860, instalándose la estructura férrica al año siguiente y concluyendo la obra en 1864 bajo la dirección del ingeniero D. Rogelio Ynchaurrandieta.

El “Puente de Hierro”: diseñado en 1852 por el ingeniero D. Constantino Germán.

Fotos del Puente de Hierro tomadas por el viajero J. Laurent en 1871. Obsérvese en la superior el “Arenal” y al fondo el “Muro”; en la inferior la construcción de la Ermita del Santo Cristo del Consuelo, a la que todavía le falta una torre.

1861 «embarcados a bordo del buque

“Glenroy” por cuenta de Don Faustino Molina, á la consignación de los Sres. Mir é hijo de Cartagena», todos ellos con

sus correspondientes pernos, pintura y herramientas. Por la solidez de su estructura, obviando los de madera y reduciéndonos a la región murciana, este puente sería el segundo en antigüedad e importancia tras el puente de “Los Peligros” o “Viejo” de la capital inaugurado en 1742. Las obras del nuevo puente concluirían en 1864, definiéndose a través de un tramo metálico de 36 metros de luz, formado por dos vigas rectas de tres metros de altura entre cabezas paralelas y alma de celosía férrica doble, viguetas metálicas alternantes con otras de madera, largueros de madera y piso entablonado 32

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apoyado en estribos de mampostería, con una amplitud total de siete metros; mientras que la anchura entre cuchillos era de seis metros, alcanzando su altura cinco metros respecto al lecho del río. El “Puente de Hierro” emergió en principio con la idea de unir Cieza con Pliego para más tarde consumarse la carretera Cieza-Mazarrón, si bien al no estar construida dicha vía quedó aislada y cumplió sobre todo la función de conectar los pagos agrícolas circunvecinos con la ciudad. Para salvar la parte inundable de la margen derecha y viabilizar la nueva carretera, en 1890 el Ayuntamiento obtuvo el consentimiento de la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos para construir un puente que conectara el “Puente Hierro” con el Maripinar, gestiones que contaron con el apoyo de D. Antonio Cánovas Vallejo y, especialmente, con el amparo de su tío y Presidente del Gobierno D. Antonio Cánovas del Castillo, sancionándose oficialmente por Real Orden de 16 de diciembre de 1894. En consecuencia, «S.M. el Rey (q.D.g.) y en su nombre la Reina Regente del Reino,

conformándose con lo propuesto por esta Dirección general ha tenido a bien disponer se adjudique definitivamente al mejor postor D. José Montesinos Rubio que licitó en esta Corte comprometiéndose a ejecutar las obras en el plazo de tres años, por la cantidad de ciento veinte y nueve mil novecientas noventa y ocho pesetas»; alcanzan-

do finalmente un total de 193.118 pesetas 68 céntimos, montante último que el Estado ingresó como resultado de la pública subasta.

Antonio Cánovas del Castillo, principal impulsor de las obras del “Puente de los Nueve Ojos”. nº 31 / año 2012

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Para la nueva obra de fábrica o mampostería, conocida popularmente como “Puente de los Nueve Ojos”, el ingeniero D. Ramón Peironcely proyectó en 1892 un puente de 186´50 metros de longitud, que unidos a los 94 metros del “Puente Hierro” y a los 21 metros de terraplén que se trazó para conectar ambos puentes, ofrece en su conjunto un total de 301´50 metros; además, se diseñó con una anchura de 5´80 metros y nueve arcadas de 16´80 metros de luz apoyadas sobre estribos y pilas, tramos con petriles de 0´28 metros de ancho y barandillas de hierro.

El “Puente de los Nueve Ojos”, elevado según las trazas de D. Ramón Peironcely en 1892. Las obras serían una realidad en 1899, adquiriendo titularidad municipal en 1900. Matasellos del 18 de abril de 1955 en conmemoración de la inauguración de la nueva sede de Correos en Cieza. En la ilustración de la panorámica de la ciudad sobresale el “Puente de Hierro”.

El ingeniero proyectaría un ancho en el «que se puedan cruzar en él dos carros», de tal forma que las dimensiones totales alcanzarían los 5´80 metros: el firme para el tránsito sería de 4´30 metros, dejando en las márgenes 0´75 metros para aceras peatonales, pues «hallándo-

se el puente situado en la salida misma de una población de buen número de habitantes, y habiendo precisamente de servir para la comunicación con la vega, el tránsito de peatones ha de tener en él mayor importancia que el de vehículos». Consumado el diseño del proyecto y adjudicadas las obras, el comienzo de los trabajos se retrasaría hasta el 19 34

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de septiembre de 1896 motivado por la oposición de algunos propietarios a ser expropiados, continuando sin interrupción hasta el día 15 de julio de 1899 en que el contratista D. José Montesinos falleció y los herederos anularon el contrato. Para entonces el proyecto de 1892 ya era una realidad («el puente propiamente dicho estaba completamente terminado»), de forma que ya sólo quedaban por finalizar las obras de las dos rampas de acceso laterales, las cuales se ejecutarían por parte del ingeniero D. Ricardo Ayuso, más tarde sustituido por D. Eladio Sala, y supervisadas por el ingeniero jefe D. José Llovera Cubells en el año 1900.


El “Puente de Hierro” tras su remodelación en 1946: se añadieron dos pilares-pared y se eliminó el suelo de madera. En 1956 la estructura metálica sería sustituida por las barandas actuales. Postal de los años 1970 con el aspecto actual del “Puente de Hierro”.

Hierro, Piedra y Madera Así pues, el día 13 de febrero de 1900 el Ayuntamiento obtenía la recepción provisional del puente, mientras que el 23 de abril de 1901 se procedía a la recepción definitiva tras certificarse que las obras estaban en perfecto estado, concurriendo junto al puente D. José Llovera, ingeniero jefe de la provincia, D. Eladio Sola, ingeniero de la obra, y D. Adolfo Montesinos en representación del contratista. Por su parte, D. José Peña Marín, alcalde de Cieza, certificaría que no se presentó reclamación alguna y que por tanto cesaba la responsabilidad del contratista, toda vez que el consistorio asumía su responsabilidad sobre el mismo el 17 de mayo de 1901.

Y rima, rimando, «siendo paso obligado de transporte de productos de la industriosa ciudad de Cieza hacia toda la región occidental de la provincia», el es-

tado del firme de madera, el deterioro de sus estribos, los efectos de las avenidas y la limitación de carga a dos toneladas coadyuvarían a remozar la estructura del “Puente de Hierro”. Por tanto, en 1946 se reconstruyen los estribos y las dos pilas correspondientes, se sustituye la estructura metálica y el piso de madera. De este modo, el puente quedará caracterizado por dos pilares-pared que abrían tres arcadas cuadrangulares: un tramo central de 13´48 metros y dos laterales de 11´84 metros de luz; por su

parte, el firme quedaba con un ancho de explanación de 7´50 metros y aceras laterales de un metro, sustentado sobre una estructura de hormigón armado. Finalmente, y tras las obras de reforzamiento de los muros laterales, en 1956 se remodelaba la estructura del puente con el aspecto que actualmente se contempla, desmantelándose la celosía de hierro que le otorgó su denominación…

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El emblemático y romántico “Puente de Alambre”, único por su particular originalidad en toda la vega del Segura, presenta una estructura de pasarela de banda tensa apoyada en un par de cables portantes sobre maromas de acero y pavimento de tablones de madera, hallándose en los documentos en el año 1872 bajo la apelación de «puente del Argaz». Cabría pensar que su origen se vincularía con pasarelas precedentes sobre maromas de esparto, pues así lo sugiere tanto los preexistentes en el Valle de Ricote como una de las cláusulas de arriendo del molino de Cebolla en las que el arrendatario asume su compromiso económico con el monasterio de la Inmaculada Concepción ciezano, afirmándose que su pago se efectuaría con independencia de la existencia de un «artefacto de madera, ô de esparto por donde se pueda pasar». De hecho, esta tipología pudo ser bastante común, ya en su diseño triangular con único eje de esparto al que se unían otras maromas a modo de barandas bien en su diseño trapezoidal con suelo de tablas de maderas e idéntica disposición en los pasamanos de esparto. Finalmente, la sensibilidad histórica de los ciezanos se plasmaría en la movilización encabezada por el Club Atalaya en defensa del inmemorial puente, asumiendo el Ayuntamiento su actual adecuación tras las obras de restauración emprendidas en 1981. Y al margen de los puentes que se han mencionado y que se pueden tildar de históricos, el último puente construido en Cieza sobre el Segura es el denominado “Puente del Argaz”, elevado en 1999 por la empresa Getnisa según los planos del ingeniero D. José Gómez Sánchez por un coste de 61.115.567 ptas.

Arriba.-El “Puente de Alambre” a mediados del s. XX. En su origen algunos de estos puentes se realizaban con maromas de esparto, unas veces unidas a un eje central, otras manteniendo un pavimento de maderas. Centro.- Panorámica actual del Puente de Alambre. Abajo.-El “Puente de Alambre”, construido a finales del s. XIX y único colgante en la actualidad sobre el río Segura.

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Arriba.-“Puente del Argaz”, por el ingeniero D. José Gómez Sánchez, (1999). Centro.-Vista del actual del “Puente de Hierro”. Abajo.-El “Puente de Alambre” en nuestros días.

En conclusión, las líneas precedentes han relatado las vicisitudes de una villa por conquistar su futuro, el empeño de sus gentes por dominar la Naturaleza y sus estragos fluviales, típicos del área mediterránea levantina, pretendiendo solventar el paso sobre el Segura, ya fuera por medio de cunas, barcos o puentes de madera, bien a través del anhelado puente de piedra que finalmente se desvanecería en las diferentes intentonas amparadas por el poder ilustrado que apoyó el fomento de una serie de infraestructuras viarias necesarias para el desarrollo del país, hasta que finalmente el tardío desarrollo industrial español posibilitó dos obras de probada solidez a través de los puentes de “Hierro” y de los “Nueve Ojos”. Toda la problemática descrita nos acerca a la de otras muchas ciudades y villas hispánicas, acuciadas por la escasez de sus recursos pero empeñadas en la sinceridad de sus aspiraciones, pues siempre fueron conscientes del beneficio socio-económico del pétreo en relación no sólo a su rentabilidad frente a los de madera, sino también como factor generador de riqueza al mostrarse como elemento estratégico en la articulación de los caminos en toda una extensa comarca. Y para concluir, estas letras dejan paso a otras que traslucen la evocadora figura de las cristalinas orillas del Segura, manantial fecundo de un milenario vergel que contrasta con el secano circundante; sensaciones vitales que generan toda una cascada de sentimientos, como los despertados en el notario y poeta ciezano D. Antonio Moxó Ruano en su composición “La ribera y yo”:

A la ribera donde nos amamos, vuelvo. Parece otra la ribera. Otro parece el corazón. Las aguas, sólo las aguas parecen aquéllas. Otras, y lo mismo, como la vida. Yo, otro y distinto, como la ribera… como las aguas pasará el amor, otro y lo mismo, en otra primavera.

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“Almuerzo en la hierba” de Édouard Manet

La Provocación en el Arte Pascual Giménez Ortega Profesor de Artes Plásticas

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uando Miguel Ángel pintó los frescos de la capilla Sixtina, ciertos sectores de la curia vaticana quedaron escandalizados ante la naturalidad con que el artista representó los cuerpos desnudos. Años después el papa Pío V tuvo la brillante idea de cubrirlos con paños y “solucionar” así el problema. Se encargó la empresa a cierto pintor italiano que ha tenido el dudoso privilegio de entrar en la historia con el sobrenombre de “Il Braghettone”.

consideró una osadía que un desnudo femenino acompañara a dos hombres en una escena cotidiana desprovista de cualquier connotación clásica o académica. El crítico inglés Hamilton llegó a escribir: “…el desnudo, cuando lo pintan personas vulgares, es inevitablemente indecente”. La técnica de dicho cuadro también fue objeto de la reprobación de la crítica. Su pincelada suelta y sin fundir, el empleo de colores puros y la ejecución rápida y espontánea, daban la sensación de obra abocetada e inacabada. Creo sinceramente que la idea de Manet, si no era provocar el escándalo, si era al menos la de desmarcarse del arte anterior, buscando un nuevo camino para su pintura. Su obra marcó profundamente a las siguientes generaciones y significó el pistoletazo de salida del arte moderno. La provocación consciente está en el germen de este nuevo arte. Se convierte en instrumento de importancia capital en algunas de las Vanguardias de principios del siglo XX, constituyendo una llamada de atención al resto de la sociedad. El artista, como ser especial que es, se reafirma y se erige en protagonista de la libertad total, traspasando cuando se le antoja los límites de la corrección y el buen gusto. Así, Marcel Duchamp desconcierta en 1917 a propios y extraños al presentar su obra “Fuente”, que no es más que un urinario firmado sobre un pedestal. Duchamp realizó numerosos “Ready mades” (objetos de uso cotidiano elevados a la categoría de obras de arte) que podríamos definir como el origen del arte conceptual.

El gran Caravaggio elegía a los modelos de sus escenas religiosas de entre los hombres y mujeres de más baja condición. Sabido es que para sus cristos y vírgenes contrató a mendigos, borrachos e incluso prostitutas. Su arte y sus revolucionarias composiciones no siempre fueron entendidos, siendo, en ocasiones, objeto de discusiones y polémicas. Ambos artistas, visionarios y geniales, nunca persiguieron, por lo menos de forma consciente, que sus obras fueran centro de controversias. En 1863 Édouard Manet presentó su cuadro “El almuerzo en la hierba” en el salón de los rechazados de París (exposición alternativa a las oficiales), suponiendo ésta un gran escándalo. El pintor se atrevió a situar en esta obra tan novedosa a dos hombres vestidos según la época junto a una mujer completamente desnuda en un picnic. Se 38

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“Fuente” de Marcel Duchamp


En 1918 el poeta Tristán Tzara procedía a la lectura en el cabaret Voltaire de Ginebra, del primer manifiesto dadaísta que comenzaba de la siguiente manera: “Señoras y señores, nosotros queremos orinar en diferentes colores”, exponiendo bien a las claras las intenciones transgresoras de este extravagante movimiento. Contemporánea a dadaístas y surrealistas, otra de las vanguardias del siglo XX, los futuristas italianos, cobraron gran protagonismo con afirmaciones como: “los museos son cementerios que deberían ser destruidos” o “hay más belleza en un auto de carreras que en la Victoria de Samotracia”. Capítulo especial merece el artista italiano Piero Manzoni (1933-1966 ), que en 1961 enlató sus propios excrementos. Elaboró numerosas latas en cuya etiqueta se podía leer “mierda de artista” en cuatro idiomas (italiano, francés, inglés y alemán). Vendió cada una de ellas al peso según la cotización del oro en ese momento. Algunas, con el tiempo han explotado debido a la expansión de los gases (¡pobres restauradores!). Hoy en día podemos apreciarlas en importantes galerías artísticas y conocidos museos como el Museo d’Art Contenporani de Barcelona, el centro Georges Pompidou de París, la TATE Modern de Londres o el MOMA de Nueva York. En 2007 se llegó a subastar una de ellas por 124.000 euros.

Manzoni pretendía cuestionar la hipocresía y los despilfarros del comercio del arte a principios de los sesenta, pero, paradójicamente, se sumergió de lleno en él y obtuvo pingües beneficios. Es innegable que el arte no es ajeno a su tiempo y todas estas producciones deben ser entendidas dentro de su contexto histórico, perteneciendo a una época de crisis y profundas transformaciones. El mundo va cambiando de reglas y valores a gran velocidad, sembrando así el desconcierto y el pesimismo. El artista se aprovecha de todo esto para adoptar una postura beligerante. Y en la actualidad, ¿qué está sucediendo?. Recientemente se subastó en la sala Sotherby’s de Londres una obra del artista inglés Damián Hirst por trece millones de euros. La obra en cuestión es una vaca conservada en formol.

Damián Hirst con su famosa obra

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Grabado de Goya repintado por los hermanos Chapman

Los hermanos Chapman, artistas británicos que han cosechado importantes galardones, compraron una edición original de grabados de “los desastres de la guerra” de Goya para pintar a las figuras narices y otros rasgos de payaso. El alemán Gunther Von Hagens confecciona sus esculturas con autènticos cadáveres humanos. Basten estos tres ejemplos para hacernos una idea de lo que ocurre. ¿Dónde acaba el arte y comienza el espectáculo?, ¿es posible qué todo valga en este circo?. Mi impresión es que en muchos casos se está perdiendo el norte y la provocación se emplea casi exclusivamente con afán de notoriedad. Ya se sabe que el escándalo es una de las mejores técnicas publicitarias posibles y provocar es tremendamente fácil, tan solo necesitamos adoptar una postura irrespetuosa con el poder, la tradición, las religiones, etc., o abordar temas de índole pornográfico, escatológico, etc.. La provocación precisa del sujeto capaz de indignarse, de sentirse atacado en sus convicciones religiosas, políticas o morales. Aunque también es cierto que en la actualidad estamos perdiendo esa

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capacidad de sorpresa debido a la terrible realidad que vivimos. Las telebasuras y la necesidad de mucha gente de conseguir sus minutos de fama a costa de lo que sea también contribuyen a este fenómeno. Así es que cuando tengamos la oportunidad de visitar alguna de estas exposiciones o apreciar una obra de este tipo, si somos lo suficientemente sensibles, protestemos, clamemos al cielo indignados y estaremos contribuyendo a dar fama y realce a un insigne artista contemporáneo.

La Provocación en el Arte

Gunther Von Hagens junto a una de sus esculturas


No viene mal, de vez en cuado, un poco de Gramática Dª. Carmen Perona Lucas Profesora de Lengua y Literatura

La gramática no está de moda.

C

reo que muchos, incluso, se hubieran olvidado ya de que un día existió, si no fuera porque la RAE lo recuerda de vez en cuando con la publicación de Nuevas Gramáticas. En los currículos oficiales apenas se nombra, otras expresiones la sustituyen: normas del

uso lingüístico, reflexión sobre la lengua, conocimientos sobre la lengua.

Pero haberla, hayla. Otra cosa bien distinta es que recordemos lo que hace algún tiempo nos enseñaron en clase de Lengua. Si nuestra memoria nos falla o aquellos aprendizajes no se produjeron realmente, el uso que de nuestra lengua se hace en los medios de comunicación (televisión, radio, prensa) no ayuda, en absoluto, a que los hablantes, lectores o escuchantes (como algunos dicen ahora) tengamos las ideas claras sobre cómo

debemos usar tal o cual palabra, tiempo verbal o preposición, pues es tan amplia la gama de usos que no se sabe qué modelo seguir. Será síntoma de deformación profesional quizá, porque, sin proponérmelo, escucho y leo, sin poder evitar distraer la atención, cómo atacan la norma gramatical los contertulios de debates radiofónicos, los políticos y demás personajes públicos en el manejo de ese ir y venir de preposiciones en sus, se supone, bien expresadas ideas. Tan pequeñas que son, tan aparentemente insignificantes, y tan necesarias y sorprendentemente útiles a la vez. Las preposiciones se olvidan o se dejan caer aquí y allá sin más ley ni concierto que la suerte ocasional.

¿Incluyo “de” o la excluyo?, debe preguntarse quien afirma *1informo que ya dije de que eso se sabría pronto, (debió decir: informo de que ya dije que eso se sabría pronto) o quien opina que *deberían de decirse las cosas claras, aunque algunos deben ser menores de edad (debió decir: deberían decirse las cosas claras, aunque algunos deben de ser menores de edad) *Sin duda será una exposición que se hablará mucho, oí decir al comisario

de dicha exposición, persona instruida, sin duda, pero desconocedora de la necesidad que tiene el verbo “hablar” de la pequeña “de” (debió decir: Sin duda

será una exposición de la que se hablará mucho)

1.-Las palabras y expresiones señaladas con asterisco son incorrectas desde el punto de vista gramatical. nº 31 / año 2012

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No viene mal, de vez en cuado, un poco de Gramática

Sin embargo, cuando el verbo se aleja un poco del sujeto, parece que se ha perdido el horizonte, el referente, y es entonces cuando la concordancia brilla por su ausencia.

*La sociedad no se ocupa de sus mayores, hacen caso omiso de sus necesidades, escuché decir el otro día

a un periodista en televisión, debió de haber olvidado que estaba hablando de la sociedad y que esta palabra está en singular (debió decir: La sociedad no se

ocupa de sus mayores, hace caso omiso de sus necesidades) Pero lo verdaderamente sorprendente es que, a pesar de que olvidamos con frecuencia esta regla de oro de nuestra lengua que es la concordancia, o simplemente la desconocemos, sin embargo, en otras ocasiones nos delata el subconsciente y, entonces, hacemos concordar el verbo con otro elemento de la oración creyendo que este es el sujeto.

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Y esos usos por qué, pues porque de forma intuitiva se cree que el verbo debe coincidir en número con el sujeto. Ya ven, en este caso lo sencillo lo complicamos: el verbo “haber” no tiene sujeto, por tanto, no debemos usarlo en plural.

Estoy segura de que a más de uno o de una le sonarán fatal expresiones como habrá fiestas, hubo varios heridos deben sonar.

¡Afinen bien con la gramática, sus oídos y los de los demás se lo agradecerán!

En fin, la gramática no es ninguna tontería, si bien algunos así lo creen y así les va.

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rífico, *hubieron dos fallecimientos en el accidente, *habían muchos veraneantes en agosto; imposible resulta en presente, al menos yo no he oído decir nunca *hayn dos papeleras en el aula.

o había miles de personas en el concierto, pero así es como

También precisan de esa “de” expresiones como “estar seguro” o “darse cuenta”, pues es la única forma de hacerles corresponder su complemento más inmediato; de tal forma que muy equivocado estaba quien decía, no hace mucho, *estar seguro que ganaría las elecciones, aunque las ganase; y muy atinado, sin embargo, aquel otro, pues se *daba cuenta que algo habían hecho mal, aunque el tino no fuera precisamente gramatical.

Pero sigamos con la gramática. Y es que me trae de cabeza. No deja de sorprenderme que lo que gramaticalmente se llama “concordancia” cueste tanto a tantos hablantes. A nadie se le ocurre, desde luego, decir *el niño comen manzanas, aunque no sepa que “el niño” es el sujeto y que “comen” es el verbo, y que el sujeto y el verbo tienen que concordar en número y en persona, esto es, coincidir en singular o en plural.

No obstante, los humanos somos muy curiosos en nuestros comportamientos; tal es así que la mayoría de hablantes se empeña en utilizar el verbo “haber” en plural en cuanto aparece cerca alguna palabra también en plural, de tal forma que son frecuentes expresiones como *habrán tres o cuatro tomates en el frigo-

En efecto, la gramática es muy caprichosa, arbitraria, en lo que a normas se refiere, de ahí que resulte tan complicado el aprendizaje de idiomas, pues cada uno tiene las suyas tan opuestas y dispares a las del idioma propio. Y en esto de caprichos nuestra gramática incluye, entre otros, el uso especial que debemos hacer del verbo “haber”. La particularidad es bien sencilla: es un verbo sin sujeto. Algunos estarán pensando que así nos quitamos un peso de encima, que en esta ocasión no nos debemos preocupar con aquello de la concordancia. Pues eso creo yo también.

Y aunque la gramática no está de moda, ahora se lleva mucho eso de cambiar la categoría gramatical de ciertas palabras, aunque ya sé que el hablante no lo hace de forma malintencionada, ni siquiera sabe, en muchos casos, qué es eso de la categoría gramatical.

Detrás de mí, delante de ti o al lado de nosotros son expresiones de estructura muy sencilla, creo; indican simplemente un lugar con respecto a una persona o a una cosa: Juan está sentado detrás de mí, como puede estarlo detrás de la puerta o detrás de María; me pondré delante de ti o de la mesa; estos amigos viven al lado de nosotros o de la carnicería o de la iglesia. Parece sencillo, por tanto, suponer que mí, ti y nosotros son pronombres personales, esto es, palabras que sustituyen a los nombres de las personas a las que nos estamos refiriendo.


*La próxima vez votaré distinto, dijo en televisión un famoso artista; qué debemos interpretar, que cuando se dirija a votar irá vestido de otra forma, que introducirá él mismo su voto en la urna como no hizo la última vez, que votará a un partido distinto…, quizás sea esta última la versión acertada, pero deberá precisar entonces qué es lo distinto, en este caso, el partido elegido.

Pues bien, si resulta tan comprensible mi observación por qué nos empeñamos en convertir esos lugares a los que me he referido en posesiones, es como si la ubicación se convirtiera en propiedad. La moda se deja oír en la calle y en los medios de comunicación a través de expresiones como estas: *Juan está sentado detrás mío, *me pondré delante tuyo, *estos amigos viven al lado nuestro, los pronombres que deberían ser personales los hemos convertido por arte de magia en pronombres posesivos, lo que yo decía, esos lugares los hemos hecho de nuestra propiedad. De parecida índole son otros casos en los que debiendo ser usadas determinadas palabras como adjetivos, las usamos tranquilamente como adverbios: Juan es una persona rápida, pues la rapidez es una de sus características o camina rápidamente, ya que la acción de caminar la efectúa así, con rapidez, pero si decimos *camina rápido, estamos empleando erróneamente el adjetivo rápido, quizás resulte práctico recordar que el adjetivo califica al sustantivo, no al verbo. *Mi primo de Madrid habla especial, me dijo el otro día una vecina, quien seguramente me quiso decir que tiene un primo de Madrid cuya forma de hablar no se parece ni a la suya ni a la mía; sin embargo, debió haber dicho Mi primo de Madrid habla de forma especial.

El caso es que el uso o el abuso acaban convirtiéndose en norma, así ha ocurrido tradicionalmente en lo que a normas gramaticales se refiere. El pueblo es el que tiene la última palabra. De la misma forma que los sucesivos diccionarios publicados van incluyendo términos que los hablantes incorporan en el habla y desechando otros que ya no se emplean, las gramáticas se ponen al servicio del usuario y, cuando los gramáticos lo estiman conveniente, determinados giros o expresiones dejan de ser agramaticales y pasan de usuales a correctas. Pero hasta que eso ocurra vigilemos no sólo lo que decimos, lo cual es muy aconsejable, sino también cómo lo decimos.

¡Lean, lean, señores y señoras, chicos y chicas!, sin duda la lectura les resolverá sus indecisiones. Dicen los entendidos que la memoria visual tiene mucho que ver en el aprendizaje de una lengua, de tal forma que cuando leemos fijamos nuestra atención de forma inconsciente no sólo en las palabras, sino también en las estructuras oracionales y así las reproducimos al hablar y al escribir. nº 31 / año 2012

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Revista Informativa de Alumnos del IES. Diego Tortosa. Cieza (Murcia)




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