opciones para el desarrollo del empleo rural no agrícola en américa latina y el caribe

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actividad tenderán a ser 22% menor que los generados por hogares en la Sierra).

para El Salvador en 1975. El 30% del ERNA corresponde al sector de manufacturas, el 25% a comercio, 13% a la construcción, 10% a servicios domésticos y 6% a transporte; el saldo se concentra en diversas actividades principalmente dentro del sector terciario de la economía.

Elbers y Lanjouw (2000) confirman que el ingreso no agrícola se concentra en los hogares con mayores niveles de ingreso, por lo que el IRNA no es un factor que contribuya a una mayor igualdad en la distribución de los ingresos en el sector rural. Mientras que la economía rural no agrícola está asociada a mayores niveles de ingreso y menor pobreza, también está relacionada con una mayor inequidad en los niveles de consumo.

En proporción a su participación en la PEA, las mujeres rurales tienen una mayor participación en el ERNA que los hombres. El 72% de las mujeres rurales en la PEA se emplean en el sector no agrícola, en comparación con sólo el 25% de los hombres. Las actividades principales a que se dedican las mujeres rurales son, en primer lugar, el comercio, seguido de la manufactura y los servicios domésticos. Los hombres se emplean principalmente en la construcción, manufacturas y transporte.

Los mismos autores también analizan los factores que determinan la probabilidad de que un hogar sea propietario de una empresa familiar. La educación tiene un fuerte efecto: si el jefe del hogar tiene educación primaria o secundaria, o si todos los miembros del hogar tienen algún nivel de educación, entonces será más probable que el hogar sea propietario de una empresa familiar. Sin embargo, si uno o más miembros del hogar tienen educación superior, entonces será menos probable que su hogar posea una empresa familiar. Los hogares que cultivan algo de tierra, tenderán a no ser propietarios de este tipo de empresas. La incidencia de empresas familiares es mayor en hogares que viven en la Costa. Si el hogar cuenta con energía eléctrica o si tiene teléfono, entonces tendrá una mayor probabilidad de tener una empresa familiar.

Adicionalmente, en El Salvador se observan variaciones regionales en la importancia del ERNA. En la región Central 1 (que incluye los departamentos de Chalatenango, La Libertad, San Salvador y Cuscatlán), casi la mitad de la PEA rural se emplea en el sector no agrícola. En las regiones Central 2 (San Vicente, La Paz, Cabañas) y Occidental (Santa Ana, Ahuachapán, Sonsonate), esta cifra alcanza a poco más del 33%. En la región Oriental (Usulután, San Miguel, Morazán y La Unión), el porcentaje es de 23%. En términos generales, la participación en el sector no agrícola está correlacionada con menores niveles de pobreza. El 5% de los hogares rurales se dedica exclusivamente a trabajos agrícolas por cuenta propia y asalariado, y en este grupo la incidencia de pobreza es de casi 55%. El 20% de la población rural combina la agricultura por cuenta propia con el trabajo no agrícola, y en este grupo la incidencia de pobreza se reduce al 36%. El 26% genera sus ingresos exclus i-

El Salvador Lanjouw (2000), haciendo uso de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 1994 y de una encuesta de hogares rurales conducida por la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) en 1996, informa que en 1994 el 36,4% de la PEA rural estaba empleada en el sector no agrícola; esta cifra es el doble de la estimada por Klein (1993)

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