La década de América Latina y el Caribe,una oportunidad real

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de la rigidez del pasado, lo cual permitió mejorar muchísimo los resultados de la balanza de pagos, posibilitando a su vez la ampliación de los espacios fiscales y el desarrollo de políticas sociales activas. Luis Alberto Moreno resume el resultado del esfuerzo en al área social con un dato fundamental: 40 millones de personas salieron de la pobreza entre 2004 y 2010. Pongo el acento en esto. Porque es el primer paso para considerar los desafíos que tenemos hacia adelante. Este es quizá el punto de partida, la puerta de ingreso a la década de América Latina y el Caribe. Comparto también el análisis que se plantea sobre los impactos desiguales de la crisis actual del mundo industrializado en nuestros países, lo que está asociado con sus distintas capacidades para aplicar políticas contracíclicas. No en todos los casos fue sencillo prepararse para una posible reversión del ciclo, pero la gran diferencia con el pasado es que la región en su conjunto absorbió una de las mayores crisis financieras de las que haya memoria, y lo hizo con tan buenos resultados que en 2010 volvió a crecer significativamente. Entonces, algo cambió y, más allá de las reacciones diferentes –condicionadas por las capacidades intrínsecas de cada realidad– no se padeció como en el pasado con tanta fuerza ni con tanta intensidad las consecuencias de serios desequilibrios provenientes del exterior. El autor sostiene que América Latina y el Caribe ingresan en la década de la esperanza. Una década que no hay que esperar que baje del cielo, hay que ganársela. Hay que ganársela haciendo política, es decir, poniendo en práctica acciones que persigan objetivos y pongan al servicio de esos objetivos los instrumentos adecuados. Los seres humanos no son objeto de la historia, son sujetos de la historia, y el mundo se cambia haciendo política. La ventana de oportunidad existe, pero hay que acceder a ella aprovechando nuestras potencialidades y superando los desafíos. Nuestra región es exportadora neta de alimentos y de materias primas, incluyendo entre estas últimas las de origen energético, lo que no es poca cosa. Las reservas de recursos naturales marcan en conjunto para la región un inventario formidable, al punto tal que es muy difícil imaginar a un mundo luchando por mejores condiciones de vida para sus pueblos sin una participación estratégica de América Latina y el Caribe. No me lo puedo imaginar. No es posible concebir a alguien que piense en un mundo mejor sin que la región sea protagonista, y después de leer este libro menos. Entre los desafíos, quisiera destacar la necesidad de trabajar para industrializar, esto es para agregar valor a la producción de alimentos y de materias primas, diversificándola y asociándola a la expansión de servicios, incluidos los de tecnología de la información, de manera consistente con la evolución del conocimiento en X

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