Calidad de vida, más allá de los hechos

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Capítulo 9

Recuadro 9.1 ¿Debería el gobierno tratar de maximizar la felicidad? La popularización de las encuestas de opinión y el papel cada vez más ­importante que algunos analistas están asignando al estudio de la felicidad plantea una interesante pregunta: ¿debería ser la meta de política del gobierno maximizar la felicidad pública?1 Esta pregunta no es de ninguna manera irrelevante para este libro dada la relación directa que existe entre la felicidad y la satisfacción con las distintas dimensiones de la vida. Si bien puede resultar tentador pensar en un lugar donde todos están más satisfechos con su vida y son más felices, orientar la política gubernamental con miras a elevar un indicador subjetivo de la felicidad tiene varias desventajas.2 Para comenzar, las opiniones subjetivas pueden estar influidas por acontecimientos de corta duración, lo que dificulta la tarea de determinar a partir de las respuestas a las encuestas qué es lo que verdaderamente hace feliz a una persona. Las apreciaciones subjetivas de la felicidad pueden estar fácilmente sesgadas en el corto plazo por cuestiones que nada tienen que ver con la felicidad a largo plazo, como el clima, un problema transitorio de salud, o el resultado de un partido de algún deporte. Existen factores determinantes más profundos de la felicidad, como una discapacidad prolongada o la pérdida de un familiar, que también tienen un fuerte impacto en el corto plazo que tiende a disiparse con el tiempo. Las variaciones del ingreso también ejercen una influencia en la satisfacción con la vida que desaparece rápidamente.3 Después de un año, más de dos tercios del incremento de la satisfacción como resultado de un aumento del ingreso tiende a desvanecerse (Layard, 2003). En consecuencia, si el objetivo de quienes formulan las políticas fuera influir en la satisfacción con la vida en el corto plazo, podrían verse obligados a avalar algunas políticas que no tienen gran impacto en el bienestar a largo plazo de sus ciudadanos. Por la misma razón, probablemente tendrían que evitar adoptar políticas que implicaran sacrificios en el corto plazo, aun cuando a la larga tuviesen un impacto positivo en el bienestar. Como la mayoría de los seres humanos tiene aversión a cualquier tipo de pérdida, su satisfacción se ve afectada de manera más negativa por una pérdida que favorecida por una ganancia. Por lo tanto, si se buscara maximizar la felicidad, habría un fuerte sesgo hacia el statu quo, porque habría que evitar cualquier política que implicara una redistribución. En este caso, la búsqueda de la felicidad subjetiva competiría con otros objetivos que pueden ser más importantes, como la justicia o la equidad. 1 Por ejemplo, en Bután la maximización del Índice Nacional Bruto de Felicidad es un objetivo explícito de política (Shrotrya, 2006). 2 Coyne y Boettke (2006) y Frey (2008) son fuentes complementarias en las que se podrán encontrar descripciones detalladas de estas desventajas y otras afines. 3 Este fenómeno se conoce como la “banda sinfín hedonista”. Byrnes (2005) analiza la bibliografía y las pruebas encontradas sobre este tema.

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