El legado de Raúl Prebisch

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ENRIQUE V. IGLESIAS

5 por ciento anual y su producción se multiplicó por cuatro, con un aumento aún mayor para la producción industrial, en tanto que el comercio mundial crecía un 50 por ciento más rápido que la producción y se sextuplicaba. El rápido crecimiento del comercio mundial, la exportación de tecnología y capitales estadounidenses a los países cuyas economías habían sido destruidas por la guerra, y la expansión de las empresas trasnacionales que llevaron a cabo este proceso, dieron lugar a una economía global crecientemente interdependiente e integrada. El fin de esta edad dorada fue anunciado por el abandono de la paridad oro y la inconvertibilidad del dólar; por la relativa pérdida de competitividad y las tendencias inflacionarias en varias economías industrializadas, con el consiguiente fenómeno de la estanflación; por la crisis del sistema monetario establecido en Bretton Woods y la pérdida de un centro hegemónico en la economía mundial y por la necesidad de buscar formas de manejo económico internacional concertado. Pero las transformaciones más importantes fueron cualitativas. Terminó un mundo dominado por las mismas industrias, tecnologías y fuentes de energía (el petróleo y la industria petroquímica, la siderurgia y el motor de combustión interna, la industria del transporte y la de bienes de consumo durables), protagonizado por los mismos países y sectores líderes, y entramos a un mundo en el que interactúan otros países, sectores, productos y tecnologías. Comienza a imponerse un nuevo patrón tecnológico, basado en la información, la microelectrónica y el conocimiento, mientras que la economía mundial, por primera vez, deja de depender tan estrechamente de su base de mano de obra y recursos naturales. Se altera también la relación tradicional entre el mundo de la producción y el de las finanzas, entre la economía real y la simbólica, en tanto que el valor de los movimientos internacionales de capital supera 25 veces el valor del comercio mundial. Todo ello trastroca profundamente las estructuras productivas, la configuración de la fuerza laboral, las preferencias sociales, la demanda, la composición del producto, las formas de operación de las empresas y el papel de los servicios en ellas, asignándose énfasis a las funciones de la información y las comunicaciones. En la profunda transformación experimentada por la economía mundial se destaca, en primer lugar, el papel del cambio tecnológico. El rápido proceso de crecimiento mundial que tuvo lugar en las décadas de los años cincuenta y sesenta se basó en la utilización de tecnologías disponibles, que aún tenían un amplio margen de aplicación al sistema productivo o que habiendo sido inventadas para objetivos bélicos, no habían sido explotadas para fines civiles, y que estaban fundamentalmente en manos de Estados Unidos. Mientras los países industrializados pudieron incorporar ese acerbo tecnológico a su aparato productivo, su ritmo de

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