Protección social para la equidad y el crecimiento

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ción entre microempresarios y proveedores de capacitación. Esto propició el lanzamiento de una multitud de iniciativas privadas que utilizan infraestructura local (rentan espacio en escuelas, cámaras de comercio y organizaciones gremiales) y ofrecen cursos sobre cualquier oficio, desde cocina y panadería hasta electrónica y contabilidad básica. Existen datos anecdóticos que sugieren que las habilidades prácticas así adquiridas permitieron a los empleados por cuenta propia encontrar fuentes inmediatas de ingresos. Se necesita una evaluación rigurosa para determinar el impacto de estos programas y la posibilidad de que se sostengan los mercados recién creados en esta área.

Programas de capacitación y apoyo al ingreso Los programas de capacitación se usan ampliamente como un mecanismo para transferir ingresos mediante capacitación formal subsidiada, asistencia para buscar empleo, y pasantías de aprendizaje en empresas privadas. A menudo, uno de los grupos objetivo ha sido el de jóvenes desempleados. El Cuadro 3.8 muestra la cobertura y los gastos de los programas de capacitación de jóvenes en varios países. En la mayoría de los casos, estos programas son financiados por el gobierno y puestos en práctica por organizaciones privadas y no gubernamentales con una intervención menor o nula de instituciones nacionales de capacitación tradicionales. Aunque originalmente se hayan concebido como programas de educación puros, estas iniciativas ahora incluyen un componente de apoyo al ingreso. Sin embargo, los programas de capacitación son más adecuados para atacar el desempleo y el subempleo creados por los shocks sectoriales o regionales, que los creados por los shocks

agregados, puesto que su éxito depende de las condiciones generales del mercado laboral. La tecnología operativa de estos programas de capacitación se basa en Chile Joven, un innovador programa de capacitación juvenil que combina una beca de capacitación con un aprendizaje de tres meses con paga en una empresa privada. En vez de comprar directamente servicios de capacitación, los recursos se usan para crear un fondo manejado por un organismo del gobierno central. Este organismo solicita propuestas para proyectos de capacitación y asigna los fondos mediante licitaciones públicas. Las propuestas tienen que describir el contenido de los cursos que se van a impartir e incluir el compromiso de empresas del sector privado de aceptar a los participantes como aprendices, normalmente durante tres meses. El otorgamiento de becas sirve para transferir ingresos a los beneficiarios, los saca de las filas de desempleados, y les permite adquirir experiencia en el mercado laboral durante las pasantías. El mecanismo de contratación de Chile Joven de hecho es un medio de creación de incentivos para que los proveedores de capacitación impartan cursos de buena calidad y pertinentes para el mercado laboral. Esto crea presiones para poner al día el sistema de capacitación tanto en lo que se refiere a las instituciones como al contenido. Las empresas que aceptan aprendices efectivamente fiscalizan la suficiencia y pertinencia de la capacitación impartida. Por ello, el programa se percibe con justa razón como un instrumento para modernizar y conectar el sistema de capacitación a actividades productivas reales. Argentina y Perú tienen programas (Proyecto Joven y Pro Joven, respectivamente) inspirados en Chile Joven que se focalizan en los jóvenes desempleados y de bajos ingresos. Argentina utiliza el mismo mecanismo de

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