Creación de espacio fiscal para reducir la pobreza: Revisión del gasto público de Ecuador: Volume...

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La política fiscal en una economía dolarizada

Recuadro 1.1: Costos y beneficios de la dolarización Las ventajas de la dolarización Una ventaja definitiva de la dolarización es que elimina el riesgo de una devaluación nominal del tipo de cambio de la moneda de un país. En otras palabras, desaparece el riesgo de una crisis cambiaria. La desaparición de este riesgo equivale a decir que se elimina un importante componente de la prima de riesgo país, con la consecuencia de que, ceteris paribus, las tasas de interés sobre los préstamos obtenidos en el exterior serán menores. Sin embargo, si bien desaparecerá la prima de interés atribuible al riesgo de devaluación, el riesgo soberano no desaparecerá y, en consecuencia, el riesgo total del país y, por lo tanto, la prima de riesgo de la tasa de interés continuará, con toda probabilidad, siendo mayor que cero. La ausencia de riesgo cambiario no aísla al país de las oscilaciones en la actitud de los actores del mercado frente a su política y/o sus perspectivas económicas. Además, en condiciones normales, los prestamistas extranjeros percibirán que el riesgo de que el país incumpla sus obligaciones es distinto de cero. La eliminación del riesgo cambiario permite que, ceteris paribus, tanto el gobierno como el sector privado obtengan préstamos a un costo inferior, con efectos positivos sobre los balances de los agentes privados y sobre las cuentas fiscales. La dolarización también elimina un tipo de interrupción súbita de los flujos de capital: la que está motivada por el temor de una devaluación de la moneda nacional. Sin embargo, la dolarización no puede eliminar el riesgo de todas las crisis externas, ya que los inversionistas pueden retirarse como consecuencia de temores acerca de la sostenibilidad de la situación fiscal o de la solidez del sistema financiero. La eliminación del riesgo cambiario también hace desaparecer una importante fuente de vulnerabilidad para los sistemas financieros de los países de mercados emergentes y puede contribuir a crear un sistema financiero más sólido y más capaz de participar activamente en los mercados financieros internacionales. La dolarización, entonces, facilita la integración al sistema financiero internacional. Por la misma razón, esta mayor integración tiene un costo: si las autoridades consideraran que es preciso aislar el sistema financiero interno con el fin, digamos, de mejorar su estabilidad, por ejemplo a través de la imposición de controles de capital, encontrarían que las medidas destinadas a aislar al sistema resultan difíciles de aplicar, ya que los agentes privados siempre podrían convertir sus activos a dólares en efectivo. Otra ventaja de la dolarización es que existe una alta probabilidad de que el régimen inflacionario resultante se caracterice por tasas de inflación más bajas que las que prevalecerían en el marco de otros esquemas cambiarios alternativos. La razón es simple: en un régimen de dolarización no existe una autoridad monetaria interna que pueda expandir la cantidad de dinero, con lo que se elimina el principal factor inflacionario potencial. En realidad, esta es una promesa que la dolarización ecuatoriana está cumpliendo, ya que la tasa de inflación se redujo de 91,0% en 2000 a 1,9% en 2004. La dolarización también facilita la integración comercial con el resto del mundo porque elimina el costo de transacción asociado con el tipo de cambio. En particular, en el caso ecuatoriano, la dolarización representa una obvia ventaja para lograr la integración comercial a través de un acuerdo comercial (bilateral o de otro tipo) con Estados Unidos. Por último, la dolarización tiene el conocido efecto de disciplinar la política fiscal, en el sentido de que, en el nuevo régimen, el Banco Central no puede monetizar el déficit fiscal. Sin embargo, la dolarización no impide que operen otras causas de indisciplina fiscal. Por sí misma, la dolarización no puede, por ejemplo, impedir el endeudamiento excesivo para financiar déficits fiscales voluminosos. Es más, en la medida en que la dolarización dé por resultado una disminución de las tasas de interés, en esa medida incrementaría el incentivo para obtener préstamos en comparación con el que sería el comportamiento de la autoridad fiscal en el escenario alternativo de un país de mercado emergente que mantuviera su propia moneda. En un sentido similar, Chang (2000) también sostiene que, en arreglos cambiarios distintos a la dolarización, las variaciones en el tipo de cambio o en las tasas de interés pueden poner de manifiesto de inmediato una falta de disciplina fiscal. La dolarización elimina esos incentivos al permitir que el costo del derroche fiscal actual se traslade al futuro (en la forma, digamos, de mayores impuestos futuros).

(continúa)

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