Humanitas 89

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LA IGLESIA EN EL MUNDO Medellín 50 años después Han pasado 50 años desde que se realizó en Medellín (Colombia), la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. El documento de Medellín es un punto de partida y una perspectiva para la aplicación del Concilio Vaticano II y, con ello, ha sido el inicio de una tradición que continúa haciendo camino, en la fidelidad al Evangelio de la justicia, del amor y de la paz. Gracias a la atención que puso en el proceso de transformación sociocultural de los pueblos de Latinoamérica, ha sido considerada como el nacimiento de la carta de identidad de una Iglesia que, progresivamente, adquirió un rostro teológico y pastoral propio en el marco de una iglesia mundial. La historia de Medellín De la misma manera como se realizaban en la Iglesia europea las asambleas sinodales, en América se realizaron algunos sínodos diocesanos y provinciales que fueron una expresión más orgánica de la colegialidad episcopal. Entre estas asambleas episcopales se destaca el III Concilio Limense celebrado en 1582-1583 en tiempos de Santo Toribio de Mogrovejo, y el III Concilio Mexicano, realizado dos años más tarde, en 1585. Ambos tenían como horizonte común la aplicación del gran Concilio de Trento a las realidades del Nuevo Mundo. Sin embargo, la I Conferencia General del Episcopado fue convocada por el Papa Pío XII y se celebró en Río de Janeiro en 1955. Fruto de aquella Conferencia se creó el Consejo Episcopal Latinoamericano

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(CELAM). En este sentido, Roma aceptaba la idea de que los obispos de esta región del mundo se reunieran para reflexionar y estudiar en conjunto los problemas comunes que afectaban a las Iglesias de América Latina. Años más tarde, el Papa Juan XXIII convocó a un nuevo Concilio en la Iglesia, de alcance ecuménico. Con ello se inauguraba un nuevo período para la Iglesia Latinoamericana y la Segunda Conferencia General de Medellín pasó a ser el Concilio Vaticano II Americano. Este Concilio tuvo una fuerza renovadora en la Iglesia, que ha sido de vital importancia, ya que ha sido un reflexionar sobre sí misma. Al afirmar que la Iglesia es Pueblo de Dios, se aleja a esta de aquel concepto más jurídico e institucional y se da paso a una nueva imagen de sí misma. A diferencia de lo sucedido en la I Conferencia General, donde la Santa Sede preparó y realizó en todas sus partes la Conferencia, en este nuevo encuentro, sería el CELAM quien se empeñará en preparar y orientar los temas, la mecánica de trabajo y la elección de los conferencistas con la aprobación de la Santa Sede. Los antecedentes inmediatos de esta Conferencia pueden situarse hacia el otoño de 1965, cuando el Concilio Vaticano II estaba a días de clausurarse. En ese momento el Papa Pablo VI reunió a los obispos de América Latina que participaban en el Concilio, con motivo del décimo aniversario de la creación del CELAM. En esa reunión el Papa exhortó a los ahí presentes a sensibilizarse y asumir una visión crítica


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