Humanitas 89

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A pesar del Acuerdo, los católicos chinos seguirán sin tener libertad religiosa plena, especialmente en un momento en que se está endureciendo el control sobre las prácticas religiosas en el país: una serie de regulaciones entró en vigor en marzo de este año, las que estipulan que solo se puede celebrar el culto en lugares registrados con las autoridades, imponen restricciones sobre la enseñanza religiosa a los menores, y se ha presentado un proyecto de ley que obliga a las organizaciones que quieran diseminar contenido religioso a recibir una licencia de las autoridades de sus respectivas provincias. Este también prohíbe la oposición al Partido Comunista de China, las actividades que inciten a la subversión o que promuevan el extremismo.

APUNTES Y NOTAS

El acuerdo ha sido criticado por distintos sectores, especialmente por algunos de los obispos y fieles que han vivido en la clandestinidad, perseguidos por el régimen, pues no tienen claro cuál será su futuro. Ellos pueden ver en un acuerdo con Beijing un menosprecio de sus sufrimientos o estiman que Roma ha cedido demasiado. No obstante, este acuerdo es el resultado de una realidad que resulta innegable: en China en realidad no hay dos Iglesias, todos han sido católicos y romanos. Hubo unos obispos que dieron y dan un testimonio profético por no aceptar la pretensión de control del Partido y otros que, para garantizar la continuidad de los sacramentos y la visibilidad de la fe, aceptaron las imposiciones que les venían del poder. El control ejercido por la Asociación Patriótica no ha afectado cuestiones esenciales de la fe ni ha impedido a los futuros sacerdotes transmitir íntegramente la experiencia cristiana. No pactar de una forma u otra prolongaría y quizá ahondaría una división formal en la Iglesia que en su esencia siempre ha sido una sola y puesto que el Papa es signo visible de la unidad de la Iglesia, resulta esencial que en todos los países del mundo los obispos sean nombrados por él, y así, tal comunión podrá crecer.

En China en realidad no hay dos Iglesias, todos han sido católicos y romanos. Hubo unos obispos que dieron y dan un testimonio profético por no aceptar la pretensión de control del Partido y otros que, para garantizar la continuidad de los sacramentos y la visibilidad de la fe, aceptaron las imposiciones que les venían del poder.

Pero la fidelidad de los sencillos ha abierto una nueva grieta en este Imperio y el mérito de este logro corresponde especialmente a ellos y a su perseverancia. A ellos el Papa ha querido confirmar en la fe, para invitaros a que pongáis cada vez con mayor convicción vuestra confianza en el Señor de la historia, discerniendo su voluntad que se realiza en la Iglesia. Invoquemos el don del Espíritu para que ilumine la mente, encienda el corazón y nos ayude a entender hacia dónde nos quiere llevar para superar los inevitables momentos de cansancio y tener el valor de seguir decididamente el camino que se abre ante nosotros.

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