"Amar en la diferencia"

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condiciones, el diálogo suele ser difícil ya que hay dimensiones de la vida afectiva, relacional, social y moral que se le escapan al individuo. Con posterioridad a Freud, la reflexión clínica psicoanalítica ha destacado a menudo los vínculos existentes entre la paranoia (creerse perseguido por los demás y deseo de denunciarlos, es decir, de entablar procedimientos) y la homosexualidad (la culpabilidad psíquica es inherente en la homosexualidad, con riesgo de proyectarse en los demás tratándolos como culpables)18. Algunas personas interpretan excesivamente a quienes critican sus reivindicaciones considerándolos homofóbicos u homosexuales reprimidos, o interpretan necesariamente toda amistad entre hombres o entre mujeres La homosexualidad como homosexualidad (como si debieran vivir como ellos). Se trata no puede concebirse de una interpretación proyectiva que manifiesta una exigencia de como una diferencia, reconocimiento social cuando algunas personas no logran aceptarse por cuanto representa a sí mismas, y manifiesta asimismo, en determinados individuos, una negación de la un apetito por erotizar su relación con los demás. Este sistema de diferencia sexual. No pensamiento –lo destaco nuevamente– depende psíquicamente de la confusión entre el Yo y las pulsiones.

es ni una alternativa ni una opción sexual entre otras ni una condición de vida que se podría instituir.

4.5 La homosexualidad es un síntoma En la perspectiva de una problemática narcisista, es preciso considerar el homoerotismo como síntoma y no como mera dificultad de orden sexual, y menos aún como forma alternativa de sexualidad. Se trata en este caso de una interpretación excesivamente ideológica, que quisiera hacernos creer que estamos en presencia de otra forma de sexualidad, comparable con la que se vive entre un hombre y una mujer. En realidad, el homoerotismo constituye una sexualidad compleja y sintomática, vinculada con las identificaciones primarias, y corresponde a una tentativa de restauración de la carencia narcisista que se encuentra en el fondo de la personalidad. La imagen del padre, tal como el niño la concibe, suele ser problemática. La mayor parte del tiempo hay individuos que sufren y se quejan de vivir con esta “orientación sexual” que los angustia y perturba profundamente. La viven como “una enfermedad”19. Algunos se resignan y se culpabilizan; otros se defienden más o menos agresivamente reprochando a su entorno el hecho de no ser aceptados. Desplazan así su problema buscando motivos fuera de ellos mismos. Por otra parte, algunos procuran olvidar con festividades y conductas adictivas, pero el clima depresivo está muy presente y activo. La tendencia homosexual suele ser difícil de asumir debido a la distancia existente entre la identidad y el deseo de buscar al igual a uno mismo. En cambio, quienes viven su deseo del otro (la persona del otro sexo) de manera coherente con su identidad sexual no enfrentan este tipo de separación ni experimentan sufrimiento, al menos en 18 Ver Id., Névrose, psychose et perversion, PUF, París, 1973. 19 P. PALMADE, “Interview”, Paris Match n. 3094, 4-10 de septiembre de 2008, p. 69.

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