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Cerco

CERCO

Entonces, las bocas del silencio parecen estar hechas de alguna materia especial. Sus aguas lavan los ojos del ciego como un árbol que se corrompe ante la luz.

Podemos brindar con cirios y con besos de mezcal, agudizar el extravío sin tocarnos siquiera la punta de los dedos.

Podemos celebrar nuestro primer año de muerte, para ahuyentar la pena en la mirada del buitre.

Podríamos encaminar la crecida del río más allá de las fronteras del polvo, más allá del alambrado de púas.

Bastará borrar la sombra de nuestro aliento en el cristal de la ventana.

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