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Jason Maldonado Ripio 7 52
RIPIO
Jason Maldonado
6
Ahora fue tu turno -me dice el abuelo R
Sí, y soy el último en partir -le respondo
Gracias por el enrevesado apellido por los abrazos y la ternura que es lo que cuenta
desde aquí mi español es perfecto no el de “trae la paraguas” -recuerda y sonríe
tu frío en la Patagonia se asemeja al de Viena allá tus Trancuras y Correntosos aquí mi Danubio sin azules
partiste con una maleta yo con dos huiste de la guerra yo de una dictadura cruzaste el Atlántico en barco yo los Andes en avión
entonces ya sabes de desgarraduras y soledades, jamás de olvidos
por cada paso que dé sabré de dónde he venido.
7
Roto el país rota la sangre roto el camino que lucía provechoso rota la gente que partió y la que queda roto el silencio pero nadie nos escucha rota la esperanza y la caja que la contiene roto el lazo de las fronteras hasta la indignación rota la bandera con el caballo impuesto a la izquierda rotos los hermanos y los amigos que se van rota la alegría que es nuestra supuesta identidad roto el abastico, el mercado y la gran sucursal rota la prensa, la radio y la forma de hablar roto el espíritu, carajo ¿aún quieren más?
roto, todo roto el huso horario el escudo y la libertad.
9 Pena te da pena ver los pergaminos desperdigados en el closet ¿cierto?
solitarios huérfanos sin estuches inútiles
títulos de tu Alma Mater enloquecidos cual gato encerrado lejos de casa ninguno fue garantía de nada ninguno te ha sumado un peso ninguno te ha aliviado “el atigrado frío de la pampa” como le llamó Riviera Letelier
no son más que un sagrado recuerdo casi un palimpsesto: los sabios profesores los compañeros la tierra de nadie el Aula Magna y su olor
sí, cierto, cada vez que me visto están allí; giran en centrífuga como llovizna de aguanieve al caer.
11
Finjamos un rato pretendamos un corpus
Pero hazlo hagámoslo sobre este papel, vuélvete recoveco sobre ti mismo
¿qué hay del cemento?
La escritura misma es fingimiento impostura nada nuevo ¿y acaso no es eso lo que hemos hecho hasta ahora? Llegar a un suelo nuevo es fingir pertenencia
es lo que soy, es lo que queda, todos lo somos si miramos atrás
un buen día me vestí de gris. La lluvia, siempre la lluvia, deshizo la envoltura: cincuenta sacos en mi espalda. Al fondo la dama, la clienta, cocinaba para sus niños. La chimenea botaba un delgado hilo blanco. Calor adentro, calor interno, pero yo me iba deshilachando como un carrete de hilo abandonado, y junto a mí, los presurosos sacos de cemento que no querían mojarse, “falta poco”, les dije. Aquí habrá otra casa y yo seré parte de ella. Seré cimiento: ¿esto cuenta para fingir?
todos tenemos una máscara y cuanto más lejos más se adhiere al rostro.
15
Quisiera revestir mi cuerpo de siding para aguantar las embestidas del tiempo
cubrir con fibrocemento toda la piel hasta borrar mi humanidad:
charlar con el nervio ciático negociar con la rodilla izquierda paralizar a don reflujo
la medianía de los cuarenta se me vino encima sin avisarme de una hernia hiatal
sentí su peso de golpe como el de una betonera que cayó sobre mi pie en medio del bosque
estaba solo entre el fango y la niebla los Queltehues temieron por sus huevos y los graznidos de agudo cincel dieron la alerta
todo gris, pensé en guacamayas, en algo de color para amortiguar el frío pero están tan lejos pellizcando en cualquier balcón un trozo de cielo azul.
39
Hundo mis antebrazos en el fregadero es verano y aún así el agua sale helada flotan restos de comida algún trozo de tomate cáscaras de piña granos balsas minúsculas de pan
el copero ha faltado y no lo pienso para abrir espacio en esta suerte de fango entre cristales sucios en esta reminiscencia del Guaire que no halla salida en lo más profundo del sifón taponado
mis manos ya son escafandras que pulsan la baba oculta: lo que sea se aferra al hundimiento a la extracción urgente de aquello que provoca el caos tiro de ello y una inmensa burbuja emerge de aquel Tánatos licuoso:
libre de atascos ru ge el remolino como un ahogado que se salva tras su bocanada redentora para dejar limpia la loza
inmaculada impeke. huesos pieles tubérculos
61 (por ello)
soy un turista que vive los márgenes de su olvido
62
levo oración me hago camuflaje venezolano
69
(no obstante)
la cabalgata me aleja de mi tierra no del corazón
77
El frío lago pudiera dar isquemia en cualquier alma
78
Es verano aún así llueve
son 11° C con sensación térmica de 9° ya no tiemblo hay costumbre tedio
veo la pancarta volar por los aires la recojo con la esperanza de hallarla en blanco borrada mientras las letras una por una se pierden por el río que ya crece sobre la calzada
vuelvo a la tienda y me resguardo del aguacero de estos fierros helados que caen disfrazados de gruesa gotas
pantomimas de agua
es verano con un sol guarecido quién sabe dónde quizás en el pasto que hoy arde en Australia
Chile debería exportar su frío y apagar con ello el fuego iracundo de Oceanía refrescar koalas y canguros como siempre lo están las aves de este sur inclemente engañoso hostil
es verano aún así llueve tal vez el sol
también sabe de diásporas como nosotros
y huyó al otro lado del mundo para entrar en calor.
Jason Maldonado nació en Venezuela en 1973. Es autor de los libros Lunar de viento (Editorial Lector Cómplice, 2013), Bestiario mecánico del exilio (Fondo Editorial Fundarte, 2014, mención especial en el IV Premio Nacional de Literatura Stefanía Mosca 2013), el libro de relatos Doce hombres a caballo (FB Libros, 2019) y la novela Verde que me muero (FB Libros, 2013). Su obra aparece en la II Antología de cuentos postmodernistas (Grupo Editorial NSB, 2014) y en el libro 102 poetas/jamming (Oscar Todtmann Editores, 2015). Colaboró con el periódico Letras, con la columna Botando piedra. Es creador, productor y locutor del espacio radiofónico Librería Sónica. Lleva el blog Palabras y escombros. Es Licenciado en Letras (Universidad Central de Venezuela). Cursó estudios de Maestría en Literatura Latinoamericana en el Instituto Pedagógico de Caracas y el taller de narrativa con Ángel Gustavo Infante (Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos).