¿quién es? Jeromo Aguado, miembro de «Por un mundo rural vivo»
«Somos guardianes de la naturaleza a la vez que alimentamos al mundo» Es campesino, cuida una cabaña de ovejas churras y es copromotor del proyecto del pueblo ecológico de Amayuelas de Abajo (Palencia). Coordinador de Plataforma RuralAlianza por un Mundo Rural Vivo desde su creación hasta 2012. Miembro de COAGVía Campesina Europa, de Ecologistas en Acción y de la Universidad Rural Paulo Freire. –¿Cuáles son las debilidades actuales del mundo rural? –Las personas, esta es nuestra gran debilidad. Vivimos en un territorio con una media de 3-9 habitantes por km cuadrado. ¿Por qué viven tan pocas personas en el campo? La respuesta está en la imposición de un modelo agro-alimentario, que ha desmantelado el sector primario y que hasta hace muy poco tiempo estaba en manos de pequeñas unidades productivas (pequeños agricultores y ganaderos), que eran quienes fortalecían una economía real. La segunda debilidad es el desmantelamiento de los servicios públicos, al aplicar desde las propias instituciones públicas la máxima de la rentabilidad económica; y , por supuesto, obviando otros criterios de rentabilidad: la social, la medioambiental, la calidad de vida, o la presencia estable de personas en el territorio. Una tercera debilidad viene dada tras el fenómeno de privatización de los bienes comunes: la tierra, las semillas, el agua, los montes, la gestión de los ecosistemas, etc.; fenómeno que, sin apenas enterarnos, acelera el proceso de expulsión de la gente que había vivido en el campo y del campo. Se trata de un modelo pensado para producir alimentos para mercados especulativos y no para las personas.
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-¿Cuáles sus amenazas? -La gran amenaza es el acaparamiento de tierras. Los grandes latifundios históricos de Andalucía y Extremadura ya no son los primeros en extensión, sino que sociedades anónimas les suplen en la lista de mayores perceptores de ayudas de la PAC, lista configurada a partir de las hectáreas de cultivo. Con la gestión del agua sucede algo parecido, en estos momentos dicho cometido corresponde a las entidades públicas a través de las Confederaciones Hidrográficas y las comunidades de regantes, pero la tendencia es ir hacia su privatización, comenzando por la gestión.Y qué decir de la gran amenaza que supone el absoluto control de las semillas y la biodiversidad agrícola por parte de un grupúsculo de multinacionales, mediante políticas públicas que facilitan su privatización a través de la práctica de patentes.Y de esta relación aparece una nueva amenaza: el control de los alimentos mediante el oligopolio que ejercen las grandes distribuidoras. En España cuatro grandes superficies comerciales controlan entre el 6070% de esa distribución. –¿Dónde están las fortalezas del mundo rural? –Serán tales si somos capaces de concebir y practicar otros modelos de desarrollo
alternativos a la economía global. El medio rural es portador de los recursos vitales que el ser humano necesita para su sobrevivencia en el planeta tierra; solo nos queda la tarea de ponerlos al servicio de las personas y de los ecosistemas que nos sostienen. Las personas que vivimos en los pueblos tenemos por delante la responsabilidad de gestionar dichos recursos con criterios éticos, sociales y sustentables, apropiándonos de la digna tarea de ser guardianes de la naturaleza a la vez que alimentamos al mundo, a cambio de un reconocimiento económico y social. -Eres un campesino dedicado a la tierra desde muy joven y te mantienes con ilusión y vivo en esa opción. Háblanos de tu fe cristiana…. –Yo creo en el proyecto de Jesús de Nazaret, que tiene
como principio el amor. El amor es el motor que me ayuda a caminar todos los días. «Amarás al prójimo como a ti mismo», ¿existe algún pronunciamiento más radical y hermoso que éste? Pero, cómo podemos amar al prójimo en un mundo donde las estructuras políticas, económicas y sociales excluyen a la inmensa mayoría de las personas? El proyecto de Jesús de Nazaret es radical: o estás con Dios o estás con el dinero y todo lo que representa en el mundo actual. Se trata, pues, de tomar partido por los excluidos, de pensar y actuar en clave de comunidad, de interiorizar que la madre Tierra es la casa que nos acoge a todos; y eso nos pone las pilas para combatir todas las injusticias y desigualdades que se producen en la sociedad del desamor. Esteban Tabares