K U R T L A N G E: P I R Á M I D E S E S F I N G E S F A R A O N E S

Page 217

Red Española de Historia y Arqueología

Biblioteca

mutuamente de elogios envueltos en la humareda densa de excelentes cigarrillos, orientales también, ¿cómo no?. El desenlace no se vislumbra aún. No siempre es posible llegar a un acuerdo, y en tal caso los contrincantes se separan resignados, con las mayores demostraciones de cortesía. Un día, harto ya de tanta infructuosa visita para adquirir un determinado objeto, rompí las negociaciones con una contraoferta muy baja. Tenía prisa y a mí, europeo impaciente, me dolía el tiempo tontamente perdido. Al mercader le daba igual, porque para ellos el tiempo no cuenta.

Mi última palabra fue una cifra tan ridículamente barata, que ni remotamente estaba en relación con el valor de la preciosa pieza antigua en litigio, y jamás sospeché que aceptaran mi proposición. Y así abandoné la tienda, decidido a no pensar más en el asunto, pero apenas me había alejado un poco, cuando una mano se posó en mi hombro y al volverme sorprendido vi ante mí el objeto codiciado que durante tanto tiempo había en vano pretendido adquirir, y oí que el tendero me decía lacónicamente: "Tómelo". Las mismas escenas, poco más o menos, se repiten cuando se trata de falsificaciones. Solo o en compañía de amigos he huroneado en infinidad de tiendas egipcias de antigüedades, algunas instaladas en establecimientos imponentes y otras en inmundas barracas en el campo, en donde más de una vez me vi obligado a tragar, muy a pesar mío, limonadas que sabían a petróleo, y a soplar hasta perder el aliento para quitar la espesa capa de polvo que cubría los "tesoros" en venta. Muchas veces los tales tesoros no pasaban de ser horribles falsificaciones, pero faltaría a la verdad si afirmara que mis interlocutores se enojaban conmigo cuando me oían llamar las cosas por su nombre. Algunas veces admitían que yo estaba en lo cierto, otras escuchaban agradecidos mis explicaciones sobre las características de una pieza determinada que yo consideraba como auténtica. Y se comprende, pues los anticuarios de vía estrecha no siempre conocen el valor de lo que tienen entre manos, ni saben si el que se lo vendió iba o no de buena fe. Si lo han engañado miserablemente — y ello no es raro — el perjudicado no se altera. Él ofrece "honradamente" su mercancía, y si se ha llevado un chasco, ¿qué le vamos a hacer? Deplora,

Estudios de Egiptología

http://arqueologos.ning.com


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.