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SAN LUIS, 1780: LA BATALLA DE FUERTE SAN CARLOS

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ejemplo con sus propios caudales32. El resultado fue positivo en términos militares, ya que las tropas de Clark se vieron puntualmente pagadas, equipadas y alimentadas para continuar la lucha. Sin embargo, la ayuda prestada a los americanos tuvo un alto precio para los habitantes de San Luis. Muchos de ellos avanzaron a crédito provisiones y material, y pronto sus arcas se encontraron vacías. Ni la exhausta hacienda española pudo acudir al rescate de sus súbditos endeudados ni el gobierno norteamericano reembolsó nunca los créditos avanzados a Clark. La misma mujer de Leyba, angustiada por las deudas en las que había incurrido su marido, falleció después de cinco días enferma en cama33. El esfuerzo financiero sin contrapartidas claras acabó enfriando las relaciones entre Clark y Leyba, así como las consecuencias del aumento de la deserción entre las filas norteamericanas, cuyos soldados buscaban refugio al otro lado del Misisipi. A pesar del esfuerzo de Leyba por devolverlos, no todos regresaban y Clark interpretaba que las autoridades españolas estaban proporcionando cobijo a muchos de ellos. Tampoco facilitaban mucho las cosas las tribus indias. En un momento tan crítico, cuando la mayor parte de los recursos de San Luis se dirigían hacia el Ejército Continental, Leyba recibía diariamente entre medio centenar y doscientos indios a los que tenía que alimentar. El capitán español tenía claras sus ideas en este punto: «Hay sólo dos medios de tratar a esta gente: o se les echa fuera con las armas o se les alimenta. De lo primero ni dan motivo, ni tengo fuerzas para ello. Estoy haciendo lo segundo…»34. Era la única forma de mantener la tranquilidad en la región, aunque los británicos hicieran lo posible por atraerse a los indios con regalos y presentes que los españoles no podían igualar. Pero el escenario todavía podía ir a peor. Con la entrada oficial de los españoles en la guerra, los británicos vieron la puerta abierta para llevar a cabo, sin más preámbulos, el proyecto de extender su influencia al otro lado de la cuenca alta del Misisipi, liberando así extensos 32

« [Ducharme] había remontado el Misuri alguna distancia, cuando una patrulla de soldados españoles de San Luis con un oficial, en una barcaza, le dio alcance y capturó su barco, bienes, y todo excepto a él mismo, que escapó únicamente con su arma y su vida. San Luis era el puesto español de donde procedían las fuerzas que capturaron el barco de Ducharme y su mercancía. Esta circunstancia le hizo jurar venganza contra este puesto. Todo el invierno estuvo ocupado en levantar a sus amigos salvajes para ejecutar un ataque sobre San Luis. Su grito de guerra fue oído desde el Lago Superior a las Cataratas de San Antonio, y por el río Rock, y mil quinientos guerreros respondieron a la llamada. La guarnición británica en Mackinaw proporcionó unos pocos soldados regulares y algunos canadienses para unirse a Ducharme…». REYNOLDS, John: The Pioneer History of Illinois. N. A. Randall, Belleville, 1852, p. 95. 33  Se hacen eco de esta historia VAN RAVENSWAAY / O’CONNOR: Op.cit. p. 44; ALBACH: Op.cit. p. 244, y EDWARDS / HOPEWELL: Op.cit. p. 264. 34  HOUCK: Op.cit. 1908, p. 36.


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