Los honderos baleares mercenarios del ejército romano las guerras de numidia civiles en hispania de

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contienda por el reino, antes poner en peligro su vida que sujetarse al imperio y mando de otro; veía que el pueblo estaba muy amedrentado y que sus amigos le aconsejaban que pensase en el poder y fuerza de los romanos, la cual no había de poder resistir. Por lo cual, obedeciendo al consejo de todos estos, viénese delante de Pompeyo, quién como hubiesen hecho entender cuan justamente reinaba, mandole que se volviese al castillo y, saliendo otra vez desafiado por su hermano, habiendo primero tratado con él de su derecho, volvió al castillo, sin que Pompeyo se lo prohibiese. Estaba con esperanza y temor y venía con intención de suplicar a Pompeyo que le dejase en libertad para que volviese al monte, porque no pareciese menoscabar y afrentar la real dignidad. Pero porque Pompeyo le mandaba salir de los castillos y aconsejaba a los presidentes y capitanes de ellos que se saliesen, a los cuales él había mandado que no obedeciesen sin ver primero cartas de su mano propia escritas, hizo que mandaba; pero vínose a Jerusalén muy indignado y, pensaba en decidir aquellos con Pompeyo por las armas. Pero este no tuvo por cosa buena ni de consejo darle tiempo para que se aparejase para la guerra; antes luego comienza a perseguirle. Mucha alegría había cobrado por saber la muerte de Mitrídates estando ya cerca de Jericó, donde la tierra es muy fértil y hay muchas palmas y mucho bálsamo, de cuyo árbol o tronco, cortado con unas piedras muy agudas, se destilan unas gotas como lágrimas, las cuales ellos recogen. Habiéndose, pues, detenido allí toda una noche, luego a la mañana veníase con gran prisa a Jerusalén. Espantado Aristóbulo con esta nueva y, con el ímpetu del contrario, sálele al encuentro, suplicando, prometiendo dinero y, diciendo que él y la ciudad se le rendirían y, con esto amansó la saña de Pompeyo. Pero nada de lo que había prometido cumplió, porque siendo enviado Gabinio para cobrar el dinero prometido, los compañeros de Aristóbulo no quisieron ni aún recibirle en la ciudad. Enojado con estas cosas Pompeyo, prende a Aristóbulo y mándale poner preso y, partiendo para la ciudad descubría y miraba por qué parte tenía mejor y más fácil entrada, porque no veía de que manera pudiese / (Página 37) combatir los muros, que eran muy fuertes y, un foso alrededor del muro muy profundo y, estaba allí muy cerca el templo cercado y rodeado de tan segura defensa, que aunque tomasen la ciudad, todavía tenían allí los enemigos muy seguro lugar para acogerse. 92


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