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ARQUITECTURA MESOPOTÁMICA
de la vida del monarca, y en cerámica vidriada, representaciones de animales y plantas de gran tamaño. El palacio de Babilonia, reconstruido por Nabucodonosor en el siglo vi, tiene tres grandes patios comunicados por puertas con alcobas laterales, tal vez para la administración de justicia. Al fondo del último, que es el mayor, se levanta el salón del trono, el mayor también de todo el edificio, de unos cincuenta metros de largo por diecisiete de ancho, lo que hace suponer que estuvo abovedado, pues no es fácil disponer de vigas de esa longitud. Del rico revestimiento de cerámica da cumplida idea, sobre todo, la decoración de la Puerta de Istar (figura 70), situada en un ángulo del palacio para dar paso a la gran vía de las procesiones, decoración de cerámica que se guarda en el museo de Berlín. Encuadrados por largas franjas con rosetas, los enormes paños de los muros y las jambas de la puerta nos muestran, sobre fondo azul, grandes animales de relieve que avanzan parsimoniosos hacia la entrada. De los tan celebrados jardines colgantes de Semíramis se creen restos unos grandes salones abovedados y sin luz, que pudieron servirles de base. A estas ruinas del palacio de Babilonia va unido el recuerdo de Daniel, Sardanápalo y Baltasar. Del palacio hecho construir por Senaquerib, el hijo de Sargón, en Nínive se está muy mal informado, por la defectuosa excavación en él realizada para despojarle de los numerosos relieves, con las empresas de aquel monarca, que hoy se encuentran en el ^Museo Británico, pero coincide en rasgos generales con las características de los anteriores. Aunque sin la importancia y el desarrollo del egipcio, el templo mesopotámico posee también indudable personalidad. Su parte más típica, que es el zigurat o torre escalonada, hace que el rasgo más destacado del templo mesopotámico sea el deseo de aproximarse al cielo, y en él precisa saludar la aparición de la torre, que el cristianismo y el islamismo difundirán y convertirán en parte esencial de sus templos. El más antiguo conocido, que es el de Al-Ubaid (fig. 75), cerca de Ur, se nos presenta ya en su elevado basamento, recorrido en su frente por esos entrantes y salientes que serán tan típicos de la arquitectura mesopotámica, con toros de bronce en el friso y alguna columna de madera de palma revestida por mosaico de madreperla y lapislázuli. Muy importante es el zigurat del templo de Sin (fig. 71), en Ur, formado por una primera gran pirámide truncada, con los típicos resaltos y entrantes alternados, sobre la que descansan otras dos superpuestas de menor altura, y una capilla como remate. El acceso al primer cuerpo tiene lugar por tres grandes escaleras, dos de ellas adosadas, y la tercera formando ángulo recto con las anteriores.
ARTE DEL ASIA ANTERIOR
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Ese mismo tipo de zigurat es el que preside en el gran templo de Marduk, en Babilonia (fig. 76). Las ruinas sólo permiten reconocer sus dos cuerpos inferiores, pero es muy probable que tuviese los siete que describe Herodoto. Según éste, en el último se encontraban la mesa de oro y el lecho o diván en que reposa el dios por la noche, y al que acude la sacerdotisa para recibir sus revelaciones. El templo de que forma parte el zigurat se completa con un gran patio con numerosas habitaciones para los peregrinos y para celebrar las extrañas prácticas de las «presentadas» a Istar o Venus, que nos describe el historiador griego. Durante las grandes fiestas de la primavera se verifican las bodas de Marduk y Sarpanit, con cuyo motivo es traída desde una localidad próxima, en su carroza, la imagen de su hijo Nabu, y los tres reunidos deciden el hado del año. Del período asido conocemos dos grandes templos: el de Asur, del siglo xn, y el de Jorsabad, del vn. El de Asur (fig. 72), la antigua capital de Asiría, dedicado al dios del cielo Asur y a su hijo Adad, dios de la tormenta, consta de un patio con dos torreones rectangulares en su ingreso y otros al fondo que flanquean el paso a las capillas de cada uno de los dioses, junto a los cuales se levantaban otros tantos zigurats de planta cuadrada y rampas helicoidales en su torno. El de "' Jorsabad forma parte del palacio de Sargón, y ya queda descrito al tratar de éste. La figura 73 reproduce la reconstrucción del templo de Ereck, reedificado por Nabucodonosor, compuesto por una serie de patios y puertas flanqueadas por torres. La estatuita con una espuerta de tierra sobre la cabeza de la figura 74 procede de los cimientos del ángulo de un templo, donde es costumbre depositarlas desde los tiempos sumerios. La arquitectura funeraria carece de monumentalidad. La tumba de la reina Subad, de Ur, es un simple pozo, pero nos ha conservado obras de orfebrería tan interesantes como su tocado, formado por hojas de oro y, sobre todo, piezas de tan gran belleza como sus arpas. En la más importante (fig. 77), la caja de resonancia está decorada con escenas diversas: el gigante forzudo capaz de estrangular dos toros, tema de gran fortuna en el arte mesopotámico, animales, o personajes disfrazados de animales y dedicados a la música, etc. Corona la caja una cabeza de toro, es decir, del mismo tipo que otra donada, según texto contemporáneo, por otro monarca al templo, y cuya resonancia recordaba el mugido del toro. ESCULTURA CALDEA.—La escultura mesopotámica no es tan uniforme como su arquitectura. Las diferencias entre la escultura caldea y la