Historia del Arte. TOMO PRIMERO

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PILARES Y ARBOTANTES

En esos comienzos de la bóveda de ojivas propiamente gótica debe de desempeñar papel decisivo la escuela anglonormanda, ya que la catedral de Durham, en el norte de Inglaterra, la utiliza en su capilla mayor en 1096. En la primera mitad del siglo x n existen ya varios monumentos importantes en Normandía —catedral de Evreux, 1119— que se cubren con bóvedas de ojivas, y algo análogo sucede en las provincias de la Corona francesa —Domaine royal— y limítrofes. Las de Morienval (1133) se han considerado hasta fecha no lejana como las más antiguas bóvedas de ojivas. Al segundo cuarto del siglo pertenecen ya Saint Denis (1144) (fig. 642) y la catedral de Sens (1140) (fig. 645). PILARES Y ARBOTANTES.—Consecuencia inmediata de multiplicar los nervios secundarios de la bóveda de crucería es la transformación del pilar, que, en el fondo, se limita a continuar el proceso iniciado en el pilar románico (figs. 522, 629). Si en un principio las columnas adosadas conservan toda su personalidad y su sección semicircular, a medida que avanza el tiempo, al multiplicarse para recibir los nervios de las bóvedas, se van haciendo más finas y transformando su sección circular en apuntada. Convertida así la columna en simple baquetón, la sección de éste continúa evolucionando y adoptando formas semejantes a las descritas en los arcos. Como es natural, la pérdida de personalidad de las columnas adosadas y el convertirse en delgados baquetones, lleva consigo la desaparición del capitel individual y su fusión en una estrecha faja, que es ya el capitel corrido del pilar (figs. 625, 627, 634). En las basas, no se llega a esta fusión, pero, en cambio, lábranse alternativamente a diversa altura (fig. 630). De mayor importancia aún son las consecuencias que el contrarresto de los empujes laterales de la bóveda tiene en el exterior del edificio. La gran elevación del templo gótico y el deseo de crear interiores luminosos impide utilizar los estribos empleados por el románico. Los maestros góticos, para resolver el problema siguen el camino iniciado por los maestros tolosanos al cubrir sus tribunas con esa bóveda de cuarto de círculo que sirve, al mismo tiempo, de contrarresto de los empujes de la de cañón de la nave central (fig. 593). El sistema es revolucionario, porque, en lugar de oponer a la fuerza siempre viva de la bóveda la masa inerte del estribo, dispone la fuerza no menos viva de otro arco, y este equilibrio de fuerzas contrapuestas es lo que convierte al monumento gótico en un ser viviente (figura 635 C-D). El arquitecto gótico reduce la vieja bóveda románica de cuarto de círculo a un simple arco, el arbotante o botarel (b), que, apoyado en su parte superior en el arranque de la bóveda de ojiva, conduce su

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Figs. 624, 625.—A-D, arcos góticos apuntados; E, conocopial; F, carpanel.— Pilar del siglo xv. (Argües.)

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Figs. 626, 627.—G-L, bóvedas de ojivas; H, bóveda sexpartita; I, de terceletes; J-L, estrelladas.—Pilar del siglo xv. (Argües.)

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Figs. 628-630.—Secciones de arcos.—Secciones de pilares de los siglos xin, XIV y XV.Pilar del siglo xv. (Hartmann.)


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