ARTE BIZANTINO
335-339. Dípticos de los Simacos, del Cónsul Probo, de Estilicen y de su y de un magistrado.
340-342. Díptico de Ariadna —Políptico Barberini.—Cátedra
343-345. Disco de Teodosio.—El
Salvador.
de
mujer
Maximiano.
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en tiempos de Constantino se manifiesta esa tendencia hacia lo esquemático y lo expresivo, opuesta al sentido clásico de la belleza. En el retrato de Eugenio, el rival de Teodosio, del siglo v, del Museo del Louvre, la tendencia hacia la espiritualización resulta aún más patente. Las estatuas de magistrados de cuerpo entero, del siglo iv, ordenando el comienzo del juego, son buenos ejemplos de la rigidez y anquilosamiento a que en la actitud se llega en el bulto redondo. Más numerosos los relieves de marfil, puede seguirse mejor en ellos la transformación del estilo clásico en el bizantino. A fines del siglo iv pertenece el díptico conmemorativo de las bodas de Nicomaco (lámina 335) (382) de los Museos de Londres y París, tallado con un sentido de la belleza puramente clásico que, aunque ya más atenuado, es con todo muy sensible en el políptico de Barberini (lám. 341), del Museo del Louvre, aún de formas llenas y proporciones todavía tradicionales. Etapa ya mucho más avanzada, pues se considera obra del siglo vi, nos ofrece la riquísima cátedra de marfil de Maximiano (lámina 342), del Museo episcopal de Rávena. Presenta en su frente anterior, de gran tamaño, al Bautista y a los evangelistas, mientras en los laterales contiene historias sacras, igualmente de relieve. Muy importante es también su decoración vegetal, enriquecida con figuras de animales. La mayor parte de los relieves bizantinos conservados son de marfil y de carácter conmemorativo. Dípticos por lo general, responden a la costumbre de regalarlos a las amistades y altos funcionarios con motivo de algún nombramiento o acontecimiento importante —bodas, por ejemplo— en la vida del que los encfirga, aunque, por ser buena parte de ellos conmemorativos de la elevación al consulado, suele llamarse a todos con manifiesta impropiedad dípticos consulares. Comienzan a emplearse a fines del siglo iv, generalizándose su uso durante las dos centurias siguientes. En los dípticos propiamente consulares, lo más frecuente es que se figure al cónsul recién elegido sentado, a veces acompañado por las figuras alegóricas de Roma y Bizancio, con el brazo en alto dando la señal con el pañuelo o «mapa» que tiene en la mano, para el comienzo de la fiesta por él costeada, fiesta que se representa en la parte inferior (lám. 339). Obligado el recién elegido a obsequiar al pueblo con dinero y determinados espectáculos, los de rigor son los de circo —las escenas, por lo general, representadas son las luchas con las fieras, pues las de gladiadores habían sido abolidas—, las cacerías de animales, las carreras de carros, acróbatas, representaciones teatrales, etc., y esas son las escenas más repetidas en los dípticos consulares. Sirvan de ejemplo el del Museo de Liverpool, del año 513, con el cónsul repar-