Historia de roma

Page 58

que, mirando al campo de batalla sembrado de muertos, fue presa de la misma crisis de espanto que dos mil años después había de sobrecoger a Napoleón III al ver el campo de batalla de Solferino. Y mandó a Roma a su secretario Cineas con proposiciones de paz, dándole por compañeros a dos mil prisioneros romanos que, si la paz, no se concluía, se habían comprometido a volver. Dicen que el Senado estaba a punto de aceptar aquellas ofertas, cuando se levantó a hablar el censor Apio Claudio el Ciego, para recordar a la Asamblea que no era digno tratar con un extranjero mientras su ejército invasor seguía vivaqueando en Italia. No creemos que sea verdad, porque para Roma, Italia, en aquel momento, era solamente Roma. Pero es cierto que el Senado rechazó las propuestas y que Cineas, al regresar con los dos mil prisioneros, ninguno de los cuales había faltado a la palabra dada, dio un informe tal a Pirro de lo que había visto en Roma, que el epirota prefirió abandonar la empresa, y, aceptando una invitación de los siracusanos para que les ayudase a liberarse de los cartagineses, marchó hacia Sicilia. Tampoco aquí las cosas le anduvieron bien porque las ciudades griegas que venía a defender jamás lograron ponerse de acuerdo ni procurarle los contingentes que le habían prometido. Desalentado, Pirro volvió a cruzar el estrecho para echar de nuevo una mano a Tarento, que las legiones romanas atacaban en aquel momento. Esta vez ya estaban habituadas a los elefantes y no se dejaron asustar. Pirro fue derrotado en Malevento, que por la ocasión, en 275, fue bautizada Benevento por los romanos. Decididamente, Italia no le había traído fortuna. Amargado, volvió a la patria, fue a buscar un desquite en Grecia y halló la muerte en ella. Habían transcurrido exactamente setenta años (343273) desde que Roma, recompuesta como podía interiormente tras el terremoto que siguió a la caída de la Monarquía y superada la lucha por la existencia, se había puesto en pie de verdaderas guerras de conquista. Y hela aquí al fin árbitro de toda la península desde el Apenino toscano-emiliano al estrecho de Mesina. Uno tras otro, todos los pequeños países que la constelaban cayeron en sus manos, incluso los de la Magna Grecia continental, carentes de defensores después de la partida de Pirro. Tarento se rindió en 272


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.