ROSA PASIÓN. Por Arístides Ureña Ramos. -A mi madre, que me enseñó a rezar-
Dibujo de Peña Morán Todas las mañanitas, camino a la escuela, pasaba y recogía una rosa de ese rosal silvestre, que con gran cuidado conservaba la familia Busto, era la calle tercera, frente al parquecito. La fragancia que de esas florecitas emanaba era tan agradable, que mis compañeras de clases se prodigaban en alabanzas y piropos que me agradaban el corazón, como no faltaban los penosos comentarios que mis compañeros —”machitos”— en forma burlescas me gritaban, remarcando la supuesta ambigüedad sexual que mi gesto producía... llevar orgullosamente en el ojal de mi camisa una rosa de la que emanaba perfume de pasión. Florencia, Italia, 9 de octubre de 2010.— Realmente no era un verdadero rosal el que se encontraba frente a mi casa, era una planta de rosas silvestres, que nacía de un solo tronco y se extendía, poco a la vez, en ramas que, a manera quebradiza y sinuosa, dibujaban la forma de una figura humana crucificada, en el intento de mimar en el espacio una danza de sufrimientos. Además, se decía que la fragancia que despedía era debido a la combinación producida por el rocío matutino que filtraban las tejas de barro, los ladrillos de los zócalos de los portales y del añejo de maderas de cedros, con las cuales habían construido las casas de calle tercera... porque de esas partes y todas las calles que circundaban el parquecito los antiguos olores, como los perfumes intensos, nunca habían abandonado las viejas casas que fundaron nuestro Santiago de Veraguas. Pero, entre los encuentros que tuve con los vecinos de mi calle, me vino la curiosidad de saber más sobre este rosal, el cual me comunicaron que había sido traído de otro jardín cercano, y que el pequeño huerto había sido adquirido (comprado) en un segundo momento por los actuales propietarios... y fue allí donde oí la primera versión de la Rosa Pasión de Santiago, que aquí les narraré... Matilde, desde niña, había demostrado inclinación por el canto, su madre lo había notado, pues, cada vez que cantaban en la iglesia, la niña, extasiada, cantaba inmersa en una actitud divina, y la cosa no pasaba desapercibida por los demás... pero la niña desde su nacimiento había sufrido una serie de problemas de salud, que habían comprometido su crecimiento, procurándole discapacidades motoras, por lo que necesitaba de continua cura. Sin embargo, Matilde, pese a todo esto, era un pequeño ángel, que lograba encantar a los peregrinos con su bellísima voz.