2016 historia 396

Page 1



Historia 396 Revista del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

ISSN 0719-0719 Volumen 6 / Número 1 Junio de 2016


Historia 396 Revista del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Paseo Valle 396, Viña del Mar. Chile www.ihistoria.ucv.cl revistahistoria396@gmail.com / claudio.llanos@ucv.cl Editor Claudio Llanos Co-editores Virginia Iommi María Ximena Urbina Juan Cáceres Ricardo Iglesias Jaime Vito Comité Académico Internacional Franco Angiolini (Universidad de Pisa, Italia) Salvador Bernabeú (Escuela de Estudios Hispano-Americanos – CSIC, España) Richard Bessel (Universidad de York, Reino Unido) Eduardo Cavieres (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile) Ricardo Cicerchia (Universidad de Buenos Aires – CONICET, Argentina) Euguenia Fediakova (Universidad de Santiago de Chile) Josep Fontana (Universidad Pompeu Fabra, España) Pilar García Jordán (Universidad de Barcelona, España) Iván Jaksic (Universidad de Stanford, EE.UU.) Umberto Laffi (Universidad de Pisa, Italia) Fernando López (Universidad de Córdoba, España) Scarlett O’Phelan (Pontificia Universidad Católica del Perú) Anaclet Pons (Universidad de Valencia, España) Alessandro Santoni (Universidad de Santiago de Chile) Patricia M. Thane (Kings College, London, Reino Unido) Pablo Ubierna (Universidad de Buenos Aires – CONICET, Argentina) José Manuel Ventura (Universidad de Concepción, Chile) Director Mauricio Molina Colaboración edición y revisiones de estilo María Fernanda Lanfranco La edición, digitalización e impresión de este número de Historia 396 son posibles gracias a los aportes del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y al fondo de apoyo de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Las opiniones vertidas por los autores de los artículos publicados no representan necesariamente el pensamiento de la Revista Historia 396 EDICIÓN Y PRODUCCIÓN Ediciones Universitarias de Valparaíso Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Teléfono: 227 30 87 – E.mail: euvsa@ucv.cl Valparaíso, Chile IMPRESIÓN Libra, Valparaíso

(Directorio)


ÍNDICE

7 PRESENTACIÓN Artículos

11

ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA

HISTORICAL-THEOLOGICAL ASPECTS OF THE CHRISTIAN CORRESPONDENCE IN THE SEVENTH CENTURY: BRAULIO OF ZARAGOZA

Marcelo Aguirre Durán Ángel G. Gordo Molina

31

LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD

THE UNIVERSITY OF ALCALÁ AND THE COLLEGE OF SEVILLANOS, THE DISAPPEARANCE OF A UNIVERSITY.

Manuel Casado Arboniés Emiliano Gil Blanco

61

LAS INCERTIDUMBRES DEL TIEMPO EN PRESENTE Y LA RECUPERACIÓN DE LA CONCIENCIA DE SER

UNCERTAINTIES OF THE PRESENT TIME AND THE RECOVERY OF THE CONSCIOUSNESS OF BEING

Eduardo Cavieres F.

75

EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA

THE IDEOLOGICAL AND POLITICAL TURN OF THE CONSERVATIVE PARTY AT THE BEGINNING OF THE THIRTY YEARS

Luis Corvalán Márquez


6 / Historia 396

111

LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA

RECENT HISTORY IN CHILE: AN OUTLOOK OF THE NEW POLITICAL HISTORY

Danny Monsálvez Araneda

141

HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP

HISTORIES OF BETRAYAL IN ARGENTINA. AN APPROACH TO THE EXPERIENCE OF MILITANST OF MONTONEROS AND THE PRT-ERP

María Olga Ruiz Paula Rubilar Rubilar

177

ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846)

ANDRES DE SANTA CRUZ AND HIS CAPTIVITY IN CHILE (1844-1846)

Gonzalo Serrano del Pozo


/ 7 HISTORIA 396 ISSN 0719-0719 Nº 1 - 2016 [7-8]

PRESENTACIÓN

Presentamos un nuevo número de Historia 396, revista del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Con este nuevo número cumplimos seis años de vida contribuyendo a la difusión de investigaciones de carácter historiográfico. En esta nueva edición el lector encontrará investigaciones dedicadas a diversos temas y temporalidades, cumpliendo así con una de las características del Instituto donde nace esta revista: el compromiso con los grandes problemas históricos de diversas sociedades, regiones y países. Nuestra tarea de asegurar la mejor calidad de cada edición de la revista no sería posible sin la destacada colaboración de nuestros evaluadores, nacionales y extranjeros, que con su voluntaria dedicación son también parte central de quienes dan vida a Historia 396. Se les agradece el esmero y la seriedad que han puesto para cumplir con los tiempos propios de la evaluación de los artículos. A todos ellos y a todas ellas, muchas gracias. Agradecemos a todos los investigadores que han colaborado enviándonos sus artículos y que confían en la seriedad académica de Historia 396. Ellos dan continuidad a la revista y contribuyen al desarrollo del conocimiento histórico.


8 / Historia 396

PRESENTATION

We present a new volume of Historia 396, Journal of the History Institute of the Catholic University of Valparaiso. With this issue we have reached six years of life, contributing to the dissemination of historiographical research. In this new issue, the reader will find research devoted to different historical themes and studies, in various temporalities, thus fulfilling one of the hallmarks of the Institute where this journal is born: a commitment to the historical problems in different societies, regions and countries. Our task consists in ensuring the best quality in each of the issues of this journal. This would not be possible without the remarkable collaboration of our national and foreign evaluators. Their voluntary dedication is very important as they give life to Historia 396. We thank them for their careful and timely evaluation of articles. To all of them, many thanks. We thank all the researchers that have collaborated by sending us their papers and who trust the academic seriousness of Historia 396. They give continuity to the journal and contribute to the development of historical knowledge.

Editor Co-editores Claudio Llanos R. María Ximena Urbina Virginia Iommi Juan Cáceres Ricardo Iglesias Jaime Vito

Viña del Mar, junio de 2016


artĂ­culos



/ 11 HISTORIA 396 ISSN 0719-0719 Nº 1 - 2016 [11-30]

ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA1 HISTORICAL-THEOLOGICAL ASPECTS OF THE CHRISTIAN CORRESPONDENCE IN THE SEVENTH CENTURY: BRAULIO OF ZARAGOZA

Marcelo Aguirre Durán Universidad de los Andes, Chile marceaguirred@gmail.com

Ángel G. Gordo Molina Universidad de Santiago de Chile griphon65@hotmail.com

Resumen En los márgenes occidentales del antiguo Imperio romano el obispo Braulio de Zaragoza destacó por su erudición y por su santidad de vida. A él pertenece el epistolario mejor conservado del mundo hispano-visigodo, y sus cartas constituyen un invaluable testimonio de la vida religiosa de sus días. Él es un fiel exponente de las letras de la Antigüedad tardía, así como un heredero de la tradición patrística latina. El único manuscrito de este corpus epistolar se encuentra en León y ha sido editado en cuatro ocasiones, en latín y castellano. Teniendo en cuenta la riqueza de estas cartas proponemos una aproximación histórico-teológica al “programa espiritual” de Braulio, así como una relectura de los principales aspectos que sintetizarían su comprensión de las virtudes en la vida de fe del cristiano. Palabras clave: Braulio de Zaragoza, Antigüedad tardía, epístolas, virtud, patrística.

Abstract In the western fringes of the ancient Roman Empire bishop Braulio of Zaragoza was notable for his erudition and his holy life. He is the author of the best preserved collection of let-

1

Este artículo forma parte del proyecto FONDECYT regular N° 1140150.


12 / H i s t o r i a 3 9 6

ters of the Hispanic-Visigothic world, and his letters are an invaluable testimony to the religious life of his days. He is a faithful exponent of the literature of the Late Antiquity as well as an heir of the Latin Patristic Tradition. The only manuscript of this corpus of letters is located in Leon and has been edited on four occasions, in Latin and Castilian. Taking into account the wealth of these letters we propose a historical-theological approximation to the “spiritual project” of Braulio, as well as a rereading of the main aspects that would summarise his understanding of the virtues in the Christian’s life of faith. Keywords: Braulio of Zaragoza, Late Antiquity, letters, virtue, patristic.

INTRODUCCIÓN

Los epistolarios de los siglos V, VI y VII constituyen una fuente documental de primer orden para los estudios literarios, históricos y teológicos de la sociedad mediterránea occidental de la época conocida como Antigüedad tardía. La riqueza de este tipo de escritos permite que este período pueda ser llamado sin duda alguna “la edad de oro de la literatura epistolar”2, tal como lo demuestra el conjunto de códices de intelectuales latino-cristianos conservados hasta hoy. Estos documentos hacen posible esbozar muchos aspectos de la vida religiosa, familiar y social de sus autores y de sus entornos. En tal sentido, los grupos de cartas de estos siglos posibilitan una aproximación privilegiada a la sociedad de aquellos años, pues sirven de testimonio escrito que transmite de manera explícita o entre líneas algunos aspectos de la vida cotidiana, de la religión,

2

Delmaire, Roland, Desmulliez, Janine, Gatier, Pierre-Louis (eds.), Correspondances. Documents pour l’histoire de l’Antiquité tardive. Lyon, Collection de la Maison de l’Orient et de la Méditerranée, 2009, p. 13. Para el caso hispano, a modo de introducción, véase Tovar Paz, Francisco Javier, “La producción epistolar de los autores cristianos de los siglos IV y V en Hispania”. Anuario de Estudios Filológicos. Nº 24. 2001. pp. 421-435.


ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA / Marcelo Aguirre Durán – Ángel G. Gordo Molina

/ 13

de las prácticas de piedad, de las comunidades cristianas; en otras palabras, de los vínculos humanos en torno a la fe de aquellos días. Las condiciones históricas de cada región propiciaron, en un mundo occidental en evidente cambio, la organización de redes epistolares dentro de los márgenes del antiguo Imperio Romano. La forma de escritura epistolar se entendía como un testimonio escrito con reglas propias para su elaboración ya que la carta, al ser un género literario en sí misma, presenta características singulares dada su naturaleza próxima a la conversación y a la oralidad3. Por ello, y siguiendo los cánones instaurados por san Jerónimo, los autores cristianos fueron conscientes de que sus misivas permanecerían, en múltiples ocasiones, como un referente para las cuestiones teológicas, filosóficas, litúrgicopastorales y morales4, lo que las constituye en fuentes histórico-documentales privilegiadas pues transmiten lo que podemos llamar, en un lenguaje contemporáneo, una petite histoire. En un mundo en donde el contacto íntimo careció, en muchos casos, de la inmediatez física, la carta se tornó un medio fundamental de encuentro y comunión entre los intelectuales cristianos, y devino en un instrumento de suma relevancia para la elaboración de una reciprocidad de ideas y de comunicación del individuo y de su entorno, donde las palabras escritas ya no pertenecían a su autor sino al pueblo fiel, el cual se transformaba -gracias a la caritas- en heredero del sentir espiritual de los hombres y de sus experiencias de Dios5. Por tanto, las epístolas recrean una época y sus actores, y sirven como testimonio, en primera persona, de las conductas y patrones más o menos definidos, el cual se enriquece a través del traspaso consciente de ideas entre el emisor y sus correspondientes. Así, en un ámbito geográfico específico como lo era la Hispania afianzada bajo el recién convertido reino visigodo6, los destinatarios del texto escrito correspondían a una suerte de comunidad espiritual en la que la unanimitas otorgada por la lengua latina y por la existencia de una fe oficial 3

4

5

6

Véase Miguel Franco, Ruth, “Los usos de los demostrativos en el Epistularium de Braulio de Zaragoza”. Minerva. Nº 21. 2008. pp. 119-135. Simonetti, Manlio, Romani e barbari. La lettere latine alle origini dell’Europa (secoli V-VIII). Roma, Carocci Editore, 2006, p. 27; Miguel Franco, “Los usos de los demostrativos”, pp. 120 -121. Cf. Barbe, Dominique, “La lettre comme moyen de fonder et de mantenir l’unanimitas entre les conversi des IV et V siècles”. Desmulliez, Janine, Hoët-Van Cauwenberghe, Christine, Jolivet, Jean-Christophe (eds.). L’étude des correspondances dans le monde romain de l’Antiquité classique à l’Antiquité tardive: permanences et mutations. Lille. Éditions du Conseil Scientifique de l’Université Lille 3. 2010. pp. 377, 387. El reino visigodo de Toledo abandonó la fe arriana en el III Concilio de Toledo del año 589, bajo el reinado de Recaredo. Para una visión panorámica sobre la conversión de los reinos germánicos véase: Dumézil, Bruno, Les racines chrétiennes de l’Europe. Conversion et liberté dans les royaumes barbares V-VIII siècle. París, Fayard, 2005, pp. 275-302.


14 / H i s t o r i a 3 9 6

reforzaba los lazos de amistad y evidenciaba las principales cuestiones personales, sociales y doctrinales del mundo y del entorno de los interlocutores. EL OBISPO BRAULIO

En el contexto cultural hispano-godo encontramos un autor de la talla del obispo Braulio de Zaragoza (†651) quien, a pesar de la poca información conservada, es reconocido por sus contemporáneos como una de las figuras más ilustres del reino visigodo de Toledo y uno de los mayores exponentes del género epistolar de su tiempo. Su cercanía con Isidoro de Sevilla (†636) ha hecho que todo estudio histórico-teológico relativo al doctor hispalense tenga como referencia obligada la Renotatio librorum domini Isidorum7, texto escrito por Braulio y que da cuenta de las obras redactadas por el metropolitano de la Bética. Sin embargo, a pesar de las cartas conservadas (que datarían a partir, más o menos, de la segunda década del siglo VII8) poco sabemos de esta amistad y de las circunstancias que permitieron el mutuo conocimiento de ambos Padres de la Iglesia ibérica9. Por otro lado, la figura del obispo de la ciudad del Ebro nos resulta sucintamente conocida gracias a su propio testimonio, entregado en la introducción a su Vita Sancti Aemiliani10, así como a las referencias proporcionadas por los obispos Eugenio e Ildefonso de Toledo, quienes dejan noticia de su obispado en la antigua Cesaraugusta durante dos décadas, bajo los reinados de Sisenando, Chintila, Tulga y Chindasvinto (631-651, aproximadamente). Su origen familiar y las referencias a su hermano Juan, mayor en edad y su antecesor en la sede episcopal, dan cuenta de un linaje nobiliario con un posible origen hispanorromano11.

7

8

9

10

11

Véase la edición crítica de Martín, José Carlos, Renotatio librorum Isidori, CCSL 113B. Turnhout, Brepols Publishers, 2006. Del mismo editor también existe una edición castellana: Martín, José Carlos, La ‘Renotatio librorum domini Isidori’ de Braulio de Zaragoza (†651). Introducción, edición crítica y traducción. Logroño, Fundación San Millán de la Cogolla, 2002. La epístola II, dirigida a Isidoro, ha sido datada tradicionalmente entre los años 625 y 626. La última edición de R. Miguel Franco la sitúa entre el 631 y el 633. Cf. Miguel Franco, Ruth, Braulio de Zaragoza. Epístolas. Madrid, Akal, 2015, p. 20. Un panorama acabado de este tema se encuentra en Martín, José Carlos, Scripta de uita Isidori Hispalensis, CCSL 113B. Turnhout, Brepols Publishers, 2006. Ruth Miguel Franco sostiene, asimismo, que el conocimiento de los dos obispos se habría dado, probablemente, en la ciudad de Toledo. Véase Miguel Franco, Ruth, “Introducción”. Braulio de Zaragoza. Epístolas. Madrid. Akal. 2015. pp. 21-22. En torno al 640, por encargo del propio Juan, Braulio (por entonces arcediano del obispado de Zaragoza) redactó su obra más conocida: la Vita Sancti Aemiliani, un relato hagiográfico que narra la vida de san Emiliano, quien a finales del siglo V se retiró a una vida eremítica, abandonando sus bienes e instalándose en la región de Tarazona, lugar del futuro monasterio de San Millán de la Cogolla. Miguel Franco, “Introducción”, pp. 36-38; Castellanos, Santiago, Poder social, aristocracias y hombre santo en la Hispania visigoda. La ‘Vita Aemiliani’ de Braulio de Braulio de Zaragoza.


ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA / Marcelo Aguirre Durán – Ángel G. Gordo Molina

/ 15

LAS CARTAS EPISCOPALES

La pervivencia del conjunto de cartas del prelado de Zaragoza se debe al descubrimiento, en el siglo XVIII, del códice n.° 22 del Archivo capitular de la Catedral de León. Incorporada en el tomo XXX de la España Sagrada de Flórez por M. Risco, esta colección de cartas fue copiada por la Patrología de J.-P. Migne. Recién en el siglo XX, y gracias a la erudita labor del jesuita J. Madoz, este epistolario fue editado siguiendo los cánones de la investigación científica filológico-histórica12. La publicación en 1950 de la tesis de C. H. Lynch, traducida al español por P. Galindo13, significó una aportación de primer orden al conocimiento de Braulio pues este texto presentó un análisis exhaustivo de su figura, proporcionando un repertorio y una descripción detallados del estilo literario y de su uso del latín. Con posterioridad, una edición crítica con traducción bilingüe latino-castellano, a cargo de L. Riesco Terrero, vio la luz en 197514. Recientemente R. Miguel Franco ha publicado una última traducción a lengua española, la que incluye un amplio estudio introductorio que recoge los resultados de su tesis doctoral15. Respecto a las cartas de Braulio, éstas destacan por su latín elaborado, lo que muestra una delicada educación clásica. A las treinta y dos epístolas de su autoría se suman las recibidas como respuesta a sus misivas: cinco cartas escritas por Isidoro de Sevilla, una escrita por un abad toledano, una escrita por el rey Chindasvinto, dos escritas por el rey Recesvinto, una escrita por el obispo Eugenio de Toledo, una redactada por el abad Fructuoso de Braga y un fragmento perteneciente a una carta del obispo Tajón, su sucesor en la diócesis de Zaragoza. Éstas constituyen un conjunto único y una fuente histórica de primer orden en su género, ya que son el legado epistolar visigótico más completo del siglo VII, testimonio que permite que el lector moderno se aproxime a todo tipo de información de la época: religión, cultura, política, sociedad, lengua, entre otros16. Por esto, la correspondencia de este escritor hispano constituye una

12

13

14

15

16

Logroño, Universidad de La Rioja, 2011, p. 169; Lambert, A., “La famille de saint Braulion et l’expansion de la Règle de Jean de Biclar”. Revista Zurita. Nº 1. 1933. Madoz, José, Epistolario de S. Braulio de Zaragoza. Edición crítica según el códice 22 del Archivo capitular de León, con una introducción histórica y comentario. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1941. Lynch, C. H., San Braulio obispo de Zaragoza (631-651). Su vida y sus obras. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1950. Riesco Terrero, Luis, Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1975. Esta edición es la que seguimos tanto para la numeración como para el texto latino y su traducción al español. Miguel Franco, Braulio de Zaragoza. Epístolas. A modo de referencia general puede consultarse: Martín, José Carlos, Sources latines de l’Espagne tardo-antique et médiévale (Ve-XIVe siècles). Répertoire bibliographique. París, CNRS Éditions, 2010, pp. 136-137. Para una visión más amplia del reino católico visigodo de Toledo véase: Díaz Martínez, Pablo


16 / H i s t o r i a 3 9 6

serie de documentos individuales que posibilitan el análisis de las principales estructuras sociales, de los roles religiosos y, no menos importante, pondrían de manifiesto una función moral de los grupos dirigentes eclesiásticos. Resulta necesario destacar que la correspondencia relativa al clero parece ser especialmente relevante ya que describe un panorama monárquico-eclesial y también religioso-litúrgico, el cual ilustra de manera inmejorable la realidad de la Hispania visigótica y de las diócesis de la Península, especialmente Zaragoza y Toledo17. Ahora bien, teniendo en cuenta que la mejor fuente para entender a Braulio y su tiempo son sus propios escritos18, por medio de una metodología hermenéutica de interpretación de textos19 proponemos analizar el carácter de sus misivas a través de diversos ámbitos tales como: su intimidad, su experiencia espiritual, el cristianismo de su tiempo. Estos documentos representan, a pesar de los convencionalismos propios de su género literario, un binomio caracterizado por los negocios eclesiásticos y las circunstancias particulares del autor20. En este sentido podemos afirmar que en Braulio se encontraría presente toda la tradición epistolar patrística, tal como lo dejan en evidencia, por ejemplo, sus constantes reminiscencias jeronimianas21. Por ello, y teniendo en consideración que los escritores de aquel tiempo no anhelaban tener en su horizonte nada más que las Sagradas Escrituras y la tradición de la Iglesia, el recuerdo y el uso de ideas y sentencias ya formuladas por autores cristianos de reconocida fama y virtuosismo, sirven de entramado para sostener gran parte de las epístolas que conservamos hasta hoy; en palabras de R. Miguel Franco: “él demuestra conocer perfectamente el corpus de obras eclesiásticas”22. Cabe señalar que el epistolario del obispo cesaraugustano ha tenido un especial interés en lo referido a las Etimologías de Isidoro, pues las cinco cartas

17

18 19

20 21

22

C., Martínez Maza, Clelia, Sanz Huesma, Francisco Javier, Hispania tardoantigua y visogoda. Madrid, Ediciones Istmo, 2007; Orlandis, José, Historia del reino visigodo español. Los acontecimientos, las instituciones, la sociedad, los protagonistas. Madrid, Ediciones Rialp, 2003. Cf. Miguel Franco, Ruth, “Braulio de Zaragoza, el rey Chindasvinto y Eugenio de Toledo: imagen y opinión en el Epistularium de Braulio de Zaragoza”. Emerita. Vol. LXXIX. Nº 1. 2011. p. 156. Lynch, San Braulio obispo de Zaragoza, p. 9. Como ya se ha indicado en la nota al pie N.º 14, para la fuente epistolar hemos seguido la edición bilingüe preparada por Riesco Terrero. Madoz, Epistolario de S. Braulio de Zaragoza, pp. 25-38. Para un estudio sobre el influjo y las citaciones de Jerónimo en las cartas de Braulio consúltese: Madoz, José, “Fuentes jeronimianas en el epistolario de S. Braulio de Zaragoza”. Gregorianum. Nº 20. 1939. pp. 407-422. Miguel Franco, “Introducción”, p. 43.


ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA / Marcelo Aguirre Durán – Ángel G. Gordo Molina

/ 17

del metropolitano de la Bética y las dos de su contraparte dan cuenta de una relación de amistad y de intereses en común. Se debe recordar, para estos efectos, que dicha obra enciclopédica fue redactada bajo la insistencia del obispo Braulio, quien en los años 625 y 632 escribió al Hispalense reiterándole su precedente petición referida a la elaboración de los libros sobre los orígenes de las cosas23. En cuanto a las letras, la autoridad intelectual de nuestro autor y su manejo de los clásicos no han sido puestos en duda. Todo tipo de personajes le escriben misivas, y es él mismo el encargado de responder a Honorio I, obispo de Roma, a nombre de los prelados hispanos sobre algunas cuestiones relacionadas con los judíos24. En cuanto a los saberes paganos, éstos se encuentran al servicio de la Sagrada Escritura y le son útiles en la medida en que le permiten una mejor comprensión de la Verdad Revelada, tal como lo expresa P. Riché refiriéndose a los obispos españoles: “los clérigos letrados restablecieron un humanismo que, después de años de lucha, no conocían… ellos son exégetas, teólogos, moralistas, pero también poetas, escritores de cartas, gramáticos, músicos”25. Así pues, el epistolario en cuestión resplandece no sólo por su distinción en el latín o por la elegancia en las formas estéticas y literarias, sino también por ser un buen ejemplo de la formación en las llamadas “disciplinas seculares”26.

23

24

25

26

“Te pido y ruego con todo encarecimiento que acordándote de tu promesa me envíes el libro de las Etimologías que, según he oído, has terminado con la ayuda de Dios, porque sé muy bien que trabajaste en él en gran parte a instancias de tu siervo”. San Braulio de Zaragoza, “Epístola III, a Isidoro”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. “Si no me equivoco, han pasado ya siete años desde que te estoy pidiendo, a lo que recuerdo, los libros de los Orígenes, escritos por ti y tú, cuando estaba contigo, me engañaste con mil evasivas y, después que me separé de ti, no me has contestado al objeto, sino que con sutiles pretextos, diciéndome unas veces que aún no estaban terminados, otras, que no tenías copias, otras, que mi carta se había perdido y muchas otras excusas, hemos llegado hasta el día de hoy y seguimos sin que mi petición haya tenido resultado”. San Braulio de Zaragoza, “Epístola V, a Isidoro”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Pérez de Urbel, Justo, “Braulio”. Dictionnaire d’histoire et de géographie ecclésiastiques, tome X. París. Librairie Letouzey et Ané. 1938. cols. 441-453; Miguel Franco, Ruth, “Ecos del Epistularium de Braulio de Zaragoza en la carta prefacio de Tajón de Zaragoza a Eugenio de Toledo (CPL 1267) en los Moralia in Job”. Lemir. Nº 14. 2010. p. 292; García Sanchidrián, María Luisa, “Braulio de Zaragoza: hombre de vasta cultura y erudición clásica”. Aragón en la Edad Media. Nº 10-11. 1993. p. 344; Madoz, José, “Los clásicos en San Braulio de Zaragoza”. Razón y Fe. 1941. Riché, Pierre, Écoles et enseignement dans le Haut Moyen Âge. Fin du V siècle – milieu du XI siècle. París, Picard Éditeur, 1999, pp. 33-34. Riché, Pierre, Éducation et culture dans l’Occident barbare. V – VIII siècle. París, Éditions du Seuil, 1995, p. 245. Para el tema de la pervivencia de los saberes clásicos y su adaptación por parte del cristianismo véase: Inglebert, Hervé, Interpretatio Christiana. Les mutations des sa-


18 / H i s t o r i a 3 9 6

En este contexto de pensamiento cristiano, el proyecto literario de Braulio se encuentra permeado por la vida de fe y por la experiencia espiritual del creyente, la cual transmite por medio de sus consejos y de sus enseñanzas de orden pastoral. Con todo, es nuestro propósito analizar cómo las letras de este obispo dejan traslucir, en cierta forma, su interioridad por medio de las cartas enviadas a sus contemporáneos pues en ellas, transmitiendo una conciencia propia de pastor, se recoge también la imagen de un hombre interior que habla con fluidez y elegancia27. EL “PROGRAMA ESPIRITUAL” DEL OBISPO DE ZARAGOZA

Como cualquier autor cristiano de su época, Braulio entiende la vida del creyente como un ejercicio en las virtudes28, como una lucha contra las tendencias de la naturaleza, con el objetivo de conseguir, por gracia divina, la contemplación beatífica. A partir de esta premisa podemos comprender y observar en sus letras su espiritualidad cristocéntrica, fundada en el amor a Dios y al prójimo. Al respecto, en la carta a un obispo, amigo muy cercano, Braulio escribe: “porque donde quiera que estemos somos una sola cosa en Aquél que está en todas partes pues sólo a Él amamos y en Él al prójimo”29. La conciencia de vida en Cristo aparece de manera reiterada, no sólo como una forma retórica para referirse a su par en el episcopado, sino como experiencia que le permite transmitir su sentir más hondo a una comunidad de hermanos -unanimitas-. Así, con una certeza de pertenencia al cuerpo místico de la Iglesia, él es capaz de afirmar, en plena sintonía con el pensamiento patrístico30: “tu vida y la mía son una en Cristo”31. La vida cristiana consiste en la imitatio Christi, tal como lo expresa toda la literatura patrística de los primeros siglos. Si bien Braulio no aparece como un teólogo sistemático, su preocupación moral y su conciencia de la vida en tanto

27

28

29

30

31

voirs (cosmographie, géographie, ethnographie, histoire) dans l’Antiquité chrétienne (30-360 après J.-C.). París, Institut d’Études Augustiniennes, 2001. Robles, Adolfo, “Braulio de Zaragoza, testigo de una espiritualidad hispana”. Teología espiritual. Nº 88. 1986. p. 120. Jiménez Duque, Baldomero, La espiritualidad romano-visigoda y muzárabe. Madrid, Universidad Pontificia de Salamanca – Fundación Universitaria Española, 1977, p. 161. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXIV, al obispo Valentín”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Véase Bouyer, Louis, Histoire de la spiritualité chrétienne, tome I, La spiritualité du Nouveau Testament et des pères. París, Éditions du Cerf, 2011, p. 623. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXIII, al obispo Valentín”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975.


ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA / Marcelo Aguirre Durán – Ángel G. Gordo Molina

/ 19

que peregrinatio le llevan a comprender y predicar la necesidad de la conuersio a partir de la purificación de la voluntad y de la aceptación del seguimiento de Cristo. En este espíritu escribe a su hermano menor Frunimiano, abad en un monasterio del valle del Ebro, a quien le recuerda: “Cristo es nuestra fortaleza y nuestra sabiduría; sin Él nada podemos y con Él lo podemos todo”32. Para Braulio la santidad se buscaría, entonces, a partir de un reconocimiento total de la grandeza de Cristo, “el auténtico sacerdote”33, “Aquél que gobierna su Iglesia”34. A través de sus epístolas el letrado de Zaragoza invita a la conversión del alma por medio de la contemplación de la Passio Christi, la cual abre la puerta a la esperanza del creyente. Si bien las cartas consolatorias (dirigidas a quienes han perdido un familiar) son particularmente ricas en este contenido, la misiva a su hermano monje deja de manifiesto una sintonía de espíritu que no hace otra cosa sino transmitir al lector la sutileza de un alma que, enfrentada a las tribulaciones del mundo, se abandona confiadamente a la gracia divina en espera de la visión beatífica: “como todo cristiano que vive santamente en esta vida, a ejemplo de Cristo, llega al reino de Dios a través de las tribulaciones, este recuerdo de las tristezas renovadas en la conmemoración de cada año se nos patentiza simbólicamente en Cristo para que con decisión imitemos a Cristo”35. En este sentido resonarían plenamente actuales las palabras de M. Álamo, quien a mediados del siglo pasado afirmó: “como la de san Benito, su espiritualidad es ante todo cristocéntrica”36. Ahora bien, podríamos considerar que el proyecto de este obispo tiene como objetivo principal la preocupación por la salvación de las almas, es decir, una economia salutis que se funda en el servicio de la caridad, la actividad que prolonga de un modo consciente la acción salvífica de Cristo37, tal como él mismo lo manifiesta dirigiéndose a Tajón: “quiero ser servidor del amor”38. De hecho,

32

33

34

35

36

37 38

San Braulio de Zaragoza, “Epístola XIII, a Frunimiano”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XLII, a Tajón”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXXVI, a Eugenio”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XIV, a Frunimiano”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Álamo, M., “Braulio”. Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, tome I. París. Beauchesne. 1927. col. 1926. Bernard, Charles-André, Traité de théologie spirituelle. París, Éditions du Cerf, p. 125. San, Braulio de Zaragoza, “Epístola XI, a Tajón”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san


20 / H i s t o r i a 3 9 6

el ámbito de influencia de Braulio es tan amplio que abarca el contacto con personas que se encuentran en los diferentes estados de la vida cristiana, y a ellos transmite lo que algunos estudiosos han señalado como dos caracteres propios de las letras patrísticas hispanas: la compunción y el amor a Cristo39. Dentro de este marco dado por una teología espiritual, no nos parece del todo acertado que se pueda indicar, bajo categorías más bien anacrónicas, que en nuestro autor habría un programa “ideológico” que relacionaría la intertextualidad del escrito con la sociedad eclesiástica que le habría tocado vivir40. En esta misma línea nos preguntamos si no sería más apropiado hablar de un deseo de conocimiento y de guía de almas, más que de una “ideología”, la cual se podría entender como impuesta. Para equilibrar esta comprensión habría que recordar, sin duda alguna, que la mayor preocupación de los cristianos, más aún de aquellos letrados de la Antigüedad tardía, era el factor religioso, es decir, la relación del hombre con Dios por medio de la fe41. Desde allí todo lo propiamente humano podía ser comprendido, amado y comunicado en función de lo divino, tal como lo reflejan las palabras del escritor hispano: “¿qué cosa mejor puede sentir el alma o expresar la lengua o escribir la pluma que la acción de gracias a Dios?”42. Cabe preguntarse, entonces, si la adopción de categorías metodológicas propias de la disciplina filológica resultarían válidas para la correcta comprensión de un conjunto de cartas que, muy probablemente de manera consciente, se proponía ser una insistente llamada a la conversión, a la meditación sobre la vida futura y, asimismo, un modo de transmisión de la fe bajo una pedagogía divina concretizada en la vivencia de la liturgia y, más aún, en el misterio sacramental representado en la Eucaristía, el misterio de conmemoración43 que se identifica con la unidad de la Iglesia y que se fundamenta en las Escrituras y en la certeza de que: “llegando a Él , ya no habrá una meta más allá”44.

39

40 41

42

43

44

Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Álamo, “Braulio”, cols. 1925-1926; Robles, “Braulio de Zaragoza, testigo de una espiritualidad”, p. 132. Miguel Franco, “Introducción”, p. 44. Véase Marrou, Henri-Irénée, Décadence romaine ou Antiquité tardive?. París, Éditions du Seuil, 1977, p. 72. Sobre la cultura clásica al servicio de la fe cristiana: Inglebert, Interpretatio Christiana, pp. 444-448. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXIII, al obispo Valentín”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Lubac, Henri de, Corpus mysticum. L’Eucharistie et l’Église au Moyen Âge. Étude historique. París, Éditions du Cerf, 2009, p. 72. San Braulio de Zaragoza, “Epístola LXIV, a Fructuoso”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san


ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA / Marcelo Aguirre Durán – Ángel G. Gordo Molina

/ 21

Sumado a ello, la llamada a la vida virtuosa no aparece, entonces, como un simple recurso retórico-literario sino, más bien, como una búsqueda sencilla de la acción del Espíritu que opera en la vida del creyente ya que, en palabras del Zaragozano, y en una plena sintonía con las Sentencias de su contemporáneo Isidoro: “la excelencia de la gracia lo sobrepasa todo”45; esto pondría de manifiesto una suerte de progreso del hombre en tanto que don de Dios46. Dicha idea de progreso dentro de la economía de la salvación adquiere mayor relevancia cuando es transmitido por medio de una actitud personal de rechazo al pecado y de búsqueda de la voluntad de Dios. A nuestro juicio, el obispo Braulio entiende que la vida humana se desarrolla en una dinámica entre la Providencia divina -que actúa en todo momento-, y la voluntad humana, que dañada por la desobediencia se aleja del plan de salvación47. La vida del cristiano se desenvolvería, por tanto, en este permanente movimiento interior; la invitación a rechazar con firmeza el mal aparece contundente: “al pecado es al que hay que rechazar, no a los hombres”48, a lo que agrega: “lo que a Cristo no agrada, tampoco debe agradar a los cristianos”49. En consecuencia, leer los designios divinos en los acontecimientos de cada día se torna algo esencial, y la paciencia aparece como una obligación moral propia de la predicación de la verdad: “es propio de un hombre prudente soportar con fortaleza de espíritu los males presentes y aparecer indiferente ante las adversidades”50. Es preciso destacar que Braulio se refiere permanentemente a los temas relacionados con la humildad y la paciencia, tanto de los individuos en particular como de las comunidades cristianas coetáneas a él, incluso las de vida contemplativa. La centralidad en Jesucristo, entonces, deja entrever un programa religioso y un objetivo moralizador que conlleva en sí una tríada que aparece

45

46

47 48

49

50

Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XLII, a Tajón”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Isidoro de Sevilla, “Sententiae, II, V, 3: profectus hominis donum Dei est”. Cazier, Pierre (ed.). Isidorus Hispalensis. Sententiae. Turnhout. Brepols Publishers. 1998. Cf. Daniélou, Jean, Essai sur le mystère de l’histoire. París, Éditions du Cerf, 1982, pp. 242-246. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XIII, a Frunimiano”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XX, a Hoyón y Eutrocia”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXVIII, a Ataúlfo”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975.


22 / H i s t o r i a 3 9 6

más bien inmutable y que constituiría el fundamento del avance espiritual del creyente: el amor, la obediencia y la piedad. Así, la acción de la Providencia divina haría posible la confianza en la vida futura por medio de una sabiduría conducente a la Verdad. La gracia, en consecuencia, actuaría en la historia de la salvación y permitiría que, por medio de la esperanza derivada de la fe, el cristiano se adhiera a la realidad temporal e histórica así como a lo eterno51, por medio de una piedad que unida a la paciencia garantiza la perseverancia en esta vida, la cual es definida con estos sugerentes términos: “efímera y vana como el humo, que convence y decepciona, que decepciona sin cumplir sus persuasivas palabras”52. Por consiguiente, nos preguntamos cuáles resultarían ser las argumentaciones que darían fundamento a las afirmaciones expresadas por C. H. Lynch quien, refiriéndose a las virtudes del obispo hispano señala: “en los escritos de Braulio aparece también su caridad, pero no en grado heroico”53. Más adelante indica: “no estamos capacitados para considerar a Braulio como una figura de heroicas proporciones… Aunque en realidad no fue un gran hombre, si le comparamos con los de otros tiempos, lo fue, sin embargo, en su época entre sus connacionales”54. Si bien estas palabras han sido matizadas y poco retomadas en los estudios posteriores, ¿puede considerarse como históricamente válida la comparación sobre la grandeza de un individuo si no es en relación a sus coetáneos? Más aún, y teniendo en cuenta los criterios propios de la estética epistolar de la tardo Antigüedad, ¿este conjunto de misivas no responderían también a una teología espiritual fundada en una ascesis cristiana? ¿Por qué deberíamos dudar del heroísmo en el ejercicio de la virtud si, además de las letras escritas por el propio Braulio, tenemos el valiosísimo testimonio de un contemporáneo como Fructuoso de Braga, padre del monacato hispano? Si bien la crítica científica debe aproximarse a los textos a partir de criterios disciplinares específicos, no resulta admisible el pasar por alto el retrato que nos presenta el ilustre eremita galaico55: “eres un obispo tan extraordinario y tan grande que

51

52

53 54 55

“L’histoire particulière s’inscrit toujours dans l’histoire du salut”. Leclercq, Jean. L’amour des lettres et le désir de Dieu. Initiation aux auteurs monastiques du Moyen Âge. París. Éditions du Cerf. 2011. p. 151. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXXIV, a Nebridio”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Lynch, San Braulio obispo de Zaragoza, p. 216. Ibíd., p. 218. En relación a las cartas entre Braulio y Fructuoso y sus implicancias sociales y culturales, véase Miguel Franco, “Introducción”, pp. 49-51.


ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA / Marcelo Aguirre Durán – Ángel G. Gordo Molina

/ 23

enriquecido con los méritos de tu vida y el servicio de tu enseñanza sigues en todo las huellas de los Apóstoles, para recibir la gloria inefable de la patria celestial con aquéllos, cuya vida intachable sigues en este mundo borrascoso”56. Este perfil humano dado por Fructuoso constituye, además, una noticia sobre la admiración que despertaba nuestro obispo entre sus contemporáneos. Sin lugar a dudas su vida de erudición, su perfil de consejero y, más importante aún, su profundo conocimiento de los diversos estados de la vida cristiana57 le han llevado a un aprecio por la ascesis y el retiro -rasgo más bien característico de la Iglesia hispana a partir del siglo VII58- así como por el tiempo dedicado a la contemplación anhelante de la vida futura, en espera de la posesión final del Reino. La correspondencia entre ambos uiri Dei presenta un contrapunto entre el monje-asceta y el monje-obispo59 y, asimismo, se podría constituir en una suerte de testamento espiritual en el cual el ilustrado Braulio, a modo de resumen y ya en la senectud de su vida, no podía sino afirmar: “feliz tú, que despreciando las cosas de este mundo, has preferido los ocios santos”60. Uno de los rasgos distintivos de la personalidad de Braulio lo constituyen la caridad y la humildad de vida61. A partir de ellos insiste en la necesidad de la paciencia como medio cierto para la perseverancia en medio del mundo, soportando los avatares del tiempo humano. En reiteradas ocasiones, incluso en su proyecto hagiográfico (Vita S. Aemiliani)62, él vuelve la mirada sobre la importancia de la mortificación por medio de las “prácticas de humildad y de las renuncias diarias”63. En esta misma línea, por ejemplo, le recuerda a su hermano Fruminiano -a propósito de la liturgia y del Triduo Pascual- la certeza de que el cristiano sólo llega al Reino de Dios a través de las tribulaciones experi-

56

57 58

59

60

61

62 63

San Braulio de Zaragoza, “Epístola XLIII, de Fructuoso a Braulio”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Robles, “Braulio de Zaragoza, testigo de una espiritualidad”, p. 125. Wallace-Hadrill, John Michael, El Occidente bárbaro. 400-1000. Madrid, Sílex, 2014, p. 172. El autor destaca el tono cada vez más ascético y apocalíptico de la Iglesia hispana. Este aspecto se encuentra ampliamente tratado en la última edición española de las cartas: Miguel Franco, “Introducción”, Braulio de Zaragoza, pp. 50-51. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XLIV, a Fructuoso”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. La humildad en el Epistolario de Braulio ha sido tema de estudio de la obra de Domínguez del Val, Ursicino, Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana, tomo IV. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1998, pp. 75-83. Véase también: Miguel Franco, “Introducción”, pp. 51-54. Cf. Ibíd., pp. 49-50. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XIII, a Frunimiano”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975.


24 / H i s t o r i a 3 9 6

mentadas en el tiempo histórico64. Por ello podemos suponer que para nuestro obispo hispano la ascesis de la vida del creyente y el ejercicio de la paciencia permitirían al hombre vivir en un permanente ejercicio de conversión, huyendo de la vanagloria y entendiendo, según sus propias palabras, que: “cuando se vive sirviendo a Cristo, vencer al mundo es no vivir con el mundo”65. Con todo, sería posible entender que la compunción del alma operaría como uno de los motores del progreso espiritual de los hombres66. El dolor humano, derivado de las faltas pasadas67, unido a la pureza del corazón, permite que el individuo se pueda dirigir a Dios con la certitud de que “no está aquí la patria de los justos, que están separados para estar reunidos en la mansión de los bienaventurados”68. No hay en sus palabras más que un deseo fervoroso por transmitir la ciencia cristiana que se enraíza en la caridad69 y en el cuerpo místico de la Iglesia, en el contexto de una teología paulina70. En otras palabras, a través de las epístolas se manifestaría el espíritu sensible de un hombre que entiende la adhesión a la fe como un deseo de posesión de lo eterno en contraposición a la fugacidad de lo humano, tal como él lo afirma dirigiéndose a su amigo Nebridio: “y como el mundo entero es así de caduco y como cada día nos está amenazando este fin, vivamos con paciencia y tengamos la resignación que debe tener el alma cristiana y cese el dolor donde no existe remedio ninguno”71. Así, las tribulaciones de esta vida permitirían que el creyente, soportando los males y esperando los bienes futuros72, sea orientado por la pedagogía divina que, a través de la paciencia, logra la perseverancia73. Por ello, el conjunto de

64

65

66 67

68

69 70 71

72

73

San Braulio de Zaragoza, “Espístola XIV, a Fruminiano”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXIX, a Gundesvinda y Givario”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Robles, “Braulio de Zaragoza, testigo de una espiritualidad”, p. 120. Cazier, Pierre, Isidore de Séville et la naissance de l’Espagne catholique. París, Beauchesne, 1994, pp. 173-175. San Braulio de Zaragoza, “Epístola X, a Yactato”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Domínguez del Val, Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana, p. 69 Jiménez Duque, La espiritualidad romano-visigoda y muzárabe, p. 167. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXXIV, a Nebridio”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXIX, a Gundesvinda y Givario”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XIII, a Frunimiano”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san


ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA / Marcelo Aguirre Durán – Ángel G. Gordo Molina

/ 25

cartas de Braulio devendría en un crisol de la sociedad cristiana de la época, con textos dirigidos a toda clase de individuos, en donde se pondría en evidencia su celo como obispo. En este sentido su labor pastoral adquiere una connotación fundamental74, y ésta se podría entender como esencialmente bíblica75, tal como el mismo Fructuoso de Braga lo atestigua en sus palabras: “vuestra excelencia se agiganta en el estudio de la Sagrada Escritura”76. El obispo de Zaragoza, por su parte, no deja de poner hincapié en la importancia de la meditación de la Biblia en tanto que alimento del alma ya que, según él mismo aconseja, “el alma se nutre con aquello que la deleita”77. Si bien en el escritor del Ebro no encontramos, como ya hemos dicho, una teología sistemática, los consejos epistolares dejan en evidencia un temple interior y una ascensión en la vida del espíritu78. A partir de este aspecto resulta posible encontrar, como nota característica, su preocupación por la vida sobrenatural y por reino futuro. Aunque este aspecto es propio del pensamiento cristiano, detenerse un momento en sus reflexiones sobre los novísimos puede dar una visión aún más completa de una personalidad que, al no permanecer indiferente ante los acontecimiento cotidianos79, no podía mantenerse ajeno a la dinámica histórico-salvífica llevada a cabo en la vida espiritual ejercitada cada día. Su concepción del tiempo le lleva a entender el mundo como una preparación a la vida futura y, asimismo, como el lugar para la mortificación en tanto que medio de purificación y conversión: “toleremos las amarguras de esta vida esperando con paciencia lo que alguna vez hemos de ser, y alegrémonos en el Señor con la esperanza de la vida feliz”80. Más adelante, en carta a su hermana y abadesa Pomponia, él insiste en la fugacidad del tiempo y en la cercanía de

74 75

76

77

78 79

80

Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Miguel Franco, “Introducción”, p. 48. Domínguez del Val, Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana, p. 71. Las ediciones de J. Madoz y R. Miguel Franco contienen apéndices de citas y correspondencias bíblicas utilizadas en las cartas. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XLIII, de Fructuoso a Braulio”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola LXIV, a Fructuoso”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Robles, “Braulio de Zaragoza, testigo de una espiritualidad”, p. 122. Cf. Orlandis, José, Hispania y Zaragoza en la Antigüedad tardía. Estudios varios, Zaragoza, 1984, p. 25. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XV, a Basilia”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975.


26 / H i s t o r i a 3 9 6

la muerte y, con un lenguaje que apela a la conciencia teológico-histórica, le insiste: “no sé por qué enajenación mental creemos que vamos a quedarnos, pero el tiempo pasa sin que nos demos cuenta y la muerte nos va acercando al más allá”81. En este punto aparece el papel del alma humana que vive bajo la tensión de la temporalidad en la espera metafísica de lo eterno. La ascesis, entonces, adquiere un lugar preponderante en la medida en que, tal como lo sostiene U. Domínguez del Val, “el monacato y la liturgia completan el ámbito de su acción pastoral”82. Esta acción se encontraría esbozada en las referencias epistolares a la humildad y a la paciencia en cuanto fundamento de la ascensión espiritual. Concorde con este espíritu él aconseja a Fructuoso en los siguientes términos: “basta con que vuestra perseverancia se mantenga hasta el fin mediante la paciencia, con que se nos manda ser dueños de nuestros corazones”83. En cualquier caso, la reflexión sobre la vida futura resulta transversal al conjunto epistolar del obispo hispano. Él entiende la labor en el mundo como un trabajo de ascesis y, por tanto, de purificación84. Por todo ello, esta praeparatio dejaría en evidencia la necesidad de una moral puesta en práctica en orden a la economía de la salvación, teniendo presente que el orden sobrenatural se asienta en el natural. En este sentido las palabras del contemporáneo Isidoro de Sevilla sintetizan y refuerzan plenamente el sentir y el proyecto pastoral de nuestro autor: “solamente en esta vida es posible obrar el bien”85. CONCLUSIONES

En definitiva, podemos señalar que las cartas de este escritor hispano presentan un testimonio escrito que permite descubrir, una vez más, el lugar de las epístolas de la tardo-Antigüedad como medio de comunicación y transmisión del pensamiento y, asimismo, de la vida espiritual de los fieles cristianos. Acaecida la conversión del reino visigodo se generó un nuevo espacio de reflexión

81

82 83

84

85

San Braulio de Zaragoza, “Epístola XVIII, a Pomponia”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Domínguez del Val, Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana, p. 83. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XLIV, a Fructuoso”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. San Braulio de Zaragoza, “Epístola XXV, a Emiliano”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975. Isidoro de Sevilla, “Sententiae, III, LXI, 1: tantum enim in hac uita est licitum operari bonum”. Cazier, Pierre (ed.). Isidorus Hispalensis. Sententiae. Turnhout. Brepols Publishers. 1998.


ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA / Marcelo Aguirre Durán – Ángel G. Gordo Molina

/ 27

en torno a la figura de los obispos quienes, desde Leandro en adelante, se transformaron en guías doctrinales y pastorales de la comunidad, en defensores de la fe y, hasta cierto punto, en custodios de la nueva “vocación del reino” comenzada con Recaredo86. Prueba de lo anterior lo constituyen las cartas del prelado cesaraugustano, pues en ellas se observa una vinculación de elementos literarios y teológicos orientados hacia un programa espiritual espontáneo, propiciado por el ambiente de sus días, el cual consistiría, a nuestro juicio, en la llamada a la conversión y a la amistad con Dios y con los hombres por medio de la meditación de la Palabra y de la puesta en práctica de la caridad, la obediencia y la piedad. En consecuencia, este camino de santidad basado en la amicitia christiana, la cual se funda en la humildad, en la gracia y en la certeza de la vida futura, permitiría entender esta suerte de “legado” y de “epílogo de vida” dirigido por Braulio al gran asceta de la Gallaecia: “si a estas cualidades tan extraordinarias se añade el estudio de la Sagrada Escritura, especialmente en un cambio mutuo de ideas, en breve brotarán sarmientos y madurarán racimos sabrosísimos, fructificando para bien tuyo y proporcionando a los demás un gozo íntimo. No me conformo con nada mediocre en ti”87. BIBLIOGRAFÍA Bernard, Charles-André, Traité de théologie spirituelle. París, Éditions du Cerf, 1986. Bouyer, Louis, Histoire de la spiritualité chrétienne, tome I, La spiritualité du Nouveau Testament et des Pères. París, Éditions du Cerf, 2011. Castellanos, Santiago, Poder social, aristocracias y hombre santo en la Hispania visigoda. La “Vita Aemiliani” de Braulio de Zaragoza. Logroño, Universidad de La Rioja, 2011. Cazier, Pierre, Isidore de Séville et la naissance de l’Espagne catholique. París, Beauchesne, 1994. Cazier, Pierre (ed.), Isidorus Hispalensis. Sententiae. Turnhout, Brepols Publishers, 1998. Daniélou, Jean, Essai sur le mystère de l’histoire. París, Éditions du Cerf, 1982. Delmaire, Roland, Desmulliez, Janine, Gatier, Pierre-Louis (eds.), Correspondances. Do-

86

87

Véase: García Moreno, Luis Agustín, “La coyuntura política del III Concilio de Toledo: una larga y tortuosa historia”. Concilio III de Toledo: XIV Centenario: 589-1989. Toledo. Arzobispado de Toledo. 1991. San Braulio de Zaragoza, “Epístola LIV, a Fructuoso”. Riesco Terrero, Luis. Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1975.


28 / H i s t o r i a 3 9 6 cuments pour l’histoire de l’Antiquité tardive. Lyon, Collection de la Maison de l’Orient et de la Méditerranée, 2009. Díaz Marínez, Pablo C., Martínez Maza, Clelia, Sanz Huesma, Francisco Javier, Hispania tardoantigua y visogoda. Madrid, Ediciones Istmo, 2007. Domínguez del Val, Ursicino, Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana. Tome IV. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1998. Dumézil, Bruno, Les racines chrétiennes de l’Europe. Conversion et liberté dans les royaumes barbares Ve-VIIIe siècles. París, Fayard, 2005. Inglebert, Hervé, Interpretatio Christiana. Les mutations des savoirs (cosmographie, géographie, ethnographie, histoire) dans l’Antiquité chrétienne (30-360 après J.C.). París, Institut d’Études Augustiniennes, 2001. Jiménez Duque, Baldomero, La espiritualidad romana-visigoda y muzárabe. Madrid, Universidad Pontificia de Salamanca − Fundación Universitaria Española, 1977. Leclercq, Jean, L’amour des lettres et le désir de Dieu. Initiation aux auteurs monastiques du Moyen Âge. París, Éditions du Cerf, 2011. Lubac, Henri de, Corpus mysticum. L’Eucharistie et l’Église au Moyen Âge. Étude historique. París, Éditions du Cerf, 2009. Lynch, C.H. (ed.), San Braulio obispo de Zaragoza (631-651). Su vida y sus obras. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1950. Madoz, José (ed.), Epistolario de San Braulio de Zaragoza. Edición crítica según el códice 22 del Archivo capitular de León, con una introducción histórica y comentario. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1941. Marrou, Henri-Irénée, Décadence romaine ou Antiquité tardive?. París, Éditions du Seuil, 1977. Martín, José Carlos (ed.), La “Renotatio librorum domini Isidori” de Braulio de Zaragoza (†651). Introducción, edición crítica y traducción. Logroño, Fundación San Millán de la Cogolla, 2002. Martín, José Carlos (ed.), Renotatio librorum Isidori. Turnhout, Brepols Publishers, 2006. Martín, José Carlos (ed.), Scripta de uita Isidori Hispalensis. Turnhout, Brepols Publishers, 2006. Martín, José Carlos (ed.), Sources latines de l’Espagne tardo-antique et médiévale (VeXIVe siècles). Répertoire bibliographique. París, CNRS Éditions, 2010. Miguel Franco, Ruth (ed.), Braulio de Zaragoza. Epístolas. Madrid, Akal, 2015. Orlandis, José, Hispania y Zaragoza en la Antigüedad tardía. Estudios varios. Zaragoza, 1984.


ASPECTOS HISTÓRICO-TEOLÓGICOS DE LA CORRESPONDENCIA CRISTIANA EN EL SIGLO VII: BRAULIO DE ZARAGOZA / Marcelo Aguirre Durán – Ángel G. Gordo Molina

/ 29

Orlandis, José, Historia del reino visigodo español. Los acontecimientos, las instituciones, la sociedad, los protagonistas. Madrid, Ediciones Rialp, 2003. Riché, Pierre, Écoles et enseignement dans le Haut Moyen Âge. Fin du Ve siècle-milieu du XIe siècle. París, Picard Éditeur, 1999. Riché, Pierre, Éducation et culture dans l’Occident barbare. Ve-VIIIe siècles. París, Éditions du Seuil, 1995. Riesco Terrero, Luis (ed.), Epistolario de san Braulio. Introducción, edición crítica y traducción. Sevilla, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1975. Simonetti, Manlio, Romani e barbari. La lettere latine alle origini dell’ Europa (secoli VVIII). Roma, Carocci Editore, 2006. Wallace-Hadrill, John Michael, El Occidente bárbaro. 400-1000. Madrid, Sílex, 2014. Artículos Álamo, M., “Braulio”. Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique. Tome I. París. Beauchesne. 1927. Barbe, Dominique, “La lettre comme moyen de fonder et de mantenir l’unanimitas entre les conversi des IV et V siècles”. Desmulliez, Janine, Hoët-Van Cauwenberghe, Christine, Jolivet, Jean-Christophe (eds.). L’étude des correspondances dans le monde romain de l’Antiquité classique à l’Antiquité tardive: permanences et mutations. Lille. Éditions du Conseil Scientifique de l’Université Lille 3. 2010. García Moreno, Luis Agustín, “La coyuntura política del III Concilio de Toledo: una larga y tortuosa historia”. Concilio III de Toledo: XIV Centenario: 589-1989. Toledo. Arzobispado de Toledo. 1991. García Sanchidrián, María Luisa, “Braulio de Zaragoza: hombre de vasta cultura y erudición clásica”. Aragón en la Edad Media. Nº 10-11. 1993. Lambert, A., “La famille de saint Braulion et l’expansion de la Règle de Jean de Biclar”. Revista Zurita. Nº 1. 1933. Madoz, José, “Fuentes jeronimianas en el epistolario de S. Braulio de Zaragoza”. Gregorianum. Nº 20. 1939. Madoz, José, “Los clásicos en San Braulio de Zaragoza”. Razón y Fe. 1941. Miguel Franco, Ruth, “Braulio de Zaragoza, el rey Chindasvinto y Eugenio de Toledo: imagen y opinión en el Epistularium de Braulio de Zaragoza”. Emerita. Vol. LXXIX. Nº 1. 2011. Miguel Franco, Ruth, “Ecos del Epistularium de Braulio de Zaragoza en la carta prefacio de Tajón de Zaragoza a Eugenio de Toledo (CPL, 1267) en los Moralia in Job”. Lemir. Nº 4. 2010.


30 / H i s t o r i a 3 9 6 Miguel Franco, Ruth, “Los usos de los demostrativos en el Epistularium de Braulio de Zaragoza”. Minerva. Nº 21. 2008. Pérez de Urbel, Justo, “Braulio”. Dictionnaire d’histoire et de géographie ecclésiastiques. Tome X. París. Librairie Letouzeyet Ané. 1938. Robles, Adolfo, “Braulio de Zaragoza, testigo de una espiritualidad hispana”. Teología espiritual. Nº 88. 1986. Tovar Paz, Francisco Javier, “La producción epistolar de los autores cristianos de los siglos IV y V en Hispania”. Anuario de Estudios Filológicos. Nº 24. 2001.

Recibido el 3 de septiembre de 2015 Aceptado el 20 de febrero de 2016


/ 31 HISTORIA 396 ISSN 0719-0719 Nº 1 - 2016 [31-59]

LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD THE UNIVERSITY OF ALCALÁ AND THE COLLEGE OF SEVILLANOS, THE DISAPPEARANCE OF A UNIVERSITY.

Manuel Casado Arboniés Universidad de Alcalá. UNED. ACISAL. España manuel.Casado@uah.es

Emiliano Gil Blanco Universidad de San Francisco de Quito, Ecuador. emilianogil@gmail.com

Resumen Dos son las reformas universitarias que influyeron en el desarrollo y continuidad de la Universidad de Alcalá, en general, y del Colegio de las Santas Justa y Rufina o de los Sevillanos, en particular. La primera de ellas es las que realizó el visitador García de Medrano entre 1663 y 1666, que supuso la reorganización de sus colegios menores, su patrimonio y sus constituciones. Esta reforma no afectó al Colegio de las Santas Justa y Rufina o de los Sevillanos. La segunda fue la de Pedro Díaz de Rojas, en 1775, dentro de la reforma de las Universidades en España y sus colonias que el rey Carlos III puso en marcha. Para la Universidad de Alcalá esta reforma supuso el inicio de su declive y desaparición. Las causas del declive de la universidad hispana recayeron, según los pensadores ilustrados, en la Compañía de Jesús por intentar controlar la educación en todos sus niveles y en la propia institución colegial que representaba un espíritu corporativista para repartirse los puestos de gobierno y administración, tanto civil como eclesiástica. En 1842 sus colegios fueron cerrados y sus bienes fueron traspasados a la Universidad Central de Madrid. Palabras clave: Universidad, Reforma, Ilustración, Alcalá, Colegios Universitarios


32 / H i s t o r i a 3 9 6

Abstract There were two main university reforms that influenced on the development and continuity of the University of Alcala in general way and of the College of Santas Justa y Rufina community College, well-known as the College of the Sevillians in specific way. The first reform was made between 1663 and 1666 by Garcia Medrano, who led the reorganization of smaller schools, possessions and constitutions. This reform did not affect in Santas Justa y Rufina community college. The second one was made by Pedro Díaz de Rojas in 1775, and was part of the university reform plan ordered by the King Carlos III for his possessions in Spain and the colonies. For University of Alcalá, this reform marked the beginning of its decline and disappearance. According to Enlightenment thinkers, the reasons that led to the decline of this Hispanic university felt upon the Society of Jesus due to they were trying to control all levels of education as well as the collegiate institutions itself which represented a corporatist soul. This statement had the purpose of distribute the government and management positions in civil and ecclesiastical institutions. In 1842, the colleges were closed and their assets were transferred to the Central University of Madrid. Keywords: University, Community College.

Reform,

Enlightenment,

Alcalá,

INTRODUCCIÓN

El trabajo que presentamos es el primer estudio histórico que se realiza sobre una institución educativa como es el Colegio Menor Secular de las Santas Justa y Rufina o de los Sevillanos o “Rufinos” de la Universidad de Alcalá. Uno de los colegios integrados en el complejo universitario que el Cardenal Cisneros había diseñado para Alcalá de Henares a partir de su Colegio Mayor de San Ildefonso y Universidad de Alcalá, todos ellos con la aspiración de que sus profesores y estudiantes estuviesen capacitados para ejercer oficios de responsabilidad en el ámbito eclesiástico y también en el civil, y, aunque se viese desvirtuada la idea primigenia del fundador de forjar una institución docente creada para favorecer la formación académica de estudiantes pobres.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 33

El modelo institucional del Colegio Mayor de San Ildefonso y Universidad de Alcalá fue la base para otras fundaciones colegiales, y, por tanto, y esa ha sido nuestra intención última, el estudio histórico-pedagógico del Colegio de las Santas Justa y Rufina para avanzar en el conocimiento de tales instituciones educativas, con sus profesores, estudiantes y otros oficios, que fueron los forjadores, desde la universidad, de esa “ciudad del saber” que es Alcalá de Henares. Desde los colegios, como este que presentamos de las Santas Justa y Rufina, se consiguió perpetuar, durante siglos, un modo de vida colegial capaz de modelar, con su propia pedagogía, desde funcionarios civiles y eclesiásticos, a pensadores, políticos, literatos y científicos, los cuales crearon sus propias redes de poder sirviéndose del sistema universitario que ellos mismos habían configurado, pero sobre todo también gracias a su propio saber y conocimiento. Se han realizado y publicado buenos estudios relacionados con los colegios universitarios, mayores y menores, y en el caso de Alcalá también se ha avanzado recientemente en esa línea, como puede verse a lo largo del trabajo y en la bibliografía final. Pero existe todavía mucho camino por recorrer para conocer el verdadero alcance y proyección de quienes habitaron los colegios de la Universidad de Alcalá. Otras universidades históricas han avanzado mucho más en este terreno desde mediados del siglo XX, y lo han continuado haciendo con éxito, para seguir profundizando después. En la Universidad de Alcalá, lamentablemente, el conocimiento es solo parcial, acotado a algunas facultades y limitado a épocas concretas. Desde el siglo XVIII hubo interés por el estudio de los colegios mayores, con obras como la de José de Rojas y Contreras, Marqués de Alventos, para el Colegio Mayor de San Bartolomé de Salamanca, o la de José de Rezabal y Ugarte para los colegiales de los seis colegios mayores que fueron escritores. Para Alcalá de Henares se cuenta con escasas referencias, casos aislados como el del autor anónimo de mediados del siglo XVII, el de los Annales Complutenses, fechados en 1652, que, en parte, pudo ser redactada por algún catedrático de la Universidad de Alcalá que a su vez era canónigo en la Iglesia Magistral; obra que incluye largas relaciones de colegiales famosos, divididos en sus respectivos colegios, pero sólo con el nombre y otros datos escuetos. La primera historia impresa de Alcalá de Henares, escrita y publicada, en 1725 y 1728, por el catedrático de griego Miguel de la Portilla y Esquivel, colegial, Rector y “rescatador” en su momento del Colegio de las Santas Justa y Rufina. Y de gran trascendencia, por ser la única obra disponible hasta la fecha de esas


34 / H i s t o r i a 3 9 6

características, la recopilación de nombres, registros y fechas que realizó minuciosamente José de Rújula Ochotorena, Marqués de Ciadoncha en su libro, publicado en 1946, sobre los colegiales del Colegio Mayor de San Ildefonso y de otros colegios menores, incluido el de San Antonio Portaceli de Sigüenza. Los miles de referencias que aporta deberían animarnos a continuar profundizando en esa línea de investigación en los valiosos fondos de la Sección de Universidades del Archivo Histórico Nacional de Madrid, en la de Consejos, o en otras, así como en otros archivos y bibliotecas susceptibles de contener documentación de interés universitario.El Colegio de las Santas Justa y Rufina, dentro del conjunto colegial de la Universidad de Alcalá, no podía escapar al devenir del mundo universitario español en el siglo XVII y XVIII, bien estudiado, sobre todo a partir de 1770, cuando comience la profunda reforma universitaria promovida por Carlos III. Una vez más, para el Colegio Mayor de San Ildefonso y Universidad de Alcalá, con toda su pléyade de colegios menores de distinta naturaleza y condición, topamos con el vacío historiográfico1, ya que no contamos con ningún estudio monográfico y sabemos tan sólo de alguna aproximación parcial al tema. Sin embargo, los distintos autores coinciden a la hora de señalar el “carácter decadente generalizado” que caracteriza al menos a los primeros cincuenta años del siglo XVIII en el ámbito universitario, y lo que ocurre en el Colegio de las Santas Justa y Rufina es un vivo ejemplo de ello. LAS VISITAS DE GARCÍA DE MEDRANO Y LA REFORMA DE LOS COLEGIOS

Pero antes, entre 1663 y 1666, ya se había producido la intervención en la Universidad de Alcalá del visitador García de Medrano, doctor en cánones y catedrático de Sexto, que entonces era Consejero de Castilla y de la Inquisición, y que había sido colegial del Mayor de San Bartolomé de Salamanca. Una visita y reforma de graves repercusiones por la amplitud de sus planteamientos2 y el

1

2

Una aproximación a esta historiografía la encontramos en: Casado, Manuel, “Los colegios menores seculares de patronato eclesiástico de Universidad de Alcalá. Líneas de investigación”. Rodríguez-San Pedro, Luis E. y Polo, Juan L. (Eds.). Universidades clásicas de la Europa Mediterránea. Bolonia, Coimbra y Alcalá. Salamanca. Miscelánea Alfonso IX. 2005. pp. 209-257; Casado, Manuel, Alonso, Pedro M. “Colegios menores seculares de patronato eclesiástico y naciones estudiantiles en la Universidad de Alcalá de Henares (siglos XVI-XVII)”. Revista de Ciencias de la Educación. Órgano del Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación. Nº 212. 2007. pp. 409-456; Valle, José L. (Coord.), Colegios Menores Seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares, Institución de Estudios Complutenses, 2012. p. 391. Gil, Ángel, “Consideraciones en torno al reformismo universitario castellano en el siglo XVII”. Actas del Congreso de Jóvenes Historiadores y Geógrafos. Tomo II. Madrid. 1990. pp. 165-178; Gil, Ángel, “Reformas en los colegios menores cisnerianos de la Universidad de Alcalá de Henares durante el siglo XVII”. Actas del III Encuentro de Historiadores del


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 35

tiempo que abarca la tarea reformadora, cuatro años3, para verificar el grado de cumplimiento de las constituciones y solicitar del Consejo de Castilla la reforma de todo aquello que fuera necesario. Conocemos la crónica de la visita4, llena de datos sumamente significativos, pero que no se limitó de manera exclusiva el Colegio Mayor de San Ildefonso y a los colegios menores, incluido el de las Santas Justa y Rufina, sino que se extendió también al conjunto de propiedades ubicadas en Alcalá de Henares y su tierra, pertenecientes a la Universidad de Alcalá, porque se dice expresamente del reformador que lo es, “de este Collegio Maior y Collegio de San Pedro y San Pablo, que esta junto a el, y las casas de los collegios menores, y otras que dependen del dicho Collegio Maior”5. La visita consistió en levantar una “información secreta” del Colegio Mayor de San Ildefonso, realizada por el propio visitador Medrano, conteniendo el compendio de preguntas formuladas a los colegiales mayores, así como su posterior respuesta, comenzando por el colegial más antiguo. Llevar dos cuadernos, uno de descargos de la visita del Colegio Mayor de San Ildefonso, y otro de comprobación de la “información secreta”.Y el grueso de la propia visita realizada al Colegio Mayor de San Ildefonso y a los colegios menores adscritos a la Universidad de Alcalá, encontrándose fraudes y desviaciones constitucionales y revisándose sus bienes muebles e inmuebles. Se redactaron las distintas recomendaciones realizadas por el visitador como resultado de su actividad, que junto al texto original y manuscrito de las Constituciones de la Universidad de Alcalá fue enviado al Consejo de Castilla para su aprobación. A finales de 1662, Medrano comenzó a inspeccionar la totalidad de los edificios colegiales y otras propiedades de la universidad, empezando por el Mayor de

3

4

5

Valle del Henares. Guadalajara. 1992, pp. 369-386; Gil, Ángel, “Visitas y reformas de la Universidad de Alcalá en el siglo XVII”. Anales Complutenses. Nº IV-V.1992-1993. pp. 65-134; Gil, Ángel, “Reformas de los colegios menores no cisnerianos de la Universidad de Alcalá durante el siglo XVII”. Anales Complutenses. Nº VIII. 1996. pp. 87-104. Gil, Ángel, “Reformas de los colegios menores”. Valle, José L. (coord.). Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. Institución de Estudios Complutenses. 2012. pp. 341-362. Martín, Mariano, Estado de la Universidad de Alcalá [1805]. Madrid, Instituto Antonio de Nebrija de Estudios sobre la Universidad, Universidad Carlos III de Madrid, Editorial Dykinson, 1999. p. 120. Este informe fecha la Visita de García de Medrano entre los años 1662 y 1663. “Reformaçion de el Colegio maior de San Ilefonso y Universidad de Alcala, de Henares, que resulta de la visita que hiço el S. D. D. Garçia de [Medrano] de el Consejo de su Magestad, en el Real de Castilla, Visitador y Reformador general de el dicho Colegio, maior, y Universidad; Año de 1663”. AHN. Madrid. Consejos. Leg. 5427. LXV. 16. A.H.N. Madrid. Consejos, leg. 5427. Contiene prácticamente la totalidad de la documentación generada durante la visita de García de Medrano; y se completa con un libro de la Sección de Universidades. A.H.N. Madrid. Universidades. lib. 525-F.


36 / H i s t o r i a 3 9 6

San Ildefonso y el franciscano de San Pedro y San Pablo6, pero siendo visitados, con resultados positivos, una serie de colegios menores, tales como el de Irlandeses, el de Vizcaínos, el de San Jerónimo de Lugo, el de San Clemente de los Manchegos, el Colegio de León, etc. El Colegio de las Santas Justa y Rufina, tampoco se vio afectado directamente, mientras que otros desaparecieron mediante un proceso de fusiones y agregaciones. En el terreno institucional, la reforma de Medrano destaca entre otras realizadas a lo largo del siglo XVII, porque se convirtió en norma legal preferente para la Universidad de Alcalá y sus colegios, así como para otras propiedades de la Universidad de Alcalá y para los propios aforados universitarios, hasta las reformas de finales del siglo XVIII. El propio Francisco Pérez Bayer reconocía sobre ella que, “la suma de toda la legislación, o Derecho escrito, por donde se govierna”, el Colegio Mayor de San Ildefonso y toda la Universidad de Alcalá eran, y por ese orden, “1º las Constituciones del Fundador: 2º El Reforme de Medrano: 3º la Visita de 1750: 4º la Reformacion de los quatro Ministros de 1753”7. El visitador Medrano presentó al Consejo de Castilla los documentos que recogían las importantes reformas que tanto necesitaba la Universidad de Alcalá y sus Constituciones. Estas no fueron autorizadas, aunque eran perfectamente necesarias y asumibles por la Universidad de Alcalá, por el propio Consejo de Castilla y por la Corona, a quienes beneficiarían los cambios. Otra cosa es lo que luego opinaron los miembros del Consejo que vetaron varias de las propuestas del Visitador, la Complutense. En todo caso el resultado de la amplia reforma pretendida por Medrano se vio mermado en muchos de sus objetivos. A pesar de todo, la visita de Medrano no se basó sólo, como tantas otras visitas, en supervisar sin más el estado legal de la comunidad universitaria, analizando el cumplimiento de sus constituciones, o si se respetaban las disposiciones regias, tanto en el Colegio Mayor de San Ildefonso como los distintos colegios menores de la Universidad de Alcalá. Medrano desarrolló además una importante labor de supervisión sobre el estado de los edificios universitarios, algunos de ellos en condiciones casi de ruina, por lo que demandaba una urgente actuación. DECADENCIA COLEGIAL Y REFORMAS ILUSTRADAS

El Colegio de las Santas Justa y Rufina sobrevivió a la reforma de Medrano, pero

6 7

AHN. Madrid. Consejos. leg. 5427. Pérez, Francisco, Por la libertad de la literatura española. Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil Albert, 1991, p. 597; Pérez, Francisco, Diario histórico de la reforma de los seis Colegios Mayores de Salamanca, Valladolid y Alcalá. Valencia, Generalitat Valenciana, 2002, p. 885.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 37

dentro ya de una dinámica de decadencia que, por otra parte, era ya algo común a muchos colegios menores vinculados a la Universidad de Alcalá. Las causas estuvieron en su inmovilismo, el temor a la novedad; sus objetivos teológicos; su metodología escolástica, por la relajación de la disciplina, con el incumplimiento de las elementales obligaciones docentes y de los preceptos constitucionales; por los abusos en las certificaciones y colaciones de grados; y por la pésima situación financiera en la que vivían permanentemente instalados los colegios. Algo que se constataba en 1753, ya que, según el Catastro de Ensenada, y antes del inicio del proceso de agregaciones colegiales que afectaron al Colegio de las Santas Justa y Rufina, el colegio contaba tan sólo con dos becas y un familiar8, cuando había sido fundado para una dotación de diez becas y tres familiares. Sobre esta problemática muy pronto escribieron las grandes plumas de la Ilustración española, desde Gaspar Melchor de Jovellanos9 a Pedro Murillo Velarde10, –los dos habían estado en la Universidad de Alcalá–, pasando por Francisco Pérez Bayer11, Gregorio Mayans, el padre Feijoo o Pablo de Olavide, entre otros. Y todos ellos, a la hora de buscar a los culpables de los males de la universidad, coincidían en acusar a dos instituciones. Una, la Compañía de Jesús, que había volcado su poder e influencia para controlar la educación a todos los niveles, y que acabaría siendo objeto de expulsión de los territorios hispanos. Y la otra, cómo no, la institución colegial, representada por los seis colegios mayores, los cuatro de Salamanca, el de Valladolid y el de San Ildefonso de Alcalá, que muy pronto serían receptores de las más duras críticas y objeto de reforma, en una dinámica de agrio enfrentamiento para intentar acabar con un “poder colegial” perfectamente configurado12. 8

9

10

11

12

Alcalá de Henares, 1753. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Madrid. Tabapress. Madrid, 1992, p. 120; Otero, Luis E., Carmona, Carlos y Gómez, Gutamaro, La ciudad oculta: Alcalá de Henares, 1753-1868. El nacimiento de la ciudad burguesa. Alcalá de Henares, 2003, p.101; Calleja, José D., Obras completas. Alcalá de Henares, 2000, pp. 212-213. Gutiérrez, Luis M., “Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)”. Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballesteros, Pedro. Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (1508-1836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2013. pp. 344-350. Serrera, Ramón Mª, “Estudio preliminar”. Murillo, Pedro. Geographía de América (1752). Granada. Universidad de Granada. 1990. pp. XIII-XLII; Ballesteros, Pedro, “El Colegio de San Jerónimo o Trilingüe”. Valle, José Luis (Coord.). Colegios Menores Seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. pp. 5-30; Casado, Manuel, “Pedro Murillo Velarde y Bravo (1696-1753)”. Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballestero, Pedro. Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (15081836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2013. pp. 459-463. Pérez, Por la libertad de la literatura española, p. 597; Pérez, Diario histórico de la reforma de los seis Colegios Mayores de Salamanca, Valladolid y Alcalá. Valencia, p. 885. Álvarez, Antonio, La Ilustración y la Reforma de la Universidad en la España del Siglo XVIIII.


38 / H i s t o r i a 3 9 6

En el caso del Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá se le reprochaba el haber formado una estrecha simbiosis con el conjunto de la Universidad de Alcalá, a la que controlaba. Sus colegiales constituían un verdadero núcleo de poder, prácticamente autónomo y con un fuerte espíritu corporativista, lo que les permitía estar coligados entre ellos para repartirse los mejores puestos de gobierno y administración, tanto civil como eclesiástica. Colegiales y excolegiales conformaron una casta cerrada que provocaba el recelo y el odio del resto de la comunidad universitaria. Un estatus privilegiado que mantuvieron durante siglos, perpetuando una “académica palanca”, similar a la de los colegiales mayores salmantinos13, sobre todo los del Colegio Mayor de San Bartolomé, porque supieron articular distintos sistemas de control, desde las mismas adjudicaciones de becas y de cátedras, situación que también padecieron los colegiales del menor de las Santas Justa y Rufina. Así, en las oposiciones a becas vacantes en el Colegio Mayor de San Ildefonso, las recibían aquéllos colegiales que tenían mejores valedores en el propio colegio o en alguna institución de gobierno importante, y de ahí que, por ejemplo, ningún colegial “rufino” consiguiese beca en el Colegio Mayor de San Ildefonso. Algo similar a lo que ocurría con las cátedras, verdadero monopolio colegial. Recordemos que en casi doscientos años de existencia tan sólo hubo tres catedráticos procedentes del Colegio de las Santas Justa y Rufina. La razón era obvia, las cátedras constituían el primer paso para arrancar una fructífera carrera administrativa en cualquier ámbito civil o eclesiástico del servicio y entrega a la educación universitaria y a la ciencia. Esta idea ya la había destacado Vicente de La Fuente, quien además había sido colegial en el Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga14, uno de los dos colegios menores alcalaínos que sobrevivió en 1781, junto al de Santa Catalina Mártir o de los Verdes, a la última reforma colegial del siglo XVIII, la de Pedro Díaz de Rojas. Pero las mayores críticas contra los colegios mayores y ese poder de la “casta colegial” fueron escritas por Francisco Pérez Bayer, autor que redactó un am-

13

14

Madrid, Instituto Nacional de Administración Pública, 1988. pp. 37-44; Álvarez, Antonio, “El Colegio Mayor de San Ildefonso y la configuración del poder colegial”. Estudios de historia de la universidad española. Madrid. Ediciones Pegaso. 1993. pp. 29-37. Carabias, Ana Mª, “Salamanca, académica palanca hacia el poder”. Aranda, Francisco J. (coord.). Letrados, juristas y burócratas en la España moderna. Cuenca. Universidad de CastillaLa Mancha. 2006. pp. 23-60. Gutiérrez, Luis M., “Vicente de la Fuente (1817-1889)”. Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballesteros, Pedro. Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (1508-1836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2013. pp. 239-241; Casado, Manuel, “Ilustres colegiales del Colegio Menor de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga: proyección en América de la excelencia académica complutense”. IV Centenario del Colegio de Málaga. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2011.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 39

plio y riguroso “estado” de la situación general de las universidades, incluida la Universidad de Alcalá, ilustrándolo con diferentes ejemplos sobre el abuso del juego con apuestas por parte de los colegiales, de las contiendas, violencias y tropelías que se producían, y de la vanidad y rebeldía que les caracterizaba15. Otro autor que también dedicó algunas páginas a la Universidad de Alcalá, dentro del contexto universidad y colegios, y entroncando con las reformas ilustradas de Carlos III, aunque desde posicionamientos liberales decimonónicos, fue Antonio Gil de Zárate, quien en su muy completa historia de la educación española, al tratar de explicar los motivos de la supresión de los colegios mayores, escribió lo siguiente: “Llenaba las poblaciones que tenían universidad una numerosa estudiantina indisciplinada y turbulenta, de la que convenía apartar a los jóvenes que más disposición ofrecían, procurándoles un asilo donde hallar el necesario recogimiento y nuevo estímulo a la aplicación. Fuera de esto, el modo de estudiar exigía una larga permanencia en las escuelas, permanencia que se prolongaba casi hasta la edad madura; y existían pocos escolares con los recursos suficientes para subvenir a tan costosa carrera. Tenían, pues, que retirarse a sus casas con una instrucción imperfecta; o era preciso arbitrar medios de detenerlos en la universidad hasta llegar al complemento de la sabiduría tal cual entonces alcanzaba en las aulas. A esta necesidad trataron de acudir los fundadores de los colegios”16. No podemos detenernos en el tema del poder colegial, bien estudiado para Salamanca o Valladolid y poco o nada para Alcalá, pero sí destacar que el poder que tenían los seis colegios mayores españoles, dentro y fuera de la administración, fue la causa de los múltiples obstáculos con que se realizó el proceso reformista en la universidad en tiempos de Carlos III. A este respecto, ya en 1772, el propio Pedro Rodríguez Campomanes, desde su cargo de Fiscal de Consejo de Castilla, y tras analizar en detalle los informes de los claustros de las distintas facultades para la elaboración de un nuevo

15

16

Diario histórico de la reforma de los seis Colegios Mayores de Salamanca. Valladolid y Alcalá, p. 885. Gil, Antonio, De la Instrucción Pública en España. tomo II. Oviedo, Pentalfa Ediciones, 1995, p. 295.


40 / H i s t o r i a 3 9 6

Plan de Estudios, reconocía “la decadencia en que se hallaba la enseñanza en aquella célebre universidad que era la de Alcalá”. Campomanes, como otros, fue consciente de que no sólo era necesaria la reforma de los planes de estudio o descartar asignaturas inútiles, sino que era necesario algo de más calado, como era acabar con “ciertos abusos y corruptelas que con el tiempo se habían introducido”. Sin embargo, los esfuerzos reformistas resultaron en gran medida infructuosos, haciendo imposible “recuperar aquella grandeza que permitió ver florecer en esta universidad la erudición y sabiduría a un tiempo” 17. Si la situación de las universidades españolas no era nada buena a principios del siglo XVIII, en el caso de Alcalá era más grave si cabe por el enfrentamiento con los colegios menores seculares, que cuestionaban la autoridad del Colegio Mayor de San Ildefonso por sus reiterados abusos; por la abierta vía para la destrucción y expolio de su patrimonio; por los desacuerdos con el cabildo de la Iglesia Magistral18; por los conflictos con las órdenes religiosas instaladas en Alcalá, titulares de varios colegios menores de regulares; y por la rápida y acusada disminución de la matrícula universitaria. En definitiva, por la ruina económica generalizada a causa de una pésima administración de las rentas19. Ante este cúmulo de problemas descrito por autores como los citados, la actitud del Colegio Mayor de San Ildefonso fue la de aferrarse una vez más a sus innumerables privilegios y permanecer así. Pero, desde mediados del siglo XVIII, ya se encontraba aislado, teniendo enfrente al resto de miembros que conformaban la universidad, como señalaba Vicente de la Fuente20, un hombre muy crítico con esa “tiranía” del Colegio Mayor de San Ildefonso, y sus efectos negativos para el conjunto de la vida universitaria. Tiranía, prepotencia colegial o “meritocracia”, frente a la cual se aliaron todos los agraviados y descontentos, para combatir los abusos, el descuido de algunas cátedras21, y, en definitiva, la grave decadencia de la universidad. Esa hostilidad creciente hacia el Colegio Mayor de San Ildefonso por parte de los colegios menores, seculares y regulares, de una buena parte del profeso-

17

18

19

20

21

Gutiérrez, Luis M. y Ballesteros, Pedro, Cátedras y Catedráticos de la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII. Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, 1998, p. 28. Gutiérrez, Luis M.,“Relaciones institucionales entre el Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá y las autoridades eclesiásticas del Arzobispado de Toledo: tensiones y conflictos en la Edad Moderna”. Anales Complutenses. Volumen XV. 2013. pp. 237-280. Gutiérrez, Luis M., “La Universidad de Alcalá: apuntes para una Historia”. La Universidad de Alcalá II. Tomo II. Madrid. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.1990. pp. 9-89. Gutiérrez, “Vicente de la Fuente”, pp. 239-241; Casado, “Ilustres colegiales del Colegio Menor…”. Gutiérrez y Ballesteros, Cátedras y Catedráticos de la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII, pp. 26-29.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 41

rado, de los manteístas y de destacados intelectuales de la época, apuntaba ya ciertos signos de debilidad de la poderosa institución colegial mayor. El propio Vicente de la Fuente hablaba de la “anarquía cismática de Alcalá”, donde él había sido colegial en su juventud22. Se produjeron enfrentamientos de los colegiales del Mayor de San Ildefonso con el Colegio Menor regular de franciscanos de San Pedro y San Pablo, por intentar obtener la denominación de “Mayor”; con el Colegio del Rey por la misma razón; y por la instauración de dos academias de Jurisprudencia, la de San José y Santa María de la Regla23. Finalmente siempre imponía su criterio el Colegio Mayor de San Ildefonso, y cuando se intentó alguna reforma del mismo, como la de José Sancho Granado24, en 1748, sólo condujo a una reafirmación de los preceptos constitucionales, limitándose a recordar su cumplimiento25. LA REFORMA DE DÍAZ DE ROJAS, UN INTENTO DE SALVAR EL SISTEMA COLEGIAL ALCALAÍNO

En este escenario es en el que tuvo que sobrevivir el Colegio de las Santas Justa y Rufina, cuyos colegiales se vieron alejados de becas, cátedras y cargos, hasta que la situación empezó a cambiar en la década de 1760 cuando se pusieron en marcha unas medidas reformistas26 que, finalmente, acabarían con la hegemonía del Colegio Mayor de San Ildefonso. Sin embargo, el resultado de las reformas para muchos colegios menores como el de las Santas Justa y Rufina sería la agregación a otro colegio, en su caso el de Santa Catalina Mártir o de los Verdes.

22

23

24

25

26

Fuente, Vicente de la, Historia de las Universidades, Colegios y demás establecimientos de enseñanza en España. Tomo IV. Madrid, Imprenta de la Viuda e Hija de Fuentenebro, 1889, p. 63. Se ocupa de las discusiones sobre los planes de enseñanza en la Universidad de Alcalá. González, Ramón, “Las Academias de Jurisprudencia en la Universidad Complutense”. Actas del I Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Guadalajara. 1988. pp. 327-336; Aznar, Ramón, “Reforma ilustrada de la Universidad de Alcalá: el plan de estudios de leyes y cánones”. Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija. Nº 1. 1998. pp. 41-62; Aznar, Ramón, Cánones y Leyes en la Universidad de Alcalá durante el reinado de Carlos III. Madrid, Universidad Carlos III, 2002. Texto de la reforma de José Sancho Granado, redactado por la Junta de Reformación en 1753, años después de producirse la visita, ya que el visitador murió en 1749. Archivo del Colegio de Santa Cruz de Valladolid. Caja Nº 31. Gutiérrez, Luis M. y Ballesteros, Pedro, “Vida académica en la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII”. Alvar, Antonio (coord.). Historia de la Universidad de Alcalá. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. 2010. pp. 423-457; Gutiérrez, Luis M., “La reforma borbónica en la Universidad de Alcalá: cambios institucionales y académicos (1771-1806)”. Alvar, Antonio (coord.). Historia de la Universidad de Alcalá. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. 2010. pp. 459-486. Colección de Reales Ordenes, y Providencias dadas por S.M. y su Supremo Consejo, en razón de la enseñanza, y gobierno de la Universidad de Alcalá de Henares desde 1760. Impresa en virtud de Reales Órdenes del Consejo, por los originales quedan en la Secretaría de dicha Universidad. Alcalá. Imp. María Espartosa y Briones. 1773.


42 / H i s t o r i a 3 9 6

En efecto, fue el cancelario y visitador Pedro Díaz de Rojas27, quien estuvo detrás de las serie de reales cédulas que modificarían la esencia de la Universidad de Alcalá al intervenir directamente sobre el Colegio Mayor de San Ildefonso. Un ilustrado en quien coincidían la amistad con Manuel de Roda y Arrieta y su condición de miembro del Consejo de la Suprema y General Inquisición, además de Cancelario universitario y Juez Académico y Apostólico de la Universidad de Alcalá. Pedro Díaz de Rojas fue antiguo colegial del Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga, doctor en Cánones por Alcalá y juez del Consejo de la Gobernación del arzobispado de Toledo desde el 29 de octubre de 176728. En 1774 el cardenal Lorenzana le había nombrado Vicario General de la Audiencia de Alcalá y de todo el arzobispado de Toledo y Capellán Mayor de la Magistral. En 1775, al fallecer el Abad de la Magistral y Cancelario de la universidad, Nicolás de Echevarría, le propuso a la Cámara de Castilla para ocupar dicha dignidad, cuando Carlos III ya le había designado” para entender en la Comisión especial respectiva al Colegio mayor de la Universidad de dicha ciudad [Alcalá de Henares]”29. En agosto de 1776 cesó el Rector del Colegio Mayor de San Ildefonso y Universidad de Alcalá, Sancho Llamas y Molina30 y el 8 de octubre de 1776, Pedro Díaz de Rojas ya aparece en los Libros de Actos y Grados como Rector, Abad Mayor31, Canciller y Juez Académico de la Universidad de Alcalá32, ostentando toda la auctoritas y la potestas de la universidad. El día 10 mayo de 1777 el Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia, Manuel de Roda y Arrieta, le trasladó la correspondiente Real Orden para el arreglo y reforma de los colegios menores de la Universidad de Alcalá33. A pesar de ciertas reticencias iniciales, Díaz de Rojas aceptó el cometido, si 27

28

29

30 31

32 33

Gutiérrez, Luis M., “Pedro Díaz de Rojas (1724-1796)”. Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballesteros, Pedro. Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (1508-1836). Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. 2013. pp. 195-197. Relación de los títulos, méritos, grados y exercicios literarios del Doctor don Pedro Díaz de Roxas, Juez del Consejo de la Gobernación de Toledo. Madrid. 19 diciembre 1770. AGS. Simancas. Valladolid. Gracia y Justicia. leg. 119. Memorial de Díaz de Roxas al rey. Madrid 3 diciembre 1775. AGS. Simancas, Valladolid. Gracia y Justicia, leg. 119, mss. Gaceta de Madrid. 22 septiembre de 1829. “Necrológica de Sancho Llamas y Molina”. p. 501. Marchamalo, Antonio y Marchamalo, Miguel, La Iglesia Magistral de Alcalá de Henares. Alcalá de Henares, Institución de Estudios Complutenses, 1990, pp. 410-412. Actos y Grados. 8 octubre 1786. AHN. Madrid. Universidades. lib. 409. Reales resoluciones comunicadas por el Secretario de Estado de Gracia y justicia, D. Manuel de Roda, al visitador y rector de la Universidad de Alcalá D. Pedro Díaz de Rojas, cancelario de la Universidad, y providencias de éste. AHN. Madrid. Universidades. leg. 549. exp. 3.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 43

bien pasarían varios años hasta que la reforma se hiciera efectiva. Entre 1777 y 1783 se vivieron graves conflictos derivados de sus actuaciones, enfrentamientos con los colegiales mayores y menores, y con profesores significados que encontraron en el claustro un espacio para sus protestas, que trascendieron el ámbito universitario, implicando a la propia ciudad de Alcalá de Henares34. Pero también es cierto que la clave de todo el proceso vendría de la mano de los nuevos Estatutos para el Colegio Mayor de San Ildefonso, otorgados Real Cédula de 21 de febrero de 177735, y en los que se recopilaban todos los antecedentes legislativos, como la Real Cédula de 23 de febrero de 1771 por la que se renovaban las Constituciones, con señalamiento de penas a su incumplimiento. Una Real Cedula dirigida al Colegio Mayor de San Ildefonso, de 3 de marzo de 1771, hacía referencia expresa a esa inobservancia, y a otros temas, como la limitación de las “hospederías” a un año o la prohibición de la intervención de “hacedores” para la provisión de becas, mostrando la decadencia en la que se hallaba la Universidad. En definitiva, con el nuevo texto de los Estatutos se pretendían corregir los males universitarios, pero a la vez se desvirtuaba el espíritu fundacional del propio Cisneros a decidirse la separación del Colegio Mayor de San Ildefonso del resto de la Universidad de Alcalá. Por otra parte, hasta el 7 de octubre de 1780 no presentó Díaz de Rojas su plan para la reforma de los colegios menores de la Universidad de Alcalá. El 6 de mayo de 1781 el Inquisidor General y obispo de Salamanca, Felipe Beltrán Serrano lo aprobó. Y el 7 de julio otra Real Orden autorizó la Unión de los Colegios. Los tres primeros fueron el Colegio de San Jerónimo o Trilingüe36, el

34

35

36

Álvarez, Antonio, “La decadencia de la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII”. Estudios de historia de la universidad española. Madrid, Ediciones Pegaso, 1993, pp. 105-106. AHN. Madrid. Universidades. lib. 1143-F; Gutiérrez, Luis M., “Edición de los Estatutos del Colegio Mayor de San Idefonso de 1777”. Anales Complutenses. Nº VIII. 1996. pp. 139-154. Capilla colegial para protestar sobre la unión. AHN. Madrid. Universidades. lib. 1001; González, Ramón, “El Colegio Trilíngüe o de San Jerónimo. Aproximación a la historia de sus comienzos en el siglo XVI”. Actas del III Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Institución Marqués de Santillana. Guadalajara. 1992. pp. 231-250; Alvar, Antonio, “El colegio Trilingüe de la Universidad de Alcalá de Henares. (Notas para su estudio)”. Murcia. Actas del Congrego Internacional Contemporaneidad de los Clásicos: La tradición greco-latina ante el siglo XXI. (La Habana, 1 a 5 de diciembre de 1998). 1999. pp. 515-523; Alvar, Antonio, “El Colegio de San Jerónimo de la Universidad de Alcalá de Henares”. Maestre, José M., Charlo, Luis y Pascual, Joaquín (coord.). Humanismo y pervivencia del mundo clásico: homenaje al profesor Antonio Fontán. Vol. V: Sociedad y humanismo. Madrid. Ediciones Laberinto. 2002. pp. 2433-2440; Alvar, Antonio, “L’université d’Alcalá de Henares et le collège Saint-Jérôme”. Tuilier, André (Direction). Histoire du Collège de France. I, La création, 1530-1560. Préface de Marc Fumaroli. Paris. Fayard. 2006. pp. 113-123; Ballesteros, “El Colegio de San Jerónimo o Trilingüe”, pp. 6590.


44 / H i s t o r i a 3 9 6

Colegio de Santa María de Regla y San Justo y Pastor o de León37 y el Colegio de San Martín y Santa Emerenciana o de Aragón o de Tarazona o de Daroca38, que se incorporaron al Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga o nuevo Colegio Teólogo de Málaga. Pero el 14 de julio de 1781, otra Orden del Secretario de Gracia y Justicia, con aprobación regia del 27 del mismo mes, dictó un nuevo Auto de Unión, esta vez del Colegio de San Clemente Mártir o de los Manchegos39 y del Colegio de las Santas Justa y Rufina, con el Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes40, nombrando nuevos rectores. Se dotó al colegio con 14 becas; una por el Colegio de las Santas Justa y Rufina; seis por el Colegio de San Clemente, dos del patrono y cuatro de libre elección; y siete por el propio colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes, de ellas dos de Juana Gamboa, una por la familia fundadora y una por cada uno de los condes de Coruña, doña Gracia de Atocha, Presidente del Consejo de Castilla y Juan Bautista de Ochoa, dictándose nuevas Constituciones en 178841. Así, la reforma de Díaz de Rojas de los colegios seculares de la Universidad de Alcalá supuso que éstos se viesen reducidos a cinco: el Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga, a partir de ahora Colegio Teólogo de Málaga42; el Colegio de Santiago o de los Caballeros Manriques43; el Colegio de San Felipe

37

38

39

40

41 42

43

Alonso, Pedro M., “Pedagogía colegial universitaria. El caso del Colegio de León”. Valle, José L. (coord.). Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. pp. 233-264; Alonso, Pedro M., Casado, Manuel y Casado, Francisco J., El Concilio de Trento y los colegios de las “naciones” de la Universidad de Alcalá de Henares. El Colegio Menor “de León” (1586-1843). Madrid, Editorial Dykinson, 2005; Casado, Manuel y Casado, Francisco Javier, “El Colegio de Santa María de la Regla y Santos Justo y Pastor. Nación estudiantil y presencia de la formación cisneriana en el Reino de León”. Hacia la Universidad de León. Estudios de Historia de la Educación en León. León. Universidad de León. 2004. pp. 221-267. AHN. Madrid. Consejos, leg. 5492. Acta de Unión de Colegios. Ruiz, El Colegio de Aragón”, pp. 283-302; Ruiz, Alonso y Casado, “El Colegio de Aragón”; Polo, “El Colegio de Aragón”. Ruiz, Ignacio, Fuero universitario y Constituciones del Colegio de San Clemente de la Universidad de Alcalá. Contexto histórico, estudios y documentos. Madrid, Dykinson, 1999, pp. 69-77. Casado, Manuel, “El Colegio de Santa Catalina Virgen y Mártir o de los Verdes en el contexto universitario de Alcalá de Henares: fundación y trayectoria”. Revista de Ciencias de la Educación. Órgano del Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación. Nº 224. 2010. pp. 1-50; Casado, Manuel, “Patronato nobiliario y promoción profesional: el Colegio de los Verdes de la Universidad de Alcalá de Henares”. Valle, José L. (coord.), Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. pp. 362-391. Constituciones del Colegio de Santa Catalina Mártir. 1788. AHN. Madrid. Consejos. leg. 5494. Gutiérrez, Luis M., El Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o “de Málaga” de la Universidad de Alcalá (1611-1843): Historia de una Institución Colegial Menor. Alcalá de Henares, Fundación Colegio del Rey, 1988; Gutiérrez, Luis M. y Ballesteros, Pedro, “Vida académica en la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII”. Alvar, Antonio (Coord.). Historia de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2010. pp. 423-457. Manrique de Lara, Manuel, “El Colegio de los Caballeros Manriques de la Universidad de Alcalá al cumplirse el IV Centenario de su fundación”. Hidalguía. Nº XIX-XX.1971-1972. 182 pp. XIX (1971), nos. 104 a 109. XX (1972), nos. 110 a 115; Manrique de Lara, Manuel, El Colegio de


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 45

y Santiago o del Rey44; el Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes; y el nuevo Colegio de la Inmaculada Concepción, cuyas constituciones son de 177945. Este fue el resultado de la actuación de Díaz de Rojas, tras remitir su informe final al rey, el 7 de octubre de 1780. Dicho informe fue compuesto a partir de los “cuadernos” levantados para cada colegio menor visitado, reconociendo sus estatutos, acuerdos, estado de las rentas, gobierno de cada uno, etc. Una documentación exhaustiva con todas las irregularidades que presentaban por la reiterada violación de sus constituciones colegiales, comportándose de un modo muy alejado de los deseos de sus fundadores y patronos. Cuando murió, gran parte de su obra del visitador se deshizo, volviéndose a antiguos usos, formas y comportamientos, y a la falta de dirección y objetivos claros. El panorama se completaba con la ruina económica, el reducido número de alumnos y la progresiva instalación de cuarteles militares en la ciudad de Alcalá de Henares46. Todos ellos, factores determinantes para que el siglo XVIII acabase para la Universidad de Alcalá peor aún de lo que había comenzado. No tardaría en llegar la Real orden de 27 de abril de 1780 por la que se refundían “los colegios de Teólogos de la Madre de Dios, Santa Catalina o los Físicos, Santa Balbina y los Lógicos (que comprendía ya los antiguos de San Isidoro y San Eugenio), San Ambrosio y Trilingüe en uno llamado de la Inmaculada Concepción para 62 colegiales pobres con limpieza de sangre instalado en el edificio del de la Madre de Dios. Se comisionó al Abad Mayor de la Magistral y Cancelario de la Universidad para la administración y gobierno del colegio según las Constituciones que se imprimieron”.

44

45

46

los Caballeros Manriques de la Universidad de Alcalá. Madrid, 1972, p. 264; Román, Carmen, “El colegio de Santiago o de los Manriques de Alcalá de Henares”. Anales del Instituto de Estudios Madrileños. Nº XVII. 1980. pp. 73-84; Román, Carmen, “Nuevas aportaciones al estudio del Colegio de Santiago, de Caballeros Manrique”. Valle, José L. (coord.), Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. pp. 123-147. López, Olga Mª, “Jurisdicción real y jurisdicción académica: el Colegio del Rey durante el siglo XVIII”. Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija. Nº1. 1998. pp. 81-141. Constituciones del Colegio de la Inmaculada Concepción, 1779. AHN. Madrid. Consejos, leg. 5492. Diego, Luis M. de, “Breves apuntes sobre el Abad Rojas y sus reformas en la Universidad de Alcalá. Especial atención a las de algunas tradiciones universitarias”. Anales Complutenses. Nº XIII. 2001. pp. 155-176.


46 / H i s t o r i a 3 9 6

El 10 mayo de 1777 el Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia Manuel de Roda y Arrieta envió una Real Orden al Cancelario de la Universidad de Alcalá Pedro Díaz de Rojas para el arreglo y reforma de los colegios menores complutenses47. Entonces se produjo la reforma del Colegio menor de Santa Catalina Mártir, cuyos colegiales en defensa de sus privilegios presentarían una fuerte oposición en vía legal. La actuación del visitador Díaz de Rojas, aunque siguiendo la reforma planteada para el resto de las universidades españolas, tuvo al menos tres aspectos que le particularizan en Alcalá de Henares. En primer lugar, destacó por el desconocimiento que sobre la organización de la misma tenían los propios reformadores, y en ese sentido hubo mucha improvisación. Nada que ver, por ejemplo con la llevada a cabo en Salamanca por el obispo Felipe Beltrán Serrano48. Después la realidad del hecho fundacional y efectivo de la identificación entre el Colegio Mayor de San Ildefonso y la Universidad de Alcalá, con un mismo Rector para ambas instituciones. Y, por último, la manifiesta decadencia por la que atravesaba. La reforma avanzó por la fórmula de la aplicación de las reales cédulas relativas al Colegio Mayor de San Ildefonso. Se decidió la de expulsión de sus colegiales y la “repoblación” por otros, aunque éstos mostraron una actitud similar a la de los precedentes y fueron igualmente expulsados. Se aprobaron nuevos y modernos planes de estudios. Se crearon las figuras de director y censor regio. Se intervino el sistema para la obtención de grados. Se atajaron los abusos en la provisión de cátedras. Y, en general, hubo un mayor control por parte del Consejo de Castilla. Como balance de la reforma nos queda la idea de que “la resistencia opuesta por el partido colegial a la reforma, aunque no logró evitarla, pues los reformadores consiguieron ganar la voluntad del rey, sí que, en definitiva, lograron que fracasara, ya que con su oposición la llevaron a que tomara la

47

48

Reales resoluciones comunicadas por el Secretario de Estado de Gracia y justicia, D. Manuel de Roda, al visitador y rector de la Universidad de Alcalá Don Pedro Díaz de Rojas, cancelario de la Universidad, y providencias de éste. AHN. Madrid. Universidades, leg. 549, exp. 3. Sala, Luis, Visitas y reformas de los Colegios Mayores de Salamanca en el reinado de Carlos III. Valladolid, Universidad de Valladolid, 1958; Peset, Mariano y Peset, José L., El reformismo de Carlos III y la Universidad de Salamanca. Plan general de estudios dirigido a la Universidad de Salamanca por el Real y Supremo Consejo de Castilla en 1771. Salamanca, Universidad de Salamanca.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 47

reforma un aire de revancha clasista por parte de los reformadores, que ha llevado a ver que la ‘liberación’ de los Colegios Mayores aparezca mediatizada, de un lado, en función de los intereses regalistas, y, de otro, por los sentimientos sectarios del bando anti-colegial. Es cierto que al sectarismo de los colegiales algunos de los reformadores opusieron un sectarismo de signo contrario”49. En los nuevos planes universitarios todos los colegios debían ser reducidos a una posición secundaria dentro de la universidad, como “seminarios de estudios” dependientes de la misma. La idea acabó fracasando, y la propia reforma, tras producir un primer efecto positivo al suprimir el poder de los colegios, no consiguió que prosperaran las nuevas instituciones puestas en su lugar50. Los colegios caminaron hacia su extinción definitiva. Aunque las medidas reformistas no se cumplieron y, por acertadas que fuesen, mal podían sacar a la Universidad de Alcalá de su decadencia. Además, desde el mismo Consejo de Castilla se siguió una política opuesta a la reforma iniciada, ya que se concedieron privilegios a unos seminarios diocesanos que tampoco salvaron la situación. Realmente, tras el ímpetu inicial de la reforma, pasados veinte años, ninguna medida de las adoptadas había afectado en lo más mínimo a la situación tradicional de la universidad en materia de gobierno, jurisdicción, etc., quedando reducida a la mera existencia de un nuevo plan de estudios51. Y puede decirse que, a fin de cuentas, había fracasado tanto la reforma de los colegios, como la de la universidad propiamente dicha52, siendo en este contexto reformista general y universitario, y particularmente el vivido en Alcalá de la mano de Díaz de Rojas, en el que llevó a la agregación del Colegio de las Santas Justa y Rufina al Colegio de Santa Catalina Mártir o “de los Verdes”53 a raíz de iniciar el citado cancelario y visitador su actuación en 1779. Por una situación similar atravesaron el Colegio de

49 50 51

52

53

Álvarez, La Ilustración y la Reforma de la Universidad en la España del siglo XVIII, p. 230. Ibid., p. 231. Real Provisión del Consejo, que comprehende el plan de estudios, que ha de observar la Universidad de Alcala de Nares (sic). En Madrid en la imprenta de Pedro Marín. 1772. 236 págs., también contiene la Real Provisión de las declaraciones con que la Universidad ha de observar el Plan de Estudios. No hay estudio monográfico de este importante documento para comprender lo acontecido en la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII, y del que existen varios ejemplares impresos en diferentes bibliotecas y archivos, y también una edición en microficha de la Universidad de Valencia. Peset, Mariano y Mancebo, Mª Fernanda, “Carlos III y la legislación sobre universidades”. Documentación Jurídica. Nº 57. enero-mayo.1988. pp. 208-218. Álvarez de Morales, “El Colegio Mayor de San Ildefonso y la configuración del poder colegial”, p. 107-117. Casado, Francisco J., El Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes de la Universidad de


48 / H i s t o r i a 3 9 6

San Clemente o “de los Manchegos”54 con sus propios agregados, el Colegio de San Cosme y San Damián o “de Mena” 55, que lo había sido en 1759, y el Colegio de San Lucas Evangelista o “de Magnes”56. Corrían tiempos de reforma y estos colegios menores acabaron adscritos y unificados en el Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes, que era el que, a juzgar por los artífices de la reforma, reunía las mejores condiciones para tratar de superar la fuerte crisis económica por la que atravesaba la Universidad de Alcalá. En tal sentido, el propio visitador, que continuó agrupando colegios, vendería a Isidro Lizana el edificio del Colegio de las Santas Justa y Rufina, cuando todavía detentaba el cargo de Rector del Colegio Mayor de San Ildefonso, presumiblemente en calidad de administrador-apoderado. La intervención del visitador Díaz de Rojas en el Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes provocó un largo pleito, de 1781 a 1788, con el Rector y parte de los colegiales verdes, quienes contaban con el apoyo y protección de la patrona del colegio y de algunos miembros del consejo eclesiástico de la ciudad. Al parecer hubo excesos de los colegiales, falta de acatamiento a las disposiciones del visitador, y por parte de este, algunos graves errores formales a la hora de tratar con la instancia colegial, lo que motivó la intervención del Consejo de Castilla para tratar de dilucidar las causas de tan enconado enfrentamiento. Finalmente, el visitador Pedro Díaz de Rojas sería jubilado por el ministro Floridablanca, y las “nuevas” constituciones del Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes aparecerán firmadas por su sucesor, Juan Lucas López57. Pleitos y reformas no consiguieron impedir que los colegiales mayores detentaran el monopolio de las becas, de los órganos de gobierno y de las cáte-

54

55

56

57

Alcalá de Henares: Cuatro siglos de historia de una institución autónoma y su edificio (15861992). Alcalá de Henares, 1992, pp. 29-32. Ruiz, Fuero universitario y constituciones del Colegio de San Clemente de la Universidad de Alcalá, p. 69-77. Gutiérrez, Mª Pilar y Casado, Francisco J., “Fundaciones universitarias españolas libres de patronato regio o eclesiástico. Los colegios autónomos de Alcalá de Henares fundados en el siglo XVI: San Cosme y San Damián o de Mena y Santa Catalina Mártir de los Verdes”. Actas del I Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Guadalajara. 1988. p. 351-360. Sánchez, Manuel V., “Colegio de San Lucas Evangelista o de Magnes”. Valle, José Luis (coord.). Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. Institución de Estudios Complutenses. 2012. pp. 225-232; Parada, Manuel de, “El Colegio de San Lucas Evangelista de la Universidad de Alcalá”. Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Nº 6. 2000-2001. pp. 155-188. Ejemplar de las Constituciones del Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes (se corresponden con las de 1763). AHN. Madrid. Consejos. legajo 5494. Nº 19. 1788. En este mismo legajo hay también un ejemplar de las Constituciones del Colegio Mayor de San Ildefonso del año 1715, impreso por García de Briones y que incluye las reformas de García de Medrano, que se pueden confrontar con el contenido del legajo 1142-F de la sección de Universidades del citado Archivo.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 49

dras, siendo la autoridad del rector la imperante, frente a los claustros de las facultades, los colegios menores y los manteístas. La serie de reales cédulas emitidas desde 1750 buscando recuperar un pasado inexistente tampoco podían ocultar los numerosos problemas de porcionistas, hospederías, clausura y honestidad. Ni el hecho de que algunos de los colegiales mayores y menores, terminados sus años de beca permanecían en los colegios a la espera de algún cargo. La realidad es que pasaban algunos meses hasta conseguir una cátedra, una canonjía o un cargo de oidor o fiscal en alguna audiencia peninsular o americana. En muchos casos, esa espera era de años, en los cuales se realizaban sustituciones de cátedra y se trabajaba para perpetuar el control que ejercía el Colegio Mayor de San Ildefonso al amparo de la larga experiencia universitaria acumulada. Así fue como llegó a su final el Colegio de las Santa Justa y Rufina, agregado al de Santa Catalina Mártir o de los Verdes58, que se convirtió este, sin duda, en el mayor receptor de colegios reformados, más incluso que el Colegio Teólogo de Málaga59. LA REFORMA DE LUCAS LÓPEZ Y LA DESINTEGRACIÓN DE LA UNIVERSIDAD

A partir de 1788 el reformador Díaz de Rojas fue sustituido por Juan de Lucas López, miembro del claustro de la Universidad y arcipreste de la Iglesia Magistral, nombrado por el Conde de Floridablanca, con funciones ampliadas en enero de 1792 por el nuevo Ministro de Gracia y Justicia, Antonio Porlier y Sopranis, Marqués de Bajamar, quien había sido antiguo estudiante de Derecho Civil en la Academia de San José de la Universidad de Alcalá60. En el ejercicio de su cometido, Juan de Lucas López no sólo realizó un proyecto fallido de constituciones generales de la Universidad, sino que también redactó aquéllas por las que se habría de regir a partir de entonces el Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes, así como también las nuevas para el Colegio Teólogo de Málaga, ambas fechadas en 1788. Pero el desfase era muy

58

59

60

Noticia de la Fundación, Progresos y Estado actual de los Colegios de Santa Catalina Mártir de los Verdes y San Ciriaco y Santa Paula de Málaga de esta Real Universidad [de Alcalá de Henares]. AMAH. Alcalá de Henares. División Histórica. Sección Universidades. Legajo 1097/1. Siglo XVIII. Corresponde a una real resolución de 27 de julio de 1781 en la que se recoge la historia del colegio hasta ese momento y resume las innovaciones del reformador García de Medrano. Gutiérrez, “El Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o “de Málaga” de la Universidad de Alcalá (1611-1843)”. Gutiérrez, Luis M. y Ballesteros, Pedro. Textos constitucionales (s. XVIII) y de graduados universitarios. 1776-1836. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2011. pp. 203-247. Hernández, Manuel V., “Antonio Porlier y Sopranis, Marqués de Bajamar”. Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballesteros, Pedro. Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (1508-1836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2013. pp.105-107.


50 / H i s t o r i a 3 9 6

grande y la fórmula de unas nuevas constituciones no era la más apropiada para reconducir la situación de deterioro a la que se había llegado, por lo que las reformas fueron un intento fallido para encauzar a los colegios ante su forma lamentable de vida, intentando recuperar además estudiantes y rentas. El Colegio de las Santas Justa y Rufina sólo disponía de una beca, para estudiantes sevillanos, de las diez colegiaturas con las que había sido dotado según las constituciones fundacionales, quedando reflejados para la posteridad los datos la fundación de este colegio, años después, en 178961. Un memorial que alude a lo dispuesto en las constituciones en materia de provisión de colegiaturas, y cita el auto del visitador por el cual se unió al “colegio de los Verdes el de Santa Justa y Rufina, y le asignó una Colegiatura, que había de presentar el Patrono, con preferencia para la obtención de dicha Colegiatura a los naturales del Arzobispado de Sevilla”62. Así, a finales del siglo XVIII, pocos eran los colegios menores que quedaban del casi medio centenar que se habían ido fundando en torno al Colegio Mayor de San Ildefonso y Universidad de Alcalá. Una pléyade de colegios seculares, regulares o con otro mecenazgo y patronato, que habían ido surgiendo a lo largo de los siglos XVI y XVII en la estela de la primitiva idea del Cardenal Cisneros de servir para cubrir las etapas previas al ingreso en las facultades de la Universidad de Alcalá. El resultado final fue el reagrupamiento de colegios, siendo precisamente el Colegio Teólogo de Málaga y el de Santa Catalina Mártir o de los Verdes los principales receptores de las instituciones colegiales que se extinguían. Al Co-

61

62

Memorial ajustado... Del pleito que se sigue... Por la Condesa de Baños, como patrona del Colegio de Santa Catalina Mártir, llamado de los Verdes de la Universidad de... Alcalá de Henares, y el mismo colegio con... D. Francisco Xavier Sainz de la Escalera, su rector..., con... Don Pedro Diaz de... Colaborador Joaquín Ibarra. Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares). Publicado por en la Imprenta de la Viuda de Don Joachin Ibarra. 1789. fols. 19v-20v. Universidad Complutense de Madrid (UCM). Madrid. Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla”. Fondo Antiguo. Referencia: BH-FOA-279. Existe una adición a este Memorial ajustado… publicada al año siguiente, en 1790. Adición al Memorial ajustado hecha en virtud de decreto del Consejo, En el expediente consultivo a S.M. Sobre excesos de visitas, y reforma del Colegio de Santa Catalina Mártir, llamado de los Verdes, y demás en la Universidad de Alcalá de Henares. Autor Lorenzo Guardiola y Sáez. Universidad de Alcalá de Henares. Publicado por vda. de Ibarra. 1790. con la respuesta de los tres fiscales que intervienen en el pleito. CSIC. Madrid. Biblioteca: M-Resid. Colección: MP3. Referencia: R571. Memorial ajustado... Del pleito que se sigue... Por la Condesa de Baños, como patrona del Colegio de Santa Catalina Mártir, llamado de los Verdes de la Universidad de... Alcalá de Henares, y el mismo colegio con... D. Francisco Xavier Sainz de la Escalera, su rector..., con... Don Pedro Diaz de... Colaborador Joaquín Ibarra. Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares). fol. 20v. UCM. Madrid. Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla”. Fondo Antiguo. Referencia: BHFOA-279.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 51

legio de las Santas Justa y Rufina, agregado al de Santa Catalina Mártir o de los Verdes, por su nueva situación y condición, le tocó vivir los enfrentamientos que se produjeron entre los colegios y sus representantes, con el visitador Díaz de Rojas, abriéndose toda suerte de pleitos y situaciones de verdadera rebeldía. El resultado fue un enorme desgaste de la institución colegial, que no pudo atajarse con las reformas, ni con la redacción de unas nuevas constituciones generales para la Universidad de Alcalá, las de 1788, que nunca llegaron a ser aprobadas ni pudieron entrar en vigor de manera definitiva63. Sabemos de ese largo proceso de desintegración del sistema colegial por la documentación acumulada en los pleitos planteados por de los herederos de los fundadores, tanto del Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes como del Colegio Teólogo de Málaga. Ambos colegios se sintieron engañados y robados, porque no se cubrían las becas y se disputaban el patrimonio de los colegios incorporados. Unos pleitos que continuaron con el visitador Juan de Lucas López, a partir de 1790. Este ocaso colegial fue el que posibilitó el desmantelamiento de la Universidad de Alcalá64. Además del Colegio Teólogo de Málaga y el Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes, sólo podemos citar como supervivientes a otros tres colegios menores: el Colegio de los Irlandeses65, incorporado en 1785 a su homónimo, aunque Mayor, de Salamanca; el Colegio de San Felipe y Santiago o del Rey, quedando excluido de las medidas reformistas de Juan de Lucas y López, su sucesor; y el Colegio de los Caballeros Manriques, visitado ya en 1778 por Díaz de Rojas. Al final, unos y otros, vieron incautados sus bienes y

63

64

65

Expediente fechado en Alcalá de Henares el 15 de marzo de 1790, que contiene las constituciones manuscritas, que fueron “formadas por el Doctor Don Juan de Lucas y López, en virtud de Orden de S.M. de 14 de abril de 1788”, que, con un largo preámbulo y un total de 38 títulos, se extiende a lo largo de 153 hojas. AHN. Madrid. Consejos. leg. 5508. Nº 5. Han sido editadas por Gutiérrez y Ballesteros, Fuentes Históricas de Alcalá de Henares: textos constitucionales (s. XVIII) y de graduados universitarios (1776-1836), pp. 13-201. Un largo texto constitucional, con abundantes referencias a antecedentes históricos, que, posiblemente sean su mayor interés, junto al propio valor normativo. Gutiérrez, “La reforma borbónica en la Universidad de Alcalá: cambios institucionales y académicos /1771-1806)”, p. 479. Martín, Rafael, “El Colegio de los Irlandeses”. Valle, José L. (coord.), Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. pp. 185-203; Recio, Óscar, Irlanda en Alcalá: La comunidad irlandesa en la Universidad de Alcalá de Henares y su proyección europea, 1579-1785. Alcalá de Henares, Fundación Colegio del Rey, 2004; Arnáiz, Mª José y Sancho, José L., El Colegio de los irlandeses. Alcalá de Henares, Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1985.


52 / H i s t o r i a 3 9 6

suprimidos en 184366, produciéndose el cierre definitivo de la Universidad67 y su traslado definitivo a Madrid. A MODO DE CONCLUSIÓN

Tras tres siglos de andadura, aquel novedoso “modelo” colegial de Alcalá, también trasladado a América68, se había agotado. A su fin contribuyeron las últimas actuaciones de unos rectores perpetuos y colegiales huéspedes, que se habían señoreado de sus propias instituciones colegiales, cuando la mala administración y la falta de rentas les habían dejado las manos libres para hacerlo. Baste con recordar las graves denuncias y acusaciones que al respecto formularon ya algunos lúcidos coetáneos como ya hemos señalado. En Alcalá de Henares, a pesar de las múltiples vicisitudes acontecidas, han permanecido muchos de los colegios menores, su Iglesia Magistral y el componente ideológico y espiritual plasmado en la ornamentación escultórica de la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso, Las reformas, los cambios en el plan de estudios, las desapariciones y agregaciones de colegios y el final que esperaba a la universidad, no acabaron con el “poso” de una universidad que había sido algo más, haciendo de Alcalá de Henares un verdadero complejo docente de inspiración eclesiástica, una “civitas dei, civitas complutensis”, trasmutada en “ciudad del saber”. Pero nos quedamos con esa Alcalá de Henares y su recinto universitario que, a partir de 1508 fue integrando en su componente jurisdiccional, ideológico y espiritual, tanto la propia Iglesia Magistral y su cabildo, como a toda la pléyade de colegios menores de distinta naturaleza y patronato, entre los que se encontraba el de las Santas Justa y Rufina, en el ámbito del Colegio Mayor y de su “todopoderoso” rector. Ahí radicó su singularidad, en la rotundidad de que era el Colegio Mayor de San Ildefonso y Universidad de Alcalá el artífice de la vertebración y articulación de la “ciudad del saber”, definiendo un “modelo” novedoso y de proyección universal. La trayectoria colegial de Alcalá tuvo su final en 1842. Desde la Universidad Central, en Madrid, se nombró un visitador que cerró los colegios alcalaínos

66

67

68

Gil, Reformas de los colegios menores no cisnerianos de la Universidad de Alcalá durante el siglo XVII, pp. 87-104. Lahuerta, Mª Teresa, Liberales y Universitarios. La Universidad de Alcalá en el traslado a Madrid (1820-1837). Alcalá de Henares, 1986, p. 215. Casado, Manuel, “La Universidad de Alcalá y su proyección en América”. Alvar, Antonio (coord.). Historia de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2010. pp. 775-811.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 53

haciéndose cargo de todos sus efectos69. El 4 de noviembre de 1843, un decreto del Rector de la misma, el Doctor en Jurisprudencia Pedro Sabau y Larroya, incorporó a ésta sus bienes y rentas70. FUENTES Acta de Unión de Colegios. Madrid. AHN. Consejos. leg. 5492. Actos y Grados. 8 octubre 1786. AHN. Madrid. Universidades. lib. 409. Adición al Memorial ajustado hecha en virtud de decreto del Consejo,... En el expediente consultivo a S.M. Sobre excesos de visitas, y reforma del Colegio de Santa Catalina Mártir, llamado de los Verdes, y demás en la Universidad de Alcalá de Henares. CSIC. Madrid. Biblioteca: M-Resid. Colección: MP3. Referencia: R571. Constituciones del Colegio de la Inmaculada Concepción. 1779. AHN. Madrid. Consejos. leg. 5492. Constituciones del Colegio de Santa Catalina Mártir. 1788. AHN. Madrid. Consejos. leg. 5494. Documentos de la Universidad de Alcalá sobre derechos y acciones que tiene la Universidad de Madrid y colegios incorporados. AHN. Madrid. Universidades. leg. 580, 1-2. Estatutos del Colegio Mayor…”. AHN. Madrid. Universidades. lib. 1143-F. Expediente fechado en Alcalá de Henares el 15 de marzo de 1790, que contiene las constituciones manuscritas, que fueron “formadas por el Doctor Don Juan de Lucas y López, en virtud de Orden de S.M. de 14 de abril de 1788”. AHN. Madrid. Consejos, leg. 5508. nº 5. Memorial ajustado... Del pleito que se sigue... Por la Condesa de Baños, como patrona del Colegio de Santa Catalina Mártir, llamado de los Verdes de la Universidad de... Alcalá de Henares, y el mismo colegio con... D. Francisco Xavier Sainz de la Escalera, su rector..., con... Don Pedro Diaz de... Colaborador Joaquín Ibarra, Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares). Publicado por en la Imprenta de la Viuda de Don Joachin Ibarra, 1789. UCM. Madrid. Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla”. Fondo Antiguo. Referencia: BH-FOA-279. Memorial de Díaz de Roxas al rey. Madrid 3 diciembre 1775. AGS. Simancas, Valladolid. Gracia y Justicia, leg. 119, mss. Gaceta de Madrid. 22 septiembre de 1829. “Necrológica de Sancho Llamas y Molina”.

69

70

Documentos de la Universidad de Alcalá sobre derechos y acciones que tiene la Universidad de Madrid y colegios incorporados. AHN. Madrid. Universidades. leg. 580, 1-2. Fuente, Historia de las Universidades, Colegios y demás establecimientos de enseñanza en España, tomo IV, p. 421.


54 / H i s t o r i a 3 9 6 Noticia de la Fundación, Progresos y Estado actual de los Colegios de Santa Catalina Mártir de los Verdes y San Ciriaco y Santa Paula de Málaga de esta Real Universidad [de Alcalá de Henares]. AMAH. Alcalá de Henares. División Histórica. Sección Universidades. Legajo 1097/1. Reales resoluciones comunicadas por el Secretario de Estado de Gracia y justicia, D. Manuel de Roda, al visitador y rector de la Universidad de Alcalá D. Pedro Díaz de Rojas, cancelario de la Universidad, y providencias de éste. AHN. Madrid. Universidades. leg. 549. exp. 3. Relación de los títulos, méritos, grados y exercicios literarios del Doctor don Pedro Díaz de Roxas, Juez del Consejo de la Gobernación de Toledo. Madrid. 19 diciembre 1770. AGS. Simancas, Valladolid. Gracia y Justicia. leg. 119, “Reformaçion de el Colegio maior de San Ilefonso y Universidad de Alcala, de Henares, que resulta de la visita que hiço el S. D. D. Garçia de [Medrano] de el Consejo de su Magestad, en el Real de Castilla, Visitador y Reformador general de el dicho Colegio, maior, y Universidad; Año de 1663”. AHN. Madrid. Consejos. Leg. 5427. LXV. 16. Texto de la reforma de José Sancho Granado, redactado por la Junta de Reformación en 1753, años después de producirse la visita, ya que el visitador murió en 1749. Archivo del Colegio de Santa Cruz de Valladolid. Caja Nº 31. BIBLIOGRAFÍA Alcalá de Henares, 1753. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Introducción de Arsenio Lope Huerta. Madrid. Alcabala del Viento. Tabapress. 1992. Alonso, Pedro M., “Pedagogía colegial universitaria. El caso del Colegio de León”. Valle, José L. (Coord.). Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. Alonso, Pedro M., Casado, Manuel y Casado, Francisco J., El Concilio de Trento y los colegios de las “naciones” de la Universidad de Alcalá de Henares. El Colegio Menor “de León” (1586-1843). Madrid, Editorial Dykinson, 2005. Alvar, Antonio, “El colegio Trilingüe de la Universidad de Alcalá de Henares. (Notas para su estudio)”. Álvarez, Mª Consuelo e Iglesias, Rosa Mª (Editoras), Contemporaneidad de los Clásicos en el umbral del Tercer Milenio: Actas del Congrego Internacional Contemporaneidad de los Clásicos: La tradición greco-latina ante el siglo XXI (La Habana, 1 a 5 de diciembre de 1998). Murcia. Universidad de Murcia. 1999. Alvar, Antonio, “El Colegio de San Jerónimo de la Universidad de Alcalá de Henares”. Maestre, José M., Charlo, Luis y Pascual, Joaquín (Coordinadores). Humanismo y pervivencia del mundo clásico: homenaje al profesor Antonio Fontán. Vol. V. Madrid. Sociedad y humanismo. Ediciones Laberinto. 2002.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 55

Alvar, Antonio, “L’université d’Alcalá de Henares et le collège Saint-Jérôme”.Tuilier, André (Direction). Histoire du Collège de France. I, La création, 1530-1560. Préface de Marc Fumaroli. París. Fayard. 2006. Álvarez, Antonio, La Ilustración y la Reforma de la Universidad en la España del Siglo XVIII. Edición conmemorativa del II Centenario de Carlos III. Madrid. Instituto Nacional de Administración Pública. 1988. Álvarez, Antonio, “El Colegio Mayor de San Ildefonso y la configuración del poder colegial”. Estudios de historia de la universidad española. Madrid. Ediciones Pegaso. 1993. Álvarez, Antonio, “La decadencia de la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII”. Estudios de historia de la universidad española. Madrid, Ediciones Pegaso, 1993. Arnáiz, Mª José y Sancho, José L., El Colegio de los irlandeses. Alcalá de Henares, Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1985. Aznar, Ramón, “Reforma ilustrada de la Universidad de Alcalá: el plan de estudios de leyes y cánones”. Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija. 1. 1998. Aznar, Ramón, Cánones y Leyes en la Universidad de Alcalá durante el reinado de Carlos III. Madrid Universidad Carlos III, 2002. Ballesteros, Pedro, “El Colegio de San Jerónimo o Trilingüe”. Valle, José Luis (Coord.), Colegios Menores Seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares, Institución de Estudios Complutenses, 2012. Calleja, José D., Obras completas. Alcalá de Henares, 2000. Carabias, Ana Mª, Ana María, “Salamanca, académica palanca hacia el poder”. Aranda, Francisco J. (Coord.). Letrados, juristas y burócratas en la España moderna. Cuenca. Universidad de Castilla-La Mancha. 2006. Casado, Francisco J., El Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes de la Universidad de Alcalá de Henares. Cuatro siglos de historia de una institución autónoma y su edificio (1586-1992). Alcalá de Henares. 1992. Casado, Manuel, “Los colegios menores seculares de patronato eclesiástico de Universidad de Alcalá. Líneas de investigación”. Rodríguez-San Pedro, Luis E. y Polo, Juan L. (Eds.). Universidades clásicas de la Europa Mediterránea: Bolonia, Coimbra y Alcalá. Salamanca. Miscelánea Alfonso IX. 2005. 2005. Casado, Manuel, “La Universidad de Alcalá y su proyección en América”. Alvar, Antonio (Coord.). Historia de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2010. Casado, Manuel, “El Colegio de Santa Catalina Virgen y Mártir o de los Verdes en el contexto universitario de Alcalá de Henares: fundación y trayectoria”. Revista de Ciencias de la Educación. Órgano del Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación. Nº 224. 2010.


56 / H i s t o r i a 3 9 6 Casado, Manuel, “Ilustres colegiales del Colegio Menor de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga: proyección en América de la excelencia académica complutense”. IV Centenario del Colegio de Málaga. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2011. Casado, Manuel, “Patronato nobiliario y promoción profesional: el Colegio de los Verdes de la Universidad de Alcalá de Henares”. Valle, José L. (Coord.). Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. Casado, Manuel, “Pedro Murillo Velarde y Bravo (1696-1753)”. Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballestero, Pedro. Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (1508-1836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2013. Casado, Manuel, Alonso, Pedro M., “Colegios menores seculares de patronato eclesiástico y naciones estudiantiles en la Universidad de Alcalá de Henares (siglos XVI-XVII)”. Revista de Ciencias de la Educación: Órgano del Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación. Nº 212. 2007. Casado, Manuel y Casado, Francisco Javier, “El Colegio de Santa María de la Regla y Santos Justo y Pastor. Nación estudiantil y presencia de la formación cisneriana en el Reino de León”. Hacia la Universidad de León. Estudios de Historia de la Educación en León. León. Universidad de León. 2004. Diego, Luis M. de, “Breves apuntes sobre el Abad Rojas y sus reformas en la Universidad de Alcalá. Especial atención a las de algunas tradiciones universitarias”. Anales Complutenses. Nº XIII. 2001. Fuente, Vicente de la, Historia de las Universidades, Colegios y demás establecimientos de enseñanza en España. Madrid. Imprenta de la Viuda e Hija de Fuentenebro. 1889. Gil, Antonio, De la Instrucción Pública en España. (1855, Edición facsímil). Oviedo, Pentalfa Ediciones, 1995. Gil, Ángel, “Consideraciones en torno al reformismo universitario castellano en el siglo XVII”. Actas del Congreso de Jóvenes Historiadores y Geógrafos. Tomo II. Madrid. 1990. Gil, Ángel, “Reformas en los colegios menores cisnerianos de la Universidad de Alcalá de Henares durante el siglo XVII”. Actas del III Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Guadalajara. 1992. Gil, Ángel, “Visitas y reformas de la Universidad de Alcalá en el siglo XVII”. Anales Complutenses. Nº IV-V. 1992-1993. Gil, Ángel, “Reformas de los colegios menores no cisnerianos de la Universidad de Alcalá durante el siglo XVII”. Anales Complutenses. Nº VIII. 1996. Gil, Ángel, “Reformas de los colegios menores”.Valle, José L. (Coord.). Colegios menores


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 57

seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. González, Ramón, “Las Academias de Jurisprudencia en la Universidad Complutense”. Actas del I Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Guadalajara. Institución Marqués de Santillana. Guadalajara. 1988. González, Ramón, “El Colegio Trilíngüe o de San Jerónimo. Aproximación a la historia de sus comienzos en el siglo XVI”. Actas del III Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Guadalajara. Institución Marqués de Santillana. 1992. Gutiérrez, Mª Pilar y Casado, Francisco J., “Fundaciones universitarias españolas libres de patronato regio o eclesiástico. Los colegios autónomos de Alcalá de Henares fundados en el siglo XVI: San Cosme y San Damián o de Mena y Santa Catalina Mártir de los Verdes”. Actas del I Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Guadalajara. 1988. Gutiérrez, Luis M., El Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o “de Málaga” de la Universidad de Alcalá (1611-1843). Historia de una Institución Colegial Menor. Alcalá de Henares. Fundación Colegio del Rey. 1988. Gutiérrez, Luis M., “La Universidad de Alcalá: apuntes para una Historia”. La Universidad de Alcalá II. tomo II. Madrid. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. 1990. Gutiérrez, Luis M., “Edición de los Estatutos del Colegio Mayor de San Ildefonso de 1777”. Anales Complutenses. Nº VIII. 1996. Gutiérrez, Luis M., “La reforma borbónica en la Universidad de Alcalá: cambios institucionales y académicos (1771-1806)”. Alvar, Antonio (Coord.). Historia de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2010. Gutiérrez, Luis M., “Vicente de la Fuente (1817-1889)”. Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballesteros, Pedro, Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (1508-1836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2013. Gutiérrez, Luis M., “Pedro Díaz de Rojas (1724-1796)”. Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballesteros, Pedro, Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (1508-1836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2013. Gutiérrez, Luis M., “Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)”. Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballesteros, Pedro, Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (1508-1836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2013. Gutiérrez, Luis M., “Relaciones institucionales entre el Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá y las autoridades eclesiásticas del Arzobispado de Toledo: tensiones y conflictos en la Edad Moderna”. Anales Complutenses. Volumen XV. 2013.


58 / H i s t o r i a 3 9 6 Gutiérrez, Luis M. y Ballesteros, Pedro, Cátedras y Catedráticos de la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 1998. Gutiérrez, Luis M. y Ballesteros, Pedro, “Vida académica en la Universidad de Alcalá en el siglo XVIII”. Alvar, Antonio (Coord.). Historia de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2010. Gutiérrez, Luis M. y Ballesteros, Pedro, Fuentes Históricas de Alcalá de Henares: textos constitucionales (s. XVIII) y de graduados universitarios (1776-1836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2011. Hernández, Manuel V., “Antonio Porlier y Sopranis, Marqués de Bajamar”. En Gutiérrez, Luis M., Casado, Manuel y Ballesteros, Pedro. Profesores y estudiantes. Biografía colectiva de la Universidad de Alcalá (1508-1836). Alcalá de Henares. Universidad de Alcalá. 2013. Lahuerta, Mª Teresa, Liberales y Universitarios. La Universidad de Alcalá en el traslado a Madrid (1820-1837). Alcalá de Henares. 1986. López, Olga Mª, “Jurisdicción real y jurisdicción académica: el Colegio del Rey durante el siglo XVIII”. Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija. Nº 1. 1998. Manrique de Lara, Manuel, “El Colegio de los Caballeros Manriques de la Universidad de Alcalá al cumplirse el IV Centenario de su fundación”. Hidalguía, XIX-XX (1971-1972). 182 pp. XIX (1971), nos. 104 a 109. XX (1972), nos. 110 a 115. Manrique de Lara, Manuel, El Colegio de los Caballeros Manriques de la Universidad de Alcalá. Madrid. 1972. Marchamalo, Antonio y Marchamalo, Miguel, La Iglesia Magistral de Alcalá de Henares. Alcalá de Henares, Institución de Estudios Complutenses, 1990. Martín, Mariano, Estado de la Universidad de Alcalá [1805]. Madrid, Editorial Dykinson, Instituto Antonio de Nebrija de Estudios sobre la Universidad, 1999. Martín, Rafael, “El Colegio de los Irlandeses”. Valle, José L. (Coord.). Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. Otero, Luis E., Carmona, Carlos y Gómez, Gutamaro. La ciudad oculta: Alcalá de Henares, 1753-1868. El nacimiento de la ciudad burguesa. Alcalá de Henares, 2003. Parada, Manuel de, “El Colegio de San Lucas Evangelista de la Universidad de Alcalá”. Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. 6. 20002001. Pérez, Francisco, Por la libertad de la literatura española. Estudio preliminar de Antonio Mestre Sanchis. Alicante, Diputación de Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil Albert, 1991. Pérez, Francisco, Diario histórico de la reforma de los seis Colegios Mayores de Salamanca, Valladolid y Alcalá. Valencia, Generalitat Valenciana, 2002.


LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ Y EL COLEGIO DE SEVILLANOS, LA DESAPARICIÓN DE UNA UNIVERSIDAD / Manuel Casado Arboniés – Emiliano Gil Blanco

/ 59

Peset, Mariano y Mancebo, Mª Fernanda, “Carlos III y la legislación sobre universidades”. Documentación Jurídica. Nº 57. enero-mayo. 1988. Peset, Mariano y Peset, José Luis, El reformismo de Carlos III y la Universidad de Salamanca. Salamanca, Universidad de Salamanca, Plan general de estudios dirigido a la Universidad de Salamanca por el Real y Supremo Consejo de Castilla en 1771, 1969. Recio, Óscar, Irlanda en Alcalá: La comunidad irlandesa en la Universidad de Alcalá de Henares y su proyección europea, 1579-1785. Alcalá de Henares, Fundación Colegio del Rey, 2004. Román, Carmen, “El colegio de Santiago o de los Manriques de Alcalá de Henares”. Anales del Instituto de Estudios Madrileños. XVII. 1980. Román, Carmen, “Nuevas aportaciones al estudio del Colegio de Santiago, de Caballeros Manrique”. Valle, José L. (Coord.), Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. Ruiz, Ignacio, Fuero universitario y Constituciones del Colegio de San Clemente de la Universidad de Alcalá. Contexto histórico, estudios y documentos. Madrid. 1999. Ruiz, Ignacio, Alonso, Pedro Manuel y Casado, Manuel, El Colegio de Aragón de la Universidad de Alcalá de Henares. Contexto Histórico y Jurídico (1611-1779). Madrid, Editorial Dykinson, 2001. Sala, Luis, Visitas y reformas de los Colegios Mayores de Salamanca en el reinado de Carlos III. Valladolid, Universidad de Valladolid, 1958. Sánchez, Manuel V., “Colegio de San Lucas Evangelista o de Magnes”. Valle, José Luis (Coord.). Colegios menores seculares de la Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses. 2012. Serrera, Ramón Mª, “Estudio preliminar”. Murillo, Pedro. Geographía de América (1752). Granada. Universidad de Granada. 1990. Valle, José L. (Coord.), Colegios Menores Seculares de la Universidad de Alcalá. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares, Institución de Estudios Complutenses, 2012.

Recibido el 22 de junio de 2015 Aceptado el 28 de abril de 2016



/ 61 HISTORIA 396 ISSN 0719-0719 Nº 1 - 2016 [61-74]

LAS INCERTIDUMBRES DEL TIEMPO EN PRESENTE Y LA RECUPERACIÓN DE LA CONCIENCIA DE SER1 UNCERTAINTIES OF THE PRESENT TIME AND THE RECOVERY OF THE CONSCIOUSNESS OF BEING

Eduardo Cavieres F. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile. eduardo.cavieres@pucv.cl

Resumen El Presente, para amplios sectores de la sociedad- especialmente los jóvenes- se experimenta como un gran signo de incertidumbre. Incertidumbre que muchas veces se reviste de una carcasa de aparente indolencia por parte de quienes terminan asumiendo el presente, su propio ahora del presente, como el momento y el espacio único donde esperan concretizar sin relación alguna de continuidad las propias, exclusivas y excluyentes expectativas. El fracaso del resultado de los logros, las más de las veces trae consigo la amplificación de las dosis de frustración cuya salida se vuelve a buscar –cual círculo vicioso-– nuevamente en lo más acotado del presente. Sin embargo, combatiendo ese hiperrealismo se levanta el realismo de la historia; realismo que asume la unidad de los tiempos (Pasado-presente-futuro), la existencia de una naturaleza y de una sociedad cuyas consistencias no se agotan en el instante actual del presente y además el constante devenir de la Ciencia que muestra que no sólo la Cultura sino también la Vida y el Universo tienen Historia. Palabras Clave: Crisis, posmodernismo, realismo, tiempos históricos, conciencia, optimismo histórico.

1

Versión revisada de la Clase Magistral dada en la inauguración del año académico del Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile. El 25 de abril de 2016.


62 / H i s t o r i a 3 9 6

Abstract For broad sectors of society, especially the young, the present time is experienced as a great moment of uncertainty. Uncertainty is often covered with a shield of apparent unconcern by those who end taking their own current present as the only moment and space where they hope to achieve their own, unique and exclusive expectations. The failure of the result most often brings about the amplification of frustration. However, in fighting this hyperrealism, the realism of History rises; realism that assumes the unity of time (past-present-future), the existence of a nature and a society whose consistencies are not exhausted in the present moment. Also there is the constant evolution of science which shows that not only culture but also life itself and the universe have a history. Keywords: crisis, postmodernism, realism, historical time, consciousness, historical optimism.

INTRODUCCIÓN

Hoy en día, pareciera que todo está bajo sospecha: el Estado, las instituciones, la historia. En realidad no es algo nuevo y, por el contrario, parece responder a procesos cíclicos en que los logros que se obtienen siempre se van distanciando, a veces rápidamente, de las expectativas que se generan. Desde un punto de vista social, la historia siempre cambia positivamente para las elites en el poder, o las nuevas elites que se hacen de él, y si es que ello sucede, a un ritmo cansino e insuficiente para la mayoría de la gente. Por cierto, todo queda sintetizado a través de nuestra relación con la historia, con aquella que estudiamos y que experimentamos. Los momentos heroicos del pasado o los triunfos sociales del presente dan más paso a la insatisfacción que a miradas plenamente optimistas acerca del futuro. Por su propia naturaleza, las crisis en la historia traen preferentemente consideraciones sobre la unidad de los tiempos históricos, es decir, sobre una adecuada relación entre pasado, presente y futuro. En oportunidades, especialmente en sociedades más tradicionales que las actua-


LAS INCERTIDUMBRES DEL TIEMPO EN PRESENTE Y LA RECUPERACIÓN DE LA CONCIENCIA DE SER / Eduardo Cavieres F.

/ 63

les, se buscaba refugio en el pasado, particularmente en la siempre discutida confianza en el mito del eterno retorno. En otras oportunidades, especialmente en las sociedades más modernas, la esperanza se pone en el futuro. En la actualidad, la fuerza de la crisis y la complejidad socio-cultural a la cual se enfrenta la generación joven, agravada por las fuerzas del mercado y el consumo, provocan el vivir el presente y olvidar los otros tiempos. No sólo se debe pensar en la historia en los términos que comúnmente lo hacemos, es decir, pensando en ella como una cuestión puramente humanista y centrada en individuos que piensan y resuelven por sí mismo la historia. También son históricas las ciencias y la tecnología y, de hecho, desde los umbrales de la modernidad, los llamados “científicos” han avanzado siempre más aceleradamente que aquellos ámbitos propiamente sociales o políticos. Han avanzado sobre el conocimiento de la naturaleza y, al mismo tiempo, se han apoderado de ella provocando una ruptura entre historia y ciencia. Las discusiones sobre el universo desde el siglo XVI, la idea del progreso en los siglos XVIII y XIX, y el racionalismo científico de los siglos XX y XXI que se presenta ya como la postmodernidad, no sólo provocan un distanciamiento colectivo sobre el mundo natural, sino que además ello deviene igualmente en un pesimismo respecto a las potenciales capacidades institucionales para conformar una mejor historia para todos. Tanto la continua emergencia de nuevos relatos (a veces sin historia) o de nuevos discursos (a veces poco fundamentados) complican las actitudes y compromisos de los jóvenes al sentirse atraídos por propuestas que en definitiva son de carácter económico sin precisar los alcances o los futuros “pagos” colectivos por las prestaciones del presente. Lo importante, por lo tanto, no es negar la existencia de crisis y menos aún las capacidades de los jóvenes para volver a tener proyectos históricos sólidos y fundamentados, sino insistir, a través de la experiencia histórica, que estamos en un mundo real, con una naturaleza real que no hay que soslayar, y con unas instituciones reales que no sólo hay que despreciar. Miradas más completas sobre el mundo en que vivimos, podrían permitir el redescubrimiento de la conciencia individual y social con disposición y fuerza para dar un nuevo salto histórico cualitativo. El presente ensayo, quizás no en el mismo orden de las temáticas enunciadas, pretende reflexionar sobre estas situaciones y, muy particularmente sobre las responsabilidades de los historiadores y los estudiantes de historia.


64 / H i s t o r i a 3 9 6 CONTEXTOS Y MIRADAS HISTÓRICAS E INTELECTUALES: LAS ANGUSTIAS DE LA HISTORIA

En los últimos tiempos, advierto un creciente cambio en las actitudes frente al futuro. Influidos por los acontecimientos del momento, el año 2000 parece ya muy lejano y desde allí para atrás la memoria histórica real se desvanece cada vez más fuertemente: la guerra fría; la competencia sin límites entre los Estados Unidos, la ex Unión Soviética y el entonces llamado peligro amarillo; las armas atómicas, la conflagración nuclear, todo aquello que vaticinaba la destrucción del planeta y el término de la civilización, si es que se conocen, aparecen como pertenecientes a otra época. En todo caso, habría que recordar que, en esas décadas, existía un paliativo: a nivel del inconsciente colectivo, la esperanza en un futuro que había que seguir tratando de construir; o volver a pensar en el eterno retorno, la vuelta a un nuevo ciclo de la historia que, aunque desconocido, podría dar nuevas luces a una humanidad desgastada por el tiempo y por sus propias acciones. Siempre recuerdo uno de los primeros libros de historia que cayó en mis manos y que aún conservo. La historia de la Humanidad, de Hendrick Willem Van Loon, cuya primera edición se remontaba hacia 19212. Y lo recuerdo a lo menos por tres razones: En la primera página, por una simple interrogación recordando a Alicia en el país de las maravillas, el libro de Lewis Carroll: ¿para qué sirve un libro sin cuadros?, dijo Alicia. Había que internarse en el tiempo y las imágenes e ilustraciones podían revitalizar el viaje. Es lo que pudiéramos y debiéramos hacer los historiadores y los estudiantes de historia en nuestros recorridos hacia el pasado. En segundo lugar, por una alusión simbólica del tiempo: “Muy al Norte, en la tierra llamada Svithjod, se yergue una roca. Tiene cientos de millas de ancho y otras tantas de altura. Una vez cada mil años llega un pajarito hasta ella para afilar su pico. Cuando a causa de eso la roca llegue a desgastarse enteramente habrá transcurrido nada más que un solo día de la eternidad”3.

2

3

Van Loon, Hendrick Willem, Historia de la Humanidad {1921}, Edición Ercilla, 3ª edic., Santiago, 1949. Ibid., p. 14.


LAS INCERTIDUMBRES DEL TIEMPO EN PRESENTE Y LA RECUPERACIÓN DE LA CONCIENCIA DE SER / Eduardo Cavieres F.

/ 65

Los historiadores y los estudiantes de historia, deberíamos siempre considerar que nuestra experiencia vital es mínima respecto a las longitudes reales del tiempo. Hay que desgastarse por proyectos mayores y no por simples deseos de pensar que en un instante del presente podemos cambiar todo. Por su epílogo o conclusión general. Al final del recorrido por la historia universal, una sola idea, con mayúscula: SIEMPRE SERA LO MISMO. Van Loon señalaba que: “Mientras más medito en el problema de la vida, más me convenzo de que debemos apelar a la Ironía y a la Caridad… son ambas buenas consejeras, la primera hace la vida agradable con sus sonrisas, la otra la santifica con sus lágrimas”4. Siempre será lo mismo. Los historiadores y los estudiantes de historia debemos esforzarnos por conocer lo más que podamos de la historia, entendiendo que nunca la conoceremos totalmente, y si no la conocemos, no está sólo en nuestra voluntad, sólo en nuestro estado de ánimo o sólo en lo que cada uno pensamos en cómo debiera ser, la capacidad para cambiarla. Hoy en día, la conciencia histórica se diluye en medio de incertidumbres, de nuevos cambios en las fuerzas de la historia, de las aspiraciones crecientes en demanda del consumo y de un individualismo exacerbado que niega las raíces del liberalismo y de la verdadera igualdad entre los miembros de una comunidad. Una igualdad más real sólo surge a partir de una imprescindible y necesaria relación de equilibrios entre los derechos y los deberes ciudadanos. Diría que, ocurriendo una desproporcionada fuerza de los derechos sobre los deberes, especialmente en los grupos más jóvenes de la sociedad, esta situación se ha venido plasmando como lo más post-moderno en lo que se ha venido planteando como postmodernismo. Un postmodernismo imaginario ya que no sólo no se ha dejado atrás la modernidad, sino tampoco la sociedad tradicional o de antiguo régimen. Su argumento es un racionalismo sin fundamentos: la aceptación total de que, si todo aparece, todo es de nuestro dominio, individual o de grupo. En consecuencia, todos los esfuerzos deben concentrarse en el dominio de las cosas, de las instituciones, hoy: no interesa el pasado, tampoco el futuro. En 1998, en una entrevista, Erick Hobsbawn señalaba que el postmodernismo era una moda, como casi todas las olas de discusiones intelectuales y agregaba: 4

Ibid, p.581.


66 / H i s t o r i a 3 9 6

“Celebro el esfuerzo crítico que hace el posmodernismo de desconstruir y de analizar la realidad, pero no me gusta la negación que hace de la objetividad en la investigación del mundo. Y sobre todo no me gusta, y estoy en contra, porque niega la capacidad de la comunicación intelectual del universalismo y, por ende, de la posibilidad de hacer cambios. Para el postmodernismo nunca ha habido verdaderos cambios. Yo sigo siendo un gran defensor de la Ilustración, en sus versiones liberales, capitalistas, comunistas, socialistas, etcétera, pues permite la posibilidad del análisis universal y global, que me parece importante intelectual y moralmente. Tal vez los programas de mejoramiento de la condición humana no son realizables, pero sin el programa de derechos iguales para todos no se logra nada”5. Negación de la objetividad, negación del pasado, negación de la historia. En estos términos, si generalizamos desde un punto de vista pesimista, es evidente que debemos pensar que estamos enfrentados a un cambio radical en el comportamiento social. En síntesis, se trataría de la superación definitiva del mito del eterno retorno, del volver a empezar, de las teorías de los tiempos cíclicos o en espiral. También, lo cual puede ser aún más trágico, el fin de la esperanza en el cambio, de la superación positiva de la historia en el futuro. Si ello es así, no responde a ideología ni a doctrina alguna. Simplemente es la aceptación de la indiferencia respecto al sentido de la vida histórica y de lo inmediatamente finito de cualquier existencia. El racionalismo, dentro del propio cristianismo, acepta que no tenemos por qué pensar que nuestro planeta permanecerá por siempre, que el Sol se regenerará eternamente, que el Universo no se modificará. Aceptamos, pero sin hacer nada en contrario, el problema del calentamiento global, pero, en todo caso, la vida sigue en presente y solucionando las urgencias del presente. Lo que se manifiesta como derechos ciudadanos, algunos evidentemente muy razonables, esconde la mayoría de las veces problemas profundos en las estructuras demográficas del mañana, especializaciones productivas forzadas y planificadas, un concepto de ciudadanos eficientes y disciplinados, y que cada vez, van opinando menos y menos. Se nos presentan miles de informaciones, pero no un mayor conocimiento de las cosas o de lo que realmente sucede. Podría pensarse en un retroceso histórico de un par de siglos que nos conduce a vivir realidades cotidianas

5

Swinburg, Daniel, Eric Hobsbawn: La historia es universal o no es, El Mercurio, Santiago 22 noviembre, 1998, E10 y ss.


LAS INCERTIDUMBRES DEL TIEMPO EN PRESENTE Y LA RECUPERACIÓN DE LA CONCIENCIA DE SER / Eduardo Cavieres F.

/ 67

que no causan sensibilidades o responsabilidades especiales sino aceptación y determinismo. Hoy día, indirectamente a través de la tecnología, existe una mal tratada y mal informada influencia del pensamiento científico, que es igualmente histórico y que nos permite llegar a los tiempos lejanos de un Pascal que, viviendo en los inicios del proceso de reducción matemática del mundo, todavía podía exclamar: “el silencio eterno de esos espacios infinitos… me aterra”6. Hoy son muchos los que han perdido el miedo y el respeto a las interrogantes mayores y ello se observa como otro mérito del postmodernismo. Aparecen estructuras de pensamiento que rápidamente se instalan sobre las existentes, nuevos manejos de codificaciones y decodificaciones, otros lenguajes. Los verdaderos sabios del siglo XX, y de lo que va corrido del s. XXI, se vuelven a pensar como nuevos alquimistas, constructores de un mundo mágico a su manera. Pero no debe olvidarse que estamos lejos de dominar la naturaleza. Se trata, sólo, de modelos de simulaciones y representaciones: el más mínimo microcosmo de un átomo es generalizable a la máxima dimensión del universo. Algo semejante a cuando vemos toda la historia de la humanidad a partir de nuestros propios intereses, de lo que nos gusta despreciando aquello que no nos gusta y según nuestros propios estados generacionales o de ánimo. El mundo soy yo, la historia soy yo. MIRANDO HACIA EL PASADO: ¿IGUALES PROBLEMAS BAJO DIFERENTES CIRCUNSTANCIAS?

En todo esto hay historia. Sólo tomo algunos ejemplos. A partir de la historia. El primero de ellos, la forma como Lucien Febvre pensó el siglo XVI a partir del problema de la incredulidad: “La historia es hija del tiempo. No lo digo en verdad, para rebajarla. También la filosofía es hija del tiempo. Incluso la física es hija de su tiempo: la de Langevín ya no es la de Galileo, que no es tampoco ya la de Aristóteles. ¿Hubo progreso de una a otra? Quiero creerlo. Por tanto, los historiadores debemos hablar sobre todo de adaptación al tiempo. Cada época se forja mentalmente su universo. No lo elabora únicamente con todos los materiales de que dispone, sino con todos los hechos (verdaderos o falsos) que heredó o que ha ido adquiriendo. Lo 6

Pascal, Blaise, Pensamientos {1670}, Ediciones Cátedra, Madrid, 1998, p. 201.


68 / H i s t o r i a 3 9 6

elabora con sus propias dotes, con su ingenio específico, sus cualidades, y sus inclinaciones, con todo lo que le distingue de las épocas anteriores”7. El siglo XVI, en particular, recoge el sentido de lo imposible, un mundo en que nada está estrictamente delimitado, de seres que por estar permanentemente cambiando sus fronteras, en un abrir y cerrar de ojos, cambian de formas, de aspecto, de dimensión. Las piedras se animan, los árboles se animan, los hombres se reaniman. El duende, caso típico, posee el don de la ubicuidad, rompe espacios y tiempos. Por lo demás, la propia sociedad se comporta de la misma manera. Una Francia sin límites precisos, rodeada de pueblos o aldeas bipartidas y hasta tripartidas, de propiedad incierta. En ese mundo, los científicos ya se habían puesto de pie. Avanzaban a otro ritmo, conformaban sus propios mundos. El mundo que todavía nosotros algo podemos entender. Colectivamente, aún nos sentimos cómodos con la ciencia del siglo XVI. Entendemos perfectamente la teoría heliocéntrica, aún nos maravillamos sentimentalmente con las estrellas, podemos usar perfectamente la fórmula utilizada para medir velocidad y podemos memorizar la velocidad de la luz calculada, también lo sabemos, exactamente el 22 de noviembre de 1673 por Olaus Romer8. A pesar de que en 1687, con la publicación de los principios de Newton el espacio prácticamente estalla a través de la astronomía, este espacio celeste todavía sigue al alcance de la imaginación humana. Pero, en general, socialmente, allí se quedó. Algo podemos hacer con ese conocimiento. Distinto es que nos hablen de los agujeros negros o del bolsón de Higgins. Simplemente nos perdemos. Acepto que entender estas teorías es de suyo complejo y por ello podemos simplificar la situación. En 1995, Jacques Derrida, fallecido en 2004, expresaba que: “diría que jamás en la historia de la humanidad existió más distancia que hoy entre la capacidad manipuladora y el saber. Hoy muy poca gente es capaz de explicar a sus hijos cómo funciona aquello de lo cual vivimos cotidianamente: el fax (ya no existe), la televisión, el computador, el teléfono, el satélite, pero nos servimos de ellos corrientemente. Este distancia-

7

8

Febvre, Lucien, El problema de la incredulidad en el s. XVI. La religión de Rabelais, {1942}, UTHEA, México 1959, pp. 1-2. Chaunu, Pierre, El pronóstico del futuro {1978}, Herder, Barcelona, 1982, p.215.


LAS INCERTIDUMBRES DEL TIEMPO EN PRESENTE Y LA RECUPERACIÓN DE LA CONCIENCIA DE SER / Eduardo Cavieres F.

/ 69

miento no solamente produce confusión, sino que produce reacciones de desenraizamiento, de desarraigo…”9. De los desarraigos anunciados por Derrida, podemos pensar que el mayor es el desarraigo histórico, el desconocimiento de la historia acontecida o de la interpretación libre o aceptación sin cuestionamientos de la historia de la generación anterior. No es nuestra historia, no estuve allí, no me interesa discutirla. Queremos ser individuos o personas del s. XXI, sin embargo, olvidamos, porque no nos damos cuenta o no queremos hacer el esfuerzo que en el fondo, tanto en las ciencias como en las sociedades, la mayoría de las explicaciones finales tratan de representación del universo, del mundo, de la historia. Lógicas, pero sólo representaciones. Otro momento. El siglo XIX. La enormidad de la naturaleza es abrumadora. Recordemos a Víctor Hugo: Mirad la tierra. El hombre está sobre ella, el misterio está dentro. En palabras de Víctor Hugo: “No hay que imaginar que el infinito pueda pesar sobre el cerebro del hombre sin imprimirse en él. Entre el creyente y al ateo no hay otra diferencia que la que existe entre la impresión en relieve y la impresión hueca. El ateo cree más de lo que se imagina. Negar, en el fondo, es una forma irritada de la afirmación. La brecha prueba el muro. En todo caso, negar no es destruir. Las brechas que el ateísmo abre en el infinito parecen las heridas que una bomba pudiera hacer al mar. Todo se vuelve a cerrar y continúa. Lo inmanente persiste”10. La negación, la crítica, el método, la razón, todos quienes se fundamentaron en ellas, tuvieron sus propios grandes éxitos: al lado de los hechos políticos y militares más relevantes, seguiría siendo impresionante hacer el listado de extraordinarios descubrimientos e invenciones científicas y tecnológicas en iguales períodos de tiempo. Recuerdo que cuando le preguntaron a Georges Duby cómo podía sintetizar la historia de la primera mitad del siglo XX en aquello que pudiese considerar como el de más persistente fuerza en el tiempo y de la mayor importancia, no dudó en responder que como consecuencia de todo

9

10

Zerán, Faride, “Derrida y el tiempo de la confusión”, Rocinante, N°73, Santiago, noviembre 2004, pp. 4-6. Hugo, Víctor, Los Miserables, Edición Cía. General de Ediciones, México, 1960, Preludio Filosófico, p. 37.


70 / H i s t o r i a 3 9 6

aquello, la síntesis se centraba en el aumento radical de las esperanzas de vida: más tiempo para vivir. Tiempo. ¿Cuánto tiempo necesitará la ciencia o la tecnología más desarrollada de la actualidad para convertirse en historia? ¿Para ser parte de las estructuras mentales colectivas de la sociedad? ¿Para que podamos no sólo conocerla, sino también comprenderla? ¿Cuándo podríamos comenzar a conversar en términos cotidianos o coloquiales sobre las teorías de Stefan Hawkins? Paradójica o asombrosamente, preocupa y sabemos más de sus condiciones corporales que de su pensamiento y preocupaciones. Como a todo nivel, interesa más el cuerpo que la mente. Problema del tiempo. En el más profundo significado de la historia nos relaciona estrechamente con la física. Los físicos son también filósofos. Para los historiadores, la filosofía de la historia debe seguir siendo importante. Allí se establecen una serie de puentes: ¿Por qué las ciencias físicas y matemáticas se observan distanciadamente de las ciencias biológicas y químicas? Quizás, porque a diferencia del siglo XIX, aunque el hombre siga en la tierra, el misterio ya no está dentro de ella y ha vuelto a estar afuera. Y si está afuera, ello incide nuevamente en el tiempo y en el espacio, las coordenadas de la historia por excelencia. ¿Es posible poder entendernos en los conceptos históricos y físicos sobre tiempo y espacio? Es indudable que llegará el momento en que tendremos que apropiarnos de un cierto lenguaje matemático común ¿Será otra historia? ¿Quiénes participarán de esa historia? Por el momento, quedémonos con nuestra propia historia y nuestros propios tiempos. Siempre creemos que estamos frente a momentos y circunstancias que nos invitan a cambiar nuestras experiencias sociales e institucionales de una vez, de manejar la historia según sean nuestros legítimos, y a veces no tan legítimos, intereses. Al final, y debemos ser sinceros, seguimos recorriendo parte de los mismos empedrados que recorrieron nuestros padres. Ello, aun cuando no queramos reconocerlo. Cada generación piensa que es su momento. Y está bien que así lo piense. Y, a veces se tiene éxito. Pero, el éxito necesita de moderación, de convicciones reales, especialmente de mucho esfuerzo. Definitivamente, nada es gratis ni en la vida personal, ni en la vida social y menos en la historia. Nada se sostiene sólo con la gratuidad. Y los ejemplos en contrario no sólo son numerosos, sino también suelen ser dramáticos en sus desarrollos. La generación de alemanes que confiaron en las promesas de Hitler, aun cuando se sintió victoriosa por algunos pocos años, pagó muy caro sus livianos sueños en que sólo bastaba seguir al líder para ser por siempre felices.


LAS INCERTIDUMBRES DEL TIEMPO EN PRESENTE Y LA RECUPERACIÓN DE LA CONCIENCIA DE SER / Eduardo Cavieres F.

/ 71

Hoy vuelven a presentarse numerosas ofertas, pero cuando menos ofrezcan certidumbres sobre un futuro cercano, ellas deben ser menos creíbles. FRENTE A LAS AFIRMACIONES DEL PRESENTE Y A LO IMPREVISIBLE DEL FUTURO

La afirmación del presente, junto a la negación del pasado, o de una selección muy ajustada de lo que no nos gusta de éste para con esos hechos elaborar toda una memoria social, se une a una prescindencia del futuro. Ello, aun cuando el porvenir es sin duda menos previsible que antes. Esta es una afirmación de Marc Augé, quien nos señala que antes los hombres eran capaces de imaginar su futuro incluso al precio del error… del error moral, por exceso de optimismo, y el error intelectual, por incapacidad de concebir la complejidad… Precisa: “En la actualidad, estamos aprendiendo a cambiar el mundo antes de imaginarlo. Nos estamos convirtiendo a una suerte de existencialismo pragmático… Ese nuevo régimen que se instala poco a poco, pero inexorablemente, influye en la vida social al punto de hacernos dudar de la realidad. La democracia y la afirmación individual recorren caminos inéditos tan vertiginosos que nuestras sociedades a veces ni siquiera tienen tiempo de percibirlos. La catástrofe sería que comprendieran demasiado tarde que, si lo real se ha transformado en ficción, ya no hay más espacio posible para la ficción, ni para la imaginación. La buena noticia es que de esto precisamente podría nacer la fe en el porvenir. Pero, para conseguirlo, debemos apropiarnos primero de nuestro futuro”11. Sobre los problemas de la confusión del presente y de la falta de comprensión del acontecer histórico, me he referido constantemente a través de la última década. Y lo he hecho fundamentalmente a partir de lo más lamentable que le puede ocurrir a una sociedad y a una generación: el que la historia pase por ellas sin que se den cuenta de lo que ha venido sucediendo o pensando que todo lo estaban haciendo bien. Una vez más recuerdo un libro que pienso como uno de mis favoritos. El mundo que hemos perdido, explorado de nuevo, del historiador inglés Peter Laslett, cuya primera edición es de 1965, pero que tiene fuerza como para extender el problema central hasta nuestros

11

Corradini, Luisa, El porvenir es menos previsible que antes, Entrevista con Marc Augé. La Nación, Buenos Aires 22 de mayo 2015, pp. 4 y ss.


72 / H i s t o r i a 3 9 6

propios días. Siempre estamos dejando atrás parte del mundo conocido hasta que éste termina por desvanecerse casi por completo. He insistido en una diferencia fundamental: el que nos demos cuenta, o no, de lo que va sucediendo. Que venga el cambio, pero que sepamos de qué se trata el cambio. No es fácil despertarse un día y encontrarse con una realidad desconocida, no deseada y en un mundo ajeno. En medio de las dificultades, de las permanentes crisis, de las frustraciones y de las expectativas no cumplidas, la historia es y debe ser optimista por naturaleza. Siempre encontramos tiempos que nos permiten redefinir nuestras acciones. El mismo Laslett escribía que: “puesto que solo podemos comprender apropiadamente a nosotros y a nuestro mundo, aquí y ahora, si tenemos algo con lo cual contrastarlos, los historiadores deben proporcionar tal cosa. Es verdad que la gente, las naciones y las culturas varían en la medida en que desean comprenderse a sí mismas en el tiempo de este modo, pero afirmar que ha habido alguna vez y en alguna parte una generación sin ningún sentido de la historia es ir demasiado lejos”12. ¡Ustedes, jóvenes, representan una generación a la cual corresponde volver a pensar y reeditar el sentido de la historia! ¿Desde dónde? Fundamentalmente desde el mundo académico. Pero también en este mundo particular, en la Universidad, tenemos grandes desafíos. Chris Patten, actual Rector de la Universidad de Oxford, recientemente ha llamado la atención sobre que la libertad de expresión y la confrontación de ideas, base de la erudición, empiezan a verse limitadas en el mundo universitario. “El papel de la universidad es promover la confrontación de ideas, evaluar los resultados de la investigación con otros académicos e impartir nuevos conocimientos a los alumnos. La libertad de expresión resulta entonces fundamental, ya que permite conservar un sentido de humanidad común y mantener la tolerancia mutua y la comprensión que apuntalan cualquier sociedad libre. Eso, por supuesto, lleva a que las universidades sean peligrosas para los Gobiernos autoritarios, que buscan contener su capacidad de proponer preguntas difíciles e intentar responderlas” El problema va más allá. El mismo Patten advierte que:

12

Laslett, Peter, El Mundo que hemos perdido, explorado de nuevo {1965}, Alianza, Madrid, 1987, p. 310.


LAS INCERTIDUMBRES DEL TIEMPO EN PRESENTE Y LA RECUPERACIÓN DE LA CONCIENCIA DE SER / Eduardo Cavieres F.

/ 73

“En Estados Unidos y Reino Unido, algunos alumnos y docentes están intentando limitar las discusiones y el debate. Sostienen que no se debe exponer a la gente a ideas con las que está en fuerte desacuerdo. Además, afirman que se debe reescribir la historia para eliminar los nombres (aunque no el legado) de quienes no cumplen las reglas de la corrección política”13. Por todas partes, la educación y las relaciones cívicas han perdido su espíritu crítico. Conviene al sistema, a los gobiernos, al mercado, que así sea. No hay recuperación de la educación, menos en el caso de la educación pública, sin espíritu crítico. Ustedes van a ser profesores: es vuestra responsabilidad volver a hacer de la educación un ámbito de formación de personas y no solo de capacitación instrumental o económica de producción medible en términos estandarizados. Ustedes van a ser historiadores: es vuestra responsabilidad la revalorización de vuestras propias individualidades para poder conformar comunidades de iguales: volver a apreciar profundamente la vida y el tiempo de nuestra experiencia humana; volver a descubrir el sentido de las cosas, nuestras relaciones con el pasado y nuestras proyecciones hacia el futuro. En suma, volver a mirar la naturaleza y la sociedad, ser parte de las mismas, hacerse cargo de la conciencia de cada cual para saber en qué espacio y en qué tiempo transcurre la historia, SU historia. Jóvenes: recuerden que hay un momento para todo y un tiempo para cada acción: Un tiempo para tirar piedras, y un tiempo para recogerlas; Un tiempo para buscar, y un tiempo para perder, Un tiempo para guardar, y un tiempo para tirar; Un tiempo para callar, y un tiempo para hablar; Un tiempo para amar, y un tiempo para odiar; Un tiempo para la guerra, y un tiempo para la paz14. Al finalizar, una vez más, hago mías las palabras que en 1941 Lucien Febvre dirigiera a un grupo de alumnos de estudios superiores: “Me gusta la historia. No sería historiador si no me gustara.

13 14

Patten, Chris, El colapso de la mente académica; Ideas. El País, 6 de marzo del 2016, p. 10. De Eclesiastes, 3-5, 6,7 y 8.


74 / H i s t o r i a 3 9 6

Cuando el oficio que se ha elegido es un oficio intelectivo resulta abominable dividir la vida en dos partes, una dedicada al oficio que se desempeña sin amor y la otra reservada a la satisfacción de necesidades profundas. Me gusta la historia y por eso estoy contento al hablaros hoy de lo que me gusta”15.

BIBLIOGRAFÍA Biblia, De Eclesiastes, 3-5, 6, 7 y 8. Corradini, Luisa, El porvenir es menos previsible que antes, Entrevista con Marc Augé. La Nación, Buenos Aires, 22 de mayo 2015. Chaunu, Pierre, El pronóstico del futuro {1978}, Herder, Barcelona, 1982. Febvre, Lucien, Combates por la historia {1953}, Ariel, Barcelona 1970. Febvre, Lucien, El problema de la incredulidad en el s. XVI. La religión de Rabelais, {1942}, UTHEA, México, 1959. Hugo, Víctor, Los Miserables, Edición Cía. General de Ediciones, México 1960, Preludio Filosófico. Laslett, Peter, El Mundo que hemos perdido, explorado de nuevo {1965}, Alianza, Madrid, 1987. Pascal, Blaise, Pensamientos {1670}, Ediciones Cátedra, Madrid, 1998. Patten, Chris, El colapso de la mente académica; Ideas. El País, 6 de marzo del 2016. Swinburg, Daniel, Eric Hobsbawn: La historia es universal o no es, El Mercurio, Santiago 22 noviembre 1998. Van Loon, Hendrick Willem, Historia de la Humanidad {1921}, Edición Ercilla, 3ª edic., Santiago, 1949. Zerán, Faride, “Derrida y el tiempo de la confusión”, Rocinante, N°73, Santiago, noviembre 2004.

Recibida 26 de abril de 2016 Revisada por el autor el 25 de mayo de 2016

15

Febvre, Lucien, Combates por la historia {1953}, Ariel, Barcelona 1970, p. 37.


/ 75 HISTORIA 396 ISSN 0719-0719 Nº 1 - 2016 [75-110]

EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA1 THE IDEOLOGICAL AND POLITICAL TURN OF THE CONSERVATIVE PARTY AT THE BEGINNING OF THE THIRTY YEARS

Luis Corvalán Márquez Universidad de Valparaíso, Chile lcorvala@hotmail.com

Resumen El presente artículo intenta argumentar la tesis según la cual luego de la caída de la dictadura de Ibáñez, en el Partido Conservador culminó una transición política e ideológica que avanzó desde el liberalismo práctico que la colectividad profesaba desde fines del siglo XIX con el propósito de defender a la Iglesia, a un autoritarismo antiliberal argumentado en base a esquemas de cuño tradicionalista. Tal transformación se debería a los considerables cambios históricos verificados en el país, entre ellos, la irrupción de las clases medias y obreras a las que, en base a la Doctrina Social de la Iglesia, el Partido no pudo cooptar, clases a las que, por lo mismo, la colectividad terminó sintiendo como una amenaza que había que controlar. En esta línea, el artículo, después de trazar la trayectoria histórica del partido, se centra en el análisis del discurso que pronunciara su presidente, Héctor Rodríguez de la Sotta, en la XI Convención Nacional de la colectividad, discurso que parece rematar la señalada evolución. Palabras clave: liberalismo, autoritarismo, tradicionalismo, evolución política e ideológica.

1

Este artículo es parte el proyecto de investigación Nº 19-2011, patrocinado por la Dirección de Investigaciones de la Universidad de Valparaíso.


76 / H i s t o r i a 3 9 6

Abstract The present paper attempts to argue in favor the thesis that the Conservative Party, after the Ibáñez dictatorship, culminated a political and ideological transition which moved from a practical liberalism, –that the Party was professed from the second part of the XIX century with the purpose to defend the Church–, to an authoritarian anti liberalism, based on a traditionalist framework. This transformation was consequence of the considerable historical changes that happened in the country, among them, the irruptions of working and middle class, based on the Social Church doctrine, which could not be coopted by Conservative Party. Hence, the party began to see in the mentioned classes a threat that it was necessary to control. In this line, the article –after to describe the historical trajectory of the Party– analyzes the speech pronounced by Héctor Rodríguez de la Sotta in the XI General Conservative Convention, which seems it culminated the mentioned ideological and politic evolution. Keywords: liberalism; authoritarianism; traditionalism; ideological and politic evolution.

INTRODUCCIÖN

La hipótesis que pretendemos argumentar mediante este trabajo sostiene que luego de la caída de Ibáñez, –y en el marco de la inestabilidad política que entonces adviniera–, en el Partido Conservador culminó lo que podríamos denominar como cierta crisis política e ideológica, la cual registra algunas manifestaciones previas. Dicha crisis consistió en un autocuestionamiento, por amplios sectores de la colectividad, a la histórica adscripción que ella había hecho a aquel liberalismo práctico que asumiera desde la segunda mitad del siglo XIX en adelante. Ese liberalismo había sido implementado por el partido con el fin de debilitar al Poder Ejecutivo, entonces en manos del sector laico de la oligarquía, el que se hallaba empeñado en la laicización de las instituciones y en la correlativa disminución del poder de la Iglesia. El mencionado autocuestionamiento, –que ocurrió sobre todo desde la tercera década del siglo XX en adelante–,


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 77

respondió a las nuevas realidades sociales y políticas del país, y se tradujo en cierta redefinición ideológica y política del partido la que, asumiendo claras definiciones antiliberales, encontró su expresión más acabada en su XI Convención Nacional, celebrada en septiembre de 1932. Más particularmente, en las ideas que allí expresara su máximo líder, Héctor Rodríguez de la Sota. Los planteamientos antiliberales que éste entonces expusiera, conllevaron un giro hacia la postulación de un Estado fuerte, lo que incluía un correlativo desconocimiento de los derechos políticos de las clases subalternas, concebidas ahora como amenazas. Una de las cuestiones más notables del caso consistió en la fundamentación doctrinal que para tales efectos utilizó el discurso de Rodríguez. Esa fundamentación estuvo basada en un doctrinarismo de cuño tradicionalista que incluía explícitas críticas de fondo al régimen liberal. El objetivo del presente artículo consiste en argumentar la mencionada tesis. Para tales efectos, en primer lugar debemos explicitar qué entenderemos por “liberalismo práctico”, el cual habría sido asumido por el Partido Conservador desde sus orígenes formales. No abordaremos el punto haciendo consideraciones teóricas. Ello por dos razones. Una, porque por su latitud, un enfoque tal requeriría un artículo aparte cuyo abordaje nos apartaría de los propósitos que ahora nos ocupan. Y la otra, debido a que para los objetivos de este artículo, consideraciones de esa índole a nuestro juicio son prescindibles, a pesar de la relevancia que tienen en otro contexto. En virtud de lo dicho es que optamos por precisar lo que entenderemos por “liberalismo práctico” valiéndonos de un procedimiento más bien descriptivo. En esa línea parece pertinente hacer mención a la tesis de Julio Heisse, que sostiene que a partir de los años sesenta del siglo XIX, “el conservadurismo chileno –desde la oposición– representó al liberalismo político con mucha más combatividad que el Partido Liberal desde el gobierno”2. Como se ve, Heisse nos dice que, durante las fechas indicadas, el Partido Conservador, en el plano político, se comportó como liberal, y de una manera mucho más combativa que los propios liberales, que entonces estaban en el control del Ejecutivo. Ciertamente los conservadores no compartían con aquellos sus bases filosóficas, racionalistas y laicas. Lo relevante radica en que, no obstante, en su conducta político práctica asumieron los planteamientos políticos que los liberales deducían de esas bases. Es precisamente en esto que consistió su liberalismo práctico.

2

Heise, Julio, El periodo parlamentario1861-1925. Tomo II. Santiago, Ed. Universitaria, 1982, p.314.


78 / H i s t o r i a 3 9 6

A la fecha, ¿cuáles eran esas conductas políticas configuradoras del liberalismo práctico de los conservadores? En primer lugar un fuerte rechazo al autoritarismo del Poder Ejecutivo. Esto tenía uno de sus aspectos fundamentales en el rechazo a la llamada “intervención electoral,” rechazo que era una forma de reivindicar elecciones libres, es decir, no manipuladas por los gobiernos, los que a la fecha se valían de dicha intervención a los fines de controlar el Congreso. Por tanto, en segundo lugar, los conservadores, en la práctica, asumían la tesis liberal sobre la independencia de los poderes públicos y, junto con ello, el carácter efectivamente representativo que debía tener el Parlamento respecto del cuerpo electoral. Análogo predicamento defendían respecto del propio Ejecutivo. En consecuencia, rechazaban las sucesiones presidenciales que invariablemente recaían en el hombre de confianza del mandatario saliente, el que, en el fondo, era el verdadero elector, valiéndose a los efectos de la maquinaria electoral oficial. Junto con lo anterior los conservadores reivindicaron la libertad de asociación (y de enseñanza), a las que, –como los liberales en relación a la primera–, conceptuaron como derechos naturales que el Estado debía garantizar. Súmese la pretensión de achicar el Estado y de debilitar a los gobiernos, en función de lo cual visualizaban las ya mencionadas elecciones libres, así como también la promulgación de leyes de incompatibilidades, la autonomía de los municipios y la descentralización administrativa. Todo, se decía, en función de garantizar las libertades individuales. ¿No eran acaso estas las reivindicaciones que levantaran los liberales desde el comienzo de los decenios? Sólo que cuando llegaron a los gobiernos durante los sesenta se olvidaron de las mismas asumiendo, a juicio de los conservadores, las posturas autoritarias que antes dijeron combatir. En estas condiciones dichas reivindicaciones liberales, pasaron a ser defendidas por el Partido Conservador. Es cierto que con el fin de proteger a la Iglesia, entonces amenazada por un Ejecutivo omnímodo que la colectividad consideró necesario debilitar, valiéndose precisamente de planteamientos y prácticas fácticamente liberales. Lo dicho es lo que queremos significar cuando decimos que el Partido Conservador en sus comienzos asumió un “liberalismo práctico.” Agreguemos que fue este liberalismo el que mucho más tarde (bien avanzado el siglo XX) la colectividad decidió desechar en la medida en que ya no le era útil, cuestión que sucedió cuando surgían a la vida nacional nuevos estratos, que el partido no pudiera cooptar mediante la Doctrina Social de la Iglesia que asumiera post 1891. Tales estratos eran las clases medias y obreras, las que –sobre todo estas últimas–, fueron encandiladas con la idea de “revolución social”. Para enfrentar


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 79

esas amenazas y otras, que no existían durante el siglo XIX, es que el Partido Conservador tendrá que hacer un giro ideológico y político hacia el autoritarismo que antes combatió, precisamente mediante su “liberalismo práctico,” ahora en crisis e inútil para garantizar los intereses del sector más tradicional (terrateniente y católico) de la oligarquía que él representaba. Precisado ya qué entenderemos por “liberalismo práctico” del Partido Conservador, debemos ahora pasar a argumentar nuestra hipótesis. Con tales propósitos procederemos a dividir la exposición que sigue en dos partes. En la primera intentaremos perfilar algunos aspectos de la historia del Partido Conservador, –fundamentalmente en lo que se refiere a sus prácticas de corte liberal–, con su posterior adscripción a la Rerum Novarum, sus planteamientos frente a la emergencia de las clases medias y obreras, y luego frente a la crisis de la dominación oligárquica y a la dictadura de Ibáñez. En la segunda parte procederemos a analizar el discurso que Héctor Rodríguez de la Sotta pronunciara en la XI Convención general del partido, visualizando cómo a través de ella la colectividad terminó por echar por la borda el liberalismo práctico que antes, en un contexto histórico distinto, asumiera. ALGUNOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS: LA TRADICIÓN DESCENTRALIZADORA

No existen muchos estudios sobre la historia del Partido Conservador chileno. En cambio, sí los hay sobre las ideas conservadoras, lo que, por cierto, no es lo mismo. Entre estos últimos el texto más importante es el de Renato Cristi y Carlos Ruiz, El pensamiento conservador en Chile. En esta obra los mencionados autores estudian distintas corrientes del pensamiento conservador chileno, sobre todo antiliberal (nacionalistas y corporativistas), predominantemente en la forma en que esas ideas fueran profesadas por distintos autores (Edwards, Encina, Eyzaguirre, Góngora). No es ese nuestro tema, ciertamente, el cual se centra en la historia del Partido Conservador propiamente dicho. Sobre el punto destaca el libro de Teresa Pereira, –El Partido Conservador, 19301965. Ideas, figuras y actitudes– texto que resulta interesante no sólo en virtud de que presenta una visión de conjunto de este partido, –de hecho entre sus orígenes y 1965, año que preludia su disolución final–, sino también en razón a que está escrito desde una sensibilidad propiamente conservadora. Pereira sostiene que el conservadurismo chileno nació republicano, recibiendo esta definición como un legado de la independencia, lo que –agrega– lo “diferencia de los movimientos conservadores europeos que son monárquicos”3. 3

Pereira, Teresa, El Partido Conservador, 1930-1965. Ideas, figuras y actitudes. Santiago, Funda-


80 / H i s t o r i a 3 9 6

En cuanto a la identidad ideológica y política del Partido, Pereira sostiene que aparte de su desconfianza respecto todo tipo de teorías y racionalismos abstractos, su elemento central estaría constituido por la idea de orden, la que, sin embargo, no excluiría la de libertad. Bernardino Bravo, desde la misma sensibilidad, coincide con lo dicho, a lo que agrega la idea de tradición4, cuyo culto, junto a la idea de jerarquía, sería inseparable de la identidad conservadora. A lo que, por nuestra parte, agregaríamos la vinculación de esa identidad con la religión, lo que equivale a decir con la Iglesia Católica. También se dispone de historias del Partido Conservador bastante antiguas, más o menos apologéticas, escritas por militantes suyos, que adicionalmente suelen reunir información sobre las diferentes convenciones de la colectividad, cuyos documentos a veces reproducen. Tales son los casos de los Iibros de Juan Díaz Salas, Bosquejo Histórico del Partido Conservador, editado en 1935, y la compilación de documentos de la colectividad que hiciera Ignacio Arteaga Undurraga, que titulara, El Partido Conservador, XIV Convención 1947. Notas históricas, 1923-1947. Ambos libros, aparte de su carácter apologético, hasta cierto punto, por la fecha en que fueran escritos como por los documentos que reproducen, podrían ser considerados como fuentes primarias. LOS ORÍGENES HISTÓRICOS DEL PARTIDO CONSERVADOR CHILENO

En cuanto a sus orígenes históricos hay que decir que, más allá de su filiación con el bando pelucón generado luego de la independencia, –y también con el partido del orden vinculado al régimen portaliano–, el Partido Conservador chileno se constituyó como tal en 1857. Tal cosa ocurrió como producto de la división que se produjera dentro de las filas de los que apoyaban al gobierno de Manuel Montt (el “partido del orden”), cuestión verificada luego del conflicto que en 1856 enfrentara a la Iglesia y el gobierno (la llamada “cuestión del sacristán”). Los conservadores fueron aquel sector que, en ese conflicto, se pusiera del lado de la Iglesia. Aquél otro sector, que se abanderizara con el gobierno, conformó el Partido Nacional, o Monttvarista, caracterizado por su apego a la tradición portaleana de corte autoritario, que el Partido Conservador parecía abandonar, al menos en lo que se refiere a sus aspectos más autoritarios. Como producto de esas diferencias, el Partido Conservador salió del gobierno

4

ción Mario Góngora, 1994, p.21. Bravo Lira, Bernardino, Gobiernos, conservadores y proyectos nacionales en Chile”. Manuel Loyola y Sergio Grez (compiladores). Los proyectos nacionales en el pensamiento político y social chileno del siglo XIX. Santiago. Ediciones UCSH. 2002. p.41.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 81

y devino en oposición a Montt. La orientación fundamental que desde entonces siguió consistió en esforzarse por disminuir el poder del Ejecutivo. Ello a los efectos de impedir que este utilizara su enorme influjo en contra de la Iglesia. En dicha tarea antiautoritaria el Partido Conservador confluyó con los liberales, los que igualmente eran contrarios al poder fuerte de los gobiernos, aunque por consideraciones distintas. Se configuró así la fusión liberal conservadora. Esta pronto debió encarar el tema de la sucesión de Montt, la que debía materializarse en la persona de Antonio Varas, a la que conservadores y liberales se opusieron. En tal conflicto la fusión se alió con las provincias, todo lo cual desembocó en la guerra civil de 1859, en la que triunfó el gobierno. Este, sin embargo, –siempre en torno al problema de la sucesión de Montt–, al año siguiente optó por llegar a un acuerdo con los vencidos, renunciando a la candidatura de Varas y apoyando a un candidato de consenso, que fue José Joaquín Pérez, caracterizado por su talante conciliador, pese a ser miembro del Partido Nacional. Inicialmente Pérez gobernó con esta colectividad, pero luego optó por formar un gabinete con miembros de la fusión. De tal modo, el Partido Conservador se reintegró al gobierno. Los gobiernos de la fusión liberal conservadora estuvieron, sin embargo, marcados por fuertes tensiones entre sus componente. Tal cosa por cuanto los liberales propendían a la laicización de las instituciones, mientras que los conservadores defendían la mantención de su control por la Iglesia. Esas tensiones finalmente estallaron en 1873 a propósito del tema educacional. Abdón Cifuentes, líder conservador, ministro de culto e instrucción pública, debió entonces renunciar al cargo a propósito de la llamada cuestión de los exámenes libres, que había dado lugar a una serie de escándalos en colegios particulares. Luego de la salida de los conservadores del ministerio, se conformaron los gobiernos de Alianza Liberal, cuyo eje eran los partidos Liberal y Radical. En estas circunstancias, ya de nuevo en la oposición, el Partido Conservador, por las mismas razones antes indicadas, insistió en debilitar al Ejecutivo. A tales efectos reforzó una serie de planteamientos que eran propios de las concepciones liberales: garantías individuales, defensa de las minorías, autonomía de las municipalidades respecto del poder central, libertad de sufragio, voto acumulativo, incompatibilidades parlamentarias, (indispensables para que el Congreso no siguiera siendo un apéndice del Poder Ejecutivo), descentralización administrativa, libertad de la Iglesia respecto del Patronato, etc.


82 / H i s t o r i a 3 9 6 LA CONVENCIÓN DE 1878

En 1878 se celebró la primera Convención del Partido Conservador. La coyuntura en la cual se verificó estuvo constituida por la cercanía de las elecciones parlamentarias donde se discutirían una serie de reformas al orden político, que eventualmente afectarían a la Iglesia. En tales circunstancias, como lo señala un historiador de la colectividad, el Partido Conservador, –“cuyas doctrinas estaban hasta entonces consagradas solamente por la tradición–, comprendió que era llegado el momento de redactar un programa escrito que precisara los principios que sus hombres habrían de defender en las luchas doctrinales que se aproximaban,”5 principios que, como hemos dicho, eran contrarios al autoritarismo del Ejecutivo y favorables a aquellas libertades que de hecho la colectividad había venido postulando desde fines de la década de los cincuenta. La Convención fue presidida por el jefe del partido, Domingo Fernández Concha, y tuvo lugar en Santiago entre los días 22, 23 y 24 de diciembre. Hay que subrayar, entre paréntesis, que cuando en el evento la colectividad decidiera poner por escrito sus demandas de libertad, dijo no renegar con ello de su pasado pelucón portaliano. Tal cosa en la medida en que esas demandas -de hecho liberales- se habrían vuelto necesarias precisamente debido a que “el régimen de orden (en cuya creación la colectividad había participado) estaba afianzado”. Era, pues, “sobre su ancha y sólida base” que se hacía necesario “afianzar ahora el régimen de una más amplia libertad política”6, sostuvieron los líderes conservadores. Después de los correspondientes debates, las conclusiones de la Convención de 1878 contemplaron los siguientes puntos principales: a.

Luchar por la descentralización administrativa y por la correspondiente autonomía de las municipalidades, para las cuales se pidió atribuciones suficientes (para que manejaran) por sí mismas sus propios intereses “con entera independencia del gobierno.”7

b.

Libertad de la Iglesia. Al respecto la Convención acordó trabajar “por la

5

6 7

Díaz Salas, Juan, Bosquejo Histórico del Partido Conservador. Presentado a la Convención Nacional de la Juventud Conservadora. 1935, p.23. Ibíd., p. 24. Ibíd., p.29.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 83

derogación de las disposiciones constitucionales que establecían el patronato del Estado”8 sobre la institución eclesiástica. c.

Luchar por la rebaja de impuestos y por la disminución del personal estatal a fin de ahorrar recursos fiscales.

d.

Defender la libertad electoral “considerando que ésta era la base del régimen constitucional”. Dentro de tal lógica, la convención postuló la necesidad de “reformar (…) la ley de elecciones en el sentido de dar la más amplia y completa libertad, manteniendo la base de los mayores contribuyentes”9.

e.

El establecimiento de las incompatibilidades parlamentarias, lo cual implicaba “que los cargos de Diputado y de Senador” debían ser “absolutamente incompatibles con la función de empleados de la administración y con la de los jueces (…)”10.

f.

Defender la libertad de enseñanza y de asociación. “La libertad de enseñanza en una república cristiana –sostuvo la Convención– es a la vez (…) un derecho natural (…); un derecho político, consecuencia lógica y complemento indispensable de las otras libertades públicas; un derecho literario que corresponde a la libertad de la inteligencia y de las letras,”11 razón por la cual –dijo la Convención– el Estado no podía monopolizarla.

En resumen, la Primera Convención General de la colectividad, a través de las medidas descritas, asumió la tarea de debilitar al Ejecutivo. Según Ignacio Arteaga, se podría decir que “la Convención de 1878 (…) programó y estatuyó al Partido Conservador de Chile”.12 En ella adquirieron nuevos bríos las ideas de la colectividad favorables al debilitamiento del poder Ejecutivo, cuya otra cara era el reforzamiento de las libertades políticas. De allí que Arteaga sostenga que de la Gran Convención de 1878 el Partido Conservador “salió aferrado a todas las libertades públicas”13. “El Independiente”, diario del Partido, refiriéndose al tema sostuvo que “(…) el programa adoptado por la Convención conservadora de 1878 es, en el detalle y

8 9 10 11 12

13

Ibíd., p. 30. Ibíd., p. 32. Ibíd. Ibíd., p.27. Arteaga Undurraga, Ignacio (compilador), El Partido Conservador, XIV Convención 1947. Notas históricas, 1923-1947. Santiago, Imprenta Chile, 1947, p. 203. Ibíd., p. 202.


84 / H i s t o r i a 3 9 6

en el conjunto de sus artículos, sin duda (…) el más avanzado que haya servido de bandera a un partido chileno.” En ese programa –agregó– “caben todas las reformas y todas las libertades que exige la justicia, la paz, el progreso y la conveniencia pública”. “Habría podido ser suscrito por Stuart Mill, Gladstone, Jules Simon y Laboulaye,” añadió14. A la luz de lo expuesto, se puede sostener que Ana María Stuven no anda descaminada cuando señala que el conservadurismo en Chile encarnaba “una actitud (que se ubicaba) al interior del mismo universo de ideas de los liberales”. Más aún, para esta autora, los conservadores chilenos de la época eran liberales con valores sociales más conservadores”15. Julio Heisse, por su parte, –como viéramos arriba– afirma que luego de los años sesenta del siglo XIX, “el conservadurismo chileno –desde la oposición– representó al liberalismo político con mucha más combatividad que el partido liberal desde el gobierno”16. Esta aparente paradoja se explica en virtud de que los principios liberales se prestaban notablemente para combatir el predominio político de una burguesía laica que podía amenazar la autonomía de la iglesia, entonces ligada al conservadurismo17. EL PERIODO QUE VA ENTRE 1878 Y 1891

En los años siguientes a la Convención de 1878, hasta 1891, el Partido Conservador continuó situándose en la oposición. Ello en el marco de los gobiernos de Alianza Liberal que se aprestaban a laicizar el Estado. En tales circunstancias la lucha contra las reformas laicas será una preocupación central en la política del partido. Junto a ella ocupará un lugar no menos importante su fuerte crítica a la intervención electoral de los gobiernos, la que operaba mediante el fraude y otras violencias. Fue precisamente dicha intervención la que frustró la candidatura del general Baquedano, levantada por el Partido Conservador para los comicios presidenciales de 1882. En esos comicios se impuso Domingo Santa María, bajo cuya administración se abrió un periodo de grandes tensiones derivadas de las reformas laicas que el mandatario procediera a impulsar.

14 15

16 17

Ibíd., p.202. Stuven, Ana María,“Republicanismo y liberalismo en la primera mitad del siglo XX en Chile; ¿hubo proyecto liberal en Chile?”. Manuel Loyola y Sergio Grez (compiladores). Los proyectos nacionales en el pensamiento político y social chileno del siglo XIX. Santiago. Ediciones UCSH. 2002. p. 61-2. Heise, El periodo parlamentario.1861-1925, p.314 Corvalán Márquez, Luis, Nacionalismo y autoritarismo durante el siglo XX en Chile. Los orígenes, 1903-1931. Santiago, Ediciones de la Universidad Católica Silva Henríquez, 2009, p. 120.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 85

Estas se desencadenaron cuando, luego de la muerte del arzobispo Rafael Valentín Valdivieso, el gobierno, haciendo uso de su facultad de patronato, propuso al Vaticano el nombre de Francisco de Paula Taforó como su sucesor, dignatario de claras inclinaciones liberales, rechazado por el grueso del clero. En marzo de 1882, para examinar el problema en terreno, llegó a Santiago el enviado papal, monseñor del Frate, quien luego de interiorizarse de la situación, informó negativamente a Roma la candidatura de Taforó. En respuesta, el gobierno de Santa María declaró a del Frate persona non grata, expulsándolo del país, para luego romper relaciones con el Vaticano. Seguidamente, impulsó una legislación que, aprobada en el Congreso, estableció la secularización de los cementerios; el matrimonio civil; el Registro Civil; el fin de la subvención estatal a los seminarios diocesanos y a los vicarios capitulares. Si bien entonces no se procedió a separar el Estado de la Iglesia, ello sólo respondió a los fines de continuar aplicándole a esta el patronato, lo que le permitía al Ejecutivo seguir controlándola. El Partido Conservador se opuso enérgicamente a esa legislación, pero fue derrotado. En cuanto al tema de la intervención electoral, en 1882 la colectividad, a modo de protesta, decidió no participar de los comicios parlamentarios de ese año. Mientras que, con renovados bríos, declaraba que su tarea era la defensa de las libertades amagadas, tanto por la intervención electoral, como por lo que a su juicio era un intento de los liberales por descatolizar al país. En el contexto de tales luchas, el Partido Conservador celebró su Convención nacional de 1884. Esta se llevó a cabo en Santiago en diciembre, siendo presidida por Rafael Larraín Moxó, entonces su principal líder. Las intervenciones que allí se registraron pusieron énfasis en los ya tradicionales planteamientos del partido. Así, José Clemente Fabres, a nombre de la Comisión Ejecutiva, sostuvo en su discurso que “la libertad electoral, la libertad de enseñanza, la libertad de asociación, la autonomía de los municipios y las incompatibilidades parlamentarias (…)”18seguían siendo las líneas fundamentales de la política partidaria. La Convención clausuró sus sesiones ratificando solemnemente el programa aprobado en la Convención de 1878 y facultando al Directorio del partido para negociar un candidato para los comicios presidenciales de 1886.

18

“II Convención nacional del Partido Conservador”. Arteaga Undurraga, Ignacio (compilador). El Partido Conservador, XIV Convención 1947. Notas históricas, 1923-1947. Santiago. Imprenta Chile. 1947.p. 206.


86 / H i s t o r i a 3 9 6

En los meses siguientes a la Convención, el Partido Conservador no logró llegar a acuerdo con otras fuerzas a los efectos de levantar un candidato presidencial. Celebrados los comicios, como era costumbre, se impuso el candidato respaldado por el gobierno, que en este caso fue José Manuel Balmaceda. Durante el gobierno de Balmaceda se replanteó el tema de las atribuciones del Ejecutivo y de la libertad electoral, –que tanto preocupaba a los conservadores– sólo que ahora, poco a poco, por razones que no cabe aquí precisar, se fueron plegando a la posición de la colectividad, –que era contraria al Ejecutivo fuerte–, los otros partidos. El conflicto terminó traduciéndose en un enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso, el que, como es sabido, se resolvió en la guerra civil de 1891, en la cual el Partido Conservador se desempeñó como un activo partícipe de la causa congresista. Terminado el conflicto, los conservadores apoyaron la candidatura presidencial de Jorge Montt, y en 1893 se integraron a su gobierno. Desde antes, sin embargo, se esforzaron por llevar a la práctica sus reivindicaciones históricas. En las nuevas condiciones ello se tradujo en el fin de la intervención electoral del Ejecutivo (la que en la práctica fue reemplazada por el cohecho); en la ley de comuna autónoma, que emancipó al gobierno comunal de la administración central del Estado; y en un radical debilitamiento del Ejecutivo, el que terminó sometido a las cambiantes mayorías parlamentarias, configurándose con ello un pseudo parlamentarismo o “parlamentarismo a la chilena”. Claro está que nada de esto respondía en exclusiva a la política del Partido Conservador, sino que había terminado representando cierto consenso general entre la elite oligárquica, de la cual, por cierto, los prohombres de la colectividad formaban parte. Gonzalo Vial dice al respecto que, luego de 1891, “conservadores, radicales, liberales, nacionales (…) pensaban en política exactamente lo mismo y, además, ese pensamiento común ya no era una aspiración: era un hecho”19, que se materializaba en el referido “parlamentarismo a la chilena”. Dentro de este el Partido Conservador se transformó en el alma de las llamadas “coaliciones”, que competían con el otro bloque oligárquico, –la Alianza liberal, cuyo núcleo era el Partido Radical– por la conformación de los gabinetes.

19

Vial, Gonzalo, Historia de Chile, 1891-1973. Tomo II. Santiago, Ed. Santillana, 1981, p.581.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 87

LA ADSCRIPCIÓN A LAS DOCTRINAS DE LA RERUM NOVARUM

Sin perjuicio de lo dicho es necesario tomar en cuenta una importante particularidad que empezó a caracterizar al Partido Conservador de la época, y que lo distinguió de los otros partidos. A saber, sus crecientes énfasis en la Doctrina Social de la Iglesia, que eran ecos de la encíclica Rerum Novarum que en 1891 promulgara León XIII, a la vez que reflejos de la emergencia de lo que entonces en Chile se denominó como “la cuestión social”, que surgía con fuerza ante la eclosión de las luchas del proletariado y el desarrollo del capitalismo. En esas circunstancias el Partido Conservador incluso se empeñó en representar, de algún modo, a la “clase obrera”, término que se repite en sus documentos. En ese marco, no es extraño que el presidente del partido, Walker Martínez, al inaugurar la Convención de 1895, sostuviera que la colectividad luchaba “para realizar el ideal de la felicidad del pueblo, que es –agregó– la civilización cristiana, base de toda libertad, de toda justicia y de todo progreso”20. Este planteamiento venía unido a una fuerte crítica a las surgentes ideas socialistas. Así, en la misma Convención de septiembre de 1895, el diputado Carlos Concha Subercaseaux, se explayó sobre el punto calificando al “socialismo contemporáneo” como “ese grande y cruel molde que todo lo amenaza”, elemento destructor que “lleva a la miseria con sus prédicas anticristianas”21. El Partido Conservador, en general, fue muy sensible a los desafíos que en la época enfrentaba su concepción católica del mundo, desafío que ahora no estaba representado solamente por el positivismo laicizante de radicales y liberales, sino que se desbordaba también en nuevas ideologías, claramente anti sistémicas, frente las cuales la colectividad reaccionó con fuerza. Muestra de ello es el acuerdo que sobre la materia tomó en la mencionada Convención, el que decía: “vistos los atropellos a la moral con la propaganda atea, se acuerda: intensificar la propaganda de la prensa cristiana para contrarrestar con ella las doctrinas del sectarismo anti-religioso y anárquico, que es el carácter de la época presente”22. En los años siguientes el Partido Conservador reforzó su adhesión a la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Fue así como la Convención de 1901, en sus estatutos dejó señalado que “la suprema aspiración del Partido (era) el mantenimiento y desarrollo del orden social cristiano”. Al inaugurar el evento, el presidente de

20

21 22

“IV Convención Nacional del Partido Conservador”. Arteaga Undurraga, Ignacio (compilador). El Partido Conservador, XIV Convención 1947. Notas históricas, 1923-1947. Santiago. Imprenta Chile. 1947.p. 219. Ibíd. Ibíd., p.222.


88 / H i s t o r i a 3 9 6

la colectividad, Waker Martínez, precisó lo que la colectividad entendía por tal. Dijo allí: “el Evangelio encierra la armonía eterna de las leyes sobrenaturales (…) Despierta y estimula la generosidad del poderoso, da resignación al pobre con el consuelo de otra vida mejor que ésta (…) Libertad para todos, amor entre los de abajo y los de arriba; ni opresores ni oprimidos, culto por todo lo noble y lo santo; honradez y trabajo; virtud y aliento; fraternidad sincera. He ahí señores, el Orden Social Cristiano, tal como nosotros lo sostenemos, conforme a las sublimes enseñanzas del Gran pontífice que hoy rige los destinos de la Iglesia”23. La adhesión del Partido Conservador a la DSI, entre otras cosas, se expresó en una creciente preocupación por las temáticas sociales. Ello quedó reflejado en su VI Convención General, que celebrara en diciembre de 1909. En el discurso inaugural del evento, pronunciado por el presidente de la colectividad, José Tocornal, se subrayó que habían sido precisamente los diputados conservadores los que en el Congreso Nacional habían presentado los proyectos de ley sobre descanso dominical, habitaciones para obreros y accidentes del trabajo, este último –dijo Tocornal– en estudio en la Cámara, y todos de premiosa necesidad para el pueblo”24. “Queremos y debemos mejorar las condiciones de la clase trabajadora”, agregó en otra parte. La Convención incluso aprobó un voto que propiciaba que la colectividad “designara pronto un diputado de neto sentido obrero católico”, a la par que dijo respaldar “el rumbo francamente democrático impuesto al Partido”25. No es menos cierto que esta orientación, y las propias definiciones social cristianas que venía haciendo el partido, encontraron detractores en su interior, desde ya en la misma convención de 1909, como lo registra Ignacio Arteaga, dirigente de la colectividad. Este señala sobre el punto: “no faltaron quienes (en la Convención de 1909) creyeron vagos estos anhelos e impulsos de orden social cristiano”. Sin embargo, agregó, estos sectores quedaron en minoría. El relato de Arteaga también registra ciertas tensiones entre un sector que deseaba democratizar el partido y otro, tradicionalista, que defendía “el mantenimiento del principio de autoridad rígido y disciplinado”26.

23 24

25 26

Ibíd., p.226. ‘VI Convención Nacional del Partido Conservador’. Arteaga Undurraga, Ignacio (compilador). El Partido Conservador, XIV Convención 1947. Notas históricas, 1923-1947. Santiago. Imprenta Chile. 1947.p. 231. Ibíd., p.233. Ibíd., p.234.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 89

UNA HEGEMONÍA PUESTA EN DUDA

En los años siguientes, en la medida en que el ascenso de la mesocracia y del proletariado se acentuaba, los anteriores énfasis sociales del Partido Conservador se vieron obligados a considerar otros aspectos, menos optimistas. Índice de ello fue el discurso inaugural que el presidente del partido, Ventura Blanco Viel, hiciera en la VII Convención General de la colectividad, celebrada en diciembre de 1913. Allí sostuvo: “En el momento actual el principio de autoridad se siente vacilar en todas partes y, probablemente, es su debilitamiento la causa primordial de la poca eficacia en la acción de los gobiernos y los partidos”27. Esto no significaba, ni mucho menos, que el Partido Conservador renunciara a sus tesis social cristianas y a una política que se decía de sensibilidad social. Por el contrario, la colectividad se esforzó por insistir en ellas y, más aún, por interpretar a las fuerzas sociales ascendentes, canalizando sus inquietudes. En este último sentido, Alfredo Barros Errázuriz, en la misma Convención de 1913, propuso una enmienda en la que se decía: “La suprema aspiración del Partido Conservador es el mantenimiento y desarrollo del Orden Social Cristiano (…) buscando de un modo especial en virtud de la justicia, el bien de las clases más necesitadas de la sociedad”28. Rivas Vicuña, por su parte, en su intervención sostuvo la necesidad de “procurar la mejor situación de los profesionales, profesores y empleados, suministrándoles los medios para prepararse suficientemente y de colocarse con ventaja en el ejercicio de su profesión”29. Los citados planteamientos parecen denotar cierta percepción del Partido Conservador en orden a que, o era capaz de hegemonizar a las fuerzas sociales emergentes, –clases medias y proletarias– o estas se ponían en su contra, lo que equivale a decir, en contra del régimen oligárquico salido de la guerra civil de 1891. Todo indica que, en este marco, el Partido Conservador empezó a tener dudas sobre sus capacidades para interpretar al conflictivo Chile que emergía durante la segunda década del siglo. Fue, al parecer, frente a ello que en una de las intervenciones de la VII Convención, Rafael Luis Gumucio dijera: “El Partido debe ser más ofensivo, debe conquistar el porvenir, tener fe en el éxito, cifrar una confianza en su propio poderío”.Y, luego, en referencia a la capacidad de la colectividad para interpelar a las clases subalternas, agregó: “Un Partido sólo puede conquistar la opinión pública dando pruebas prácticas de permanente

27 28 29

Ibíd., p.232. Ibíd., p.240. Ibíd., p.241.


90 / H i s t o r i a 3 9 6

actividad a servir los intereses comunes”30. Pronto se vería si el partido sería capaz de enfrentar exitosamente este desafío. EL PARTIDO CONSERVADOR Y LA CRISIS DE LA DOMINACIÓN OLIGÁRQUICA

En 1915 el Partido Conservador fue el eje de la candidatura de Juan Luis Sanfuentes, quien entonces accediera a la presidencia. Fue bajo la administración de este mandatario que se puso definitivamente en evidencia las dificultades de la colectividad para interpelar a las emergentes fuerzas sociales, obreras y mesocráticas, las cuales empezaron a cuestionar con creciente fuerza a la dominación oligárquica, la que entonces entró en crisis. La alarma cundió en el Partido Conservador, sobre todo en 1918, cuando en las elecciones parlamentarias de marzo de ese año triunfara la Alianza Liberal, la que se presentó con algunas banderas críticas al establishment oligárquico, recibiendo un significativo apoyo popular, derrotando a la coalición conservadora, que ya se llamaba Unión Nacional. La gravedad de estos resultados residía en que, en alguna medida, podían ser un adelanto de lo que podría suceder en las presidenciales de 1920. El año 1918 marcó, por lo demás, un quiebre ascendente en las luchas y movilizaciones de las clases subalternas. Sobresalen al respecto la formación de la Asamblea de Alimentación Obrera, que reclamaba por la carestía de la vida resultante de los procesos inflacionarios en curso, dando lugar a multitudinarias marchas en distintas ciudades, al tiempo que, de norte a sur, el movimiento huelguístico parecía entrar en una verdadera vorágine, cada vez más amenazante. Manuel Rivas Vicuña, sobre el punto relata, en relación a los años siguientes, que en el país “las huelgas estallaban casi diariamente y a veces en forma violenta. No se trataba –agrega– sólo de adoptar determinadas medidas: La revolución social hervía en los hogares de los pobres, en las fábricas y talleres y en las asambleas populares”31. En el Partido Radical, sobre todo entre sus sectores juveniles, durante la segunda década del siglo se volvía explícita una definición contraria a la oligarquía, cuyos intereses se reputaban como opuestos a los del conjunto de la nación. Tempranamente Augusto Orrego, desde una óptica conservadora, con espanto observó el fenómeno a propósito de la convención que la Alianza Liberal celebrara en mayo de 1915 con el objeto de designar candidato presidencial. 30 31

Ibíd., p.243-4. Rivas Vicuña, Manuel, Historia política y parlamentaria de Chile, citado por Hernán Ramírez Necochea, Origen y formación del Partido Comunista de Chile. Moscú, Ed. Progreso, 1984, p.121.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 91

“Jóvenes radicales, yañecistas, alessandristas han exhibido (allí) un espíritu singular, nunca visto anteriormente en reuniones semejantes de partidos serios”, relata Orrego. Y luego agregó: Parecían “haber encontrado en el Salón de Honor del Congreso Nacional una parodia extravagante de la Convención francesa. Allí había Dantones y Robespierres de pacotilla; allí había acusadores públicos que, en juicio improvisado y sumario, condenaban a la aristocracia liberal a la guillotina política. En medio de escenas deplorables se sintieron en esos días resonar bajo las bóvedas del Congreso de Chile los gritos de: “¡Abajo la aristocracia!”. Ahí, –concluye Orrego– no se respiraba en la atmosfera apasionada de las luchas políticas, sino en la atmósfera incendiaria de una guerra civil”32. En la convocatoria a su VIII Convención, que se celebraría en septiembre de 1918, la Junta Ejecutiva de la colectividad hizo notar su preocupación por las referidas tendencias políticas y sociales. Señaló sobre el punto: “Los momentos actuales son de señalada gravedad y decisivos para la futura suerte de los intereses nacionales, y de la causa cuya defensa nos está encomendada”33. En la misma Convención se hicieron intervenciones muy decidoras sobre la situación en la que iba quedando el partido. Así, en su discurso, el presidente de la colectividad, Alberto González, sostuvo: “Señores: en nuestro país se explota la cuestión de clases, y entre nosotros mismos no faltan quienes piensan y dicen que el Partido Conservador es una oligarquía plutocrática y aristocrática.” Y, más adelante, agregó: “el Partido Conservador es demócrata. No somos un Partido burócrata de empleados. No viven los conservadores del Presupuesto y nos alienta la esperanza de contar con una burguesía de pequeños propietarios, comerciantes, industriales y profesionales. El Partido Conservador no es oligarca, no quiere serlo, no debe serlo, puede estar forzado a serlo, para defender principios superiores políticos, religiosos y sociales que interesan a todos los conservadores”34. En cuanto a las causas que condujeran a la derrota de la colectividad en la parlamentarias de marzo de 1918, González dijo que ellas estaban constituidas por: “a) la irreligiosidad que cunde; b) el incremento de la irreligiosidad socialista; c) el prejuicio de que el Partido Conservador no se preocupa de la

32 33

34

Corvalán Márquez, Nacionalismo y autoritarismo durante el siglo XX en Chile, p.141. “Convocatoria a la VIII Convención Nacional del Partido Conservador”. Arteaga Undurraga, Ignacio (compilador). El Partido Conservador, XIV Convención 1947. Notas históricas, 1923-1947. Santiago. Imprenta Chile. 1947.p.250. Ibíd., p.254.


92 / H i s t o r i a 3 9 6

clase media; y d) la falta de convicciones en la masa electoral y su ignorancia política”35. Pero lo cierto era que, desde hacía mucho tiempo, los esfuerzos del Partido Conservador por hegemonizar a las clases subalternas habían fracasado y estas seguían su propio camino. En ese marco, las elecciones presidenciales de 1920 confirmaron los peores temores que el Partido Conservador había venido abrigando. Su candidato, Luis Barros Borgoño, al frente de la Unión Nacional, cuyo núcleo era la colectividad, fue derrotado por Arturo Alessandri quien, encabezando a la Alianza Liberal, en la proclamación de su candidatura había dicho: “Quiero ser una amenaza para los espíritus reaccionarios, para los que resisten toda reforma justa y necesaria”36. Una vez que Alessandri asumiera la presidencia de la República, –ya fracasados los intentos por impedirlo, como fuera la llamada “guerra de don Ladislao– el Partido Conservador se esforzó por bloquear la materialización del programa del mandatario valiéndose para ello de las mayorías que, junto a sus aliados, dispusiera en el Senado. Así lo reconoció en su IX Convención Nacional, celebrada en noviembre de 1921, en la cual, junto con acusar lo que a su juicio era la corrupción imperante, insistió en lo que le parecía era el peligro socialista. En relación a esto último, el presidente del partido dijo: “A la corrupción política interna ha venido agregarse, en el último tiempo, la repercusión de las ideas socialistas que están minando las sociedades del viejo mundo.” Y agregó: “Nuestro partido (…) tiene en la doctrina cristiana la clave para la resolución de los problemas sociales, sin avanzar en promesas absurdas de imposible cumplimiento, (y) sin prometer la nivelación de todas las condiciones humanas”37. La crisis política que en los años siguientes se fue abriendo paso al enconarse el antagonismo existente entre el gobierno de Alessandri y la oposición del núcleo oligárquico que en el Senado le bloqueaba sus reformas, desembocó, -junto a la corrupción política que se hizo evidente para todos-, en la intervención de la mesocracia militar. Tal cosa se verificó en septiembre de 1924 y enero de 1925, bajo el liderazgo de Carlos Ibáñez del Campo y Marmaduke Grove. Los

35 36

37

Ibíd. Alessandri Palma, Arturo, Discurso programa de aceptación de la candidatura presidencial de 1920, abril de 1920. En: Correa, Sofía (compiladora). Documentos del siglo XX chileno. Santiago. Editorial Sudamericana. 2001. p. 133. “IX Convención Nacional del Partido Conservador”. Arteaga Undurraga, Ignacio (compilador). El Partido Conservador, XIV Convención 1947. Notas históricas, 1923-1947. Santiago. Imprenta Chile. 1947.p.260.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 93

uniformados, –convertidos en el poder fáctico del país– en marzo de 1925 repusieron en la presidencia a Alessandri, –quien se había exiliado en septiembre del año anterior–, y lo presionaron para que suprimiera el régimen parlamentario, –a través del cual la oligarquía gobernara desde 1891 en adelante–, y lo reemplazara por un régimen de presidencialismo fuerte. Tal fue el origen de la Constitución de 1925. El Partido Conservador, en la medida de sus fuerzas, se opuso al cambio constitucional y se manifestó en favor de mantener el régimen parlamentario, aunque depurado de sus fallas. La oposición conservadora a la Constitución de 1925 obedeció adicionalmente a otro factor. A saber, a la separación de la Iglesia y el Estado que contemplaba la nueva carta fundamental. En cuanto a esta cuestión, sin embargo, el Partido posteriormente terminó aceptando el cambio estimando que representaba un mal menor. Luego del fin del gobierno de Alessandri, el Partido Conservador, junto a todos los demás, se esforzó por obligar a la mesocracia militar a retornar a los cuarteles. Esta, encabezada por Carlos Ibáñez, convertido en inamovible ministro de Guerra, se opuso a ello. Ibáñez, desde una ideología nacionalista, llevó entonces a cabo una implacable lucha en contra del sistema de partidos acusándolo de ser intrínsecamente corrupto y la causa de todos los males del país. Ni la elección de Emiliano Figueroa, apoyada por todos los partidos, -la que derrotara al candidato de los militares, José Santo Salas, quien concitaba además el respaldo de la surgente izquierda y de la Unión Social de Asalariados de Chile (USRACH), logró que la mesocracia militar retornara sus cuarteles. Figueroa, ya en la presidencia del país, se vio obligado a mantener a Ibáñez en el ministerio de Guerra, desde donde éste, apoyado en la mesocracia del Ejército, ejercía su poder fáctico. A partir de febrero de 1927, –cuando Ibáñez descabezara a la Armada y asumiera el ministerio del Interior–, su poder fáctico, apoyado en la mesocracia del Ejército, devino en dictadura abierta. Su primera medida consistió en la aplicación de lo que denominó como el “termocauterio arriba y abajo”. Esto es, un fulminante golpe de violencia en contra del movimiento obrero clasista y de los principales personeros de la oligarquía. Por este concepto procedió a encarcelar de un solo golpe a varios centenares de personas y relegar y exiliar a muchas otras. Entre estas últimas figuraban importantes líderes del Partido Conservador y del núcleo oligárquico en general. Entre los conservadores sobresalen los casos de Rafael Luis Gumucio y Manuel Rivas Vicuña. Otros miembros del núcleo oligárquico exiliados fueron Ladislao Errázuriz, Gustavo Ross y Agustín Edwards. Más tarde los militares expulsarían del país al propio Arturo Alessandri. Ibáñez, adicionalmente, depuró el Congreso sacando de


94 / H i s t o r i a 3 9 6

éste a quienes se le oponían, convirtiendo a la institución en un instrumento incondicional a su persona. Hizo lo propio con el poder judicial, mientras que reorganizaba totalmente la administración pública. Respecto de los partidos, sin proscribir a ninguno –con la excepción del comunista–, reprimió a quienes dentro de ellos se le oponían, dejando así a las colectividades bajo el control de personeros dispuestos a sometérsele. En este cuadro, pronto Emiliano Figueroa, presidente nominal de la República, humillado por variados atropellos, optó por dimitir. Entonces Ibáñez levantó su candidatura presidencial, sin competidores, y con el país en estado de emergencia y lleno de relegados y exiliados. Su candidatura fue proclamada por la Unión Social de Asalariados de Chile (USRACH) y otros sindicatos obreros y de las clases medias, obteniendo en los comicios sobre el noventa por ciento de los votos, provenientes precisamente de esas clases, las que depositaron en él su confianza. Por su parte, el Partido Conservador, conceptuando al régimen como una dictadura, proclamó su abstención en dichas elecciones. En las descritas circunstancias la colectividad, con varios de sus líderes históricos exiliados (y que conspiraban desde el exterior en contra de Ibáñez), pasó a estar dirigido por Arturo Lyon, quien, ante los hechos consumados, fue partidario de adoptar cierta actitud conciliatoria con el régimen, el que al menos le daba ciertas seguridades respecto de la represión al Partido Comunista y al movimiento obrero clasista que había crecido durante los últimos años. Otros líderes conservadores, como Rafael Luis Gumucio, discreparon de esta orientación, verificándose así en el partido cierta división. Fue en este contexto, y en plena dictadura, que, bajo la dirección de Arturo Lyon, en diciembre de 1929, el Partido Conservador llevó a cabo su X Convención Nacional. Quizás la relevancia de la misma haya consistido en que en ella se puso de manifiesto cómo su antiguo histórico liberalismo práctico era abiertamente cuestionado, marcando un claro viraje expresamente elitista, que programáticamente se orientaba a limitar los derechos políticos de las clases subalternas, a las cuales antes quiso hegemonizar. Dicho viraje, entre otras cosas, se manifestó en un cuestionamiento del sufragio universal y en el deseo de reemplazarlo por el llamado “voto plural”, que ponderaba de manera distinta el voto según fuera la calificación de quien lo ejerciera. Fue así como el líder del Partido, Arturo Lyon, en el discurso que pronunciara en dicha Convención, sostuvo que había que “procurar que los cargos dirigentes de la Nación (fueran) ocupados por los individuos más capacitados, intelectual y moralmente para desempeñarlos.” Añadió que con ese propósito


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 95

era necesario “innovar en cuanto al sufragio universal, cambiándolo por el voto plural”, debiendo hacerse “la elección de Presidente de la República por un Asamblea Nacional popular y alterar la composición del Senado”38. El diputado Fernando Varas igualmente intervino “sobre la necesidad de implantar el “Voto Plural” para elección de jefe de Estado, al tiempo que condenó el sufragio universal”39. El Partido Conservador, en todo caso, distó mucho de pensar en traducir prontamente a la práctica estas concepciones. La dictadura de Ibáñez lo habría hecho imposible. Como hemos visto, en lo inmediato, la colectividad –pese a los reparos que un sector suyo hacía al régimen ibañista–, por razones tácticas había terminado adaptándose a éste. Dentro de tal posicionamiento incluso participó en las negociaciones que precedieron a la formación del llamado “Congreso Termal (1930)”. En éste Ibáñez le asignó al partido cuatro senadores y 22 diputados. Pero cuando, como producto de la ruina económica generada en casi todo el mundo como consecuencia del crack de 1929, el régimen entrara en crisis perdiendo su base social, –cosa que empezó a hacerse evidente en 1930–, el Partido Conservador alentó decididamente las manifestaciones que en 1931 estallaron en su contra animadas por los estudiantes. Como es sabido, todo terminó el 26 de julio con la renuncia de Ibáñez, marcándose con ello el fin de la dictadura. EL VIRAJE POLÍTICO E IDEOLÓGICO CONTENIDO EN EL DISCURSO DE RODRÍGUEZ DE LA SOTTA

Se podría decir que luego de la caída de Ibáñez, el Partido Conservador terminó de arribar a ciertas conclusiones que no sólo se derivaban de los acontecimientos recientemente verificados en el país, sino que también se desprendían de aquellas tendencias desplegadas durante los dos decenios anteriores. Dicho de otra manera, para el partido Conservador los acontecimientos últimos, sobre todo los que ocurrieran en 1931 y 1932, parecían representar la plasmación de fenómenos que venían de larga data, y que en su momento la colectividad creyó poder controlar. Entre los acontecimientos recientes figuraban sobre todo la rebelión de la marinería (septiembre de 1931), la que concitó el respaldo del Partido Comunista y 38 39

Ibíd., p. 268. Ibíd., p.269.


96 / H i s t o r i a 3 9 6

de la Federación Obrera de Chile (FOCH), la cual llamara a una huelga general en su apoyo; y por el golpe del 4 de junio de 1932 que derrocara al presidente Esteban Montero, elegido, después de la caída de Ibáñez con el apoyo de todos los partidos históricos, incluido el conservador. La caída de Montero, como se sabe, dio lugar a una efímera República Socialista, que concitó el activo apoyo de enormes masas populares movilizadas. A lo dicho hay que agregar que, una vez derrocada la República Socialista, advino la dictadura de Carlos Dávila, la que se correlacionó con el alza del prestigio de las ideas socialistas y el desprestigio del capitalismo, cuyo descrédito se vinculaba a la crisis de 1929, aún en curso, también en Chile. A lo que se sumaban las conspiraciones de la mesocracia militar, todavía ibañista, que amenazaban con un nuevo golpe. Remataba el cuadro la reaparición del Partido Comunista y el planteamiento de la revolución obrera. Como se dijo arriba, estos acontecimientos parecían ser una mera culminación de ciertas tendencias que se insinuaran al menos desde comienzos del siglo, constituidas por la emergencia de las clases medias y obreras, cuestión que viniera acompañada del surgimiento de variadas ideologías críticas, desde el anarquismo al socialismo. Como hemos visto, el Partido Conservador en su momento creyó que sería capaz de hegemonizar a esas fuerzas, sobre todo mediante sus definiciones social cristianas. Pero fracasó en el intento. Las clases subalternas, en efecto, contrariamente a lo que la colectividad esperaba, pronto parecieron desmandarse. Ello, a partir de 1920 –y sobre todo de enero de 1925– se verificó en el marco del desplazamiento del núcleo oligárquico del gobierno, –del cual el Partido Conservador formaba parte–, desplazamiento que, a partir de 1924, fuera la resultante de la irrupción de la mesocracia del Ejército, que culminara en la dictadura de Ibáñez. El conjunto de los fenómenos señalados, pareció configurar, para el imaginario de la colectividad, una verdadera catástrofe de la civilización, la que requeriría respuestas distintas a las ensayadas hasta entonces. Tal fue la conclusión más importante a la que a comienzo de los treinta pareció arribar el Partido Conservador. Ello lo llevó a replantear sus definiciones políticas e ideológicas, particularmente dejando atrás el liberalismo práctico que había propugnado desde el siglo anterior, el cual, como hemos visto, se orientaba a debilitar al Ejecutivo. También implicaba dejar de ver a las clases subalternas como un objeto de caridad, –visión que se derivaba del concepto paternalista que el Partido tenía del orden social cristiano–, y considerarlas más bien como una amenaza que se requería controlar por otros medios. Hay que anotar que, como contra tendencia, en esas mismas circunstancias


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 97

empezaron a evidenciarse ciertas tensiones entre algunos segmentos de la juventud conservadora y los sectores más tradicionales del partido. Tales segmentos juveniles empezaron a pensar en una respuesta más “avanzada” a la situación. En esa perspectiva organizaron el llamado movimiento de “Renovación Social”, cuya finalidad era llevar a cabo una acción común en materia social y económica. El movimiento estuvo muy ligado a la Acción Católica e inspirado en las ideas de las Encíclicas pontificias40. A dichas tensiones se agregaron aquellas otras derivadas de la posición “colaboracionista” que la directiva del partido había adoptado hacia la dictadura de Ibáñez, lo que seguía concitando la crítica de otros miembros de la colectividad. Pero nada de ello impidió que se impusiera la tendencia principal. Esto es, aquella señalada arriba que postulaba una redefinición contraria al liberalismo político, –no así al económico, como se verá– y favorable a la instauración de esquemas autoritarios. En julio de 1932 fue elegido presidente del partido Héctor Rodríguez de la Sotta, quien representaba a plenitud esas orientaciones. Fue bajo su dirección que se llevó a cabo la XI Convención General de la colectividad, la cual se verificó en Santiago los días 24 y 25 de septiembre de 1932. En ella el discurso principal, que renunciaba al liberalismo político y enfatizaba respuestas autoritarias, corrió precisamente a cargo de Rodríguez. No es menos cierto que algunas de las ideas que el presidente del partido allí expusiera registran algunos antecedentes. Así, en Convenciones anteriores, como lo hemos comprobado arriba, no se dejó de hacer puntuales constataciones sobre el peligro socialista y el enfoque de clase. Al respecto sobresale la X Convención, celebrada en noviembre de 1929, bajo la dictadura de Ibáñez. Según viéramos, en ella fueron planteados los conceptos de “voto plural”, lo que vino unido al rechazo al sufragio universal. Pero fue sólo en la XI Convención que estas concepciones alcanzaron una forma más plena, siendo incluso argumentadas con el apoyo de concepciones tradicionalistas. George Grayson sostiene que había pocas dudas de que el discurso que pronunciara Rodríguez de la Sotta en la XI Convención no reflejara el sentir del partido41. Incluso más, la gran relevancia que la colectividad le diera a los planteamientos contenidos en ese discurso –y a las reformulaciones doctrinarias que postulara–, quedó en parte reflejada en el hecho que el mismo fue luego 40 41

Pereira, El Partido Conservador, 1930-1965, p.42. Grayson, George, El Partido Demócrata Cristiano chileno. Santiago, Ed. Francisco de Aguirre,1968, p.113.


98 / H i s t o r i a 3 9 6

reproducido, editado, publicado y profusamente difundido, con el nombre de Crisis política, económica y moral42. En lo que sigue nos abocaremos a su análisis.

El sentimiento apocalíptico de la crisis Antes que todo, hay que decir que el discurso que Rodríguez de la Sotta pronunciara en la XI Convención General del Partido Conservador deja ver desde la entrada el apocalíptico sentimiento de una crisis, la cual el líder conservador cree percibir no sólo en sus dimensiones nacionales, sino también mundiales. “El mundo –sostuvo, en efecto– parece sacado de quicio, convulsionado, desintegrado, al borde de una colosal hecatombe”43. Este sentimiento apocalíptico de la crisis no era, en todo caso, inédito. Desde ya constituía un tópico relevante en los discursos del conservadurismo antiliberal del país, esto es, de las corrientes nacionalistas. De hecho tal sentimiento circulaba desde los comienzos mismos del siglo. Así, en 1908, en su conferencia Decadencia del espíritu de nacionalidad, Nicolás Palacios, adoptando el tono sombrío típico de la corriente nacionalista de la época, había sostenido que “en la atmósfera moral de Chile” flotaba “un vago presentimiento de males futuros, de intranquilidad por el porvenir, de presagios siniestros,” y que el país, “empezaba a descender la pendiente de la desorganización en cuya sima (los chilenos) ven con espanto su disolución final”44. Alberto Edwards, en la Fronda aristocrática, escrita sólo dos años antes del discurso de Rodríguez de la Sotta, no fue menos dramático. Sostuvo: “El mundo ha llegado a uno de esos momentos solemnes en que la fe de los más atrevidos nautas vacila, y en que cada cual se pregunta si el derrotero que nos lleva con fatalidad inflexible conduce a otra parte que al caos o a la muerte”45. Mientras que Jorge González von Marées, en su libro, El mal de Chile. Sus causas y remedios, publicado en 1940, dirá: “hay en todos los círculos una enorme inquietud por el futuro del país. El horizonte político y social se ve de

42

43 44

45

Rodríguez de la Sotta, Héctor, Crisis política, económica y social. Discurso pronunciado por el presidente del Partido Conservador, don Héctor Rodríguez de la Sotta, al inaugurar la convención que celebró el partido en Santiago, durante los días 24 y 25 de septiembre de 1932. Santiago, Taller Imprenta de la Dirección General de Prisiones, 1932. Ibíd., p.5 Palacios, Nicolás, “Decadencia del espíritu de nacionalidad”. Gazmuri, Cristian, El Chile del Centenario, los ensayistas de la crisis. Santiago, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2001, p. 113. Edwards, Alberto, La fronda aristocrática. Santiago, Ed. Universitaria, 1982, p. 136.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 99

tal manera obscurecido, que cada cual se pregunta dónde y en qué forma habrá de estallar la tempestad inminente”.Y agregaba: “Junto con esta certeza del cataclismo que se presiente cada vez más cercano, una terrible desorientación invade los ánimos. Se comprende la necesidad de hacer “algo” para evitar la catástrofe, pero no se logra concertar acción concreta en tal sentido”46. Estas eran las sensibilidades de la derecha antiliberal de la época. Dentro de las mismas llegaron a situarse los planteamientos de Rodríguez de la Sotta.

¿Hacia una redefinición doctrinaria? El señalado sentimiento apocalíptico de la crisis llevó al líder conservador a postular la necesidad de una especie de redefinición doctrinaria de su colectividad. “El partido –dijo, en efecto– deberá revisar su programa y estatutos, en los momentos tal vez más graves y difíciles porque ha atravesado en los últimos tiempos el país, y más que el país, el mundo entero”47. Revisión que tendría que conducir a la ruptura con las concesiones al liberalismo, que caracterizaran a la colectividad durante los decenios anteriores. En el fondo, lo que planteaba Rodríguez de la Sotta era la necesidad de que su partido renunciara al tipo de liberalismo que, de hecho, –por exigencias de la política– había asumido desde fines de los cincuenta del siglo XIX en adelante, el cual, aparte de intentar debilitar al Ejecutivo en los términos explicados más atrás, se plasmara finalmente en la defensa del régimen oligárquico y partitocrático propio del “parlamentarismo a la chilena”, impuesto luego de la guerra civil de 1891, (el que llegara a su fin en 1925 por obra de la mesocracia del Ejército).

El diagnóstico de la crisis: la deriva hacia el tradicionalismo Rodríguez de la Sotta, en su discurso, argumentó aquella idea que sostenía que el componente fundamental de la crisis que diagnosticaba residía en la emergencia de los sujetos populares. Para precisar el punto, el líder conservador recurrió a Ortega y Gasset, al cual citó abundantemente. En especial cuando el filósofo hispano sostuviera que la hora europea se definía por “el advenimiento de las masas al pleno poderío social”, masas que creían tener

46

47

González von Marées, Jorge, El mal de Chile. Sus causas y remedios. Santiago, Talleres Gráficos Portales, 1940, p.7. Rodríguez de la Sotta, Crisis política, económica y social, p.3.


100 / H i s t o r i a 3 9 6

el “derecho a imponer y dar vigor de ley a sus tópicos de café”48. Textos que interpretaban del todo a Rodríguez de la Sotta. Dicho de otra forma, para el líder conservador, de hecho, la crisis contemporánea era el producto de los procesos de democratización en curso en el mundo, con la correlativa emergencia de las masas populares que estaban detrás de ellos, procesos que cuestionaban el poder de las elites. A partir de este supuesto, la pregunta que Rodríguez se planteó fue la referente a las causas de dicha emergencia. Y es al abordar este punto que su discurso empezó a desplazarse hacia el tradicionalismo. Probablemente siguiendo a De Maistre –a quien cita–, Rodríguez de la Sotta ve la crisis que diagnostica como indisolublemente vinculada al auge de las concepciones emanadas de la Revolución Francesa. De ella provendrían todos los males de nuestro tiempo. Sus principios de libertad, igualdad y sufragio universal habrían trastocado el orden natural de las cosas. Ello en la medida en que habrían permitido el desplazamiento de las elites del gobierno haciendo posible el acceso de los pueblos a él. El resultado de ese proceso sería el desorden que caracterizaría a los regímenes demo liberales contemporáneos. Tesis éstas que, ciertamente, respondían a la visión del tradicionalismo decimonónico europeo. Particularmente en la medida que sostenían la existencia de un orden natural de las cosas (alterado por el liberalismo y la democracia), supuesto que, como se sabe, constituye la base del mencionado tradicionalismo.

El despliegue de la argumentación tradicionalista Rodríguez de la Sotta fue extremadamente explícito al exponer las mencionadas tesis tradicionalistas. Vale la pena reproducir in extenso sus formulaciones. Al respecto hay que decir que, en relación a la causa última de la crisis contemporánea, particularmente en sus manifestaciones políticas, fue enfático en sostener que ella se derivaba “de dos falsos postulados de la Revolución francesa: la libertad absoluta, sin freno alguno en el orden moral; y la igualdad, también absoluta, de los hombres, para influir en el gobierno de los pueblos, por medio de sufragio universal”49. En cuanto a esto último, Rodríguez sostuvo que el sufragio universal, “empezó a desalojar de los puestos directivos a las minorías seleccionadas y capaces, y a reemplazarlas por hombres mediocres,

48 49

Ortega y Gasset, José, La rebelión de las masas. Madrid, Revista de Occidente, 1962. Rodríguez de la Sotta, Crisis política, económica y social, p. 6.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 101

que triunfaban en las asambleas, no por sus virtudes y sus méritos, sino porque, con buenas o malas artes, sabían halagar los apetitos y las pasiones de la multitud”50. Rodríguez añadió que “el liberalismo engendró el desorden, la democracia y la mediocridad. Uno y otra –insistió– serían los componentes fundamentales del “mal que sufre el mundo (traducido en) un inmenso desorden, frente a la incapacidad de las mediocridades”51. Según Rodríguez, al liberalismo y a la democracia liberal, entendidos como causas del mal, se agregarían el socialismo y el comunismo, –sus vástagos– idea que, como se sabe, a mediados del siglo XIX fuera planteada por Juan Donoso Cortés (y luego por Oswald Spengler), y que hiciera suya prácticamente todo el conservadurismo antiliberal. Según estas tesis, –que Rodríguez repite– si el liberalismo y la democracia en su tarea destructora actuarían por la vía de la igualación jurídica y política, el socialismo y el comunismo lo harían aspirando a suprimir la diferencia entre ricos y pobres, con lo cual igualmente atentarían en contra del orden natural. Aparte de los señalados, el otro elemento condicionante de la crisis contemporánea, sostiene Rodríguez de la Sotta, estaría constituido por la destrucción de la moral tradicional católica, base del orden natural. “El mundo ha perdido sus valores espirituales y morales, y un materialismo atroz invade todos los campos y todas las clases de la sociedad”, afirmó. Ello sería la resultante del Estado Docente, particularmente en la medida que éste, “so pretexto de neutralidad, de respeto a las conciencias, o de otras hipocresías por el estilo, (…) suprimió la formación moral religiosa en sus escuelas (…)”52. “He aquí la raíz última de todos nuestros males, insistió Rodríguez de la Sotta: el fracaso rotundo del Estado Docente, del Estado como educador y forjador del corazón de la juventud”53. LAS SOLUCIONES

Las soluciones que en base al descrito diagnóstico propuso Rodríguez, no fueron menos categóricas. Implícitamente postularon la necesidad de restaurar el orden natural. En lo político y jurídico ello supondría, antes que todo, poner fin a la igualdad de derechos cívicos. En el fondo lo que, de este modo, el líder conservador argumentó fue la necesidad de reconstituir el poder de las elites.

50 51 52 53

Ibíd., p.6. Ibíd., p.7. Ibid, p.30. Ibid, p. 31.


102 / H i s t o r i a 3 9 6

Tal cosa debía operar mediante la exclusión del pueblo de la ciudadanía, ello mediante la supresión del sufragio universal. Los argumentos que proporcionó Rodríguez de la Sotta para fundamentar este planteamiento se basaron en la tesis tradicionalista sobre la desigualdad natural de los seres humanos. Al respecto sostuvo: “No pueden tener los mismos derechos políticos el capaz que el incapaz; el sabio que el ignorante; el virtuoso que el vicioso; el inteligente que el necio. Equilibrar todos estos valores humanos es contrario a la naturaleza, es subvertir el orden natural de las cosas”54. Y más adelante agregó: “De lo dicho se desprende claramente cuán absurdo es el sufragio universal; la mayor imbecilidad que han inventado los hombres (…)”55. “Los pensadores católicos de la época –prosiguió– lo condenaron abiertamente, y predijeron los inmensos daños que él acarrearía a la humanidad, especialmente el Conde de Maistre56, en páginas inmortales, de una verdadera visión profética”. “Debemos, pues, –añadió Rodríguez– reaccionar franca y valientemente contra la gran superchería del sufragio universal, y, contra el sufragio universal singular, (y) luchar por el sufragio restringido a los capaces y en la medida de su capacidad”. Deben influir “en los destinos de los pueblos, –agregó– los que son capaces de discernir entre los verdaderos y los falsos intereses del bien común; e (influir) más, los que son más capaces. He aquí la única sana, racional y verdadera democracia, concluyó”57. La exclusión del pueblo de la ciudadanía, –la que quedaría en manos de las elites–, debía, a juicio de Rodríguez, compensarse mediante una representación popular de tipo corporativo. Rodríguez planteó la cuestión en los siguientes términos. Dijo: “Una objeción podría hacerse al sufragio restringido a los capaces: que dejaría fuera a la mayor parte del electorado, y sin representación a las clases modestas de la sociedad. Indudablemente que esto no debe ocurrir en un régimen político justo y de una bien entendida democracia. Esas clases sociales representan intereses muy importantes y tanto más respetables cuanto que son los del mayor número. Pero hay una manera de salvar ese inconveniente, –agregó– y es la de tomar para este caso, la representación gremial. Se reservaría un porcentaje importante de los asientos de las instituciones políticas a los gremios profesionales de los ciudadanos sin derecho a voto”58.

54 55 56 57 58

Ibíd., p. 9. Ibíd., p.10. Maistre, Joseph de, Consideraciones sobre Francia. Buenos Aires, Ed. Dictio, 1982. Rodríguez de la Sotta, Crisis política, económica y social, p.10-1. Ibíd., p. 12-3.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 103

La supresión del sufragio universal compensada con la representación corporativa de los estratos subalternos en los términos indicados, a juicio de Rodríguez, debía venir de la mano de la instauración de un gobierno fuerte –controlado por las elites, según se ha dicho– el cual, por lo demás, debía proscribir al comunismo, el que prosperaría gracias a la democracia liberal. La deslegitimación de las ideas y organizaciones comunistas, incluyendo su proscripción –que constituye un infaltable tópico de las concepciones de la derecha antiliberal– ocupó un lugar no menor en el discurso de Rodríguez, y en las soluciones a la crisis que propusiera. En relación al punto el líder conservador sostuvo: “No reincidamos en el gravísimo error de reconocer derechos, en nombre de la libertad, al comunismo y a todos sus secuaces”.Y agregó: “El comunismo debe ser considerado simplemente como un delito de lesa humanidad, y sus sostenedores y propagandistas como vulgares delincuentes. Los comunistas no deben ser ni electores ni elegidos”59. Rodríguez argumentó esta exclusión en base a la lógica de “amigo/enemigo”. “Las sociedades –dijo–, deben defenderse implacablemente de sus enemigos, tal como lo hacen los organismos vivos en el orden biológico.” “La naturaleza, con su sabiduría, no entiende de libertades para los enemigos de la vida”. “De la misma manera deben proceder las sociedades; y ¡ay de ellas! si, por el escrúpulo liberal de declarar su infalibilidad, entregan sus principios básicos a la libre discusión y a la picota de sus enemigos”60. En lo referente al plano social, particularmente en lo relativo a cómo enfrentar la dicotomía entre ricos y pobres, la solución propugnada por Rodríguez de la Sotta se focalizó en la caridad cristiana. Esta tesis se basaba en el supuesto según el cual la existencia de ricos y pobres respondía a una ley natural. Rodríguez argumentó el punto en los siguientes términos. Dijo: “El hecho social que más hiere nuestra vista, que más contrista el alma del sociólogo, y que más irrita el corazón de las muchedumbres es el gran número de los pobres frente al reducido número de los ricos.”61 Y añadió: “sin duda que es una gran desgracia que haya un reducido número de ricos frente a una muchedumbre de pobres; pero también es una gran desgracia que haya un reducido número de hombres inteligentes, frente a una muchedumbre de necios. Y nadie, hasta ahora, se le ha ocurrido protestar de esta desgracia.” Luego agregó: el “que haya pocos ricos y muchos pobres es un hecho natural inevitable, que existirá 59 60 61

Ibíd., p.12. Ibíd. Ibíd., p. 24.


104 / H i s t o r i a 3 9 6

mientras el mundo sea mundo. Está dentro del plan providencial que así sea, y todos nuestros esfuerzos por evitarlo resultarán infructuosos. Y si esos esfuerzos llegaran a fructificar, alteraríamos de tal forma el orden natural, que la humanidad quedaría condenada a desaparecer”62. Los argumentos que Rodríguez de la Sotta proporcionó para fundamentar este último aserto no son menos radicales. En efecto, sostuvo que “si todos fuéramos ricos, o, por lo menos gozáramos de un relativo bienestar, ¿quién se prestaría para hacer los trabajos más duros y humildes de la escala económica? ¿Quién segaría la mies bajo el sol abrasador, y quién bajaría a la entraña hosca de la tierra, para arrancar a la mina su tesoro? La humanidad, llena de bienestar, se moriría de hambre; y pagaría así su rebelión contra el castigo divino, que la condenó a ganar el pan con el sudor de su frente”. De aquí Rodríguez concluyó en que para que los hombres pudieran vivir sobre la tierra, era indispensable que haya pobres y ricos. Así, unos trabajarían por el incentivo de la riqueza, y otros por el aguijón de la pobreza.”63 El corolario de ese discurso fluía claro: “No persigamos, pues, la quimera de acabar con la pobreza, y de que la justicia social nos dé los medios para ello”64.“El campo de acción de la justicia es muy limitado, y de efectos verdaderamente desalentadores. Con la sola justicia jamás llegaremos a dar de comer a todos los que tienen hambre, y a vestir a todos los que están desnudos.” La solución, entonces, sería otra: la caridad cristiana. Rodríguez dijo al respecto: “De aquí que Cristo trajera al mundo la caridad. Y remachó: “Si la sola justicia fuese suficiente para dar a los pobres lo que necesitan, la caridad estaría de más, y el cristianismo que en su quintaesencia es caridad, perdería así su razón de ser.”65 En resumen, considerando la dicotomía entre ricos y pobres como de orden natural, solo cabría, –dentro de ciertos límites–, mitigarla mediante la caridad. Esa sería, por tanto, la solución que Rodríguez planteó frente al problema social. La otra solución que el líder conservador propuso frente a la crisis en curso se refirió al plano ideológico, y se focalizó en la crítica del Estado Docente. Sobre el punto sostuvo: “Para educar, hay que terminar con el Estado Docente.

62 63 64 65

Ibíd., p. 24. Ibíd., p. 24-25. Ibíd., p. 25. Ibíd., p.26.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 105

El Estado, que prescinde de la moral (tradicional católica), no puede educar”. “La libertad de enseñanza –esto es, aquella en manos de la Iglesia y de los particulares– (es el) único camino que nos queda para librar a la juventud de la postración moral a que la ha llevado la descristianización (…)”66 inducida por el Estado docente. Junto a estas soluciones el discurso de Rodríguez de la Sotta, –repitiendo el texto de De Maistre, Consideraciones sobre Francia– postuló que el Partido Conservador debía llevar a cabo una reacción política en toda la línea. En efecto, al respecto sostuvo: “en esta hora suprema que vive Chile, yo veo que el único camino de salvación es un triple movimiento reaccionario: reacción contra las democracias liberales basadas en el sufragio universal y en el régimen de libertad absoluta, hasta para el comunismo; reacción contra las tendencias socialistas y el estatismo exagerado que es su instrumento; reacción contra el Estado Docente, que cada día se convierte más en el gran forjador de demagogos y comunistas”67. En resumen, estamos en presencia de una concepción contraria a los regímenes demoliberales, concepción que acusa a éstos de ser una de las manifestaciones de la crisis contemporánea que el discurso de Rodríguez de la Sotta dijo diagnosticar. Como respuesta a tal crisis el discurso analizado postuló la necesidad de instaurar un régimen autoritario, que hiciera posible el gobierno de las elites, y que, –por vía de la supresión del sufragio universal–, excluyera al pueblo de la soberanía. Lo interesante del caso radica en que la fundamentación de este planteamiento operó, en el discurso de Rodríguez de la Sotta, mediante categorías y lógicas de corte tradicionalista. Ello queda de manifiesto, al menos, a través de la expresa asunción que el líder conservador hiciera de las siguientes tres tesis fundamentales: a) la que postula la existencia de un orden natural (que el régimen demo liberal y la democracia violarían); b) el supuesto sobre la desigualdad natural entre los hombres (que la democracia tampoco tendría en cuenta), desigualdad que incluiría la dicotomía entre ricos y pobres; y c) la que sostiene la naturalidad del gobierno de las elites, lo que igualmente sería violado por los regímenes demo liberales y por la democracia. Las referidas concepciones, que, como se dijera arriba, –según Grayson–, eran compartidas por el grueso del Partido Conservador, forman –en conclusión– una insoslayable parte del pensamiento antidemocrático chileno de los años treinta.

66 67

Ibíd., p.31. Ibíd., p.32.


106 / H i s t o r i a 3 9 6 LOS PLANTEAMIENTOS ECONÓMICOS: UNA DEFENSA DEL CAPITALISMO

Aparte de lo dicho, hay otra cuestión importante que se debe subrayar. A saber, que el mencionado discurso tradicionalista y antiliberal de Rodríguez de la Sotta no incluía análoga visión de la economía. Por el contrario, el discurso, en este plano, defendió posturas expresamente liberales y capitalistas. Tanto es así que, en plena crisis económica mundial, Rodríguez de la Sotta, a este respecto, se manifestó contrario a lo que denominó como “enjambre de restricciones y controles que nos han llevado a una verdadera dictadura económica”68. Es decir, cuestionó lo que, a su juicio, era una excesiva intervención del Estado en la economía. El argumento que utilizó para avalar este punto de vista fue del todo liberal. A saber, que “los fenómenos económicos, solo obedecen a las leyes naturales,”69 a las que la voluntad humana no puede modificar. Esas leyes, agreguemos de nuestra parte, no podrían ser sino las del mercado. No es menos cierto que con tales planteamientos Rodríguez de la Sotta no pretendía restaurar del todo el laissez faire, cosa imposible a la fecha, cuando la crisis de 1929, todavía no superada, obligaba a casi todos los países a acudir a la intervención del Estado en la economía. Rodríguez más bien propugnó que dicha intervención fuera “moderada y sumamente prudente”70, sin “llegar jamás hasta impedir el progreso de las empresas y la formación de nuevos capitales”71. A juicio de Rodríguez de la Sotta, la excesiva intervención del Estado en la economía –que él, por otra parte, homologaba al socialismo– impedía generar riqueza y terminaba por “ahogar todas las fuentes de producción y de trabajo”72. De allí que –sostuvo– la solución a los problemas sociales nunca podría resultar de fórmulas estatistas. Bajo tales supuestos, Rodríguez de la Sotta, en el discurso que analizamos, hizo una expresa defensa del capitalismo. A su juicio, la crisis mundial, entonces en desarrollo, no implicaba, como se creía, la bancarrota del capitalismo, ni mucho menos. “Lo que está en bancarrota, –señaló–, (es) la tendencia socia-

68 69 70 71 72

Ibíd., p. 15. Ibíd., p. 16. Ibíd., p. 28. Ibíd., p. 29. Ibíd, p. 21.


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 107

lista que se ha infiltrado en todos los espíritus, y nos ha llevado a un estatismo feroz, rayano en el delirio, que todo lo perturba y dificulta”73. Si las cosas eran así, la solución a los problemas económicos existentes –sostuvo Rodríguez de la Sotta– tenía como premisa poner fin al “estatismo y el proteccionismo exagerados”. Si se siguiera este curso –agregó– se vería “como el régimen capitalista vuelve a funcionar tan bien como antes”74. De tal modo, en fin, junto a su planteamiento tradicionalista, que justificaba la implantación de un orden político de hecho excluyente, autoritario y sin sufragio universal, el discurso de Rodríguez de la Sotta asumió una postura capitalista que, en condiciones de la crisis de 1929, resultaba lo más cercana posible a la ortodoxia liberal. Con ello, en fin se evidenciaba que la defensa del capitalismo constituía un punto muy relevante para el Partido Conservador. OTROS DATOS DE LA XI CONVENCIÓN

Más allá del discurso de Rodríguez de la Sotta, “ante el cual, –según Ignacio Arteaga– los elogios de la convención no fueron escatimados y dieron margen a muchas felicitaciones y comentarios de todos los convencionales”75, cabe hacer mención al debate que en el evento se diera en torno al corporativismo. El tema fue discutido en su segunda sesión. Al respecto hubo quienes lo propugnaron y quienes lo criticaron. Finalmente se aprobó una indicación que decía: “la Convención del Partido Conservador acuerda recomendar a la Junta Ejecutiva el estudio del régimen corporativo del Estado”76. Esto, en fin, constituye otra muestra del distanciamiento que tomaba el partido respecto del liberalismo (político), al que, en el discurso de Rodríguez de la Sotta, terminara definiendo como causa de la crisis nacional. Distanciamiento que, no obstante, como hemos visto, no abarcaba el aspecto económico, plano en el que la colectividad era partidaria de un capitalismo con mínima intervención del Estado. Esto es, de un liberalismo económico casi a ultranza. CONCLUSIONES

Los datos expuestos a lo largo de estas páginas permiten concluir en que, a comienzos de la década de los treinta del siglo XX, terminó de producirse un importante cambio ideológico y político en el Partido Conservador. Ese cambio 73 74 75 76

Ibíd., p. 16. Ibíd., p. 17. “IX Convención Nacional del Partido Conservador”, p. 272. Ibíd., p.274.


108 / H i s t o r i a 3 9 6

consistió en la renuncia de la colectividad al liberalismo práctico que profesara desde la segunda parte del siglo XIX en adelante, el que, en defensa de la iglesia, aspirara a debilitar al Ejecutivo y a garantizar ciertas libertades civiles, cuestionando el intervencionismo electoral de los gobiernos de la época. Esa renuncia operó en favor de esquemas que propugnaban gobiernos fuertes garantes del orden, cuestión que vino unida a un cambio de la visión que el partido tenía de las clases subalternas, las que de objetos de la caridad, pasaron a ser vistas como una amenaza que un régimen de autoridad debía controlar, desde ya privándolas de derechos electorales. El mencionado cambio no obedeció, por cierto, a la mera casualidad, sino que fue la respuesta del partido a determinados procesos históricos en curso en el país. Estos estuvieron constituidos por la irrupción de las clases medias y obreras, a las que la colectividad no pudo hegemonizar, cosa que por un tiempo, apoyándose en la Doctrina Social de la Iglesia, creyó poder hacer. Fracasado ese intento, dichas clases se convirtieron, junto a la mesocracia del Ejército, en una amenaza para las elites oligárquicas, cuya dominación cuestionaron, Fueron los referidos procesos históricos los que hicieron entrar en crisis al viejo liberalismo práctico del Partido Conservador, y, en cierto modo, a la efectividad de la DSI, a la que la colectividad no renunció. Fue, en síntesis, frente a todo ello, y no a la mera casualidad, que el partido se sintió obligado llevar a cabo una verdadera reformulación política e ideológica. Es posible constatar que dichas reformulaciones, –a pesar que registran antecedentes–, encontraron su expresión más clara en la XI Convención de Partido, de septiembre de 1932, sobre todo en el discurso que entonces pronunciara Héctor Rodríguez de la Sotta. Una de las cuestiones más notables de esa reformulación antiliberal, –argumentada en base a las concepciones tradicionalistas–, es que abarcó sólo a los aspectos políticos e ideológicos, pero no los económicos, plano en el cual, como viéramos, el Partido Conservador se mantuvo adherido a un capitalismo de cuño liberal. A este respecto cabe preguntarse si esa adhesión al capitalismo liberal, tan categóricamente asumida por la colectividad no entraba en contradicción con la Doctrina Social de la Iglesia que ella decía profesar. Y, sobre todo, cabe interrogarse si esa adhesión se constituyó o no, –y en qué medida– en un factor de quiebre con aquella juventud, –en la que tantas esperanzas depositara–, (luego organizada en la Falange Nacional), la que defenderá otra lectura de la DSI. Durante los años siguientes las tensiones vinculadas a esta cuestión marcarán


EL GIRO IDEOLÓGICO Y POLÍTICO DEL PARTIDO CONSERVADOR A COMIENZOS DE LOS AÑOS TREINTA / Luis Corvalán Márquez

/ 109

otra faceta de la crisis ideológica del Partido Conservador, cuyo estudio ciertamente requiere de una investigación aparte. BIBLIOGRAFÍA Arteaga Undurraga, Ignacio (compilador), El Partido Conservador, XIV Convención 1947. Notas históricas, 1923-1947. Santiago, Imprenta Chile, 1947. Bravo Lira, Bernardino, “Gobiernos conservadores y proyectos nacionales en Chile”. Manuel Loyola y Sergio Grez (compiladores). Los proyectos nacionales en el pensamiento político y social chileno del siglo XIX. Santiago. Ediciones UCSH. 2002. Correa, Sofía (compiladora). Documentos del siglo XX chileno. Santiago, Editorial Sudamericana, 2001. Corvalán Márquez, Luis, Nacionalismo y autoritarismo durante el siglo XX en Chile. Los orígenes, 1903-1931. Santiago, Ediciones de la Universidad Católica Silva Henríquez, 2009. Díaz Salas, Juan, Bosquejo Histórico del Partido Conservador. Presentado a la Convención Nacional de la Juventud Conservadora. 1935. Edwards, Alberto, La fronda aristocrática. Santiago, Ed. Universitaria, 1982. González von Marées, Jorge, El mal de Chile. Sus causas y remedios. Santiago, Talleres Gráficos Portales, 1940. Grayson, George, El Partido Demócrata Cristiano chileno. Santiago, Ed. Francisco de Aguirre, 1968. Heise, Julio, El periodo parlamentario.1861-1925. Tomo II. Santiago, Ed. Universitaria, 1982. Maistre, Joseph de, Consideraciones sobre Francia. Buenos Aires, Ed. Dictio, 1982. Stuven, Ana María, “Republicanismo y liberalismo en la primera mitad del siglo XX en Chile; ¿hubo proyecto liberal en Chile?”. Manuel Loyola y Sergio Grez (compiladores). Los proyectos nacionales en el pensamiento político y social chileno del siglo XIX. Santiago. Ediciones UCSH. 2002. Palacios, Nicolás, “Decadencia del espíritu de nacionalidad”. Gazmuri, Cristian, El Chile del Centenario, los ensayistas de la crisis. Santiago, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2001. Pereira, Teresa, El Partido Conservador, 1930-1965. Ideas, figuras y actitudes. Santiago, Fundación Mario Góngora, 1994. Rodríguez de la Sotta, Héctor, Crisis política, económica y social. Discurso pronunciado por el presidente del Partido Conservador, don Héctor Rodríguez de la Sotta, al inaugurar la convención que celebró el partido en Santiago, durante los


110 / H i s t o r i a 3 9 6 días 24 y 25 de septiembre de 1932. Santiago, Taller Imprenta de la Dirección General de Prisiones, 1932. Ramírez Necochea, Hernán, Origen y formación del Partido Comunista de Chile. Moscú, Ed. Progreso, 1984. Vial, Gonzalo, Historia de Chile, 1891-1973. Tomo II. Santiago, Ed. Santillana, 1981, p. 581.

Recibido el 18 de julio de 2015 Aceptado el 11 de febrero de 2016


/ 111 HISTORIA 396 ISSN 0719-0719 Nº 1 - 2016 [111-139]

LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA1 RECENT HISTORY IN CHILE: AN OUTLOOK OF THE NEW POLITICAL HISTORY

Danny Monsálvez Araneda Universidad de Concepción, Chile. monsalvez@gmail.com

Resumen Durante la última década, la historia reciente, como perspectiva historiográfica ha tenido un importante desarrollo en América Latina, especialmente en países como Argentina, Uruguay, Brasil y en menor medida en Chile. No obstante aquello, en los últimos años ha aumentado el interés por su estudio, particularmente aquellos temas relacionados con la dictadura cívico-militar y el proceso de transición a la democracia. Un aporte importante en este sentido lo constituyen las contribuciones provenientes de la nueva historia política. En vista de aquello, el siguiente artículo tiene como objetivo central caracterizar la historia reciente en Chile, con especial atención en los aportes que han surgido desde una nueva historia política. Es el caso de las investigaciones sobre partidos políticos y la cultura política. Palabras clave: Chile, historia reciente, nueva historia política, partidos políticos, cultura política.

1

Una parte del presente texto fue presentado el jueves 19 de febrero de 2015 en el marco de la estadía postdoctoral en el Taller de Estudios e Investigaciones Anadino-Amazónicos, Departamento de Antropología Cultural, Historia de América y África, Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona, España. Asimismo, el presente artículo se enmarca en el proyecto Fondecyt de Iniciación 11150122.


112 / H i s t o r i a 3 9 6

Abstract During the last decade, recent history, seen as an historical perspective, has had an important development in Latin America, especially in countries like Argentina, Uruguay, Brazil and, to a lesser extent, Chile. However, over the last years, the interest to study this is on increase, particularly the topics related to the civic-military dictatorship and the transition process to democracy. The new political history has made a major contribution to it. The present article seeks to characterize the recent history in Chile, paying special attention to contributions made from a new political history. Investigation about political parties and political culture is an example of this. Keywords: Chile, recent history, a new political history, political parties, political culture.

INTRODUCCIÓN

A diferencia de lo que ocurre en Argentina, el desarrollo y producción de la historia reciente en nuestro país, es aún incipiente. Por ejemplo, “¿cuál es el volumen de la investigación y la producción editorial sobre el pasado reciente en Chile?” La respuesta, de acuerdo a la revisión de los proyectos financiados por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, es que sólo un 3% corresponden a trabajos vinculados con el pasado reciente. Por ejemplo, la distribución temática de la producción bibliográfica muestra que entre el año 2000 y 2012, se produjeron 1.570 títulos correspondientes a categorías relacionadas con historia de Chile, ciencias sociales y humanidades, de ellos sólo “236 títulos abordan temas relacionados con la memoria, la historia y la política reciente lo cual equivale a un 15 por ciento de esas categorías y a un 0,47 por ciento de la producción total”2. ¿La razón de aquel estado de cosas? Tres serían básicamente los argumentos o motivos esgrimidos. En primer 2

Elgueta, Gloria y Marchant, Claudia, Historia reciente y violencia política. Lucha armada en la Argentina (La Revista). Santiago, Tiempo Robado, 2013, pp. 11-12.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 113

lugar, la supuesta escasez de fuentes y archivos para desarrollar investigación sobre el pasado reciente. En segundo lugar, la complejidad para estudiar estos temas por su cercanía; es decir, no han terminado, aún están en desarrollo. Y en tercer lugar el bajo apoyo y financiamiento económico para desarrollar estos temas. A diferencia de otras áreas y temas validados por la comunidad académica. Por ejemplo: “La influencia de la ciencia económica vinculada al neoliberalismo que, constituye una ideología, se presenta como una teoría científica fundamentada. Esta ha logrado penetrar en las universidades, en los centros de investigación, en la dirección y administración del estado y en la sociedad en general, conformando un cierto común fundado en los valores y en las creencias neoliberales”3. Lo cierto es que más allá de estas observaciones y comentarios, la historia reciente ha ido posicionándose progresivamente, ya sea desde un punto de vista historiográfico, político y social, siendo el caso argentino una buena expresión de aquello. Tal y como lo expresa Gabriela Águila: “Una de las principales novedades en el panorama historiográfico argentino de los últimos años es el auge de la denominada Historia reciente, verificado en el sostenido crecimiento de la producción académica y de los espacios donde se debate y se investiga sobre el pasado más cercano. La multiplicidad de jornadas, mesas temáticas, proyectos de investigación, instancia de formación de posgrado, así como la creciente cantidad de tesis doctorales y publicaciones que se centran en el estudio de las últimas décadas de la Historia argentina demuestran la vitalidad de este campo de estudio”4. En ese sentido y como señalamos en líneas anteriores, si bien la producción

3 4

Ibíd., p. 13. Águila, Gabriela, “La Historia reciente en la Argentina: un balance”. Historiografías. N° 3. 2012. p. 63. Entre algunas contribuciones podemos destacar: Yankelevich, Pablo et al., Argentina, 1976: estudios en torno al golpe de Estado. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, El Colegio de México, 2008; Novaro, Marcos y Palermo, Vicente, Historia Argentina. La Dictadura Militar 1976/1983. Del golpe de Estado a la restauración democrática. Buenos Aires, Paidós, 2006; Franco, Marina, Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y “subversión”, 1973-1976. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012; Vezzetti, Hugo, Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos. Buenos Aires, Siglo Veintiuno editores, 2013. Del mismo autor: Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Buenos Aires, Siglo Veintiuno editores, 2009; Calveiro, Pilar, Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años sesenta. Buenos Aires, Siglo Veintiuno editores, 2013 y Águila, Gabriela, Dictadura, represión y sociedad en Rosario, 1976/1983. Un estudio sobre la represión y los comportamientos y actitudes sociales en dictadura. Buenos Aires, Prometeo Libros, 2008.


114 / H i s t o r i a 3 9 6

historiográfica sobre la historia reciente en Chile, es aún escasa, en los últimos años se ha venido dando progresivamente un incremento en su producción, tanto a nivel de seminarios, tesis de pre y postgrado y las contribuciones provenientes de la nueva historia política. Serán precisamente los trabajos e investigaciones sobre la nueva historia política de Chile, la cual nos permitirá dar una mirada de conjunto al quehacer y revitalización de una historia reciente en nuestro país. En otras palabras, el desarrollo de la historia reciente, historiográficamente no se puede entender sin comprender el significado y contribución que ha tenido en los últimos años la renovación de la historia política, constituyéndose, en el caso chileno, la década del sesenta y setenta del siglo pasado, en uno de los principales campos de estudio donde la nueva historia política se reconoce por su interés en indagar -entre otros aspectos- la violencia política, terrorismo de Estado, violación sistemática de derechos humanos, memoria, partidos políticos, cultura política, militancia, subjetividades y todas aquellas condiciones y adversidades que el sistema sociopolítico chileno en su conjunto tuvo que enfrentar. En vista de aquello, el presente artículo tiene como objetivo general analizar en sus aspectos centrales la historia reciente como campo en construcción, y caracterizar los aportes que ha tributado la nueva historia política, incluyendo en la última parte algunas referencias bibliográficas que permiten ejemplificar lo señalado en el desarrollo del presente artículo. LA HISTORIA RECIENTE: UN CAMPO EN CONSTRUCCIÓN

Si bien la historia reciente es un campo de estudio y del conocimiento que tiene una trayectoria relativamente larga dentro de la historiografía occidental contemporánea, remontándose a la Primera Guerra Mundial, la crisis económica de 1929 y con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, a través de la creación de centros académicos y programas para el estudio de un pasado reciente, será en las últimas décadas, particularmente en América Latina, cuando ésta adquiera mayor fuerza. Como señalan Marina Franco y Florencia Levín, “si la historia reciente es un campo que tiene más de medio siglo de vida, la pregunta que surge es por qué ahora, en los últimos tiempos, han cobrado aún más vigor. La respuesta es compleja y sólo puede esbozarse teniendo en cuenta una multiplicidad de procesos y variables”5. Así, para Carlos Figueroa y Nicolás Iñigo, la historia reciente constituye un nuevo campo, en construc-

5

Franco, Marina y Levín, Florencia, Historia reciente: perspectivas y desafíos para un campo en construcción. Buenos Aires, Paidós, 2007, p. 36.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 115

ción, con problemáticas propias, caracterizada por la presencia de protagonistas que han vivenciado los hechos y procesos históricos, en segundo lugar, la presencia de una memoria social y por último, la relación que se produce entre el historiador y su objeto de investigación. Al mismo tiempo, la historia reciente está marcada por aquellos procesos sociales traumáticos que interpelan e interrogan constantemente a la sociedad. Aquí podemos mencionar los actos genocidas, el terrorismo de Estado y la violencia política, todos ellos acontecimientos que se han desencadenado profusamente en la segunda mitad del siglo XX6. Desde un punto de vista metodológico, la pregunta es: ¿cómo nos aproximamos al estudio de la historia reciente?, ¿cómo situamos un hecho o proceso que diga relación con aquella perspectiva historiográfica? Los citados Figueroa e Iñigo plantean tres opciones para responder a aquello. En primer lugar, situarse en las décadas del sesenta y setenta del siglo pasado, años marcados por una nueva realidad, una nueva fase por la cual hoy transita la humanidad. Momentos de cambios, reformas y revoluciones que significaron alterar, transgredir y romper determinados esquemas sociales. Una segunda opción, dice relación con hacernos cargo del estudio de determinados temas nacionales, coyunturas, momentos de tensión, crisis o quiebres a nivel político y social (golpes de Estado, guerras civiles, revueltas, revoluciones, crisis institucionales), los cuales tendrán una proyección y trascendencia en el tiempo (traspasa y marca generaciones), y en último término, estudiar determinados temas, ya sean procesos económicos, sociales, políticos y culturales, por ejemplo, la implementación del neoliberalismo como proceso económico, pero sobre todo ideológico y político; es decir, como proyecto hegemónico. Por ejemplo, desde una perspectiva más específica, Hernán Apaza analiza la historiografía argentina de los últimos años, señalando que el proceso de normalización abierto en 1982-1983, sirvió para “(…) preguntarnos acerca del tipo de Historia que se produce en el seno de las instituciones académicas, cuáles son las concepciones ideológicas y políticas dominantes, qué conceptos y presupuestos se consideran legítimos, entre otras características de las condiciones de producción imperante”7. Es decir, el fin de la dictadura cívico-militar (en este caso la Argentina) y el retorno a la democracia, no solamente fue un 6

7

Figueroa, Carlos e Iñigo, Nicolás, “Reflexiones para una definición de Historia Reciente”. López, Margarita, Figueroa, Carlos y Rajland, Beatriz (eds.). Temas y procesos de la historia reciente de América Latina. Santiago. Editorial Arcis. 2010. pp. 13-14. Apaza, Hernán, “Para una Historia de la Historia reciente. Propuesta para un programa de in-


116 / H i s t o r i a 3 9 6

proceso político, también implicó una mirada y lectura (crítica) sobre la producción historiográfica. De ahí que, los procesos dictatoriales y los períodos de transiciones a la democracia, fueran vistos por algunos historiadores como un campo de estudio del cual había que hacerse cargo. En ese sentido, el proyecto colectivo de historia reciente que encabezan las citadas Marina Franco y Florencia Levín, constituye una obra pionera y de referencias para quienes se interesan por estos temas. A lo cual se pueden agregar las contribuciones de Hugo Fazio8, Elizabet Jelin9, Luciano Alonso10, Enzo Traverso11 y recientemente Patricia Flier12, entre otros. Al hacer referencia a los trabajos de Franco Levín, Apaza señala que la historia reciente es un campo en construcción que se traduce en el espacio configurado a partir de una red de relaciones académicas específicas a nivel nacional; relaciones que encuentran su materialización en una serie de publicaciones especializadas de aparición periódica, instituciones y centros de diversa índole -de investigación y/o documentación- que albergan, entre otros, equipos dedicas a investigar el pasado reciente, encuentros, jornadas y congresos dedicados a problemáticas específicas, y hasta espacios de formación en la materia13. Punto no menor para el desarrollo de una historia reciente, fue legitimarse dentro del campo de la historiografía, lo cual significaba discutir y hacer presente los problemas a tratar, las metodologías y teorías a utilizar, las cuales fueran consideradas válidas al interior del campo historiográfico académico. Lo anterior, implica una “(…) disputa en torno a lo que podemos denominar la autoridad historiográfica, que concede la posibilidad de imponer la definición y límites a la práctica historiográfica legítima”14. Lo cierto es que, más allá de los cuestionamientos y críticas que se puedan esgrimir al desarrollo de una historia reciente, ésta ha logrado posicionarse en el campo historiográfico académico y a nivel de sociedad, en primer lugar, por su

8

9 10

11

12

13 14

vestigación”. Bresciano, Juan Andrés (ed.). El Tiempo Presente como campo historiográfico. Ensayos teóricos y estudios de casos. Montevideo. Ediciones Cruz el Sur. 2010, p. 67. Fazio, Hugo, “La historia del tiempo presente: una historia en construcción”. Historia Crítica. N° 17. julio-diciembre. 1998. pp. 47-57. Jelin, Eizabeth, Los trabajos de la memoria. Buenos Aires, siglo XXI, 2002. Alonso, Luciano, “Sobre la existencia de la historia reciente como disciplina académica: Reflexiones en torno a Historia reciente. Perspectivas y desafíos de un campo en construcción, compilado por Marina Franco y Florencia Levín”. Prohistoria. Vol. 11. 2007. pp. 191-204. Traverso, Enzo, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012. Flier, Patricia, Dilemas, apuestas y reflexiones teórico-metodológicas para los abordajes en Historia Reciente. Argentina, Universidad Nacional de la Plata, 2014. Apaza, “Para una historia de la historia reciente”, pp. 67-68. Ibíd., p. 69.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 117

particular denominación y significación, en contraposición o a la par de otras propuestas historiográficas que van en la misma dirección como el caso de la Historia del Presente, Historia Inmediata, Historia Actual, Historia Vivida o Historia muy Contemporánea. En segundo lugar, por el interés (político, teórico y metodológico) que ha suscitado en una importante comunidad de estudiantes y jóvenes historiadores, y en tercer lugar, por la relación entre historia reciente y sociedad, es decir, el estudio de temáticas vinculadas a los “usos públicos de la Historia. Lo anterior ha significado construir una serie de relaciones académicas y no académicas, instituciones públicas, estatales, organizaciones de la sociedad civil, tanto nacionales como internacionales, lo que condiciona el desarrollo de este campo, pero de ninguna manera le quita autonomía al proceso de su constitución, como espacio académico específico”15. En consecuencia y retomando a las mencionadas Franco y Levín, la historia reciente ha cobrado valor en el último tiempo, por las profundas transformaciones que han afectado al mundo entero y en nuestro caso particular a América Latina, específicamente por los traumáticos acontecimientos ocurridos a nivel social y las consecuencias que acarrearon para sus respectivas sociedad los regímenes militares del cono sur16. LOS APORTES DE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA

En este estado de cosas, resulta necesario destacar los aportes de la nueva historia política, la cual por su carácter holístico, enfatiza que la política y lo político no se explican por sí sólo, sino que responden a los impactos, las conexiones y transformaciones que se van produciendo en las otras dimensiones de la sociedad: economía, cultura, mentalidad y sociedad. Por lo tanto, tiene poco 15 16

Ibíd., p. 68. Desde el ámbito del periodismo, también es posible destacar algunas investigaciones que se enmarcan en estudios sobre la historia reciente de Chile, es el caso de los trabajos de Monckeberg, María Olivia, El saqueo de los Grupos Económicos al Estado chileno. Santiago, Ediciones B Chile S.A, 2001; La privatización de las universidades. Una historia de dinero, poder e influencias. Santiago, La Copa Rota, 2005; El negocio de las universidades en Chile. Santiago, Random House Mondadori, 2007; Los Magnates de la prensa. Concentración de los medios de comunicación en Chile. Santiago, Random House Mondadori S.A, 2008; Con fines de lucro. Santiago, Random House Mondadori, 2013; González, Mónica, Apuntes de una época feroz. Reportajes y entrevistas en dictadura. Santiago, editorial Hueders, 2015; Cavallo, Ascanio, Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar, La historia oculta del régimen militar. Santiago, Editorial Antártica, 1989; Cavallo, Ascanio, La historia oculta de la transición. Memoria de una época 1990-1998. Santiago, Uqbar editores, 2013, y Basso, Carlos, La CIA en Chile. 1970-1973. Santiago, Aguilar, 2013.


118 / H i s t o r i a 3 9 6

sentido seguir insistiendo en el carácter excluyente de la historia política. Cada vez se da un mayor diálogo y conexión entre las diversas tendencias historiográficas. De ahí que ésta historia política no busque una confrontación con la historia social o cultural, sino que incorpora aquellos enfoques a sus análisis, tales como subjetividades, formas de vida y mentalidades de las subculturas17. Esta nueva historia política ha sido definida como una historia cuyo objetivo es explorar la profundidad social de la política, encontrar signos de vida política en ámbitos donde previamente no se pensaba que existían; es decir, una historia social con la política restituida o bien la explosión de procesos políticos que son también sociales18. Atenta al acontecimiento, pero también a los movimientos de gran amplitud (las ideologías, de larga duración, por ejemplo) y a las estructuras, especialmente a través de la noción de cultura política, ya no se limita al desarrollo descriptivo de una simple crónica de los acontecimientos. Esta nueva historia de lo político satisface actualmente las principales aspiraciones que habían suscitado la justificada rebelión contra la historia política tradicional. En todo este proceso de renovación de la historia política, importante destacar los aportes realizados por Jean-François Sirinelli19, Pierre Rosanvallon20, Carlos Altamirano21 y Guillermo Palacios22, entre otros. Todos ellos desde sus diversas experiencias investigativas, han impulsado el interés y revitalización del estudio de la historia política, con nuevos enfoques teóricos y metodológicos. En el caso chileno y siguiendo el análisis de Ponce y Pérez es posible situar algunos historiadores políticos del siglo XXI. Entre ellos destacan Cristina Moyano Barahona, Luis Corvalán Márquez y Juan Carlos Gómez Leyton23. En el caso de Moyano sus investigaciones se sitúa en una perspectiva heterodoxa, sin un paradigma fijo y estático o preestablecido, más bien utiliza conceptos y 17

18

19

20

21

22

23

Ulianova, Olga (ed.), Redes políticas y militancia. La historia política está de vuelta. Santiago, Editorial Ariadna, Universidad de Santiago de Chile, 2009, p. 11. Gil Puyol, Xavier, “La historia política de la Edad Moderna Europea, hoy: procesos y minimalismo”. Barros, Carlos (ed.). Historia a Debate. Volumen III. España. Gráficas Sementeira. 1995. p. 196. Sirinelli, Jean-François, “El retorno de lo político”. Revista de Historia Contemporánea. N° 9. 1993. pp. 25-36. Rosanvallon, Pierre, Para una historia conceptual de lo político. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003. Altamirano, Carlos, “De la historia política a la historia intelectual: reactivaciones y renovaciones”. Prisma Revista de Historia Intelectual. N° 9. 2005. pp. 11-18. Palacios, Guillermo, Ensayos sobre la nueva historia política de América Latina, s. XX. México, El Colegio de México, 2007. Ponce, José Ignacio y Pérez, Aníbal, “La revitalización de la historiografía política chilena”. Polis. Revista Latinoamericana. Vol. 12. N° 36. 2013. pp. 453-476.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 119

herramientas teóricas de acuerdo a los requerimientos de sus investigaciones. Citando a Norbert Lechner considera que la subjetividad de los actores constituye un elemento central para el estudio de diferentes procesos sociopolíticos. De ahí su interés por estudiar los partidos políticos, pero no como orgánicas monolíticas e institucionalizadas, sino como una comunidad de sujetos y actores24. Respecto a Corvalán, sus trabajos tienen como punto de referencia el golpe de Estado de 1973 y todo el proceso político que giró en torno a aquella coyuntura crítica de la historia reciente de Chile. Desde una mirada crítica a la historia política tradicional, se adentra en una historia política que busca desentrañar los diversos procesos sociales que se dan en la sociedad, en la disputa (política) por el control del Estado a través del accionar de los sujetos, sus proyectos, discursos, ideologías e intereses25. Finalmente Gómez Leyton apuesta por un estudio de la historia política tanto desde el campo de la historia como de lo politológico. Es decir, un diálogo entre estas dos disciplinas, entre la investigación histórica y el análisis politológico26. Esto daría como resultado una Ciencia Política Histórica que tendría como objetivo estudiar políticamente el pasado histórico. Este ejercicio interdisciplinario permitiría supera la mera reconstrucción de los hechos políticos (conflictos, cambios políticos) de una sociedad en un momento dado, para dar paso al análisis de los procesos políticos, la política, el poder y las fuerzas políticas en períodos históricos específicos27. En este análisis, importante señalar los aportes que desde otros temas se han realizado en materia de historia política, es el caso por ejemplo de Mario Góngora con su ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile. Trabajo de reflexión historiográfica que entre otros aspectos aportó la noción de la “época de las planificaciones globales” para referirse al periodo que va desde los años 1964 y 198028. En esta misma perspectiva podemos mencionar las contribuciones de Alfredo Jocelyn-Holt Letelier con su estudio sobre la figura de Diego Portales y la importancia del concepto del orden en Chile29. Tema que ya había

24

25

26

27 28

29

Moyano, Cristina, El MAPU o la seducción del poder y la juventud. Santiago, ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2009 y El MAPU durante la dictadura. Saberes y prácticas políticas para una microhistoria de la renovación socialista en Chile 1973-1989. Santiago, ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2010. Corvalán, Luis, Del anticapitalismo al neoliberalismo en Chile. Santiago, Editorial Sudamericana, 2001. Gómez, Juan Carlos, Política, democracia y ciudadanía en una sociedad neoliberal. Santiago, Editorial Arcis, Clacso, 2010. Ponce y Pérez, “La revitalización de la historiografía política chilena”, pp. 458- 461. Góngora, Mario, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Santiago, ediciones la ciudad, 1981. Jocelyn- Holt, Alfredo, El Peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica. Santiago, Planeta/ Ariel, 1997.


120 / H i s t o r i a 3 9 6

sido analizado en profundidad por Norbert Lechner durante los años ochenta. Y el ensayo del “Chile Perplejo” donde da cuenta a través de un ensayo crítico sobre el desarrollo de la historia política reciente de los últimos 40 años30. Cristian Garay con su investigación que aborda las controversiales relaciones de los militares con el gobierno de Salvador Allende31. Joaquín Fermandois y su indagación sobre la historia política del cobre, desde mediados de siglo XX hasta las primeras décadas del siglo XXI32. La importancia no sólo económica de dicho recurso, sino también en cuanto al debate político de los diferentes sectores de la sociedad sobre las políticas públicas hacia el cobre. Significativa contribución ha realizado Manuel Gárate Chateau, quien detalladamente analiza el proceso de la revolución capitalista en Chile. Los antecedentes históricos de lo que fue la implementación del modelo neoliberal en nuestro país, no sólo durante la dictadura de Pinochet, sino también su consolidación durante los gobiernos de la Concertación33. Finalmente indicar otros aportes que se han realizado desde distintos enfoques para la revitalización de la historia política nacional. Las investigaciones de José Joaquín Brunner en la perspectiva sociocultural34; Augusto Varas sobre el tema militar35; Felipe Portales y el desarrollo de la democracia en Chile36; Tomás Moulian y Manuel Antonio Garretón y sus enfoques sociopolíticos del Chile reciente, desde los años sesenta al Chile de hoy37. NUEVA HISTORIA POLÍTICA: ALGUNOS TEMAS Y PROBLEMAS DE INVESTIGACIÓN

En relación a los temas y problemas de estudios sobre los cuales han girado 30

31

32

33

34

35

36

37

Jocelyn-Holt Letelier, Alfredo, El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar. Santiago, Planeta/Ariel, 2001. Garay Vera, Cristian, Entre la espada y la pared: Allende y los militares, 1970-1973. Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2014. Fermandois, Joaquín, Bustos, Jimena y Schneuer, María José, Historia Política del Cobre. 19452008. Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2009. Gárate Chateau, Manuel, La Revolución Capitalista en Chile (1973-2003). Santiago, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2012. Brunner, José Joaquín y Catalán, Gonzalo, Cinco estudios sobre cultura y sociedad. Santiago, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Ediciones Ainavillo, Salesianos, 1985 y Los intelectuales y las instituciones de la cultura. Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2014. Varas, Augusto y Agüero, Felipe, El proyecto político militar. Santiago, Dibam, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2011. Portales, Felipe, Los mitos de la democracia chilena. Volumen I y II. Santiago, Catalonia, 2004 y 2010. Moulian, Tomás, Chile actual Anatomía de un mito. Santiago, Lom ediciones, 2002 y Garretón, Manuel Antonio, Del Postpinochetismo a la sociedad democrática. Globalización y política en el Bicentenario. Santiago, Random House Mondadori, 2006 y Neoliberalismo corregido y progresismo limitado. Los gobiernos de la Concertación en Chile, 1990-2010. Santiago, Editorial Arcis, Clacso, 2012.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 121

las investigaciones de una nueva historia política podemos mencionar los referidos a los partidos políticos, cultura política, elites políticas, violencia política y memoria entre otros. Para el caso del estudio de los partidos políticos, la citada Cristina Moyano señala que éstos deben ser pensados más allá de una simple estructura orgánica con ideas, más o menos acabadas y desarrolladas. Se trata de analizar la dimensión subjetiva de la política. El objetivo es pensar los partidos desde los sujetos y sus prácticas, es decir, como una comunidad de actores, en la cual éstos aportan a la significación de las ideas38. En aquella línea de trabajo destacamos por ejemplo las contribuciones de Rolando Álvarez sobre la historia del Partido Comunista, abordando su origen, trayectoria y práctica política, resaltando la construcción de una determinada cultura e identidad política al interior del mundo de la izquierda chilena39. Mismo caso para Alfredo Riquelme en su investigación sobre el partido comunista, donde nos proporciona una mirada general sobre los orígenes del partido, para posteriormente centrar su atención en los derroteros que siguió el comunismo desde los años setenta en adelante, particularmente después del golpe de Estado de 1973 hasta el año 200040. Desde una perspectiva más general, Isabel Torres Dujisin recientemente publicó un libro que abordar la disputa política e ideológica entre los años 1958 y 1970 a través de los denominados proyectos políticos excluyentes. En su trabajo va explicando (ordenada, metódica y cronológicamente) una serie de acontecimientos que se van encadenando y que finalmente desembocarán en el quiebre del sistema democrático en 197341. El mismo Corvalán, en otro escrito, destaca al Partido Socialista como una de las nuevas “identidades” en la historia política reciente de Chile, concentrándose particularmente en los años setenta y ochenta, con especial atención al proceso de renovación que la colectividad experimentó después del golpe de

38

39

40

41

Moyano, Cristina, “Elementos teóricos y metodológicos para estudiar a los partidos políticos y a la militancia”. (http://cristinamoyano.files.wordpress.com/2010/11/10-10-15iv-jornadas-dehistoria-politica-conferencia-magistral.pdf). Álvarez, Rolando, Desde las sombras. Una historia de la clandestinidad comunista (1973-1980). Santiago, Lom ediciones, 2003 y Arriba los pobres del mundo. Cultura e identidad política del Partido Comunista de Chile entre democracia y dictadura. 1965-1990. Santiago, Lom Ediciones, 2011. Riquelme, Alfredo, Rojo Atardecer. El comunismo chileno entre democracia y dictadura. Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2009. Torres, Isabel, La crisis del sistema democrático: Las elecciones presidenciales y los proyectos políticos excluyentes. Chile 1958-1970. Santiago, Universitaria, 2014.


122 / H i s t o r i a 3 9 6

Estado de 197342. Por su parte Luis Ortega, que preferentemente desarrolla una línea de investigación en historia económica, tiene algunas investigaciones donde estudia la radicalización del socialismo en los años sesenta, señalando que aquello antecede al impacto que tuvo la revolución cubana en la colectividad, remontándose a la década de 1940 cuando se produce un cuestionamiento a las alianzas con los partidos de centro, lo que genera entre otras cosas su división43. De las investigaciones que nos entregan una mirada de conjunto y general sobre la trayectoria de la izquierda en Chile, destacan las indagaciones de Jorge Arrate y Eduardo Rojas en “Memoria de la izquierda chilena” quienes analizan y describe las etapas, momentos y tensiones que se presentaron en la evolución histórica de la izquierda nacional desde mediados de siglo XIX en adelante44. Misma panorámica nos aporta Paul Drake, el cual se adentra en el proceso histórico que vive la izquierda, particularmente el socialismo desde la década de 1930 hasta el golpe de Estado de 197345. Para un estudio más acotado de las controversias y contradicciones entre socialistas y comunistas, el trabajo de Pablo Rubio Apiolaza da cuenta del proceso que experimentaron ambos partidos en la década de 1950, cuando realizaron un análisis de la experiencia Frente Populista y de su posterior línea estratégica. Proceso que será decisivo en los conflictos que ambos vivirán entre 1965 y 197346. Marcelo Casals ha publicado un trabajo que aborda la trayectoria de la izquierda chilena a contar de la década del cincuenta. Aspecto relevante del trabajo de Casals, es su mirada a la forma como se va desarrollando aquel proceso de creación política que será la Unidad Popular, la cual estará cruzada por una serie de conflictos al interior de la izquierda chilena; sin embargo, la idea que el país requería un cambio estructural posibilitaron finalmente la unidad de la izquierda y su llegada al gobierno en 197047. Recientemente acaba de publicar

42

43

44

45

46

47

Corvalán, Luis, “Surgimiento de nuevas identidades en la historia política reciente. El caso del Partido Socialista de Chile”. Revista Mapocho. N° 38. 1995. pp. 153-171. Ortega, Luis, “Del Frente de Trabajadores al Congreso de Chillán. Los Socialistas de Chile entre 1956-1967”. Palimpsesto Revista de Historia y Ciencias Sociales. Vol. 1. N°1. 2004 y “La radicalización de los socialista de Chile en la década de 1960”. Universum. Vol. 2. N° 23. 2008. pp. 152-164. Arrate, Jorge y Rojas, Eduardo, Memoria de la Izquierda Chilena. Tomo I y II. Santiago, Ediciones B, 2003. Drake, Paul, Socialismo y populismo en Chile 1936-1973. Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1992. Rubio, Pablo, “La izquierda chilena en la década de 1950: socialistas, comunistas y sus contradicciones”. Palimpsesto Revista de Historia y Ciencias Sociales. N° 1, 2004. Casals, Marcelo, El alba de una revolución. La izquierda y el proceso de construcción estratégica de la “vía chilena al socialismo” 1956-1970. Santiago, Lom ediciones, 2010.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 123

un artículo en el cual da cuenta de la práctica y discurso anticomunismo chileno previo al golpe de Estado de 197348 Recientemente Sergio Grez Toso publicó un artículo en el cual analiza la trayectoria electoral de la izquierda chilena desde mediados de siglo XIX hasta el presente. En dicho artículo el autor expone las tensiones y divergencias que existieron en la izquierda nacional respecto a la factibilidad de participar de los procesos electorales como una vía para concretar sus aspiraciones y demandas políticas y sociales49. Si bien las investigaciones sobre la derecha en Chile no son prolíficas en comparación a los trabajos que se han desarrollado sobre el mundo de la izquierda nacional, es posible destacar las contribuciones que a la fecha han realizado Sofía Correa Sutil50, Verónica Valdivia Ortiz de Zárate51, Isabel Torres Dujisin52, Pablo Rubio Apiolaza53, Margaret Power54, esta última con su estudio sobre la mujer de derecha durante los años 1964 y 1973 y José Díaz Nieva con su investigación sobre lo que fue el accionar de una particular forma de nacionalismo de derecha expresado en el Frente Nacionalista Patria y Libertad durante el gobierno de Salvador Allende55. Al respecto el libro de Sofía Correa constituye una de las primeras investigaciones que busca entregar una visión general sobre los orígenes de la derecha en Chile. Desde su aspecto conceptual hasta su trayectoria durante el siglo XX. Para Correa Sutil la derecha no se circunscribe solamente a los partidos

48

49

50

51

52

53

54

55

Casals, Marcelo, “La “larga duración” del autoritarismo chileno. Prácticas y discursos anticomunistas camino al golpe de Estado de 1973”. Revista de Historia y Geografía. N° 29. 2013. pp. 31-54. Grez, Sergio, “La izquierda chilena y las elecciones: una perspectiva histórica (1882-2013)”. Cuadernos de Historia. N° 40. 2014. pp. 61-93. Correa, Sofía, Con las Riendas del poder. La derecha chilena en el siglo XX. Santiago, editorial Sudamericana, 2004. Valdivia, Verónica, Su revolución contra nuestra revolución. Izquierdas y derechas en el Chile de Pinochet (1973-1981). Santiago, Lom ediciones, 2006; Su revolución contra nuestra revolución. Vol. II. La pugna marxista-gremialista en los ochenta. Santiago, Lom ediciones, 2008; Nacionales y gremialistas. El “parto” de la nueva derecha política chilena, 1964-1973. Santiago, Lom ediciones, 2008, y La alcaldización de la política. Los municipios en la dictadura pinochetista. Santiago, Lom ediciones, 2012. Moulian, Tomás y Torres, Isabel, Discusiones entre honorables. Triunfos, fracasos y alianzas electorales de la Derecha en Chile, 1938-2010. Santiago, editorial Arcis-Akhilleus, 2011. Rubio, Pablo, Los civiles de Pinochet. La derecha en el régimen militar chileno, 1983-1990. Santiago, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, 2013. Power, Margaret, La mujer de derecha. El poder femenino y la lucha contra Salvador Allende, 1964-1973. Santiago, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, 2008. Díaz Nieva, José, Patria y Libertad. La vanguardia juvenil contra Allende. Madrid, ediciones Barbarroja, 2013.


124 / H i s t o r i a 3 9 6

políticos, actores importantes lo constituyen las elites, sectores empresariales, gremiales y corporativos. Pablo Rubio Apiolza analiza la trayectoria de la derecha chilena después del golpe de Estado de 1973, con especial atención al periodo que va entre 1983 y 1990. El objetivo de su estudio es establecer la relación entre las organizaciones partidarias de la derecha con el régimen de Augusto Pinochet. Asimismo, comprender el comportamiento de los partidos de derecha en la década de los ochenta, especialmente de la Unión Demócrata Independiente, Movimiento de Unión Nacional y Renovación Nacional. Para Rubio, no existe una derecha, más bien son diversas organizaciones (partidos y movimientos) que tienen vida desde conservadores y liberales hasta la derecha que se configura durante la dictadura, específicamente la Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional. Pero sin duda, las investigaciones de Verónica Valdivia son las que abordan con mayor profundidad la derecha chilena en la historia reciente de Chile. Comenzando por la fundación del Partido Nacional (1966), la irrupción del Movimiento Gremial, hasta la configuración de una “nueva derecha” en plena dictadura militar. En ese escenario, destacará el gremialismo, el cual años más tarde dará vida a la Unión Demócrata Independiente, constituyéndose en el sector civil, con Jaime Guzmán a la cabeza, más próximo y heredero del proyecto político del régimen dictatorial de Augusto Pinochet. Dentro de las nuevas investigaciones y enfoques sobre los partidos políticos, importante es destacar el estudio de la cultura política. Este no es un concepto uniforme, además, ha sido desarrollado fundamentalmente por los politólogos, sin embargo, los historiadores la han ido incorporando progresivamente en sus investigaciones. En una primera aproximación general, la cultura política tiene que ver con un sistema de valores, formas de aprendizaje, todo lo que es parte de una historia sociocultural relativa al poder político56. Fabio López de la Roche señala que el concepto de cultura política comenzó a ser utilizado en América Latina a mediados de las década del ochenta del siglo XX, prolongándose a los períodos de transición democrática. Es decir, el interés por aquel concepto se vincula con los períodos de dictaduras militares; allí la cultura política, se relacionaba con reconocer la trascendencia de los factores culturales, específicamente los relacionados con la subjetividad de los actores políticos57. 56

57

Almond, Gabriel, “El estudio de la cultura política”. Revista de Ciencia Política. Vol. X. N° 2. 1988. pp. 77-89; Fermandois. Joaquín, “Vigencia de la historia política”. Revista Dimensión Histórica de Chile. N° 4-5. 1987-1988. pp. 227-232. López de la Roche, Fabio, “Aproximaciones al concepto de cultura política”. Convergencia.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 125

Para Norbert Lechner no existe un significado claro y preciso del concepto, tampoco existe un acuerdo acerca de lo que deberíamos entender por una cultura política democrática. Lo anterior, no significa desconocer que el fenómeno existe, por lo tanto, cultura política como categoría relacional habría que usarla para confrontar las orientaciones colectivas de dos o más actores respecto a cuestiones políticas58. Por su parte, Manuel Antonio Garretón señala que la cultura política constituye aquel proceso en el cual una sociedad define la relación entre el Estado, las estructuras político-partidistas y la base social o sociedad civil59. Para Cristina Moyano la cultura política será la forma en que un movimiento entiende la actuación política y simbólica de sus miembros, dentro de la construcción de un orden social determinado; la significación que realizan de su actuación; las luchas por la búsqueda de las hegemonías del recuerdo y del presente; la direccionalidad que le entregan a la acción y las lecturas que hacen de ella, y las redes sociales que articulan sus relaciones; en suma, la construcción de una identidad partidaria forjada en la vida cotidiana misma60. Rolando Álvarez en su investigación sobre cultura e identidad política del Partido Comunista entre los años 1965-1990, entenderá la cultura política como una relación dialéctica entre lo que la institución partidaria quería construir y la influencia que la experiencia cotidiana de sus militantes tenía sobre ésta. Es decir, la tensión entre la idealización generada por el partido y sobre la cual se construyó la identidad comunista y los cambios que se produjeron en la realidad chilena durante los años que comprende su estudio61. Alberto Aggio en un interesante trabajo sobre la crítica a la cultura política de la Unidad Popular, señala que ésta fue una tentativa de realización de la vía chilena al socialismo; sin embargo, las discrepancias internas al interior de la coalición respecto a la vía, no logró configurar una línea política clara y hegemónica que sustentaran aquel camino. Lo anterior se explicaría, según Aggio, por la cultura política de los partidos que formaban la Unidad Popular y por lo inconcluso del propio proyecto de la vía chilena que fuera democrático al socialismo. En otras palabras, la experiencia chilena fracasó, ya que el proyecto de transición al socialismo no

58

59

60

61

Revista de Ciencias Sociales. N° 22. Año 7. 2000. pp. 93-123 Lechner, Norbert (compilador), Cultura política y democratización. Santiago- Buenos Aires, Flacso-Clacso, 1987. Garretón, Manuel Antonio, “Cultura política y sociedad en la construcción democrática”. Documentos de Trabajo FLACSO-Programa Chile. N° 6. 1991. Moyano, Cristina, El MAPU durante la dictadura. Saberes y prácticas políticas para una microhistoria de la renovación socialista en Chile 1973-1989. Santiago, Ediciones Universidad Alberto hurtado, 2010. Álvarez, Rolando, Arriba los pobres del mundo. Cultura e identidad política del Partido Comunista de Chile entre democracia y dictadura. 1965-1990. Santiago, Lom Ediciones, 2011.


126 / H i s t o r i a 3 9 6

se tradujo en una creación política capaz de conquistar, por la democracia una mayoría social para aquel proyecto62. La citada Isabel Torres comenta que la propuesta de la historia política actual está directamente relacionada con los estudios de una cultura política, que entre otros aspectos “busca recoger el sistema de representaciones e imaginarios, de visiones de mundo, referencias históricas, modelos y concepciones de sociedad ideal. La interrelación de estos elementos representados a través de símbolos, ritos, lenguajes, etc., permiten profundizar el campo de la toma de decisiones, las propuestas, los proyectos e imaginarios políticos”63.

OTROS TEMAS DE INVESTIGACIÓN: ALGUNAS REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS64

En el proceso de revitalización de la historia política podemos destacar otras investigaciones que se han venido desarrollando y que se relacionan, complementan o son tributarias de lo expuesto en líneas anteriores. Como una forma de situar estos trabajos, los dividiremos en tres espacios temporales: en primer lugar aquel que hace referencia al período previo al golpe de Estado de 1973, es decir, una historia política desde mediados de siglo XX hasta la intervención militar del 11 de septiembre. Aquí enumeramos los trabajos de Sofía Correa “La opción política de los católicos en Chile”65 y “Algunos antecedentes históricos del proyecto neoliberal en Chile (1955-1958)”66; Felipe Delgado “Dialogo de sordos (y serios). La cultura política chilena ad portas al Golpe de Estado”67; Claudio Llanos Reyes “1971-1972: Sublevación en el campo. Poder

62

63

64

65

66

67

Aggio, Alberto, “Experiencia chilena y vía chilena al socialismo: un estudio crítico de la cultura política de la Unidad Popular (1970-1973)”. Revista Mapocho. N° 35. 1994. pp. 277-291. Torres, Isabel, La crisis del sistema democrático: las elecciones presidenciales y los proyectos políticos excluyentes. Chile 1958-1970. Santiago, editorial Universitaria, 2014, p. 26. Importante señalar que la mayoría de los trabajos aquí citados y enumerados corresponden a investigaciones realizadas por historiadores, por lo tanto, no hemos incluido los aportes de sicólogos, politólogos o cientistas políticos. Es el caso por ejemplo, de las contribuciones de la Revista Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica, Revista Política de la Universidad de Chile, Sociología de la misma Universidad y Revista Estudios Públicos del Centro de Estudios Públicos (CEP). Correa, Sofía, “La opción política de los católicos en Chile”. Revista Mapocho. N° 46. 1999. p. 191. Correa, Sofía, “Algunos antecedentes históricos del proyecto neoliberal en Chile (1955-1958)”. Opciones. N° 6. 1985. pp. 106-146. Delgado, Felipe, “Dialogo de sordos (y serios). La cultura política chilena ad portas al Golpe de Estado”. Revista Austral de Ciencias Sociales. N° 16. 2009. pp. 57-72.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 127

popular por decreto versus poder popular por la bases”68 y Cuando el pueblo unido fue vencido69; Jorge Rojas Flores “Los estudiantes secundarios durante la Unidad Popular”70; Ángel Soto y Marco Fernández “El pensamiento político de la derecha chilena en los 60: el partido nacional”71; José Díaz Nieva “Patria y Libertad” y el nacionalismo chileno durante la Unidad Popular, 1970-1973”72; Joaquín Fermandois “Transición al socialismo y confrontación en Chile, 19701973”73; Ángel Soto “Caricatura y agitación política en Chile durante la Unidad Popular, 1970-1973”74; Isabel Torres Dujisin “Cómo y desde dónde aproximarse al quiebre del sistema democrático en 1973”75; Pablo Rubio “La huelga en el Teniente y la influencia del movimiento gremial ¿una derecha de masas? Chile 1973”76, del mismo autor “El movimiento gremial de la Universidad Católica: algunos aspectos de su propuesta ideológica (1966-1970)”77; Manuel Fernández “Los intelectuales de izquierda y la construcción de un imaginario de izquierda para Chile y América Latina: La Revista Punto Final entre 1965 y 1973”78; Yvette Lozoya “Pensar la Revolución: Pensamiento Latinoamericano e Intelectuales en el MIR chileno 1965-1973”79; Luis Corvalán “Los partidos políticos durante el gobierno de Salvador Allende: un intento introductoria de historización”80; Danny Monsálvez “El debate historiográfico y político sobre los orígenes de la violencia política en la Historia Reciente de Chile”81. Desde una perspectiva de 68

69

70

71

72

73

74

75

76

77

78

79

80

81

Llanos, Claudio, “Sublevación en el campo. Poder popular por decreto versus poder popular por las bases”, Cuadernos de Historia. N° 30. 2009. pp. 69-88. Llanos, Claudio, Cuando el pueblo unido fue vencido. Estudios sobre la vía chilena al socialismo. Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2014. Rojas, Jorge, “Los estudiantes secundarios durante la Unidad Popular”. Historia. Vol. II. N° 42. 2009. pp. 471-503. Fernández, Marco y Soto, Ángel, “El pensamiento político de la derecha chilena en los 60: el partido nacional”. Revista Bicentenario. Vol. 1. N° 2. 2002. pp. 87-116. Díaz Nieva, José, “Patria y Libertad” y el nacionalismo chileno durante la Unidad Popular, 19701973. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003. pp. 155-183. Fermandois, Joaquín, “Transición al socialismo y confrontación en Chile, 1970-1973”. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003, pp. 7-31. Soto, Ángel, “Caricatura y agitación política en Chile durante la Unidad Popular, 1970-1973”. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003. pp. 97-135. Torres, Isabel, “Cómo y desde dónde aproximarse al quiebre del sistema democrático en 1973”. Revista Bicentenario. Vol. 6. N° 1. 2007. pp. 93-132. Rubio, Pablo, “La huelga en el Teniente y la influencia del movimiento gremial ¿una derecha de masas? Chile 1973”. Revista Historia y Geografía. N° 23. 2009. pp. 293-311. Rubio, Pablo, “El movimiento gremial de la Universidad Católica: algunos aspectos de su propuesta ideológica (1966-1970)”. Revista Mapocho. N° 61. Primer semestre. 2007. p. 113. Fernández, Manuel, “Los intelectuales de izquierda y la construcción de un imaginario de izquierda para Chile y América Latina: La revista punto final entre 1965 y 1973”. Revista Tiempo Histórico. N° 2. 2011. pp. 65-84. Lozoya, Yvette, “Pensar la Revolución: Pensamiento Latinoamericano e Intelectuales en el MIR chileno 1965-1973”. Revista Humanidades. N° 2. 2013. pp. 173-197. Corvalán, Luís, “Los partidos políticos durante el gobierno de Salvador Allende: un intento introductoria de historización”. Revista Mapocho. N° 43. Primer Semestre. 1998. p. 145. Monsálvez, Danny, “El debate historiográfico y político sobre los orígenes de la violencia polí-


128 / H i s t o r i a 3 9 6

la relación mujeres y política, Marcela González “Te hablo a ti, mujer: madre, esposa y dueña de casa”. La mujer en las campañas presidenciales de 1964 y 1970”82; María Elisa Fernández Navarro sobre la “Integración de la mujer en política”83, específicamente en las elecciones presidenciales y el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, 1952-1958, en la misma línea Javiera Errázuriz Tagle y su artículo sobre el “Discurso en torno al sufragio femenino en Chile, 18651949”84. En segundo lugar ubicamos los trabajos que hacen referencia al 11 de septiembre de 1973 y sus posteriores consecuencias. En este terreno mencionamos los trabajos de Carlos Sabino “Dictadura y democracia: una frontera a explorar. Reflexiones sobre el 11 de septiembre de 1973”85; Rogelio Núñez “La prensa española y el golpe de Estado chileno de 1973”86; las contribuciones de Freddy Timmermann con “Periodificación régimen militar. Chile 1973-1980. Mensajes presidenciales”87, “Psicohistoria y poder. Reflexiones desde el factor Pinochet”88, “Golpes tangencial y frontal. Chile, 11 de septiembre de 1973”89 y “La construcción de la legitimidad militar. Chile, 1973”90; Mario Valdés y “El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Concepción (Chile): las voces de los testigos”91; Robinson Silva “intervención política en el espacio público: marco conceptual para el estudio de la dictadura militar chilena (1973-1989)”92; Luis Corvalán “Pensamiento conservador revolucionario y violencia extrema

82

83

84

85

86

87

88

89

90

91

92

tica en la Historia Reciente de Chile”. Revista Sociedad y Discurso. N° 23. 2013. pp. 104-125. González, Marcela, “Te hablo a ti, mujer: madre, esposa y dueña de casa”. La mujer en las campañas presidenciales de 1964 y 1970”. Revista Dimensión Histórica de Chile. N° 13-14. 19971998. pp. 189-209. Fernández, María Elisa, “Integración de la mujer en política”. Cuadernos de Historia. N° 22. 2002. pp. 149-183. Errázuriz, Javiera, “Discurso en torno al sufragio femenino en Chile, 1865-1949”. Historia. Vol. 38. N° 2. 2005. pp. 257-286. Sabino, Carlos, “Dictadura y democracia: una frontera a explorar. Reflexiones sobre el 11 de septiembre de 1973”. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003. pp. 199-225. Núñez, Rogelio, “La prensa española y el golpe de Estado chileno de 1973”. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003. pp. 185-198. Timmermann, Freddy, “Periodificación régimen militar. Chile 1973-1980. Mensajes presidenciales”. Revista Historia y Geografía. N° 19. 2005. pp. 159-180. Timmermann, Freddy, “Psicohistoria y poder. Reflexiones desde el factor Pinochet”. Revista Historia y Geografía. N° 20. 2006. pp. 204-218. Timmermann, Freddy, “Golpes tangencial y frontal. Chile, 11 de septiembre de 1973”. Cuadernos de Historia. N° 24. 2005. pp. 123-161. Timmermann, Freddy, “La construcción de la legitimidad militar. Chile, 1973”. Revista 396. Vol. 2. 2012. pp. 141-160. Valdés, Mario, “El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Concepción (Chile): las voces de los testigos”. Cuadernos de Historia. N° 37. 2012. pp. 159-191. Silva, Robinson, “Intervención política en el espacio público: marco conceptual para el estudio de la dictadura militar chilena (1973-1989)”. Revista Austral de Ciencias Sociales. N° 24. 2013. pp. 111-126.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 129

desde el Estado de Chile. 1973-1983”93 y nuestro trabajo “Violencia y represión en un dispositivo local: Concepción, 11 de septiembre de 1973”94. El tercer lugar aquellos sucesos y procesos vinculados a la dictadura cívicomilitar, es el caso de las investigaciones de Verónica Valdivia Ortiz de Zárate “Estatismo y neoliberalismo: un contrapunto militar. Chile 1973-1979”95, “¡Estamos en guerra, señores!. El régimen militar de Pinochet y el “pueblo”, 19731980”96 y “El Santiago de Ravinet. Despolitización y consolidación del proyecto dictatorial en el Chile de los noventa”97; Carla Rivera Aravena “La verdad está en los hechos: una tensión entre objetividad y oposición. Radio Cooperativa en dictadura”98; Cristina Moyano Barahona con “Trayectorias biográficas de militantes de izquierda: una mirada a las elites partidarias en Chile, 1973-1990”99 y “Los líderes de la izquierda. Configuración de las elites en el imaginario político chileno dictatorial y el rol de las revistas políticas de oposición, 1973 a 1989”100; Luis Corvalán “El ideologismo conservador antiliberal del general Augusto Pinochet”101 y nuestros trabajos “La dictadura cívico-militar del general Augusto Pinochet como proceso institucionalizado de violencia política”102, “La dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet: Historia Reciente y violencia política institucionalizada”103, “Chile, la dictadura cívico-militar del General Augusto Pinochet y el exilio como dispositivo de control social: el caso de la ciudad de Concepción (1973-1976)”104, y finalmente Freddy Timmenmann con su libro

93

94

95

96

97

98

99

100

101

102

103

104

Corvalán, Luís, “Pensamiento conservador revolucionario y violencia extrema desde el Estado de Chile. 1973-1983”. Revista Mapocho. N° 48. 2000. p. 275. Monsálvez, Danny, “Violencia y represión en un dispositivo local: Concepción, 11 de septiembre de 1973”. Revista de Historia y Geografía. N° 26. 2012. pp. 57-80. Valdivia, Verónica, “Estatismo y neoliberalismo: un contrapunto militar. Chile 1973-1979”. Historia. Vol. 34. 2001. pp. 167-226. Valdivia, Verónica, “¡Estamos en guerra, señores! El régimen militar de Pinochet y el “pueblo”, 1973-1980”. Historia. Vol. I. N° 43. 2010. pp. 163-201. Valdivia, Verónica, “El Santiago de Ravinet. Despolitización y consolidación del proyecto dictatorial en el Chile de los noventa”. Historia. Vol. I. N° 46. pp. 177-219. Rivera, Carla, “La verdad está en los hechos: una tensión entre objetividad y oposición. Radio Cooperativa en dictadura”. Historia. Vol. I. N° 41. 2008. pp. 79-98. Moyano, Cristina, “Trayectorias biográficas de militantes de izquierda: una mirada a las elites partidarias en Chile, 1973-1990”. Historia. Vol. 1. N° 46. 2013. pp. 89-111. Moyano, Cristina, “Los líderes de la izquierda. Configuración de las elites en el imaginario político chileno dictatorial y el rol de las revistas políticas de oposición, 1973 a 1989”. Revista Bicentenario. Vol. 8. N° 1. 2009. pp. 55-86. Corvalán, Luis, “El ideologismo conservador antiliberal del general Augusto Pinochet”. Revista Mapocho. N° 61. Primer Semestre. 2007. p. 137. Monsálvez, Danny, “La dictadura cívico-militar del general Augusto Pinochet como proceso institucionalizado de violencia política”. Revista Sociedad Hoy. N° 33. 2012. pp. 33-47. Monsálvez, Danny, La dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet: Historia Reciente y violencia política institucionalizada”. Revista Actuel Marx/Intervenciones. N° 15. 2013. pp. 71-98. Monsálvez, Danny, “Chile, la dictadura cívico-militar del General Augusto Pinochet y el exilio como dispositivo de control social: el caso de la ciudad de Concepción (1973-1976). Revista Historia y Justicia. Vol. 1. 2013.


130 / H i s t o r i a 3 9 6

El factor Pinochet. Dispositivos de Poder-Legitimación-Elites Chile, 1973-1980105 y El Gran Terror. Miedo, Emoción y Discurso. Chile, 1973-1980106. Por último, encontramos aquellas reflexiones historiográficas sobre la historia, memoria y política del Chile reciente. En esta línea situamos a José Ponce y Aníbal Pérez “La revitalización de la historiografía política chilena”107; Sergio Grez Toso con “Historiografía, memoria y política. Observaciones para un debate”108; Camila Cárdenas Neira “representación, lenguaje y realidad: acerca de la posibilidad de la historia reciente”109; nuestro trabajo “La dictadura militar de Augusto Pinochet como nueva historia política: perspectiva historiográfica y algunos temas para su indagación”110; Luis Corvalán “Para una reflexión de la historia política de la segunda mitad del siglo XX”111; Eduardo Cavieres “Chile contemporáneo, las distancias entre el discurso oficial y las realidades históricas”112, el suscrito con “La dictadura militar de Augusto Pinochet como Historia del Presente: historiografía, dictadura, transición, demanda social y crisis de representación”113; Cath Collins, Katherine Hite y Alfredo Joignant con Las políticas de la memoria en Chile: desde Pinochet a Bachelet114; Steve J. Stern. Recordando el Chile de Pinochet. En vísperas de Londres 1998115 y del mismo autor Luchando por mentes y corazones, las batallas de la memoria en el Chile de Pinochet116.

105

106

107

108

109

110

111

112

113

114

115

116

Timmermann, Freddy. El Factor Pinochet. Dispositivos de Poder-Legitimación-Elites Chile, 1973-1980. Santiago, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, 2005. Timmermann, Freddy. El Gran Terror. Miedo, Emoción y Discurso. Chile, 1973-1980. Santiago, ediciones Copygraph, 2014. Ponce, José y Pérez, Aníbal, “La revitalización de la historiografía política chilena”. Polis. Revista Latinoamericana. Vol. 12. N° 36. 2013. pp. 453- 476. Grez, Sergio, “Historiografía, memoria y política. Observaciones para un debate”. Cuadernos de Historia. N° 24. 2005. pp. 107-121. Cárdenas, Camila, “Representación, lenguaje y realidad: acerca de la posibilidad de la historia reciente”. Revista Austral de Ciencias Sociales. N° 21. 2011. pp. 69-93. Monsálvez, Danny, “La dictadura militar de Augusto Pinochet como nueva historia política: perspectiva historiográfica y algunos temas para su indagación”. Revista Austral de Ciencias Sociales. N° 23. 2012. pp. 61-82. Corvalán, Luis, “Para una reflexión de la historia política de la segunda mitad del siglo XX”. Revista Mapocho. N° 40. Segundo Semestre. 1996. p. 147. Cavieres, Eduardo, “Chile contemporáneo, las distancias entre el discurso oficial y las realidades históricas”. Revista Mapocho. N° 44. Segundo Semestre. 1998. p. 197. Monsálvez, Danny, “La dictadura militar de Augusto Pinochet como Historia del Presente: historiografía, dictadura, transición, demanda social y crisis de representación”. Revista Historia Actual Online. N° 30. 2013. pp. 175-191. Collins, Cath, Hite, Katherine y Joignant, Alfredo, Las políticas de la memoria en Chile: desde Pinochet a Bachelet. Santiago, ediciones Universidad Diego Portales, 2013. Stern, Steve J., Recordando el Chile de Pinochet. En vísperas de Londres 1998. Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2009. Stern, Steve J., Luchando por mentes y corazones, las batallas de la memoria en el Chile de Pinochet. Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2013.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 131

COMENTARIOS FINALES

Los diversos procesos sociopolíticos que se han desencadenado desde la segunda mitad del siglo XX, se han constituido en un atractivo campo de estudio e indagación para las ciencias sociales y las humanidades. Diversos trabajos de sociólogos, antropólogos, polítólogos, periodistas, abogados y economistas dan cuenta de aquello. En aquel estado de cosas ¿qué tiene que decir la historia, específicamente los historiadores? El desarrollo y producción de la historia reciente en América Latina, se ha transformado en la herramienta propicia para que una comunidad de historiadores se adentraran en la prospección de aquellos problemas que se han hecho presentes en las últimas décadas. Sin duda los procesos reformistas, revolucionarios, los golpes militares, los respectivos gobiernos autoritarios, los periodos de transición a la democracia y las consecuencias que estos tuvieron a nivel social, se han constituido en un campo de estudio para indagar los diversos temas y problemas relacionados con aquellos momentos o procesos históricos. Temas como la violencia política, terrorismo de Estado, memorias, militancia, elites políticas, partidos políticos y cultura política entre otros, se han ido posicionando como líneas de investigación dentro de la historia reciente. Esta última, ha tenido un importante desarrollo en Argentina, Uruguay, Brasil y en menor medida en Chile. ¿Las razones de aquello?, desde la (eventual) carencia de fuentes y archivos para investigar estos temas, pasando por un discurso y crítica que apunta a la poca distancia que existe entre el historiador y su objeto de estudio, con procesos que aún están en desarrollo, el poco respaldo y apoyo a estos temas, en comparación con otros ya validados al interior del mundo académico, como los temas de carácter económico. A lo cual se agrega la relación entre la historia reciente y la historia política, donde ésta última sigue siendo vista como una historia meramente institucional, que sólo se aboca al estudio de las elites, los grupos dominantes y el poder Estatal, constituyen factores importantes que explican las críticas que se realizan al desarrollo y producción de una historia reciente. No obstante aquellas observaciones y críticas, la historia reciente como línea historiográfica se ha validado gracias a las investigaciones y contribuciones al conocimiento que se han desarrollado en los últimos años. En ese ámbito destacan los aportes provenientes de la revitalización de la historia política, de una nueva historia política que se nutre de otras disciplinas como la sociología y ciencias políticas, las cuales aportaran algunos elementos teóricos que ayudarán a una mejor comprensión y estudio de nuestro pasado reciente desde el campo de la política.


132 / H i s t o r i a 3 9 6

En estos tiempos donde la política no goza de muy buena reputación, impulsar y desarrollar proyectos, trabajos e investigaciones en el campo de la historia política, viene a constituir un buen ejercicio para potenciar nuestra historia y memoria reciente, particularmente aquella de los últimos 40 años. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Aggio, Alberto, “Experiencia chilena y vía chilena al socialismo: un estudio crítico de la cultura política de la Unidad Popular (1970-1973)”. Revista Mapocho. N° 35. 1994. Águila, Gabriela, “La Historia reciente en la Argentina: un balance”. Historiografías. N° 3. 2012. Almond, Gabriel, “El estudio de la cultura política”. Revista de Ciencia Política. Vol. X. N° 2. 1988. Alonso, Luciano, “Sobre la existencia de la historia reciente como disciplina académica: Reflexiones en torno a Historia reciente. Perspectivas y desafíos de un campo en construcción, compilado por Marina Franco y Florencia Levín”. Prohistoria. Vol. 11. 2007. Altamirano, Carlos, “De la historia política a la historia intelectual: reactivaciones y renovaciones”. Prisma. Revista de Historia Intelectual. N° 9. 2005. Álvarez, Rolando, Arriba los pobres del mundo. Cultura e identidad política del Partido Comunista de Chile entre democracia y dictadura. 1965-1990. Santiago, Lom Ediciones, 2011. Apaza, Hernán, “Para una Historia de la Historia reciente. Propuesta para un programa de investigación”. Bresciano, Juan Andrés. El Tiempo Presente como campo historiográfico. Ensayos teóricos y estudios de casos. Montevideo. Ediciones Cruz el Sur. 2010. Arrate, Jorge y Rojas, Eduardo. Memoria de la Izquierda Chilena. Tomo I y II. Santiago, Ediciones B, 2003. Basso, Carlos, La CIA en Chile. 1970-1973. Santiago, Aguilar, 2013. Bohoslasvky, Ernesto; Franco, Marina Iglesias, Mariana y Lvovich, Daniel, Problemas de historia reciente del Cono Sur. Volumen I-II. Buenos Aires, Prometeo, 2010. Brunner, José Joaquín y Catalán, Gonzalo, Cinco estudios sobre cultura y sociedad. Santiago, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Ediciones Ainavillo, Salesianos, 1985. Brunner, José Joaquín y Flisfisch, Los intelectuales y las instituciones de la cultura. Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2014.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 133

Cárdenas, Camila, “Representación, lenguaje y realidad: acerca de la posibilidad de la historia reciente”. Revista Austral de Ciencias Sociales. N° 21. 2011. Casals, Marcelo, El alba de una revolución. La izquierda y el proceso de construcción estratégica de la “vía chilena al socialismo” 1956-1970. Santiago, Lom ediciones, 2010. Casals, Marcelo, “La “larga duración” del autoritarismo chileno. Prácticas y discursos anticomunistas camino al golpe de Estado de 1973”. Revista de Historia y Geografía. N° 29. 2013. Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Oscar, La historia oculta del régimen militar. Santiago, Editorial Antártica, 1989. Cavallo, Ascanio, La historia oculta de la transición. Memoria de una época 1990-1998. Santiago, Uqbar editores, 2013. Cavieres, Eduardo, “Chile contemporáneo, las distancias entre el discurso oficial y las realidades históricas”. Revista Mapocho. N° 44. Segundo Semestre. 1998. Collins, Cath; Hite, Katherine y Joignant, Alfredo, Las políticas de la memoria en Chile: desde Pinochet a Bachelet. Santiago, ediciones Universidad Diego Portales, 2013. Corvalán, Luis, “Surgimiento de nuevas identidades en la historia política reciente. El caso del Partido Socialista de Chile”. Revista Mapocho. N° 38. Segundo Semestre. 1995. Corvalán, Luis, “Para una reflexión de la historia política de la segunda mitad del siglo XX”. Revista Mapocho. N° 40. Segundo Semestre. 1996. Corvalán, Luís, “Los partidos políticos durante el gobierno de Salvador Allende: un intento introductoria de historización”. Revista Mapocho. N° 43. Primer Semestre. 1998. Corvalán, Luis, “Pensamiento conservador revolucionario y violencia extrema desde el Estado de Chile. 1973-1983”. Revista Mapocho. N° 48. 2000. Corvalán, Luis, Del anticapitalismo al neoliberalismo en Chile. Santiago, editorial sudamericana, 2001. Corvalán, Luis, “El ideologismo conservador antiliberal del general Augusto Pinochet”. Revista Mapocho. N° 61. Primer Semestre. 2007. Correa, Sofía, “La opción política de los católicos en Chile”. Revista Mapocho. N° 46. 1999. Correa, Sofía, Con las Riendas del poder. La derecha chilena en el siglo XX. Santiago, editorial Sudamericana, 2004. Delgado, Felipe, “Diálogo de sordos (y serios). La cultura política chilena ad portas al Golpe de Estado”. Revista Austral de Ciencias Sociales. N° 16. 2009.


134 / H i s t o r i a 3 9 6 Díaz Nieva, José, “Patria y Libertad” y el nacionalismo chileno durante la Unidad Popular, 1970-1973. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003. Díaz Nieva, José. Patria y Libertad. La vanguardia juvenil contra Allende. Madrid, ediciones Barbarroja, 2013. Elgueta, Gloria y Marchant, Claudia, Historia reciente y violencia política. Lucha armada en la Argentina (La Revista). Santiago, Tiempo Robado editoras, 2013. Errázuriz, Javiera, “Discurso en torno al sufragio femenino en Chile, 1865-1949”. Historia. Vol. 38. N° 2. 2005. Fazio, Hugo, “La historia del tiempo presente: una historia en construcción”. Historia Crítica. N° 17. Julio-diciembre. 1998. Fermandois, Joaquín, “Vigencia de la historia política”. Revista Dimensión Histórica de Chile. N° 4-5. 1987-1988. Fermandois, Joaquín, “Transición al socialismo y confrontación en Chile, 1970-1973”. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003. Fermandois, Joaquín; Bustos, Jimena y Schneuer, María José, Historia Política Del Cobre. 1945-2008. Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2009. Fernández, Marco y Soto, Ángel, “El pensamiento político de la derecha chilena en los 60: el Partido Nacional”. Revista Bicentenario. Vol. 1. N° 2. 2002. Fernández, María Elisa, “Integración de la mujer en política”. Cuadernos de Historia. N° 22. 2002. Fernández, Manuel, “Los intelectuales de izquierda y la construcción de un imaginario de izquierda para Chile y América Latina: La revista Punto Final entre 1965 y 1973”. Revista Tiempo Histórico. N° 2. 2011. Figueroa, Carlos e Iñigo, Nicolás, “Reflexiones para una definición de Historia Reciente”. López, Margarita, Figueroa, Carlos y Rajland, Beatriz (eds.). Temas y procesos de la historia reciente de América Latina. Santiago. Editorial Arcis. 2010. Flier, Patricia, Dilemas, apuestas y reflexiones teórico-metodológicas para los abordajes en Historia Reciente. Argentina, Universidad Nacional de la Plata, 2014. Franco, Marina y Levín, Florencia, Historia reciente: perspectivas y desafíos para un campo en construcción. Buenos Aires, Paidós, 2007. González, Mónica, Apuntes de una época feroz. Reportajes y entrevistas en dictadura. Santiago, editorial Hueders, 2015. Gárate Chateau, Manuel, La Revolución Capitalista en Chile (1973-2003). Santiago, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2012. Garay Vera, Cristian, Entre la espada y la pared: Allende y los militares, 1970-1973. Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2014.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 135

Garretón, Manuel Antonio, “Cultura política y sociedad en la construcción democrática”. Documentos de Trabajo FLACSO-Programa Chile. N° 6. 1991. Garretón, Manuel Antonio, Del Postpinochetismo a la sociedad democrática. Globalización y política en el Bicentenario. Santiago, Random House Mondadori, 2006. Garretón, Manuel Antonio, Neoliberalismo corregido y progresismo limitado. Los gobiernos de la Concertación en Chile, 1990-2010. Santiago, Editorial Arcis, Clacso, 2012. Gil Puyol, Xavier, “La historia política de la Edad Moderna Europea, hoy: procesos y minimalismo”. Barros, Carlos (ed.). Historia a Debate. Volumen III. España. Gráficas Sementeira. 1995. Gómez, Juan Carlos, Política, democracia y ciudadanía en una sociedad neoliberal. Santiago, Editorial Arcis, Clacso, 2010. Góngora, Mario, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile. Siglos XIX y XX. Santiago, ediciones la ciudad, 1981. González, Marcela, “Te hablo a ti, mujer: madre, esposa y dueña de casa”. La mujer en las campañas presidenciales de 1964 y 1970”. Revista Dimensión Histórica de Chile. N° 13-14. 1997-1998. Grez, Sergio, “Historiografía, memoria y política. Observaciones para un debate”. Cuadernos de Historia. N° 24. 2005. Grez, Sergio, “La izquierda chilena y las elecciones: una perspectiva histórica (18822013)”. Cuadernos de Historia. N° 40. 2014. Jelin, Eizabeth, Los trabajos de la memoria. Buenos Aires, siglo XXI, 2002. Jocelyn- Holt, Alfredo, El Peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica. Santiago, Planeta/Ariel, 1997. Jocelyn-Holt Letelier, Alfredo, El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar. Santiago, Planeta/Ariel, 2001. Lechner, Norbert (compilador), Cultura política y democratización. Santiago-Buenos Aires, Flacso-Clacso, 1987. López de la Roche, Fabio, “Aproximaciones al concepto de cultura política”. Convergencia. N° 22. 2000. Lozoya, Yvette, “Pensar la Revolución: Pensamiento Latinoamericano e Intelectuales en el MIR chileno 1965-1973”. Revista Humanidades. N° 2. 2013. Llanos, Claudio, “Sublevación en el campo. Poder popular por decreto versus poder popular por las bases”. Cuadernos de Historia. N° 30. 2009. Llanos, Claudio, Cuando el pueblo unido fue vencido. Estudios sobre la vía chilena al socialismo. Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2014.


136 / H i s t o r i a 3 9 6 Monckeberg, María Olivia, El saqueo de los Grupos Económicos al Estado chileno. Santiago, Ediciones B Chile S.A, 2001. Monckeberg, María Olivia, La privatización de las universidades. Una historia de dinero, poder e influencias. Santiago, La Copa Rota, 2005. Monckeberg, María Olivia, El negocio de las universidades en Chile. Santiago, Random House Mondadori, 2007. Monckeberg, María Olivia, Los Magnates de la prensa. Concentración de los medios de comunicación en Chile. Santiago, Random House Mondadori S.A, 2008. Monckeberg, María Olivia, Con fines de lucro. Santiago, Random House Mondadori, 2013. Monsálvez, Danny, “Violencia y represión en un dispositivo local: Concepción, 11 de septiembre de 1973”. Revista de Historia y Geografía. N° 26. 2012. Monsálvez, Danny, “La dictadura cívico-militar del general Augusto Pinochet como proceso institucionalizado de violencia política”. Revista Sociedad Hoy. N° 33. 2012. Monsálvez, Danny, “La dictadura militar de Augusto Pinochet como nueva historia política: perspectiva historiográfica y algunos temas para su indagación”. Revista Austral de Ciencias Sociales. N° 23. 2012. Monsálvez, Danny, “El debate historiográfico y político sobre los orígenes de la violencia política en la Historia Reciente de Chile”. Revista Sociedad y Discurso. N° 23. 2013. Monsálvez, Danny, “La dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet: Historia Reciente y violencia política institucionalizada”. Revista Actuel Marx/Intervenciones. N° 15. 2013. Monsálvez, Danny, “Chile, la dictadura cívico-militar del General Augusto Pinochet y el exilio como dispositivo de control social: el caso de la ciudad de Concepción (1973-1976)”. Revista Historia y Justicia. Vol. 1. 2013. Monsálvez, Danny, “La dictadura militar de Augusto Pinochet como Historia del Presente: historiografía, dictadura, transición, demanda social y crisis de representación”. Revista Historia Actual Online. N° 30. 2013. Moulian, Tomás, Chile actual Anatomía de un mito. Santiago, Lom ediciones, 2002. Moyano, Cristina, “Los líderes de la izquierda. Configuración de las elites en el imaginario político chileno dictatorial y el rol de las revistas políticas de oposición, 1973 a 1989”. Revista Bicentenario. Vol. 8. N° 1. 2009. Moyano, Cristina. El MAPU o la seducción del poder y la juventud. Santiago, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2009. Moyano, Cristina, El MAPU durante la dictadura. Saberes y prácticas políticas para una


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 137

microhistoria de la renovación socialista en Chile 1973-1989. Santiago, ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2010. Moyano, Cristina, “Trayectorias biográficas de militantes de izquierda: una mirada a las elites partidarias en Chile, 1973-1990”. Historia. Vol. 1. N° 46. 2013. Núñez, Rogelio, “La prensa española y el golpe de Estado chileno de 1973”. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003. Ortega, Luis, “Del Frente de Trabajadores al Congreso de Chillán. Los Socialistas de Chile entre 1956-1967”. Palimpsesto Revista de Historia y Ciencias Sociales. Vol. 1. N° 1, 2004. Ortega, Luis, “La radicalización de los socialista de Chile en la década de 1960”. Universum. Vol. 2. N° 23. 2008. Palacios, Guillermo, Ensayos sobre la nueva historia política de América Latina, s. XX. México, El Colegio de México, 2007. Ponce, José Ignacio y Pérez, Aníbal, “La revitalización de la historiografía política chilena”. Polis. Revista Latinoamericana. N° 36. 2013. Portales, Felipe, Los mitos de la democracia chilena. Volumen I desde la Conquista hasta 1925. Santiago, Catalonia, 2004. Portales, Felipe, Los mitos de la democracia chilena. Volumen II desde 1925 a 1938. Santiago, Catalonia, 2010. Power, Margaret, La mujer de derecha. El poder femenino y la lucha contra Salvador Allende, 1964-1973. Santiago, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, 2008. Riquelme, Alfredo, Rojo Atardecer. El comunismo chileno entre democracia y dictadura. Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2009. Rivera, Carla, “La verdad está en los hechos: una tensión entre objetividad y oposición. Radio Cooperativa en dictadura”. Historia. Vol. 1. N° 41. 2008. Rojas, Jorge, “Los estudiantes secundarios durante la Unidad Popular”. Historia. Vol. II. N° 42. 2009. Rosanvallon, Pierre, Para una historia conceptual de lo político. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003. Rubio, Pablo, “La izquierda chilena en la década de 1950: socialistas, comunistas y sus contradicciones”. Palimpsesto Revista de Historia y Ciencias Sociales. Vol. 1. N° 1. 2004. Rubio, Pablo, “El movimiento gremial de la Universidad Católica: algunos aspectos de su propuesta ideológica (1966-1970)”. Revista Mapocho. N° 61. Primer Semestre. 2007.


138 / H i s t o r i a 3 9 6 Rubio, Pablo, “La huelga en el Teniente y la influencia del movimiento gremial ¿una derecha de masas? Chile 1973”. Revista Historia y Geografía. N° 23. 2009. Rubio, Pablo, Los civiles de Pinochet. La derecha en el régimen militar chileno, 1983-1990. Santiago, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, 2013. Sabino, Carlos, “Dictadura y democracia: una frontera a explorar. Reflexiones sobre el 11 de septiembre de 1973”. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003. Silva, Robinson, “Intervención política en el espacio público: marco conceptual para el estudio de la dictadura militar chilena (1973-1989)”. Revista Austral de Ciencias Sociales. N° 24, 2013. Sirinelli, Jean-François, “El retorno de lo político”. Revista de Historia Contemporánea. N° 9, 1993. Soto, Ángel, “Caricatura y agitación política en Chile durante la Unidad Popular, 19701973”. Revista Bicentenario. Vol. 2. N° 2. 2003. Stern, Steve J., Recordando el Chile de Pinochet. En vísperas de Londres 1998. Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2009. Stern, Steve J., Luchando por mentes y corazones, las batallas de la memoria en el Chile de Pinochet. Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2013. Timmermann, Freddy, “Periodificación régimen militar. Chile 1973-1980. Mensajes presidenciales”. Revista Historia y Geografía. N° 19. 2005. Timmermann, Freddy, “Golpes tangencial y frontal. Chile, 11 de septiembre de 1973”. Cuadernos de Historia. N° 24. 2005. Timmermann, Freddy, “Psicohistoria y poder. Reflexiones desde el factor Pinochet”. Revista Historia y Geografía. N° 20. 2006. Timmermann, Freddy, “La construcción de la legitimidad militar. Chile, 1973”. Revista 396. Vol. 2. 2012. Torres, Isabel, “Cómo y desde dónde aproximarse al quiebre del sistema democrático en 1973”. Revista Bicentenario. Vol. 6. N° 1. 2007. Torres, Isabel, La crisis del sistema democrático: Las elecciones presidenciales y los proyectos políticos excluyentes. Chile 1958-1970. Santiago, Universitaria, 2014. Traverso, Enzo, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012. Ulianova, Olga (ed.), Redes políticas y militancia. La historia política está de vuelta. Santiago, Editorial Ariadna, Universidad de Santiago de Chile, 2009. Valdés, Mario, “El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Concepción (Chile): las voces de los testigos”. Cuadernos de Historia. N° 37. 2012. Valdivia, Verónica, “Estatismo y neoliberalismo: un contrapunto militar. Chile 1973-1979”. Historia. Vol. 34. 2001.


LA HISTORIA RECIENTE EN CHILE: UN BALANCE DESDE LA NUEVA HISTORIA POLÍTICA / Danny Monsálvez Araneda

/ 139

Valdivia, Verónica, Su revolución contra nuestra revolución. Izquierdas y derechas en el Chile de Pinochet (1973-1981). Santiago, Lom ediciones, 2006. Valdivia, Verónica, Su revolución contra nuestra revolución. Vol. II. La pugna marxistagremialista en los ochenta. Santiago, Lom ediciones, 2008. Valdivia, Verónica, Nacionales y gremialistas. El “parto” de la nueva derecha política chilena, 1964-1973. Santiago, Lom ediciones, 2008. Valdivia, Verónica, “¡Estamos en guerra, señores! El régimen militar de Pinochet y el “pueblo”, 1973-1980”. Historia. Vol. I. N° 43. 2010. Valdivia, Verónica, “El Santiago de Ravinet. Despolitización y consolidación del proyecto dictatorial en el Chile de los noventa”. Historia. Vol. I. N° 46. 2013. Varas, Augusto y Agüero, Felipe, El proyecto político militar. Santiago, Dibam, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2011.

Recibido el 12 de mayo de 2015 Aceptado el 13 de diciembre de 2015



/ 141 HISTORIA 396 ISSN 0719-0719 Nº 1 - 2016 [141-175]

HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP1 HISTORIES OF BETRAYAL IN ARGENTINA. AN APPROACH TO THE EXPERIENCE OF MILITANST OF MONTONEROS AND THE PRT-ERP

María Olga Ruiz Universidad de La Frontera, Chile. olga.ruiz@ufrontera.cl

Paula Rubilar Rubilar Universidad de La Frontera, Chile. paularubilar.r@gmail.com

Resumen En toda organización militar la traición es un delito que se castiga severamente y Montoneros y el PRT-ERP, organizaciones revolucionarias de la Argentina de los setenta, no fueron la excepción a esta regla. Este trabajo explora los sentidos que las organizaciones señaladas asignaron a las nociones de traición y delación, dando cuenta que estas palabras adoptaron distintos significados de acuerdo a contextos específicos. Asimismo, pone atención en la experiencia de algunos militantes que fueron acusados y condenados por traición, considerando el tipo de transgresión cometida y la sanción establecida por la comunidad política a la que pertenecieron. El análisis de la traición en las organizaciones de izquierda revolucionaria permite analizar diversos rasgos de la historia y la cultura política de estas comunidades, visibilizando el modo en que operaba la justicia revolucionaria. Palabras Clave: traición, militancia revolucionaria, Argentina, Montoneros y PRT-ERP.

1

Este artículo es parte de Post Doctorado FONDECYT n° 3150169: “Traicionar la revolución. La traición política en el PRT-ERP y Montoneros de la Argentina, el MIR de Chile y el MLN-T de Uruguay”


142 / H i s t o r i a 3 9 6

Abstract In every militar organization, betrayal it´s considered a crime that it’s severely punished and Montoneros and PRT-ERP, seventies argentinian revolutionary organizations, were no exception to this rule. This paper explores the meanings that these organizations assigned to betrayal and delation, understanding that these words adopted different meanings according to specific contexts. It also pays attention on some militants experience, that were accused and condemned for betrayal considering the type of offense and the penalty established by every political community that they belong to. The analysis of betrayal in revolutionary left organizations allows us to study different elements of political culture and history of these communities, making visible the way operated revolutionary justice. Keywords: treachery, revolutionary militancy, Argentina, Montoneros y PRT-ERP.

INTRODUCCIÓN

En el presente artículo nos aproximamos a la experiencia de hombres y mujeres que fueron militantes de Montoneros y el Partido Revolucionario de los Trabajadores- Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) en la Argentina de los años setenta (siglo XX) y que fueron acusados de traición por parte de sus estructuras organizativas. En este marco, nos acercamos a los sentidos que las organizaciones señaladas asignaron a las nociones de traición y delación, dando cuenta del modo en que estas palabras adoptaron distintos significados de acuerdo a contextos específicos. De este modo, estamos ante nociones polisémicas que fueron usadas en forma recurrente por ambas organizaciones para señalar diversos actores y condenar variadas acciones. Para ello, ponemos el foco en la experiencia de algunos militantes que fueron acusados y condenados por traición tanto en el PRT-ERP como en Montoneros2, considerando el tipo de transgresión cometida y la sanción establecida por la comunidad política a la que pertenecieron. 2

El propósito de este artículo no es hacer un recuento de todos los casos de traición y/o delación que existieron en las organizaciones referidas. Por esta razón, ponemos el foco en algunos casos que permiten hacer un análisis sobre la experiencia de la traición en el marco de las militancias revolucionarias de los setenta en la Argentina.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 143

El análisis de la experiencia de Montoneros considera la etapa que se inicia con su primera aparición pública en 1970 hasta 1979, año en que se puso en práctica la llamada “Contraofensiva”, esto es, el retorno clandestino de militantes al país para combatir la dictadura militar. Por otro lado, el análisis de la experiencia del PRT-ERP considera el periodo comprendido entre 1965, año de fundación de la organización y 1977, año de su derrota militar definitiva3. Con este fin hemos analizado bibliografía especializada acerca de la historia de ambas organizaciones, documentos internos, prensa partidaria, y testimonios escritos y en soporte audiovisual4 de ex militantes. El valor historiográfico de los registros testimoniales es volver comprensible la experiencia militante, iluminando aspectos que no tienen cabida en otro tipo de documentos e inscripciones. Asimismo, es necesario señalar que el corpus de la investigación es heterogéneo en relación a su temporalidad, ya que mientras los documentos internos y la prensa partidaria fueron elaborados en las décadas del setenta, los registros testimoniales fueron construidos, en su mayoría, a partir de los años noventa. Unos y otros registros llevan las marcas del contexto político y cultural en que fueron producidos. Este trabajo surge en un escenario político y académico marcado por la voluntad de comprender la historia reciente conosureña y en particular, las experiencias de la militancia político-revolucionaria de los sesenta y setenta. En este marco, este trabajo articula el análisis histórico con la categoría de memoria social y, por lo tanto, se inscribe dentro de dos campos de investigación que

3

4

Una bibliografía mínima de ambas organizaciones debería considerar al menos los siguientes textos: Baschetti, Roberto, Documentos 1970-1973. De la guerrilla peronista al gobierno popular. La Plata, De la campana, 1995; Baschetti, Roberto, Documentos, Documentos 1973-1976. 2 vols. Vol. I: De Cámpora a la ruptura; Vol. II: De la ruptura al golpe. La Plata, De la campana, 1996, 1999; Baschetti, Roberto, Documentos, Documentos de la Resistencia Peronista, 19551970. La Plata, De la campana, 1997; De Santis, Daniel, A vencer o morir. PRT-ERP. Documentos. Buenos Aires, Eudeba, (3 vols.), 1998, 2000, 2004/2005; Archivo documental del PRT-ERP. Edición en DVD anexada a La historia del PRT-ERP por sus protagonistas. Temperley, Estación Finlandia, 2010; Perdía, Roberto, Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona. Buenos Aires, Planeta, 2013; Pozzi, Pablo, “Por las sendas argentinas...”. El PRT-ERP. La guerrilla marxista. Buenos Aires, EUDEBA, 2003; Pozzi, Pablo y Pérez, Claudio (eds.), Historia oral e historia política. Santiago, Lom Ediciones, 2012; Carnovale, Vera, Los Combatientes. Historia del PRT-ERP. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2009; De Santis, Daniel, Entre tupas y perros. Buenos Aires, Ediciones ryr, 2005; Gasparini, Juan, Montoneros: Final de cuentas. Buenos Aires, Punto Sur, 1988; Gillespie, Richard, Los soldados de Perón. Los Montoneros. Buenos Aires, Grijalbo, 2011; Giussani, Pablo, Montoneros, la soberbia armada. Buenos Aires, SudamericanaPlaneta, 1984; Lanusse, Lucas, Montoneros. El mito de sus 12 fundadores. Buenos Aires, Ediciones Vergara, 2005; Lanusse, Lucas, Sembrando Vientos- Argentina: del primer peronismo a la masacre de Ezeiza. Buenos Aires, Ediciones B, 2009; Mattini, Luis, Hombres y mujeres del PRT-ERP. De Tucumán a La Tablada. La Plata, Ediciones Campana de Palo, 2007. Se consultaron testimonios producidos por el Archivo Oral de Memoria Abierta, institución que produce, preserva y difunde material documental sobre el terrorismo de Estado en Argentina.


144 / H i s t o r i a 3 9 6

están estrechamente vinculados: la historia reciente y los estudios de la memoria histórica5. La historia reciente de la Argentina ha sido abordada desde diversas líneas analíticas y temáticas; para la realización de este trabajo hemos puesto el foco en: a) investigaciones que estudian las tecnologías represivas desplegadas por el Terrorismo de Estado durante los periodos dictatoriales, y b) la historia de partidos y organizaciones armadas de las décadas del sesenta y setenta, en especial los estudios que relevan la dimensión cultural y subjetiva de la militancia política revolucionaria. Por último, el presente trabajo es parte un trabajo de investigación más amplio que se realiza en el marco de un proyecto de investigación Fondecyt6 postdoctoral titulado “Traicionar la revolución. La traición política en el PRT-ERP y Montoneros de la Argentina, el MIR de Chile y el MLN-Tupamaros de Uruguay”. NOTAS SOBRE EL CONTEXTO

De acuerdo al historiador Eduardo Devés7, los años sesenta comienzan con la Revolución Cubana y terminan a inicios de los años setenta, con la oleada de golpes militares en el Cono Sur latinoamericano. Este período estuvo marcado por el ideal de la transformación que se apoyaba en una amplia gama de propuestas teóricas que respaldaban el deseo y la urgencia de un cambio en las estructuras sociales. Fue el momento, además, en que la opción por las armas se instaló con fuerza en sectores cada vez más amplios. Bajo la impronta del pensamiento guevarista la violencia política pasó a ocupar un lugar central en las estrategias de transformación radical de la sociedad. La experiencia cubana fue considerada la prueba de que a través de la lucha armada se despertaba la conciencia de las clases oprimidas, constituyéndose así en el principal instrumento de politización8. Si bien gran parte de la Nueva Izquierda Revolucionaria construyó su matriz teórica a partir del marxismo-leninismo, cuyos textos clásicos fueron parte importante de la plataforma ideológica de muchas organizaciones de la izquierda radical (como el PRT-ERP), había, sin embargo, otras figuras, modelos y repre-

5

6 7

8

Sobre este tema se sugiere el libro de Franco, Marina y Levin, Florencia (comps.), Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción. Buenos Aires, Paidós, 2007. Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Chile. Proyecto n° 3150169. Devés, Eduardo, El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Desde la CEPAL al neoliberalismo (1950-1990). Santiago, Biblos, 2003. Guevara, Ernesto, Obra Revolucionaria. México DF., Editorial Era, 1973, p. 551.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 145

sentaciones que fueron convocadas por unos y otros para sostener ese afán revolucionario. En esta línea, la socióloga argentina María Cristina Tortti, advierte que es preciso comprender la Nueva Izquierda Revolucionaria en un sentido amplio, en tanto proceso de transformaciones políticas de todo el campo de la izquierda argentina, incluyendo a organizaciones marxistas y no marxistas”9. Como advierte la historiadora Vera Carnovale10, estas organizaciones se proponían en el corto plazo derrocar la dictadura de Juan Carlos Onganía, y en un sentido más amplio, modificar las estructuras de la sociedad para instaurar un nuevo orden que, con mayor o menor precisión, se identificaba con el socialismo. De este modo, el surgimiento de la guerrilla argentina no se explica solo desde las influencias externas, si no por un escenario interno marcado por la prescripción del peronismo, la existencia de una dictadura militar que afirmaba no tener límites temporales y un auge de la protesta social y política11. En este escenario, Montoneros y el PRT-ERP lograron instalarse en la escena pública como un actor político relevante e ineludible al momento de analizar la historia de la Argentina de los sesenta y setenta, entre otras razones, por el crecimiento exponencial que alcanzaron en los años 1972 y 1973, la espectacularidad de sus acciones armadas y por la profunda derrota político-militar que sufrieron después del golpe de marzo de 1976. Es preciso señalar que ambas organizaciones se desenvolvieron en un contexto marcado por la persecución y la represión tanto de parte del Estado como de grupos para-estatales. De hecho, en el año 1971 el militar Agustín Lanusse puso en marcha el plan denominado “Gran Acuerdo Nacional”, que consideraba la convocatoria a elecciones y el endurecimiento de la lucha en contra de las organizaciones revolucionarias. Como principal organizador del proceso de transición que puso fin a la dictadura de la “Revolución Argentina” fue quien hizo posible el retorno de Perón, en el entendido de que el viejo líder podría contener las acciones armadas de la guerrilla y el creciente malestar social. Luego del brevísimo gobierno de Héctor Cámpora, candidato peronista elegido democráticamente, se realizaron nuevas elecciones en las que Perón triunfó con el 62% de los votos. Justamente, en este período, en los años 1973 y 1974, se puso en marcha una

9

10 11

Tortti, María Cristina, “La nueva historia en la historia reciente de Argentina”. Cuestiones de Sociología. Revista de Estudios Sociales. Nº 3. 2005. Carnovale, Los Combatientes, p. 30. Ollier, Matilde, La creencia y la pasión. Privado, público y político en la izquierda revolucionaria. Buenos Aires, Ariel, 1998.


146 / H i s t o r i a 3 9 6

normativa legal que consideró la restricción reiterada de las libertades democráticas y la suspensión del Estado de Derecho con el argumento de combatir el accionar de las organizaciones paraestatales de derecha y las organizaciones armadas de izquierda. De esta manera, las políticas represivas comenzaron mucho antes del golpe de Estado de marzo de 1976 y se agudizaron en 1973, año en que de acuerdo a la investigadora argentina Marina Franco los sectores políticos más radicalizados fueron perdiendo legitimidad y apoyo social, al tiempo que se fortalecía un discurso público de condena a la violencia. Ello favoreció la difusión y fortalecimiento de discursos y prácticas represivas desde el Estado, que fueron creciendo progresivamente sin encontrar demasiados cuestionamientos12. Esta autora indaga en la esfera legal de la represión, estableciendo que entre los años 1973 y 1976 se puso en marcha una espiral autoritaria y represiva que no se reduce únicamente al “Operativo Independencia” ni al surgimiento de la Triple A13, ambas experiencias consideradas habitualmente como una suerte de “ensayo” de las prácticas de terrorismo estatal que se masificarían después del golpe de 1976. EXPERIENCIAS DE TRAICIÓN EN MONTONEROS Y EL PRT-ERP

Vera Carnovale14 señala que en toda organización militar la traición es un delito que se castiga severamente y Montoneros y el PRT-ERP no fueron la excepción a esta regla. La traición como problema ocupa un lugar destacado en los Estatutos del Partido Revolucionario de los Trabajadores (1973) y en los Códigos de Justicia de Montoneros (1972 y 1975). Pero ¿qué entendían Montoneros y el PRT- ERP por traición? En los documentos partidarios recién señalados la traición se asocia en forma directa a la entrega de información al enemigo. Además, se advierte a los militantes la gravedad del delito y las sanciones y castigos que recibirían quienes incurrieran en él. Independiente de la aplicación de esas normas, este material nos informa acerca de lo que se esperaba de cada militante revolucionario, establecía las conductas ejemplares que debían guiar su accionar cotidiano y,

12

13

14

Franco, Marina, Un enemigo para la Nación. Orden interno, violencia y ‘subversión’, 1973-1976. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012, p. 18. La Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) fue una organización paramilitar con soporte estatal. Fue la responsable de numerosos atentados y asesinatos a dirigentes sociales y políticos. En conjunto con el Comando Libertadores de América, se la atribuyen al menos 1.500 crímenes (todos ellos cometidos entre 1973 y 1976). Carnovale, Los combatientes, p. 78.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 147

al mismo tiempo, señalaba aquello que era considerado execrable. Desde esta perspectiva, el traidor era el enemigo interno que atacaba a la organización desde sus entrañas y que por ello debía ser extirpado. Es posible observar que el acto de traicionar estaba estrechamente asociado a la delación, a la entrega de algo/alguien al enemigo y que, peor aún, anidaba en su interior una tercera posibilidad: la infiltración, es decir, que un agente extraño se incorporara a la organización con el objeto de extraer información clave y entregarla al enemigo para atacar y destruir al grupo. Existen, sin embargo, otros sentidos asociados a la noción de traición, otros actores a los que se les llamó traidores, otros gestos y conductas que fueron catalogadas de ese modo. En ocasiones, la palabra traición fue utilizada por parte de las dirigencias para señalar y acusar a militantes que no aceptaron de buena gana las órdenes y los mandatos partidarios. En este caso, la traición se asocia a la disidencia y al castigo de la misma. La estructura vertical y altamente jerarquizada de ambas organizaciones explica, al menos en parte, la consideración de las diferencias internas como una potencial amenaza. Al mismo tiempo, los mecanismos internos para resolver la diversidad de opiniones eran insuficientes o simplemente no funcionaron. Ello incidió en la comprensión del disidente como un posible traidor que era preciso controlar y anular políticamente, con el objeto de salvaguardar a la organización de ese peligro interno. Así lo señalaron Rodolfo Galimberti y Juan Gelman en una carta en la que explicaban las razones de su ruptura con la dirección de Montoneros. De acuerdo a los ex dirigentes de la organización: “La definitiva burocratización de todos los niveles de la conducción del partido, cuya máxima expresión es la ausencia absoluta de democracia interna, que yugula todos los intentos de reflexión crítica, calificándola de defección o traición, enmarcando la falta de respuesta política con un triunfalismo irresponsable que no convence a nadie” 15. En relación a este mismo punto, el historiador inglés Richard Gillespie señala: “Para ellos (Montoneros) la discusión era equiparable a la traición y la crítica, a la hostilidad. Los grupos minoritarios se consideraban amenazas que había que exorcizar mediante el ostracismo y la expulsión; nunca empleando la fuerza de la argumentación política”16.

15

16

Ruptura de Galimberti y Gelman con la dirección de Montoneros, Cedema (Centro de Documentación de los Movimientos Armados) 22 de febrero de 1979. (http://cedema.org/ver. php?id=238). Gillespie, Soldados de Perón, p. 221.


148 / H i s t o r i a 3 9 6

Asimismo, la figura de la traición fue utilizada tanto por Montoneros como por el PRT-ERP para referirse a sectores del peronismo y de la burocracia sindical argentina. De este modo, se entendía que los traidores eran actores externos a la propia organización, la que se definía por oposición a ellos, encarnando los valores de la consecuencia y la lealtad. La consigna coreada en las manifestaciones públicas: “Rucci traidor, saludos a Vandor” instala el acto de traicionar fuera de la organización, pero al interior de un campo de disputa más amplio: el peronismo. José Ignacio Rucci, Secretario General de la Confederación General del Trabajo, representaba aquellos sectores del peronismo ligados a la derecha y la burocracia sindical y, como tal, se enfrentaba a quienes abrazaban la idea de la “Patria Socialista”. Las tensiones al interior del Peronismo y de la corriente de izquierda más radicalizada con el propio Perón llegaron a un punto crítico con el asesinato de Rucci. Poco antes de su muerte, en un acto público de conmemoración de los crímenes de Trelew17, Mario Firmenich, criticaba duramente a la burocracia sindical mientras el público asistente exigía su cabeza. Dos días después de que Perón ganara en las elecciones de septiembre de 1973, el dirigente sindical fue asesinado. Por su parte, el PRT-ERP reafirmó la condición de traidor de Rucci y su máximo dirigente, Roberto Santucho, se refirió a su asesinato en los siguientes términos: “Consideramos que la ejecución de algunos de estos traidores sólo debería realizarse en casos extremos muy especiales. Por eso no habríamos encarado acciones como la que dio fin a la carrera de traidor de José Ignacio Rucci. Pero tampoco condenamos esa acción porque la consideramos una expresión aunque deformada del sentimiento de las masas”18. EXPERIENCIAS DE TRAICIÓN EN MONTONEROS

La investigadora argentina Laura Lenci advierte que la justicia revolucionaria de la organización Montoneros, tuvo como principales destinatarios a los propios militantes de la organización19, es decir, fue concebida para aplicar justicia interna.

17

18 19

En agosto de 1972, un grupo de presos políticos, todos ellos militantes de organizaciones armadas de izquierda y peronistas, fueron asesinados luego de protagonizar un intento de fuga del Penal Rawson, en la Patagonia de la Argentina. Los hechos ocurrieron bajo el mandato de Alejandro Agustín Lanusse. De Santis, A vencer o morir, p. 361. Laura Lenci afirma que la aplicación de la Justicia revolucionaria fue, en efecto, anterior a la promulgación de estos códigos. De acuerdo a esta autora, el primer ajusticiamiento interno ocurre en 1971. Lenci, Laura, “Justicia, política y violencia. Un análisis de los cuerpos nor-


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 149

Tanto las “Disposiciones sobre la Justicia Penal Revolucionaria” (en adelante DJPR) de 1972, como el “Código de Justicia Penal Revolucionario” (en adelante CJPR) de 1975 estaban orientados a disciplinar al conjunto de la militancia. El primero de estos cuerpos normativos fue redactado y difundido a fines de 1972, año en que la organización alcanzó gran visibilidad pública y un crecimiento significativo, recibiendo el apoyo de sectores nacionalistas y peronistas que expresaron simpatía hacia sus acciones. El contexto de producción del CJPR es completamente diferente al de las “Disposiciones…”: luego del breve gobierno de Héctor Cámpora devino una crisis de Montoneros con sectores de derecha del peronismo que culminó con el quiebre definitivo con Perón en mayo de 1974. Más tarde, la creciente represión y la clandestinidad afectaron dramáticamente el trabajo político y de masas de la organización, al mismo tiempo que se agudizó la militarización y la burocratización interna. En relación a los aspectos punitivos de ambos cuerpos, están considerados el confinamiento, el destierro, la degradación, la prisión, la expulsión y fusilamiento. En el primer documento, la pena de muerte estaba reservada para los casos de traición, deserción en combate, delación y confesión, mientras que el segundo sumaba a estos delitos, la insubordinación, conspiración, defraudación, abuso de autoridad, evasión, encubrimiento, instigamiento20 y complicidad. La pena de muerte solo podía ser decretada y ejecutada por los órganos superiores, a saber, el Consejo Nacional o el Tribunal Revolucionario, sin embargo, ambos cuerpos normativos afirman que excepcionalmente se podía ejecutar a un desertor sin un procedimiento previo, con la única obligación de informar a los máximos dirigentes21. Ambos cuerpos normativos asignaron especial atención a las conductas que debían mostrar los militantes en el caso de ser apresados. El primero de ellos señala que los prisioneros serían acusados de delación cuando aportaran información al enemigo antes de las 24 horas de ocurrida su detención, así como cuando entregaran datos innecesarios, es decir, no solicitados durante el interrogatorio. El establecimiento de un límite temporal en el que los militantes no

20 21

mativos Montoneros 1972-1975”. Jornadas de partidos armados. 25 de abril de 2008. (http:// historiapolitica.com/datos/biblioteca/2j_lenci.pdf). La palabra “instigamiento” aparece en la fuente señalada. Si bien ambos textos consideraban la posibilidad de que los acusados pudiesen alegar en su favor y presentar pruebas en su defensa, la realización de juicios en ausencia anulaba esa posibilidad, puesto que no estaba considerada la figura de un defensor que no fuese el propio acusado.


150 / H i s t o r i a 3 9 6

debían “hablar” expresaba de un modo implícito la convicción de que resistir la tortura por más tiempo no era algo exigible a la militancia. Esa consideración desaparece en el segundo Código, justo en un momento en que la organización enfrentaba un incremento de los niveles de represión tanto por parte del Estado como de organismos paraestatales como la Tripe A. De acuerdo a éste documento, la delación era: “La entrega al enemigo de datos o elementos que puedan perjudicar objetivamente a la organización o las estructuras que ella conduce (…) Incurren también en este delito los prisioneros de guerra que entregan esos datos o elementos al enemigo en el curso de los interrogatorios de cualquier tipo que le efectúen y aun cuando hayan sido objeto de apremios”22. Este delito podía ser penalizado con el fusilamiento, por ser considerado una transgresión gravísima. Asimismo, este texto, a diferencia del anterior, establece apartados vinculados a la obediencia y la disciplina, sancionando la insubordinación –entendida como desacato de órdenes– y la conspiración – comprendida como la realización de actividades orientadas a dividir la organización–. En un sentido similar, se establece que los dirigentes que no usaran su autoridad para corregir errores, desviaciones o delitos de parte de los subordinados, incurrirían también en un delito. Del mismo modo, y de acuerdo a lo señalado por el historiador Ernesto Salas, en 1976 la postura del Consejo Nacional respecto de la tortura estaba marcada por la lógica del militarismo y el triunfalismo. El Documento del Consejo Nacional del Partido Montonero de octubre de 1976 establece que la tortura, “(...) aún la más salvaje, es soportable; cientos de compañeros heroicos nos lo han demostrado, del mismo modo en que los traidores y delatores nos han demostrado que su colaboración con el enemigo no se originó esencialmente en la tortura, sino en sus propias debilidades ideológicas”23. Ahora bien, de acuerdo al testimonio de Roberto Cirilo Perdía, miembro de la Dirección Nacional de la organización, la política respecto la conducta que los militantes debían seguir al momento de ser torturados, fue flexibilizándose de acuerdo a contextos específicos: si en un primer momento el mandato era no entregar nada bajo ninguna circunstancia, luego se estableció que era preciso

22

23

“Código de Justicia Penal Revolucionario”. Montoneros. 1975. Citado por Lenci, “Justicia, política y violencia…”, p. 12. “Documento del Consejo Nacional del Partido Montonero”. Montoneros. Octubre de 1976. Citado por Salas, Ernesto, “El debate entre Walsh y la conducción Montonera”. Lucha Armada en la Argentina. N° 5. 2006. p. 4


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 151

resistir 48 horas, abriendo la posibilidad de que una vez transcurrido ese tiempo, el o la militante pudiese entregar datos a sus torturadores. Se esperaba que esos dos días de silencio permitirían a la organización tomar los recaudos necesarios para poner a salvo a otros militantes, infraestructura, recursos, etc. Por último, –y como se explica en las próximas páginas–, se instauró el uso de la pastilla de cianuro, ya que la autoinmolación –“ese gesto supremo” de acuerdo a Perdía– eliminaba la posibilidad de delatar y al mismo tiempo, dejaba en manos de los propios militantes –y no en la de sus enemigos- la decisión de morir24. En relación a la aplicación de estos cuerpos jurídicos, Richard Gillespie25 menciona el caso de Carlos Roth, militante que fue ejecutado por traición ya que, acompañado por organismos de seguridad, habría identificado a compañeros en las calles de Córdoba. Gillespie no entrega más información acerca de esta ejecución interna, pero existen numerosos testimonios de sobrevivientes que señalan que muchos secuestrados eran sacados de los centros clandestinos y obligados a identificar a militantes que se encontraban en libertad, práctica que en la jerga militante se denominó “lancheo”. Por su parte, en el libro Montoneros. Final de cuentas, el ex militante Juan Gasparini, informa sobre el testimonio de un ex militante que habría participado en el fusilamiento de Ignacio Orueta el año 1974. Afirma Gasparini: “Orueta (…) afrontó el pelotón gritando “Vivan los Montoneros”. A éste último lo mataron por las dudas, ya que no había certeza sobre su culpabilidad: estar en una logia cercana a López Rega”26. Por último, la Revista Evita Montonera en su número 10 del año 1975 informa en el apartado “Crónica de la Resistencia” que el día 26 de noviembre el militante Pedro Sabao, miembro de la Juventud Sindical de Rosario, fue ejecutado por un Pelotón de Combate de Montoneros por traidor y delator. Tal como advierte la investigadora María O´Donnell27 muchos de estos asesinatos internos operaban como “ejecuciones ejemplares”, es decir, funcionaban como un mensaje al conjunto de la militancia respecto al castigo que esperaba a quienes no obedecían los mandatos partidarios. Un caso respecto del cual contamos con mayores antecedentes es el del militante Fernando Haymal, quien fue condenado por los delitos de traición y delación. Así queda establecido en un documento de septiembre de 1975 de Córdoba, dirigido a “oficiales y aspirantes” de la organización, titulado “Jui24

25 26 27

Perdía, Roberto, La otra historia. Testimonio de un jefe montonero. Buenos Aires, Editorial Grupo Agora, 1997, p. 309. Gillespie, Soldados de Perón, p. 349. Gasparini, Montoneros, p. 128. O´Donnell, María, Born. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2015.


152 / H i s t o r i a 3 9 6

cio Revolucionario a Fernando Haymal (Alias Valdez)”28. En el documento se señala que luego del último golpe represivo que afectó a la organización, la Conducción Regional resolvió realizar un juicio sumario a Fernando Haymal sin presencia del acusado, tomando en consideración los hechos ocurridos, la propia confesión escrita del acusado y los testimonios de otros compañeros que fueron apresados como consecuencia del accionar de Haymal. El texto señala los siguientes cargos: a) Haber delatado la casa donde vivía un compañero de la Organización. b) Haber delatado un local de funcionamiento donde se había construido un depósito en cuya construcción el acusado había participado. (…) c) Haber causado con su delación la detención de más de 10 compañeros. d) Haber causado con su delación la muerte del compañero Marcos Osatinsky. e) Haber causado con su delación la caída de diversos medios materiales de la Organización como dinero, armas, municiones, explosivos, casa, coches, elementos de propaganda, etc. f) Haber causado con su delación el pase a la clandestinidad de varios compañeros. g) Haber causado con su delación un triunfo político-militar del enemigo29. Al mismo tiempo, establece como atenuante que el acusado “entregó información” 96 horas después de no haber concurrido a un control de la organización, de lo que se deduce que dio tiempo suficiente a sus pares para tomar conocimiento de su apresamiento y por ende, para adoptar las precauciones correspondientes. El texto también señala la existencia de elementos agravantes, como ser consciente de la relevancia de la información “entregada” al enemigo. De hecho, a Fernando Haymal, estudiante de 26 años, se le responsabilizó de la muerte del

28

29

Evita Montonera Nº 8. Córdoba. octubre 1975. “Juicio Revolucionario a Fernando Haymal (Alias Valdez)”. Centro de Documentación de los Movimientos Armados, p. 2. En: (http://www. cedema.org/ver.php?id=235). Consultado el 8 de mayo de 2016. 28 Evita Montonera Nº 8. Córdoba. octubre 1975. “Juicio Revolucionario a Fernando Haymal (Alias Valdez)”. Centro de Documentación de los Movimientos Armados, p. 3. En: (http://www. cedema.org/ver.php?id=235). Consultado el 8 de mayo de 2016.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 153

dirigente Marcos Osatinsky, la pérdida de dinero y armas, y el pase obligado a la clandestinidad de varios guerrilleros. Pese a que él alegó a su favor haber sido torturado y haber resistido cuatro días antes de “cantar”, la respuesta del Tribunal fue implacable: la tortura no era un problema de resistencia física sino de integridad ideológica. En el documento referido se puede leer: “Este Tribunal considera que habiendo incurrido el acusado Fernando Haymal en los delitos de delación y traición debe ser condenado a ser pasado por las armas en el lugar y momento en que se lo encuentre”30. En la conclusión del texto se señala que se considera un grave error de liberalismo31 ideológico no haber aplicado la misma sentencia en casos similares que se habían presentado anteriormente y además, establece que: “cualquiera sea la etapa de desarrollo en que se encuentre la Organización, es válido y necesario combatir severamente todos aquellos elementos que conspiren contra su construcción y existencia, en tanto esto sea también conspirar contra el desarrollo del proceso revolucionario en nuestro país. Es decir, en tanto estas conductas disolventes sean objetivamente similares a las que realiza el enemigo con el fin de abortar el proceso de liberación”32. De acuerdo a este fragmento, la acción de los militantes considerados delatores/traidores era similar al accionar del enemigo, homologando a los militantes “quebrados” con las fuerzas represivas. Al mismo tiempo, se configuraba la idea de un enemigo interno que era “válido y necesario” combatir; y se establecía que hacer daño a la organización era una forma de afectar al proceso de liberación mismo, estableciendo una unidad cerrada entre la primera y el proyecto histórico emancipatorio que pretendía encarnar. El 26 de agosto de 1975 Haymal fue ejecutado, cumpliendo la sentencia del Tribunal Revolucionario. De acuerdo al historiador Richard Gillespie: “La principal acusación contra Haymal –la de dar ubicación de la base que tenía a su cargo, permitiendo así la captura de los líderes Osatinsky y Mendizábal– fue muy cuestionable: fuentes cercanas a los Montoneros revelaron que ninguno de

30 31 32

Ibíd, p.4 Concepto utilizado por la organización en el documento citado. Ibíd, p 4. Los destacados son nuestros.


154 / H i s t o r i a 3 9 6

ellos había tomado la elemental medida de seguridad de telefonear a la base antes de dirigirse a ella para una reunión”33. Otro caso es el de Roberto Quieto, fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y artífice de la fusión de esta organización con Montoneros. Su experiencia adquiere relevancia no solo por su dramatismo, sino por las consecuencias que tuvo en la vida interna de la organización. Roberto Quieto fue un destacado dirigente de la Conducción montonera y en diciembre de 1975 fue secuestrado en una playa de la zona norte de Buenos Aires, donde se encontraba desarmado junto a su familia. Luego de ser apresado, Montoneros realizó acciones para denunciar su secuestro y exigir su liberación, bajo la consigna Que aparezca Quieto, secuestrado por las fuerzas armadas gorilas34. Repentinamente la campaña partidaria se detuvo; la caída de Quieto fue seguida por una serie de allanamientos, detenciones y desapariciones, lo que a los ojos de la organización, ponía en evidencia que Quieto había “hablado”. Pocos meses después, en febrero de 1976, Montoneros realizó un juicio en ausencia y lo condenó a degradación y muerte por los delitos de deserción y traición. ¿En qué consistió la traición de Roberto Quieto? De acuerdo a la argentina Lila Pastoriza35, antes de ser detenido, Quieto estaba viviendo una crisis política – por sus diferencias con Mario Firmenich– y personal –a raíz del alejamiento de su esposa e hijos a causa de la clandestinidad–. En relación al primer punto, las diferencias políticas con la Conducción se habían expresado a raíz de la aprobación del Código de Justicia Penal Revolucionario y de la decisión de formar el Ejército Montonero. En un sentido contrario, tanto Quieto como Julio Roqué y Marcos Osatinsky planteaban una línea que proponía fortalecer la oposición civil al gobierno y apoyar el pedido de adelanto de las elecciones. Quieto se transformó así, en un disidente de la línea oficial36. Asimismo, Quieto habría incumplido el mandato de no entregar información bajo tortura. Como señala un ex militante, los dirigentes montoneros “decían que las caídas se producían por nuestra debilidad ideológica, que nuestra

33 34 35

36

Gillespie, Soldados de Perón, p. 349. Ibíd., p. 321. Pastoriza, Lila, “La ‘traición’ de Roberto Quieto: Treinta años de silencio”. Revista Lucha Armada. Nº 6. 2006. p. 4. De acuerdo a Juan Gasparini, en octubre de 1975 Quieto habría resuelto abandonar Montoneros. En Gasparini, Montoneros, p.52 En la misma dirección, y de acuerdo a la periodista Alejandra Vignollés: “Quieto había expresado su convencimiento de que Montoneros tenía que tender un puente hacia la política y abandonar el marco sesgado militarista que los estaba llevando directamente al borde del abismo”. Vignollés, Alejandra, Doble Condena. La verdadera historia de Roberto Quieto. Secuestrado por los militares y acusado de traición por los montoneros. Buenos Aires, Sudamericana, 2011, p. 171.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 155

gente cantaba porque no estábamos convencidos, éramos cobardes, débiles ideológicamente”37, lectura similar a las conducciones de otras organizaciones revolucionarias de la época. De acuerdo a Richard Gillespie, “Quieto había transgredido el canon montonero: No entregarse vivo, resistirse hasta escapar o morir en el intento”38. Por su parte, la socióloga argentina Alejandra Oberti propone que la crisis personal de Quieto se tradujo en su decisión de violar las estrictas normas de clandestinidad para reunirse con su familia. Desde la lógica militante, abandonó sus obligaciones revolucionarias para satisfacer sus necesidades afectivas individuales, lo que infringía el mandato de la entrega total y la supeditación de lo personal a las exigencias de la organización39. Señala Oberti: “Quieto no soportó la escisión entre militancia y vida cotidiana. Quería encontrarse con su familia, extrañaba a sus hijos pequeños. Los encuentros con familiares que no estaban clandestinos violaban todas reglas de seguridad, sin embargo, en más de una ocasión Quieto no toleró el vacío afectivo y buscó encontrarse con su familia”40. En la edición de febrero-marzo de 1976, la revista Evita Montonera dio a conocer fragmentos de la resolución tomada por el Tribunal Revolucionario. La publicación de la condena a Quieto no es un hecho baladí, considerando que este medio, a diferencia de El Descamisado y La Causa Peronista, era redactado por la cúpula de la Conducción Montonera y era considerado el órgano oficial de la agrupación. Señaló la revista: “En nuestra guerra revolucionaria, todo militante se mueve en constante situación operativa, porque comparte el territorio con el enemigo. (…) la única medida revolucionaria posible frente a esta situación; no entregarse vivo, resistir hasta escapar o morir en el intento. Roberto Quieto viola los tres criterios. Primero aumenta enormemente las posibilidades del enemigo de encontrarlo al concurrir reiteradamente a la misma playa pública, en compañía de numerosos familiares que llevan a su apellido legal y no practican el antiseguimien-

37

38 39

40

Bartoletti, Julieta, Montoneros: De la movilización a la organización. Rosario, Laborde Editor, 2011, p. 623. Gillespie, Soldados de Perón, p. 322. Oberti, Alejandra, Género, política y violencia. Vida cotidiana y militancia en las décadas del sesenta y setenta. Tesis para optar por el título de Doctora de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Mimeo inédito, 2011, p. 136. Ibíd., p. 137.


156 / H i s t o r i a 3 9 6

to. Esta negligencia grave y reiterada, desconocida por la Organización, hubiera justificado por sí sola la formación de un Juicio Revolucionario. En segundo lugar carece totalmente de condiciones que le permitan, eventualmente, sortear un enfrentamiento. (…) En cuanto al tercer criterio, el no portar armas no lo invalida, y existen pruebas suficientes de que Quieto podría haber intentado, al menos la huida”41. Con el objeto de evitar que la situación de Quieto desmoralizara al conjunto de la militancia, en la misma edición de Evita Montonera se publicaron diversos artículos en los que se destacaban las conductas ejemplares de varios militantes. Uno de ellos es el apartado titulado “La conducta revolucionaria” en el que se mencionaban los casos de Horacio Mendizábal y Esther de Maggio, cuyas experiencias de combate son presentadas en oposición a la “entrega” de Quieto. El texto señala: “La derrota sufrida por el pueblo con la detención y la traición del doctor Roberto Quieto no debe engañarnos. Estas actitudes no son en nuestra guerra revolucionaria más que excepciones individuales. La combatividad y el heroísmo son la conducta normal de los cuadros montoneros. En este mes en Córdoba fueron brindados ejemplos de esta afirmación: la resistencia ejemplar de la aspirante Esther de Maggio y el rescate del oficial superior Horacio Mendizábal de manos del enemigo. Estos compañeros no se rindieron, no entregaron, no rifaron su moral ni su experiencia ni la confianza que nuestro pueblo había depositado en ellos. Por el contrario, aplicaron nuestro principio de convertir la derrota en victoria”42. El caso de Esther de Maggio (de nombre político Malena), aspirante que fue emboscada en su casa y que se enfrentó a las fuerzas represivas, es presentado en otro apartado a través de una carta de su compañero, quien nuevamente alude a Quieto: “Vos sabías la importancia de resistir, de eso hablamos muchos, y más en este momento donde había tanta confusión, tantas cosas feas; vos demostraste, o mejor dicho re-demostraste, confirmaste, actualizaste que

41

42

“Juicio Revolucionario a Roberto Quieto”, en Evita Montonera (no indica ciudad) Nº 12. Febrero-Marzo 1976. p. 13. Ibíd., p. 36. El destacado es nuestro.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 157

el que cree, el que está convencido no se entrega. Despejaste un camino que está lleno de malezas y piedras, ¡y de qué manera!”43 La situación de Quieto fue presentada como una anomalía excepcional y como expresión máxima de deslealtad e inconsecuencia. Desde la perspectiva militante, Quieto había infringido varias reglas y esas transgresiones eran atribuidas a conductas liberales e individualistas. Esas desviaciones lo habrían llevado a transgredir normas básicas y a permitir que asuntos personales44 perturbaran sus obligaciones políticas. La guerra revolucionaria exigía renuncias y sacrificios personales y eso suponía escindir la vida privada de la pública, sometiendo la primera a las exigencias de la segunda. Años más tarde, el máximo dirigente de la organización Montoneros, Mario Firmenich señaló: “Quieto fue condenado por cantar en la tortura, condenado por delación. Que tenía el efecto de decir ‘no admitimos la delación’, no nos parece razonable que alguien delate, aunque las torturas puedan ser muy tremendas. Porque la delación es el verdadero óxido que destruye una organización clandestina”45. Firmenich agrega que la caída y delación de Quieto impactó profundamente en la militancia, ya que se esperaba que los dirigentes demostraran una conducta intachable aún en las situaciones más difíciles. Los militantes y en particular los de más alta jerarquía debían acercarse al ideal del Hombre Nuevo y la fragilidad demostrada por Quieto ponía en jaque esos preceptos. Señala Firmenich: “¡Cómo era posible que aquél que tenía que ser el hombre nuevo pudiera cantar en la tortura!”46 Enfrentados a la penosa realidad de la tortura y al quiebre de Quieto, la organización resolvió poner en marcha una política destinada a evitar futuras delaciones: el uso de una pastilla de cianuro que debía ingerirse para no caer vivo en manos del enemigo. Era, desde la perspectiva de los dirigentes, la única forma de evitar la entrega de información: morir antes de la tortura. De acuerdo a Firmenich, esta política se estableció primero para los dirigentes y luego se aplicó al conjunto de la militancia, como una forma de democratizar

43

44

45

46

Carta a Malena; de su compañero”. Evita Montonera Nº 12 (no indica ciudad) Febrero-Marzo 1976. “p. 22. La esposa de Quieto no era militante y no aceptó llevar una vida clandestina. En Gillespie, Soldados de Perón, p. 322. “Entrevista a Mario Firmenich”, El Historiador. S/F. (http://www.elhistoriador.com.ar/entrevistas/f/firmenich.php). Ibíd, p.2


158 / H i s t o r i a 3 9 6

lo que algunos consideraron un “privilegio”: “Los miembros de la conducción teniendo pastillas de cianuro tenían el privilegio de no ir a la tortura y el resto de los militantes no tenían esos privilegios. Y allí fue entonces que se decidió generalizar la pastilla de cianuro para evitar la delación en la tortura”47. En un contexto represivo que cada día se intensificaba más, el uso de la pastilla respondía no solo a evitar la tortura sino también a ejercer cierto control soberano sobre la propia muerte; el acto de morir dependía de sí mismo y no del enemigo. En enero de 1977 el “Informe respecto de fundamentos y uso de la pastilla de veneno” establecía la existencia de desviaciones en el uso que algunos militantes le daban a la cápsula de cianuro. El documento señala que la consigna que debía guiar la conducta de los militantes era “resistir hasta escapar o morir”48, enfatizando que era indispensable resistir y enfrentar a las fuerzas represivas antes de ingerir la pastilla. Con ello se quería evitar que militantes acorralados y aterrorizados la ingirieran antes de combatir a sus enemigos. El texto plantea: “(…) la actitud egoísta de querer morir antes de sufrir las torturas y vejámenes del enemigo sería una desviación suicida. Es importante y fundamental para nuestra práctica diaria y más en este caso (la decisión del uso correcto de la pastilla de veneno) recordar los miles de compañeros que dieron su vida sin dudar cuál era su actitud ante el enemigo. Compañeros que todos los días caen vivos y no dicen una palabra o compañeros que sin tener la pastilla resolvieron su combate mediante su fortaleza ideológica, su convencimiento político y su combatividad”49. Una experiencia tan dramática como las anteriores es la del militante Tulio Valenzuela, quien fue secuestrado en enero de 1978 junto su pareja, Raquel Negro (embarazada de mellizos) y el hijo de ésta, en Mar del Plata. Los tres fueron llevados a “La Quinta de Funes”, centro clandestino de detención donde se encontraban prisioneros los miembros de la Dirección Regional de Montoneros.

47 48

49

Ibíd, p.3 “Informe respecto e fundamentos y uso de la pastilla de veneno”. Montoneros. Enero 1977. En Baschetti, Roberto, Documentos 1976-1977, Volumen II “Resistir es vencer”. La Plata, Campana de Palo, 2011 p. 9. Ibíd., p. 9.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 159

En ese lugar, el General Leopoldo Galtieri organizó un operativo para asesinar a los dirigentes de la cúpula de Montoneros que se encontraban exiliados en México. Parte del plan era que Valenzuela simulara estar en libertad y viajara a ese país; a través de él los agentes de inteligencia podrían llegar a los máximos dirigentes de la organización, entre ellos, Mario Firmenich y Roberto Perdía. Valenzuela simuló participar en el operativo, dejando a su pareja e hijo como rehenes en manos de las fuerzas de seguridad y viajó a ese país junto a varios agentes del Ejército argentino50. Una vez en México se puso en contacto con personas vinculadas a la Organización, a quienes informó que se encontraba secuestrado y que era parte de un plan para capturar a los máximos dirigentes de Montoneros. La Dirección partidaria resolvió organizar una conferencia de prensa denunciando el operativo y la presencia de militares argentinos en suelo mexicano. En la conferencia, realizada el 18 de enero de 1978, Valenzuela dio cuenta de su experiencia como secuestrado, afirmó que varios dirigentes que se pensaban muertos estaban vivos en Quinta de Funes, y entregó los nombres de los militares que participaban en el plan. Asimismo, señaló que el viaje era parte de una política orientada a “quebrar” a los militantes de la organización, en la perspectiva de que “colaboraran” con las fuerzas de seguridad. Durante la conferencia de prensa, Valenzuela señaló: “Hay que tener en cuenta en qué condiciones vengo yo. Las condiciones en que vengo yo, además de que supuestamente me convencieron políticamente de que yo debía colaborar. La condición principal es que mi compañera, que está embarazada de seis meses, que se llama Raquel Negro y mi hijo, que tiene un año y medio, Sebastián, están en manos del enemigo. Ellos son los rehenes y fui amenazado de que serían inmediatamente ejecutados si la misión de infiltración que yo iba a cumplir acá fracasaba o se producía algún hecho como éste (…) Yo discutí esta situación con mi compañera. Mi compañera manifestó que ella estaba totalmente dispuesta a quedar en el país como rehén para morir, para salvar algo

50

Este plan, conocido como “Operación México” fue dado a conocer por Miguel Bonasso en el libro “Recuerdos de la muerte”. Bonasso, Miguel, Recuerdos de la muerte. Buenos Aires, Planeta, 2003. En el operativo participaron miembros del ejército y militantes “quebrados”, como Carlos Laluf, quien viajó con el nombre de “Miguel Vila”. Una vez que Valenzuela hizo la denuncia pública, todos los agentes fueron expulsados de México por espionaje ilegal.


160 / H i s t o r i a 3 9 6

que era mucho más trascendente que nuestras propias vidas, para llegar acá y pudiera informarle a nuestro partido y al mundo de los planes de la dictadura y hacer un esfuerzo por desbaratarlos”51. En efecto, el gesto de Valenzuela fue suficiente para desbaratar el “Operativo México”, creando un escándalo internacional de proporciones entre los gobiernos mexicano y argentino. Asimismo, señaló que Galtieri le había entregado argumentos políticos al momento de presentarle los objetivos del operativo que él debía protagonizar: los militares consideraban que Montoneros eran los mejores guerrilleros del mundo y que el Ejército compartía con ellos el propósito de la “liberación nacional”. Sin embargo, los ataques de la organización a las FFAA los había puesto en bandos opuestos. Afirma Valenzuela: “Se me plantea que estos errores cometidos por nosotros han llevado a una situación de destrucción de gran parte de nuestras fuerzas y que esa destrucción iba a terminar en aniquilamiento. Se me ofrece en concreto que facilite la infiltración de las estructuras nacionales del Partido y un golpe sobre el centro de gravedad de la organización”52. El golpe, de acuerdo al propio Valenzuela, consistía en asesinar a Mario Firmenich, Roberto Perdía, Horacio Mendizábal, Fernando Vaca Narvaja y Rodolfo Galimbierti, entre otros. El protagonista simuló “colaborar” con los aparatos represivos y para ello, señala que debió convencer al menos a “15 traidores que estaban ahí y que me conocían perfectamente desde hace muchos años”53. Valenzuela finge ser uno de ellos, pero se propone realizar una acción de contra-inteligencia para salvar a la organización y sus dirigentes. Pese al sacrificio del militante y a los costos que él y su familia estuvieron dispuestos a asumir para salvar a la Dirección de la organización, después de que Tulio Valenzuela denunciara a la prensa el plan del que era una pieza fundamental, salvando con ello la vida de la cúpula montonera, fue degrado y sometido a un juicio partidario conducido por el propio Roberto Perdía, quien actuó como oficial sumariante. Tal como se señala en el libro La voluntad. Una historia de la militancia revolu-

51

52 53

“Testimonio del compañero Tulio Valenzuela sobre la campaña de atentados en el exterior de la dictadura de Videla”, Partido Montonero/Movimiento Peronista Montonero. Enero de 1978. p. 8. (http://www.cedema.org/ver.php?id=4806) Ibíd., p. 3. Ibíd., p. 5.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 161

cionaria en la Argentina54, Tulio Valenzuela fue acusado de traición, delación e instigación. De acuerdo al Tribunal montonero, el militante habría colaborado conscientemente con el enemigo en el planeamiento y desarrollo de un plan orientado a infiltrar a la organización y a asesinar a sus dirigentes. El libro de Eduardo Anguita y Martín Caparrós, establece que el fallo del Tribunal señalaba que: “A pesar de que los cargos probados están sancionados hasta con la pena de fusilamiento (Art. 28), no corresponde la aplicación de la misma por cuanto el efecto final y principal previsto por el enemigo no pudo ser ejecutado y que los delitos fueron cometidos en medio de una maniobra que permitió preservar importantes sectores de la estructura partidaria, salvar su vida, pero también evitar la acción sobre la propia conducción nacional, todo lo cual merece el reconocimiento del conjunto de nuestro Partido, no obstante lo cual el compañero Tucho debe ser castigado con la máxima severidad que permite nuestro código en función del nivel del mismo y como efecto ejemplificador para evitar reiteraciones en la aplicación de este tipo de doctrinas totalmente sujetas al arbitrio individual”55. De este modo, si bien el fallo reconocía el accionar de Valenzuela y admitía que el militante le había salvado la vida a la Conducción, simultáneamente insistía en las acusaciones de traición y colaboración. Se intentaba sancionar así los medios que el militante utilizó para conseguir sus objetivos, esto es, simular que colaboraba con los aparatos represivos. Hay que recordar que, de acuerdo a los preceptos partidarios, los militantes no debían ser apresados con vida; era preciso resistir o morir, en ningún caso ser capturado vivos y menos aún colaborar, aunque fuera simuladamente. El tribunal resolvió condenarlo a la “máxima degradación dentro del Partido” y lo instó a desarrollar “prácticas superadoras para su recuperación”. Siguiendo los mandatos partidarios, pocos días después, Valenzuela presentó una autocrítica, en la que señalaba lo siguiente:

54

55

Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, La voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina. Tomo 3: 1976-1978. Buenos Aires, Planeta, 2013. Ibíd., p. 305.


162 / H i s t o r i a 3 9 6

“La primera autocrítica es, en síntesis, haber cometido delitos de colaboración y traición, con hechos concretos reprimidos por el código revolucionario. La segunda es haber elaborado una doctrina incorrecta y haberme sentido autorizado para implementarla (…) Me autocritico de la soberbia de haber pensado que tenía el control de la situación y de que podía jugar impunemente a vencer al enemigo dándole más ventajas de las que tenía en el momento de la captura (…) Éste éxito del enemigo se da también por mis debilidades ideológicas (…) Compañeros de la Conducción Nacional: ahora soy consciente hasta qué punto debe haberles costado sancionarme, algunos de ustedes están vivos porque a pesar de todos los errores míos, el haberme presentado impidió que el enemigo los matara (…) Vencer la tendencia espontánea a protegerme, proceder con justicia y mirando en interés del conjunto los honra como Conducción. Que hayan tenido la paciencia y el acierto de hacerme ver las cosas de una nueva óptica despojada del subjetivismo individualista, es algo de lo que les estaré reconocido para siempre”56. Tulio Valenzuela, pese a haber tenido éxito en su acción de contra-inteligencia, logrando salvar a la Conducción y desbaratar el operativo de inteligencia de Galtieri, asumió la condena y la sanción del Tribunal Partidario e hizo propios los argumentos en su contra. Pese a que en el origen de su accionar estaba el deseo de diferenciarse de los colaboradores y traidores de Quinta Funes, finalmente no logró escapar de la traición, pues fue condenado como tal por las mismas personas que él ayudó a salvar. Tulio Valenzuela no volvió a ver a Raquel Negro57 ni a sus hijos. Permaneció en México y poco después retornó a la Argentina en el marco de la Primera Contraofensiva Montonera; en ese contexto fue emboscado por las fuerzas represivas y, para evitar ser capturado con vida, decidió ingerir la pastilla de cianuro, provocándose la muerte. Tal como señala Pilar Calveiro, Tulio Valenzuela fue presionado por la cúpula de

56 57

Ibíd., p. 306. Raquel Negro se encuentra desaparecida hasta el día de hoy. Su hijo mayor fue entregado a su familia y estando secuestrada parió un par de mellizos. Uno de los bebés, la niña, fue recuperada por la organización Abuelas en el año 2009; del otro mellizo no hay rastros.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 163

Montoneros y se le “orilló a una autoinmolación”58, único camino para alcanzar el status de héroe. Mientras ser apresado con vida ya era una forma de traicionar los mandatos partidarios, morir parecía ser la única forma de demostrar lealtad y consecuencia irrestricta a la causa revolucionaria. EXPERIENCIAS DE TRAICIÓN EN EL PRT-ERP En los Estatutos del Partido Revolucionario de los Trabajadores se señalaban entre las obligaciones de los militantes el “acatar fielmente la línea del Partido”59 y estar dispuestos a combatir en todo momento. Asimismo, se insistía en la necesidad de normar conductas y comportamientos cotidianos, estableciendo que era preciso “ser modestos en sus vidas y prudentes, trabajar duro, prevenirse contra la pedantería pequeño burguesa (…) inspirar respeto, ser realmente los primeros y los mejores en todo…”60. En el apartado “Resolución sobre moral ante el enemigo” se afirmaba que en el Comité Ejecutivo de 1969 primó la idea de que la tortura era inaguantable, postura influenciada por el sistema argelino, de acuerdo al cual los militantes podían entregar información 24 horas después de la detención. Esta posición cambia en 1970, momento en que se establece que: “Un militante o combatiente de nuestro Partido y de nuestra fuerza militar NUNCA CANTA, NUNCA DA DATOS A LA POLICÍA que puedan ser usados contra la organización. Ello no significa que no deben utilizarse las más estrictas medidas de clandestinidad y que al producirse detenciones no se tomen medidas preventivas. Siempre es posible que un detenido se entregue al enemigo. Pero el que lo hiciere será considerado un traidor y juzgado como tal”61. Años más tarde, en 1975, en las Resoluciones del Comité Central Ampliado “Vietnam Liberado” se señala que el Tribunal Partidario tiene la obligación de dirimir en las cuestiones de moral partidaria, de indisciplina partidaria, y “admi-

58

59

60 61

Calveiro, Pilar, Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina. Buenos Aires, Ediciones Colihue, 2004, p. 130. Resoluciones del V Congreso y de los Comité Central y Comité Ejecutivo Posteriores. PRT 1973. “Estatutos del Partido Revolucionario de los Trabajadores”, p. 11. En: De Santis, Daniel (Comp.) A vencer o morir. PRT-ERP. Documentos, Buenos Aires, Eudeba, 2004, p. 321. Ibíd., p. 116. Ibíd. p. 143.


164 / H i s t o r i a 3 9 6

nistrar justicia revolucionaria en casos de traición, delación, deserción y otros crímenes contrarrevolucionarios que atenten contra la integridad partidaria”62. De acuerdo a los planteos del historiador Pablo Pozzi, en esta organización hubo dos militantes que una vez secuestrados, se habrían transformado en “colaboradores” de los aparatos represivos: se trata de Charlie Moore63 y de un militante apodado “Kent”. Asimismo, hubo experiencias de infiltración que se resolvieron con la ejecución de los acusados. La aplicación de la condena a muerte fue, en uno de los casos, adoptada sin consultar al Buró Político, de modo que el responsable de esa acción (Gorriarán Merlo) fue sancionado por la dirección partidaria64. Aunque la idea de traición está asociada a la “entrega” de información bajo tortura, hay otras conductas que fueron catalogadas y sancionadas de esta forma. Es el caso de Miguel Ángel Pozo, militante que fue ajusticiado por sustraer fondos de la organización para “su disfrute personal” y que fue considerado traidor. Así se lee en la Revista Estrella Roja, órgano del Ejército Revolucionario del Pueblo, de marzo de 1976: “Ajusticiamiento de un traidor: En cumplimiento de una resolución del Tribunal Partidario del PRT fue ajusticiado en Rosario el traidor Miguel Ángel Pozo, responsable de la sustracción de fondos destinados al desarrollo de la guerra revolucionaria. Burlando la confianza en él depositada por sus compañeros de militancia, Pozo se quedó con 90 millones de pesos que formaban parte del monto fijado por el rescate de un burgués aduciendo que esa suma había ido a parar a manos de la policía. Transcurridos algunos meses la mentira y la infamia quedaron al descubierto: la justicia popular puso fin a la vida de quien se mostró tan indigno de la responsabilidad asumida ante la clase obrera, el pueblo y la revolución. (…) ¡NINGUN

62

63

64

Central Ampliado “Vietnam Liberado”. PRT- ERP. julio 1975. En: De Santis, Daniel (Comp.) A vencer o morir. PRT-ERP. Documentos, Buenos Aires, Eudeba, 2004, p. 324. Robles, Miguel, La búsqueda. Una entrevista a Charlie Moore. Córdoba, Ediciones del Pasaje, 2010. Pozzi, “Por las sendas argentinas...”, p. 135. El segundo caso refiere a Jesús Rainer, cuyo caso será analizado en las próximas páginas y el tercero a un militante apodado “Laser” (caso, que de acuerdo a Pozzi, no fue constatado).


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 165

TRAIDOR ESCAPA A LA JUSTICIA POPULAR! ¡JUSTICIA A LOS TRAIDORES! (…)”65. De este modo, la noción de traición asumió sentidos más amplios que los concebidos originalmente, incluyendo transgresiones de otra naturaleza, en este caso, el robo. Es posible entender que el delito de Pozo fue haber traicionado –en un sentido muy amplio– la lealtad que debía a sus compañeros y a su organización. Así, el concepto “traición” se ensanchaba y complejizaba, adquiriendo nuevos sentidos de acuerdo a contextos específicos. Un caso diferente fue el publicado en El Combatiente del 30 de marzo de 1976, una semana después del golpe militar. La nota titulada “Las mentiras de una traidora” da cuenta de una reunión de prensa organizada por las FFAA en la que una combatiente del ERP, Miryam Prilleltensky, hacía declaraciones en contra de su propia organización. La protagonista de esta experiencia, había sido herida en un enfrentamiento y posteriormente fue hecha prisionera. La nota señala: “Su acentuado individualismo la llevó a anteponer la conservación de su vida a toda otra consideración y así se entregó al enemigo, convirtiéndose en traidora al pueblo y a la revolución (…) Las expresiones de esta traidora evidentemente preparadas por el Ejército enemigo por cuanto no son sino la repetición de las mismas infamias que a diario vomita la propaganda de los militares, tiene la vana intención de confundir a los trabajadores acerca de los objetivos que perseguimos con nuestra lucha y de desalentar a los hombres y mujeres de nuestro pueblo difundiendo falsedades y mentiras acerca de la guerrilla rural calumniando a los combatientes, ensalzando a los enemigos del pueblo y presentando una falsa imagen derrotista de la lucha popular. ¡Cuán poco crédito merecen ya las palabras de los militares cuando deben acudir al ‘testimonio’ prefabricado de quien careciendo de fortaleza moral para morir con honra traicionó a su pueblo para vivir en la infamia!”66

65

66

“Justicia Popular”, Estrella Roja. Órgano del Ejército Revolucionario del Pueblo, (no indica ciudad) Nº 71. Lunes 14 de marzo 1976. p. 3 El Combatiente. Marzo 1976. “Las mentiras de una traidora”. p. 5.


166 / H i s t o r i a 3 9 6

Si bien la nota no menciona la sanción aplicada a la combatiente-traidora, sí es clara al señalar que se trata de un testimonio “prefabricado”, esto es, creado por los militares para difundir el derrotismo y atacar a la guerrilla rural del ERP. De este modo, no expresa ninguna duda respecto a que se trataba de un montaje comunicacional orientado a difamar a la organización. Pese a este convencimiento, la prisionera fue considerada traidora por haber participado en esa operación mediática; desde la perspectiva de su organización, una buena militante tendría que haberse negado aunque ello le costara la vida. De ahí que su traición no esté asociada a la entrega de información –pues se afirmaba que todo lo que ella decía era falso– sino a su participación en una acción comunicacional para atacar al ERP, motivada por el individualismo, expresado en el deseo de salvar su vida. El montaje que tuvo a Prilleltensky como protagonista fue cubierto ampliamente por la prensa escrita, la que incluyó fotografías de la mujer con vestimenta de guerrillera. El diario La Nación del 23 de marzo de 1976 titula “Declaraciones de una guerrillera detenida”, reportaje sobre la ex combatiente “arrepentida”, quien habría revelado ante medios nacionales y extranjeros su participación en la guerrilla del ERP. De acuerdo al medio, la cordobesa de 20 años, habría señalado: “Me siento arrepentida, no frustrada y ahora trataré de aprovechar al máximo mis experiencias. Sé que con mis declaraciones seré condenada a muerte por mis ex compañeros pero no tengo miedo porque sé que mis palabras servirán de ayuda y de alerta a muchos jóvenes argentinos que pretenden incorporarse a los grupos ilegales. (…) De mis experiencias como guerrillera he comprendido que todos debemos evitar ser influenciados con ideas extrañas. Debemos dejar de lado los tiros y aprender que los únicos medios ideológicos para ayudar al país son estudiar y trabajar”67. La guerrillera informó a los periodistas el modo en que fue reclutada, el tipo de formación política y militar que recibió y entregó datos respecto a la crítica situación de la guerrilla en el Monte Tucumano. De acuerdo a la joven, el grupo tenía recursos limitados y un abastecimiento precario, situación que se deterioró aún más luego de los sucesos de Monte Chingolo (1975).

67

La Nación. Buenos Aires. 23 de marzo de 1976. “Declaraciones de una guerrillera detenida”.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 167

Por su parte, en La Gaceta de Tucumán, se informa que la detenida “aseguró que siempre recibió un buen trato desde su detención y que no fue presionada para que ofreciera la conferencia de prensa”68, declaración que se constituye en un elemento recurrente en este tipo de montajes y que intenta dar verosimilitud a una escena que pretende ser creíble. El documental Cuentas del alma. Confesiones de una guerrillera69 repasa la historia de la joven, a quien le permite narrar el suceso de la conferencia en sus propios términos. De acuerdo al testimonio que ofrece este registro, Miryam Prilleltensky se encontraba herida al momento de ser apresada por el Ejército, captura que fue provocada por la delación de los campesinos a los que habían solicitado ayuda. En el testimonio es posible percibir el grado de desmoralización y agotamiento de la guerrillera antes de ser apresada, cuestión que ha sido señalada por autores como Pilar Calveiro70, quien afirma que los militantes de izquierda eran capturados exhaustos y ya derrotados. Asimismo, la militante recuerda las dudas que tenía antes de ingresar al ERP y de partir a la guerrilla tucumana. Afirma Prilleltensky: “(…) yo no estaba segura de que era lo que quería hacer [ir a la guerrilla], quería quedarme embarazada porque si quedaba embarazada no nos mandaban y (...) no me quedé embarazada y nos mandaron (…) Tomamos el tren, nos mandaron a Tucumán (...) yo me acuerdo el miedo, la sensación de miedo que yo tenía en todo ese viaje, ese terror me acompañó todo el tiempo”71. La testimoniante agrega que, cuando fue apresada, los militares revisaron sus documentos y se dieron cuenta de que era judía, cuestión que los enfureció. En efecto, la represión en la Argentina tuvo una variable antisemita, de modo tal que los militantes judíos recibieron un castigo extra por esa condición72. A eso se sumó su identidad de género, la que también fue considerada como un agravante. “El general o no sé quién me agarró estaba enfurecido porque era

68 69

70 71 72

La Gaceta. Tucumán. 23 de marzo de 1976. “Revelaciones de una Guerrillera, Tucumán”. Bomheker, Mario, Cuentas del alma. Confesiones de una guerrillera. Argentina, 2012. Documental. Calveiro, Poder y desaparición, p. 34. Bomheker, Cuentas del Alma. CONADEP, Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos Aires, Eudeba, 2003, p. 69.


168 / H i s t o r i a 3 9 6

yo era judía, era mujer y judía y eso para él, parece que (...) era una persona de pelo blanco y se puso colorado [de rabia]”73. Una vez apresada, Prilleltensky fue enviada a la Escuelita de Famaillá, centro clandestino de detención ubicado en Tucumán y que funcionó en el marco del Operativo Independencia hasta 197774.Acusada de traición por sus ex compañeros, la ex combatiente logró abandonar la Argentina y encontró residencia definitiva en Israel. Por último, es preciso mencionar el caso de Jesús Ranier, conocido como Oso Ranier, quien actuó como infiltrado en el ERP y a quien se le atribuye el fracaso de diversas operaciones militares. Tal como señala Luis Mattini75, luego del desastre de Monte Chingolo, Benito Urteaga estuvo a cargo de una investigación interna para identificar una posible infiltración. Sus pesquisas lo llevaron a Ranier, un combatiente del ERP que había participado directa o indirectamente en varias operaciones y acciones fallidas. Una vez identificado como agente infiltrado, fue detenido por la organización y se lo sometió a un exhaustivo interrogatorio que tuvo como resultado la confesión del acusado. Gustavo Plis Steremberg, autor de Monte Chingolo: La Mayor Batalla de la Guerrilla Argentina76, entrega importantes antecedentes sobre este caso: en primer lugar, señala que Ranier militaba en las Fuerzas Armadas Peronistas 17 de Octubre, una fracción de las FAP que dirigía Envar El Kadri. Siendo integrante de ese grupo, fue capturado por la Policía de Buenos Aires y en ese contexto, se “quiebra” y comienza a operar como infiltrado “poniendo como garantía de fidelidad la vida de los miembros de su familia”77. A fines de 1974 las FAP-17 se dividen y el grupo en que estaba Ranier se incorporó al ERP y, a partir de entonces, comenzó a trabajar para la Inteligencia del Ejército (Batallón 601). De acuerdo a Plis Steremberg: “Ranier, con su propia camioneta, actuaba como chofer en la Logística del ERP. Consiguió contactos con armas para vender, cubrió citas y trasladó personas y materiales, armas, municiones, secuestrados y así acumuló poco a poco pequeñas piezas

73 74

75 76

77

Bomheker, Cuentas del Alma. Señala el Informe de la CONADEP: “Fue una escuela rural desocupada, estaba cercada por alambre tejido; entrando en ella a la izquierda había un aula y dos oficinas administrativas. Un poco más adelante, a la derecha, estaban los baños y a la izquierda ocho aulas. Frente a las últimas se encontraba una habitación que se utilizaba como sala de torturas”. CONADEP, Nunca Más, p. 99. Mattini, Hombres y mujeres del PRT-ERP, p. 73. Plis Steremberg, Gustavo, Monte Chingolo: La Mayor Batalla de la Guerrilla Argentina. Buenos Aires, Planeta, 2003, p. 389. Ibíd., p. 89.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 169

de información que el Batallón 601 de Inteligencia fue descifrando con gran cuidado”78. Una vez que fue capturado, Ranier fue presionado para confesar. Esas presiones, de acuerdo al testimonio de Daniel De Santis, fueron morales y psicológicas, pues el propio Santucho había enviado instrucciones respecto a que los “detenidos” debían ser tratados dignamente y que en ningún caso había que torturarlos. Finalmente, Ranier confesó en un interrogatorio que se extendió por 4 días. Esa confesión fue publicada en El Combatiente del 21 de enero de 1976, en un apartado titulado “Ajusticiamiento de un traidor”. En ella se señala: “Yo, Rafael de Jesús Ranier de 29 años (…) declaro ante la Justicia Popular representada por el PRT y por el ERP ser miembro del SIE79 infiltrado en el ERP con el objeto de destruir su organización. Ser responsable de la muerte y/o desaparición de más o menos 100 compañeros miembros del ERP, muchos militantes del PRT. Ser responsable de la ubicación por el SIE de gran cantidad de infraestructura y logística perteneciente al PRT y al ERP. Que por esta actividad criminal orientada contra los intereses de la clase obrera y el pueblo ganaba un sueldo de $1.200. 000 recibiendo en ocasiones especiales de acuerdo a la importancia de la información suministrada al SIE premios especiales compuestos de mayores montos de dinero (…). Que desarrollaba mi actividad criminal apoyándome en una red de colaboradores compuesta por mi mujer EVA LOPEZ, y dos hijos de ella, EDUARDO KUNIZ Y MIGUEL KUNIZ. Asimismo, hago constar que escribo esta declaración por propia voluntad y que no he recibido desde el momento de mi detención ni en ninguno de los interrogatorios malos tratos ni tortura. Por el contrario, el trato ha sido firme pero correcto”80. La nota de prensa establece que la noche del 13 de enero una escuadra del ERP cumplió la sentencia del Tribunal Partidario: condena a muerte por traición. Una vez ejecutado, el ERP comunicó que:

78 79 80

Ibíd., p. 90. Servicio de Inteligencia del Ejército. “Ajusticiamiento de un traidor”, El Combatiente N°200, (no indica ciudad), 21 de enero de 1976.


170 / H i s t o r i a 3 9 6

“Dura y dolorosa por sus consecuencias, por lo que nos ha costado, ha sido esta experiencia que el Partido tuvo que superar. Se ha erradicado el cáncer que nos corroía, lo que es un paso importante, pero solamente el primer paso. Con el espíritu que siempre ha caracterizado al Partido debemos ahora asimilar la experiencia, aprender de ella y de nuestros errores, para evitar que en el futuro se repitan estos hechos. El cumplimiento de la sentencia de muerte dictada por el tribunal Partidario, ha puesto punto final a los crímenes del traidor. La justicia revolucionaria ha actuado descargando todo el peso de su fuerza sobre quien se atrevió a realizar actividades contrarrevolucionarias dentro de la organización. La justicia revolucionaria ha vengado a las decenas de compañeros muertos y desaparecidos y es un ejemplo y una advertencia (...)”81. El caso Ranier permite advertir un nuevo sentido asociado a la noción de traición, en este caso: la infiltración82. Aunque en estricto rigor, un infiltrado no pertenece a la organización y, por lo tanto, no le debe lealtad pues es un elemento externo encubierto que ingresa a ella con el objeto de dañarla, el PRTERP homologa el infiltrado al traidor y no establece diferencias entre uno y otro. Para una organización armada como el PRT-ERP el delito de la traición es uno de los más graves; de hecho, es representada como un cáncer que es preciso erradicar. Tal como señala el ex dirigente Luis Mattini, el caso Ranier operó como una suerte de “chivo expiatorio” de los numerosos fracasos operativos de la organización y se pensó que resolviendo el problema de la infiltración se podría enfrentar exitosamente a las fuerzas represivas83. De acuerdo al mismo autor, el partido revolucionario hizo público cinco ejemplares de un documento llamado “Expediente del Oso”, con el objeto de aportar a la “verdad revolucionaria” y a otras organizaciones que pudiesen enfrentar experiencias similares84.

81 82

83 84

Ibíd., Los destacados son nuestros. De acuerdo a la historiadora Vera Carnovale, hubo otros dos casos de ejecución de infiltrados. Uno de ellos (cuyo nombre se mantiene en el anonimato) fue asesinado en Córdoba a fines de 1974, hecho registrado en el Boletín Interno partidario Nº 74 del 31 de enero de 1975. El segundo infiltrado, identificado como “Lásser” fue ejecutado en Tucumán a mediados de 1976. Carnovale, Vera, “En la mira perretista: las ejecuciones del ‘largo brazo de la justicia popular’.” Revista Lucha Armada en la Argentina. N° 8. 2007. Mattini, Hombres y mujeres del PRT-ERP, p. 346. De acuerdo a Mattini, ese documento se encuentra en los archivos de Cuba. PlisSteremberg, Monte Chingolo, p. 87.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 171

De acuerdo a lo señalado por Plis Steremberg, Jesús Ranier fue ejecutado con una inyección letal, y su cuerpo fue trasladado en la maletera de un vehículo hasta el barrio Flores, lugar en que fue abandonado. El cadáver portaba un cartel que decía: “Soy Jesús Ranier, traidor a la revolución y entregador de mis compañeros”85. A MODO DE CONCLUSIÓN

El análisis de la traición en las organizaciones de izquierda revolucionaria permite analizar diversos rasgos de la historia y la cultura política de estas estructuras. En tanto transgresión a los mandatos partidarios, permite observar justamente aquello que se vulnera y transgrede, esto es, los modelos y conductas que debían seguir sus miembros, sus referentes identitarios y valóricos, sus ideales y el universo de sentidos de la militancia. Al mismo tiempo que nos habla de la falta y del quebrantamiento de una obligación, visibiliza la regla vulnerada. A lo largo de este artículo nos hemos aproximado a la norma, a su transgresión y la puesta en práctica de esa “ley interna”. En el caso de las organizaciones acá analizadas los valores asociados al “Hombre nuevo” guevarista, esto es, la entrega total a la causa, el valor, el coraje y la audacia guiaron y modelaron las acciones cotidianas de los militantes. La vacilación, la cobardía, el temor por sí mismo, el individualismo, eran resabios de la moral burguesa que se debía combatir y eliminar. De ahí la enorme preocupación de ambas organizaciones por regular la vida y los cuerpos de sus miembros. De este modo, la traición está estrechamente vinculada a la historia política de las organizaciones pero también a la dimensión más cultural de la militancia; la pertenencia a estos grupos suponía compartir no solo un razonamiento político e ideológico, sino también un mundo afectivo poblado de emociones y pasiones, elementos que muchas veces operaron como el núcleo articulador de la experiencia militante. La organización política era el espacio de las ideas y los afectos, en donde confluía lo privado y lo público y en el que, siguiendo a Raymond Williams86, la vida militante era pensada, sentida y vivida de un modo particular. Por último, la historia de quienes fueron acusados y condenados por traición no ha sido suficientemente investigada. Por el momento, sabemos que la pala85

86

González, Horacio, Filosofía de la conspiración: marxistas, peronistas y carbonarios. Buenos Aires, Colihue, 2004, p. 353. Williams, Raymond, Marxismo y literatura. Buenos Aires, Editorial Las Cuarenta, 2009.


172 / H i s t o r i a 3 9 6

bra traición fue utilizada para acusar a disidentes y para castigar a quienes infringían las normativas internas de cada estructura organizativa. También que fue utilizada para castigar y ejecutar a enemigos que estaban incluso fuera de la organización. Y sabemos también, que para la enorme mayoría de los militantes era preferible la muerte al acto de traicionar, ya que en la escala valórica militante, el traidor ocupaba el lugar más bajo. Asimismo, la traición estaba asociada a acciones concretas bien identificadas (hablar bajo tortura, entregar datos al enemigo, entre otras) pero también a rasgos y conductas que no eran acordes a la moral revolucionaria. Tal como se lee en Evita Montonera: “El individualista (es) un traidor en potencia”87. Los trabajos de Vera Carnovale en relación al PRT-ERP y el de Laura Lenci respecto a Montoneros entregan importantes antecedentes acerca de la justicia revolucionaria, tanto de sus disposiciones normativas como de su aplicación práctica. Asimismo, el libro Traiciones88 de Ana Longoni, explora –a través del análisis de obras literarias- los vínculos entre la moral revolucionaria setentista y la continuidad de esa razón militante en la actualidad, lo que se traduce en la sospecha que recae sobre los sobrevivientes de los campos clandestinos de la Argentina. Ahora bien, desde la investigación histórica se hace necesario indagar con mayor profundidad en la experiencia de quienes fueron acusados de traición y condenados por ello. ¿Quiénes y cuántos militantes fueron sancionados? ¿Qué tipo de castigo se les aplicó? ¿Cómo procedió la justicia revolucionaria? Y ya, en el plano de las memorias sobre la violencia revolucionaria, ¿qué tipo de memorias circulan hoy sobre la experiencia de la traición? Este artículo espera contribuir a responder, al menos parcialmente, a algunas de esas preguntas. BIBLIOGRAFÍA Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, La voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina. Tomo 3: 1976-1978. Buenos Aires, Planeta, 2013. Baschetti, Roberto, Documentos 1970-1973. De la guerrilla peronista al gobierno popular. La Plata, De la campana, 1995. Baschetti, Roberto, Documentos de la Resistencia Peronista, 1955-1970. La Plata, De la campana, 1997.

87

88

Revista Evita Montonera (no indica ciudad) Año 2, Nº 12. Febrero-Marzo, 1976, p 25. Citado por Gillespie, Los Soldados de Perón, p. 350. Longoni, Ana, Traiciones. La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represión. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2007.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

/ 173

Baschetti, Roberto, Documentos 1973-1976. 2 vols. Vol. I: De Cámpora a la ruptura; Vol. II: De la ruptura al golpe. La Plata, De la campana, 1996, 1999. Baschetti, Roberto, Documentos 1976-1977, Volumen II “Resistir es vencer”. La Plata, Campana de Palo, 2011. Bartoletti, Julieta, Montoneros: De la movilización a la organización. Rosario, Laborde Editor, 2011. Bonasso, Miguel, Recuerdos de la muerte. Buenos Aires, Planeta, 2003. Calveiro, Pilar, Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina. Buenos Aires, Ediciones Colihue, 2004. Carnovale, Vera, “En la mira perretista: las ejecuciones del ‘largo brazo de la justicia popular’”. Revista Lucha Armada en la Argentina. N° 8. 2007. Carnovale, Vera, Los Combatientes. Historia del PRT.-ERP. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2009. CONADEP, Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos Aires, Eudeba, 2003. De Santis, Daniel, A vencer o morir. PRT-ERP Documentos. Tomo 2. Buenos Aires, Cátedra Ché Guevara, Eudeba, 2000. De Santis, Daniel, Entre tupas y perros. Buenos Aires, Ediciones ryr, 2005. Devés Valdés, Eduardo, El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Desde la CEPAL al neoliberalismo (1950-1990). Santiago, Biblos, 2003. Franco, Marina y Levin, Florencia (comps.), Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción. Buenos Aires, Paidós, 2007. Franco, Marina, Un enemigo para la Nación. Orden interno, violencia y ‘subversión’, 1973-1976. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012. Gasparini, Juan, Montoneros. Final de Cuentas. Buenos Aires, La Campana, 1988. Guevara, Ernesto, Obra Revolucionaria. México DF., Editorial Era, 1973. Gillespie, Richard, Soldados de Perón. Historia crítica sobre los Montoneros. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2011. Giussani, Pablo, Montoneros, la soberbia armada. Buenos Aires, Sudamericana-Planeta, 1984. González, Horacio, Filosofía de la conspiración: marxistas, peronistas y carbonarios. Buenos Aires, Colihue, 2004. Lanusse, Lucas, Montoneros. El mito de sus 12 fundadores. Buenos Aires, Ediciones Vergara, 2005 Lanusse, Lucas, Sembrando Vientos- Argentina: del primer peronismo a la masacre de Ezeiza. Buenos Aires, Ediciones B, 2009.


174 / H i s t o r i a 3 9 6 Lenci, Laura, “Justicia, política y violencia. Un análisis de los cuerpos normativos Montoneros 1972-1975”. Jornadas de partidos armados, 25 de abril de 2008. (http:// historiapolitica.com/datos/biblioteca/2j_lenci.pdf). Longoni, Ana, Traiciones. La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represión. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2007. Mattini, Luis, Hombres y mujeres del PRT-ERP. De Tucumán a La Tablada. La Plata, Ediciones Campana de Palo, 2007. Oberti, Alejandra, Género, política y violencia. Vida cotidiana y militancia en las décadas del sesenta y setenta. Tesis para optar por el título de Doctora de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Mimeo inédito, 2011. O´Donnell, María, Born. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2015. Ollier, Matilde, La creencia y la pasión. Privado, público y político en la izquierda revolucionaria. Buenos Aires, Ariel, 1998. Pastoriza, Lila, “La ‘traición’ de Roberto Quieto: Treinta años de silencio”. Lucha Armada. Nº 6. 2006. Perdía, Roberto, La otra historia. Testimonio de un jefe montonero. Buenos Aires, Editorial Grupo Agora, 1997. Perdía, Roberto, Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona. Buenos Aires, Planeta, 2013. Plis Steremberg, Gustavo, Monte Chingolo: La Mayor Batalla de la Guerrilla Argentina. Buenos Aires, Planeta, 2003. Pozzi, Pablo, “Por las sendas argentinas...”. El PRT-ERP. La guerrilla marxista. Buenos Aires, EUDEBA, 2003. Pozzi, Pablo y Pérez, Claudio (eds.), Historia oral e historia política. Santiago, Lom Ediciones, 2012 Salas, Ernesto, “El debate entre Walsh y la conducción Montonera”. Lucha Armada en la Argentina. N° 5. 2006. p. 4. Tortti, María Cristina, “La nueva historia en la historia reciente de Argentina”. Cuestiones de Sociología. Revista de Estudios Sociales. Nº 3. 2005. Vignollés, Alejandra, Doble Condena. La verdadera historia de Roberto Quieto. Secuestrado por los militares y acusado de traición por los montoneros. Buenos Aires, Sudamericana, 2011. Williams, Raymond, Marxismo y literatura. Buenos Aires, Editorial Las Cuarenta, 2009.


HISTORIAS DE TRAICIÓN EN LA ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A LA EXPERIENCIA DE MILITANTES DE MONTONEROS Y EL PRT-ERP / María Olga Ruiz – Paula Rubilar Rubilar

Prensa - Evita Montonera (Montoneros) - El Combatiente (PRT-ERP) - Estrella Roja (PRT-ERP) - La Nación, Buenos Aires. - La Gaceta, Tucumán.

Recibido el 14 de agosto de 2015 Aceptado 24 de marzo de 2016

/ 175



/ 177 HISTORIA 396 ISSN 0719-0719 Nº 1 - 2016 [177-207]

ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846)1 ANDRES DE SANTA CRUZ AND HIS CAPTIVITY IN CHILE (1844-1846)

Gonzalo Serrano del Pozo2 Universidad Adolfo Ibáñez, Chile. gserrano@uai.cl

Resumen Este artículo tiene como propósito analizar la estadía del general boliviano Andrés de Santa Cruz en Chile, luego de la derrota de su ejército confederado en los campos de Yungay. A partir de la revisión de la prensa, cartas, oficios y memorias de la época, la imagen tradicional de Santa Cruz como una amenaza a los intereses de Chile contrasta con los cuidados concedidos por el Presidente Bulnes durante su permanencia en este país. El estudio de la biografía de Santa Cruz y de la relación con sus pares, en esta etapa de su vida, permite aproximarnos a la construcción de los estados latinoamericanos desde una óptica distinta. La preocupación del Gobierno chileno por el boliviano explicaría la estrecha relación entre los líderes de esta época, nexos comerciales y la transición de una generación antes y después de la independencia. Palabras clave: Andrés de Santa Cruz, Confederación PerúBoliviana, Valparaíso y Chillán.

1

2

El presente trabajo forma parte del proyecto CONICYT/FONDECYT/ POSTDOCTORADO N° 3140431, “Chile contra la Confederación. La guerra en provincias”. Doctor en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.


178 / H i s t o r i a 3 9 6

Abstract This article aims to analyze the stay of the Bolivian General Andres de Santa Cruz in Chile, after the defeat of the Confederate Army in the fields of Yungay. From the review of the press, letters, and official documents of the time, the traditional image of Santa Cruz as a threat to the interests of Chile contrasts with the care granted by President Bulnes during his stay in this country. The study of the biography of Santa Cruz and the relationship with his peers, at this stage of his life, can approach the construction of the Latin American states from a different perspective. The concern of the Chilean government by the Bolivian explain the close relationship between the leaders of this period, trade links and the transition from one generation before and after independence. Keywords: Andres de Santa Cruz, Peru-Bolivia Confederation, Valparaíso and Chillan.

INTRODUCCIÓN

El 20 de enero de 1839, el Mariscal Andrés de Santa Cruz huía derrotado de Yungay, luego de la batalla que puso fin a la guerra de Chile contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839). La victoria del Ejército Restaurador, una fuerza compuesta mayoritariamente por chilenos y un grupo de peruanos, marcaba el fin de una era en la que el denominado protector boliviano había sido transformado por el gobierno y la prensa chilena, en el principal enemigo de la República y su proyecto político en una amenaza. Para los historiadores chilenos que han estudiado este enfrentamiento, la victoria marcó el inicio de una nueva era para el país que sería destacada por la historiografía política, militar e institucional3. Ramón Sotomayor Valdés4

3

4

“De gran nivel pero de horizonte aristocrático”. En: Gazmuri, Cristián, La Historiografía chilena (1842-1920).Tomo I. Chile, Aguilar Chilena de Ediciones S.A., 2006, p. 51. Sotomayor, Ramón, Campaña del Ejército chileno contra la confederación Perú-boliviana. Chile, Imprenta Cervantes, 1896 de Sotomayor, Ramón, Historia de Chile bajo el Gobierno del Jeneral Joaquín Prieto. Santiago, Imprenta Litografía Esmeralda, 1901-1903.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 179

y Gonzalo Bulnes5 se inscriben dentro de esta línea. Sotomayor abordó este periodo utilizando para su elaboración fuentes oficiales, lo que explica la comunión del autor con la visión que tenía el Gobierno respecto a la Confederación y al Mariscal Santa Cruz. Gonzalo Bulnes, por su parte, a partir de las cartas del general Manuel Bulnes, su padre, y prensa de la época, reforzó la visión clásica que, aunque intentaba ser rigurosa, resultaba condescendiente con la postura oficial. Algo similar es perceptible en trabajos posteriores6. Hay consenso de estos autores en justificar la guerra por considerar a la Confederación como una amenaza7, a Santa Cruz como un enemigo de Chile8 y la guerra como algo inevitable9. Como una excepción, Benjamín Vicuña Mackenna culpó al Ministro Portales como el gran causante de este enfrentamiento10, que lo tenía proyectado con anterioridad11 y que se trataba de un conflicto de raíz eminentemente económica12.

5

6

7

8 9

10

11

12

Bulnes, Gonzalo, Historia de la campaña de Perú de 1838. Santiago, Imprenta de Los Tiempos, 1878. Uribe, Luis, Las Operaciones Navales durante la Guerra entre Chile i la Confederación Perúboliviana 1836-37-38. Santiago, Imprenta Nacional, 1891; Silva, Ignacio, Sarjento Candelaria Perez, Recuerdos de la Campaña de 1838 contra la Confederación Perú-boliviana. Santiago, Imprenta Cervantes, 1904; Galdames, Fabio, Estudio Crítico de la Campaña de 1838-1839. Santiago, Talleres del Estado Mayor Jeneral, 1910; Carranza, Rafael, La Batalla de Yungay. Santiago, Imprenta Cultura, 1939. A estos trabajos habría que agregar dos artículos: Sotomayor, Ramón, “El Ministro Portales”. Revista Chilena. Tomo I. Santiago, Imprenta de la República, 1875, pp. 74-108; Bulnes, Gonzalo, “Causas de la guerra entre Chile i la Confederación Perú-boliviana”. Revista Chilena. Tomo IV. Santiago. Imprenta de la República. 1876. pp. 184 -223. Bulnes, Gonzalo, Historia de la campaña de Perú de 1838. Santiago, Imprenta de Los Tiempos, 1878. p. 2; Sotomayor, Ramón, Historia de Chile bajo el Gobierno del Jeneral Joaquín Prieto. Tomo IV. Santiago, Imprenta Litografía Esmeralda 1903. pp. 71-32. Esto también se puede encontrar en trabajos posteriores. Por ejemplo, en el artículo de Bernardo Márquez y Jorge Gamboa se señala sobre la Confederación: “Recordemos que ella buscaba lisamente imponerse por la entrega incondicional de los países amenazados a la persona del «Protector», sin pizca de elaboración política, jurídica o económica que anunciara ni de lejos una causa hispanoamericana”, Márquez, Bernardo y Gamboa, Jorge, “Andrés Bello en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana”. Revista Mapocho. Nº 12. 1965. p. 266. Encina, Francisco, Historia de Chile. Tomo XI. Santiago, Editorial Nascimento, 1969, p. 282. Barra, José Miguel, Reseña histórica de la campaña del Perú de 1838 a 1839. Santiago, Imprenta de la República, 1851, p. 4. Vicuña Mackenna, Benjamín, Diego Portales. Valparaíso, Imprenta y Librería El Mercurio, 1863. A continuación nosotros trabajaremos con la reedición: Universidad de Chile, Obras Completas de Vicuña Mackenna. Santiago, Universidad de Chile, 1937, p. 280. El argumento principal para esta afirmación es la carta en que Portales plantea a Garfías la posibilidad de irse “sobre los peruanos con un ejército”, si es que se mantiene la disputa comercial con ellos. Carta de don Diego Portales a don Antonio Garfias, Agosto 3 de 1832. Mackenna, Portales, pp. 303, 351 y 354. Diego Barros Arana es uno de los pocos que valida la idea de que la causa de ésta fue principalmente de carácter comercial. Barros Arana, Diego, Un decenio de historia de Chile. Tomo I. Santiago, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2003, p. 76. A raíz de esta idea, Vicuña Mackenna se entrampó en una polémica con Gonzalo Bulnes quien, poco


180 / H i s t o r i a 3 9 6

Otros historiadores, como Mario Góngora y Ricardo Krebs, por ejemplo, destacaron la victoria de Yungay por ser clave en la formación de la conciencia nacional. Góngora13 dice que gracias a ésta, y otros enfrentamientos, se fue constituyendo un sentimiento y una conciencia propiamente nacional14. En esta misma línea, Krebs asegura que esta guerra fue comprendida como medio para preservar y realizar la nacionalidad15. Sólo en el último cuarto del siglo XX, se retomó el camino trazado por Vicuña Mackenna y comenzaron a acentuarse las voces disidentes sobre la campaña, el rol Diego Portales16 y su supuesta popularidad17. Aquí destacan los trabajos de Sergio Villalobos18, Gabriel Salazar19 y Eduardo Cavieres20, quienes realizaron una crítica de la visión tradicional sobre este período y la forma como se había abordado la guerra. Investigaciones recientes se han centrado en cómo el conflicto fue utilizado como un medio de identificación nacional21. En este sentido, y como lo destaca Rafael Sagredo, resulta paradigmático que, luego del triunfo de Yungay, el gobierno haya considerado que el país estaba en condiciones de contar con una Historia Oficial y que para estas labores haya encargado su elaboración a Claudio Gay22.

13

14 15 16

17

18

19

20

21 22

antes de publicar su Historia de la Campaña negó que el origen del conflicto haya tenido un objeto mercantil. Bulnes, Gonzalo, “Sobre la primera expedición restauradora 1837. Causas de la Guerra, polémica con Vicuña Mackenna”. Texto mecanografiado e inédito. Santiago, 30 de diciembre de 1878. Góngora, Mario, Ensayo sobre la Noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Santiago, Editorial Universitaria, 2003, p. 63. Ibíd., p. 72. Krebs, Ricardo, Identidad chilena. Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2008, p. 104. Jorge Núñez publicó un artículo en el que cuestionaba la visión tradicional sobre el periodo 1830-1840, Núñez, Jorge, “Estado, Crisis de hegemonía y Guerra en Chile (1830-1841)”. Andes. N° 6. Santiago. 1987. pp. 137-189. Su trabajo buscaba salir de este “entrampamiento tradicional” presentando la guerra de unos pocos: “La guerra contra la Confederación fue una decisión tomada por el núcleo portaliano-ultraconservador”, Ibíd., p. 178. Una visión similar se plantea en el libro de Villalobos, Sergio, Portales, una falsificación histórica. Santiago, Editorial Universitaria (1989), 2005. Valdés, Magdalena, “Reclutamiento, Orden y Corrección Social. Colchagua ante la Guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana”, Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia (Profesora Guía Sol Serrano), Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2007. Villalobos, Sergio, Chile y Perú, la historia que nos une y nos separa. Santiago, Editorial Universitaria, 2004. Salazar, Gabriel, Construcción de Estado en Chile (1800-1837). Santiago, Editorial Sudamericana, 2005. Cavieres, Eduardo, Chile-Perú, La Historia y la Escuela. Chile, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2006. Ibíd., p. 26. Sagredo, Rafael, “De la Gloria Militar la Historia Nacional. El triunfo de Yungay y la Historia de Chile de Claudio Gay”. Donoso, Carlos, y Rosenblitt, Jaime (eds.). La Confederación Perú-


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 181

A partir de estas premisas, se ha comenzado a estudiar este conflicto desde nuevas perspectivas, utilizando para este fin fuentes diferentes a las oficiales. En este marco, se inscriben los estudios de Gabriel Cid23, Rafael Pedemonte24, Ana María Stuven25 y Magdalena Valdés26. Estos autores coinciden en romper la visión clásica de la comprensión de este conflicto como una lucha entre estados y se han acercado a ésta, justamente, para situar la guerra como parte de una etapa más dentro de la conformación de la República. Coincidente con estos principios, hay ciertos acontecimientos que resulta dificiles de entender a partir de la visión clásica, como sucede, por ejemplo, con la presencia de Santa Cruz en Chile, después de su derrota, y que ha sido escasamente estudiada. Los trabajos que existen en Chile sobre su estadía lo han hecho desde el punto de vista diplomático e inserto dentro de procesos más generales27. Las principales biografías del general, en tanto, han pintado un cuadro terrible de este pasaje de su vida. Alfonso Crespo lo califica como un severo destierro28 y Natalia Sobrevilla asegura que estuvo encarcelado en Chillán29. Estos autores parecieran desconocer que los mismos chilenos que se enfrentaron al Mariscal, fueron a su rescate ante las amenazas peruanas y bolivianas y lo condujeron a Chile por orden de su contraparte en el campo de batalla, el general Manuel Bulnes, Presidente de Chile desde 1841.

23

24

25

26 27

28

29

boliviana 1836-1839. Santiago. Editorial Andrés Bello y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. 2009. p. 39. Cid, Gabriel, “Guerra y conciencia nacional. La guerra contra la Confederación en el imaginario chileno, 1836–1888”. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2009; Cid, Gabriel, “Nacionalizando la <<segunda independencia>> chilena. Fiestas y discursos cívico-religiosos en torno a la Guerra contra la Confederación, 1836-1851”. Bicentenario. Vol. 7. N° 2. 2008. pp. 5-33 y Cid, Gabriel, La Guerra contra la Confederación, Imaginario nacionalista y memoria colectiva en el siglo XIX chileno. Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2011. Pedemonte, Rafael, Los acordes de la patria. Música y nación en el siglo XIX chileno. Chile, Editorial Globo, 2008. Stuven, Ana María, “La palabra en armas: patria y nación en la prensa de la guerra entre Chile y la Confederación Perú-boliviana, 1835-1839”. McEvoy, Carmen y Stuven, Ana María, La República peregrina: hombres de armas y letras en América del Sur, 1800-1884. Lima. IFEA/IEP. 2007. Valdés, “Reclutamiento, Orden y Corrección Social”. Barros Arana, Un decenio, pp. 382-386; Montaner, Ricardo, Negociaciones diplomáticas entre Chile i Perú. Santiago, Imprenta Cervantes, 1904; Mario, Barros, Historia Diplomática de Chile. Santiago, Editorial Ariel, 1970; Villalobos, Sergio, Chile y Perú., por nombrar sólo algunos. Crespo, Alfonso, Santa Cruz. El Cóndor Indio. La Paz, Librería y Editorial “Juventud”, 1979, p. 354. Sobrevilla, Natalia, The caudillo of the Andes. United States of America, Cambridge, 2011, p. 206.


182 / H i s t o r i a 3 9 6

¿Qué ocurrió en el plazo de cinco años? ¿Cómo se puede entender que quien figuraba como el máximo enemigo de la República, inculpado de apoyar la expedición del general Ramón Freire contra el Presidente Joaquín Prieto, haber sido sospechoso de ser el autor intelectual del asesinato del Ministro Diego Portales y acusado de querer someter a Chile como parte de su proyecto de restauración incaica haya sido acogido por este país? ¿Cuáles fueron las presiones o motivaciones para su resguardo? A partir de estas preguntas hemos elaborado como objetivos en este trabajo, estudiar la presencia de Santa Cruz en Chile, antes y después de la guerra, con el fin de comprender las razones que justificaban su estadía y la benevolencia hacia el enemigo. Y, entender, a partir de este hecho, cómo operaban los círculos militares y políticos en Latinoamérica a inicios del siglo XIX. La presencia de Andrés de Santa Cruz en Chile, tiempo después de haber sido derrotado en Yungay, y la preocupación del Gobierno son una muestra de la particular relación que existía entre una generación de mandatarios que había estado ligada por su pasado con la Corona, que habían luchado unidos por la Independencia y que mantuvo estrechos lazos, por ejemplo, a través de la masonería, durante el proceso de conformación de las repúblicas. El estudio biográfico del personaje en esta etapa de su vida resulta relevante, como señala Patrick Puigmal, no como un fin en sí mismo, sino como una manera distinta de abordar los problemas políticos, sociales y culturales. Respecto de lo cual profundiza: “Permite acercarse a aquellos temas basándose en los profundamente humano que representa cada uno de los personajes biografiados, en los sentimientos que explican los hechos, más que en los hechos por sí mismos”30. La estadía de Santa Cruz por Chile, además, deja en evidencias, a raíz de un par de juicios, la precariedad económica y política en que quedó luego de la guerra, su preocupación por este tema y los lazos comerciales del boliviano con casas extranjeras. ANTECEDENTES BIOGRÁFICOS DE ANDRÉS DE SANTA CRUZ

Andrés de Santa Cruz31 era hijo de un funcionario de la Corona y se formó, 30

31

Puigmal, Patrick, Diccionario de los militares napoleónicos durante la independencia de Argentina, Chile y Perú. Santiago, Centro de Investigaciones Barros Arana, 2013, p. 16. A las dos biografías ya mencionadas sobre el general, Crespo y Sobrevilla, sugerimos los trabajos de Carter, Lane, “Andrés Santa Cruz and the Peru-Bolivian Confederation”. The Hispanic American Historical Review. Vol. 16. N°1 (Feb., 1936), pp. 29-48; Navarro, Gustavo, “Ensayo


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 183

como la de la mayoría de los líderes políticos de esa época, como militar. Participó activamente en las guerras de Independencia, primero a favor del bando realista y, posteriormente, en el ejército criollo, bajo el mando de Simón Bolívar. Una vez consolidada la emancipación, regresó a La Paz a iniciar su carrera política, siendo designado como Prefecto de esta ciudad. En esas circunstancias se encontraba cuando, por solicitud de Bolívar, fue nombrado Presidente del Consejo Peruano de Gobierno. Su actuación en este país se justificaba por el interés del Libertador de remediar los problemas que habían surgido luego de la separación del Alto Perú de Perú y su transformación en Bolivia (1825). Santa Cruz coincidía en que la separación de ambos los perjudicaba, puesto que perdían la posibilidad de acceder al mar a través de Arica y debían conformarse con Cobija, un puerto incómodo y lejano. Ante la ausencia de Bolívar y la presencia de Santa Cruz a cargo del Gobierno en Perú, un grupo de liberales persuadió al General boliviano para convocar a un Congreso. Una vez que éste se constituyó, le dio la espalda y eligió por mayoría al general ecuatoriano José de La Mar como su Presidente, quedando aquél relegado como Embajador de Chile y Argentina. Santa Cruz asumió que esta misión tenía por objeto alejarlo de Perú32. Aunque el cargo implicaba su tránsito como diplomático en Chile, el destino final era Buenos Aires. Lo que se suponía iba a ser un breve paso por Chile, se transformó en una estadía prolongada que permitió a Santa Cruz hacerse una idea del país y establecer una serie de vínculos que explicarían sus actuaciones posteriores para evitar la guerra, una vez que éste formó la Confederación. Las primeras impresiones del boliviano fueron negativas y estuvieron influenciadas por el clima de inestabilidad política e ingobernabilidad, marcado por la redacción de una nueva constitución y por la diferencia que, a juicio, de él existía con Perú: “Entre tanto sus provincias, siguen cada una el sistema que le

32

sobre la Confederación Perú-Boliviana: <<El Crucismo>>”, Journal of Inter-American Studies. Vol. 10. N°1 (Jan., 1968), pp. 53-73; Parkerson, Phillip, Andrés de Santa Cruz y la Confederación Perú-boliviana 1835-1839. La Paz, Librería Editorial Juventud, 1984; Fernández, María Elisa, “El Mariscal Andrés Santa Cruz”. Historia. Nº 24. Santiago. 1989. pp. 215-252 y Fernández, María Elisa, “Más que una realidad, un imaginario nacional: Santa Cruz y la Confederación Perúboliviana”. Donoso y Rosenblitt, La Confederación Perú-boliviana 1836-1839, pp. 61-91. Carta de Andrés de Santa Cruz al Señor Gral. La Fuente. Lima. Marzo 4 de 1828. Biblioteca Nacional de Lima, Andrés de Santa Cruz Schuhkrafft. Archivo Histórico del Mariscal Andrés de Santa Cruz. Primer Tomo 1820-1828. La Paz. Universidad Mayor de San Andrés. 1976. p. 287.


184 / H i s t o r i a 3 9 6

acomoda haciendo alborotos y puebladas cuando les da la gana (…) La situación en Perú es indudablemente mejor que la de todos sus vecinos”33. Esta imagen negativa coincide con la visión de la historiografía conservadora sobre esta etapa como un periodo de anarquía. No obstante, la admiración del General Santa Cruz por Lima, se contrapone a la experiencia que tuvo Diego Portales, quien se quejó de la corrupción y desorganización administrativa de esa ciudad34. Las críticas de Santa Cruz, no obstante, se ven refrendadas por una serie de solicitudes realizadas por extranjeros que, estando en Chile, mostraban su interés por partir al norte, con la ayuda del Estado peruano35 y que fueron evaluadas positivamente por el Mariscal36. De acuerdo a su correspondencia, la persona autorizada por Santa Cruz para realizar los contratos y encargarse de los traslados, máquinas y demás útiles al Callao era Dionisio Nordenflycht, hermano de Constanza, pareja de Portales 37. La frustración que provocó permanecer en Chile producto del cierre del paso por la cordillera fue cambiando. Después de un tiempo, Santa Cruz reconoció sentirse cada vez más cómodo: “El país es agradable y con buenas proporciones para un forastero”. Aunque mantenía su crítica por la falta de gobernabilidad que provocaba no tener una Constitución definida38. Junto con esto, aunque menciona a los “estanqueros” como un grupo político de oposición al 33

34

35

36

37

38

Carta de Andrés de Santa Cruz a Excmo. Sr. D. José de La Mar. Santiago de Chile. 12 de Abril de 1828. Biblioteca Universitaria de La Paz, del Libro Copiador. Abril 1828 – Julio 1829. Santa Cruz Schuhkrafft, Archivo Histórico del Mariscal. p. 292. Carta de Diego Portales a José M. Cea. Lima. 30 de marzo de 1822. Fariña, Carmen (ed.). Epistolario de Diego Portales. Tomo I. Nº 14. Santiago. Ediciones Universidad Diego Portales. 2007. p. 12. Carta de Andrés de Santa Cruz al señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República del Perú. Santiago. Mayo 17 de 1828. Archivo Mariscal Santa Cruz. Libro copiador 1828-1832. Santa Cruz Schuhkrafft. Archivo Histórico del Mariscal. pp. 306 y 307. Carta de Andrés de Santa Cruz al señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República del Perú. Santiago. Abril 28 de 1828. Archivo Mariscal Santa Cruz. Libro copiador 1828-1832. Santa Cruz Schuhkrafft. Archivo Histórico del Mariscal. p. 300. Autorización de Andrés de Santa Cruz al Sr. Dionisio Nordenflycht. Santiago. 18 de agosto de 1828. Santa Cruz Schuhkrafft. Archivo Histórico del Mariscal. pp. 338 - 340. La relevancia de esta designación reside en que Dionisio era hermano de Constanza, pareja de Diego Portales y con quien ya tenía, para ese entonces, dos hijos. Ante esta cercanía uno puede suponer que ambos personajes hayan coincidido en una reunión social de la época. Los lazos se estrechan cuando uno revisa los vínculos comerciales de Portales y Santa Cruz con Josué Waddington, sobre estos negocios véase, Serrano, Gonzalo, 1836-189. Portales y Santa Cruz. Valparaíso y la Guerra contra la Confederación. Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2013, pp. 83-88. Carta de Andrés de Santa Cruz al Señor General Gamarra, Santiago de Chile. 1 de junio de 1828. Libro copiador. abril 1828 – julio 1829. Santa Cruz Schuhkrafft. Archivo Histórico del Mariscal. pp. 310 y 311.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 185

gobierno, reconoce entre sus principales jefes a Blanco y Benavente, sin hacer mención alguna a Portales39. Asimismo, el general llamaba la atención sobre la gran cantidad de alzamientos militares, justificados, a su juicio, por un mal sistema de hacienda militar que: “enriquece a los Jefes a costa de los soldados, condenados a vivir en miseria, y la impunidad autorizada”40. A fines de 1829, Santa Cruz fue convocado para hacerse cargo de la presidencia en Bolivia. Se marchó, según él, con la frustración de no haber concluido un tratado comercial que trató de impulsar, pero con un sentimiento de gratitud hacia el país que lo había hospedado y que esperaba recompensar en el futuro. En sus últimas observaciones sobre Chile decía: “No encuentro expresiones bastantes para demostraros cuán sensible soy a las continuadas bondades que hoy he debido, y a las atenciones que generosamente me han dispensado todas las clases de esta capital, feliz yo si he podido merecerlas, y más feliz todavía si, en el curso de mi vida, y en los destinos a los que pueda ser llamado encuentro cómo probaros mi respetuosa gratitud y la más decidida afección hacia el ilustre Pueblo chileno”41. Más allá de cuáles hayan sido los verdaderos sentimientos del General, Santa Cruz estaba consciente de que tarde o temprano tendría que volver a Chile o, bien, contar con su apoyo para sus proyectos políticos, de ahí que en la comunicación oficial no haya escatimado elogios para esta República y los círculos que frecuentó en la capital. El 24 de diciembre Andrés de Santa Cruz se fue del puerto de Valparaíso, a bordo del bergantín Aquiles, rumbo al norte, siendo su destino final La Paz. Un mes antes de que asumiera la presidencia, el General participó en la fundación de la Logia Masónica Independencia del Perú al Oriente del Titicaca, de 39

40

41

Carta de Andrés de Santa Cruz al señor don Miguel Zañartu. Santiago. 5 de junio de 1828. Libro copiador. abril 1828 – julio 1829. Santa Cruz Schuhkrafft. Archivo Histórico del Mariscal. pp. 312 y 313. Carta de Andrés de Santa Cruz a S.E. el Presidente de la República Peruana, Don José de La Mar. Santiago de Chile. 19 de agosto de 1828. Del libro copiador. Abril 1828 – Julio 1829. Santa Cruz Schuhkrafft. Archivo Histórico del Mariscal. pp. 343 y 344. Carta de Andrés de Santa Cruz al señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile. Santiago. 24 de noviembre de 1828. Libro Copiador 1828-1832. Santa Cruz Schuhkrafft. Archivo Histórico del Mariscal. pp. 372 y 373.


186 / H i s t o r i a 3 9 6

la cual fue Gran Maestre Fundador42, bajo el nombre de Arístides43. Su interés por fundar una logia, al poco tiempo de estar en Chile, se explicaría, a nuestro juicio, por los contactos que pudo haber tenido en este país con miembros importantes de esta organización, por ejemplo, el Almirante Manuel Blanco Encalada, miembro de la Logia Filantropía Chilena44. De esta primera visita, destacamos como cambió la percepción de respecto a Chile. Lo mismo ocurre con su percepción del clima político. Pero, aún más relevante, los contactos que generó en Valparaíso y Santiago debieron haber favorecido la confianza de que un proyecto como el de la unión de Bolivia y Perú en un solo Estado, no iba a ofrecer resistencia en Chile. Lo que en cierta forma pudo haber logrado, de no haber sido por la férrea oposición del Ministro Diego Portales. AUGE Y CAÍDA DEL “CÓNDOR INDIO” (1829-1844)

Tuvieron que pasar quince años antes de que Andrés de Santa Cruz volviera a Chile. Luego de su regreso a Bolivia en 1829, ordenó al país en distintas áreas, por ejemplo, en el ámbito militar45. Gracias al desarrollo alcanzado, en un corto periodo, aprovechó las disputas internas para tomar el control de Perú, a través del proyecto de una Confederación. La unión de Perú y Bolivia era, en opinión de Portales, una amenaza para los intereses de Chile y por esto debía desaparecer “para siempre jamás del escenario de América”46. Sin embargo, la misión no fue tan sencilla. Es más, el propio Ministro perdió la vida a manos de un grupo de revolucionarios que se opusieron a marchar rumbo al norte. Incluso, la primera expedición que se formó para su desarticulación culminó en un completo fracaso, y de no haber sido porque Santa Cruz prefirió la diplomacia al combate, las fuerzas chilenas, al mando del Almirante Blanco Encala-

42

43 44

45 46

Más información sobre su participación en esta agrupación se encuentran disponibles en el artículo de Elisa Fernández. La autora cita estos datos del folleto: Unos Bolivianos, “Los cinco primeros capítulos del manifiesto de Santa Cruz”. 24 de octubre de 1840. En: Fernández, María Elisa, “El Mariscal Andrés Santa Cruz”. Historia. Nº 24. Santiago. 1989. Villalobos, Chile y Perú, p. 23. García, René, El origen aparente de la Francmasonería en Chile y la respetable Logia Simbólica “Filantropía Chilena”. Santiago, Imprenta Universitaria, 1949, p. 10. También sobre este tema puede revisarse la obra de Eyzaguirre, Jaime, La Logia Lautarina. Buenos Aires, Editorial Francisco de Aguirre, 1973, p. 15. Cajías, Fernando, La Provincia de Atacama 1825-1842. La Paz, Editora Universo, 1975. Carta de Diego Portales a Manuel Blanco Encalada. Santiago. 10 de septiembre de 1836. N° 560. Fariña, Carmen (ed.). Epistolario de Diego Portales. Tomo I. Nº 14. Santiago. Ediciones Universidad Diego Portales. 2007. pp. 642-644.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 187

da, pudieron haber sido aniquiladas en los campos de Paucarpata. El rechazo a la guerra, por parte de ambos, forma parte de este espíritu en transición de la Colonia a la República, entre dos líderes que hasta hace poco habían luchado unidos por una misma causa. La propuesta de Blanco Encalada para evitar el enfrentamiento y solucionar las diferencias a través de un combate romántico47, sólo se comprende si tomamos en cuenta los estrechos lazos entre quienes habían sido compañeros de armas durante la Independencia. Sin embargo, los problemas internos en Bolivia y Perú generados por esta unión, los fuertes sentimientos regionalistas que se oponían a ella, sumado a la declaración de guerra por parte de Argentina y una nueva expedición chilena dirigida esta vez por el General Manuel Bulnes, terminaron por acabar con el sueño confederado. Vale la pena rescatar de este enfrentamiento que, aunque repetidas veces se ha asegurado que Santa Cruz tenía interés por absorber a Chile en su afán de restaurar el imperio incaico, no hay fuentes que respalden esta teoría. Por lo demás, hubo una serie de intentos fallidos de parte del Mariscal por evitar el enfrentamiento, más por una cuestión de carácter práctico que por un sentimiento antibelicista. El General ya tenía suficientes problemas en la organización de Perú y conflictos con Buenos Aires como para preocuparse de otro frente. No obstante, el empecinamiento de Portales por llevar a cabo el término de la Confederación y la campaña del peruano Felipe Pardo en contra de Santa Cruz a través de la prensa48, hicieron estéril cualquier esfuerzo de paz. Después del fracaso de su ejército en Yungay, el General se dirigió a Lima, y posteriormente a Arequipa, con la esperanza de recomponer su ejército y contraatacar. No obstante, aquí se enteró de que no sólo había sido traicionado en el campo de batalla, sino además que en su natal Bolivia, José Miguel Velasco se había hecho del poder y que incluso había felicitado a Bulnes por su victoria. A raíz de estas noticias, huyó al puerto de Islay, donde encontró asilo por medio de la gestión del vice-cónsul inglés Thomas Crompton, gracias a quien pudo embarcarse en la fragata Samarang que lo condujo a Guayaquil49. 47

48

49

La propuesta, despreciada por historiadores posteriores como Sotomayor Valdés, consistía en el enfrentamiento en los llanos de Socabaya de 600 infantes y 200 caballeros por cada uno de los bandos. Sotomayor. Historia de Chile. Tomo III. pp. 146 y 147. Sobre la participación peruana en contra de Santa Cruz recomendamos Villanueva, Elena, “La lucha por el poder entre los emigrados peruanos”. Boletín del Instituto Riva-Agüero. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima. N° 6. 1963-1965. pp. 7 - 89 y Serrano, Gonzalo, “Emigrados peruanos en Valparaíso durante la guerra de Chile contra la Confederación Perú-Boliviana”. Revista Histórica (Instituto Histórico del Perú). Lima. Tomo XLV. 2011-2012. pp. 141-162. Para estudiar la acción de Crompton recomendamos el artículo de Wu, Celia, “La Mariscala, el Protector y Gran Bretaña”. Boletín del Instituto Riva-Agüero. Nº 16. 1989. pp. 149-171.


188 / H i s t o r i a 3 9 6

Desde ahí, intentó reivindicar su figura50 y comenzó a urdir un plan para retomar el poder. Cuando Santa Cruz quiso regresar a Bolivia, el Presidente Bulnes, informado de esta situación a través de sus represantes, Ventura Lavalle en Perú y Fernando Márquez de la Plata en Ecuador, advirtió a sus pares de su arribo a las costas peruanas51. Bajo la alerta de las autoridades, el General desembarcó en Camarones y viajó disfrazado junto al comerciante argentino José Manuel Castellanos. El 2 de noviembre fue detenido en Tacna, sin oponer resistencia, luego trasladado a Moquegua. La gran preocupación del Mariscal era Ballivián. Los rumores indicaban que una patrulla boliviana estaba en su búsqueda y que el General estaba dispuesto a cruzar la frontera con el fin de que fuera su prisionero. Ante estas informaciones, que obviamente hacían peligrar la vida de Santa Cruz, el Gobierno chileno solicitó su custodia. El interés se justificaba, a nuestro juicio, por dos razones. La primera diplomática y la segunda personal. A nivel de Gobierno, se pensaba que su presencia era un factor de inestabilidad entre Ecuador, Perú y Bolivia, por lo que su custodia permitía evitar acciones que pusieron en riesgo su vida. En esta misma línea, proteger al general boliviano permitía aumentar el prestigio internacional obtenido después de Yungay y ganar aceptación ante los ojos del mundo, cuando estaba en juego el reconocimiento, por ejemplo, del Vaticano. Asimismo, no se puede desmerecer la presión de Gran Bretaña y de Francia, interesadas en su protección. Sin embargo, también había un tema personal que involucraba al Presidente Manuel Bulnes. Santa Cruz había sido su enemigo en Yungay, pero también su par como prócer de la Independencia, general de ejército y presidente de Bolivia. Por esto, un trato vejatorio hacia su persona era improcedente para Bulnes, lo que se verá ratificado más adelante en las comodidades dispensadas durante su estadía en Chile. No hay que olvidar que ambos formaban parte,

50

51

Durante su estadía en Guayaquil el mariscal publicó el siguiente manifiesto: El Jeneral Santa Cruz esplica su conducta pública y los móviles de su política en la presidencia de Bolivia y el protectorado Confederación Perú-boliviana. Guayaquil, Imprenta Manuel Ignacio Jurillo, 1841. Esta obra fue refutada dos años después a través de: Refutación que hacen mil restauradores al manifiesto publicado por Andrés Santa Cruz. Quito, Imprenta Beeche y Compañía, 24 de mayo de 1843. Barros Arana, Diego, Un decenio de historia de Chile. Tomo I. Santiago, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2003, p. 380.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 189

como apunta Simon Collier, de una generación de políticos que estaba todavía cercana al periodo colonial52. Sobre la importancia de la intervención chilena, señalan los opositores, contemporáneos al Mariscal: “Preciso es convenir, que la escuadra de Chile fue para Santa Cruz la tabla del naufragio, y su confinación a Chillán, el medio más seguro de la senda de peligros a que lo había arrojado un rasgo de audacia, muy raro en su vida, y que vino a sorprender a los que conocían su extrema prudencia”53. Andrés de Santa Cruz, uno de los personajes más poderosos del cono sur, terminaba de esta forma recluído en una ciudad apartada, al sur de Chile, lejos de las zonas de influencia y sin amistades, sus más cercanos habían patido a México y Europa, tal como se lo manifestó el Ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador a su par de Chile54. LA SEGUNDA VISITA, UN “REYEZUELO DESTRONADO”55 (1844-1846)

Tal como reseñábamos al comienzo, la segunda visita de Santa Cruz a Chile se realizó en un contexto completamente distinto. Habían pasado casi veinte años desde su primer viaje y entre medio se habían desencadenado una serie de hechos que cambiaron la historia de Bolivia, Perú y Chile y, por supuesto, la vida del ex Protector de la Confederación.

a) La intervención de Chile en su captura La primera gestión para resguardar la seguridad del ex mandatario fue el envío de una pequeña división al mando del capitán Pedro Díaz Valdés, compuesta por la fragata Chile y la goleta Janequeo. Además se encomendó a Ignacio Rey y Riesco, comerciante chileno en Arica, que mediara con la Junta Gubernativa para la entrega del Mariscal.

52

53 54

55

Collier, Simon, Chile. La Construcción de una República 1830-1865. Política e Ideas. Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2008, p. 28. Unos Restauradores, Santa Cruz en Chillán. Sucre, Imp. de Beeche y Cía., 1845, p. 2. Carta del Ministro de Relaciones Exteriores al Ministro de Relaciones Exteriores de Chile. 6 de diciembre de 1839. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. Vol. 16-A. Este fue el término que ocupó el polaco Ignacio Domeyko para describir a Andrés de Santa Cruz cuando se encontró con él en la ciudad de Chillán en el año 1845. Domeyko, Ignacio, Mis viajes. Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile, 1978, p. 770.


190 / H i s t o r i a 3 9 6

A pesar de que los intereses de Perú y Bolivia eran mandar a Santa Cruz a un país lejano con su consentimiento y compromiso de que no volviera, no estaban dispuestos a aceptar las condiciones del General, lo que facilitó el ofrecimiento del Gobierno chileno para llegar a un acuerdo. Básicamente, la demanda para aceptar irse a Europa era la restitución completa de sus bienes particulares. Respecto a este periodo de cautiverio en manos peruanas, apunta Barros Arana, fueron dos meses y medio de ansiedades y zozobras desde que salió de Guayaquil (16 de agosto) y, durante ese lapso, había pasado otros tres de angustias y de humillaciones en las cárceles de Tacna y Moquegua, transportado de un lugar a otro sin miramientos, y en medio de personas que no le disimulaban su mala voluntad. Santa Cruz, concluye este autor, no tardó en saber que, gracias al Gobierno chileno, había cambiado muy ventajosamente de suerte56. El 1 de febrero de 1844, Santa Cruz fue traspasado al Comandante Díaz Valdés en puerto de Sama57. A bordo de la fragata, su Comandante se preocupó de dispensar todo lo necesario para que estuviese cómodo e incluso cedió su cámara. Referente a su conducta, Díaz Valdés reconoció en el ex mandatario un verdadero deseo de ir a Chile y dar pruebas convincentes de no haber sido jamás enemigo de este país58, lo que, en cierta forma, coincidía con los testimonios de su primera visita. El Presidente Bulnes designó al Coronel Benjamín Viel59 para que acompañara, protegiera y custodiara a Santa Cruz durante su estadía en el país60. Su designación era una muestra de confianza61 y un intento del general por redimir al

56 57

58

59

60

61

Ibíd., p. 384. No estaba del todo claro en qué condición recibía Chile a Santa Cruz. A raíz de esto, hubo una serie de disputas de carácter diplomático que escapan al tema del artículo, pero que pueden ser revisadas en el libro de Barros Arana, Un decenio, pp. 382-386. Comunicación de Díaz Valdés. 14 de febrero de 1844. Montaner, Negociaciones diplomáticas entre Chile i Perú. Santiago, Imprenta Cervantes, 1904, p. 243. Patrick Puigmal en su trabajo sobre los militares napoleónicos que lucharon durante la independencia destaca a Benjamín Viel. Puigmal, Diccionario de los militares napoleónicos, pp. 260-262. Carta de Ramón Luis Irarrázaval al coronel Benjamín Viel. Santiago. 23 de marzo de 1844. Copiador de la Correspondencia dirijida por el Ministerio de Relaciones Exteriores a las oficinas y autoridades del Interior. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852, pp. 16 y 17. La acción de Bulnes era coherente con su actuar respecto a los veteranos de Lircay, una vez concluida la guerra. Gonzalo Bulnes relata que el Presidente Prieto pidió al general Bulnes que solicitase algo para manifestar su agradecimiento por el triunfo de Yungay: “Bulnes se contentó con pedir la reincorporación de oficiales dados de baja por la revolución de 1830 y en efecto, a los pocos días, expidió un decreto dando de alta en el ejército a los generales don Francisco Antonio Pinto y don Francisco de la Lastra. Faltaba aun el ilustre general O’Higgins que perma-


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 191

coronel, después de la negativa de Portales cuando aquél solicitó regresar a Chile62. A estos antecedentes se sumaba que Bulnes consideraba que el francés, antiguo oficial del ejército napoleónico, por su buena educación, simpatía, genio vivo y animado y rasgos caballerescos, hacían de él, el compañero ideal para Santa Cruz63. El Gobierno dispuso que el Mariscal se radicara en Chillán, ciudad alejada de la costa, para así evitar intercambios epistolares encaminados a recuperar el poder en Bolivia. En la orden dirigida a Viel se explicitó que durante su traslado y su residencia se mantuviese con la debida seguridad, pero gozando al mismo tiempo de toda libertad y comodidad compatibles con su situación64.

b) Su vida en Chillán El Gobierno ordenó a Benjamín Viel que hiciera un presupuesto de lo que creía podía costar su estadía, se le asignó un ayudante de cuentas para estos efectos y autorizó para que pudiera gastar libremente con el fin de proveer todo lo necesario para mantener al Mariscal. Según Gonzalo Bulnes, se trataba de una excepción, transformándose en el único empleado que en Chile tenía esta facultad65. No obstante, los oficios posteriores dejan en evidencia que los traspasos de dinero no siempre se hicieron con la celeridad esperada66 y muchas veces el Coronel tuvo que hacerse cargo de los gastos67. Una de las primeras instrucciones para Viel fue que contrara a la servidumbre que debía atender al General. Además, se instruyó al Intendente de Valparaíso

62

63 64

65

66

67

necía en el Perú desde 1823, saboreando el pan de la ingratitud y del destierro. Bulnes solicitó que se le devolviesen sus títulos y honores antiguos”. Bulnes, Historia de la campaña, p. 415. En lo referido a la situación específica de Viel, hay que recordar que como Ministro, Portales negó la autorización para desembarcar en Chile y retirarse al campo al lado de su familia, decisión que fue revocada por Prieto quien autorizó su desembarco tres días después. Barros Arana, Un decenio, p. 387. Carta de Ramón Luis Irarrázaval al coronel Benjamín Viel. Santiago. 23 de marzo de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 16 y 17. Bulnes, Gonzalo, “El Ferrocarril”. Santiago. 11 de diciembre de 1904. Barros Arana, Diego, Un decenio de historia de Chile.Tomo I. Santiago. Instituto de Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile. 2003. p. 388. Cartas del Ministro de RR.EE. al Coronel Benjamín Viel. 11 y 20 de junio de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 32 y 33. Carta del Ministro de RR.EE. al Coronel Benjamín Viel. 1 de julio de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 34 y 35.


192 / H i s t o r i a 3 9 6

para que procediera a la compra de menajes68, explicitando que éstos debían ser de buena calidad69 y solicitó que alquilara la mejor casa de Chillán70. Respecto a su vida cotidiana, las memorias de Ignacio Domeyko completan el cuadro de cómo fue la estadía de Andrés de Santa Cruz en esa ciudad y la particular relación que tenía con su custodio. Lo primero que destacó el científico fue la cortesía británica y sin miramientos con que era tratado el Mariscal, que la casa era cómoda, que tenía un cocinero francés y que había abundancia de vinos, ganado y frutas. Según su relato: “La mesa de Santa Cruz preparada por un cocinero francés, llevado de Valparaíso, costaba quinientos pesos mensuales, en una época que una suma igual habría bastado para la subsistencia decente y abundante, durante un año entero, de una familia larga y acaudalada de aquellas provincias. En esa mesa se servían los mejores vinos extranjeros, y el champagne en abundancia. Santa Cruz era aficionado a la caza; y para la satisfacción de este gusto se le tenían caballos, escopetas y sirvientes. Había hecho traer de Guayaquil un hijo de unos quince años de edad y para el entretenimiento de éste, se le procuraban toda clase de objetos de juego, sin tomar en cuenta los gastos que ellos ocasionaban”71. Sin embargo, respecto a la relación entre Santa Cruz y Viel, aseguró que ambos peleaban sin cesar, que siempre se sentaban en los extremos de la mesa sin dirigirse la palabra y que incluso en las disputas más vivas no se hablaban directamente, sino por intermedio de un interlocutor. Durante tres días, recuerda Domeyko, tuvo que ser testigo de lo que calificó como una triste comedia:

68

69

70

71

En el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores se conserva la lista completas de todos los objetos que fueron adquiridos para satisfacer los gustos de Santa Cruz y que fueron trasladados desde Valparaíso hasta Chillán. Ésta incluye desde los catres de bronce hasta las cajas de vino de Burdeos. Carta del Ministro de RR.EE., R.L. Irarrázaval al Intendente de Valparaíso. 23 de marzo de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 18 y 19. Carta del Ministro de RR.EE., R.L. Irarrázaval al Intendente de Valparaíso. 23 de marzo de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 17-19. Carta del Ministro de RR.EE. al Intendente de Concepción. 23 de marzo de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 19. La Unión. Valparaíso. 20 de enero de 1929.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 193

“Hallé aquí –Chillán– a dos personas, a Santa Cruz y Vial. Muy desafortunados; uno de ellos, en efecto, compartía el destino con Napoleón, en tanto que al otro le tocó el papel aún más ingrato de Hudson Lowe (…) Santa Cruz lo sabía y le gustaba aludir a Napoleón, lo que hacía hervir la sangre al francés, caballero de la Cruz de la Legión de Honor, recibida de manos de Napoleón en la batalla de Borodino”72. Finalizada su visita, el General solicitó a Domeyko que expresara al Presidente Bulnes su agradecimiento por las consideraciones con él, y que no pensaba en otra cosa que irse de América rumbo a Francia o Inglaterra, junto a su familia73. Mientras Santa Cruz estaba recluído en el sur, enfermó74, producto de una grave infección bucal, que lo mantuvo un par de meses en cama75. El Gobierno actuó de forma inmediata enviando a su cuidado a los médicos del ejército76. La muerte de Mariscal en tierras chilenas habría sido no sólo lamentable, desde el punto de vista personal, sino que además se habría prestado para múltiples interpretaciones en el exterior, especialmente en Francia y Gran Bretaña que habían mantenido una visión negativa de Chile durante la guerra contra la Confederación. Repuesto de esta infección, Santa Cruz volvió a convalecer durante el mes de abril del año siguiente, provocando nuevas preocupaciones77. Esta vez se solicitó ayuda al destacado médico, Lorenzo Sazie78, que sugirió aplicar baños termales y cambiar el lugar de residencia 79.

72

73 74

75 76

77

78

79

Domeyko, Mis viajes, p. 772. Viel fue condecorado con la Legión del Mérito (14 de noviembre de 1819), pero nunca obtuvo la Legión de Honor. Puigmal, Diccionario de los militares, p. 262. Domeyko, Mis viajes, p. 773. A pesar de todos los gastos que se prodigaron, surgió la discusión respecto a si había que pagar o no al médico, lo que dependía de si éste trabajaba en el ejército, en cuyo caso, no le correspondía recibir dinero alguno. Carta del Ministro de RR.EE. al Coronel Benjamín Viel. 19 de julio de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 38. Recién a fines de agosto se autorizó un pago de $15 pesos mensuales como honorario del médico. Carta del Ministro de RR.EE. al Coronel Benjamín Viel. 22 de agosto de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 46. Montaner, Negociaciones diplomáticas entre Chile i Perú, p. 246. Carta de Manuel Montt al Coronel Benjamín Viel. 17 de septiembre de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 50 y 51. Carta de Manuel Montt al Coronel Benjamín Viel. 26 de abril de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 88. Carta de Manuel Montt a Lorenzo Sazie. 21 de mayo de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 91. Lamentablemente los resultados de estos análisis no están consignados en el Archivo del Ministerio, sólo se establece que éstos fueron enviados a Santa Cruz, como también los medios para su curación. Carta de Manuel Montt al Coronel Benjamín Viel. 12 de diciembre de 1844 y del 5 de junio de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 60 y 95.


194 / H i s t o r i a 3 9 6

c) La prensa El Mercurio de Valparaíso, periódico cercano a los intereses del Gobierno80, rompió su tradicional condecendencia y criticó ácidamente todas estas consideraciones hechas al General. Según este diario, no había que olvidar que era un prisionero de guerra y no un emigrado político81. El diario criticó lo que calificó como impulso de una indiscreta compasión, que “quisiera para el general Santa Cruz en Chile todos los goces y libertades de un emigrado político”82. La benevolencia del Gobierno chileno, igualmente, fue motivo de crítica al otro lado de la cordillera. El Mercurio reprodujo una nota de Buenos Aires en la que se reprobaba que Santa Cruz haya sido tratado como si fuese un alto personero, como si hubiese rendido algún servicio a la causa de la Independencia americana que fuese apreciable o que pudiera ser útil para estos Estados. El gobierno de Buenos Aires no podía comprender por qué la causa criminal contra su persona era tomada de modo tan elevado, siendo para ellos “un bandido, salteador, inhumano, cruel y funesto, un criminal sin ejemplo”83. En contrapartida, también se incluyó una nota de Montevideo en la que, por el contrario, felicitaron la clemencia de las repúblicas con Santa Cruz, especialmente, en consideración al supuesto estado calamitoso en que se encontraba el general, a quien se lo calificaba como un prisionero: “Bulnes, Ballivián y Castilla al mostrarse clementes con su rival han acreditado la generosidad de sus corazones y hecho honor al carácter americano (…) No dudamos que cuando la tranquilidad de esas tres repúblicas se afiance tan sólidamente que nada tenga que temer de la libertad de un hombre quebrantado en su físico y en su moral, por la edad, por los trabajos militares y políticos, y por los golpes redoblados de infortunio dejará el general Santa Cruz de ser un prisionero”84.

80

81 82 83 84

Durante el desarrollo de la guerra, El Mercurio se atrevió a criticar al Gobierno, lo que produjo una fuerte reacción por parte de éste que recordó a sus editores tenían un compromiso con la actual administración y que de variar su postura, el número de suscripciones variaría significativamente. Más detalles de esta disputa en Serrano, 1836-1839. Portales y Santa Cuz, pp. 223 y 224. El Mercurio. Valparaíso. 1 de marzo de 1844. El Mercurio. Valparaíso. 13 de marzo de 1844. El Mercurio. Valparaíso. 24 de octubre de 1844. El Mercurio. Valparaíso. 24 de octubre de 1844.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 195

Sólo al final de su estadía, El Mercurio suavizó su postura. A propósito del aniversario del triunfo de Yungay. El principal diario del puerto destacó que luego de siete años, Santa Cruz se encontraba en Chile como un huésped y un amigo y que los gobiernos de Chile, Perú y Bolivia “habían dado al mundo de los humanos y generosos sentimientos que han movido su conducta”85.

d) Sus problemas judiciales Junto a las complicaciones de salud y conflictos políticos que giraban en torno a Santa Cruz, había otros de índole judicial. Al poco tiempo de asumir la presidencia de Bolivia, participó activamente en algunas sociedades comerciales hasta que, luego de una serie de dificultades económicas, rompió, en malos términos, la relación con sus socios86. Uno de ellos, la casa de Uriburu, Beeche y Compañía, aprovechando que había perdido su poder, reanudó una antigua demanda contra el Mariscal. Sin embargo, no estaba claro, desde el punto de vista judicial, en qué condición se encontraba Andrés de Santa Cruz en Chile y, por lo mismo, si la acusación podía hacerse efectiva. Ante este panorama, el Gobierno se preocupó de procurar los medios que protegieran al General87. Beeche, ex socio de Santa Cruz, además de impulsar la demanda civil contra el Mariscal, estaba detrás del manifiesto que cuestionaba su conducta y que había sido publicado en la ciudad de Sucre en 184588. Frente a esta situación, Santa Cruz solicitó protección al Gobierno89 y la Corte de Apelaciones resolvió que no estaba impedido de escribir y recibir cartas, ni de nombrar apoderados y comisionados que representen dentro o fuera de Chile, añadiendo, finalmente, que su situación era análoga a la de un prisionero de guerra90. Un punto relevante de su situación judicial era que al Mariscal no le convenía quedar aislado judicialmente puesto que, paralelo a la demanda de Bechee, él mismo seguía una causa contra la casa Polhemus y Mickle de Guayaquil 85 86 87

88 89

90

El Mercurio. Valparaíso. 20 de enero de 1846. Serrano, 1836-1839. Portales y Santa Cuz, pp. 73-83. Carta de Manuel Montt al Coronel Benjamín Viel. 5 de septiembre de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 49 y 50. Unos Restauradores, Santa Cruz en Chillán. Carta de Manuel Montt a Andrés de Santa Cruz. 10 de octubre de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 110. Carta de Manuel Montt a la Corte de Apelaciones. 7 de noviembre de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 114.


196 / H i s t o r i a 3 9 6

por lo que consideraba era un cobro indebido de intereses y, además, por la retención de cerca de dos mil fusiles y bayonetas que, seguramente, había adquirido para retomar el poder en Bolivia y que ahora reclamaba como parte de su propiedad91. Estas luchas judiciales, terminaron siendo uno de los problemas con que se encontró el Gobierno cuando hubo que acelerar su partida, a raíz de las fuertes presiones de Perú y Bolivia. El último impedimento era una resolución transitoria contra el General boliviano que dificultaba su salida, sin embargo el Gobierno determinó simplemente informar al juez y a los acredores que tomaran las precauciones del caso, pero que su salida ya estaba resuelta y que era inminente92. Santa Cruz estaba en “aptitud” de emprender el viaje a Europa y para que esto se materializara adquirió sus pasajes en la fragata Nueva Gabriela93. e) Su situación política Antes de partir rumbo a Chillán, Santa Cruz recibió en el puerto algunas visitas, como el Agente Confidencial del Gobierno chileno, Manuel Camilo Vial, a quien manifestó su intención de entrevistarse con el Presidente Bulnes y conseguir su libertad94. Lo que fue rápidamente descartado por las autoridades, por lo que tuvo que seguir su destino rumbo al sur. Ya en el puerto de Talcahuano, el boliviano insistió infructuosamente en conseguir una entrevista, esta vez a través del Intendente Francisco Bulnes, hermano del Presidente, aprovechando que una fuerte tormenta impidió partir inmediatamente hacia su nuevo destino. Santa Cruz se tuvo que resignar al intercambio epistolar con Bulnes, siempre en la misma dinámica. Por un lado, el Mariscal reclamaba al Presidente la extensión de su cautiverio y, aquél, por su parte, culpaba a las autoridades peruanas. Una de las principales críticas del General boliviano apuntaba a que cuando aceptó la propuesta de Chile, lo había hecho porque “confiaba en las

91

92

93

94

Más informaciones sobre este juicio se pueden encontrar en el “Expediente seguido por el apoderado de don Andrés de Santa Cruz contra la casa de Polhemus y Mickle, sobre liquidación de cuentas, año de 1844”. Archivo Nacional. Juzgado Civil de Valparaíso. Legajo 498. Carta de Manuel Montt al Intendente de la Provincia de Valparaíso. 23 de marzo de 1846. Archivo Nacional. Fondo de la Intendencia de Valparaíso. Vol. 51. p. 146. Carta de Manuel Montt al Intendente de la Provincia de Valparaíso. 28 de marzo de 1846. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 147. Montaner, Negociaciones diplomáticas entre Chile i Perú, p. 244.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 197

garantías que la Constitución otorga a cuantos arriban a su territorio, sino también en los sentimientos personales del vencedor de Yungay”95. No obstante, las acusaciones de Bulnes contra Santa Cruz se justificaban porque según sus opositores, el boliviano seguía urdiendo la forma para retomar el poder en Bolivia. Su plan consistía en excitar la atención pública, “promover el escándalo con osadas acriminaciones, dando la señal a sus agentes para que se apoderen de la prensa con líbelos incendiarios, y provoquen aquel tumulto”96. El contacto al que hacían referencia sus opositores era un tal Bedoya, de La Paz, que, asegura Montaner, informaba de las cosas públicas de Bolivia. A estos contactos, agrega el mismo autor, se sumaban los religiosos del convento de San Francisco de Chillán, quienes habrían mantenidos tratos secretos con el boliviano97. A pesar del paso del tiempo, las buenas relaciones se habían mantenido entre el Mariscal, Gran Bretaña98 y Francia99. Con ambos países había llevado a cabo la firma de Tratados de Amistad, Comercio y Navegación (1834 con Francia y 1837 con Gran Bretaña). Celia Wu es enfática en señalar que el apoyo inglés a la Confederación fue absoluto y sin reservas, prestándose a servir de garante y árbitro en las negociaciones de Santa Cruz con los otros países100. La gestiones realizadas por el Encargado de Negocios de Su Majestad Británica, Belford Hinton Wilson, para rescatar a su amigo después de su derrota en Yungay y la defensa realizada por Cropmton en Islay, en la que incluso puso en riesgo su vida, demuestra el grado compromiso de algunos británicos con el militar boliviano101. En el caso de Francia, Santa Cruz recibió la condecoración de gran oficial de la

95 96 97 98

99

100 101

Ibíd., p. 271 -274. Unos Restauradores, Santa Cruz en Chillán, pp. 3 y 4. Montaner, Negociaciones diplomáticas entre Chile i Perú, p. 269. Respecto de la mediación de Gran Bretaña, Elisa Fernández asigna un rol clave a esta potencia en lograr que los gobiernos de Chile, Perú y Bolivia tomaran una decisión definitiva sobre la situación del general. Fernández, “El Mariscal Andrés Santa Cruz”, p. 249. Según lo que se deduce del manifiesto de sus opositores, Santa Cruz, intentó hacer creer a las autoridades que el Encargado de Negocios de Francia en Chile había solicitado su libertad por haber sido condecorado con la orden de la Legión de Honor Francesa, Unos Restauradores, Santa Cruz en Chillán, p. 3. Wu, “La Mariscala, el Protector y Gran Bretaña”, p. 157. Ibíd., pp. 156-167.


198 / H i s t o r i a 3 9 6

Legión de Honor cuando fue Presidente de Bolivia102. Este vínculo se mantuvo, lo que queda en evidencia en una correspondencia enviada por el Cónsul de Chile en este país, Francisco Javier Rosales, en la que informaba que el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, François Gizot, había recibido una carta de la esposa del General, acompañada de otra para el Rey, solicitando que interpusiera sus respetos al Gobierno de Chile para que su marido fuese bien tratado en aquella República. Rosales puso al tanto a Gizot de todas las consideraciones que había hecho para que Santa Cruz estuviese cómodo y que, a su juicio, la situación del General había cambiado favorablemente desde el momento que, impulsado por razones de política internacional y de filantropía, había reclamado la custodia de su persona103. A medida que el tiempo transcurría, comenzaba a buscarse una definición para la situación de Santa Cruz que ya se estaba extendiendo más allá de lo prudente. A fines de octubre, Manuel Montt escribió al Mariscal para poner punto final a su confinación104. Cumpliendo con el interés del Gobierno, el Ministro Montt hizo una oferta a Santa Cruz que había sido convenida y aceptada por Perú y Bolivia. El acuerdo establecía, fundamentalmente, que debía trasladarse a Europa, donde debía residir por seis años, con la imposibilidad de regresar a menos que, de forma unánime, los tres países así lo decidieran. El Gobierno de Bolivia se comprometió a restituir sus bienes y entregar una pensión de seis mil pesos durante su permanencia en Europa. Además, Montt expresó la preocupación que había existido por parte del Gobierno por su bienestar y el de su familia y la necesidad de que se pusiera fin a las restricciones que había en contra de su libertad personal105. Montt insistió a Santa Cruz que debía aceptar las condiciones que se estaban ofreciendo, comprometió su palabra al cumplimiento de éstas y que se iba a disponer del embarque de él y su familia rumbo a Europa106. Su consentimien-

102 103

104

105

106

Sotomayor Valdés, Historia de Chile. Tomo III, p. 17. “Ms. Guizot –agregó Rosales- aprovechó de esta circunstancia para hacer, como en otras muchas ocasiones, los elogios más expresivos de la marcha venturosa de Chile que podía presentarse para modelo no solo de los otros estados americanos, sino también de muchos estados europeos”. Carta de Francisco Javier Rosales al Ministro de RR.EE. de Chile. París. 31 de julio de 1844. Archivo Nacional. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores. Vol. 52. f. 340. Carta de Manuel Montt al Sr. don Andres Santa Cruz. 24 de octubre 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 55. Carta de Manuel Montt a Andrés de Santa Cruz. 4 de junio de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 94. Carta de Manuel Montt a Andrés de Santa Cruz, 14 de octubre de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 111.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 199

to explícito y una hipoteca sobre sus bienes en Bolivia eran las únicas seguridades que se exigían. Aceptadas las condiciones, Santa Cruz solicitó al Gobierno un lugar en el que “poder redondearse con más facilidad para efectuar su viaje a Europa”. Se autorizó su traslado al pueblo de Melipilla, disponiendo en el lugar de una casa amoblada y en la pudiese trasladar lo necesario107. Acorde con esto, Montt envió oficio al Gobernador del Departamento de esa ciudad para que contratase la mejor casa, amueblada lo más decente posible108. Las cartas posteriores –aunque incompletas– dejan en evidencia las aprensiones de Santa Cruz respecto al acuerdo. Asimismo, demuestra que entre las repúblicas la que otorgaba mayor confianza era la de Chile109. Los primeros días de 1846, el Gobierno informó a Santa Cruz que el arreglo había sido ratificado por las tres Repúblicas, en virtud de aquello, autorizó al Mariscal para que éste se trasladase a Valparaíso, “a fin de verificar allí su embarque con destino Europa en los primeros días del próximo febrero”110. A su vez, se ordenó a Viel cancelar el viaje a Melipilla y partir directamente al puerto111. A pesar de estos avances, Montt advirtió a Viel que no era posible concretar el viaje, si es que el General no era más explícito en la aceptación del acuerdo al que habían llegado las potencias. Hasta ahora, señalaba Montt, Santa Cruz sólo había dicho que estaba dispuesto a dar su palabra de honor, lo cual distaba del compromiso que habían asumido los tres gobiernos112. Se exigió entonces cumplir con la entrega de un documento –se señala la fórmula– en que Santa Cruz sin observaciones, ni explicaciones, reprodujera los artículos del acuerdo al que llegaron los tres países y que debía además escribir al final: “Por tanto, declaro que acepto el precedente arreglo, y a su puntual

107

108

109

110

111

112

Carta de Manuel Montt a Benjamín Viel. 12 de diciembre de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 120. Carta de Manuel Montt al Gobernador Departamental de Melipilla. 12 de diciembre de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 120 y 121. Carta de Manuel Montt a Santa Cruz. 16 de diciembre de 1845. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 122 y 123. Carta de Manuel Montt a Andrés de Santa Cruz. 5 de enero de 1846. FH 1844-1852. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 125 y 126. Carta de Manuel Montt a Benjamín Viel. 5 de enero de 1846. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 126. Carta de Manuel Montt a Benjamín Viel. 20 de enero de 1846. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. pp. 131 y 132.


200 / H i s t o r i a 3 9 6

y exacto cumplimiento en la parte que me toca empeño formal y solemnemente mi palabra de honor, en lo cual firmo la presente en (...)”113. También por esos días, el Ministro Montt encomendó al Intendente de Valparaíso atender al Encargado de Negocios de la República de Bolivia, Joaquín de Aguirre, pero advirtió sus aprensiones, respecto de esta visita, ante la posibilidad de que, a última ahora, desconociese el acuerdo114. A fines de enero, el Gobierno recibió de Viel el documento en que el General Santa Cruz se comprometía a cumplir con el pacto que lo obligaba a trasladarse a Europa. A raíz de esto, se informó al Coronel Viel que cumplida su misión podía regresar a la capital, cubriendo los gastos causados hasta la salida desde Valparaíso115. Transcurrieron dos meses y Santa Cruz todavía permanecía en Valparaíso. Frente a esta situación, Montt advirtió al Intendente del puerto que la salida del ex Protector debía realizarse lo antes posible. La urgencia, asegura Mario Barros, se debía a la promesa del General Ramón Castilla de fusilar al General boliviano donde le echase mano en suelo americano116.

f) La despedida Aun cuando la descripción que hizo Domeyko de la relación entre Viel y Santa Cruz era mala, el relato de Montaner muestra un cuadro completamente distinto, en el que ambos se despidieron en términos amistosos y agradables117.

113

114

115

116

117

Ibíd., La declaración de Santa Cruz, a favor de esta propuesta, fue dada a conocer en El Mercurio de Valparaíso, el 15 de diciembre de 1845 y vuelta a publicar el 13 de enero de 1846. Lo curioso de esta noticia era que a pesar de que el documento tenía como fecha el 25 de octubre de 1845 y había sido escrita en Chillán, ésta había sido conocida por el diario del puerto casi dos meses después e indirectamente, a través de los periódicos peruanos. “Reitero igualmente a VS. el encargo de velar sobre la conducta política de Don Andres Santacruz (sic), pues su arribo y permanencia, aunque accidental, en ese Puerto hace concebir temores de alguna trama o tentativa de este antiguo caudillo de revueltas, dirigida al trastorno del orden en las Repúblicas vecinas. Si VS. llegase a trascender algún paso o maniobra por parte de dicho sujeto, debo notificarlo al señor Aguirre para el fin que convenga, y aun ponerse de acuerdo con él, para alguna medida precautoria, o qué hubiese por objeto cruzar cualquier plan subversivo de Santa Cruz”. Carta de Manuel Montt al Intendente de la Provincia de Valparaíso. Santiago. 13 de enero de 1846. Archivo Nacional. Fondo de la Intendencia de Valparaíso. Vol. 51. s/p. Carta de Manuel Montt a Benjamín Viel, 30 de enero de 1846. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 133. “Según Vicuña Mackenna, este rumor le fue también deslizado al oído al propio viajero. Cualquiera que conociese un poco el temple del general Castilla sabía que un rumor así no podía ser tomado en broma. Y Santa Cruz era demasiado inteligente para desdeñarlo”, Barros, Historia Diplomática de Chile, p. 145. Montaner, Negociaciones diplomáticas entre Chile i Perú, p. 292.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 201

Imagen que coincide con la carta en que el Ministro manifestó a Viel su conformidad por la forma en que había desempeñado las tareas encargadas, asegurando que para Santa Cruz “ha sido todo de su aprobación, siéndole al mismo tiempo satisfactorio el celo que ha desplegado VS. en cumplimiento de la interesante comisión que se le confió”118. A estos antecedentes se suma un curioso y discutible pasaje referido a su partida, relatado por Montaner: “Cuentan los que presenciaron su partida, que el ex Protector en el momento de abandonar la playa se volvió al lado de la tierra, diciendo con voz alta: «Adiós país de mi ruina»”119. El día 21 de abril de 1846, una brevísima nota del diario El Mercurio de Valparaíso daba cuenta a sus lectores que: “La Nouvelle Gabrielle se hizo ayer a la vela, con destino a Burdeos, llevando a su bordo al general Santa Cruz”120. Luego de casi dos años, el Mariscal se alejaba de la costa chilena rumbo a Europa. Su segunda estadía, a diferencia de la primera, estuvo marcada por las tensiones diplomáticas para conseguir una salida que dejara conforme a Chile, Perú y Bolivia, aunque en un ambiente de tranquilidad otorgado gracias a su estancia en Chillán121. La elección de Viel como su custodio, lejos de incomodar al boliviano, dio a su estadía un aire napoleónico que, de seguro, debió haber complacido al general Santa Cruz. Por el contrario, y de acuerdo al recuerdo de Domeyko, a Viel122 no le gustó cumplir las labores de vigilante, menos aún considerando la insistencia del Mariscal por emular a Napoleón. Los elevados costos de su estadía123 y atenciones del Gobierno se justificaban tomando en cuenta la preocupación del resto de los países y la cercanía del 118

119 120 121

122

123

Carta del Ministro de RR.EE. al Coronel Benjamín Viel. 20 de mayo de 1844. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fondo Histórico. 1844-1852. p. 29. Montaner, Negociaciones diplomáticas entre Chile i Perú, p. 293. El Mercurio. Valparaíso. 21 de abril de 1846. Los antecedentes que manejamos referente a su residencia en Chillán contrastan con el “severo destierro” que describe Alfonso Crespo en la conocida biografía del general: Crespo, Santa Cruz. El Cóndor Indio, p. 354. Esta visión negativa de su paso por Chile se repite en el más reciente trabajo sobre el Mariscal en la que se afirma que Santa Cruz permaneció encarcelado mientras estuvo en Chillán, Sobrevilla, The caudillo of the Andes, p. 206. El coronel aprovechó su misión para hacer algunas consideraciones que, aunque muy distintas a la tarea asignada, luego serían de enorme provecho para la República, tal como lo consignó el diario del puerto: “El Coronel Viel, durante su permanencia en este puerto (Talcahuano), se ha ocupado de un proyecto cuya ejecución sería de inmensos resultados para la prosperidad de la hermosa y feraz provincia de Concepción. El objeto de este proyecto es la construcción de un puente sobre el Río Ñuble y de un camino carril entre Chillán y el puerto de Talcahuano”, El Mercurio. Valparaíso. 1 de febrero de 1846. 50.000 pesos oro, “entre fiestas y estada”. Barros, Historia Diplomática de Chile, p. 144.


202 / H i s t o r i a 3 9 6

Presidente con Santa Cruz. Aunque el Mariscal fue durante la guerra de Chile contra la Confederación, el enemigo número uno de Chile, era un prócer de la Independencia y ex mandatario de una República al igual que Bulnes. Su supuesto aislamiento no fue suficiente para que el General dejara de intentar volver a Bolivia. Sin embargo, su crédito en términos políticos, militares y económicos había desaparecido luego de su derrota en Yungay. CONCLUSIONES

La acción del Presidente Manuel Bulnes de rescatar a Andrés de Santa Cruz de sus enemigos peruanos y bolivianos, quiebra la visión clásica del Mariscal como de un enemigo de la República de Chile y deja en evidencia que las acusaciones que se habían levantado en su contra en la expedición de Freire, crimen de Portales e interés por absorber a este país dentro un proyecto incaico no fueron más que artilugios creados para generar apoyo a favor de la guerra. La preocupación del Gobierno de Chile por Santa Cruz confirma que la lucha contra la Confederación respondió a intereses prácticos. En el ámbito externo, había que preservar la hegemonía económica en el Pacífico sur y, en el ámbito interno, consolidar el poder conservador mediante las medidas excepcionales que otorgaba la guerra. La imagen de Santa Cruz como un tirano, fomentada por Felipe Pardo y divulgada a través de la prensa oficialista, no fue más que un subterfugio para volcar a la incipiente opinión pública a favor de un conflicto que, como denunciaron los amotinados en Quillota, respondía a intereses particulares. Asimismo, la benevolencia con que fue tratado por la prensa, exceptuando un par de artículos de El Mercurio y la falta de interés que, en términos generales, provocó su visita, es demostrativo de que la guerra tuvo un momento de popularidad que se limitó al triunfo de Yungay. Desde el punto de vista diplomático, la protección a Santa Cruz se justicaba por el interés por mantener buenas relaciones con Gran Bretaña y Francia, dos potencias cercanas al General. A esto se suman motivaciones de carácter particular. Bulnes consideraba a Santa Cruz un par, aunque su enemigo durante la Guerra contra la Confederación, habían luchado por la independencia de España y había sido presidente de una República. Por esto mismo, había que conceder el mismo respeto que él hubiese esperado de hallarse en la situación inversa. Esta acción es coheren-


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 203

te con otras realizadas por Bulnes, por ejemplo, cuando solicitó a Prieto, luego del triunfo de Yungay restituir los grados a los oficiales degradados luego de Lircay. Una postura completamente diferente a la de Portales, acérrimo opositor de Santa Cruz, e implacable con sus enemigos, como lo demostró en el trato vejatorio dispensado a Ramón Freire y a Benjamín Viel. Tampoco podemos dejar de lado los estrechos nexos entre Santa Cruz y la masonería, lamentablemente las pocas fuentes que existen de este tema impiden verificar su grado de influencia, pero resulta impensable que no haya ejercido una red de protección en torno a su destacado Gran Maestre “Arístides”. Estos hechos dejan en evidencia que las relaciones entre los gobernantes, líderes y caudillos estaba condicionada por un pasado común y por una serie de conexiones, familiares o sectarias, que determinaba un trato preferente, que iba más allá de la nacionalidad y que resulta incomprensible para el nacionalismo moderno. En lo que respecta a Santa Cruz, el repaso de su estadía en Chile confirma la imagen que autores como Sotomayor Valdés cimentaron de él, más como un político hábil que como un militar. De forma similar, sus acciones aparecen más encaminadas a asegurar un buen pasar en Europa que defender un proyecto político como el de la Confederación. A pesar de los múltiples intentos por regresar a Bolivia, éstos resultaron infructuosos. Lo más cerca que estuvo de aquello fue su paso por Argentina, sin embargo, terminó sus últimos años viviendo en Francia donde contaba con buenas amistades. Chile volvió a aparecer en su camino cuando se ofreció a interceder por su país en los conflictos territoriales que comenzaron a aquejar a ambos países en 1860. Había pasado bastante tiempo y los problemas comenzaron a ser otros, especialmente territoriales. También varió la conexión con los vecinos y la forma de relacionarse, la estadía de Santa Cruz en Chile, el máximo enemigo de Chile durante la guerra contra la Confederación, rodeado de comodidades y cuidados, aparece como un cuadro romántico de una época lejana, inadmisible durante la Guerra del Pacífico e incomprensible para los tiempos modernos.


204 / H i s t o r i a 3 9 6 BIBLIOGRAFÍA Anónimo, Refutación que hacen mil restauradores al manifiesto publicado por Andrés Santa Cruz. Quito, Imprenta Beeche y Compañía, 1843. Barra, José Miguel, Reseña histórica de la campaña del Perú de 1838 a 1839. Santiago, Imprenta de la República, 1851. Barros Arana, Diego, Un decenio de historia de Chile.Tomo I. Santiago, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2003 [1913]. Barros, Mario, Historia Diplomática de Chile. Santiago, Editorial Ariel, 1970. Bulnes, Gonzalo. “Causas de la guerra entre Chile i la Confederación Perú-boliviana”. Revista Chilena. Tomo IV. Santiago, Imprenta de la República, 1876. Bulnes, Gonzalo, Sobre la primera expedición restauradora 1837. Causas de la Guerra, polémica con Vicuña Mackenna. Santiago, 30 de diciembre de 1878 (Texto mecanografiado e inédito). Bulnes, Gonzalo, Historia de la campaña de Perú de 1838. Santiago, Imprenta de Los Tiempos, 1878. Cajías, Fernando, La Provincia de Atacama 1825-1842. La Paz, Editora Universo, 1975. Carranza, Rafael, La Batalla de Yungay. Santiago, Imprenta Cultura, 1939. Cavieres, Eduardo, Chile-Perú, La Historia y la Escuela. Chile, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2006. Cid, Gabriel, “Guerra y conciencia nacional. La guerra contra la Confederación en el imaginario chileno, 1836–1888”. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile, 2009. Cid, Gabriel, “Nacionalizando la <<segunda independencia>> chilena. Fiestas y discursos cívico-religiosos en torno a la Guerra contra la Confederación, 1836-1851”. Bicentenario. Vol. 7. N° 2. 2008. Cid, Gabriel, La Guerra contra la Confederación, Imaginario nacionalista y memoria colectiva en el siglo XIX chileno. Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2011. Collier, Simon, Chile. La Construcción de una República 1830-1865. Política e Ideas, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2008. Crespo, Alfonso, Santa Cruz. El Cóndor Indio. La Paz, Librería y Editorial Juventud, 1979. Domeyko, Ignacio. Mis viajes. Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile, 1978 [1962]. Encina, Francisco, Historia de Chile. Tomo XI. Santiago, Editorial Nascimento, 1969. Eyzaguirre, Jaime, La Logia Lautarina. Buenos Aires, Editorial Francisco de Aguirre, 1973.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 205

Fariña, Carmen (editora), Epistolario de Diego Portales. 2 Vols. Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2007. Fernández, María Elisa, “El Mariscal Andrés Santa Cruz”. Historia. Nº 24. Santiago, 1989. Fernández, María Elisa, “Más que una realidad, un imaginario nacional: Santa Cruz y la Confederación Perú-boliviana”. Donoso, Carlos y Rosenblitt, Jaime (eds.). La Confederación Perú-boliviana 1836-1839. Santiago. Editorial Andrés Bello y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. 2009. Galdames, Fabio, Estudio Crítico de la Campaña de 1838-1839. Santiago, Talleres del Estado Mayor Jeneral, 1910. García, René, El origen aparente de la Francmasonería en Chile y la respetable Logia Simbólica “Filantropía Chilena”. Santiago, Imprenta Universitaria, 1949. Gazmuri, Cristián, La Historiografía chilena (1842-1920). 2 vols. Chile, Aguilar Chilena de Ediciones S.A., 2006. Góngora, Mario, Ensayo sobre la Noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Santiago, Editorial Universitaria (1981), 2003. Jaksic, Iván, Andrés Bello. La pasión por el orden. Santiago, Editorial Universitaria, 2001. Kendall, Lena, “Andrés Santa Cruz and the Peru-Bolivian Confederation”. The Hispanic American Historical Review. Vol. 16. N°1 (Feb., 1936). Krebs, Ricardo, Identidad chilena. Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2008. La Unión. Valparaíso. 20 de enero de 1929. “El protector Santa Cruz después de Yungay”. Márquez, Bernardo y Gamboa, Jorge, “Andrés Bello en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana”. Revista Mapocho. Nº 12. 1965. Navarro, Gustavo, “Ensayo sobre la Confederación Perú-Boliviana: El Crucismo”. Journal of Inter-American Studies. Vol. 10. Nº 1 (Jan., 1968). Núñez, Jorge, “Estado, Crisis de hegemonía y Guerra en Chile (1830-1841)”. Andes. N° 6. Santiago. 1987. Parkerson, Phillip, Andrés de Santa Cruz y la Confederación Perú-boliviana 1835-1839. La Paz, Librería Editorial Juventud, 1984. Pedemonte, Rafael, Los acordes de la patria. Música y nación en el siglo XIX chileno. Chile, Editorial Globo, 2008. Puigmal, Patrick, Diccionario de los militares napoleónicos durante la independencia de Argentina, Chile y Perú. Santiago, Centro de Investigaciones Barros Arana, 2013. Sagredo, Rafael, “De la Gloria Militar la Historia Nacional. El triunfo de Yungay y la Historia de Chile de Claudio Gay”. Donoso, Carlos y Rosenblitt, Jaime (eds.). La Confederación Perú-boliviana 1836-1839. Santiago. Editorial Andrés Bello y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. 2009.


206 / H i s t o r i a 3 9 6 Salazar, Gabriel, Construcción de Estado en Chile (1800-1837). Santiago, Editorial Sudamericana, 2005. Santa Cruz, Andrés, El Jeneral Santa Cruz esplica su conducta pública y los móviles de su política en la presidencia de Bolivia y el protectorado Confederación Perúboliviana. Guayaquil, Imprenta Manuel Ignacio Jurillo, 1841. Santa Cruz Schuhkrafft. Andrés y Santa Cruz de Siles Salinas. Clemencia. Archivo Histórico del Mariscal Andrés de Santa Cruz. Quinto Tomo. 1836. Santa Cruz. Banco de Santa Cruz. 1992. Serrano, Gonzalo, “Emigrados peruanos en Valparaíso durante la guerra de Chile contra la Confederación Perú-Boliviana”. Revista Histórica (Instituto Histórico del Perú). Tomo XLV. Lima. 2011-2012. Serrano, Gonzalo, 1836-1839. Portales y Santa Cruz. Valparaíso y la Guerra contra la Confederación. Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2013. Silva, Ignacio, Sarjento Candelaria Perez, Recuerdos de la Campaña de 1838 contra la Confederación Perú-boliviana. Santiago, Imprenta Cervantes, 1904. Sobrevilla, Natalia, The caudillo of the Andes. United States of America, Cambridge, 2011. Sotomayor, Ramón, “El Ministro Portales”. Revista Chilena. Tomo I. Santiago, Imprenta de la República, 1875. Sotomayor, Ramón, Campaña del Ejército chileno contra la Confederación Perú-boliviana. Chile, Imprenta Cervantes, 1896. Sotomayor, Ramón, Historia de Chile bajo el Gobierno del Jeneral Joaquín Prieto. Santiago, Imprenta Litografía Esmeralda, Tomo II y III, 1901, Tomo IV, 1903. Stuven, Ana María, “La palabra en armas: patria y nación en la prensa de la guerra entre Chile y la Confederación Perú-boliviana, 1835-1839”. McEvoy, Carmen y Stuven, Ana María. La República peregrina: hombres de armas y letras en América del Sur. 1800-1884. Lima. IFEA/IEP. 2007. Unos Restauradores, Santa Cruz en Chillán. Sucre, Imp. de Beeche y Cía., 1845. Uribe, Luis, Las Operaciones Navales durante la Guerra entre Chile i la Confederación Perú-boliviana 1836-37-38. Santiago, Imprenta Nacional, 1891. Valdés, Magdalena, “Reclutamiento, Orden y Corrección Social. Colchagua ante la Guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana”. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2007. Vicuña Mackenna, Benjamín, Diego Portales. Valparaíso, Imprenta y Librería el Mercurio, 1863. Villalobos, Sergio, Chile y Perú, la historia que nos une y nos separa. Santiago, Editorial Universitaria, 2004.


ANDRÉS DE SANTA CRUZ Y SU CAUTIVERIO EN CHILE (1844-1846) / Gonzalo Serrano del Pozo

/ 207

Villalobos, Sergio, Portales, una falsificación histórica. Santiago, Editorial Universitaria, 2005 (1989). Villanueva, Elena, “La lucha por el poder entre los emigrados peruanos”. Boletín del Instituto Riva-Agüero. N° 6. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú. 19631965. Wu, Celia, “La Mariscala, el Protector y Gran Bretaña”. Boletín del Instituto Riva-Agüero. Nº 16. 1989.

Recibido el 19 de mayo de 2015 Aceptado el 20 de diciembre de 2015



descripciรณn y normas



/ 211 HISTORIA 396 ISSN 0719-0719 Nº 1 - 2016 [211-217]

DESCRIPCIÓN Y NORMAS DE PRESENTACIÓN DE HISTORIA 396 La Revista Historia 396, del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, es una publicación en papel (con soporte digital de acceso abierto) editada semestralmente, dedicada a los estudios históricos y de carácter interdisciplinario para el análisis y la comprensión del pasado, los problemas metodológicos y conceptuales. Los artículos recibidos serán sometidos a un proceso de arbitraje a cargo de los evaluadores pares, quienes podrán sugerir modificaciones al autor. Durante la evaluación, tanto los nombres de los autores como los de los evaluadores serán anónimos. La decisión final de publicar o rechazar los artículos es tomada por el Editor y los co-editores, basándose en los informes presentados por los evaluadores. Esta revista no posee limitación espacial ni temporal de los problemas a tratar. Historia 396 contempla la publicación de investigaciones relacionadas con los diversos campos de la Historia, con particular interés en la Historia de Chile, América y de Europa. Los artículos deberán ser originales y al momento de ser enviados a Historia 396 no deben estar sometidos a evaluación o arbitraje en otra revista o publicación académica. Los autores ceden sus derechos de publicación a la revista.

1. ARTÍCULOS 1.1. Sistema de arbitraje Los artículos recibidos se someterán a la consideración del Comité Editorial. Si estos cumplen con los lineamientos y requisitos de la revista serán enviados a dos evaluadores externos (sistema de pares ciegos). En los casos de evaluaciones contradictorias, se recurrirá a un tercer evalua-


212 / H i s t o r i a 3 9 6

dor. Los autores de artículos aceptados o rechazados serán oportunamente informados y recibirán las evaluaciones correspondientes. De los artículos aceptados podrán requerirse modificaciones, que deben realizarse en el plazo de un mes, para ser incorporados definitivamente. El orden de aparición de los artículos será materia que le compete solamente al Comité Editorial. Todos los trabajos publicados por la revista serán de su propiedad y podrán ser reproducidos solo con la autorización del Comité Editorial. 1.2. Aspectos formales Número de páginas: 30 como máximo. Hoja: tamaño carta. Márgenes: 3 cm. por cada lado. Interlineado: 1,5. Letra: Arial, tamaño 11. Notas y citas a pie de página: Interlineado simple, Arial 9. Imágenes, cuadros, gráficos: El permiso para reproducir imágenes es responsabilidad del autor del artículo. 1.3. Estructura Título de artículo centrado con negrita. Título en castellano e inglés. Identificación del autor. Incluir pertenencia institucional y correo electrónico. Resumen en español e inglés (máximo 250 palabras cada uno). Palabras clave: 4 a 5. Desarrollo. Bibliografía al final del artículo (solamente la referenciada en el artículo y siguiendo la norma de citación de la revista). 1.4. Citas de libros Apellido, Nombre, Título del libro. Ciudad, Editorial, Año, p. o pp. Ej. Collier, Simon, Chile: la construcción de una república 1830-1865. Política e ideas. Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2005, p.56 o pp. 56 – 59. Cita del mismo texto inmediatamente posterior: Ibíd., p. 78. Cita del texto en nota no inmediata: Collier, Chile: la construcción de una república, p. 60. El formato op. cit. no debe usarse bajo ninguna circunstancia. 1.5. Citas de artículos Apellido, Nombre, “Título del artículo”. Nombre de la revista. Volumen. Número. Año. p. o pp.


DESCRIPCIÓN Y NORMAS DE PRESENTACIÓN DE HISTORIA 396

/ 213

Ej.: Coakley, John, “Mobilizing the past: nationalist images of history”. Nationalism and Ethnic Politics. Vol.10. Nº 4. 2004. pp. 531 – 560. Cita del texto en nota no inmediata: Coakley, “Mobilizing the past”. 1.6. Citas de artículos contenidos en un libro Apellido, Nombre, “Título del artículo”. Nombre del compilador(es) o editor(es). Nombre del libro. Ciudad. Imprenta. Año. p. o pp. Ej.: Burucúa, José y Campagne, Fabián, “Mitos y simbologías nacionales en los países del Cono Sur”. Annino, Antonio y Guerra, François Xavier (eds.). Inventando la Nación. Iberoamérica siglo XIX. México. Fondo de Cultura Económica. 2003. pp. 433-474. 1.7. Citas de publicaciones periódicas y obras generales Nombre del periódico o revista. Ciudad. Día del mes y año. “Título del artículo”. (Señalar la página, si la hubiere). En caso de que el artículo tenga autor se citará de la siguiente manera: Apellido, Nombre, “Título del artículo”. Nombre del periódico o revista. Volumen o Número. Ciudad. Fecha. p. o pp. Ej.: Salinas, Rolando, “Salud, ideología y desarrollo social en Chile, 1830-1950”. Cuadernos de Historia N° 3. 1983. pp. 35 - 45. 1.8. Material inédito o de Archivo Título del documento. Ciudad. Fecha. Archivo. Nombre del Fondo. Volumen. Pieza. Foja. Ej.: Pedro Godoy a Joaquín Prieto. Lima. 27 de octubre de 1838. Archivo Nacional de Santiago. Fondos Varios. Vol. 47. Pieza 76. f. 36. 1.9. Imágenes, cuadros, gráficos Deben estar relacionados con la materia tratada por el artículo e ir insertos al final de artículo (antes de la bibliografía) numerados. Deben tener buena resolución. 1.10. Materiales de Internet (documentos, noticias, etc.) Se debe señalar claramente el nombre del artículo, medio de información y fecha. (Luego señalar link http).

2. RESEÑAS Autores, título de libro reseñado, editorial, ciudad, año y número de páginas. Identificación del autor de la reseña. Incluir pertenencia institucional y correo electrónico. Número de páginas: 5 a 6 como máximo. Hoja: tamaño carta. Márgenes: 3 cm. por cada lado. Letra: Arial, tamaño 11.



/ 215

DESCRIPTION AND UNIFORM REQUIREMENTS FOR MANUSCRIPTS SUBMITTED TO HISTORIA 396 Historia 396 is a twice yearly journal (also available on an electronic version) edited by the Institute of History, Pontificia Universidad CatĂłlica de ValparaĂ­so, that publishes papers related to historical and interdisciplinary studies for the analysis and understanding of the past and its methodological and conceptual problems. The articles will be submitted to a process of arbitration with peer evaluators being in charge who can make suggestions to the author. During the evaluation, the names of the authors as well as those of the evaluators will be anonymous. The final decision of publishing or rejecting the articles is made by the Editor, based on the reports presented by the evaluators. This journal does not limit the temporal or spatial setting of any of the issues to be dealt with in it. Historia 396 publishes research on different historical studies, but it is particularly interested in the history of Chile, America, and Europe. Articles must be original and unpublished and they shall not be under evaluation or inspection from any other academic journal when submitted to Historia 396. Authors must transfer their publication rights to the journal.

1. ARTICLES 1.1. Referee system All submitted papers will be under the Editorial Board review. If the articles meet the requirements and guidelines of the journal, they will be sent to two external reviewers (blind peer review process). In case there is contradicting review, there will be a third reviewer.


216 / H i s t o r i a 3 9 6

Authors will be informed at the proper time about the acceptance or rejection for publication of their articles and will receive their corresponding evaluations. In case accepted articles need to be modified, such modifications and changes must be done within one month. It is incumbent only on the Editoral Board to arrange the publication of the articles. All published work will be property of the journal and may be reproduced only under authorization of the Editorial Board. 1.2. Formal aspects Maximum number of pages: 30 pages. Page size: letter. Margins: 3 cm each side. Line spacing: 1,5. Font: Arial, size 11. Footnotes: Single space, Arial 9. Images, graphics, and charts: Permission to reproduce images is the author’s responsibility. 1.3. Structure Title of the article: centered, bold font. Information about the author: Please include the name of the institution and author’s e-mail address. Abstract both in English and Spanish (maximum number of words: 250). Key words: 4 to 5. Body. Reference section at the end of the article (only those references cited in the article, following the citation guidelines of the journal). 1.4. Reference list: books Author, Name, Title of work. Location, Publisher, Year of publication, p. or pp. Ex: Collier, Simon, Chile: la construcción de una república 1830-1865. Política e ideas. Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2005, p.56 o pp. 56 – 59. Citing a text immediately after the full citation of a source: Ibíd., p. 78. Citing a text after the full citation of a source: Collier, Chile: la construcción de una república, p. 60. The term “op. cit.” may not be used under any circumstance. 1.5. Reference list: articles. Author, Name, “Title of article”.Title of periodical. Volume. Number. Year. p. or pp. Ex.: Coakley, John, “Mobilizing the past: nationalist images of history”. Nationalism and Ethnic Politics. Vol.10. Nº 4. 2004. pp. 531 – 560.


DESCRIPCIÓN Y NORMAS DE PRESENTACIÓN DE HISTORIA 396

/ 217

Citing a text after the full citation of a source: Coakley, “Mobilizing the past”. 1.6. Reference list: article in an edited book. Author, Name, “Title of article”. Name of editor (eds.). Title of book. Location. Publisher. Year. p. or pp. Ex.: Burucúa, José Emilio y Campagne, Fabián, “Mitos y simbologías nacionales en los países del Cono Sur”. Annino, Antonio y Guerra, François Xavier (eds.). Inventando la Nación. Iberoamérica siglo XIX. México. Fondo de Cultura Económica. 2003. pp. 433 - 474. 1.7. Reference list: articles in periodicals and general works Title of periodical or newspaper. Location. Date of publication. “title of the article” (page number, if any). In case the article has an author, the reference will be done as follows: Author, Name. “Title of the article”. Title of periodical or newspaper. Volume or issue. Location. Date. Ex.: Salinas, Rolando. “Salud, ideología y desarrollo social en Chile, 1830-1950”. Cuadernos de Historia. Número tres. 1983. pp. 35-45. 1.8. Unpublished or archived material. Title of document. Date. Archive. Title of Collection. Volume. Section. Sheet. Ex.: Pedro Godoy a Joaquín Prieto. Lima. 27 de octubre de 1838. Archivo Nacional de Santiago. Fondos Varios. Vol. 47. pieza 76. f. 36. 1.9. Images, graphics, and charts: All visual material shall be related to the matter dealt with in the paper, numbered, and inserted at the end of the article (before the reference section). Good image resolution is required. 1.10. Electronic sources (online document, news, etc) Name of the article, media and date must be clearly stated. (the http link must be included).

2. REVIEWS Author(s), title of book, publisher, location, year and number of pages. Information about the author: Please, include the name of the institution and author’s email address. Number of pages: 5 to 6. Page size: letter. Margins: 3 cm each side. Font: Arial, size 11.



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.