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05. Renacimiento: el editor
Los años inmediatamente posteriores a la aparición de la imprenta, y la entrada en el periodo del Renacimiento, con llevan la aparición de una figura fundamental: la del editor. En esta época, la figura del editor era la de un impresor que es capaz de elaborar un entramado comercial. Normalmente, se asociaba con alguien que aportaba el capital, o con algún intelectual movido por la difusión de la cultura. A la expansión de esta figura indispensable, ayudó la aparición de los «Privilegios», que otorgaban exclusividad sobre la obra. De esta forma, las autoridades evitaban el «pirateo» (reeditar una obra que ya había tenido éxito). En Italia, el cambio hacia la imprenta tipográfica inició por Venecia, en Venecia habían diferentes editores tipográficos uno de ellos ha sido Johannes de Spira, el reclamo la fuentes Sweyheym y Pannartz como invento original, a su muerte Vindelinus de Spira su hermano heredo la imprenta.
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En el renacimiento además se desarrolló la decoración floral, y aunque ya había avanzado la tipografía, los libros se seguían haciendo un trabajo en general con un ilustrador. Otro que los que aportaron bastante al diseño gráfico e el renacimiento, ha sido Erhard Ratdolt, realizo el primer libro con portada completa capaz de detectar a un libro, además de la portada tenia diagramas impresos en color. Hubo monumentales cambios que contribuyeron al proceso del diseño gráfico en Italia otro de dichos ha sido hecho por Johannes Nicolai de Verona, hizo un contorno ligero cerca de las ilustraciones que se llamó Lionea y llego a ser bastante famosa. Uno de los eruditos de la era estableció una imprenta que publicaría los pensamientos de los primordiales pensadores de la era, Aldo Manucio está considerado el primer editor comercial. Concebía la edición como un todo: planificación, producción y comercialización.

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Entre otros avances, creó una colección en octavo (en torno a los 16-17 cm) de clásicos latinos e italianos, que podía ser sostenido mientras se leía (antes había que apoyarse en alguna superficie), y que constituye el germen del libro de bolsillo. Para ello, se valió de una tipografía cursiva, llamada cancilleresca (basada en la tipografía que usaba la cancillería papal), que ocupaba menos espacio. Asimismo, sustituyó la madera por una suerte de cartón reforzado para aligerar el libro, y que fuera más atractivo para el lector. Otro de los logros del bueno de Aldo fue generar «branding». Su imprenta Aldina contaba con una marca muy reconocible. ¡El primer logo de editorial! Apareció por primera vez en 1502, en el segundo volumen de Poetae Christiani veteres. El ancla y el delfín ilustran el eslogan «Festina lente», algo así como «vísteme despacio, que tengo prisa».
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