H2O Gestión del agua. 8 octubre-diciembre 2015

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El agua en el mundo Gigantes de hielo en movimiento

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acumulación y el resto a ablación. En investigaciones especializadas, el estudio de la línea de equilibrio a lo largo del tiempo permite establecer relaciones entre los glaciares y el clima de épocas pasadas. En los últimos 60 a 100 años se ha notado una tendencia a retraerse de los glaciares en todo el mundo, de manera acentuada en los más pequeños y en terrenos menos estables; entre las causas de esto se considera el aumento de hollín y polvo provenientes de áreas agrícolas e industriales.

También puede haber deslizamiento cuando en la base del glaciar se presenta una fina capa de agua que puede provenir de la licuefacción bajo su propio peso o de la infiltración mediante fisuras en el cuerpo. Algunos glaciares –sobre todo los de poco grosor y ubicados en pendientes empinadas– presentan un deslizamiento basal debido a la presencia de un lecho sedimentario con cierto porcentaje de agua. La retracción, el derretimiento y la ablación glaciares son producto bien del aumento en la temperatura, de una alta tasa de evaporación o del restregamiento eólico. La ablación es una parte natural del ciclo de vida de un glaciar y por lo general obedece a ciclos estacionales. En la medida en que la acumulación de nieve sea igual o mayor que la pérdida, el glaciar mantendrá en equilibrio su volumen o crecerá; de lo contrario, se retraerá (véase figura 1). Cuando esto último sucede en gran escala, se hace visible la erosión ocasionada por el cuerpo gélido al haber desplazado rocas y desechos. La altura de la línea de equilibrio entre la zona de acumulación y la de ablación varía de un glaciar a otro, por lo que se presentan diferentes proporciones volumétricas. Se ha observado que glaciares en equilibrio con su entorno tienen aproximadamente dos tercios de su área correspondientes a

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Susceptibles a las presiones modernas La Cordillera de los Andes en el cono sur de América posee una gran variedad de glaciares, muchos de ellos de amplio interés científico, pues además de su potencial para la realización de estudios hidrológicos se les considera indicadores de cambios climáticos pasados y presentes en la región e incluso reservas estratégicas de agua dulce. Un ejemplo sobresaliente es el glaciar Perito Moreno en las márgenes del Lago Argentino, en la provincia de Santa Cruz. En los Andes, el ambiente periglacial –es decir, el que circunda los glaciares– se caracteriza por un suelo con permafrost, así como afectación a las rocas y a la superficie debida a los ciclos de congelamiento y descongelamiento. Esta y otras características confieren al aire atrapado entre los bloques rocosos superficiales del suelo andino un efecto de aislante térmico que lo protege del calor. Algunos datos indican que en Sudamérica en 2007 había unos 25,500 km2 cubiertos por glaciares, de los cuales 75% se encontraba en Chile y 15% en Argentina, donde en 2010 fue promulgada la Ley 26.639 de “Presupuestos mínimos para la preservación de los glaciares y del ambiente periglacial”. En Chile, en cambio, existe en la actualidad tensión entre grupos ambientalistas y la industria minera en torno al proyecto de una ley de protección de glaciares. El primer grupo argumenta que algunas empresas dedicadas a la minería ejercen presiones sobre el gobierno para que éste mantenga susceptibles de afectación alrededor de 5,200 glaciares entre las regiones de Atacama y Maule. La destrucción de estos cuerpos no es algo nuevo en la nación andina, pues diversas compañías mineras ya lo han hecho para extraer oro y cobre en esa área de gran riqueza mineral.

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