Revista Geotecnia 240 junio-agosto 2016

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SEMBLANZA Gabriel Moreno Pecero

Fue jefe de la Oficina de Mecánica de Suelos de la ex Secretaría de Obras Públicas, actualmente SCT. Presidió la otrora Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos, hoy SMIG. Es académico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Mujeres ingenieras civiles en México Referirse a la ingeniería civil desarrollada por mujeres en México no despierta más que admiración. La ingeniera mexicana tiene seguridad en sí misma como profesional, característica que la impulsa a desarrollar una ingeniería de calidad.

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el ingeniero Olivera Bustamante; a ambos, que ya no nos acompañan físicamente, los recordamos como ejemplos de nuestra profesión. UN POCO DE HISTORIA

Es de sentido común aceptar que la función que se desempeña en nuestra profesión ha sido necesaria desde el principio de la existencia del ser humano. Esta función genera acciones con resultados orientados a incrementar la calidad de vida, lo cual nos conduce al año 1768, cuando el británico John Smeaton, constructor de puentes, puertos y de un notable faro, se autodenominó “ingeniero civil” para diferenciarse del “ingeniero militar”, al reconocer que como tal se dedicaba a “diseñar y construir obras de paz”. Con el fin de constituir una Sociedad Informal de Ingenieros, Smeaton convocó a otros doce ingenieros prominentes de la época. Reunidos los trece en King’s Head, Londres, el 15 de marzo de 1771, acordaron congregarse cada dos semanas para conversar, discutir y comunicarse conocimientos. Se puede afirmar que a partir de esa reunión inicial nació formalmente la profesión de ingeniero civil como la conocemos hoy en día. Las múltiples reuniones del grupo de intercambio informal liderado por Smeaton condujeron el 2 de enero de 1818 a la formación de una sociedad edu-

ace algunos años, al finalizar la Reunión Nacional de la Asociación Nacional de Facultades y Escuelas de Ingeniería, se me pidió leer las diez conclusiones a las que se había llegado en ese encuentro. Dejé para el final una que en principio me pareció sorprendente: los resultados de encuestas realizadas en el país mostraban que la ingeniería de mayor calidad era producto de la labor de las ingenieras. La reflexión que hice para explicar ese hecho se suma a lo observado: las ingenieras poseen una gran autoestima, que considero es por el hecho de que tuvieron que ser muy tenaces en su decisión de convertirse en ingenieras civiles, porque tuvieron que abrir camino y convencer a sus familias de aceptar esa decisión, hecho que para los hombres no resulta necesario. Conocí a una ingeniera geotécnica mexicana: Gisela Márquez. Su seguridad se manifestaba siempre en su actuar; cuando realizó el diseño de los terraplenes de acceso al puente Coatzacoalcos II, en el estado de Veracruz, propuso la utilización, por primera vez en México, del geotextil para apoyar en él el terraplén de la margen izquierda y así reducir la magnitud del hundimiento del muy deformable suelo existente en el sitio. Para esta acción particular unió esfuerzos con Dolores Rubio, Concepción Mendizábal y Ángela Alessio Robles.

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