conflictos y convivencia

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ARARTEKO. INFORME EXTRAORDINARIO AL PARLAMENTO VASCO

3.2.5. Factores de protección contra los conflictos de convivencia Los datos de investigaciones anteriores, revisadas en el capítulo primero, ponían de manifiesto que determinados características de los alumnos y alumnas, y sobre todo de su contexto escolar y familiar, podían estar vinculadas con la mayor o menor probabilidad de verse implicados en situaciones de maltrato y otros conflictos de convivencia. Por ello el estudio se propuso indagar también estas posibles relaciones. Para ello planteó a los alumnos determinadas preguntas acerca de su autoconcepto académico, de su red social de amistades, y de la calidad de las relaciones que mantienen con su familia. Los resultados, que se recogen en las Tablas 3.5, 3.6, 3.7 y 3.8, han mostrado algunas relaciones interesantes. En primer lugar se observa una relación entre la percepción que tiene el alumno o la alumna de sí mismo como estudiante y la participación en determinados conflictos. En concreto, los que se ven menos competentes tienen una mayor probabilidad de sufrir maltrato mediante el insulto y la maledicencia. También hay un mayor número de agresores con bajo autoconcepto que hostigan a sus compañeros con agresiones verbales, agresiones físicas y amenazas y chantajes. Por lo que se refiere a los conflictos con el profesorado, este tipo de alumnado reconoce en mayor proporción faltar al respeto a los profesores y agredirles, pero también se siente en mayor medida ridiculizado e intimidado con amenazas por ellos y ellas, y piensa en un porcentaje mayor de casos que los docentes le tienen manía. Finalmente son alumnos y alumnas que admiten llevar a cabo un mayor número de conductas disruptivas y vandálicas. Otra de las características de los alumnos y alumnas con peores relaciones interpersonales tanto con sus compañeros como con los docentes es la baja sociabilidad. Se ha comprobado que los estudiantes que se sienten aislados dicen haber sido víctimas de todos los tipos de maltrato en mayor proporción que quienes no tienen esta percepción de soledad. También quienes se han declarado agresores en todas las formas de victimización, excepto la exclusión social y el acoso sexual físico, muestran esta característica. Igualmente son alumnos y alumnas que en un porcentaje significativamente superior agreden a los profesores, y muestran conductas disruptivas y vandálicas. Finalmente se sienten peor tratados por los docentes en todas las manifestaciones en que este conflicto se ha estudiado (tener manía, intimidar con amenazas, insultar y ridiculizar). Por último, quienes dicen tener poca confianza con su familia también declaran estar implicados más que el resto de sus compañeros y compañeras en este tipo de conflictos de relaciones interpersonales. Al igual que sucedía con el alumnado con baja sociabilidad, la falta de confianza en la familia muestra relación con todas las formas de ser víctima del maltrato analizadas, y en este caso, también con todas las maneras en las que los alumnos y alumnas declaran llevar a cabo el maltrato. Se aprecian igualmente diferencias significativas en las conductas disruptivas y vandálicas, en todas las formas de agresión del profesorado hacia el alumnado y en una del alumnado hacia el profesorado: faltarles al respeto3.

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Para conocer con más detalle las características teóricas y psicométricas de este cuestionario, el lector puede dirigirse al capítulo de Alejandro Tiana en el libro de Marchesi y Martín (2002) Evaluación de la Educación Secundaria. Fotografía de una etapa polémica. Madrid: Fundación Santa María.


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