El Carrete Mágico

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EL CARRETE MÁGICO

José Carlos Burle, Alinor Azevedo y Moacyr Fenelon, quienes inicialmente buscaban promover un cine crítico realista, trabajando con temas populares. Su primera película, Moleque Jíáo (1943), estaba basada en la vida de Sebastiáo Prato, "Grande Ótelo", ya bien conocido como actor de cine y teatro. El énfasis en un protagonista negro fue una elección progresista en una sociedad en donde los negros eran oprimidos racial, económica, política y socialmente 64 . La estructura de Atlántida era artesanal: funcionaba con pocos recursos y en estudios rudimentarios, mientras que el grupo trabajaba en diferentes tareas. Sin embargo, películas socialmente comprometidas, como lo señala el título de una película posterior, Las tristezas no pagan deudas (1944), no podían garantizar la estabilidad financiera. Su mayor éxito llegó cuando unieron a Osearito, el cómico brasileño más brillante, con Grande Ótelo. El dúo apareció en algunas exitosas comedias durante los años cuarenta. Este éxito atrajo a Luiz Severiano Ribeiro, quien administraba las mayores redes de exhibición y distribución en el país. Severiano compró Atlántida en 1947, y por primera vez Brasil pudo vanagloriarse de una industria verticalmente integrada, haciendo dinero esencialmente con las chanchadas, explotando las habilidades cómicas —especialmente las verbales— de Oscarito, Grande Ótelo y de algunas otras estrellas como Zé Trinidade, Wilson Grey y Zezé Macedo. La compra de Severiano Ribeiro ocurrió en el momento en que Vargas decretó que cada sala de cine debía exhibir tres películas brasileñas al año. Así, hizo películas para sus propios teatros, manteniendo las ganancias en familia. Era un cine genuinamente popular, que conquistó un público en su mayoría perteneciente a la clase trabajadora. Como tal, se convertiría en objeto del rechazo de la clase media, que condenó el género como liviano, desordenado, descuidado, y explotando el peor de los gustos. Las chanchadas podían producir dinero, pero no podían considerarse como cinematografía. El deseo de proveer una alternativa frente a este entretenimiento producido en Rio, poco intelectual y cargado de argot, sería una de las razones para el desarrollo, en Sao Paulo, de la Compañía Vera Cruz, fundada en noviembre de 194965. 64 Robert Stam, "Blacks in Brazilian Cinema", en John D.H. Downing (ed.), Film and Polines in the Third World, Nueva York, Autonomedia, 1987, pp. 257-265. 65 Maria Rita Galváo, Burguesía e cinema: o Caso Vera Cruz, Rio de Janeiro, Civilizado Brasileira/Embrafilme, 1981.


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