El Carrete Mágico

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EL CARRETE MÁGICO

Fleischer, y El señor de las moscas, de Peter Brook, fueron filmadas allí, y Hollywood rodó un promedio de cuatro películas al año en la isla. Las intermitentes producciones locales tendían a emplear los géneros populares, el cine de gangsters o los melodramas televisivos. La inversión de capital norteamericano también creó agencias de publicidad que ayudaron a capacitar a los técnicos locales. La creciente sofisticación tecnológica y un conocimiento de las graves desigualdades en la sociedad provocadas, más que resueltas, por la inversión norteamericana, condujeron, a mediados de los años setenta, a la aparición de un movimiento documentalista crítico y nacionalista. Su producción va desde las películas denunciatorias de comienzos de los años setenta, como los trabajos de Diego de la Texera y del grupo Tirabuzón Rojo, hasta las producciones de José García Torres para el canal WNET-TV de la televisión de Nueva York, y los sutiles documentales de mediados de la década. Los críticos coinciden en que las más importantes de estas películas son: Angelitos negros (1976), de Mike Cuesta; Destino manifiesto (1977), de José García Torres; Alicia Alonso (1978), de Marcos Zurinaga, y Reflejos de nuestro pasado (1979), dirigida por Luis Soto10. Cuesta muestra la dramática muerte de un niño puertorriqueño en Nueva York, y su funeral, sin emplear diálogos sino las canciones de uno de los mayores cantantes de Puerto Rico, Willie Colón. El simpático retrato que hace Zurinaga de la prima donna cubana Alicia Alonso, y el amplio análisis político de García Torres sobre el imperialismo norteamericano bajo el disfraz de un destino manifiesto, demuestran un sutil y complejo manejo de diferentes materiales cinematográficos. La primera película argumental de esta nueva tendencia, Isabel la Negra (1979), unió a los mayores talentos de Puerto Rico, tanto en la isla como en los Estados Unidos: el escritor Emilio Díaz Valcárcel y las estrellas de Hollywood José Ferrer, Raúl Julia y Myriam Colón. La cinta reveló una cierta indecisión sobre lo que debía ser un cine nacional: tomó el trillado tema, más que trabajado por el cine mexicano, del picaro con corazón, y fue hablada en inglés con el fin de facilitar la distribución en los Estados Unidos. Sin embargo, no logró captar el público deseado. Dios los cría (1980), de Jacobo Morales, fue mucho más definida, ofreciendo cinco viñetas de la vida de la clase media puertorriqueña y recibiendo un amplio respaldo de la crítica. 10 Luis Antonio Rosario Quilés, "El nuevo cine", en Hojas de cine, Vol. I, ed. cit, p. 482.


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