RS: Se dice que su trabajo La otra cara es la primera novela que haya escrito un autor maya. ¿Es cierto eso? GPG: Hasta donde yo tengo conocimiento, sí. Ha habido escritos sobre los mayas por personas no mayas. Pero una novela de esta naturaleza, escrita en idioma maya, es, hasta yo sé, la primera. Hay una novela, por ejemplo, Juan Perez Jolote, que habla sobre los mayas tzotziles pero es una obra escrita por un autor ladino, o como El destino del indio de Oliver La Farge, una novela sobre los mayas de Chiapas y Guatemala. RS: ¿Con qué intencion escribió Ud. esta novela? GPG: Creo que es importante recordar los objetivos que prentendí yo alcanzar con la obra. Aparte de la necesidad de expresión artística y estética, es en cierto sentido la denuncia de la situación social y especialmente dar a conocer la cultura maya q’anjob’al. Por eso, los que estudian la literatura en la actualidad, al menos en Guatemala y en Centroamérica, creen que hay una nueva tendencia en nuestra literatura que es la testinovela. Cae La otra cara dentro del género de testinovela porque es un testimonio de explotación y marginación que se da para la sociedad maya en general. Tal vez se puede aplicar para toda la sociedad indígena americana pero en particular para los mayas y muy en particular para los q’anjob’ales que han vivido una situación muy difícil en su sobrevivencia en esta parte del país. Esos son los principales objetivos. Y ahora creo que he madurado un poquito a través de estos años. Creo que voy a tener que enfocar una nueva tendencia literaria en cuanto a revitalizar, retomar el lenguaje, el estilo, la forma de la escritura de los mayas antiguos. Ese es mi propósito de aquí en el futuro. Estamos trabajando con unos estudiantes mayas en la universidad que llevan un curso de Literatura Maya y la Tradición Oral. Trabajamos con base en algunas muestras que nos quedan como el Popwuj y los Chilames que nos dan la idea de cómo hablaban nuestros abuelos, cómo era la literatura antigua. Aunque siempre existe evolución dentro del arte literario. RS: Ud. dijo que escribió la novela en q’anjonb’al y que la iba traduciendo al castellano. ¿Encontró Ud. alguna dificultad en ese proceso de traducción? GPG: Afortunadamente, manejo más o menos los dos idiomas. Yo he vivido en los dos mundos. Entonces no me fue muy difícil. Sin embargo, los idiomas mayas son muy pragmáticos, son concretos. Las cosas muy teóricas, muy especulativas en el concepto maya son relativamente pocas. Entonces tuve un poco de dificultad en cuanto a adaptar ciertas cosas al castellano. Pensé la novela en maya y cuando tuve que trasladar eso, había que no ser tan materialista en español sino que trabajarlo un poco más teóricamente. Por ejemplo, conceptos como el amor, como Dios, y las cosas metafísicas son algo difíciles de escribirlos con palabras mayas. RS: No entiendo eso. En mi contacto con el mundo maya he encontrado que esos componentes de la vida son mucho más desarrollados entre los indígenas que en la cultura ladina. GPG: En nuestra cultura esas experiencias se viven. En las lenguas mayas las cosas se llaman por su nombre material. El amor, por ejemplo, no tiene traducción en idioma q’anjob’al. Pero no es que no existen esas experiencias. Se viven. No es para ser analizada o conceptualizada críticamente. Más bien, son situaciones vivenciales. Por eso, cuando escribí la parte de la novela en que Luín y Malín se enamoran, me di cuenta de lo que significa el amor para una sociedad más compleja y sofisticada. Pero para los mayas es sentir, experimentar y vivir. No se dicen palabras, se vive, se baila, se transporta a un mundo espiritual internamente al son de la marimba. Esa noche cuando ellos bailan por primera vez, ellos no se dicen palabras. No hay discurso y palabras muy bonitas. Más bien son sentimientos que se experimentan. Cuando tenía que trasladar todo eso al español yo recurrí a la poética, a la lírica, a la retórica en castellano. Por estas
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