Macross

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-¡Ahhh! -Rick apretó el gatillo de su timón de mando con furia, y la ametralladora lapidó al pod con una granizada de balas de alto calibre y alta densidad. El frente blindado del invasor desapareció en una mezcla de explosiones, esquirlas y humo. Hubo explosiones secundarias, la máquina cayó al suelo como un avestruz moribundo y las piernas extrañamente articuladas se elevaron por detrás, cuando que el resto de ella se desbarató. Rick se encontró con que todavía estaba apretando el gatillo de su timón -en vano; el cargador del Gatling estaba vacío. Quitó su mano exhalando un suspiro de alivio o de desesperación -no estaba seguro de cuál. Y en aquel momento escuchó el sonido del metal que rechinaba y cambiaba. En la espalda del pod se abrió una compuerta. Una compuerta de casi tres metros de diámetro. Surgió una figura con casco y armadura. Era de la escala de los pods -más alto que la mayoría de los edificios de los alrededores. El visor de su casco era un frío e inmenso ojo de pescado color verde. Tenía forma humana y venía hacia Rick. Y por primera vez en su vida Rick se congeló. No podía dejar a Minmei, ya no tenía municiones y, además... la visión de la cosa lo tenía completamente atontado. Era tan grande como un Battloid. El piso reverberó bajo sus pies; justo cuando Rick pensó que las cosas no podían ponerse peor, los brazos del ente se alzaron y retiraron un casco del tamaño de la cabina del Veritech y lo dejaron caer con cansancio. El rostro podría haber sido el rostro de cualquiera que se encontrara en las calles de Ciudad Macross. El monstruo hizo ruidos retumbantes e ininteligibles de modulación grave -nada sorprendente en vista de lo largas y musculosas que debían ser sus cuerdas vocales si estas seguían la forma humana. Se tambaleó y se balanceó hacia el Veritech. Rick se congeló en su asiento -sin nada para disparar y reacio a eyectar, o bien, a dejar abandonada a Minmei. Un terrible gruñido de barítono sacudió el aire, y el pie calzado en metal del gigantesco guerrero extraterrestre aplastó un auto. El titán se estiró hacia el Veritech; él sabía con absoluta claridad quién era su enemigo y lo que Rick le había hecho. Aún muriendo tendría su venganza. Rick permaneció sentado inmóvil. Hubo un estallido de altos decibeles, como el zumbido de una sierra que provenía desde algún lugar. El extraterrestre, cuyos dedos no estaban muy lejos de la carlinga de Rick, de repente pareció pálido y vulnerable. Cayó al suelo y no se movió más, doblando y colapsando la armadura de su cuerpo con su peso. El extraterrestre cayó boca abajo y su espalda mostró las profundas penetraciones de los cartuchos de la Gatling Veritech. Casi había cumplido con su objetivo; su mano derecha había agarrado e inmovilizado el pie izquierdo del Guardián. El suelo se sacudió cuando se acercó Roy Fokker con su Battloid cargando el arma al hombro. -¿Qué era eso? -Rick no podía sacudirse el terror-. ¿Qué era esa cosa, Roy?


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