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Con nuevas tecnologías revolucionan la calidad y gestión del agua potable

La tecnología ya viene revolucionando la vida cotidiana de las personas y desde hace años viene empleándose para mejorar la gestión de recursos como el agua. Diversas empresas, investigadores y científicos, a través de instituciones, universidades y otras entidades, continúan apostando por buscar nuevos métodos de obtener, preservar y monitorear las fuentes hídricas de las que se abastece el mundo.

En ese sentido, la eficiencia sigue siendo una de las exploraciones prioritarias que se vienen conociendo en los últimos años. Diversas herramientas tecnológicas permiten a los operadores optimizar la eficiencia energética, lo que permite evitar la pérdida de agua, así como reducir la contaminación de los cuerpos hídricos y tomar medidas de mantenimiento predictivo en situaciones no deseadas, como la rotura de tuberías, fugas y el control de drenaje.

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Para las Entidades Prestadoras de Servicios de Agua y Saneamiento, que buscan que más ciudades y centros poblados tengan un correcto acceso al agua potable, asegurar una correcta distribución del sistema requiere el soporte técnico de equipamiento como el que ofrecen compañías trasnacionales, entre ellas Siemens y Kilimo, de tecnología agrícola, que se especializan en mejorar los sistemas hídricos, reducir el consumo sin afectar la calidad de los cultivos, y preservar la mayor cantidad de este bien líquido.

Agroindustria ecoeficiente

En los procesos de producción agroindustrial se pueden emplear diversas tecnologías digitales relacionadas al ahorro de agua y, gracias a certificaciones como el Certificado Azul, que otorga la Autoridad Nacional del Agua, un reconocimiento a usuarios que son hídricamente responsables, se puede dar un valor adicional a la producción agrícola, la cual, según estimaciones del Banco Mundial, aumentará hasta en un 70% al año 2050, lo que demandará una mejor gestión del recurso hídrico a fin de frenar los efectos en el cambio climático.

Asimismo, los principales beneficios de la tecnología están relacionados tanto al ahorro del recurso como de un menor gasto económico. En el Perú, esta implementación ya se viene dando gracias a herramientas digitales que ayudan a tener una mayor precisión en el uso del agua dentro del campo. El uso de plataformas de monitoreo de riego ya está marcando una tendencia hacia la agricultura 4.0, en la que el Perú tiene un enorme potencial, pero para ello son necesarios programas que capaciten a los productores y agricultores en estas técnicas innovadoras. Rodrigo Tissera, cofundador de Kilimo, explica que la recolección de datos en el campo ayuda a aumentar su productividad, tanto por agua como por otros insumos agrícolas, alcanzando un ahorro hasta de 25% del recurso hídrico y hasta un 12% del energético, dependiendo del cultivo, la zona y la estrategia de riego. El reto principal en el mercado peruano está en brindar estas soluciones a productores de todas las escalas para que la producción de alimentos sea cada vez más sustentable y eficiente. Actualmente, las agroindustrias de la uva, cítricos, arándanos y paltos llevan ventaja.

Ciclo digital del agua

Digitalizar el ciclo del agua permite una vinculación inteligente de los datos de las diferentes etapas que atraviesa este recurso antes de su disposición o utilización. Esto consiste en emplear sensores y medidores en las diversas fuentes de agua, con el fin de identificar las variables hidráulicas, eléctricas y meteorológicas, de modo que se puedan crear nuevas oportunidades para utilizar el agua de manera más eficiente y sostenible a partir de esta información.

Para estas labores se emplean equipos, software y sistemas que pueden mejorar el proceso de producción de principio a fin, haciéndolo más rápido, económico y, sobre todo, sostenible. Esto permite controlar y gestionar los activos de forma remota, con una optimización de los costos operativos para mejorar la toma de decisiones. En lo operativo, se trata de elegir en qué momento racionalizar y administrar el agua para alcanzar una mayor eficiencia en los trabajos de campo, con agilidad y comodidad.

Si bien muchos de estos procesos pueden hacer a las empresas agrícolas más rentables, eficientes, seguras y simples, es necesario hacer una recolección de datos a través de los sensores cuya información es interpretada por el Sistema de Información Geográfica (SIG) y el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) para mapear los cambios actuales y futuros en las precipitaciones, la temperatura o el rendimiento de los cultivos. Por ello, es necesario que todos los fundos y minifundios estén interconectados para realizar una vigilancia en tiempo real.

Estos equipos no solo se encargan de monitorear el agua, sus sensores también pueden proporcionar imágenes en diversos espectros, como los índices de vegetación, el nivel de clorofila, entre otros, en un procedimiento más económico que ayuda a definir con gran precisión la biomasa de los cultivos, altura de las plantas, presencia de factores adversos, así como la saturación de agua en ciertas zonas del campo. Toda esta data en línea facilita los procesos de producción que requieren un mayor control de humedad.

Ciencia para la reutilización

La investigación para reutilizar el agua tiene larga data, sin embargo, ha sido en los últimos años que el Perú ha encontrado propuestas científicas mejor consolidadas, a fin de apostar por su tratamiento para la utilización a nivel municipal y regional. Según el informe “Diagnóstico de las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) del ámbito de las empresas prestadoras de servicios de saneamiento”, el Perú aumentó en 11% el procesamiento de este recurso entre los años 2016 y 2020.

El 85% de las que están en actividad vienen cumpliendo la función de remover las partículas contaminantes de las aguas residuales, que provienen del uso de los servicios de agua potable y el alcantarillado de las ciudades.

El informe, que muestra el estado de la infraestructura, la eficiencia en el tratamiento y la operación y mantenimiento de las 202 plantas, indica que solo 171 de ellas están en funcionamiento al 2022. El 85% de las que están en actividad vienen cumpliendo la función de remover las partículas contaminantes de las aguas residuales, que provienen del uso de los servicios de agua potable y el alcantarillado de las ciudades. De este modo se evita que lleguen a las fuentes de agua naturales como los ríos, lagunas y mares.

Piura es la región con más plantas operativas (31), seguida de Lambayeque (25) y Lima (20). Cabe resaltar que solo cinco empresas concentran el 61% del total de PTAR que se hallan operando en el país. Existen distintos proyectos para aumentar la participación de las empresas privadas en la gestión de las aguas residuales, ya sea por medio de los contratos con alianzas público-privadas, obras por impuestos o convenios específicos.

A nivel científico, existen innovaciones ‘verdes’ para el tratamiento de las aguas residuales, permitiendo su recuperación para uso productivo, el cuidado de las áreas verdes y el consumo humano, eliminando las deficiencias de las actuales lagunas de oxidación, como los malos olores y el alto costo de operación. Estas innovaciones ya tienen experiencias validadas en Panamá, Colombia y España por la empresa Green Engineering, que utiliza un sistema de tratamiento que incorpora el uso de plantas macrofitas en las aguas servidas, y no requiere energía, insumos químicos ni biogestores.

Biofiltro es otra empresa que trabaja en esta línea, habiendo desarrollado un sistema de tratamiento sustentable mediante lombrices de tierra y otros organismos que remueven hasta un 99% los contaminantes en el agua en solo cuatro horas, sin generar residuos y produciendo un sustrato para la regeneración del suelo. Ellos ya vienen operando en el Perú, específicamente en Ica, Lima y Arequipa, además de Estados Unidos, Chile y otros países.

La crisis del agua a nivel global puede verse en indicadores como el crecimiento de la población en el planeta: según el Banco Mundial, para 2030 la diferencia entre la demanda prevista y el suministro de agua disponible en el mundo será del 40%. La escasez crónica de agua, la incertidumbre hidrológica y los fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones y sequías), señalan en un informe, está creando una presión sin precedentes sobre los recursos actuales y su gestión. Por ejemplo, para alimentar a 10 mil millones de personas en 2050 será necesario aumentar un 50% la producción agrícola (que hoy consume el 70 % del agua).

En la actualidad, la seguridad hídrica constituye un desafío que implica considerar los ciclos hidrológicos, la fragmentación de las cuencas transfronterizas, que representan el 60% del flujo mundial de agua dulce, los sistemas de acuíferos y las aguas subterráneas. Para afrontar el cambio climático, el agua debe estar en el centro de las estrategias de adaptación y tomar medidas para crear una resiliencia climática priorizando algunas medidas estratégicas vinculadas a la gestión integrada, las acciones de mitigación y la inversión.

En 2019, la Práctica Global de Agua, del Banco Mundial, presentó su nuevo Plan de Acción Estratégico, a materializarse a través de tres pilares interrelacionados: 1) los recursos hídricos, 2) la prestación de servicios y, 3) la resiliencia, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que ya viene ejecutando programas y proyectos en el mundo, convocando a diversos actores para generar soluciones intersectoriales, e intercambiando datos, conocimientos y experiencias, con una cartera de inversiones de casi 30 mil millones de dólares.

La cooperación internacional es imprescindible para poner en marcha estos proyectos e implementarlos en escala local, dentro de gestiones comunales y zonas rurales. “El agua es nuestro futuro común y es esencial actuar juntos para compartirla equitativamente y gestionarla de forma sostenible”, ha señalado Audrey Azoulay, directora general de la Unesco. Involucrar a los usuarios finales, ajustando los servicios a sus necesidades, es la propuesta de este organismo, así como promover inversiones y soluciones en las que se dé una gestión de “infraestructura natural”, como son los servicios ecosistémicos de las cuencas y litorales (desarrollo resiliente al clima).

La situación de América Latina

Expertos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señalan que los países de la región de América Latina y el Caribe (ALC) se encuentran en un estado de cambio constante. En términos comparativos, la región se caracteriza por la abundancia de agua en su conjunto, aunque con grandes heterogeneidades espaciales y temporales, así como con una dependencia crítica de la producción agrícola y sectores energéticos, lo que incrementa la presión sobre la seguridad hídrica.

Según estimaciones de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el 32% de los recursos hídricos renovables mundiales pueden encontrarse en la región de ALC. Sin embargo, la gran variabilidad espacial en la distribución de estos recursos se traduce en contrastes sorprendentes, como el patrón de lluvias de la Cuenca Amazónica frente a las condiciones de clima árido o semiárido del norte de Chile, el norte y centro de México y el noreste de Brasil, señala su informe “Agua para el Futuro” de 2019. Dada la compleja interacción entre los diferentes sectores implicados (agua y saneamiento, agricultura, energía, entre otros), para los expertos del BID es imperativo pasar de los enfoques tradicionales de gestión sectorial hacia un enfoque integrado para la planificación del desarrollo de los recursos hídricos y su uso. Esto favorecerá temas como la eficiencia económica y ayudará a evitar conflictos, a partir de nuevas prácticas enfocadas en una aplicación más pragmática, centrada en aspectos como: planificación integrada de obras de drenaje urbano; incorporación de cuerpos de agua en la gestión del ambiente urbano; y manejo adecuado de los desechos sólidos que contaminan fuentes de agua aprovechables. La alta vulnerabilidad ante los desastres naturales, especialmente en los segmentos más pobres de la población, genera preocupación, así como los riesgos de las cabeceras de cuencas, que están sujetas a la deforestación y la conversión de tierras a la agricultura. Por

La Alianza Mundial para

Seguridad Hídrica y otro lado, fuentes de agua dulce como las aguas subterráneas son menos conocidas y aprovechadas. Existe un nivel menos avanzado de conocimiento, por lo que se vienen desarrollando ejercicios conjuntos entre organismos nacionales, regionales y globales para hacer una caracterización de los acuíferos existentes en América Latina y el Caribe. Actualmente, se cuenta con una serie de estudios y mapas desarrollados por el Worldwide Hydrogeologic Mapping and Assessment Program.

Saneamiento (GWSP, por sus siglas en inglés) cuenta con un fondo fiduciario de múltiples donantes, puesto en marcha en 2017, que permite abordar aspectos estratégicos para la gestión del agua a nivel mundial.

Cooperación internacional

La Alianza Mundial para la Seguridad Hídrica y el Saneamiento (GWSP, por sus siglas en inglés) cuenta con un fondo fiduciario de múltiples donantes, puesto en marcha en 2017, que permite abordar aspectos estratégicos para la gestión del agua a nivel mundial. Optimización del uso del agua a través de mejoras en la planificación, la ampliación del suministro y su disponibilidad, así como su almacenamiento, reciclaje y reutilización son parte de sus líneas de acción, las cuales deben ir acompañadas de políticas nacionales con una mejor planificación urbana. GWSP también señala que se requiere la ampliación de los programas de seguros de cosechas para proteger a los agricultores. “Se requiere compromiso político, liderazgo, innovaciones y avances tecnológicos en la prestación de servicios y los modelos de financiamiento para ayudar a los gobiernos”. Invertir en las instituciones responsables de este recurso es parte de la construcción de infraestructura para lograr un acceso universal. Esto puede lograrse a partir del financiamiento que provee la movilización de fondos de donantes. Para responder a la pandemia del COVID-19, las acciones en el sector de agua, saneamiento e higiene fueron necesarias para frenar al virus y reducir sus impactos inmediatos. En ese contexto, se invirtió en servicios de agua, saneamiento e higiene en los centros de salud para brindar una atención médica de calidad, y evitar una mayor propagación. Se emplearon instalaciones fijas y portátiles para el lavado de manos, partidas de jabón y desinfectantes para manos a base de alcohol, suministros de agua para el lavado de manos, y puntos de tratamiento del agua para el consumo humano. En las escuelas, los centros de trabajo, los mercados, las estaciones de transporte y otros lugares donde hay afluencia de personas se debe contar con acceso a estas instalaciones.

Una de las entidades de cooperación que tuvo gran participación en este tema fue la Alianza Mundial para Promover el Lavado de Manos, que contribuyó con movilizar a los actores públicos, privados y de la sociedad civil, a fin de que ayuden a elaborar mensajes y materiales destinados a responder a los brotes de COVID-19. En muchas comunidades, centros de salud y escuelas rurales este impacto pudo ser mayor si no se contaba con esta respuesta rápida y oportuna que incluyó la operación de plantas compactas de tratamiento de agua y el suministro de agua a través de camiones para la distribución y el almacenamiento necesario para la operación del saneamiento.

Inversiones recientes

En 2023, la Cooperación Andina de Fomento (CAF) destinará 4.000 millones de dólares para promover la seguridad hídrica en América Latina y el Caribe, según se anunció durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua 2023, que se orienta a movilizar recursos financieros para promover la seguridad hídrica, incluyendo el control de las inundaciones, la gestión de sequías, garantizar el acceso seguro y equitativo al agua y saneamiento, y reducir la contaminación hídrica y de los residuos sólidos urbanos.

El financiamiento de estos proyectos e iniciativas que promueven una gestión integrada del recurso hídrico y una mejora en la gobernanza del agua a nivel regional se extenderá hasta el 2026. Este compromiso permitirá generar comunidades más saludables, inclusivas y resilientes al clima, y contribuirá a la reducción de las brechas existentes. En paralelo, el organismo multilateral presentará su Estrategia de Agua 20232026, que establece las líneas de acción para la seguridad hídrica. Como parte de ellas, se prevé continuar la aceleración de iniciativas sostenibles y de calidad a través del Programa de Preparación de Proyectos de Agua CAF-PPSA. Además, catalizará mayores recursos de inversión y de pre inversión de otras agencias y donantes internacionales, y propiciará una mayor participación del sector privado para amplificar la cartera de proyectos hídricos y dinamizar la reducción de brechas en la región de América Latina y el Caribe. El compromiso incluye el establecimiento de sinergias con instituciones financieras internacionales y entidades globales relevantes, para incrementar el número de actores y de recursos orientados a la seguridad hídrica. “Para salvaguardar nuestra “casa común” resulta urgente enfocar las políticas públicas de nuestros países en lograr el acceso universal y equitativo al agua potable”, explicó el vicepresidente Corporativo de Programación Estratégica de CAF, Christian Asinelli.