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¿Y SI NO ESTAMOS TAN MAL?
Durante buena parte del 2022 la creencia en la llegada de una recesión en 2023 estaba de lo más extendida. Sin embargo, la economía está mostrándose más resiliente de lo que analistas y economistas esperaban. No solo porque el crecimiento económico, aunque lento, no haya caído; sino porque otros indicadores como el empleo o los beneficios empresariales se están mostrando más sólidos de lo que cabía esperar.
Por el lado de los beneficios empresariales, el 71% de las empresas del S&P 500 han batido las expectativas del mercado al observar una caída año contra año (YoY) de los beneficios del 3% cuando se esperaba un 7% de descenso. Mientras que los márgenes se reducen solo un 1% frente a un 1,5% esperado.
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El escenario, por ese lado, parece mejor de lo que se anunciaba e invita al optimismo, moderado eso sí. Aunque, es cierto que, por el lado de la inflación, y especialmente la subyacente, los datos no están siendo tan positivos como cabría esperar. No hay que olvidar que una inflación tres veces superior al crecimiento económico significa una pérdida significativa de la riqueza, sin necesidad de ver una contracción en el PIB.
En definitiva, los datos macro no están siendo tan duros como se esperaban hace unos meses y parecen aplazar la recesión. De igual manera, las empresas están mostrando una fortaleza positiva para los inversores y para el mercado al conseguir unos beneficios mejores de lo esperado.
Sin embargo, y a pesar de que se están dando datos de empleo, beneficios y crecimiento no tan malos, al menos en términos nominales, la economía no muestra un aspecto tan positivo en términos reales. Así las cosas, la moderación con lo que está por venir debe primar en el mercado, especialmente cuando las restricciones al crédito golpeen la actividad económica.
