LA BANDERA DE ISRAEL er Londynski llegó a Hacoaj en 1944, luego de diez años de militancia en el Hashomer Hatzair, movimiento juvenil sionista socialista en el que había forjado su personalidad y en el que había aprendido a sostener sus opiniones con firme convicción. Décadas después, puesto a reflexionar sobre aquellos primeros años de Hacoaj, sus afirmaciones siguen sosteniendo la firmeza de entonces. Es por ello que no titubea al decir que “…los fundadores de Hacoaj pensaron al Club como un espacio restringido y, a pesar de haber nacido como respuesta a la discriminación antisemita, Hacoaj tenía una débil identidad judía. Buena parte de los fundadores estaban fuertemente marcados por una ideología comunista de alineación pro soviética, y por lo tanto, contraria a la idea tradicional judía y, especialmente, al sionismo, como movimiento de liberación nacional y social del pueblo judío en la Tierra de Israel. Ellos conformaban una corriente interna que se conoció como el “Grupo Anteo”. Hacoaj nació, entonces, con esa contradicción”. Alarmado por esta situación, un sector de la dirigencia comunitaria decidió que un grupo de jóvenes sionistas se hiciera socio de Hacoaj, para trabajar desde adentro y forzar un cambio ideológico. “Había que pagar una alta cuota de ingreso y las mensualidades no estaban al alcance del bolsillo de cualquiera. Igualmente nos asociamos y rápidamente comenzamos a meternos en la interna del Club”. Pero para ser alguien dentro de Hacoaj había que ser un buen deportista, especialmente en el remo. “Entonces aprendí a remar -recuerda Ber- y también propuse que se armara un equipo de vóleibol, deporte que había jugado en el Hashomer Hatzair”. En Hacoaj no se jugaba al vóley. Había un buen equipo de básquet y algunos jugadores de tenis, además de los remeros, por supuesto. Otros deportes no tenían mucho lugar. “Con mis amigos sionistas -continúa Ber- nos presentamos ante el Director de Educación Física, el profesor Glauco Caielli, quien encantado aceptó formar un equipo de este deporte nuevo y poco conocido”. Caielli sacó una red de la cancha de tenis y la puso alta, para probar a estos muchachos. - Vamos a hacer una cosa -dijo. Ustedes juegan bien al voley ¿están fichados? - No, somos socios nuevos -contestamos. - Hagamos un desafío con el primer equipo de básquet de Hacoaj. Si ustedes les ganan, los fichamos y los hacemos representar al Club. “Los de básquet eran todos lungos pero les ganamos 15-0, 15-0. Caielli quedó asombrado y nos fichó a todos. A mí me nombraron capitán”. El equipo de vóley de Hacoaj estaba integrado por Raúl Chernof, Fabio Bruschtein, Manuel Chausovsky, José Gotlieb, Sin-
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del Ioszpe, José Rosenblat, Abraham Cheistwer y el propio Ber. Los comienzos no fueron fáciles. No había lugar para entrenar y el Club ni siquiera proveyó las camisetas. Pero era un buen equipo. En el año 1947 ganó la Copa Morgan, de la Federación Argentina de Vóleibol, en la categoría Novicios. La final fue contra un equipo de militares. “En ese momento no teníamos cancha, así que siempre éramos visitantes. Recuerdo que se llenó la tribuna y empezaron a gritarnos que nos iban a hacer jabón… Estábamos los jugadores nada más y no teníamos hinchada. El técnico era Caielli, que una vez más demostró ser una gran persona. Antes de salir a jugar, nos reunió y nos dijo: “Cálmense, no tenemos otra salida. Hay que ganar o ganar. Porque si perdemos nos van a gritar, nos van a insultar, nos van a patear, nos van a hacer de todo. Si ganamos, por lo menos, vamos a salir con la frente alta”. Él, que no era judío, sufría los insultos tanto o más que nosotros. Y ganamos. Nos matamos y les ganamos. Fue la primera copa de Vóley de Hacoaj y de un club judío en la Argentina, lo que tuvo una importancia tremenda”. Otro de los grandes recuerdos de Ber está ligado al nacimiento mismo del Estado de Israel. El 29 de noviembre de 1947 fue una fecha de fundamental importancia para la historia moderna del pueblo judío. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución Nº 181 “De Partición de Palestina”, que ponía un plazo de seis meses para la finalización del Mandato Británico sobre la región. Era la concreción política de la lucha del Movimiento Sionista. Pronto culminarían dos milenios de dispersión. El 7 de diciembre se realizó en Hacoaj un acto de gran trascendencia: era la primera vez que en la Argentina se izaba la bandera sionista y se entonaba el Hatikva (que pocos meses después serían la Bandera y el Himno Nacional del Estado de Israel). La tradicional pista de baile los domingos a la tarde reemplazó los tangos y los boleros habituales por un “hora”, baile en ronda descendiente lejano de los freilaj y antecedente más cercano de los modernos “rikudim”. “Para ese entonces -recuerda Ber Londynski- ya éramos unos cuantos los socios que veníamos del Ateneo Sionista, tanto de universitarios como de secundarios. Pero a los muchachos del Grupo Anteo esto no les gustó mucho que digamos. Alguien cortó la luz, se acabó la música y nos tiraron al agua… Hubo empujones y trompadas. Aquella tarde nadie bailó”. Aquellas experiencias no hicieron más que ratificar la decisión del grupo de asociados sionistas de quedarse en Hacoaj para torcer el rumbo que estaba tomando la Institución. La decisión fue comenzar a hacerse fuertes en los deportes y las comisiones internas, trabajar desde abajo para alcanzar la conducción, en el mediano plazo. Pero para ello era necesario, primero, abrir las puertas del Club y sumar más socios.