El pentagrama político: Ensayos sobre música y nacionalismo

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más o menos clara de rescatar al obrero de la taberna y generar un destacado movimiento social y político con la excusa del canto colectivo. Este error funcionó muy bien en el debate que mantuvo Clavé con los hermanos Tolosa, fundadores y defensores del Orfeón Barcelonés, considerado por ellos la primera iniciativa coral en España, manteniendo una viva polémica en la prensa musical del momento. Sin embargo, parece poco creíble que la vitalidad del movimiento puesto en marcha por Clavé, que en poco más de diez años era capaz de reunir a miles de cantantes en sus “aplecs” fuese consecuencia exclusiva de una actitud beatífica y salvadora. (Ver un coro claveriano, naturalmente masculino, interpretando Les flors de maig de Clavé: https://www.youtube.com/watch?v=ddteMbZVje4). La historiografía tradicional se complacía en análisis muy simples y generosos, puesto que tampoco fue muy rigorosa la referencia al estreno en España de Wagner en uno de los ciclos de conciertos dirigido por Clavé, presentado como un visionario capaz de predecir el futuro en unos años en que el compositor bávaro estaba poco menos que proscrito en todas partes. Se ha querido ignorar que Clavé era, básicamente, un empresario ochocentista que quería sacar rendimiento de sus iniciativas musicales y, por definición estaba incapacitado para gozar de la clarividencia que siempre se le ha otorgado. Por otro lado, el movimiento de recuperación de los Jocs Florals, estímulo de la lírica catalana (puesto en marcha per Antoni Bofarull y Víctor Balaguer en 1859) tuvo mucho de académico y de promoción de la lengua más que de movimiento popular, como también las primeras actividades etnomusicológicas de Francesc Alió (1862-1908) (primer recuperador del himno de Cataluña Els segadors) de Joan Carreras i Dagàs (1828-1900), de Càndid Candi (1844-1911) o del mismo Felip Pedrell (1941-1922), que pretendían sumarse al movimiento de recuperación de los patrimonios o sustratos populares, iniciado en los años de 1820 primero por John Gottfried Herder (1744-1803) y más tarde per Carl Friedrich Stumpf (1848-1936). No puede olvidarse el papel fundamental que tuvo en la construcción del concepto de Nacionalismo el empeño de Torras i Bages, obispo de Vic (1899), consiliario del Cercle Artístic de Sant Lluc, miembro de la Unió Catalanista y fundador de la Lliga Espiritual de la Mare de Déu de Montserrat, redactor de las Bases de Manresa (1892) y autor de La tradició catalana, obra de signo conservador (“Catalunya será cristiana o no será”), complemento y réplica a Lo catalanisme de Valentí Almirall (1886). La Exposición Universal de Barcelona de 1888 significó en Cataluña el inicio de la modernización del país, vigorizando la economía, en un intento de desentenderse del corsé y la dependencia del estado español (factor económico) y hacerse con herramientas para el autogobierno (factor político). Desde el punto de vista musical, aquel certamen permitió poner de relieve que los dos grandes movimientos musicales colectivos, las bandas y las sociedades corales, necesitaban de impulso para superar el ruralismo en que se encontraba inmersa la música en aquellos momentos. La fundación de l’Orfeó Català el 1891, como resultado de la frustración derivada del discreto papel jugado por las entidades corales en los concursos celebrados durante la Exposición de 1888, representó el momento inicial de un imparable movimiento en que quedarían vinculadas música, clase social, economía, religión y política, hecho que, con sinuosidades diversas, ha llegado hasta nuestros días, con el escandaloso papel jugado por el gestor de la entidad Fèlix Millet i Tusell, 52


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