Howard Gardner
Estructuras de la Mente
Wesleyan University Press, 1965), p. 91. 41 En M. N. H'Doubler, Dance [207], se describen las muchas posibles combinaciones del movimiento. 42 El comentario de Balanchine es de la p. 97 de Cohén, Modern Dance [224].
Descrita de esa manera, la danza puede parecer una forma de comunicación y expresión seca y relativamente abstracta. Y, en efecto, es difícil hacer que los danzantes (o incluso los críticos de danza) caractericen su actividad en una forma directa y concreta. Isadora Duncan, precursora bailarina de este siglo, lo resumió en su conocido comentario: "Si pudiera decir qué es, no lo hubiera bailado." 43 Martha Graham, quizá la principal bailarina moderna de este siglo, hizo una observación intrigante: A menudo comenté acerca de la dificultad extrema para sostener cualquier clase de conversación con la mayoría de los bailarines [hombres y mujeres] con alguna clase de cohesión lógica —sus mentes nada más saltan sin cesar (quizá como mi cuerpo)— la lógica —como lo es— ocurre en el nivel de la actividad motora.44
Sin embargo, típicamente los aspectos concreto y físico de la danza, el empleo del cuerpo en toda clase de formas insólitas pero satisfactorias, son los que sirven al inicio para atraer a un individuo a la danza. El bailarín y coreógrafo norteamericano José Limón recuerda: 45 De niño, en México me fascinaban —como a cualquier niño— las jotas españolas, los jarabes mexicanos y los bailes indios. Más tarde, del otro lado de la frontera, vi bailarines de tap y de ballet. Entonces, por puro accidente asistí a una actuación de [el bailarín moderno] Harald Kreutzberg. Vi la danza como una visión de poder inefable. Era posible que un hombre pudiera bailar, con dignidad y elevada majestuosidad.
A veces las puras propiedades del cuerpo de uno sirven como seductoras. Nijinsky, de quien se afirma en forma controvertida que es el máximo bailarín del siglo, ya destacaba como estudiante de ballet, mostrando un virtuosismo que se apartaba por completo de lo ordinario.46 Y a veces lo que se produce es el misterio de los patrones. Amy Greenfield, bailarina contemporánea, dice que cuando de niña asistía al ballet, le gustaba cerrar los ojos e imaginar qué seguía. Si abría los ojos y los bailarines se encontraban donde ella había imaginado, ganaba.47 Con los varones en el Occidente, el interés en el baile sólo puede surgir mucho más tarde, quizá debido al tabú cultural con respecto a que los hombres bailen (se hacía burla a Nijinsky por ser como niña: así, ¡el tabú tampoco estaba ausente en la Rusia zarista!). .Quizá debido a este tabú los coreógrafos contemporáneos Eric Hawkins y Remy Charlip no comenzaron a interesarse en la danza sino hasta que estaban en la universidad. Las fuerzas atávicas subyacen en la creación de la danza. El bailarín y coreógrafo Alwin Nikolai ofrece una descripción testimonial de cómo una idea se transforma en danza: Prefiero dejar una sola idea simple en mi cerebro y que vague durante varios meses, sin que yo haga ningún esfuerzo particular por tener conciencia de él. Luego, dos o tres semanas antes de comenzar a hacer una coreografía, trato de calcular el resultado de este proceso de Rorschach. Luego, me gusta elaborar la coreografía con rapidez y en un periodo breve; creo que en este derrame conservo abiertos 48 los canales de mi materia.
Otro intérprete artístico, Donald McKayle, relata que un recuerdo infantil provocó su primera danza: una calle, un terreno de juegos de niños de vecindad, vibrante con llamadas y gritos, los gritos 43
La declaración de Isadora Duncan se cita en Támara Comstock, comp., New Directions in Dance Research: Anthropology and Dance (the American Indian)(Nueva York: Committee on Research on Dance, 1974), p. 256. 44 La observación de Martha Graham es de su The Notebooks of Martha Graham (Nueva York: Harcourt, Brace, Jovanovich, 1973). 45 José Limón está citado en Cohén, Modern Dance [224], p. 23. 46 La promesa de Nijinsky como joven estudiante de ballet se describe en J. Russell, "Pas de Deux", una reseña de Irina Nijinska y J. Rawlinson, comps., y trads., Bronislava Nijinska: Early Memoirs, New York Review of Books, 3 de diciembre de 1981. 179