Goyo Presente

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Yo también lo conocí. Violeta Bagnara1

“Te espero cuando la noche se haga día, suspiros de esperanzas ya perdidas” Mario Benedetti A Gregorio Minica Argote: Yo también lo conocí. Por supuesto, y como habría podido no fijarme en él, buen mozo y dicharachero como era, asiduo al casino de Artes y Oficio donde hacía matinée, vermouth y noche. Recién llegada a Santiago desde Contulmo, apenitas con diecisiete, mi tía me trajo a trabajar como garzona en el casino. Fue así como lo conocí. Pero yo sé que a mí nadie me recuerda. Claro, no era estudiante y nunca milité en los partidos. Tampoco podría haberlo hecho, porque mi tía me había prohibido la amistad con los chiquillos upelientos, como los llamaba ella y me controlaba los horarios de salida poco menos que con uslero. El Goyito llegaba temprano a organizar sus reuniones y ha estudiar, instalado en la última mesa frente a la ventana. Y bueno, yo me adelantaba a servirle su rico café con leche y un sanguche de pollo con palta con harta yapa, que cancelaba ceremoniosamente por las tardes. Después, como las reuniones se alargaban durante el día, me las arreglaba para ir a servirle café o té, a la propia oficina del centro de alumnos que estaba al frente de la puerta del casino. Esa mañana el Goyito la sabía y me la agradecía con un cerradita de ojo acompañada de esa sonrisa tan linda que tenía. Claro que lo quería. Cómo no iba a amarlo. ¿Pero qué posibilidad tenía 1 Gerente de Camaleón Producciones

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