M aya s a n c e s t r a l e s
Mensajes velados
Dintel con la imagen de un escriba Oxkintok Clásico terminal, 900-1000 d.C.
Un sacerdote que escribía y pintaba formaba parte de la élite y, en ocasiones, hasta de la familia real. Los artesanos sabios recibían un título superior.
Lenguaje y escritura Con la guía del dios Itzamná, el gran sabio, un reducido grupo de mayas privilegiados, compuesto por sacerdotes y gobernantes, pero principalmente por los ah dzib o escribas, aprendió a hacer operaciones aritméticas, a llevar la cuenta de los días y a desarrollar el que ha sido considerado como el más complejo y avanzado sistema de escritura del mundo prehispánico. Gracias a su dominio del lenguaje escrito, los mayas dejaron plasmada su historia, la de sus dinastías y linajes, las fechas de entronizamiento de sus gobernantes, sus nombres y natalicio; con quiénes se relacionaban, aliaban o guerreaban, los rituales que celebraban y los dioses a los que imploraban. También era el vehículo con el que fijaban para la posteridad la vida palaciega, las exequias de los altos dignatarios y los ancestros de mujeres y hombres de la nobleza. Era incluso el modo de registrar los acontecimientos pasados y vaticinar los futuros. Este sistema de escritura, creación original de los mayas, amplió enormemente sus posibilidades narrativas. Tempranamente adoptaron glifos istmeños y los escribieron en monumentos de piedra y en sus muros —especialmente en El Petén y alrededor del 250 d.C.— desarrollando un sistema que pronto se difundió por toda la región. Algunos estudiosos piensan que usaron un sistema de escritura estructurado según la lengua ch’olana oriental, entonces “lengua de prestigio”, aun cuando en muchas ciudades se hablaba otro idioma, y que, con el tiempo, los escribas incorporaron términos en sus propias lenguas, entre ellas el maya yucateco. Otros difieren, y aunque no hay acuerdo sobre las lenguas representadas en las inscripciones y en los códices, todos parecen coincidir en que esencialmente se trata de las pertenecientes a los grupos tzeltalano y yucateco. Durante el periodo Clásico, en los señoríos encabezados por dinastías como las gobernantes en Calakmul y Tikal —las capitales más poderosas de la época—, Copán, en Honduras, Palenque y Yaxchilán, en Chiapas, y en localidades yucatecas como la gruta de Loltún y Oxkintok; en sitios campechanos como Balakbal y Edzná, y en Cobá, Tulum y Dzibanché, en Quintana Roo, los soberanos
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