Rudolf Steiner - Filosofia de la libertad

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El mismo individualismo ético que he desarrollado sobre la base de las consideraciones precedentes, podría también derivarse de la teoría de la evolución. La conclusión final sería la misma, sólo que el camino de llegar a ella sería distinto. La aparición de ideas morales totalmente nuevas a partir de la imaginación moral es para la teoría de la evolución tan poco sorprendente como la aparición de una nueva especie animal a partir de otra. Sólo que esta teoría, como concepción monista del mundo, tiene que rechazar, tanto en la vida moral como en la natural, toda influencia trascendente (metafísica), meramente deducida y no vivenciable a nivel ideal. Con ello sigue el mismo principio que también la guía cuando busca las causas de nuevas formas orgánicas, pero sin invocar la intervención de un ser extraterrenal, que produce toda nueva especie como resultado de un pensar creador nuevo por influencia sobrenatural. Así como el monismo no necesita ningún pensamiento creador sobrenatural para explicar un ser vivo, le es también imposible deducir el orden moral del mundo a partir de causas que no se hallen dentro del mundo sensible. El monismo no puede admitir que la esencia de una voluntad moral quede totalmente explicada atribuyéndola a una influencia continua sobrenatural en la vida moral (un gobierno universal divino desde afuera), o a una revelación determinada en el tiempo (los de los Diez Mandamientos), o al advenimiento de Dios en la Tierra (Cristo). Todo lo que de esta manera sucede al hombre y en el hombre sólo llega a ser algo moral cuando en la vivencia humana se transforma en aquello propio del individuo. Para el monismo, los procesos morales son, como todo lo que existe, productos del mundo, y hay que buscar sus causas en el mundo, esto es, en el hombre, puesto que el hombre es portador de la moral. Quien con mentalidad estrecha asigne, desde un principio, al concepto de lo natural una esfera arbitrariamente limitada, puede fácilmente llegar a no encontrar en ella espacio para un obrar individual libre. El evolucionista consecuente no puede caer en semejante estrechez mental. No puede dar por concluida la evolución natural con el mono, y atribuir al hombre un origen “sobrenatural”; incluso, en su búsqueda de los antepasados naturales del hombre tiene que buscar el espíritu de la naturaleza; tampoco puede limitarse a las funciones orgánicas del hombre y tomarlas como las únicas naturales, sino que debe considerar la vida moral libre como continuación espiritual de la vida orgánica. Lo único que el evolucionista puede afirmar, según sus principios, es que la actividad moral actual procede de otras formas del acontecer del mundo; tiene que dejar la caracterización de la acción, esto es, su determinación como acto libre, a la observación directa del acto. En realidad sólo afirma que el hombre proviene de antepasados no humanos. Como están formados los hombres hay que comprobarlo a través de su propia observación. Los resultados de esta observación no podrán estar en contradicción con una historia de la evolución correctamente enfocada. Sólo la afirmación de que esos resultados excluyen un orden natural del mundo, impediría su acuerdo con la nueva orientación de la ciencia natural.3 El individualismo ético no tiene nada que temer de la ciencia natural que se entiende a sí misma, pues la observación demuestra que lo característico de la forma perfecta del actuar humano es la libertad. Hay que atribuir esta libertad a la voluntad humana en tanto que ella realiza intuiciones puramente ideales. Pues estas intuiciones no son el resultado de una necesidad que actúa desde fuera, sino que están basadas en sí mismas. Si el hombre encuentra que su actuar es el reflejo de una intuición ideal de este tipo, la vivencia entonces como una acción libre. La libertad se encuentra en esta característica de una acción. ¿Cómo queda entonces, desde este punto de vista, la distinción ya mencionada anteriormente (cap. I) entre las dos afirmaciones: “Ser libre significa poder hacer lo que uno quiere”, y la otra “ser libre para poder desear o no desear es


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