Paracelso - Opera Omnia

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que en esta comparación, donde el aceite sobrenada y el agua queda en el fondo (subdite), el sedimento se separa también, ya sea arriba, en los riñones, ya en el fondo de la vejiga, cuando su expulsión se realiza continua y regularmente. Es necesario según esto, que haya un arte para recoger por separado el sedimento y la orina en dos vasos especiales. El que llegue a poseer bien este conocimiento podrá decir que sabe verdaderamente cómo son los excrementos de los riñones, cuya separación y preparación conduce a encontrar la última materia de que están constituidos los cálculos. Los que dicen que los depósitos de sedimento de la orina se deben a enfermedades del estómago, cometen el más grosero (pinguis) error y hacen gala con ello de su ignorancia. Esos médicos necesitan verdaderamente asegurar algo por adelantado que ayude a defender su deleznable teoría. Por eso examinan una y otra vez las orinas y las medicinas y recogen injurias en vez de alabanzas. Con su conducta sólo han conseguido que la gente les retire todo crédito y se aparte de la medicina a la que sólo se considera como una farsa o una impostura. Semejantes engaños han hecho que se acuerde hoy mayor confianza a un simple aldeano o a un judío que a un médico, ya que esos curanderos resultan, hay que confesarlo, mucho más hábiles que los doctores. Os digo que es un crimen y una vergüenza mantener en una ciudad a un médico municipal (poliatrum) que no atiende los enfermos y que en vez de socorrerlos (juvare) los abandona. Ante esto, ¿cómo puede impedirse que venga otro, aunque sea iletrado (minima literatus), y los asista? El que esto constituya una conducta honrosa no impide que el hecho, considerado en sí mismo, sea una vergüenza y quite todo valor a vuestros estudios (nihili sunt). Verdaderamente sólo sois unos poetas y como tales pretendéis hacer una medicina poética, pero os digo que llegará el día en que a fuerza de multiplicaros, no podréis a defender a vuestros propios médicos ni ellos padrón defenderos tampoco. De la costumbre, de los usos adquiridos y de las Academias no han salido nunca más que hipócritas y copistas (scribœ). Pues copista es el que escribe recetas y no cura a nadie; ese podrá ser doctor en escrituras pero desde luego no es doctor en curaciones. Vosotros sois pues como esos escribas hipócritas y fariseos y formáis con ellos una secta especial. Vosotros como ellos, no consentís que nadie intervenga e investigue en vuestros asuntos y en esto os parecéis también a los frailes, que no saben distinguir lo blanco de lo negro. ¿No es una vergüenza que no hayáis podido juzgar acerca de la naturaleza de ningún cálculo por el estudio de los sedimentos de la orina, ni daros cuenta de que su substancia era sencillamente la piedra? Os digo que podéis iros en mala hora con vuestra ciencia, pues empiezo a pensar que sólo sois doctores en esquilar asnos. También el corazón sufre y padece de manera parecida, pues como los demás miembros, extrae sus alimentos y separa sus excrementos por un mecanismo semejante. Hablaremos consiguientemente de su excremento, que es único, en el cual está contenido el Tártaro.

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