MEMORIAS

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sorprendidos si el espíritu de aquellos tomates congelados habían regresado a la viña para compensarnos en parte nuestra pérdida. NUESTRA PRIMERA IMPRENTA (Comienzos de 1912, ver resumen en Ecos , Nov. 1914, pág. 97)

De cuando en cuando surgían dificultades de cuando en cuando, y una situación verdaderamente difícil se nos presentó cuando el impresor de Oceanside que publicaba un periódico semanal no pudo continuar imprimiendo nuestras lecciones mensuales, debido a que el proceso de doblar y grapar era excesivo, y él era el único impresor en la región. Nosotros mismos componíamos e imprimíamos las lecciones mensuales en nuestra antigua prensa, pero Max Heindel tenía la maravillosa facultad de ser capaz de enfrentar cada emergencia. En poco tiempo este hombre enérgico y despierto dominó las condiciones y su mente aguda siempre hallaba alguna solución. Atender esta emergencia implicaba viajar a Los Angeles donde el compró una pequeña prensa Gordon acordando un plan de pagos mensual. A los pocos días un expreso de Oceanside llevó la prensa, que iba a ser acondicionada en las oficinas generales y trabajaba a base de pedal que Max Heindel accionaba. La prensa , al ser colocada en la terraza del frente se vio que era muy ancha para pasar por la puerta. El hombre del expreso y Max Heindel intentaban entrarla pero sin éxito así que la prensa permaneció en la terraza toda la noche. Si creemos en los milagros debemos admitir que ocurrió un milagro a la mañana siguiente. Mientras la escritora (que aun se hallaba en la cocina) estaba desayunando, Max Heindel sentado en la terraza analizaba como entrar la prensa. Había pensado que sería necesario traer un carpintero de Oceanside para que quitara el


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