Eliphas Levi - Historia de la Magia

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la inercia o resistencia, habrían dispuesto que la modestia es el más imprescindible de sus derechos, y por ende que ella no debe realizar ni desear nada que exija una especie de temeridad masculina. Por el otro lado, la Naturaleza proveyó a este fin dotándola de voz suave para que no se la oiga en las grandes asambleas, a no ser que la eleve a un tono ridiculamente discordante. Por ello, quienes aspiran a las funciones del sexo opuesto deben falsificar las prerrogativas del propio. No sabemos a qué punto puede llegar en el gobierno de los hombres, pero es cierto al menos que, cuando llegue a eso, perderá el amor de los hombres y, lo que será más cruel para ella, el amor de sus hijos. La ley conyugal de los cabalistas proporciona además, por analogía, una solución del problema más interesante y difícil de la filosofía moderna: el acuerdo entre razón y fe, entre autoridad y libertad de conciencia, entre ciencia y credo. Si la ciencia es el sol, el credo es la luna: un reflejo del día en medio de la noche. La fe es el suplemento de la razón en la oscuridad dejada por la ciencia delante y detrás de sí. Emana de la razón pero no puede ser confundida con ella ni llevarla a confesión. Las intrusiones de la razón en la fe o de la fe en la razón son eclipses de sol o luna. Cuando ocurren, la fuente lumínica y el reflector se inutilizan. La ciencia perece a causa de sistemas que no son sino creencias, y la fe sucumbe ante la razón. A fin de sostener el edificio, los dos pilares del templo deben estar paralelos y separados. Cuando se los junta a la fuerza, como lo hiciera Sansón, se desmoronan, y todo el edificio se derrumba sobre el ciego fanático o revolucionario, cuyo resentimiento personal o nacional lo destinó de antemano a morir. Las luchas entre los poderes espirituales y temporales, en todos los períodos de la humanidad, fueron disputas sobre manejos domésticos. El Papado ha sido una madre celosa, queriendo suplantar un marido en el poder temporal, y ha perdido la confianza de sus hijos, mientras el poder temporal, en su usurpación del sacerdocio, no es menos ridículo que el hombre que pretende saber mejor que la madre cómo dirigir el hogar y los niños. Los ingleses, por ejemplo, desde el punto de vista moral y religioso, semejan niños arropados por hombres, como podemos apreciarlo por su melancolía y embotamiento. Podríamos comparar la doctrina religiosa con el cuento que narra una nodriza, y que es ingenioso y beneficioso en lo moral. Para el niño es perfectamente verdadero y el padre sería muy necio refutándolo. Dése por tanto a las madres el monopolio de los cuentos de hadas, de los cánticos y cuidados hogareños. La maternidad es un carácter del sacerdocio, y debido a que la Iglesia debe ser solamente madre, el sacerdote católico renuncia al derecho masculino y le transfiere de antemano su derecho de paternidad. Jamás debe olvidarse que el Papado o no es nada o es la madre universal. Incluso puede ser que la Papisa Juana de la que los protestantes elaboraron un cuento escandaloso, sea sólo una ingeniosa alegoría, y cuando los soberanos Pontífices utilizaron mal a los Emperadores y Reyes, fue la Papisa Juana que trataba de golpear a su marido, 23


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