Eliphas Levi - El gran arcano del ocultismo revelado

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Eliphas Levi – El Gran Arcano del Ocultismo Revelado

CAPÍTULO IV LO SOBRENATURAL Y LO DIVINO Lo que el vulgo llama sobrenatural es lo que le parece contra la naturaleza. La lucha contra la naturaleza es el sueño insensato de los ascetas; como si la Naturaleza no fuese la ley misma de Dios. Llamarán concupiscencia a las atracciones legítimas de la naturaleza. Lucharán contra el sueño, contra el hambre y la sed, contra los deseos del amor. Lucharán no sólo para triunfar de las atracciones superiores, sino con el pensamiento de que la naturaleza es corrupta y que la satisfacción de la naturaleza es un mal. De ello resultarán extrañas aberraciones. El insomnio crea el delirio; el ayuno vacía los cerebros y los llena de fantasmas; el celibato forzado hace nacer monstruosas impurezas. Los íncubos y los súcubos infestarán los claustros. (1) El priapismo y la histeria crearán desde esta vida un infierno para los monjes sin vocación y para las monjas presuntuosas. San Antonio y Santa Teresa lucharon contra fantasmas lúbricos; asistían, en imaginación, a orgías de las que ni la antigua Babilonia tuvo idea. María Alacoque y Mesalina sufrieron los mismos tormentos: los del deseo exaltado más allá de la naturaleza e imposible de ser satisfecho. Con todo, había entre ellas una diferencia, y es que si Mesalina hubiese podido suponer una María Alacoque, habría tenido celos de ella. Resumir todos los hombre en uno solo, como Calígula (2) quiso hacerlo en su sed de sangre, y ver a este hombre de los hombres abrir su pecho y darle a adorar su corazón ardiente y lleno de sangre para que lo adorase como consolación del jamás poder saciarse del amor, ¡qué sueño ideal habría sido para Mesalina!. El amor, esta victoria triunfal de la Naturaleza, no le puede ser arrebatado sin que ella se irrite. Cuanto cree volverse sobrenatural se vuelve contrario a la naturaleza, y la más monstruosa de las impurezas es la que profana y prostituye de algún modo la idea de Dios. Ixión, arrojándose a Juno (3) y agotando su fuerza viril en una nube vengadora era, en la alta filosofía simbólica de los antiguos, la figuración de esta sacrílega pasión, castigada en los infiernos con lazos de serpientes que ligan a la víctima a una rueda y la hacen girar en vértigo eterno. La pasión erótica, desviada de su objeto legítimo desviada de su objeto legítimo y exaltada hasta el deseo insensato de hacer, por así decir, violencia al infinito, es la más furiosa de las aberraciones del alma, e igual que la demencia del Marqués de Sade, tiene sed de torturas y de sangre. La joven, despedazará su seno con tejidos de hierro; el hombre, exhausto, descontrolado por los ayunos y las vigilias, se abandonará eternamente a las delicias depravadas de una flagelación llena de sensaciones extrañas, y después, a fuerza de fatigas, vendrán las horas de un sueño lleno de sueños enervantes. De tales excesos resultarán dolencias desconocidas y desesperantes para la ciencia. Todos los sentidos perderán su empleo natural para proveer elementos a sensaciones falsas, 65


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