EL Collar del Budha

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El Collar del Buda

Samael Aun Weor

En las regiones moleculares y electrónicas existen muchas naciones, o reinos de inmensa dicha, donde puede internamente nacer todo desencarnado si la ley del Karma se lo permite. Aquellos que tienen buen Dharma, aquellas personas que han hecho muy buenas obras, pueden darse el lujo de unas buenas vacaciones entre la muerte y el nuevo nacimiento. Quien ha hecho muchas obras buenas puede nacer milagrosamente, antes de su reincorporación en la tierra, en el reino dichoso del oeste, a los pies del Buddha Amitaba, entre las flores del loto o en el reino de la suprema dicha, o en el reino de la densa concentración, o en el reino de los largos cabellos, o en el reino de Maitreya, etc. Los distintos reinos de las regiones moleculares y electrónicas resplandecen de felicidad. Existen muchos maestros que ayudan a los difuntos que se lo merecen. Esos maestros tienen métodos y sistemas para orientar al Buddhata, a la Esencia, al Alma, en el trabajo de liberación por algún tiempo de los cuerpos lunares y del ego, para ingresar a los reinos de las regiones moleculares y electrónicas. Es lamentable que el Alma, la Esencia, tenga que regresar a sus cuerpos lunares dentro de los cuales habita el ego. Tal regreso es inevitable para renacer en el mundo. Son muy pocas las almas que logran la liberación intermedia (no se confunda ésta con la liberación final). Toda alma, después de la muerte, puede ascender a los reinos de la felicidad de los mundos molecular y electrónico, o descender a los mundos infiernos del reino mineral, o reingresar inmediatamente o en forma inmediata en un cuerpo semejante al que había tenido antes. Estos tres caminos del fatal puente de Chivat están descritos muy sabiamente y con sorprendente claridad en la leyenda Zoroástrica: "Todo aquél cuyas buenas obras excedan en tres gramos a su pecado, va al cielo; todo aquél cuyo pecado es mayor, al infierno; en tanto que aquél en el que ambos sean iguales, permanece en el Hamistikan, hasta el cuerpo futuro o resurrección." La ley del Karma, esa sabia ley que ajusta los efectos a las causas, se encarga de dar a cada cual después de la muerte lo que merece. Ley es Ley, y la Ley se cumple. La liberación intermedia, la felicidad en los reinos de las regiones moleculares y electrónicas, tiene un límite, agotada la recompensa regresa la Esencia a los cuerpos lunares en donde mora el ego; luego viene el retorno, la reincorporación, la entrada a una nueva matriz. El libro tibetano de los muertos dice: "Dirige tu deseo, y entra en la matriz. Al mismo tiempo emite tus ondas de donación (de gracia o de buena voluntad) sobre la matriz a la que vas a entrar (transformándola así) en una mansión celestial." www.gnosismexico.com

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